Partida Rol por web

Ya parecía definitivo que Uno estaba ido, se comportaba como un chalado, como si Padre le hubiese preparado para actuar así en caso de emergencia. Moussa contó que Uno le ayudó en el pasado, ¿porqué iba ahora a descontrolarse? para Estigia significaba que la influencia del científico loco trascendía más allá de la muerte.

Los fragmentos del infinito eran una pesadilla, armas poderosas que terminaron en manos de alguien que las quiso usar para el mal. La joven miró a sus compañeros, el nigeriano se había alejado y permitía que los dos pesos pesados del SG4 prepararan un ataque conjunto.

- Haré un muro que nos proteja.

Indicó a los demás para que conocieran sus intenciones, ya habían recibido algunos rasguños, nada que no pudieran superar.

- Creí que se hacía más poderoso cuando se le atacaba, ¿no fue así antes?

Sara preguntó aquello mirando a los hijos, que les decían que se le podía debilitar. Se serenó, tenía que confiar en que Tres tuviera clara la estrategia a seguir contra su hermano pues le debía de conocer de hacía mucho.

"Todos a por él, que no pueda recuperarse de nuestros golpes."

Se concienció, entrecerrando los ojos levemente.

Por un momento se me fue la cabeza.

De pronto parecía que no pesaba nada, era ingrávido. Y en un segundo, como un latigazo volví a ser yo. Era como cuando te quedas dormido en el bus y de pronto te despiertas porque se te cae la cabeza. Pues eso, pero perdiendo el conocimiento durante un segundo.

Me ardía el pecho. Parecía que había algun tipo de conexión, o una reacción a la energía de las gemas. Ya me había pasado algo asi con mi propio padre. Supongo que estás cosas del espacio siempre estaban conectadas.

Como la semidiosa que era, Zeus aterrizó con un super puñetazo que derribó a Uno.

Vale, teníamos que atacar todos a distancia. Era el momento.

-Adelante chicos. -animé mientras mis ojos comenzaban a humear.- ¡Remate combinado!

Tenían que actuar rápido, y tenían que ser ya, si lo alargaban más quizá los hijos no pudieran hacer nada por contener a Uno, tenían que hacer lo que estuviera en sus manos para derrotarlo en aquel asalto. Sus compañeros ya habían resultado heridos, pero también Uno, pero parecía mucho más duro que la última vez... y Dídac sabía que no podía tocarlo, no podía acercarse al que en aquel momento era el enemigo, y sus puños elongados no serían de ayuda puesto que se haría daño a sí mismo.

En aquel momento, y más que nunca deseó que los frutos de su entrenamiento observando a César hubieran dado sus frutos, pero no, los poderes de Antorcha Humana no estaban a su disposición en aquel momento, así que no podía hacer absolutamente nada. Nada salvo esperar y proteger a los ya protegidos por el escudo Asgard de Moussa.

Era inútil en aquella situación, se sentía más inútil de lo que jamás había sido...

De repente algo vino a la cabeza de Dídac, pero no, no había aprendido a concentrarse de tal manera, era imposible que pudiera hacerlo en aquel momento, ¿o sí que podía?. Si había alguna forma de ayudar a sus compañeros, si había algo que pudiera hacer para derribar a Uno , aunque acabara muriendo igual que Padre, tenían que hacerlo, Tres podría traerlo a de vuelta... O eso esperaba. Quizá el depender de que una niña reviva a sus familiares era hasta cruel, pero en aquel momento tenían que hacer lo que tenían que hacer, y si había una mínima posibilidad, la usaría.

El ataque de la Mujer Invisible, en eso pensaba, no muchos lo conocen, porque Sue Storm no es una persona violenta y no se dedica a ir haciendo daño a los enemigos, en sí es una persona protectora... pero cuando tiene que hacer daño para proteger a sus seres queridos, vamos que si lo hace. Dídac recordó hacer visto en uno de los informes de S.H.I.E.L.D. que aquel era un poder muy peligroso si la Heroína se volvía contra el mundo en algún momento, así que parecía un ataque de lo más poderoso. El chico había intentado hacerlo en algunos entrenamientos en la sala del Peligro, pero nunca había dado resultado... pero en aquel momento no se lo jugaban todo a una carta. Tenía que funcionar.

- Atajo, vas a tener que extender tu poder, porque nos quedaremos sin barrera.- Exclamó hacia su compañero, y le dedicó una preciosa sonrisa -. Espero que funcione...- Aquellas últimas palabras solo las pudieron oír aquellos que se encontraran cerca, puesto que fueron más bien un susurro para sí mismo.

El joven respiró hondo, y cerró los ojos. La barrera que hasta hacía un segundo los protegía, desapareció, y con ella la primera protección de los hijos de Ojos Brillantes... pero tenía que intentarlo. De repente el chico abrió los ojos rápida e intensamente mirando hacia Uno y una onda de energía fue proyectada a la velocidad de la Luz hacia Uno, introduciéndose en su interior. 

Dídac había creado un campo de fuerza en el interior del primogénito y estaba intentando expandirlo en su interior, si en algún momento el chico caía inconsciente por el shock, Dídac dejaría de forzarlo, no quería hacerle explotar.

Todos se prepararon para el ataque que venía, pues sabían dos cosas. El hielo de Estigia no iba a poder contener por mucho tiempo a Uno. Y cuando éste se liberase, seguramente lo hiciese con una gran demostración de poder.

Cuando Atajo comentó su plan con Tres, pudo ver que la muchacha rubia no las tenía todas consigo.

- Tengo que tocar a Uno para poder usar mi poder contra él. Sé que suena feo, pero… tengo que ser la última en atacar. Igual que Cuatro.

La niña de los rizos dorados miró hacia la prisión de hielo que encerraba a Uno.

- Si nos acercamos a él antes de tiempo… nos absorberá…

Seis, que hasta aquel momento apenas había podido decir ni hacer nada, se levantó entonces, no sin cierta dificultad. Se acercó rápidamente a Tres y puso una mano sobre su hombro, empujándola lejos de la batalla, protectora.

- Yo sí que os puedo dar apoyo – dijo con un quejido -. Os ayudaré con la defensa, pero tenéis que mantenerlo alejado de nosotros.

Por el tono de su voz, parecía que Seis se encontraba enormemente fatigada.

- Somos muy sensibles al aura de Padre, nos está debilitado para que no podamos resistirnos.

Mientras tenía lugar aquella conversación, el Grupo 4 se movilizaba para la batalla. Con Uno incrustado en la pared del cráter y envuelto en hielo, Crazy Crow, Saga y Cráter se prepararon para atacar.

Sobre la jaula de hielo se abrían grandes grietas de las que emergía una intensa luz violácea. Una oleada de arena envolvió la jaula, justo a tiempo para contener parte del gran estallido que hizo temblar la isla entera. La arena de Saga contuvo cientos de esquirlas de hielo, pero la energía violeta se extendió a través de ella como el agua que una presa no puede contener.

Antes de que la energía de Uno llegase hasta los héroes, un gran muro de hielo se alzó frente a ellos, acompañado de un característico tañido cristalino.

El muro partió en dos la onda expansiva que se cernía sobre el Grupo 4, pero quedó gravemente dañado en el proceso.

Justo entonces, emergía de entre la arena y el polvo una figura incandescente. El cuerpo de Uno, envuelto por completo en aquella luz, parecía hecho de energía pura.

Un atronador disparo resonó en el cráter cuando Crow accionó el gatillo de su carabina. La bala de gran calibre volvió a impactar en la cabeza de Uno, pero ésta vez ni siquiera pareció recibir el impulso del impacto. Pero se ladeó ligeramente para buscar el origen del disparo.

En aquel momento, un poderoso haz de energía dorada impactó de lleno en la luminosa figura de Uno.

La energía cósmica se desparramó alrededor del villano, convirtiendo la roca en polvo a su paso. Pero Uno, rebosante de poder, alzó una mano hacia el haz y lo contuvo como si estuviese recibiendo el ataque de una simple pistola de agua.

- No podéis detenerme – dijo con una retumbante voz que ni siquiera denotaba esfuerzo.

Mascarada pasó a la acción, confiando en el Escudo Asgard de Atajo para defender a todo el equipo. Proyectó entonces su ataque, concentrando su poder para transformar su función. De la protección a la destrucción. Su energía voló por el campo de batalla hasta instalarse en el interior de Uno, donde trató de expandirse.

Aquel brutal ataque hizo que el enemigo se detuviese durante unos instantes, agachando la cabeza para mirarse a sí mismo. Se llevó las manos al pecho, y por unos momentos pareció que el ataque de Mascarada iba a arrancarle un grito de dolor.

Pero el aura de Uno se intensificó. Una energía violeta se arremolinó entorno a él. Los relámpagos emergían de su cuerpo, calcinando toda roca que encontraba a su paso, y proyectándose hacia el cielo, donde sus destellos violeta revelaban pequeñas trazas del negro cielo nublado bajo el que ocurría aquella batalla.

Todos, incluso aquellos que no poseían los fragmentos del infinito, pudieron sentir la aplastante aura de Uno. Extrañamente reminiscente de la de Omnis, pero diferente al fin y al cabo.

- Ni siquiera es un buen intento… - se burló el villano mientras seguía avanzando hacia el frente, hacia el muro de hielo que cubría al Grupo 4 en el cráter -. Los niños no pueden detenerme, temen demasiado mi influencia.

Uno hablaba de una forma diferente a la de antes. Más metódica y calculada. Más inteligente.

- Uno a uno los absorberé. Y cuando termine con todos ellos, recuperaré lo que me pertenece… ¡NUMERO DOS! - gritó tras una dramática pausa -. ¡OBSERVA LOS RESULTADOS DE TUS DECISIONES!

Extendiendo una mano hacia al frente, una brutal oleada de energía emergió de Uno, barriendo el cráter y haciendo saltar por los aires el ya debilitado muro de hielo de Estigia.

Cráter, Saga y Zeus quedaron al descubierto, expuestos a la temible energía de su enemigo.

- Ellos serán los primeros en morir – sentenció Uno, adoptando un tono mucho más frío y calculado, contrastando con su arrebato anterior.

- ¡No te lo pondremos fácil! - gritó Zeus a la par que cargaba de nuevo hacia la batalla, haciendo temblar el suelo con su salto.

Pero en lugar de lanzarse directamente contra el enemigo, Zeus clavó con facilidad sus dedos en el suelo del cráter, arrancando en un instante una gran roca que lanzó con precisión contra el enemigo.

La roca estalló en mil pedazos cuando impactó contra Uno, poniendo de manifiesto no sólo la resistencia del villano, si no también la fuerza que había empleado Zeus.

Aquel rápido impacto pareció aturdir momentáneamente al villano.

- ¡Rápido, Grupo 4! - gritó Zeus -. ¡Ataquemos juntos una vez más! ¡No le deis tiempo a recuperarse!

¡Era el momento! ¡Ahora o nunca!

-¡Super grupo 4! ¡GANEMOS!

Concentré toda la energía que pude.

Mis ojos comenzaron a brillar incandescentes.

¡Teníamos que ganar!

Lancé mi Visión Atómica.

Se confirmó el peor pronóstico cuando Uno hablaba de aquél modo: estaba completamente ido. Toda su exposición de antes fue un engaño y lo que se avecinaba era una encarnizada lucha contra el joven, todos contra él puesto que su poder semejaba inmenso. Podía sentir algo similar a cuando tenían a Omnis delante y si conseguía los fragmentos entonces obtendría unas capacidades semejantes a las de Álvaro, solo que ahora no tenían la ayuda de Hécate que fue quien le proporcionó aquella esfera que ayudó a teleportarlo lejos.

- ¡Lo hemos intentado, Moussa!

Miró al senegalés con expresión resignada, no siempre ganaban las buenas palabras pues a veces el mal estaba demasiado asentado.

- No queda más remedio que la fuerza bruta.

Cabeceó afirmativamente cuando Rudy alzaba la voz y lanzaba su visión. Había que centrarse en aquella pelea, en combinar los ataques con los del resto de chicos, la joven entonces se colocó junto al muro de hielo interpuesto por ella hacía pocos segundos.

- ¡Llegó el momento!

Hizo un gesto que no parecía peligroso a simple vista, pues expulsó aire suavemente en dirección a Uno... el gélido aliento podía notarse alrededor pues era capaz de descender levemente la temperatura y tal efecto era mucho más intenso para quien se encontrara enfrente.

Perder el escudo de Mascarada los deja realmente expuesto. En el pasado ha demostrado ser una defensa de lo más eficaz, en especial contra ataques tan demoledores como los de Uno. Pero comprende que en aquella lucha, la mayor prioridad es contener a Uno lo antes posible, por lo que alzando el pulgar hacia su compañero, le guiña un ojo.

-Haré lo que pueda, dale duro de mi parte.

Aunque la verdad es que no las tiene todas consigo. El escudo asgard es una buena defensa contra ataques individuales, pero de nada sirve contra grandes estallidos de energía. Sus portales no son capaces de absorber tanto poder, así que espera que Uno se limite a lanzar ataque individuales o de nada servirán sus portales.

La voz de Estigia, hace que se vuelva hacia ella y se encoja de hombros. Tenían que intentarlo, si podían poner fin a aquella lucha con el uso de palabras era algo que tenían que hacer. Está seguro de que podría haber resultado si solo se tratase de Uno, pero estando Padre detrás, su intento estaba destinado al fracaso antes de ni tan siquiera intentarlo.-

-Con Uno habría servido, pero ese cerdo asqueroso de Padre parece que se empeña en no morirse.

Manteniendo el escudo Asgard activado, aguarda expectante el desarrollo del combate. Desea pasar al ataque, lanzarse contra Padre y luchar junto a sus compañeros. Pero cada cual tiene su papel en aquella lucha y no puede dejar el suyo a un lado. Si su defensa sirve para ayudar a sus compañeros, la mantendrá hasta comprobar si resulta o no útil.

-Si Padre se acerca demasiado, os sacaré de aquí. Si su aura os daña tanto que os impide actuar, os sacaré también de aquí. No quiero que os haga más daño.

Al parecer el ataque conjunto del grupo de chicos del Liceo había surtido efecto, no sabía en realidad cuan efectivo había sido su ataque, pero era todo lo que podía hacer... En realidad Dídac tenía miedo de que llegara el momento de Uno de arremeter contra ellos, pero gracias a Zeus ese momento no llegó. Ahora tenían otra oportunidad de hacerle caer, tenían otra oportunidad de terminar con aquel terrorífico momento de tensión.

Podía hacer dos cosas, volver a su anterior postura, tratar de defender a sus aliados y dejar al resto que hiciera lo que pudiera o tratar de ayudarlos y quedar completamente exhausto por el esfuerzo. No tenía tiempo para preguntar a Zeus qué debía hacer, no podía esperar órdenes de ningún tipo en aquella tensa situación... así que decidió volver al ataque, aunque aquello le costara la extenuación.

- ¡Vamos con todo! .- Gritó, tratando de animar a sus compañeros. Aunque quizá su todo, no fuera suficiente para hacer caer a Uno, y entonces pasarían a estar en problemas.

Era el momento de dar todo lo que tenían. Tras la orden de Zeus, el Grupo 4 al completo, a excepción de Atajo, desató su potencial ofensivo al completo contra Uno/Padre.

El disparo de Crow dio señal de inicio de aquel ataque combinado. El proyectil de su carabina golpeó violentamente contra la frente de Uno, logrando que el villano se tambalease hacia atrás.

Acto seguido un poderoso haz de energía cósmica impactó en el pecho de Uno, restallando y serpenteando al contactar con él, como si se estuviese desatando una tormenta solar allí mismo. El calor del haz comenzó a calentar la roca entorno al villano, poniéndola al rojo vivo. Mientras tanto, un torrente de aire helado congeló al instante el suelo entorno a Uno, llenando de escarcha sus piernas.

Allí donde calor y frío se encontraban, una poderosa oleada de aire se originó de pronto, haciendo perder el equilibrio a todos los que estaban en el cráter. Pero Cráter y Estigia no desistieron en sus ataques. Seguían liberando toda su energía y poder contra su objetivo.

Pero a pesar de aquello, Uno dio un paso al frente. Y luego otro.

- ¡No dejéis que avance! - gritó Zeus.

Mascarada pasó a la acción, poniendo en peligro su vida para repetir la temible proeza que acababa de mostrar segundos antes. Concentrando toda su energía luminosa en Uno, proyectó un campo de fuerza hacia su interior y lo expandió con toda la fuerza que fue capaz de reunir.

- ¡AAAAAAGH! - gritó Uno de pronto, deteniendo su avance. Toda su figura, parcialmente oculta por el haz de energía cósmica y por la ventisca que se cernían sobre él, pareció estremecerse.

La combinación de ataques estaba comenzando a surtir efecto. Pero, de nuevo, Uno siguió a avanzando a los pocos segundos, ésta vez en medio de gruñidos y un desgarrador grito de dolor.

Saga se sumó a la combinación, alzando los brazos para hacer emerger de la nada una oleada de arena que se revolvió furiosa en el aire. La pequeña tormenta de arena se dividió en dos, buscando golpear los flancos del villano. Pero en lugar de encajar el envite sin más, ésta vez Uno alzó los brazos a lado y lado. Poderosos arcos voltaicos emergieron de sus palmas, restallando contra la arena, conteniéndola mientras seguía avanzando. Saga redobló sus fuerzas, aumentando la intensidad de los torrentes de arena que proyectaba contra el enemigo, pero no era suficiente.

Con pequeños pasos, Uno ganaba terreno a sus oponentes. El joven villano, corrompido por la influencia de Padre, estaba acercándose poco a poco a los componentes del Grupo 4 que luchaban desde el interior del cráter.

Si llegaba a tocarles, su enorme poder sería capaz de dañar con facilidad incluso a los pesos pesados del grupo, como Cráter y Saga. Ya habían visto como el puño de Zeus había quedado completamente chamuscado.

Pero el Grupo 4 no desistió. Recargando con rapidez su carabina, Crow efectuó un nuevo disparo, apuntando esta vez contra uno de los brazos extendidos de Uno. El poderoso disparo resonó por el cráter, y aunque la bala no atravesó la piel del villano, sí que logró desviar su brazo por un instante. El torrente de arena izquierdo golpeó entonces a Uno, haciéndolo trastabillar y retroceder hasta casi el punto de partida.

El Grupo 4 sentía que comenzaba a ganar terreno. Energía cósmica, frío, luz y arena contenían el avance del villano, al cual cada vez le costaba más dar un nuevo paso.

- ¡Lo estáis haciendo muy bien! - los animó Zeus, que por alguna razón no se había sumado todavía al ataque combinado.

Sin embargo, Cráter y Saga, que estaban cerca de ella, comenzaron a notar un olor extraño en el aire. Ozono.

El vello de todos los presentes se erizó a medida que el ambiente comenzaba a cargarse de estática. Zeus se había estado reservando para el final, con tal de poder acumular todo su poder.

Con una violencia controlada, Zeus ascendió en el aire mientras sus ojos se encendían con un fulgor azulado. De pronto escucharon el poderoso rugido del cielo, y un rayo cayó sobre Uno, atacando por arriba. La temible descarga, desde aquel ángulo, logró que el villano cayese de rodillas contra el suelo. El cráter entero se tambaleó ante aquel gesto, y la roca se agrietó como si cientos de toneladas hubiesen caído de pronto sobre ella.

- ¡AAAAAAAAAAAAAHHHH! - el continuo grito de Uno se perdía ante el refulgir de la energía cósmica, el crujir del hielo que se formaba contínuamente a su alrededor, el zumbido de la luz expandiéndose en su interior, el susurro de la arena arremolinándose entorno a él, y el propio rugido del cielo.

Aquel ataque combinado, aquella energía, aquella determinación… Hicieron que algo se rompiese en el interior de Uno.

Algo que llevaba mucho tiempo conteniendo.

La intensidad del aura violeta de Uno se disparó de pronto, cegándolos a todos como un aviso de lo que estaba por venir.

Un ahogado silencio lo envolvió todo y, por un instante, sintieron paz.

Desde el cielo, sobrevolando el mar a bordo del Colibrí, Psiónica pudo ver a lo como una luz blanca engullía la isla al completo.

No lo podía creer, bueno, en realidad sí, pero suponía que aquello iba a terminar mucho peor. Cuando ejecutando su ataque Uno se retorció de dolor, pensó que ya estaba todo ganado. Uno trató de continuar y poco a poco se fueron sucediendo los ataques de sus compañeros que lo hicieron mantenerse en su sitio.

Continuaron con el ataque hasta que Zeus, haciendo alarde de un poder inconmesurable invocó la tormenta y remató al chico, nunca mejor dicho. Quizá no era la manera de terminar aquel combate, pero no había otra manera, no podían dejar que se acercara a los demás hijos, o se volvería demasiado poderoso, y teniendo en cuenta que aquel no era Uno, sino Padre... esperaba que Tres hubiera recapacitado y no le diera por devolverle la vida, y en caso de que devolviera la vida a Uno - que esperaba que sí lo hicieran - tendrían que asegurarse de que no siguiera el verdadero enemigo en su interior.

Aquel pensamiento fugaz le duró medio segundo, lo justo antes de darse cuenta del peligro que corrían en aquel lugar. La energía de Uno, al no tener un recipiente "vivo" que lo contuviera, había comenzado a liberarse, y había demasiado poder en aquel cuerpo. No tenían tiempo, no podrían salir de allí en las milésimas de segundo que tardó en explotar el joven "villano".

Dídac automáticamente se transformó en si forma pétrea y trató de protegerse con los brazos, no tenía tiempo de levantar una cúpula, esperaba que los demás pudieran resistirlo. A medida que la energía se acercó al grupo, el metamorfo sintió que algo le quemaba el interior, que algo le abrasaba por completo. Aguantó como pudo, incluso apretó la mandíbula y se mordió el labio tratando de no gritar, llegando a hacerse sangre... y de repente, todo cesó.

Crazy Crow lo vio venir, pero apenas nada más. Si hubiera tenido un segundo para pensar, hubiera recurrido a su amuleto y, transformado en Wakan, hubiera sentido apenas un cosquilleo cuando la energía le traspasara inocuamente. Pero no, aquel segundo nunca existió, y lo que se impusieron fueron los instintos. El nativo americano se cubrió la vista, la cara y el cuerpo, en ese orden, sus poderes activándose sin ser apenas consciente de ello.

Lo primero en aparecer para protegerle fue un escudo de madera y piel indígenas, que fue sustituido por uno de antidisturbios en cuanto el primero se desintegró con la onda expansiva de Uno. Al instante aquello no fue suficiente y una plancha de metal vino a reemplazar el agrietado escudo antidisturbios, añadiéndose más y más de éstas hasta que su convocador perdió la noción del tiempo y del espacio, envuelto ya en el cegador haz blanco.

Si despertaba de aquella pesadilla probablemente le encontrarían entre un montón de materiales que le habrían hecho las veces de bunker. Y faltaba por ver cómo reaparecía Uno de todo aquello. O el Equipo 4.

La combinación de todos los poderes estaba resultando, pareciendo que Uno iba debilitándose poco a poco gracias al esfuerzo del supergrupo 4 y sus aliados. Tenía buen aspecto y al ver a Zeus lanzar su poderoso ataque parecía que ya con eso lograban su cometido que no era otro que permitir que los chicos del infinito le dieran el "golpe de gracia".

Todo ese tiempo temió que se excedieran en los ataques, pues la imagen de Ojos Brillantes siendo machacado seguía vívida en su memoria y no quería ahora añadir un segundo accidente mortal. Estigia se había esforzado mucho para superar aquél campo de fuerza creyendo que venciendo a Padre se acabarían los problemas y no era así, quedaba su heredero directo, influenciado cuando no poseído por el científico.

La explosión llegó con fuerza y ella se había quedado quieta confiando en los restos de su muro, mas estos no fueron suficientemente sólidos como para defenderla, todo saltó por los aires lo que incluyó su delgado cuerpo. Ni pudo recurrir a ninguno de sus poderes, esta vez no tenía tiempo para activar el más oportuno. Se la escuchó gritar y alejarse hacia atrás, impulsada por la devastadora energía.

Conteniendo la respiración, Moussa contempla el combate en silencio temiendo que el aciago momento no llegue por fin. Espera, desea, reza para que sus compañeros sean capaces de tumbar a Uno antes de que pueda hacer algo. Pero se equivoca, su hermano es puro poder y tal y como se temía, no se dedica a lanzar ataques a sus compañeros, sino que simplemente desata el infierno sobre todos ellos.

Debería de haberse anticipado a ello, haber creado un portal capaz de engullir por completo toda aquella energía, pero ya de nada sirven las lamentaciones. El poder desatado es tan incalificable que está seguro de que todos ellos morirán, si tan solo hubiese actuado de otra forma si tan solo...

-¡TREEEEEEESSSSS!

Apenas alcanza a gritas el nombre de su hermana, no tiene ni tan siquiera tiempo de volver la mirada hacia ella. Tiempo, eso es todo lo que necesitan y ahora todo depende de su hermana. No la conoce y sabe lo unida que estaba a padre, pero ahora es su única oportunidad de que todos salgan con vida de aquella masacre.

Esperanza, sí, ese es el último pensamiento que cruza por su mente antes de que la luz lo engulla por completo y quizás, lo arroje para siempre a las sombras. Pero quiere creer que sus amigos y que su familia perdida pueden encontrar un final feliz.

Aquel momento fue glorioso.

Todos juntos, compenetrados. ¡Ataque combinado! Por un momento pensé que sería inútil, que Uno seguiría avanzando. Qué nos pelearía uno a uno y moriríamos.

Pero no, nostros teníamos algo más. Nos teniamos los unos a los otros. Y sobretodo, eramos lo buenos.

A veces hacíamos cosas mala, a veces regulares, pero siempre intentábamos hacer el bien. Lo que importaba era la intención y las ganas de mejorar.

Por eso el universo hacía lo posible para compensarnoslo, aunque nos causase tantos problemas.

Con el rayo de Zeus, se zanjó el combate.

Hubo un instante de paz, de quietud. Pero era la calma antes de la tormenta, el ojo del huracán.

Moriría feliz, sabiendo que habíamos hecho lo que estaba en nuestra mano.

Daniel había empleado cada gota de poder que le quedaba en aquel ataque combinado. Comandado las feroces arenas del desierto para abatir, de una vez por todas, al villano.

Pero no había anticipado la reacción que los sobrevendría.

En aquellos instantes de paz previos al estallido de Uno, comprendió lo que estaba sucediendo y se maldijo a sí mismo por no estar más cerca de sus compañeros, por no poder protegerlos como había hecho la última vez que Uno y él habían luchado cara a cara.

Habían ganado, pero también habían perdido.

Impotente, sintió cómo la luz blanca bañaba su cuerpo por completo, abrasándolo con el amargo calor de la derrota.

La intensa luz de Uno los bañó. El poder de su Fragmento del Infinito, desatado, engulló la isla entera, con una onda expansiva que lo devoró todo a su paso.

Algunos trataron de defenderse de la explosión, con gritos ahogados que se perdieron en el aire, succionados por la presión que se generó allí en un instante.

Todo se volvió de color blanco, y las pocas protecciones que pudiesen haber alzado se desvanecieron sin más.

El reluciente hielo de Estigia se evaporó en apenas unos instantes. Los numerosos objetos que aparecían continuamente para proteger a Crazy Crow se quebraban y estallaban en pedazos a medida que eran invocados. La pétrea piel de Máscarada se resquebrajó y fue reducida a gravilla. Cráter y Saga, cuyas pieles podían detener incluso la potencia de un misil, quedaron abrasados por completo.

Y Atajo, cuya única defensa real era evitar los ataques, ni siquiera tuvo tiempo de desvanecerse por uno de sus portales.

Todos fueron arrastrados por la enorme fuerza de la explosión.

Todos quedaron cegados por su intenso destello.

Todos sintieron el silencio vacío de la energía que lo engulló todo.

Y todos sintieron que todo terminaba en apenas unos instantes.

Era el fin.

- Imposible… - musitó con angustia el adusto subdirector del Liceo.

El Señor Bosch, nombre en clave Bunshin, bajó a trompicones por la rampa del Colibrí. Se apoyó en uno de los brazos mecánicos que extendían la rampa, y observó con desasosiego la escena que se mostraba ante él.

Un gigantesco cráter en medio del mar. Salpicado por rocas y gravilla, sin rastro de vida en él.

Apoyándose en su katana envainada, como si se tratase de un bastón, el profesor avanzó por el yermo terreno, cuyos bordes comenzaban a ser invadidos por el agua de mar.

En apenas unas horas, no quedaría nada de aquella isla. Ni siquiera su rastro. Todo quedaría oculto bajo la superficie del mar. Como si nunca hubiese pasado nada allí.

No podía ser. Era imposible… ¡Inadmisible!

Siguió avanzando por el cráter, buscando el epicentro de la explosión. Su renquear apoyado en la katana pronto se convirtió en una torpe carrera. El profesor gruñó por el esfuerzo y el dolor, pero no aminoró la marcha.

Pronto lo vislumbró, en medio de todo el desastre. Uno. O lo que quedaba de él.

Una figura yacía de rodillas en el centro del cráter, con los brazos reposando a los lados y el torso inclinado hacia atrás.

Su cuerpo petrificado apenas mostraba los detalles del relieve que había tenido en vida. Su rostro, apenas un montículo y un par de cuencas, ni siquiera era reconocible. Tan solo podía verse un gran agujero allá donde había estado su boca. Un grito de dolor petrificado por toda la eternidad.

Bunshin se acercó a Uno, y lo observó durante unos segundos antes de desviar la mirada hacia los lados, oteando el gran cráter que estaba cada vez más lleno de agua.

¿Dónde estaban ellos? ¿Dónde estaban los niños?

- ¡MOUSSA! - gritó a pleno pulmón el subdirector.

Su voz resonó por el vacío cráter, y se perdió sin más.

En la negra oscuridad, un resquicio de luz se abrió paso. Casi todos, de un modo u otro, pudieron ver que había algo más allá del vacío oscuro que los había engullido. Poco a poco comenzaron a despertar.

Comenzaron a ver, a sentir dolor, a oír los gritos desesperados de un hombre, amortiguados por algo que los separaba de él.

Con un leve movimiento de sus brazos doloridos, Saga apartó una gran roca que lo sepultaba. Al sentir en su rostro la brisa marina, el dolor que lo embargaba aminoró. Vio a Bosch gritando al aire, renqueando por una extensa superficie de roca yerma.

Cerca de él, en el epicentro de aquella extraña formación que poco recordaba al cráter en el que habían luchado momentos antes, estaba la petrificada figura de Uno, arrodillada en el suelo.

Poco después, un montón de gravilla se removió cerca de él, del que emergió Cráter, medio aturdido.

Algo más lejos, un montículo de rocas comenzó a desmoronarse cuando alguien empujó desde dentro lo que parecía una pesada plancha de metal. Crazy Crow salió del estrecho e improvisado recoveco que su poder había creado para él durante aquella oleada de destrucción.

Y en apenas unos instantes, la figura de Mascarada, portando su forma skrull, se abrió paso entre un montón de pequeñas piedras casi convertidas en gravilla.

Bunshin no tardó en advertir cómo los miembros del Grupo 4 se alzaban en medio de aquel desastre. Todavía aturdidos, todavía sin saber del todo lo que acababa de suceder.

- ¡Estáis vivos! - anunció, aliviado, mientras avanzaba hacia Saga y Cráter, los que estaban más cerca de él -. Pero… falta gente. ¿Y los demás? ¿Y Estigia? ¿Zeus? ¿Y Moussa?

Después de la luz que los bañó y los abrasó por completo, los sobrevino la oscuridad, una oscuridad, cuanto menos, dolorosa. Y justo después de esa oscuridad, de nuevo la claridad.

En un principio a Dídac le costó abrir los ojos, pero conocía su cuerpo a la perfección, sabía en qué forma se encontraba, y sabía como ponerle solución al dolor. No sin esfuerzo, forzó a su cuerpo a curarse, a desperezarse y a seguir adelante. Al terminar quizá ya no estuviera dolorido, pero sí cansado... le costaba moverse con fluidez, había forzado su cuerpo hasta la extenuación para proyectar sus barreras para dañar, y aquello le había pasado factura.

A la primera persona que vio cuando consiguió liberarse de los restos de su cuerpo pétreo fue al subdirector Bosch, herido como estaba.

- Yo estoy bien, pero, ¿¿y los demás?? .- Miró al resto de sus compañeros que habían conseguido incorporarse -. Tenemos que encontrarlos, tanto a nuestros compañeros como al resto de los hijos de Ojos Brillantes .- No sabían su verdadero nombre, no creía ni siquiera que aquellos a los que llamaba hijos los conocieran, así que era la manera que tenían de referirse a él.

La derrota de Uno había sido explosiva, literalmente. Una derrota que casi llevaba a otra. Crazy Crow había sobrevivido de milagro. Bueno, no, claro, salvo que uno considerase a sus poderes milagrosos.

Aunque los demás que quedaban conscientes vieron cómo emergía de un recoveco empujando una plancha de metal, aquella no había sido la primera. Allí, debajo de toda aquella roca, había un amasijo de metal que por un momento le había hecho pasar un mal rato al indígena americano. Y casi queda sepultado vivo entre cascotes y búnker.

─Bien, más o menos ─dijo, agotado por el esfuerzo de someter a tanta tensión su poder─ Hecho polvo pero de una pieza. Busquemos a los demás.

Puede que no estuviera en el mejor de sus momentos, pero aún sin moverse o utilizar sus poderes, Crazy Crow poseía una vista envidiable y un sentido de la dirección muy aguzado. Aquello, unido a que había hecho de francotirador, hacían de él un estupendo localizador.

─Creo que estaban allí, allí y allí ─dijo señalando los lugares que ocupaban sus compañeros antes de la gran explosión─ Deberían estar...