Partida Rol por web

La extraña fata volvió a descargar una acometida con su aguijón, pero la mujer se agachó en el preciso instante en que éste estuvo a punto de rozarla. Lo había vuelto a esquivar.

El olor de la muerte provocaba en Ramase un frenesí inusitado. La sangre orca resbalaba por el filo de su guadaña, recorriendo viscosa el mango, hasta dar con su huesuda mano. Cualquiera que lo viera desde una distancia prudencial, como la rata cobarde de Angélica, podría llegar a decir que era el Segador mismo en persona, que había venido a traer la desgracia a los incautos piratas orcos. Un nuevo movimiento de la guadaña, amplio pero preciso, hizo que su filo se clavara en el cuello desprotegido del orco que estaba entre Boudiko y Redhawk. Sólo le hizo falta tirar del mangó hacia sí mismo para acabar degollándolo.

- Jijijiji,.... jejejeje...- Una risa histérica pero imparable se apoderó del cuerpo escuálido de Ramase hasta explotar en una sonora carcajada.- ¡¡Muahahahahahaha!!- De repente la risotada se cortó en seco.- Vais a morir todos, si no os rendís.- Después se giró hacia Redhawk y le miró con total desprecio por su ineptitud.- Levántate y recoge tu arma.- Le ordenó sin miramientos. No es que le sorprendiera pues sabía perfectamente que las apariencias engañaban a veces.

La pastosa lengua de Ramase salió de su oscura guarida para relamer los labios agrietados y finos justo antes de volver a ponerse en movimiento.

¡Maldita seas hija de mil demonios!

Pienso rabioso cuando veo que consigue evadir mi segunda punzada. Estaba claro que de no ser tan ágil no lo habría conseguido, quizás incluso hubiese conseguido resistir mi veneno, lo cual me enrabietaba, pues era consciente que mi veneno era de los más potentes en éste mundo incluso en mi actual estado de deterioro.

Decidí alimentarme de mi propia rabia y resuelto me revolví nuevamente para evitar que me se me escapara, después lancé un tercer aguijonado que lograría acabar con la mortal o conseguiría hacerme enfurecer al ver como mi tiempo se esfumaba con cada intento que erraba.

La sangre del hombre del norte teñía el rojo pelaje de animal que usaba como protección y abrigo. La herida sangraba, pero no tan abundantemente como debería esperarse de un corte como el que había recibido. El golpe fue suficiente, eso si, como para que soltara el arma, dejandola caer al suelo.

Sin arma, poco podría hacer, así que levantó el escudo con tal de mejorar su defensa, y se agachó a recuperar su arma.

Redhawk desde el suelo intenta derribar a su oponente, pero es incapaz de hacerlo por lo que se incorpora para evitar males mayores.

Su propia sangre comenzó a teñir de rojo sus ropajes. Habia sido herida, y al parecer no habia sido la unica. Aquello, sin embargo, lejos de amedrantarla, la hizo ganar en fiereza. Fuera de si, Zynna giró sobre si misma, como en una grácil danza y, finalmente, adelanto su lanza, acompañando el gesto de un fiero grito cargado de pura rabia.

Aquella vez no estaba dispuesta a seguir perdonando.

Ahora que me encuentro un poco más liberado, vuelvo a echar un vistazo a mis compañeros. La cosa no va tan bien como me gustaría, pero primero me tengo que librar del orco que me intentaba acuchillar, así que bajo de un salto hasta ponerme a su nivel y de una zancada me sitúo junto a mi enemigo intentando ensartarle como al anterior.

-La cosa no va como pensábamos desde luego- pienso sin dejar de mirar la puerta por si aparecen más enemigos.                       

-¡Auch! -La mediana pega un grito al ser atacada por la criatura.- Cuidado con esta, que pica.

Quejándose de sus heridas, y más convencida aún que antes a salir del barco, Angélica sigue corriendo por la pasarela hasta llegar a tierra firme, para observar la batalla desde ahí.

Como si Ramase fuese la mismísima encarnación de la muerte en persona, armado con su guadaña iba sesgando la vida de quien tocaba con ella. Así que el orco cayó decapitado tras el encontronazo con él. Acto que aprovechó Redhawk para ponerse en pie y recuperar sus armas para estar listo para encargarse de algún enemigo, suponiendo que le dejasen alguno.

El grandullón alzó el escudo para protegerse de su rival y aprovechar aquel movimiento para recuperar la cimitarra del suelo, el orco aprovechó aquel gesto para descargarle un fuerte golpe que afortunadamente fue bloqueado.

El plan del orco dio resultado e hizo que Mai-cor bajara de donde se encontraba, además el movimiento de su estoque no era tan elegante como el de sus flechas, por lo que fue bloqueado sin ningún tipo de problema. Finalmente Zynna clavó en el cuello del orco su lanza, pero a pesar de éste comenzó a sangrar profundamente, no cayó al suelo, ni tampoco dio señales de debilitamiento. Aquel orco parecía un hueso más duro de roer que el resto. ¡Debían de tener especial cuidado con él, porque daba la impresión de ser mucho más poderoso!

Los dos orcos que se estaban enfrentado a Zynna devolvieron el golpe a la vez, pero la mujer logró esquivar los envites por muy poco pero evitó que la volviesen a herir. Mai-cor tuvo también la misma suerte que su compañera. ¡Ambos habían salido ilesos y ahora ya casi les doblaban en número!

Y entonces escuchasteis desde el otro lado del barco que Angélica parecía haberse pinchado con algo. Para segundos después caer desmayada. La niña parecía haber sido objetivo de algo que la había dejado tendida en el suelo.

Por fín las manos paran de sudarle, se centro de nuevo en la batalla y con su arma bien agarrada, la clava en el pecho del orco, hundiendo la punta. Más vale tarde que nunca Pensaba para sus adentros Redhawk que parecía maldito hasta el momento.

Tras bloquear el golpe con el escudo y recuperar su arma, Boudiko identificó al más peligroso de los orcos, y elminados a la mayoría, se centró en él. Giró el arma en su propia mano, dandole inercia al golpe y lanzando el un fatan golpe directamente al cuello del ser con la clara intención de separarle la cabeza del cuerpo.

Aquel ataque dejo a Zynna boquiabierta. ¿Como era posible?Habia atacado a aquel orco con una furia enorme y sabia que aquel ataque habria dejado a cualquiera fuera de combate. Sin embargo, en el caso de aquel orco no fue asi. Apenas parecia debilitado, y eso la descolocó.

Intento volver a hundir la lanza en el, aprovechando que Drogo tambien atacaba, ahora que la zona parecía mas despejada.

La mediana había intentado huir del combate al ver que sus aptitudes no eran de ayuda. Sin embargo, el segundo picotazo del bicho que la perseguía ha sido demasiado para la pequeña, que ha caído inconsciente al suelo.

Sus compañeros se recomponían cogiendo sus armas en lo que Ramase segaba otra vida con su guadaña.

- Demostrad de qué pasta estáis hechos.- Alejado del peligro en primera persona se podía permitir tomar un respiro. Fue entonces cuando observó el extraño comportamiento de Angélica que caía aparentemente inconsciente.

¿Estará fingiendo?- Uno no podía fiarse de esas pequeñas ratas imprevisibles. Pero lo que ahora urgía era acabar con esos orcos y había uno en especial que se resistía a caer abatido. 

Al final conseguí que se doblegara y cayera al suelo, pero al parecer demasiado tarde, pues la mediana había conseguido alertar al resto de que algo no andaba bien, por lo que no podría hacer justicia y rematarla como se merecía.

- Parece que has tenido suerte... tendrás una oportunidad de sobrevivir.

Le susurré subiéndome a su pecho, sin importarme que pudiera o no oirme, o que un vistazo fugaz pudiera alertar a los del barco de mi presencia, pues acto seguido escapaba del lugar dejándoles con el resto del combate contra los piratas orcos y una de ellos inconsciente. No tendrían opción de perseguirme y, por lo tanto, ninguna de encontrarme. Mientras que yo, había conseguido mi propósito y ahora tenía una nueva bolsa con la que sobornar a alguien.

El orco desvía con facilidad mi ataque y aunque consigo evitar su corte no me encuentro cómodo en un combate directo. Amago un poco por un lado, pero mi técnica no es tan buena como para mi contrincante caiga en una trampa tan sencilla y evita mi punzada nuevamente girando su cuerpo. Por suerte, sus movimientos carecen también de una técnica refinada y aunque no me puedo dedicar a parar golpes una y otra vez, voy desviándolos con mi estoque para que se pierdan por los lados.

Los sonidos del combate disminuyen con algún grito nuevo, sin duda alguna el resto se las está apañando bien, aunque también es cierto que parecen más duchos en las armas que yo.

-Redhawk me habría derrotado con facilidad...-me distraigo un instante pensando. Volviendo a la realidad y dando un ágil paso hacia atrás invitando a mi contrincante a avanzar, me lanzo desde abajo apuntando por debajo de su garganta intentando ensartar su vida y acabar con esto cuanto antes.

Redhawk le había costado pero al final lo había logrado. Por fin aquel hombre lograba su objetivo principal que parecía ser que quería trinchar a otro de los orcos y así lo hizo. Otro orco más cayó gravemente herido a la cubierta del barco, dejando únicamente a los dos que parecían ser los más fuertes y resistentes.

Boudiko por poco corta la aorta de uno de los orcos contra el que se estaba enfrentando, pero por fortuna el golpe fue evitado justo a tiempo para no cercenarle la cabeza.

Mai-cor mientras tanto seguía luchando solo contra el otro orco, pero parecía tener más habilidad con el estoque de lo que pensaba, porque había logrado perforar sus defensas y provocarle una buena herida.

A Zynna se la podía ver algo más cansada, la férrea mujer esta vez no fue capaz ni de tan siquiera rozarle un solo pelo al orco. Pero eso no impedía que siguiera intentándolo.

Y entonces Ramase hizo o dijo algo que el orco contra el que casi todos estaban luchando gritase de terror y saliese corriendo fuera del barco. ¡No tenía intención de quedarse allí durante más tiempo!

El último orco que quedaba en pie observó como su compañero salía huyendo y le gritaba para que no abandonase. Después miró directamente a los ojos a Mai-cor y simplemente le dijo:

¡Está bien, me rindo! ¡Vosotros ganais! ¿Por qué nos habéis atacado? ¿Qué queréis de nosotros? Preguntó bajando el arma con la esperanza de no acabar como el resto.

Lanzó un corte al aire, limpiando la sangre de la cimitarra para acto seguido, girarse hacia el orco superviviente. ¿Que se rendía? ¡Ja! Primero le sacaría la información a punta de espada y luego lo lanzaría por la borda sin demasiados miramientos. Ya estaba harto de orcos.

- ¡Tu! - Lo señaló con el arma mientras se acercaba a él. - ¿Dónde esta el clérigo? - Pateó las armas del orco bien lejos. No se había percatado de que la mediana estaba en el suelo. Supuso simplemente que había huido al no escucharla. - ¿Y que haceis aquí? -

Ramase no limpió la guadaña manchada de la sangre de los orcos. Le gustaba el aire que le daba la sangre reseca sobre la hoja. Con la guadaña de nuevo en su espalda tomó su lanza del cuerpo caído de uno de los orcos al que había atravesado al inicio del combate.

- Vuelve con papi.- No podía evitar sonreír como un niño chico a pesar de que el combate podía no haber terminado.- No os relajéis. Ese podría volver.- Dijo refiriéndose al orco que había salido despavorido por su hechizo y que ahora estaba fuera de la borda, cerca del cuerpo menudo de la mediana inconsciente.