Partida Rol por web

- OOOooohhh... - Abrió exageradamente la boca, comprendiendo varias cosas que jamás habría sospechado. Boccob y magos. Interesante. Pero entonces llegó un montón de gente, incluido su amigo el azulado... ¡que vino diciendole que incendió la taberna! ¡Él! ¡Estaba loco! - ¿Yoooo? - Preguntó de una forma exagerada. - ¡Yo soy un Druida! - Contestó, indignado por la acusación. - ¡Estoy investigando unas monedas que queman cosas! ¡Como la otra taberna y la casa de curiosidades! ¡¡ESPERA!! ¡Se prendio fuego! ¿Quizás? ¿Quizás es por que llevaba las monedas? ¡Interesante! Al menos pareceis todos enteros, ahora podríais ayudarme. Voy a ver si los magos saben por que estas monedas queman cosas. ¿Vienes? - Ya se le había pasado el enfado por las acusaciones. Él era un Druida, alguien que ayudaba a la gente ¿Como iba a prenderle fuego a una taberna? Más bien todo lo contrario, estaba intentando que no se quemaran más cosas. ¡Que disparate! - Y no te deje tirado, te quedaste media noche así. - Abrió la boca, poniendo cara de atontado como si estuviera mirando al techo... en general haciendo el tonto, como si fuera un niño pequeño. - Y me aburrí, eres muy aburrido cuando te quedas así. -

Morunom iba comentando por el camino con el afligido posadero: oye, Ankus, yo solamente he preguntado por una posible recompensa, pero aquí me ves, ¿no? dispuesto a linch... a entregar a la justicia a quien haga falta, narices. ¿Acaso tú regalas tu cerveza? ¡Ja! Invocas los más altos ideales cuando te interesa. Sin embargo no digas nada, oh ingrato. Aquí tienes al bueno de Morunom, como ya te he dicho.

RamAse, RamAse, mascullaba para si mientras hablaba, incidiendo en la sílaba adecuada, para no volver a ofender al tipo delgaducho. Ramasé. Leñe, no. RamÁse, RamAse...

Ya en el antro de satisfactorio ambiente polvoriento y húmedo, con sus pergaminos, sus telarañas y sus sabios cuarteados y tumefactos por la falta de ventilación, observó pensativo al tipo que, supuestamente, era el culpable del incendio. Por si se le ocurría escapar a las pesquisas, bloqueó la entrada.

¿Las monedas provocaban los incendios? Era absurdo, el se habia quedado con las dos monedas y no habia pasado nada -Eso es absurdo, yo pase la noche con las dos monedas, la que nos dios Abelardo y la que encontramos en la taverna quemada- Dijo buscando en sus bolsillos. -¿Ves? Me las pasaste luego de hablar con aquella anciana en la calle, te las pedi para verlas cuando hubiera luz y luego nos olvidamos y no te las devolvi ¿Porque no me he prendido fuego?- Le pregunto mientras seguia buscando en sus bolsillos las monedas que debia tener, y no encontraba, a lo cual espezo a buscar, luego reviso en su bolsita con pocas monedas de plata, nada... -No puede ser, no estan... ¿Me las quitaste en la taverna?- La verdad, poco podia creer que le pasara algo tan ridiculo.

En un punto esperaba que el mediano dijera la verdad, era un ser extraño, loco y salvaje, pero no lo veia tanto como alguien abiertamente malo, al unico que le habia visto hacer daño era a un orco quien le habia atacado primero. ¿Serian asi de capaces esas monedas que sostenia en su mano? Se sentia tonto, era un ignorante del mundo en un grado enorme, y por eso habia querido venir a la ciudad, para aprender, pero sentia que todo era demasiado complicado.

Ramase observaba la escena hastiado, sin expresión en su anguloso rostro. 

¿Un mediano druida?¡Habráse visto!

Le convencía más lo que decía el azulado, que fuera otro ladronzuelo de esa dichosa raza de pequeñajos que no le llegaban casi hasta las rodillas. Percibió el inteligente movimiento de Morunom y Ramase tomó posiciones protegido pro Akatohs para poder realizar lo que tenía en mente.

- Mi nombre es Ramase.- Contestó a Abelardo a modo de presentación, aunque el ambiente estaba tenso.- Parece que acusan a este mediano de ser un pirómano, que le gusta provocar incendios.-Explicó para los menos cultos.- Casualidad o no allá por donde va no quedan más que cenizas.- Los dos compañeros parecían discutir sobre la propiedad de una monedas que pudieran tener relación con los incendios.- Si esas monedas tienen magia yo puedo saberlo. Mostradlas.- Ordenó tajante, dejando claro que no pensaba dejar que ni el mediano ni el llamado Nith-Haiah salieran de allí. Introdujo su nudosa mano entre las ropas en busca de un objeto y musitó palabras ininteligibles que chirriaban en los oídos, sin duda magia. Cerró los ojos un instante y al abrirlos su mirada había perdido toda la expresión, insondable, negra como la noche.

Comienzo a sentir un hormigueo en el dedo del disparador de la ballesta y solo la presencia de tanta gente  me impide ejecutar aquí mismo al mediano y ahorrarme todo su inútil parloteo .Pero de repente todo cambia cuando habla de monedas malditas , si alguien puede entender lo que es lidiar con la magia y sus maldiciones soy yo así que bajo la ballesta .Compruebs si dice la verdad .

El humano escucha la conversación del mediano y Nith, sin entender nada. Pues nunca había escuchado de monedas que dejarán en cenizas el lugar por donde pasaran. Luego se percata de que Ramase se coloca detrás de él y lo escucha hablar, luego decir palabras, que a su entender eran solamente balbuceos o frases incoherentes.
- Como y de quien obtuvieron esas monedas? Esto ahora se estaba poniendo mas confuso y parecía que no estaban llegando a nada.

Zarus asiente con la cabeza ante el saludo del anciano, pero ya despues centró toda su atención en el mediano al que acusaban. Se hablaba de temas de monedas y magos, justo como la ultima vez en la que pasó un mal rato por culpa del fuego. Oye tu! No sé quien seas o pretendas con esas monedas, pero sé que son las causantes de muchos problemas. Ahora bien, solo dime una cosa: Tienes algo que ver con el dueño de la Pezuña en la Boca? ese enano de nombre Blagh dice mientras saca un arco corto muy calmadamente.

Observando muy bien todo el lugar, pensó en las rutas de escape. Las experiencias con medianos en esta ciudad le hacían dudar de que en realidad se tratara de un druida, había que andarse con cuidado, eso era lo único cierto. Luego de escuchar la... "Historia" del tal muerde rodillas, Zarus arqueó una ceja en señal de no tragarse fácil sus palabras Y se supone que simplemente las monedas hicieron lo que hicieron y tu te fuste sin avisar a nadie? Creo que con un aviso oportuno se hubiera podido controlar el fuego, no lo piensas así? preguntó con algo de ironía.

Esta estructura de madera está ennegrecida por la edad y es evidente desde la calle que sus bien cerradas ventanas están bloqueadas por las estanterías del interior. La casa gremial de los escribas es un laberinto de estanterías, con pequeños escritorios encajados en cualquier espacio libre. Ninguna luz natural entra en sus abarrotadas habitaciones, y cada escritorio cuenta con una antorcha siempreardiente que ofrece iluminación a los escribas. 

Un hombre anciano y encorvado está sentado en una silla mirando por la única ventaja del edificio. Es el único de allí que no está enfrascado en algún escrito.

Abelarde se alteró al escuchar a los recién llegados. Jamás pensó que iba a ver lo que estaba viendo. Ninth llegó dando gritos al tiempo que Uffern desenfundaba su ballesta. Abelardo estaba tan sorprendido que se llevó las manos a la cabeza y les gritó sin mucho éxito. ¡Estais locos, dejad las armas! Le gritó al que había sacado la ballesta. ¡Estás loco, suelta eso o herirás a alguien! ¡Aquí no estamos en las afueras, aquí estás en mi gremio y en mi ciudad!

Tras las palabras de Ramase, se giró hacia Agakor para escuchar si tenía algo que decir al respecto. Y Uffern decidió bajar la ballesta para que pudiera hablar con más comodidad. Pero entonces Zarus decidió sacar su arco y apuntar de nuevo al mediano con intención de obtener información.

Fuera como fuese, todas las salidas estaban bloqueadas y nada ni nadie podría entrar o salir de allí sin que ellos se enterasen.

¿Algo qué decir? Le preguntó a Agakor.

Todo se estaba yendo de las manos, al parecer todos estaban mas enojados y violentos de lo que el pensaba, y sospechaba que su cansancio lo habia llevado a ignorar esos detalles.

-Alto todos, bajen las armas por favor, vinimos aqui a buscar respuestas, no a ser una turba enfurecida para linchar a nadie!- Les empezo a decir al resto de los que habian venido con el, mientras extendia sus manos pidiendo paz.

- Tu te quedaste una, la otra es mía. - Enseñó así la moneda que le pertenecía ¡la había encontrado él, solo él y era para él! Ningún roñoso y su pandilla de matones se la iba a quitar. ¡Era su preciosa y dorada moneda! Pero claro, la cosa no podía ser tan sencilla. Él había explicado lo que había pasado, nadie le había creido -parecia que solo los inteligentes le escuchaban y le tomaban en serio, los demás preferían escuchar estupideces y maltratar a alguien que no levantaba un metro del suelo- ¡Que vida más injusta! ¡Lo mismo pasó cuando se comió las lechugas de la tía Felix. ¡Oh, de eso si era culpable! ¡Se las comió todas y no dejó ni una, pero ni las semillas! Y todo para descubrir que eran una variante especial que te hacia tener alucinaciones.

Fueron tres días de lo más extraños.

- ¡Uhala! ¡Pero que dices! ¡Si yo no hice nada! Solo ahí... asustado y ahora intento ayudar y todos me quieren pegar y acusar y... ¿Podrías bajar el arma? Gracias. Me dan miedo las cosas afiladas. - Le pidió a uno de los muchos que le apuntaban. Además, se habían desplegado como si de un escuadrón de la muerte se tratara. ¡Pero si el druida no sabía ni pelear!

- Eh... - Miró a Ramasé cuando le pidió las monedas. Ese tio si le acojonaba. Tanto que cuando pidió las monedas no solo le entregó su moneda con la frase. - Pero me la devuelves ¿eh? Es mia. - ¡Si no que además cogió la bolsa entera entregandosela con cierto acojone para entregarsela al tio chungo de negro y que hiciera sus abakadabras y demostrara la inocencia del pobre mediano.

- Pues él tenía una moneda. - Señaló a Nith, cuando le preguntó Akatosh, uno de los chungos de donde había sacado la moneda. - Entonces vine aquí a chafardear, y me dijeron que ayudara. Total, que fuimos a la taberna esa que esta quemada y encontramos otra moneda. Y un orco muy chungo vino a pegarnos, y Bulldó - Señaló a su perro - y cuando el orcó intentó zurrarme -que era muy torpe, a todo esto- pues el chucho se tiró a por él y lo dejó tieso. Ese orco si acojonaba, de verdad. Bueno, el caso esta que entre los restos quemados encontramos la otra moneda QUE YO ME QUEDÉ _{- elfo mentiroso. -} y nos fuimos a descansar. Entonces se quedó empanado, pagué la habitación y me fui a estirar la pata. -

- Y la mañana siguiente en cuanto me levanté, hice pipi y me fui corriendo a venir aquí y ayudar con la investigación. Bueno, fui al salon de las rarezas y el tipo de allí reconoció lamoneda, pero había perdido la suya, así que vine aquí a contarselo al amigo. - Señaló a Abelardo.

- ¡Y.... y entonces llegasteis vosotros a pegarme y gritarme! ¡Por intentar ayudar! ¡Pues me da igual! ¡Yo solo soy culpable de comerme las lechugas de la tía Felix! ¡Lo reconozco! ¡Yo me comí esas lechugas! ¡Que se entere todo el mundo! - Hizo un montón, montón de aspavientos con las manos.

Y entonces le preguntaron por un enano. ¿Un enano? - ¿El enano se llama "Blah"? ¿Como bla bla bla? - Le preguntó al chupado-cara-larga. - ¿Quien es Bla? - Uff... ese nombre si que no le decía nada. Bueno, le decía que el nombre era horrible, pero poco mas.

Entonces Nith comenzó a decir que él los había llevado hasta allí. - ¡Tu los has traido para que me peguen de tu parte! ¡Abusador! ¡Malvado! ¡Cruel! ¡Yo te cuidé como un hermano, hasta te di de beber de mi zurrón! ¡Y te ayudé a buscar las monedas! ¡¡ME HAS ENGAÑADO!! - Acabó por señalarlo, acusador. ¡Estaba clarisimo! ¡Nith quería las monedas para él y lo había usado para buscarlas, y cuando no quiso dárselas se inventó todo eso! ¿Como se podía ser tan maligno? - ¡Eres maligno! -

La chica se quedo junto a Zarus con el báculo en la mano y mirando a todos. Avy la comadreja compañera de Milkahá dormía placida en su canasta que colgaba al cincho de la hechicera, pero la chica estaba nerviosa, no sabia a quien creer, no sabia en quien confiar, por lo menos Zarus estaba con ella, por lo menos en Zarus podía confiar.

Uf, ahora se menos que cuando entré, comentó Morunom ante la parrafada del pequeñajo. Se acercó a Ramasé para ver la moneda: cómo eran la cara y la cruz, el material... esas cosas que tienen todas las monedas, como los hombres un pito y las mujeres lo otro.

Aham, asintió con aire entendido mientras Ramasé le daba vueltas en la mano, concentrado en su birlibirloque. Ya veo, añadió meditabundo mientras golpeaba con su dedo índice la punta de la nariz.

-Mira Muerde Rodillas, dormi porque estaba cansado, ni siquera pude descansar lo suficiente, estoy agotado, y cuando me desperte fui a verte, para encontrarme con que no estabas, y tu habitacion estaba en llamas ¿Que esperabas que pensara?- Dijo en respuesta a las acusaciones del pequeño e hiperactivo personaje. -Y ni siquiera dejaste una nota para mi o un mensaje, como para saber que te venias aqui, practicamente me abandonaste solo en la taverna sin imaginar que seguirias trabajando, asi que no me trates como si te hubiera traicionado- Dijo dandose vuelta ante su intento de parar a la muchedumbre, e intentando defenderse de las acusaciones de traicion por el gnomo. 

Si todo esto era verdad, todo habia sido un conjunto de desencuentros, claro que pudieron evitarse con un poco de precaucion por parte de Muerde-rodillas, pero no era como para matarlo.

Solo una cosa le preocupaba, si era verdad lo que decia, y las monedas provocaban incendios... ¿Cuantas habia dispersas por la ciudad? ¿Estarian en cada lugar que estos aventureros que las encontraron las gastaron?

Ramase evito cualquier contacto con el asqueroso mediano, incluso ofreciéndole una bolsa llena de monedas, que vete a saber tú de dónde las había sacado.

- No me toques.- Dijo antes del contacto físico con tono seco, aunque no agresivo.- Puedo verlo desde aquí.- Los medianos, por la experiencia que tenía, eran muy dados a no respetar el espacio vital de los demás seres que poblaban el mundo.- Efectivamente tienen magia en su interior, así que no sería descabellado que fueran las causantes de los incendios. Lo que no puedo determinar es qué tipo de magia. Será buena idea ir al gremio de magos a preguntar.- Ramase lanzó una mirada cargada de desprecio hacia Nith-Haiah cuando pidió calma. Precisamente si allí había una turba enfurecida era por las palabras que él había vertido en la taberna incendiada hacia el que ahora parecía su compañero de aventuras. ¿Ahora se erigía como el apaciguador de las revueltas aguas? Decidió dejarlo pasar, pro esta vez,  y seguir interrogando al mediano.- Muerde-Rodillas, dices que el dueño del salón de rarezas tenía una de esas monedas. ¿Era suya o se la dio alguien? Mi hechizo no durará mucho más pero si alguien puede detectar magia podría buscarla así de entre las cenizas y escombros del salón.- Ramase fue pasando la turbia mirada de uno a otro personaje allí presente, esperando reacciones.- Creo que deberíais guardar las monedas en un lugar...seguro, hasta saber qué hacen.

Ahórrate el viaje al salón de las rarezas  porque da la casualidad de que yo estuve allí cuando ese lugar ardió hasta los cimientos. El encargado, Anmeh, resulto herido y cuando hablamos con el nos conto una historia algo extraña .Digo interrumpiendo al tipo raro. Según el un demonio de ojos amarillos apareció le pregunto algo que no entendió y desapareció en una columna de fuego que quemo su  establecimiento .La moneda se la había traído  un semigigante, un mediano extraño, un sencillo humano y una mujer algo perturbada. El semigigante se llamaba algo así como Grak , la mujer  Aire y no hacía más que mencionar algo de un tal Aristóteles. Acusaba a su compañero mediano de ser una criatura del infierno. Me rasco la barbilla pensativo con la mano izquierda mientras deslizo la derecha hacia el cinto .Un mediano ,eh muerde rodillas , que curioso , no?