Partida Rol por web

Tras andar varios kilómetros durante algunas horas, los aventureros llegaron a lo que parecía ser el camino que se adentraba en uno de los bosques que había al norte de Tormentos Cristalinos. 

Finalmente y entre todos crearon un campamento donde estabilizarse. El problema es que aún quedaba mucho día por delante, el sol estaba cayendo pero a penas habían pasado unas horas desde la hora de la comida. Quedaba mucho tiempo para que llegase la noche y aún quedaba mucho día por delante como para echarse ya a dormir, pues si lo hacía ya, terminarían por despertarse de noche y conseguir su objetivo sería mucho más complicado.

En cuanto a lo buscar material que ardiera con facilidad eso era un trabajo demasiado complicado y hasta ahora imposible. Llevaba lloviendo durante varios días y la humedad del ambiente dificultaba cualquier intento de crear una antorcha o una hoguera con los materiales que el bosque les pudiera proporcionar.

En cualquier caso, mientras ya tenían prácticamente todo el campamento montado, Kranjstar escuchó el crujido de una rama cerca. Quizá se tratase de un animalillo o quizá algo peor...

Parecía que habían calculado mal el tiempo que les llevaría volver y encontrar un refugio, el sol todavía estaba alto e iba a ser una pena desperdiciar el resto de la jornada.- Es pronto, entre todos hemos trabajado más rápido de lo creía, tal vez podríamos emprender algún curso de acción antes de que anocheciese. Podríamos explorar el nuevo camino que encontrasteis o intentar darle la vuelta a la loma para ver si vemos alguna otra entrada que no fuese por la cascada.-el soldado prefería moverse antes de que la morriña de después de comer se apoderase de ellos, con los días tan lluviosos que había hecho últimamente todos agradecerían pasar la noche en una cueva en lugar de al raso. Con los restos de la tímida hoguera endureció la punta de la improvisada lanza antes de que se quedasen sin leña.

Lictea había estado algo distraída reflexionando sobre las palabras de Andrey. No estaba nada convencida de lo que el hombre decía, pero comprendía que no podía asemejar su cultura a la de la ciudad. Era como un pez fuera del agua.

- Si queréis podéis ir a dar una vuelta a la loma, yo me quedaré vigilando la salida de la cueva, si os parece. Quiero asegurarme de que no sale ni entra nadie mientras estamos aquí, sin que lo sepamos.

Las trampas al menos habían servido para cazar un par de conejos y la pobre lumbre que habían conseguido había permitido cocinarlos. Lomenar escuchaba a sus compañeros, pero no decidía el rumbo a seguir. Estaba todo el día mojada, de haberse caído al río y luego al seguir la humedad en el ambiente no conseguía secarse del todo.

Aunque era extraño, empezaba a ponerse de mal humor.

- Creo que no es bueno separarse, Lictea. ¿Qué va a pasar si sale lo que sea de la cueva y no lo puedes controlar? A mi me da igual ir donde sea, pero juntos.

Al parecer, había tiempo suficiente para explorar el camino con el que había dado Lomenar. Según se entendía, este también llevaba a la cascada, pero en algún otro punto de la misma.

-Lomenar tiene razón. No es buena idea separarse. Exploremos un poco y si encontramos un mejor refugio que este, entonces ahí nos quedaremos, pero sino encontramos nada que haga la diferencia, entonces podemos regresar a este lugar.- propuso a Lictea para tratar de persuadirla.

-Sería mejor si te cambias de ropa.- le dijo a Lomenar, mientras le ofrecía una muda de viajero que llevaba en su mochila. El intento de fogata no había servido de mucho y la humedad del ambiente no dejaría secar su ropa.

En ese momento, el crujir de la rama de una rama cercana, hizo desviar la atención del clérigo -Escucharon eso?- dijo en dirección a aquel sonido y sacó su arma, invitando a todos a estar a alerta y prepararse para atender al peligro.

Lomenar no había sido consciente del ruido que Kranjstar había percibido, pero en cuanto éste se lo dijo se puso en guardia. 

- ¡Arvak! ¡En guardia! - susurró a su lobo mientras ella misma se preparaba para lo que pudiera ocurrir. 

-Si, será mejor permanecer unidos. Todavía no sabemos a que nos enfrentamos, si por cualquier cosa nos separásemos este campamento puede ser un buen punto de reunión. La manada que viaja unida es más fuerte.-tardó unos instantes en encontrar el símil para que Lictea entendiera mejor los motivos que el resto del grupo le exponía. En ese momento Kranjstar les alertó de un ruido, él hubiera optado disimular y tratar de vigilar el origen con cautela dejándole cree que no habían advertido su presencia, pero tras el grito de Lomenar se acabaron las posibilidades de cualquier sutileza. Enseguida se puso en pié tratando de ocultarse detrás de algún árbol o una gran roca, llevaba la improvisada lanza consigo aunque todavía no había hecho ademán de sacar ninguna de las armas que llevaba al cinto ni de colocarse el escudo, podía ser cualquier cosa y todavía era pronto para elegir la táctica adecuada. Sabedor de que no era un gran furtivo la única intención de Andrey era empezar a rodear a lo que fuese que había originado el ruido, el se distanciaba levemente del grupo hacia la derecha en espera de alguna reacción o algún movimiento por parte de aquello que les acechaba. Le hizo una seña a Lictea para guiarla hacia la derecha, aunque la mujer no era soldado estaba seguro de que comprendería sus intenciones.

No querían separarse, pero Lictea no pensaba dejar sin vigilancia la entrada a la maldita cueva. Si era necesario tranquilizaría a Lomenar diciéndola que, aunque viera salir a su enemigo, no haría nada más que vigilarlo hasta que los demás llegaran. Primero Kranjstar desvió su atención preguntando si había escuchado algo. La verdad era que no. Por si acaso se acuclilló en posición lobuna y trató de agudizar sus sentidos. Después vio a Andrey haciéndole una seña y muy a regañadientes, con el ceño bien fruncido, asintió y comenzó a moverse hacia el flanco derecho. La misma seña hacia Lico hizo que éste se pusiera en guardia junto a ella.

Cuando Kranjstar miró hacia el lugar donde había escuchado el ruido pudo ver como un lobo salía de entre los arbustos con actitud agresiva. Tenía las orejas hacia atrás y mostraba sus dientes con fiereza. Instantes después, a su derecha aparecía un segundo y después un tercero y un cuarto.

Aquella manada de lobos les habían rodeado por los cuatro costados. Tenían intención de darles caza y aunque sus enemigos les superaban en número, parecía que los depredadores estaban dispuestos a luchar para hacerse con ese bocado tan delicioso que tanto tiempo llevaban vigilando.

Lobos tan cerca de los viñedos atacando a enemigos con superioridad numérica, sin duda debían estar hambrientos, tal vez la criatura que ellos andaban buscando también les había dejado sin comida a ellos. Miro de reojo a los druidas por si pensaban hacer algo antes de que él pasara al ataque, aquella situación no le gustaba en absoluto, rodeado por todos lados y sin poder encararse con más de uno a la vez. Por el momento Andrey trató de evitar gestos bruscos, no embrazó el escudo ni recurrió a las armas, si los animales le embestían comprobarían que no era una gran idea hacerlo contra alguien que tiene una lanza presta.

Sujetaba el mástil con ambas manos apoyando el peso en la pierna atrasada, con la punta levemente baja el soldado bien sabia como aguantar una carga. Posiblemente pudiera empalar al primero, acabando con él de un golpe, lo que le preocupaba era la reacción de la manada ante la muerte de uno de los suyos, se abalanzarían todos sobre él en un frenético intento de vengar a su compañero caído o huirían con el rabo entre la piernas. Torció el labio en un gesto de desagrado al recordar que el hambre es mucho más poderosa que el miedo, por tanto Andrey debería matar o morir a manos de aquella manada.

La manada de lobos pilló desprevenida a Lomenar, que no supo reaccionar a tiempo más que dando una escueta orden a Arvak para que defendiera al grupo.

Kranj no pudo evitar la sorpresa que le provocó ver a aquel lobo, escondido tras los arbustos y luego saber que no estaba solo; les habían rodeado y apenas se habían dado cuenta. Por suerte habían logrado reaccionar y ponerse en pie, si les hubiesen atacado mientras aún estaban descansando y charlando, la situación hubiese sido mucho peor.

El clérigo no tenía muy claro que hacer. En la ocasión anterior, había logrado ahuyentarlos usando solo un poco de su magia, pero no era seguro que resultara esta vez. Sumado a eso, tenía cierta idea de que estos lobos podían ser de utilidad. -Creen que estos lobos sean los mismo de la vez pasada?- preguntó mientras retrocedía, lentamente buscando que su compañeros y él, llegaran a un mismo punto espalda con espalda, para que ninguno de los lobos tuviese la oportunidad de atacar por la retaguardia.

Kranj esperó a que Lictea le preguntara de mala manera por hacer semejante pregunta, pero aquello tenía una razón -Parecen tener muy bien vigilado el bosque, no crees que tengan información sobre el sujeto al que estamos buscando?- le respondió a la druida esperando de ella una tosca contestación, pero el punto era, que si lograban atrapar a uno de estos lobos, podría hacerse un intento de comunicarse con él, para que nos diera alguna pista.

¿Lobos? ¿Qué coño decían? No es que le sorprendiera la presencia de lobos por allí, pues ya habían tenido un primer encuentro con los mismos, sino que lo que sorprendía a la druida era no haberlos ni olido. Lanzó una mirada enfurecida a Lico, quien bajó las orejas avergonzado. Con los lobos ya a la vista la lycantrophoi esperó a ver si atacaban o se quedaban husmeando y tanteando a sus presas. Más le valía no atacar a una pastora de lobos o acabarían mal, muy mal.

Los lobos se abalanzaron sobre los aventureros a mayor velocidad que ellos* sin que les diera tiempo a prepararse. Cada uno atacó a uno sin dudar ni un segundo en si sus capacidades serían suficientes para acabar con ellos. Por suerte todos fueron capaces de esquivar el golpe menos la pastora de lobos, Lictea.

Ella fue la que recibió un buen mordisco dejándoselo gravemente herido y sangrante. 

La humillación que puede soportar un ser humano tiene unos límites y cuando se sobrepasan estos de alguna forma se expresa. Normalmente de alguna forma violenta. Así es lo que pasó con Lictea. Era engreída pro su posición entre los pastores de lobos y no le gustaba quedar por debajo de nadie. No había conseguido trepar a la entrada de la cueva y, para colmo, ni siquiera era capaz de espantar a unos lobos muertos de hambre. Cuando sintió la dentellada en la pierna rigió de rabia y hubiera llorado de ira al verse empujada al suelo.¿Es que no reconocían a una lycanthropoi? Se merecían lo que les pasase. 

Esto lo vas a pagar caro.- Pensó mientras se revolvía en el suelo de dolor, entre sangre y fango, buscando con la mano la empuñadura de su cimitarra.

Los animales actuaron al unisono sin darles tiempo a reaccionar, uno de los lobos venció las defensas de Andrey sin darle tiempo para aprestar la lanza, colándose en su guardia sin apenas esfuerzo. El guerrero pudo interponer el palo en la trayectoria del mordisco soltándolo en el acto pues a esa distancia le era totalmente inútil, evitando así las fauces del hambriento animal. Cedió terreno ante la carga dejando el espació suficiente para poder descolgar el mandoble de su espalda buscando golpear al animal en un golpe de través al bajar el arma. Andrey contraatacó ante la embestida en el momento en que su adversario era más vulnerable, sosteniendo el mandoble en alto por encima de su cabeza no dudo en descargar un poderoso golpe descendiente añadiendo todo el peso de su cuerpo en el ataque, dándole así al impacto una letal eficacia. Si el lobo no conseguía esquivar su hoja era bien seguro que acabaría partido en dos o cuanto menos con la espalda rota.

Los lobos atacaron sin siquiera considerar su desventaja numérica; sencillamente, bebían estar hambrientos. Kranj esperaba que esta batalla no sé extendiera mas y poder auyentar a los canes antes de que se derramada mas sangre.

Dando un paso hacia atrás, se puso a salvo de las feroces fauces del lobo que le había atacado un segundo antes y usando las bendiciones de su dios, convocó a su alrededor una oscura neblina que envolvió rápidamente todo a su alrededor, en un radio de 20'.

-Lictea, calmate! No puedes materlo solo por seguir su instinto de supervivencia! - le reclamó el clérigo a la pastora de lobos, pues parecía mas golpeada en su orgullo, que por la herida que le había propinado el animal.