Partida Rol por web

¡Sí, muéstranos la moneda! ¡Yo quiero ver esa pista que tenéis!

Instantes después dos nuevas personas entraban por la puerta. Un hombre extraño, como con la mirada perdida y una mujer de aspecto oscuro y siniestro.

La posadera nada más verles exclamó:

¡Oh que alegría, más gente por aquí!

Un intrincado letrero, tallado para representar un velero en llamas, pende sobre la entrada de esta taberna y posada. Media docena de pequeños lagartos cuelgan sobre el letrero. Los lagartos han aprendido que las diminutas "llamas continuas" que parecen quemar el velamen del barco atraen a las mejores polillas. Los lugareños creen que los lagartos dan buena suerte , y a menudo les arrojan insectos o trozos de carne cuando entran al local.

El Bote del lagarto es un establecimiento bastante limpio y acogedor, popular entre los visitantes y la clase media de Tormentos Cristalinos. La decoración a basa de lagartos se extiende por toda la taberna, con estos seres tallados en la barra y las paredes o pintados en platos y mesas.

La taberna sirve un amplio abanico de bebidas alcohólicas (incluida la cerveza Rana azul) y todo tipo de panes y mariscos.

La propietaria de la taberna es una elfa cuya mano izquierda perdió hace años y se encuentra charlando amigablemente con un gnomo y un extraño hombre. No lejos de allí hay una elfa sentada en una mesa en una esquina.

Un varano al que todo el mundo llama Lengua Pegajosa actúa como portero y mascota de la taberna.

La posadera nada más verte exclamó:

¡Oh que alegría, más gente por aquí!

- ¿Qué es este sitio Raelia? ¿Ya has stado aquí antes? ... la verdad es que tiene mucho mejor pinta que el otro sitio - Pensó Russel en voz alta una vez habiendo entrado en la posada.

Observó detenidamente a la posadera... y se le quedó mirando sin quererlo a su muñón... rápidamente sus ojos comenzaron a revolotear detenidamente por toda la taberna... ¡a ver qué se encontraba! ^^

Los ojos de Raelia no necesitaron buscar mas, aquel pelo rubio como cascadas de oro, la piel tersa y palida cual rayo de luna, la inocencia hecha cuerpo con una armadura que pesaba demasiado para ella. Sus armas, su olor caracteristico entre la multitud..Aquellos ojos profundos como dos estanques en los que cualquiera se ahogaría con sumo placer.

- Russell....encontre mi pres...objetivo. - se corrigió - pide un par de cervezas a ésta ronda invito yo...veremos como se mueve la cervatilla, a ver si es capaz de darse cuenta de mi presencia.

Se sentó en una de las mesas que estaba en la esquina mas alejada de su objetivo, observandola con sus ojos rojos como la sangre. Esperó, llevaba mucho tiempo esperando este momento, y lo iba a saborear a toda costa.

¿Qué extraño... qué pretendía hacer mi acompañante?...Russel se acercó a la barra, donde se encontraba la posadera y le pidió un par de cervezas. Una vez se las hubo servido, fué a la mesa junto con Raelia (la oscura).  Era evidente que algo ocurría allí, la chica no paraba de mirar fíjamente a su objetivo.

- Será mejor que me expliques algo...

- ¿Por que deberia contaros nada Russell? es mi vida de la que hablamos, son asuntos que solo me conciernen a mi. Pero tu mira a la joven rubia de alli y luego mirame a mi...no te resulta algo...familiar?

Dijo dando a entender algo que a Russell se le habia pasado por alto... eran identicas, solo que la otra chica en vez de morena y de ojos rojos, era rubia de ojos azules.

- Por eso mismo... necesito saber qué es lo que ocurre... debe de ser tu hermana... sois idénticas. Por mucho que lo intentaba... no conseguía que la chica se abriera a él.

Parecía que la posada recibía más visitantes. Aquello era bueno para la posadera, sin duda, y Raellia no podía evitar alegrarse por ella, seguramente aquella noche haría un buen negocio. Sin embargo, cuando vio a uno de los nuevos clientes, su sonrisa se borró automáticamente, sustituida por un gesto de pena, tristeza y preocupación. Y por que no decirlo, también algo de miedo. 

-Ahí está... Parece que ha sido ella la que finalmente me ha encontrado a mí... ¿Cuantas vidas habrá segado ya? Pobres almas inocentes...-dijo, con ojos llorosos, aunque no se levantó de la mesa. Ella no quería problemas, sólo quería ayudar. Pero por desgracia, no había tenido tiempo de encontrar un modo de ayudarla a ella... Debía haber otro modo. 

Casi a punto de contestar a Rassell, los ojos de raellia Filosofar se cruzaron con los torbellinos ojos de Noctumbral. Aquel momento era epico. Le encantaba hacerla sentir tensa, miedosa, e incluso paralizada. Pero sabía que Su otra "yo" era mas fuerte de lo que aparentaba, ella misma lo es, y sabe todo sobre su otra mitad.

- Russell, aguardemos un poco...sientate y espera..hermanas? algo así, muchacho...algo así...

Sus ojos estaban llenos de ansía destructiva, su ceño fruncido le daba un aire devastador, y aquella sonrisa de superioridad era algo que la caracterizaba en gran medida.

Cogió su cerveza y la alzó levenete al igual que una de sus cejas, "brindando" por su parte bondadosa....

Me quedo mirando fijamente la nueva expresión de Raellia. -¿Estas bien? -pregunto inclinándome un poco hacia adelante. Al ver como tiene la mirada perdida miro de reojo hacia la misma dirección. ¿Será el hombre... o la mujer? pienso mientras vuelvo a mirar a Raellia.

Parecía que existía bastante interés en poder ver aquella extraña moneda, incluso por los recién llegados al grupo: aquel enigmático Ialdabode y la mujer que aún no se había presentado al resto. Incluso la posadera requería ver el objeto... Y no le produjo buena sensación a Ethan, que disimuladamente y sin dar mucha atención a sus palabras, les respondió:

-La moneda? Está en lugar seguro... Sabremos de su significado e importancia una vez viajemos a Mereklar y resolgamos el encargo del libro de los escribas.

Y para salir de dudas, el bárbaro se dirigió a la pareja recién llegada a su mesa.

-Sed bienvenidos Ialdabode y...perdón, no has dicho aún tu nombre...- dijo señalando a la mujer que lo acompañaba.

En ese preciso momento, la puerta de la posada se abrió para dar cobijo a una nueva pareja de clientes. Pero esta vez, Ethan se estrañó en cierto modo, apreciando la similitud de la mujer que había llegado al Bote del Lagarto con su compañera de grupo Raellia. Los parecidos eran evidentes... si no fuera por la pureza que destilaba Raellia y el misterio que parecía envolver a la desconocida nueva cliente.

Y más aún, al escuchar las palabras casi susurradas de su compañera, Ethan se preocupó. Al igual que Phenios, que parecía ser también consciente del cambio de humor de Raellia.

Ethan, mostrando seguridad y firmeza, posó su enorme mano en el hombro de su "socia" y le dijo:

-Te preocupa algo? Parece que conoces a la pareja que acaba de entrar y...esa mujer, tiene mucho parecido contigo. Es a quién estabas buscando? Te podemos ayudar en algo Raellia?

Esta cerveza si que no parecía tener nada extraño... nada que le hiciera poner cara de asco mientras la bebía...

- Bebe un poco de cerveza Raelia (la mía) - le dijo mientras le empujaba un poco la jarra de la chica hacia ella... buscaba que se tranquilizara un poco... ya que sus ojos eran fuego direccional.

Parecía como si toda la taberna les estuviera mirando... - "¿qué ocurría allí? ... no se que será... pero me da la sensación de que esto... no acabará bien..." Russel se levantó y se encaminó hacia la barra andando léntamente... y advirtió cómo algunos ojos desconfiados le segurían...

- Sra barman posadera... no habrá tenido usted algún incidente reciente relacionado un pequeño ladronzuelo, ¿verdad?

Miró a Ethan. Aquel hombre parecía verdaderamente preocupado por ella, y agradecía esa preocupación, pero ya era tarde. 

-Me temo que no, aunque agradezco vuestras palabras... Temo que llegados a éste punto, sólo hay una posible solución. Una solución horrible, y con la que la he fallado. Ella es el mal del que hablaba. No es su culpa, pero no puede evitarlo. 

Deberíamos de ser mas cautos con lo que contamos amigo y sobre todo a quien. Recrimino suavemente a Etahn entre bocado y bocado.En estos lugares es tan peligroso abrir demasiado la bolsa como la boca. .Echo una mirada desinteresada hacia los recién llegados y vuelvo a atacar mi plato dejando caer , disimuladamente, la mano izquierda debajo de la mesa.

Aire no respondió a la pregunta de Ethan. Miró a los recién llegados y, señalando con el dedo a Russell, fue corriendo hacia él

¡Hola! ¡Yo a ti te conozco! Cuando el fuego saltó en la Cabra de Mimbre, ¿tú estabas allí? ¡Sí! Y te vi en paños menores.

¡Mira, querido Aristóteles, es nuestro antiguo amigo Russell! ¡Dale un beso de bienvenida! gritó la joven mientras acercaba su sapo a la cara de Russell

Ialdabode asintió ante las palabras de Ethan y de Uffern. La curiosidad le podía, la verdad. Estaba muy interesado en ver esa moneda e intentar desentrañar sus secretos, pero temía que no se la iban a enseñar.

Russel no reconoció a la extraña chica... - no .. no... no te recuer.... -No quería que se le notara su pérdida de memoria..." pero de repente cayó en la cuenta de que esa chica podría ser la solución a sus problemas, se le abrieron los ojos... - Aah sí!...Hola Aristóteles ¿cómo estás?... y bueno... nunca te lo he preguntado... ¿qué hacías tu aquel día por allí?... preguntó a la chica improvisando (¬¬)

Raelia no tuvo otra forma de actuar que cuando la joven aquella se acerco tan de improvisto y con aquella voz tan irritante, se levantó sacando su daga y acercandola al cuello de ésta.

No dijo nada, solo cambio el gesto de su rostro a una actitud feroz y enfadada. Nadie la sorprendia de aquel modo, nadie se acercaba a su mesa sin antes estar prevenido, nadie...repetía nadie se acercaba a ella.

Pero cuando Russell dijo que la conocía no niega que estuviera menos tranquila, al contrario, pero separó la daga del cuello de ella y luego volvió a sentarse.

- Controla a tus amigas Russell, algun dia alguna no tendrá tanta suerte.

Aire no se inmutó cuando la daga se acercó a su cuello.

No, muchas gracias, señorita de negro, no me apetece eso para cenar, estoy servida. Aunque realmente no se lo qué es, pero no me apetece mucho probarlo.

Se sentó al lado de Russell y se quedó mirándole a los ojos.

Pues yo allí estaba durmiendo. ¿Qué otra cosa podía hacer?