Partida Rol por web

Leokas se despertó lentamente cuando los compañeros de la anterior guardia lo despertaron para comenzar la suya. -Vaya... ¿estaría fuera de lugar pedir cinco minutos más?- Bromeó el semielfo mientras se levantaba lentamente del improvisado lecho donde había pasado la noche. Se estiró para desentumecer sus articulaciones y se acercó al imsomne Córax. El frío se había acentuado alarmantemente y casi se podía oír como el pantano se congelaba lentamente a su alrededor.

Dedicó una inquisitiva mirada a su alrededor a modo de sondeo preliminar. -Parece que el resto de la noche ha sido tranquila.- Le dijo a su compañero de guardia en voz baja. -Esperemos que siga así...- Añadió con una sonrisa cansada mientras frotaba los brazos para calentarse un poco. La humedad de su aliento se condensaba al entrar en contacto con el frío aire fingiendo ser volutas de humos. Sería una noche complicada...

-Yo también espero que la noche sea tranquila.-Digo sin moverme demasiado y mirando hacia todas partes.-Pero puede que no lo sea, así que debemos estar alerta. Lo más probable es un nuevo ataque, y pronto.

En cuanto Córax avisa a Leokas de que alguien los está rodeando, éste entra en aviso y despierta a todos sus compañeros para prepararse para una posible amenaza. No se sabe donde están, ni por donde han llegado, ni lo que van a querer hacer, pero lo que está claro es que les están rodeando y son más que ellos.

"¿Otra vez?" murmuró Mordrogath al despertar súbitamente del ligero sueño al que se había entregado. 

La noche era dura, fría e inmisericorde. La humedad había alcanzado cotas muy altas y la temperatura había bajado mucho, tanto que en algunos puntos se estaban empezando a congelar las gotas de agua que pendían de sus ropajes o los pequeños charcos de su alrededor. El caballero se había abrigado lo mejor posible y se había recostado al lado de Dimdel y cerca de Raellia, tratando de aprovechar el calor corporal que despedían ambos, a la vez que proporcionar el suyo propio para mayor comfort. Lo había aprendido en la academia, a base de pasar frío con sus compañeros. Lo mejor era juntarse como las gallinas y darse calor unos a otros. El problema era que no tenía suficiente confianza aún con nadie para proponerlo abiertamente. 

Se levantó rápidamente, cogiendo sus cosas y preparándose para un combate..."¡Arriba! ¿Qué pretenden éstas criaturas? ¡Rápido, espalda con espalda...no dejéis huecos! Proteged a los más heridos" 

Se puso en primera línea, escudo embrazado y espada desenvainada, a la defensiva, esperando que todos estuvieran en pie y listos antes de actuar. "Quizás alguien debería intentar razonar con ellos...si no, va a ser una masacre, y no sé quién va a ganar." sentenció. No estaba preocupado por él mismo, si no por la gente que le rodeaba. 

La chica se encontraba perdida de nuevo en el amplio mundo de los sueños, pero aquello no duró mucho, pues otra vez hubo de despertar, ante el aviso de aquellos que estaban de guardia. Lo primero que la recibió fue el frío de la noche a la intemperie, algo que había "olvidado" mientras dormía... Pero había algo más, una amenaza que se mantenía aún a distancia... Parecía que los lagartos habían vuelto, y en mayor número. 

Mientras se levantaba y echaba mano de su espada, Raellia observó su armadura, tirada a su lado... Quizás habría debido ponérsela, a pesar de la gran incomodidad que suponía dormir con ella. Ahora ya era tarde, y sólo podía esperar no acabar lamentando aquella decisión. Éso, y que todos salieran con buen pie de aquello, y pudieran pasar el resto de la noche en paz. Pero algo le decía que eso no iba a ocurrir. 

Estupendo, mas visitas  vienen a cenar y creo que esos somos nosotros .Digo levantándome de un salto y desenvainando las armas para hacer frente  a los atacantes .Echo la cabeza para atrás soltando un aullido y dejo que mi lado salvaje se apodere de mi .Los ojos se tornan rojos y clavo la mirada en la oscuridad intentando distinguir algo .

-Que demonios...!-gritó Ethan al escuchar nuevamente las voces de alerta.

Cansado y casi sin fuerzas para reaccionar con la suficiente rapidez, agarró su espada y se situó en la formación que había ordenado Mordrogath.

El bárbaro lanzó una rápida mirada a su alrededor para observar el número creciente de enemigos. Aquello no pintaba nada bien y, posiblemente, aquella seria su última noche en aquellas tierras. Si entablaban combate directo, sus horas estarían contadas.

-Muchachos, esta va a ser una noche muy larga. Preparaos...

La niebla de los sueños comenzó a disiparse con extrañas palabras que se mezclaban con algo con lo que Dimdel pensaba. Algo de cena estaría bien.

Dimdel despertó entonces y se dio cuenta de los gritos de alarma. Los atacaban otra vez.

-No no no no ¡no!- comenzó a decir mientras buscaba su arma a tientas- no puede ser otra vez. El cansancio acumulado hacía que el pobre Gnomo se encontrara perdido en la oscuridad, por suerte eso hizo que su mente desesperada buscara una solución y con unas pocas palabras invocó casi involuntariamente unas luces danzantes que rodearon al grupo para dar una leve iluminación en la oscuridad.

Sin pensárselo dos veces, Leokas echa mano de su arco en cuanto escucha el aviso de Corax. -Malditos reptiles...- Murmuro mientras colocaba una flecha que estaría lista para ser disparada en cuanto alguno de sus atacantes osase asomar la cabeza.

Haciendo caso de las indicaciones de Mordrogath, Leokas no tarda en colocarse cerca de él; listo para cerrar la formación si era preciso. De momento aprovecharia la distancia para atacar y para ello necesitaba un mínimo de espacio para poder disparar cómodamente. Y, por la cantidad de enemigos que parecían aproximarse, tenían que intentar hacer todo el daño posible antes de que alguno de ellos llegase siquiera a acercarse.

Al escuchar a Leokas me coloco en guardia detrás de mi escudo. Tenía un mal presentimiento. Seguramente los supervivientes hayan ido a buscar a los demás miembros de su tribu. Acabarán con nosotros... o lo intentaran.

-Cómo lo sabía.-Digo preparándome para lo que seguramente se nos va a venir encima.-Esto va a ser duro.

Me coloco en el centro tratando de servir de parapeto a alguno de los menos armados que yo. 

-Alguno detrás de mi.-Digo una vez situado.-No les será fácil pasarme por encima.

Por si los atacantes aún no tenían dudas sobre su posición, Dimdel decidió conjurar unas bonitas y fantásticas luces que se pusieron a sobrevolar su cabeza. ¡Ya solo les faltaba unos letreros de neón que indicasen quién era el enemigo más vulnerable!

Las luces iluminaron la zona, pero no a los enemigos. Eso sí, gracias a la iluminación que aportó el gnomo, todos pudieron ver la lluvia de flechas que sobrevolaron su cabeza.

La primera fue hacia Córax, que afortunadamente logró esquivar. Dimdel logró esquivar otra, pero no se esperaba que una tercera también fuera a darle, y se le clavó en el hombro haciéndole una profunda herida. Ethan y Leokas no fueron capaces de esquivarlas tampoco. El bárbaro se encontraba en tan mal estado, que aquello fue suficiente para hacerle caer inconsciente. Aunque el otro sí que fue capaz de mantenerse en pie.

El caballero fue capaz de bloquear la flecha que por poco le daba, pero no la de su compañera paladina, que quedó gravemente herida casi incapaz de hacer nada por sus compañeros.

Uffern tuvo más suerte, y pudo ver como llegaban dos flechas contra él, y logró esquivarlas a ambas.

Pero el problema no terminaba allí, habían recibido al menos diez flechas, y no tenían ni idea de dónde habían venido. Se diría que estaban actuando por todas partes y que los tenían rodeados, pero ¿dónde?

Si es que... eso es lo que pasaba cuando dormías en terreno peligroso, que uno rara vez salía con vida...

Me lanzo a la oscuridad buscando escapar de las luces delatoras y llegar a alguno de los arqueros para romper el cerco mortal que nos atenaza.Quedarse quietos es morir .

Leokas sintió una punzada de indescriptible dolor al recibir un flechazo que venía de los límites que marcaban las esferas de luz invocadas por Dimdell. Instintivamente el semielfo aprovechó la luz que le proporcionaban aquellos orbes para tratar de vislumbrar más allá del área iluminada a la vez que se agachaba ligeramente para tratar de ser un objetivo menos evidente. 

La situación no resultaba alentadora. -Han caído Ethan y Raellia.- Le informó a Mordrogath sin dejar de buscar con la mirada. Con dos de sus compañeros fuera de combate no podían plantearse la opción de huir así como así. Y por lo poco que conocía al caballero, estaba bastante seguro de que no los dejaría morir ahí si estaba en su mano evitarlo. Por lo que el semielfo redobló sus esfuerzos por identificar y localizar a sus atacantes para poder defenderse.

-Nada podemos hacer de momento por ellos.-Digo acercándome a los enemigos que nos disparan en busca de un objetivo.-Avanzad y combatid.-Digo adentrándome en la oscuridad.

La falta de experiencia de Dimdel en el combate le estaba pasando factura. El solo quería ayudar para ver por donde venían y se encontró convirtiendo al grupo en un blanco fácil pero ¿cómo iba a saber él que tendrían arcos?. Además, si no venían a sus enemigos daría igual, si les disparaban en la oscuridad ni sabrían por donde venían los disparos ¿no?

El gnomo no conseguía ni convencerse a si mismo de su acción y apenas se mantenía en pie por la flecha que le había impactado. Las lagrimas se le saltaban por el dolor y la desesperación le podía.

-Mordrogath, son demasiados-dijo quejumbroso justo antes de lanzar un nuevo conjuro, esta vez algo más ingenioso tal vez, y no sabía si serviría de mucho, pero no podía hacer otra cosa. Cuando sus palabras cesaron, un grupo de hombre comenzó a hacer ruido unos metros más allá, parecían guerreros tal vez dando alaridos y profiriendo maldiciones sin sentido.

-Tal vez podamos huir por el otro lado si la distracción funciona.-dijo algo atontado por el dolor.

Raellia fue derribada por un impacto que ni siquiera supo de dónde había venido. No se esperaba tantos enemigos, ni que tuvieran tantos arcos... Aquello les había pillado a todos por sorpresa, desde luego el quedarse fuera de la ciudad había sido mala idea. Pero poco importaba ya todo aquello. La inconsciencia, y probablemente el descanso definitivo de la muerte, se aprestaban a recibirla. Ella no podría ayudar más aquella noche. 

Una decena de flechas surgió de la oscuridad, impactando en varios de ellos. Ethan y Raellia cayeron al suelo, e inmediatamente, Mordrogath supo que aquello sólo podía terminar de una forma. Iba a ser una masacre, pero los masacrados iban a ser ellos. Quizás aún tuvieran una oportunidad, pero eso significaba que alguien no saldría de allí, para dar tiempo a los demás. En ése momento, supo lo que tenía que hacer.

Contempló como Corax parecía adivinar sus pensamientos y se adentraba en la oscuridad, directo hacia donde habían salido varias flechas. Con una determinación profunda, hizo lo único que se le ocurrió para intentar detener aquel sinsentido. Lo siguiente sería pelear hasta su muerte, pues tenía claro que no saldría de allí con vida si San Cuthbert no le sonreía.

Con un rápido susurro, le dio instrucciones a Dimdel y a todo aquel que le quisiera escuchar..."Huid hacia la ciudad, coged a los heridos y salid de aquí mientras podáis. Aunque no podáis entrar, la presencia de los muros seguramente alejará a los atacantes. Os cubriremos lo que podamos."

Acto seguido, sacó de su mochila la corona de oro que le había ganado en justa lid al jefe lagarto y se la puso encima de la cabeza, bien a la vista. Avanzando hacia la oscuridad, donde varias flechas le estarían apuntando hacia el pecho en ése momento, no dudó en alzar la voz. Su estentóreo sonido resonó en la noche "¡Hombres-Lagarto, alto el fuego! ¡¡Nos atacáis sin fundamento!! ¡Estamos aquí buscando dos cosas, a un amigo perdido y la razón por la que una enfermedad se está extendiendo en éste lugar. Queremos ayudar, pero si seguís con vuestro ataque, ¡no nos quedará más remedio que defendernos, como con los anteriores que han venido hace un rato!¡Ellos han atacado primero y nos hemos defendido! ¡Yo porto la corona dorada de uno de vuestros jefes por derecho propio!¡Alto el fuego!¡Si no detenéis esto, pronto vendrán más hombres, y será una guerra sin cuartel!¡Si nos dejáis ayudaros, os estaréis ayudando a vosotros mismos!" 

Rezó interiormente para que sus palabras no cayeran en saco roto..."San Cuthbert...nuestra causa es justa, ahora más que nunca necesitamos que veles por nosotros...." 

La provocación de Mordrogath no salió bien, el conjuro de Dimdel no sirvió de nada, y aunque Córax y Uffern se adentraron en la oscuridad tampoco. Aquellos dos trataban de avanzar por la ciénaga, sus pies se estaban hundiendo y el camino era muy dificil de atravesar, lo que le dificultó encontrar a los agresores. Estaban en territorio hostil, ya había quedado claro cuando se enfrentaron a la cocatriz, y cuando se enfrentaron a la primera partida de hombres lagarto. Ahora que se estaban enfrentando a otro ataque más, aún parecían reacios a escapar.

Pero Mordrogath  decidió dar la cara por sus compañeros y hacer de señuelo para que escaparan.

Después del grito del caballero, y de ponerse la corona del antiguo líder, se hizo un sepulcral silencio. Lo que dio la sensación de que los asaltantes estuvieran pensándoselo un poco mejor. Pero no pasó mucho más tiempo, cuando una lluvia de flechas silbó entre tanta oscuridad y esta vez con un único y claro objetivo, el caballero de la armadura oxidada y la brillante corona.

Todos dieron por muerto al caballero, hasta él mismo. Pero su armadura, que no parecía tan oxidada, bloqueó parte de los ataques, otros tantos lo hicieron con el escudo y los últimos los esquivó. Era consciente de que los ataques iban a ir a por él, por lo que pudo esquivar bastantes flechas. Pero una de ellas se le clavó por la espalda, atravesando una de las escamas de su cota que parecía algo más débiles que el resto. La otra se le clavó por encima de la pierna, donde había un pequeño pliegue, y la tercera y cuarta casi le atraviesan el cuello que no lo tenía cubierto. El caballero, gravemente herido y gritando de dolor, miró a sus compañeros para que huyeran. Él había hecho de señuelo y había sobrevivido, no debían perder esa oportunidad de escapar.

Mordrogath gritaba de dolor mientras las flechas impactaban contra su cuerpo, salpicando de sangre su entorno. Las gotas de sangre formaban extrañas formas en el aire mientras pasaban a cámara lenta por delante de los ojos del caballero...."es curioso....una anciana asceta me dijo una vez que una de las cosas que había aprendido en su larga vida por los relatos que había escuchado, es que los dioses te muestran tu vida rápidamente cuando vas a morir....no será igual para todos...." pensó por encima de los agudos aguijonazos que sentía. Mientras, le parecía ver todo mucho más ralentizado de lo normal. Al notar el dolor en la pierna y ver el astil de la flecha sobresaliendo de su armadura, tuvo la certeza de que era su última batalla.

La corona se ladeó en su cabeza, al inclinar el cuello en su intento fallido de evitar una de las últimas flechas. La sangre caía por igual por espalda y pecho, procedente de los dos feos cortes en su garganta  y de la flecha clavada en su espalda, mientras giraba la cabeza hacia sus compañeros más atrasados que él, mirándolos con ojos tranquilos, donde se podía leer la paz del que sabe lo que tiene que hacer y ha aceptado su destino. Sólo podían leer una cosa en ellos....."¡¡No hagáis que mi muerte sea en vano!!¡¡Escapad!!" parecían decir una y otra vez a cada uno de ellos....Raellia, Leokas, y el pequeño Dimdel. Se quitó la corona y con un suave y fluido movimiento, se la lanzó al pequeño Gnomo, guiñándole un ojo. 

"¡Dimdel...que no olviden mi nombre en éstos tugurios que llaman tabernas!¡Si quieren la corona...haz que suden por conseguirla...algo tiene." Acto seguido, se giró y gritó bien fuerte...."¡¡POR SAN CUTHBERT!!¡Venid aquí, mamarrachos cobardes, os voy a enseñar cómo pelea un caballero de verdad!" fue la última frase que escucharon mientras lo veían cargar hacia la oscuridad...

Ethan cayó al suelo inconsciente. Su delicada situación a causa de las heridas era de pronóstico bastante evidente. Su cuerpo había sufrido mucho en los últimos días y no había tenido ocasión de poner sanar debidamente.

Fue una caída dolorosa, ya que el suelo fangoso amortiguó el contacto con el frio y húmedo suelo. Ahora el bárbaro estaba desprotegido y a merced de los acontecimientos. Qué sucedería? Él ya no tenía poder de decisión...el destino diría!