Partida Rol por web

Septimus escuchó lo que la oficial tenía que decirles, sin interrumpir en ningún momento ni variar su expresión. No veía nada que discutir, comprendía perfectamente la difícil situación del planeta y de todo el aparato bélico. Tendrían que combatir con lo que les dieran, y hacerlo bien. 

-Sin duda, lo que se nos de será suficiente para hacer cumplir la voluntad del Emperador. 

Ahora, si nadie tenía nada que decir, deberían dirigirse a las Thunderhawk y coger el equipamiento. Los xenos estaban esperando a sentir el acero imperial, y las forjas a ser recuperadas por parte de sus legítimos dueños. 

Nathaniel escuchaba y observaba todo lo acaecido. Los movimientos, el inicio de las operaciones, el encendido de los Titanes. Todo ello era muy relevante. Mientras escuchaba al enlace decir algo sobre el arsenal a usar, no puedo evitar mirar hacia el lugar esperando alcanzarlo y tomar una medida a las armas que les ofrecían.

- Perdonen oficiales. ¿Han pensado en una posible inserción a corta altura y máxima aceleración de alguna unidad para tomar posiciones de tiradores o infiltración por los sistemas respiratorios de las Forjas? – Comento el Devastador mientras sus pasos le llevaban hacia los arcones con ganas de descubrir que era lo que les esperaba. El plan lo había ido pensando y los poco planos que había consultado no le habían dejado clara la posibilidad o no de intentarlo.

El navengate escuchó a aquella mujer sin agregar nada, con su mirada puesta sobre ella en una mueca inexpresiva, intentaba vislumbrar algo más allá de lo evidente... para el resto de sus vidas, al menos de momento... oficial quien ha perdido la fe no encuentra futuro a la luz del Emperador...

Cuando finalizó el oficial, asintió ligeramente mostrando que había comprendido antes de colocarse el casco, la misión ya había comenzado pese a estar por el momento a la espera de despliegue.

Blitz no dejaba de pensar en el plano de la forja mentalmente, debería aprendérselo de memoria, quería poder actuar rápido en las situaciones difíciles, y reaccionar sin tener que estar mirando nada. Estaba oiendo lo que se decía, más no prestaba mucha atención. En estos momentos, pasaría a llevar a sus camaradas y compañeros y les debería llevar a una victoria sin muertes por su parte. Volvió a mirar a sus compañeros antes de seguir memorizando el mapa de la forja.

Pronto subirían al Deus Assertor y Ethan temía no estar a la altura. Debía comportarse como un buen piloto y no sabía si iba a ser capaz de hacer las cosas bien, el hecho de que sus recuerdos estuviesen tan confusos hacía que sus conocimientos también lo estuvieran... Pero debía mostrarse seguro y orgulloso, no podía hacer que el Imperio se diese cuenta de sus carencias, así que inclinó la cabeza y simplemente dijo:

¡A la orden mi señor!

Leah escuchó con el rostro convertido en una máscara de indiferencia. Ella no tenía nada que discutir pero sí tenía algo que hacer mientras hacían su teatro estratégico.

Dio la espalda al grupo y se retiró hasta una pequeña superficie en la que pareció trabajar con algo pequeño. Tenía sus propias preguntas y sus propias inquietudes que no podrían ser contestadas ni calmadas con las palabras del Oficial de Enlace.

El Emperador provee, pensó mientras manipulaba el objeto.

Dame sabiduría para comprender tu voluntad.

Las cartas se mezclaban bajo las manos de Leah.

¿Cuán cerca están de la disformidad estos hombres que no parecen capaces de entender tu grandiosidad, Emperador?, pensó colocando una carta bocaabajo frente a ella.

¿Cuál es el desenlace de este destino nuestro?,colocó otra carta bocabajo.

¿Quién habla con la voz del hereje?, de nuevo otra carta bocabajo.

Inspiró hondo vaciando su mente de otras preocupaciones. Dame templanza para no volarles la cabeza a todos, suplicó antes de continuar.

Dime Emperador qué voluntad he de seguir en esta misión. Cuál es tu deseo, qué nos llevará a la gloria.

Tras el juramento y las instrucciones pertinentes poco quedaba más por hacer, salvo esperar el momento del embarque. Mientras hablaban, jugueteaba con mis pestañas o me rascaba el pelo. De vez en cuando giraba rápidamente la cabeza, como si algo me hubiera perturbado, para luego volverla a su posición original.

Cuando Justarius se levantó, imité a mi superior, estirándome levemente antes de seguirle por los pasillos, pensativo y concentrado sobre la tarea que nos habían encomendado. Por mí, por mis amigos, por toda la gente que depende de nosotros, por el Omnissiah y por el mismisimo Dios Emperador.

Mientras andaba por los pasillos, lancé alguna mirada de complicidad a mi compañero.

Cornelius asintió al gesto de su compañero y mantuvo la formación tras su Princeps. Ceremonialmente repetirían los mismos pasos para poner en marcha aquella máquina divina que habían repetido miles de veces. Los tecnosacerdotes ya estarían elevando las plegarias encriptadas, lubricando los conectores con bálsamos sagrados y bendiciendo la munición. Era la guerra, para lo que habían sido predestinados, para gloria del Omnissiah.

El moderati apoyó su mano sobre la funda de su antiquísima pistola laser y se sintió reconfortado.

Phalanax siguió las órdenes sin comentar apenas nada. Cuando acabaron de interpelarles avanzó hacia los cajones con el armamento y se atavió con sus artilugios de muerte, a los cuales empezó a bendecir con las oraciones dignas de ello.

Aún así estaba atento a las reacciones de sus compañeros astartes, y prestó más atención ante la posible respuesta que pudieran darle los mandos al devastador que había hecho una pregunta sobre la táctica.

En vista de que varios de los astartes comenzaban a moverse hacia la zona cerca de las Thunderhawks donde permanecían los cajones con el equipo, la Oficial Carmilla hizo un gesto para que fueran todos, salvo Lady Leah que se había separado del grupo, y contestó a las preguntas que le había hecho el hermano devastador.

-Hermano de Batalla Nathaniel -dijo la mujer- ese tipo de cuestiones las tiene que tomar el Hermano Tecnomarine, pues según tengo entendido está el al mando de la operación de asalto a Mon-Zilos.

Cuando llegáis a las cajas veis que cada uno tiene un arcón grande para él, salvo Nathaniel que tiene dos. La mujer se gira a unos servidores y estos comienzan a montar lo que parece una mesa portátil- Señores, cada uno tiene estos datos en la memoria de sus servoarmadura; pero para que podamos referirnos bien a ello, cuando los servidores terminen de montar la mesa de planeación táctica se mostrará un mapa de Mon-Zilos.

Y con los brazos cruzados, esperó a que los servidores hicieran su trabajo.

Poco a poco, las cuatro escuadras tácticas y la escuadra de asalto de la compañía Drachonian comenzaba a armarse.

La primera carta que sacas es la Astrópata, la Seguridad y Sacrificio, y puedes interpretar que ningún miembro de la Compañía Drachonian está más cerca dela Disformidad de lo que debería un astartes.

La segunda carta que sacas es el Ejecutor, Contundencia y Violencia. Esta carta puede significar que la misión acabará con éxito; pero si no se tiene cuidado puede terminar con más bajas de las que debería y sabes que las Semillas Genéticas son escasas y, por lo tanto, cada vida de astartes es valiosísima.

La tercera carta que sacas es la Santa, Fé y Castigo. Esto te hace dudar, porque en el contexto de las otras dos puedes interpretar que durante la misión se de a conocer un traidor o un "no leal".

La cuarta carta es el Navegante, Peligro y Necesidad. Con esta carta y tu pregunta, viene a sugerir que deberás de correr un gran riesgo con algo que tenga que ver con la psiónica; pero es necesario para el buen fin de esta misión.

Al terminar, te das cuenta de que todos los miembros de tu compañía están cerca de las naves y de las cajas del armamento asignado a esta misión.

Leah frunció el ceño ligeramente. Si bien confiaba en lo que le habían revelado , guardó el pequeño paquete entre el alivio y la contrariedad, acercándose a las naves y las cajas de armamento asignado.

Cuando llegues a ese puente ya lo cruzarás, Leah, las señales están ahí y han dicho que ninguno de esos zoquetes por muy ignorante que sea y zarrapastroso está más cerca de la disformidad de lo que deberían estar... ya habrá momento para los correctivos si es necesario.

Nathaniel asintió a las palabras de la Oficial de Enlace Carmilla. Habría que esperar a ver la decisión del Tecno hermano Blitz.

Mientras tanto se aproximo a los armarios y distinguió varios con su nombre. Dispuesto a ello camino y comenzó a abrirlos para comprobar el armamento y/o equipo que habían dispuesto para el en esta misión.

Mientras analizaba todo ello, estaba atento a que el Oficial Blitz culminara con alguna instrucción. Aunque a pesar de ello no podía dejar de analizar la información que tenían ya almacenada en la Servo Armadura.

Isiah se había mantenido apático con sus compañeros de escuadra, pero tras un buen tiempo de silencio y reflexión se había decidido a actuar con más iniciativa. Su actitud no había sido más que la de un niño y se remidiría por ello.

Viendo la represalia hacia el hermano devastador no abrió la boca, pero se acercó tras este hacia donde se guardaba el próximo equipo que llevarían a la batalla. Buscó en los armarios aquello que iba a pertenecerle buscando alguno de los tipos de arma a los que más acostumbrado estaba, los que usó en su fase de instrucción. Ay, recordaba el placer de esgrimir dos espadas sierra a la vez, sensación de la que solo pudo disfrutar en uno de sus despliegues, recogiendo la de uno de sus hermanos caídos. Quizás algún día volviera a sentirla...

Septimus también se acercó a los arcones, a la espera de saber que podrían encontrar allí dentro. Sin duda, a pesar del estado del planeta, se habían esforzado dando lo mejor disponible para la siguiente misión, y era algo que agradecer. Incluso si les daban palos y piedras deberían dar gracias al Emperador por el equipo que sus siervos les garantizaban. 

El navegante permaneció en un segundo plano dejando a los marines avanzar, en breve estaría la mesa en orden y Leah regresaría, Severus tenía claro lo que la inquisidora se traía entre manos unos pasos más atrás, quizá con suerte habría conseguido la información que buscaba o al menos cierta guía.

Los servidores terminaron de montar la mesa y la Oficial Carmilla introdujo una placa de datos en su interior y comenzó a aparecer un pequeño mapa de la zona en lo que Lady Leah se acercaba de nuevo al grupo y a los cajones que tenían su nombre.

Se veía Mons Zilos desde arriba, con los diferentes puntos de importancia señalados. Los círculos rojos eran las baterías antiaéreas que hacían de ella una posición clave, los pentágonos rojos de las murallas eran las torretas defensivas de tierra y con unas flechas amarillas y verdes se mostraban los puntos de acceso de la infantería. En realidad no era una de esas grandes forjas que parecían Colmenas, era más o menos como una Fortaleza estándar de la Guardia Imperial.

-Ésta es la zona de combate, más o menos, y como pueden ver se han marcado los puntos de acceso normales de la Forja, es decir, las puertas y portones para vehículos e infantería. Hay dos -dice señalando el edificio de más al norte- en la planta superior del Armorium Principal. En este edificio es en el que se encuentra el acceso a todos los sistemas de la forja al completo, y debería ser, junto con la exterminación de todo tiránido que vean dentro, su objetivo principal.

Tras dar su opinión se queda esperando que alguno de los Jefes de Escuadra o el hermano tecnomarine proponga la estrategia a seguir, pues necesitarán saber el plan antes de que todo ocurra.

Mientras tanto, los astartes abren sus diversos cajones, mostrando el contenido dependiendo de cada uno. Bolters y munición junto con granadas era lo más común, en algunos casos se veían armas pesadas o de asalto de algún tipo, y en otros pistolas y espadas sierra. En el caso de los inquisidores se veían armas más especializadas y extrañas, como era normal en los miembros de esas órdenes.

De pronto, comenzó a notarse una ligera vibración en el suelo y se comenzaron a desplegar dos compañías completas de Skitariis y una de Heraclios. Los primeros se los veía como soldados de la Guardia Imperial pero con muchos implantes mecánicos, y algunos con armas en vez de brazos, pero los Heraclios eran otra cosa. Se podrían definir como los Ogretes de los Skitariis. Eran tan grandes como un astarte, con un tabardo con capucha rojo y que le cubría el rostro con sombras, de las que solo asomaban una mandíbula inferior prominente. Sus brazos, muy musculosos, mostraban implantes y en algunos asomaban pistones mientras que otros en vez de manos tenían unas pinzas o garras mecánicas de aspecto peligroso. Muchos cargaban con armas pesadas como láseres multitubo o armas de fusión. Se desplazaron y formaron en compañías mientras que, un hombre de tamaño normal hablaba por un comunicador. Llevaba una larga gabardina negra con los ribetes en rojo y una gorra de plato y se acercó a la mesa. Sus dos brazos eran mecánicos y carecía de mandíbula inferior, por lo que hablaba con un tono mecánico. Se puso firme y saludó a los presentes.

-Soy el Teniente-Coronel Iphios del DLXI de Skitariis. Tenemos las dos compañías de Skitariis y una Compañía de Heraclios completa para hacerles la cobertura a los titanes contra infantería y posibles intentos de infiltración a la máquina. Nos gustaría saber cuales son sus planes de incursión para saber que puntos debemos de cubrir mejor y cuales sabemos que cubrirán ustedes.

Se quedó quieto y firme, como si estuviera delante del mismísimo Señor del Capítulo.

Los Jefes de Escuadra se acercaron a la mesa cuando estuvieron armados.

-Señor -dijo uno dirigiéndose hacia el tecnomarine- ¿vamos a asaltar el piso superior, el piso inferior o ambos? -dice señalando los diversos puntos de entrada- Le recuerdo que somos cuatro escuadras tácticas y una de asalto.

Parecía mirar un poco a todos los demás Jefes, pues el conocía bien a sus compañeros de escuadra, pero nunca habían hecho una operación conjunta tan grande y no parecía estar seguro de la capacidad operativa de las otras escuadra.