Partida Rol por web

La sangre se le heló a Dimdel cuando escuchó la voz. Se quedó inmóvil hasta que comprendió lo que le había dicho y se dio cuenta que era uno de los miembros de la expedición.

-Mordrogath querría que diéramos su dinero a una buena causa-dijo el gnomo mientras sostenía la bolsa de las monedas. Realmente no era su objetivo principal, pero al caballero ciertamente le habría gustado que así fuera.

Soltando las correas del escudo de su amigo, lo tomó con cuidado entre sus brazos y lo dejó a un lado mientras intentaba colocar el cuerpo en una posición más digna. Tras esto permaneción sentado un momento observando el cadáver de su amigo con una profunda tristeza.

-Deberíamos marcharnos si. Temo que no podemos hacer nada por él ahora mismo- dijo con lagrimas en los ojos.

-Adiós amigo mio...

Por más que los tres se empeñaban en detener la hemorragia de Ethan, las pésimas condiciones en las que se encontraban no les permitían trabajar como se debía. Una fina capa de sudor cubría la frente de Leokas mientras trataba de ignorar el dolor del su herida para poder evitar que el bárbaro se desangrase.

Con la férrea intención de no dejar morir a Ethan, el semielfo redobló sus esfuerzos. -Vamos Ethan, ya ha muerto suficiente gente por hoy...- Murmuraba a la vez que cortaba un trozo de su capa para usarlo a modo de gasa y poder taponar la herida. -Córax, ayúdame a presionar la herida.- Instó al su enigmático compañero de viaje. Se secó la frente rápidamente y se esforzó por curar al humano tendido en el fango. "Tu muerte no será en vano, Mordrogath." Pensaba con decisión.

-Si no lo conseguís... Lo intentaré yo, aunque después tendréis que estabilizarme a mí-dijo la paladín, visiblemente nerviosa por la falta de avances de sus compañeros. Aquello iba mal, e iría a peor si no conseguían estabilizar a Ethan en los próximos segundos. 

Estoy mas que seguro compañero pero creo que seria mejor emplearlo en dos buenas obras en vez de una sola , no te parece.?Digo con tono más inocente  posible mientras me guardo la espada  del difunto .Intentemos volver a la ciudad , no podemos quedarnos aquí y no se si conseguiremos sobrevivir a esta noche pero no podemos rendirnos .

Raelia miraba agobiada a sus compañeros tratar la herida de Ethan. Si les ayudaba, acabaría como Ethan, pero si no lo hacía, podrían perderle. Estaba en una posición muy peligrosa, pero lo que era cierto era que ni Leokas, ni tampoco Córax estaban logrando hacer nada por el muchacho. La sangre seguía brotando sin que lograrais parar la hemorragia.
 

-Lo siento, no soy capaz de sanarle.-Digo sin variar lo más mínimo mi tono de voz.-Puedo cargar con él, pero no mucho más.

-No puedo dejarle morir-dijo simplemente la chica, antes de acercarse a Ethan e intentar traerle de vuelta de las puertas de la muerte. 

-Tienes razón- dijo el gnomo cansado-debemos regresar cuanto antes a la ciudad, si nos quedamos aquí más tiempo estamos perdidos.

Tras decir esto, con cuidado cortó un mechón de pelo del caballero y lo guardó con cuidado entre sus pertenencias. 

Aun con las palabras aparentemente inocentes de su compañero casual, Dimdel sabía de qué iba la cosa y dado su estado, no podía hacer otra cosa que no correr riesgos.

-Toma-dijo entregándole 10 piezas de oro- ahí tienes tu parte.

No le había gustado que le quitara la espada después de todo y no le gustaba que se llevara su oro, pero el camino era largo y tenían que apoyarse el uno en el otro para sobrevivir.

Nada de lo que hacían parecía detener la hemorragia de Ethan por más que intentase. La frustración se reflejaba perfectamente en el rostro del semielfo, quien maldecía para sí el no tener más conocimientos sobre medicina para poder salvar a aquel hombre de una muerte lenta en medio de un pantano. -Mierda, mierda, mierda...- Mascullaba enfadado en su torpe aplicación de primeros auxilios.

Un dolor de cabeza comenzaba afectar a los sentidos de Leokas y hacía que su visión se hiciese borrosa cuanto más trataba de forzarla para taponar la herida. Notaba como la adrenalina liberada en su sangre iba desapareciendo de su organismo dejando un cansancio que le entumecía el cuerpo entero. En ese momento Raellia decidió, pese a su estado, intervenir para evitar el fatal destino al que el bárbaro estaba condenado. Leokas se apartó y dejó a la paladín intentar lo que él no pudo hacer. No dijo nada, no tenía fuerzas. El joven semielfo estaba agotado tanto física como mentalmente. Todo lo que quería era poder salvar una vida para no restar valor al sacrificio de un caballero.

Raelia trató de hacer un acto suicida e intervino para cerrar las heridas de Ethan, pero estaba tan cansada y tan sumamente agotada por todo lo que había vivido los anteriores días, que en lugar de cerrar la herida, se equivocó y se la abrió más. Lo cuál era bastante normal, puesto que el cuerpo de Ethan ya no era el de un hombre normal, si no la mezcla híbrida entre un hombre y un pez. Así era normal que Raelia no hubiera logrado su propósito, y ante semejante esfuerzo, la chica también cayó al suelo inconsciente, comenzando a sangrar también por las antiguas heridas que ya tenía hechas.

Ahora Córax y Leokas tenían frente a ellos el cuerpo de dos personas que a este paso morirían en sus brazos.

Me guardo mi parte del dinero y cuelgo la espada con su vaina a mi cintura .Vamos , si sale el sol puede que encontremos   el camino .Echo un vistazo a mi alrededor para intentar orientarme y al final viéndome completamente perdido comienzo a andar en una dirección aleatoria.

Las cosas no podía ir peor. Raellia intentó detener la hemorragia, pero ella misma había subestimado sus propias heridas y el esfuerzo terminó por vencerla. Leokas no podía creerse lo que estaba sucediendo. Contemplaba aterrorizado la escena que tenía ante sus ojos. -Esto no puede estar ocurriendo...- Dijo perplejo a Corax.

Ahora no solo tenían a Ethan, o lo que era ahora Ethan, desangrándose ante sus ojos; si no que ahora también la paladín se debatía entre la vida y la muerte. -Córax, ocúpate de Raellia.- Le dijo a su compañero mientras se acercaba al cambiado cuerpo del bárbaro con la esperanza de poder salvar su vida. Aunque el estado de su infección parecía haber extendido ya por todo el cuerpo, pero no iba a abandonarlo. Tan solo esperaba poder parar su hemorragia para poder atender a Raellia...

Dimdel estaba malherido, cansado y no tenía la menor duda de tendría un buen catarro durante unos días. La noche había sido espantosa y se había arrastrado por el lodo y había permanecido en la humedad durante horas y había sufrido daños de toda clase y había...

-Puede que sea por ahí, no estoy muy seguro- dijo a su acompañante. No le había gustado nada que se quedara con parte del oro de Mordrogath, pero tampoco podía negarselo.

Iba a ser una mañana muy dura y solo esperaba que encontraran la ciudad pronto para poder curar sus heridas, descansar un poco y luego ya vería lo que hacer.

Mientras Raelia seguía desangrándose Ethan también lo hacía. Ahora los dos estaban perdiendo sangre, pero el último... para el último ya daba todo igual. Ethan había terminado muriendo en manos de sus compañeros. El bárbaro ya no volvería a luchar nunca jamás.

Leokas hacía todo lo posible por evitar lo peor, pero el destino tenía planes muy diferentes a los del semielfo. Mientras presionaba la herida, el pícaro notó cómo Ethan dejaba de respirar y su ritmo cardíaco perdía intensidad hasta que, finalmente, paró.

Un aplastante silencio se apoderó del pantano en ese mismo instante. Todo esfuerzo había sido inútil y algo en la mente de Leokas pareció romperse por la terrible situación que estaba viviendo. Una parte de sí le gritaba que tenía que seguir intentándolo pero otra, la que trataba de mantenerlo con el suficiente uso de razón, le aseguraba que el bárbaro estaba fuera de toda salvación. -Está muerto...- Logró decir al fin con un hilo de voz. Su interior rugía por la frustración que no era capaz de exteriorizar. Pero en ese momento de autocompadecimiento un fugaz pensamiento cruzó su mente como un relámpago. -Raellia.- Recordó súbitamente. La paladín se había esforzado demasiado y eso le reabrió alguna herida que no se había curado por completo. Sin mediar palabra, se acercó a la mujer para evitar que corriese el mismo destino que el desdichado Ethan.