Partida Rol por web

Investigare lo de la caravana, cuente con ello, por cierto soy Jukka y ¿usted es...? - le dice extendiendo la mano - Que tenga un buen día- se despide y se marcha de ahí 

La mitad de este edificio de piedra está al descubierto, dejando no menos de una docena de forjas bien equipadas a la vista de cualquier viandante que pase por los caminos cercanos. Un cartel con la imagen  de un yunque y las palabras "Gremio de herreros" cuelga de un poste en su esquina.

Zarus marchó en dirección a donde había conocido a aquel herrero, amigo de Intissar. Esperaba aclarar con este algunas dudas sobre la historia de Layla y su hermano.

La idea era aprovechar la ida hasta el gremio de herreros. En el peor de los casos, esperaba poder conseguir herramientas que le ayudaran a abrir puertas y otras cosas, ademas de poder comprar mas fechas y tal vez dagas, parecía buena idea mantener algunas bien escondidas.

El camino no se hizo muy interesante, así que Zarus dispuso algo de él para observar con atención quien podría otorgarle algo de recursos para reponer parte de lo que ya no tenía.

Aún con la apariencia de Intissar, Zarus se acercó con aquel que parecía tener algo de clase, alguno de buena posición social que de seguro no echaría de menos algunas monedas de su bolsillo y hizo lo propio para que el tropezar con él fuera completamente causal.

Una vez resuelto el tema de "negocio", Zarus se dirigió al lugar en donde debería encontrar al herrero que había conocido hace días.

Su apariencia era la propia y esperó a que el herrero le reconociera. -Soy Zarus. Le conocí hace unos días, Intissar fue quien me trajo hasta acá.- hizo una breve pausa por traer al recuerdo la muerte de los hermanos. -Verá. Les acompañé durante un tiempo y sé que había algo que atormentaba a los hermanos. Me gustaría poder contribuir a esa causa.

Seguramente, la pregunta de por que Zarus se interesaba por esa tema saltaba a la mente de cualquiera, pero la respuesta sería muy sencilla -Layla era muy importante para mi. Desde que la conocí algo diferente en mi surgió. Aun me es difícil aceptar que no esta, pero me es mas difícil aceptar de que no pude hacer nada por ella. Si usted me ayuda, seguro podré continuar lo que empezó Intissar.-

Con aquel herrero había quedado un tema pendiente que Zarus no pasó por alto -Sé que no pudimos resolver aquella misión que nos encomendó, pero es que muchas cosas pasaron y finalmente, aquella maldita enfermedad acabó con la vida de ambos./B]- dice apretando el puño en reacción a la molestia que le producía el tema. -[B]Puedo volver a intentarlo. Reuniré un grupo y cumpliré la misión que me pida. Todo para demostrarle que puedo hacerme cargo de honrar la venganza que Layla e Intissar tenían en mente.- dice determinado a cumplir con su palabra.

Llegado a algo con el herrero, Zarus continuó con otro tema -Voy a necesitar algunas cosas. Flechas (20), dagas (2). También llaves maestras (2), ganzúas largas de metal (4), un tornillo de mandíbulas largas (1), una serreta (1), una pequeña cuña (1) y un martillo (1).- se podía imaginar que el herrero contaría con algunas cosas y otras no, de hecho, ya le había encargado algunas cosas con anterioridad. -La vez pasada te había solicitado una cosa, recuerdas? muchakus.- dice esperando que recordara.

El intento de Zarus de hacerse con algo de los bolsillos ajenos no fue fructídero. El muchacho se chocó con un noble de apariencia notable, pero que rápidamente se percató de que estaba intentando ser robado, la situación fue algo confusa y el hombre no se alteró ni se puso agresivo, simplemente le miró mal y salió de allí lo más rápido posible sin avisar del intento de robo.

Segundos después, Intissar se convirtió de nuevo en Zarus ahora que nadie podía verle y fue a visitar a Lucan. Cuando habló de los hermanos muertos por la enfermedad, su rostro se ensombreció y se puso muy triste. Segundos después recuperó las formas y pudo contestar a Zarus. Efectivamente aquí tienes tus nunchakus. Dijo yendo a por ellos y enseñándoselos. El resto de cosas, no tengo problema, seguro que algo de todo esto lo he hecho en algún momento y seguro que aún no lo he llevado a los ultramarinos para venderlo. Déjame que lo busque.

Tras unos minutos de espera, sacó: un juego de herramientas de ladrón de gran calidad que era el resumen de todo aquello que había pedido, las flechas y las dos dagas.

Tras dejar todo el material encima de una de las mesas, cogió una silla y se paró para hablar con él.

La historia de Layla e Intisaar está marcada por el dolor y el rencor, hijos de un acaudalado mercader, Nebsam Sejmet, y su mujer, Ashara, los primeros ocho años de su vida transcurrieron felices en su hermosa y cuidada mansión, pero un buen día su buena fortuna cambió y nada volvió a ser igual.

De gran inteligencia y empuje, su padre se había labrado un gran prestigio en la ciudad y fuera de ella como mercader de vinos y especias logrando que la familia prosperase y pasase a llevar una vida desahogada. Sin embargo, su éxito en los negocios muy pronto llamó la atención de Flanigan de Transportes Gorrablanca, con lo que directamente rivalizada por el mercado.

La competitividad de ambos podría haberse quedado ahí sino fuese porque Flanigan estaba decidido a ser el único distribuidor de especias de la comarca y, llevados por sus malas intenciones y haciendo uso de su ascendencia y todos sus contactos, muy pronto pusieron una trampa a su padre logrando que fuese acusado de evasión de impuestos y conspirar contra la vida del alcalde. Aunque inocente, Nebsam no pudo demostrarlo y muy pronto dio con sus huesos en la cárcel mientras todas sus propiedades y bienes eran confiscados y subastados meses después públicamente. Incapaz de hacer frente a la vergüenza y sin ningún recurso, Ashara no pudo soportarlo y el mismo día que ahorcaban a su marido, se quitó la vida dejando a sus dos hijos huérfanos e indefensos.
En seguida, la ciudad se hizo cargo de ellos y lo primero que hicieron fue separarlos, entre grandes gritos y protestas.

Al día siguiente a la pequeña Layla la enviaron al templo de Obad-Hai, donde entró como novicia. Por el contrario, el joven Intisaar tuvo menos suerte y tras mucho discurrir finalmente el alcalde logró que yo le acogiese como aprendiz y ayudante. Durante el día me ayudaba y por la noche se alojaba en mi buhardilla.

A pesar de vivir en la misma ciudad los hermanos nunca más volvieron a verse, y solo el amor que se profesaban y un juramento sagrado que habían hecho mantuvo el recuerdo de lo vivido en sus mentes y en sus corazones. Jamás me quiso contar en qué consistía ese juramento, pero sí que lo comentó en varias ocasiones.

Zarus se decidió finalmente a probar suerte, pero esta no le acompañó. Afortunadamente la cosa no pasó a mayores y aquel joven de noble procedencia, solo se alejó mientras le miraba con mala cara. -Espero no estar perdiendo mi toque.- dijo hablando para sí mismo, dando paso a la resignación.

Finalmente, Zarus recuperó su apariencia y llegó a donde se encontraba Lucan, esperando con ello aclarar la historia que conectaba a Layla con esta ciudad, ademas de adquirir aquellas herramientas que seguramente le ayudarían a resolver mas de una situación en especial.

El joven Lazarus esbozó una sonrisa cuando Lucan le dio los muchakus que le había encomendado, no sabía si los utilizaría pronto o no, pero eran un arma difícil de conseguir y simplemente le recordaban el entrenamiento que su abuelo le dio con ellas. El resto de cosas las fue guardando mientras escuchaba la historia de los hermanos.

El rostro de Zarus se turbó al escuchar el nombre de aquel desagradable sujeto. -Ese gordo miserable...- dice apretando los puños. Estaba claro que lo que fue que planease Intissar, tenía que ver con arruinarlo. -Entiendo, así que ese tipejo fue el causante de toda esta desgracia. Debo averiguar todo lo que pueda de él.
Lo justo sería, como mínimo, arruinarle y que quede en la calle como un perro.- pese a lo dicho, muchas otras ideas pasaron por la mente de Zarus, entre esas matar a Flanigan, ya que este le resultaba realmente repulsivo

Mirando a Lucan fijamente a los ojos, Zarus continua su dialogo Sé que Intissar, Layla y yo tenemos un compromiso contigo. Ellos dos han muerto, pero yo aún sigo aquí y voy a cumplirlo, así me toque reunir a u ejercito, si es preciso. dice mientras pasa la mirada por el muestrario de armas del herrero, armas de calidad como un arco corto o armas ligeras, llamarían la atención de Zarus, sin duda. De momento, haré equipo con una paladín, un semi-gigante y una gnomo habilidosa con la magia. Nos vendrían bien armas de calidad superior, tal vez poseas algunas que puedas otorgar si logramos cumplir con la misión de recuperar tu carga. dice esperando su respuesta.

Crees que haya alguna relación entre tu perdida y aquellos robos a los alrededores de la ciudad a los que puente Brando ha puesto una recompensa. pregunta Zarus, tratando de conectar ideas.

Puedo facilitarte cualquier cosa que me pidas, de la calidad que necesites. Le comentó. Pero ya sabes que tendrás que pagarme por ello. Quiso añadir. Y sí, yo también oí lo de los ladrones de Puente Brandon y algo me dice que están conectados. La carretilla que tenía que llegar debía pasar cerca de ese pueblo, así que puede que estén relacionados. Dijo asintiendo.

Sobre Flanigan no puedo decirte mucho más, salvo que es uno de los mejores amigos del alcalde y que su negocio en Transportes Gorrablanca. Además, te agradecería que no me hicieras cómplice de tus ideas y tus propuestas, cuanto menos sepa, mejor. Dijo mientras volvía a trabajar en sus cosas.

al parecer el viejo herrero no recibió con agrado la información sobre los planes de Zarus. No quería involucrase, eso era lo que Lucan había dicho. Zarus entendía aquello: algo como eso podría llevarlo a repetir lo que le pasó al padre de Intissar.

-Entiendo... Yo haré lo mio. Tu estarás fuera de todo esto. Si vuelvo por acá, será solo para tratar temas de negocio.- dice con todo la entereza de la que podía disponer ante aquella idea de estar solo para llevar a cabo la venganza de los hermanos fallecidos. -Aunque espero que pronto lleguen noticias a tus oídos desde otras fuentes- dice, rematando con una sonrisa que se dibujaba ante la idea de que se anunciara próximamente los problemas que tendría el gordete de Fabrigan.

Zarus asintió sobre el cobro de las armas con calidad, al fin y al cabo era un esfuerzo mucho mayor a hacer un arma corriente, solo esperaba tener el dinero suficiente para comprar alguna de esas creaciones. -Entonces, si logro recuperar tu cargamento, seguramente me ofrecerás algo muy especial.- dice sin esperar una respuesta en sí. Confiaba en que el viejo herrero estaría lo suficientemente agradecido y se portaría a la altura respecto a la posible recompensa.

El tema giro al asunto sobre la mercancía robada y la posibilidad de que hubiera una conexión con los ladrones de puente Bandon. -Investigaré... Es justo en donde quedé en encontrarme con aquellos con los que haré equipo.- agrega antes de emprender la marcha.

La mitad de este edificio de piedra está al descubierto, dejando no menos de una docena de forjas bien equipadas a la vista de cualquier viandante que pase por los caminos cercanos. Un cartel con la imagen  de un yunque y las palabras "Gremio de herreros" cuelga de un poste en su esquina.

Namarra se acercó al mostrador y se aupó de puntillas para localizar al herrero. Ya de paso, se bajó un poco el escote. Un poquito de ayudita nunca venía mal.

-Holaaaa! ¿Me puede atender, por favor? Traemos mercancía a la venta! Venimos de parte de Zarus, nos ha dicho que es usted de fiar!

Como puede observar, tenemos un poco de todo pero en buen estado -dijo, colocando el botín a la vista del herrero.

La guerrera, consciente de su rudeza y sus pocas dotes para socializar, dejó que fuese Namarra quien hablara con el herrero mientras observaba a su alrededor.

Siguiendo las indicaciones que les habían dado no tardaron en encontrar el lugar y una vez allí estaba bien indicado así que Namarra se puso de inmediato a negociar. Anduyn observó el gesto de la mediana y contuvo la risa mientras intercambiaba miradas con su hermana.

Como si con su altura necesitara mejorar la perspectiva.

En cualquier caso sabía que lo que pretendía era obtener un mejor precio para todos y eso era bueno, así que se limitó a sonreír y dejar una bendición a los presentes que también los predispusiera a ofrecer un buen precio, o al menos un precio justo.

-¡Que Ilmater sea con todos vosotros!

¡Bienvenidos! Gritó el hombre saludando a los presentes. Parecía un hombre mayor y muy amable contento por tener visita.

Qué es lo que me traéis. Preguntó con curiosidad.

Entre los tres colocaron sobre la barra todos los objetos conseguidos.

-Hemos viajado desde Puente de Brandon con todo esto y nos han atacado en el camino a la ciudad. Espero que pueda usted ayudarnos en lo posible. Parece alguien con buen corazón, además  de buenos brazos - dijo mirándolo de una manera provocativa. Y me gusta su barba. 

Dilyn se paró un momento a observar a la mediana tras escucharla hablar, y la miró unos seundos, levantando una ceja de forma no del todo voluntaria. Nunca entendería esas tácticas de compra y venta. Cuando la guerrera no estaba de acuerdo con un precio, recurría a la intimidación para conseguirlo. Era efectiva, por lo general. Pero no era ella quien estaba haciendo el negocio así que aparte de aquel gesto no hizo nada más.

El hombre que los atendió parecía amable, eso le gustaba a Anduyn y Namarra parecía en su salsa negociando y buscando el mejor precio para los productos, así que el clérigo prefirió permanecer al lado de su hermana, quien también parecía decidida a dejar el peso de las negociaciones a la mediana.

-Esperamos poder sacar una buena cantidad, nuestros compañeros nos esperan en Puente Brandon para seguir limpiando el bosque de los bandidos que asolan a la desdichada población. -Esperaba que ante tan nobles intenciones el comprador estuviera dispuesto a pagar un poco más.- Invertiremos esa cantidad en comprar equipo y pagar las noches que tengamos que dormir en la posada, y desde luego que si sobra algo lo usaremos para ayudar a los más necesitados.

Anduyn hablaba de su parte del botín, por supuesto, él no necesitaba nada pues Ilmater siempre le proveía con lo suficiente, así que si además de poder librar a la población de aquella peligrosa banda terminaban con alguna ganancia económica sería la voluntad de su dios que el beneficio fuera repartido para ayudar a los que más lo necesitaban, y de esos siempre abundaban por desgracia. Miró a su hermana y sonrió, ella seguro que también se alegraba.

El herrero se puso a analizar las armas que los recién llegados le habían colocado encima de la mesa, aunque la insinuación de Namarra le pilló un poco desprevenido. Las relaciones entre humanos y elfos eran más habituales, al fin y al cabo eran seres parecidos, pero entre gnomos y humanos... aquello hizo que se le pusieran los pelos de punta, y más con la diferencia de edad que parecían tener. Aún así decidió cambiar de tema. Parecen armas viejas y desgastadas. Quizá con unos días de trabajo pueda repararlas y dejarlas como nuevas. Dijo con una sonrisa. 

Después de un rato valorando el estado de todo lo entregado respondió. Os podría dar 40 piezas de oro por todo, o si lo preferís armaros ahora mismo, serían 50 piezas de oro a gastar aquí y ahora.

Verás, es que no son sólo nuestras. Las hemos conseguido con mas compañeros. Me gusta la opción de equiparnos  aquí mismo pero sería jugar sucio -dijo mirando de reojo al santurrón de Anduyn.

Estas seguro que no podrias darnos 50? Tenemos que volver hasta Puente Brandon. Estamos intentando limpiar sus bosques de bandidos. Es por una buena causa, lo hacemos solo por la buena gente de Puente Brandon.

A Anduyn no le interesaba la oferta de que el herrero les diera más dinero para gastarlo allí, por una parte él no necesitaba nada y por otra no podían decidir gastarse el dinero del resto del grupo. Por lo que veía Namarra pensaba igual así que asintió.

-Namarra tiene razón, no podemos gastar el dinero que no nos pertenece buen hombre, aunque agradecemos su generosa oferta. Si nos permite podemos hacerle otra. Como sabe todo ese dinero será invertido en ayudar a las buenas gentes de Puente Brandon -Y si no era todo, la mayoría.- con el fin de acabar con la peligrosa banda de bandidos que asola a las gentes de la región ¡Y por Ilmater que conseguiremos acabar con ellos! Si fuera generoso y nos entregara las 50 monedas nosotros prometemos hablar bien de usted a todos y además le daremos preferencia con todo lo que encontremos en el campamento de bandidos. Además de lo importante, las bendiciones de Ilmater que harán su negocio próspero. ¿Que nos dice?