Partida Rol por web

Entendí las palabras de mi hermano y caminé junto a él y al resto al interior. Cuándo me giré vi que la chica se había levantado, cosa que me tranquilizó e hizo que el sentimiento de culpa se encogiese. No había sido tan grave.

- ¿Entonces vamos a comer? - susurré a mi hermano evitando que el resto lo escuchase. - Porque yo no tengo dinero para pagar la comida de una taberna...pereferiría buscar algo con que llenar el estómago.

Tenía hambre, pero no dinero. Podía pasar sin comer, no sería la primera vez, pero sería raro si todos comen y yo no. No quería usar el dinero de Intissar, ni aprovecharme otra vez de Zarus... ¿debería intentar coger sobras del mercado de camino?

Al ver que el resto estuvo de acuerdo en entrar a la ciudad y seguir el camino hacia la posada, Zarus término por desentenderse por lo que pasaba con los otros 3 visitantes que estaban ante la entradá... La verdad es que él era bastante dado a ayudar, pero aquella chica no le parecía una persona de buenas intenciones, recordó con algo de escalofrio, la impresión que se llevó cuando la vio, y su posterior charla con el bardo.

-Bueno, será una mesa para 5- dice imaginado como todos podrían caber en una sola mesa, tal vez sería una buena escusa para sentarse lo más cerca de Layla, pero le preocupaba como se lo tomaría Intissar, nunca parecía tener humor para nada y tampoco es que las cosas entre ellos dos dieran para estar de acuerdo en mucho. En todo caso, Zarus se veía algo elevado en sus pensamientos mientras seguía caminado hacia la posada.

-No causar molestias. Solo caer. Plof -y se dio un puñetazo contra una mano para representar mejor el sonido. Otwin era así, práctico y simple. Demasiado simple en algunas ocasiones, pero el problema era en que lo tomaban por estúpido, y eso solía terminar con alguien partido por la mitad.

Entonces miró a ambas mujeres- ¿Vosotras salir o entrar? -preguntó- ¿Saber donde ganar dinero con armas? -y para hacer énfasis se dio un golpe en el pecho y luego posó una mano en la empuñadura del espadón que llevaba a la espalda.

-Oh, vaya...qué contrariedad- dijo con voz suave pasándose una mano por la nuca, clavando la oscura mirada en el enorme bárbaro que tenía delante- entro...creo.

Entro, entro. Dijo asintiendo con la cabeza. Y permitidme que sea cortés con ustedes. He logrado agenciarme una gran cantidad de dinero en mis andanzas por aquí. Dice sacando una pequeña bolsa de dinero, que aunque no parecía muy llena, al menos parecía tener más que la vuestra.

Dejadme que os invite yo, los diezmos de esta ciudad son muy caros y seguro que ustedes no han traído suficiente dinero. ¡Además! Me ruge el estómago. ¿Qué os parece si vamos a algún lugar a comer? ¡Creo que ya va siendo hora!

Dice mientras saca 15 piezas de cobre y se las da al guardia y luego avanzando por las primeras calles. Si no conocéis la ciudad, creo que os puedo llevar la Pezuña en la Boca. No estaba mal cuando estuve allí. ¿Os animáis? ¡Yo invito! Dijo Raelia mirando a Psique y a Otwin.

-¿Invita? Es una dama muy amable y generosa-dijo Psique con aire ingenuo mientras sus labios se curvaban dibujando una sonrisa llena de candor. Tomó las manos de Raelia agradecida por su generosidad y llevó éstas hasta su frente que apoyó en el dorso de las manos un segundo antes de soltarla. No le desagradaba la mujer ni tampoco el hombre... pese a que el aspecto de éste era sin duda muy fiero.

Siguió a Raelia con su gracioso caminar mientras ladeaba las caderas al colocar un pie delante del otro, pisando una línea imaginaria que solo ella parecía ver.
-Siento no poder daros mi nombre yo... no sé como me llamo-dijo disculpándose por su falta de presentación al tiempo que tanto su tono como su rostro parecían ser invadidos por un velo de melancolía.

Otwin no dijo nada más, solo asintió a Raelia y la siguió. Le habían pagado el pase, y eso era algo bueno. La otra chica se movía con gracia, y Otwin no podía fijar la mirada en los traseros de ambas mujeres según caminaba. Era un hombre de gustos sencillos. Mujeres guapas y peleas violentas. No necesitaba ni quería más.

-¿No saber nombre? Eso ser problema -dijo mientras seguía a las mujeres- Nombre importante. Nombre ser parte del alma. Si no tener nombre, alma no saber que hacer.

Psique giró el rostro, quedando de perfil al enorme bárbaro mientras caminaba.
-Quizá sí que necesite un nombre-dijo con aire pensativo antes de girarse de nuevo-¿Cómo se pone un nombre?

- Hay culturas que ponen nombres a sus descendientes, y otras culturas que quienes ponen el nombre son quienes le rodean. Si tú no tienes nombre yo te pondré uno... serás...

¿Qué te parece Raelia Sinmente? ¡Ese sería un buen nombre!

Dice moviendo la cabeza afirmativamente y a gran velocidad.

A mi me pusieron ese nombre cuando me crearon, Raelia. Repitió. Y lo otro, bueno, es solo algo para que te distinga de mi. ¿Qué te parece la idea? Dice mientras ponía rumbo a La Pezuña en la Boca.

-Dos Raelias no ser bueno. Yo confundir -dijo el bárbaro mientras seguía a ambas mujeres- quizá deber llamarse Freya o Askadi. Son nombres fuertes.

Seguía a las mujeres mientras miraba un poco a los alrededores, como intentando ver algún sitio del que sacar una pelea o un buen dinero.

La joven ladeó la cabeza meditando.
-Es un nombre muy bonito, Raelia, no merezco llevar uno como el tuyo-Dijo con suavidad y una sonrisa dulce en los labios mientras hablaba con Raelia. Las calles pasaban a su alrededor mientras avanzaban y Psique abrazó a Raelia frotando la mejilla contra la de la mujer.
-Eres una persona maravillosa-afirmó convencida y así lo reflejaba la sincera emoción que brillaban en los oscuros iris y el rubor de sus mejillas.
El hombretón comentó dos nombres, nombres fuertes para mujeres fuertes, aunque ella no era muy fuerte y se podía ver que en realidad podría partirse en dos al más mínimo esfuerzo. Retrasó sus pasos para estar al nivel del gigante bárbaro y apoyó una mano en el poderoso brazo de éste, que rezumaba calor como si por sus venas hubiera lava en vez de sangre.
-¿Freya?¿Askadi?-repitió intentando pronunciarlos bien pese a que en sus labios sonaran casi melodiosos aun siendo nombres toscos. Sonrió abiertamente parpadeando con lentitud al mirar al gigantón y se adelantó con saltitos al andar, estirando las torneadas piernas para dar las zancadas, haciendo la tela ondear en el aire y su cabello bailar a su espalda desnuda a excepción de la pieza de cuero parecida a un corset que sujetaba los harapos que parecían restos de un traje de bailarina, quizá hubiera sido imaginación, pero puede que, en un momento que duró lo que un parpadeo, alguna cicatriz se vislumbrara como un grotesco relieve en la inmaculada piel de la extraña joven.

-Askadi es bonito, ¿no?-inquirió a ambos con actitud despreocupada, observando a su alrededor como si intentara averiguar algo, quizá ella hubiera vivido ahí, después de todo.

Raelia abrió de par en par sus ojos cuando sintió la mejilla de la chica. Con un gesto de repulsión que Psique no vio, apretó sus brazos contra ella en un movimiento claro para que se quitase de en medio. Cuando la chica dijo lo maravillosa que era solo pudo dejar caer una risita silenciosa y más parecida a una fuerte respiración. No podía creerse que alguien dijese algo de ella.

No pudo decir nada más, toda aquella muestra de cariño la había dejado obnubilada, así que en silencio se dejó llevar hasta la taberna.

Tras quedarme un momento mirando la grandiosidad de la muralla doy un paso al frente para hablar con el guardia.

- Vale, aquí tiene - le digo mientras le doy las monedas de cobre. - Por cierto, ¿podria decirme dónde encontrar la posada más barata de la ciudad? Me encuentro cansado pero me temo que no tengo dinero para permitirme muchos lujos...

Me quedo esperando la respuesta del guardia mientras miro cuanta gente armada (que no sean guardias) hay por el lugar, quiero ver si llamo la atención con mi espada y mi arco corto o no.

La posada más barata de toda la ciudad, me parece a mi que, sin lugar a dudas, es El Lenguado Macerado, caracterizado, precisamente por el estilo de cocina que hace y un grog bastante barato. Además, no queda muy lejos de aquí, la verdad.

Muchas gracias por la recomendación - Le respondo educadamente mientras esbozo una sonrisa. Hago el amago de irme antes de recordar una ultima pregunta que tengo en mente - Ah, se me olvidaba, ¿que zonas de la ciudad me recomendaria evitar?, soy una persona simple, del campo, y me gustaria evitar las malas compañias dentro de lo cabe en una ciudad tan grande como esta... - Dejo la pregunta en el aire mientras le miro con cierta cara de preocupación publerina, que solo es fingida a medias.

"Al menos no le estoy mintiendo del todo, aunque no le pregunto para evitar las zonas precisamente si que pienso andarme con mucho ojo, tengo poco dinero y no me puedo permitir perderlo estupidamente."

La guardia de la ciudad es especialmente cuidadosa, pero es cierto que El Mercado en las horas más puntas puede ser peligroso, pues los compañeros que están allí vigilando, no pueden hacerse cargo de vigilar tantos bolsillos. Salvo eso y que tengas cuidado en general con la gente, y el hecho de vigilar siempre tus pertenencias, no deberías tener ningún problema.

El sol ya esta cayendo sobre los tejados de la ciudad. Tras semanas y semanas de interminable viaje, por fin hemos llegado a nuestro destino: Tormentos Cristalinos. La tormenta de cristal de la que hablaba la profecía. El lugar en el que, con toda probabilidad, estara el Espejo de la Diosa, el objeto que ambos estamos buscando.

A pesar de que ya llevamos muchas semanas de viaje, y de que ya hemos visitado más de una ciudad, no puedo evitar sobrecogerme, con admiración, cuando veo la ciudad que se extiende ante mi. Nunca antes, en toda mi vida, había estado en una ciudad tan grande, ni tan "civilizada". De repente, mis esperanzas de encontrar el objeto parecen disminuir ligeramente, al ver que resultará mucho más dificil encontrar el objeto de lo que yo calculaba. Sin embargo, una ciudad enorme y bulliciosa se abre ante nosotros, dispuesta a ser descubierta en todo su esplendor, haciendome experimentar sentimientos encontrados: por un lado, no puedo evitar sentir un poco de miedo ante lo que nos espera, ante aquel mundo tan distinto al nuestro: a nuestra pequeña tribu del norte, en medio de heladas montañas. Pero, por otra parte, la curiosidad se abre paso en mi, y las ganas de conocer todo aquel mundo que se abre ante mi le va ganando terreno al miedo.

Cuando el desconocido se acerca a nosotros, clavo mi mirada en él, y permanezco junto a Drogo.- Buenas tardes. - respondo al guardia, con ese acento típico de las tierras del norte. Sin embargo, no voy más allá y dejo que sea Drogo quien hable con él, como de costumbre. Lo que si hago es rebuscar en mi bolsa el dinero necesario para entrar en la ciudad, con intención de tenderle las 10 monedas de cobre que costará nuestra entrada a Boudiko.  Espero, paciente, sin hacer resonar el dinero en mi mano. Drogo ya me conoce, y sabe que, con solo tender la mano, tendrá lo que necesita.

Miro con atención a mi alrededor, analizando el mundo que hay en torno a mi. Soy un cazador, y estoy acostumbrado a ver cosas que el resto suele pasar por alto. Observo las torres, la muralla, los guardias apostados en ellas. Observo a los dos hombres que hay frente a nosotros y estudio sus movimientos, su ropa, sus armas. Estudio también la puerta, sus dimensiones, y cómo está diseñada la entrada a la ciudad.

Cuando el guardia se acerca lo miro, serio, con esa cara de pocos amigos que suele caracterizarme. Siempre me ha gustado que quien tengo en frente sepa quien soy, sepa como soy. Boudiko Drogo, un gran guerrero y futuro jefe de nuestra tribu.

-Buenas noches.- digo, con un tono de voz profundo y grave. Y, sin mirar siquiera a Zynna, extiendo mi mano hacia mi izquierda y cojo el dinero que sé de sobra que tiene preparado- No somos residentes. - le digo, tendiéndole el dinero. No añado nada más de momento, al menos hasta que tenga claro que el guardia ha acabado y nos permite el paso. Me cruzo de brazos y permanezco a la espera, con mi mirada fija en él.