Partida Rol por web

Si, yo me quedo para la última guardia-dijo cuando Mordrogath hizo el recuento.

Aun así Dimdel esperó para dormirse, estaba cansado sin duda alguna, pero no quería dormirse aún, tal vez había alguna historia que se podía contar en una ciénaga inmunda y calados hasta los huesos.

Ethan se dispuso a dormir, siguiendo las indicaciones de sus compañeros, e intentar descansar unas horas. Se quitó su armadura para ganar comodidad y descanso, y se estiró cubriéndose con su capa.

Sin abrir la boca me coloco en un lugar cómodo dentro de lo que el entorno ofrece y miro hacia todas partes esperando ver el amanecer. Las noches se hacen largas sin poder encender un fuego, pero no hay prisa. Ya llegará el alba y traerá las noticias que deba.

Ya se había recostado en la oscuridad. El frío sin duda alguna sería una desagradable compañía, pero haciéndose un ovillo pronto consiguió entrar en calor. Mientras no se moviera mucho tal vez no pasara tan mala noche.

Era increíble. Pensaba que con su llegada a la ciudad las cosas serían de otra forma, dormiría en cómodas posadas todas las noches después de cantar en tabernas llenas de aplausos, tal vez recorrería los lugares viviendo alguna historia junto a valientes héroes.
Pero por ahora todo era muy distinto, había conocido unas cuantas personas y no podía negar que no se lo hubiera pasado bien, pero también era cierto que casi moría y ahora no sabían donde estaba Mai-Cor. Con un suspiro se giró un poco buscando la figura a oscuras de Mordrogath.

-Mai-cor es un tipo hábil, seguro que está bien, tal vez algo perdido, pero probablemente junto a un fuego. Seguro que está en un lugar seco junto a un fuego ¿verdad Mordrogath?- podía sonar infantil, pero era sincera preocupación y necesidad de recibir algo de esperanzas por parte del caballero.

-Mañana le encontraremos

No podía dormir así que pensó que tal vez podría empezar a componer una canción, eran mucho más complicadas que contar historias, pero a la gente le gustaban más.

Sea como fuere, poco a poco entre acordes y rimas complicadas Dimdel Tragabiras Dosombligos, aun preocupado por su compañero, algo hambriento y perdido en la oscuridad, se quedó dormido

Con la noche alrededor de ellos, el caballero se dispuso a cumplir su cometido con toda la eficacia que le fuera posible. Con una inclinación de cabeza hacia Corax, se dispuso a vigilar el lado contrario que el otro hombre, para dificultar más la tarea de que les pillaran por sorpresa. Mientras veía como el resto de sus compañeros se abrigaban como podían y ocupaban un puesto alrededor del lugar designado como "campamento", no pudo evitar que su memoria divagara al último encuentro en el cual vio por última vez a su compañero Mai-Cor. 

Rodeados por el bosque, con miradas hostiles a su alrededor, encontraron un cuerpo inerte de un hombre-lagarto en el suelo, al cual se acercaron con precaución temiendo una emboscada. Tras registrar el lugar, no encontraron nada, pero aún y todo, decidieron dar marcha atrás, hacia el templo, debido a la repentina aparición de los síntomas de la "plaga" en el brazo de uno de los acompañantes de Mordrogath....

Ésa fue la última vez que vio a Mai-Cor, justo en la retaguardia del grupo. ¿Dónde habría ido? ¿Por qué se había separado del grupo sin decir nada, sin avisarles ni siquiera a ellos dos, Dimdel y él mismo? Tampoco era que fueran amigos de toda la vida, apenas se conocían de uno o dos días, pero habían superado juntos un par de pruebas duras y el caballero pensaba que había encontrado compañeros de armas y aventuras en los que confiar, no como otros anteriores. 

Y allí estaba de nuevo. Esa plaga se mostraba de nuevo en otra persona. Y por lo que se decía en el templo, había más "infectados". ¿Sería trabajo de ésa nueva secta que trataba de desbancar al Templo de Pelor?. Muchas preguntas, muchas dudas...y por ahora ninguna mísera respuesta. "Maldición...San Cuthbert, te pido que me permitas encontrar al responsable de ésto para administrarle la justicia que tú y yo sabemos que merece." 

Su mirada se dirigió durante unos instantes al cadáver petrificado de Coran, la primera baja que había visto de hombres buenos desde que estaba en ésta ciudad. 

"Sí, Dimdel, sin duda, Mai-Cor estará mejor que nosotros. Recuerda que éstos lugares son su especialidad, es un guardabosques, un conocedor de lo salvaje." Sin duda, si estaba vivo y no lo habían atrapado los hombres-lagarto, ni esa extraña y misteriosa "bruja" que decían que te llevaba a una torre encantada que no se podía ver y que parece ser transmitía la enfermedad, ni se había encontrado con ninguno de los muchos moradores de los bosques o pantanos...sí, estaría mejor que ellos, seguro. 

"Lo encontraremos. Duerme, amigo. Yo vigilo". 

La respiración tranquila y rítmica de Dimdel le hizo comprender que su pequeño amigo ya hacía rato que se había dormido...

Ninguno de los dos que están montando guardia es capaz de ver al grupo de cuatro hombres lagartos que están pasando por allí. Cuando están lo suficientemente cerca, el caballero da un paso en falso, que hace suficiente ruido como para alterarlos y llamar su atención.

En cuanto ven al grupo durmiendo y a los dos que están haciendo guardia, sueltan un bufido hacia ellos, sacan sus jabalinas, y las lanzan contra ellos. Por fortuna, todas golpean la armadura y no logran atravesar las defensas de ninguno. ¡Se habían salvado por muy poco!

-¡NOS ATACAN!-Grito desenvainando mi arma y adelantándome ligeramente para servir de protección a los durmientes. Finalmente me coloco en posición defensiva para darles algo de tiempo si desean coger armas.-Levantaos, deprisa.

-Suerte que no te has quitado la armadura, compañero.-Añado en tono de broma.

Mordrogath maldice mientras tropieza con una roca, golpeando a su vez su escudo con un tronco de árbol. No llega a maldecir, pues no le da tiempo. Oye unos bufidos y se gira hacia ése lado, mientras ve pasar una jabalina justo por su lado en dirección a Córax, y nota como otra jabalina golpea contra su escudo, que se ha interpuesto entre el ataque y él justo al girarse.

"Sin duda, San Cuthbert está de nuestra parte ésta noche!!" responde Mordrogath a Córax. "¡A LAS ARMAS! ¡HOMBRES - LAGARTO NOS ATACAN!"

Uniendo acción a dicción, el caballero se adelantó hacia los hombres-lagarto, dispuesto a interponerse entre ellos y el grupo, para darles tiempo a los demás de levantarse y armarse. "¡¡Por los Dioses que vais a pagar cara ésta osadía....¡¡rendíos antes de que os de muerte a todos!!"

Córax se queda ligeramente rezagado, mientras deja que Mordrogath se enfrente a los cuatro hombres lagarto que les están atacando. El caballero rebana de un solo corte la cabeza de uno de aquellos rivales, como si fuera mantequilla. Ahora que les veis más de cerca, comprendéis que las escamas de Ethan no tienen nada que ver con las de ellos. Eso os hace daros cuenta que vuestro amigo no se está convirtiendo en un hombre lagarto. Pero eso tampoco significa nada, y ahora el combate es más inminente que nunca.

Aprovechando que Mordrogath estaba tan cerca, los tres reptilianos desenfundan sus clavas para atacar a su rival. Mientras tanto van dando ligeros pasos a su alrededor, con la intención clara de flanquearle.

El hombre logra bloquear el primer envite, el segundo es capaz de esquivarlo, pero para cuando se quiere dar cuenta, tiene el tercero golpeando su mandíbula, haciendo que pierda un diente y sintiendo un gran dolor en uno de sus oídos. Ahora sentía un molesto zumbido, pero eso no le dificultaría en nada para acabar con ellos.

Ethan se despertó sobresaltado por los gritos que oía. No es que estuviera durmiendo plácidamente, ya que terribles pesadillas sobre su infección lo estaban maltratando entre sueños, pero aquel ruido no le suspuso dejar un descanso reparador.

Observó la escena de combate, viendo como la pareja que hacía guardia se enfrentaba a una comitiva sorpresa de hombres-lagarto.

"Vais a pagar muy caro todo esto!" pensó el bárbaro.

No había tiempo para ponerse armaduras ni nada por el estilo. Puede que sus compañeros necesitaran su ayuda de inmediato. Así pues, Ethan agarró su espada larga y su escudo y se lanzó al ataque llevado por su furia natural.

Leokas soñaba plácidamente con los bosques que rodeaban el poblado en el que creció en su niñez. Nada lo reconfortaba más que recorrer aquellos frondosos terrenos y disfrutar del vínculo de su herencia élfica con la naturaleza, como si de una criatura del bosque se tratase. Pero, como si del ruido de un cristal roto se tratase, un grito lo despertó en medio de la noche en aquel pantano.

El semielfo se incorporó sobresaltado para ver al caballero combatir con unos hombres lagarto. Sin perder ni un segundo, se levantó para echando mano de su espada. -¡Mordrogath, aguanta!- Le gritó a su compañero para darle ánimos mientras él mismo se preparaba para ayudarlo en la batalla.

Al ruido de la pelea despierto de mi sueño y me levanto  bendiciendo la decisión de no quitarme la armadura.Desenfundo la espada corta echo un vistazo a mi alrededor para hacerme una idea del problema y al ver al pobre caballero rodeado acudo en su ayuda.

Una vez que los demás ya están en pié y con sus armas, dejo de colocarme en medio para servir de parapeto y me lanzo sobre el hombre lagarto más cercano.

-Aguanta.-Digo a Mordrogath mientras avanzo.-Acabaremos con ellos en breves.

La paladín se despertó con los gritos del caballero, encontrándose con un escenario nada halagüeño... Les habían atacado de noche, y no había tiempo para ponerse ninguna armadura. Éso, junto con las heridas que aún sufrían varios de los presentes, hizo que la mujer se temiera lo peor. 

Aún así, se levantó y empuñó su espada larga, lo único que tenía para hacer frente al enemigo. Sólo cabía esperar que los dioses fueran piadosos y ninguno de ellos tuviera que pagar por ese vil ataque. 

El caballero se protegía y esquivaba como mejor sabía, pero eran más, y en batalla, el número muchas veces da la victoria. Aún así, logró asestar un certero golpe y cercenar de un solo tajo la cabeza de uno de sus enemigos. Acto seguido, uno de ellos le golpeó en plena mandíbula..."¡Argh!....¡Ptú! ¡Mi diente! ¡¿SERÁS HIJO DE HIENA?!" La voz de Mordrogath había sido más alta de lo normal, debido al intenso zumbido. 

Por el rabillo del ojo vio como varios de sus compañeros ya se levantaban, incluso algunos cargaban al combate..."¡Los heridos atrás! ¡Los que aún podemos nos encargaremos de éstas alimañas....no matéis a todos...dejad a uno o dos con vida, para interrogadlos!" 

Dando un ligero paso para ayudar a Corax, pero despreciando atacar al enemigo en superioridad, llamó su atención* "¡Eh, bicho feo!" para que se encarara con él. 

Haciendo una finta en el aire de manual, intentó golpear con la parte plana de la espada en la cabeza del hombre lagarto que estaba en su flanco**......

Dimdel rompió su sueño súbitamente al escuchar los gritos de alarmas. Tenía todos los sentidos confundidos, seguía medio dormido y buscando a toda prisa su arma fuera la que fuera. Pasaron unos instantes antes de que se diera cuenta de qué tenía que buscar. Cuando encontró su estoque se puso en pie buscando y viendo cómo todos se lanzaban al ataque.

-Si, vamos a por ellos-se dijo a si mismo mientras sus pies no se movían y preocupado buscaba más sombras que les rodearan.

Ethan se pone en pie a gran velocidad para salir corriendo y cercenarle la cabeza a otro hombre lagarto más. Ya habían caído dos cabezas, y los aventureros allí presentes estaban dispuestos a seguir acabando con cualquiera que se acercara a ellos.

Leokas, Córax y Uffern se despertaron con algo más de tranquilidad que su compañero, se pusieron en pie para recoger sus armas y echar una mano a sus compañeros. Mordrogath por su parte, trata de noquear a su adversario, pero para cuando se quiere dar cuenta, éste le ha bloqueado el golpe y sale huyendo junto a su otro compañero.

Para los hombres lagarto, ver morir a dos de sus compañeros con tanta facilidad había sido un duro golpe, así que más valía salir corriendo y huir de allí, a tener que enfrentarse a aquel grupo que le sacaba mucha más ventaja numérica.

El bárbaro descargó su espada una y otra vez contra el cuerpo inerte de su enemigo, un hombre-lagarto que a cada nuevo espadazo del hombretó del norte, parecía más un amasijo de carne picada que otra cosa.

Para Ethan era la mejor opción para descargar su fustración: se había sentido inútil en la batalla contra las aves y aquella maldita infección lo estaba transtornando minuto a minuto.

Casi sin aliento cayó de rodillas e intentó recuperarse mientras se fregaba el rostro llenó de sangre verdosa.

-Han huido...malditos lagartos! Todos bien?