Partida Rol por web

Ves como el junco deja de balancearse de una manera un tanto abrupta, como si hubiese encallado con alguna roca. Lo cual es extraño, porque a la distancia a la que se encuentra, un barco de ese calado no debería tener problemas. Observas como en cubierta corren unos cuantos marineros.

Antes de que puedas seguir observando, de nuevo tu atención se centra en tierra al escuchar a tu compañero.

Observando los pliegues de su ropa, te percatas de que los hombres que bajaron de la barca van armados, armas de buen tamaño, posiblemente espadas de tamaño similar a la cimitarra de vuestro compañero. Los dos que viajaban en la furgoneta, o van desarmados, o llevan armas pequeñas encima que no llegan a destacar.

Aquel vehículo pasó por delante de nosotros sin que pudiera determinar cuántas eran las chicas que viajaban dentro. No se trataba de las potenciales víctimas, de almas que se condenaban al tormento y que probablemente se flagelarían al saber el error que habían estado a punto de cometer, en esos instantes, eran un número que modificaba las variables de nuestra intervención.

Avanzamos raudos hasta el lugar en el que se iba a producir el traslado de las chicas al barco que pensaba llevarlas a su ansiado destino. Observando desde una distancia prudencial, protegidos por las sombras, Zhi Xue anunció que había llegado el momento de separarnos, habiendo querido valerse de un ardid para distraer a nuestro objetivo. Mientras nuestro compañero fingía estar ebrio, Huang y yo avanzamos hasta posicionarnos en una zona que nos permitía atacar al objetivo desde el extremo contrario.

Pudimos ver cómo una pequeña embarcación era amarrada al mismo tiempo que las mujeres comenzaban a descender del camión. Eran cinco, y pronto estuvieron todas abajo, entrecerrándose mis ojos al darme cuenta de que una de ellas me era familiar. Sí, la conocía. En ese momento Huang señaló en dirección a uno de los hombres, marcándolo como su presa.

- El chico sólo es un chico, no te desvíes del camino. – le aconsejé, temiendo que pudiera dejarse llevar por las emociones.

Entonces presencié algo que no me cuadraba. Una sexta mujer que no había visto antes bajaba del camión, acercándose al copiloto justo antes de que este indicara al resto de chicas que avanzaran, terminando la misteriosa mujer por desaparecer tras el vehículo.

- Sólo has visto cinco chicas, ¿verdad? – pregunté a Huang, viendo cómo este se preparaba para el combate. – Creo que hay un fantasma involucrado en esto. - añadí con mi habitual tono de voz. - Tiene encandilado a tu chico.

Tras ello, llevé una de mis pálidas manos a mi espalda, sacando de esta aquel círculo divisible que en seguida convertí en dos armas. Cuando mi compañero me indicó que podíamos continuar avanzando cuando estuviera lista, asentí indicándole que lo estaba, dispuesta a seguirle. Había llegado la hora.

La criatura de piel oscura comenzó a elevarse difícil de ver gracias a la oscuridad reinante.

- Llevan todos armas de filo bajo las ropas.

Comentó a los compañeros conforme se alejaba del suelo. "Algo me dice que sólo debería de bajar si soy necesario, en esta forma deberían de verme lo menos posible" iba pensando, siguiendo un patrón lógico mientras el P`O maniobraba tras aquellas palabras, tratando de que Wang sucumbiera a sus susurros. Quizás había logrado algo esta vez, poco, considerando que el verdadero demonio que anidaba en su mente preferiría algo más elaborado. Si tan sólo pudiera alguna vez usar estos conocimientos y a los otros kuei-jin para ganar poder...

Wang se elevó y prestó atención buscando el posible enlace, pensando que al final le podría tocar abordar la embarcación o caer sobre el camión. Lo importante es que no se alejaran ambas cosas a la vez.

- Algo extraño pasa - digo en susurros señalando al junco -. El junco parece haber encallado y se está creando movimiento en cubierta, pero no me cuadra, no tiene lógica para una embarcación de ese tamaño.

Me mantengo a la espera intercambiando mi mirada entre la embarcación y el camión, esperando que alguno de nuestros compañeros aparezca.

-como?- pregunto Mao - son los nuestros o hay alguien mas?- otra pregunta salio del sastre, dentro suyo quizas las dudas comenzaban abordarle o aimplemente queria tener un amplio espectro de todo lo que ocurria, se asomo levemente para observar lo que yuan tian habia descrito asi tener una mejor idea de como actuar o corroborar algunos detalles.

Wang escuchó a su hermano anunciar problemas en la embarcación. Que hubiera algo moviéndose cerca no le parecía nada bueno. Era indicativo de que las cosas se iban a complicar. Él estaba alzándose por el aire para mirar desde lo alto.

"No me gusta nada, pero desde aquí lo voy a poder ver, incluso poder actuar. Aunque si el barco empieza a hundirse no haré nada. Quizás hasta lo podríamos haber intentado nosotros mismos".

No ves nada destacable, simplemente gente moviendose en cubierta, pero al carecer de conocimientos básicos de navegación ignoras que están haciendo.

Veis a vuestro compañero avanzar tambaleándose, emulando los andares de un borracho, mientras grita el nombre de su supuesta amada. Sino fuera porque sabéis que no ha tomado ni una copa, juraríais que realmente esta beodo.

– ¡Liu Peiiiii! ¡No te vashaaass! ¡No me dejes Liu Pei! ... – ¡Liu Peiiiii!

Todos sabéis ya lo que tenéis que hacer y poseéis el convencimiento de que actuáis bajo mandato divino, al amparo de las Cortes.

La voz de vuestro compañero atrae la atención tanto de las muchachas, que se miran intrigadas, como de los hombres.

El conductor se dirige entonces al copiloto, convencido de que un borracho no debería causar problemas - encárgate tú, mientras acompaña sus palabras con un gesto de la cabeza. El muchacho asiente con presteza y se dirige hacia Zhi Xue Song dando una pequeña carrera durante la cual gesticula con los brazos - ¡lárgate!, que aquí no se te ha perdido nada.

Los hombres encargados de las jóvenes titubean un instante. Uno de ellos lleva su mano izquierda hacia atrás, rebuscando en el interior de su abrigo, hasta que el del bote les mete prisa - VAMOS, que esperáis. Y de nuevo se ponen en marcha, ignorando al "borracho" y azuzando a las muchachas.

Una de ellas se muestra dubitativa en ese instante, quizás recordando a alguna persona que ha dejado atrás. - Camina, le espeta uno de los dos con cierta brusquedad e inicia la marcha de nuevo mansa como una oveja, echando eso si la mirada hacia atrás mientras se encamina hacia el bote.

Mientras el joven copiloto avanza hacia tu compañero, el espíritu que se ocultó tras la furgoneta, vuelve a aparecer por delante de la misma, mirando como el muchacho avanza, puedes ver como sonríe y mira las aguas unos segundos para volver a centrarse de nuevo en el copiloto.

Me encontraba ya tan concentrado en la sagrada tarea que tenía ante mí, que no respondí a la errónea apreciación de Min Liu. Un chico no era "sólo" un chico. Un chico era parte del Camino. Aquel chico en concreto, suponía una oveja que se alejaba del rebaño, errando el camino correcto. Aquel chico era MI responsabilidad, si no quería yo también errar mi camino.

Sin embargo, miré a mi compañera con extrañeza. En efecto, había contado hasta cinco, las chicas que habían abandonado aquel vehículo. Ella tenía una gran afinidad con los seres del otro lado de la barrera, de modo que confiaba en lo que hubiera visto. Si decía que había un fantasma, un muerto sin reposo, es que así era. Y si centraba sus oscuras intenciones en mi antiguo alumno, tal vez hubiera una mayor esperanza para él.

La señal se abrió paso en el silencio de aquellos muelles. La voz de Zhi Xue Song se oía tan clara como efectiva, ofreciendo una pantomima completamente creíble. Aquellos hombres se centraban en él, apurando a las chicas a avanzar con los modos propios de quien las usa como mera mercancía. Era nuestra oportunidad.

Un simple gesto fue suficiente para hacerme saltar. Uno de los hombres había hecho un gesto, casi imperceptible, echando la mano a su espalda a través del interior de su abrigo. ¿Un arma? Eso bastaba para mí. Surgí de las sombras como una exhalación, evitando mi sencillo calzado hacer demasiado ruido en mi apresurada carrera, aquella que acortaba la distancia que me separase de aquellos mafiosos. Apenas presté atención a otra cosa que a mi objetivo, aunque la visión periférica y mi concentración me permitían estar atento a todos los movimientos alrededor de nuestro duelo particular aún no iniciado. Mis anillos brillaron bajo el fulgor de la luna, mientras cerraba mis rígidos puños para propinar a aquel mortal dos puñetazos en el pecho que le mostrasen lo errado de su camino en la vida.

Una vida que le llevaba directamente ante mí.

Llega el momento de actuar, Zhi ha hecho su actuación y ha surtido algo de efecto, ha detenido el avance de las jóvenes, los mafiosos parecen haberse quedado son saber que hacer, más allá de dirigirse al chaval y ordenarle que no tiene nada que ver ahí.

De entre las sombras Huang salta en dirección al hombre que rebusca algo entre sus ropas y le propina un par de golpes.

Saltó de donde estoy y salgo corriendo de la misma forma que mi hermano, en busca de otra víctima. Llego delante de otro de los hombres, y hago bailar la cimitarra, intentando hundirla en el hombro de aquel miembro de las triadas.

Luego de aparecer de las sombras e implorar por la ficticia Liu Pei, los hombres que llevaban a las chicas parecieron paralizarse por un instante. De pronto, del asiento del copiloto del camión salió un joven que echó a correr hacia mí gritando – ¡lárgate!, que aquí no se te ha perdido nada – mientras gesticulaba violentamente.

Es en este momento que varios miembros de la hermandad decidieron actuar, atacando a sus respectivos objetivos. Visto esto, todo pareció proceder muy lentamente. Por un lado, Huang Zhao apareció de entre las sombras y aplicó dos potentes golpes a su objetivo. Por su lado, en simultaneo, Yuan Tian salió de la nada y cayó sobre el hombre que llevó su mano dentro del abrigo y aplicó sendos tajos con su apreciada cimitarra. Resultado de estos ataques se sucedieron un grito ahogado tras otro. Sucedido esto, en cuestión de instantes, la atención se dirigió abruptamente hacia el origen de los ruidos. Mientras todo esto sucedía, yo continuaba avanzando tambaleándome hacia el joven que corría hacia mi diciendo – ¡devuélveme a Liu Pei! ¡Embaucador!

Fue por un instante, pero ya muy cerca de mí el joven pareció dividir su atención debido a los ruidos provenientes de su lugar de origen. Esta distracción fue la señal para decidir actuar. Por ello, mientras decía – ¡No se la llevarán! – simulé un traspié y ejecuté un ataque al punto de presión del cuello, con la intención de dejarlo inconsciente; sin embargo, ante la posibilidad de fallar me dispuse a aplicar un segundo golpe al punto de presión del estómago con la intención de inhabilitar al individuo. Debía reducirlo y evitar matarlo de ser posible.