Partida Rol por web

Cástor se detuvo con el resto en aquella cortina. Le resultaba raro encontrar algo así en una gruta, o al menos nunca hubiera pensado que los trasgos gustaran de esa clase de objetos. ¿O acaso se trataba de un pasaje secreto muy mal disimulado? De un modo u otro, solo había un modo de saber qué había al otro lado, y Filos ya se había adelantado para comprobarlo. 

- ¡Chiiissstchk! -respondió el monstruo como amenaza pero, ante el gesto agresivo de Ramase, optó por saltar de vuelta al saco y alimentarse de las migajas y restos de su atracón inicial, quedando amarrado al anciano sólo por aquella escuálida cola negra escamada para subir al poco y quedarse callado mientras oteaba en la distancia con interés... Aunque sus garritas seguían afilándose contra su armadura mientras abría la boca para mostrar dientes y orgullo por sus fechorías.

En cuanto Filos se asomó a través de la cortina pudo ver una pequeña habitación con un intenso olor a incienso y magia. Las paredes están decoradas con amuletos hechos de pelo y hueso. También hay una cama, una mesa y una silla. Un esqueleto de un gran trasgo y un cuerpo medio podrido de otro gran trasgo permanecen de pie completamente quietos, uno junto a la mesa y otro junto a la cama.

La sala es tan pequeña que tan solo dos aventureros y quizá el dragón cabrían en el interior. No hay espacio para nadie más.

Filos enarco una ceja ante el descubrimiento. No se esperaba para nada aquello. Inmediatamente penso en que aquellos dos cuerpos podian cobrar vida, asi que se retiro con cautela.

Asomaos. Hay un par de cadaveres inactivos pero no me extrañaria que fueran no-muertos esperando a ser activados. Sospecho que puede haber un nigromante involucrado con los trasgos. Este lugar apesta a magia.

El hombre de aspecto anciano abrió los ojos de par en par ante las noticias que Filos les traía de detrás de la cortina.

- Dejadme ver.- Si había alguien allí experto en nigromancia ese era Ramase, aunque para sus compañeros no fuera más que el pobre y esquelético "Huesos", el taxidermista. Aprovechando que pasaba al lado de sus compañeros trató de advertirles de que había escuchado pasos por detrás de ellos, como si alguien o algo les estuviera siguiendo.- Creo que nos vienen siguiendo.- Dicho esto el hombre se asomó a la habitación tras la cortina y rezó una pequeña plegaria a su dios para detectar magia. De paso utilizaría el conjuro para ver si quien los seguía pudiera ser un chamán de los trasgos aficionado a la magia necromántica.

Cástor frunció el ceño ante las palabras de Filos. Si aquellos cadáveres osaban alzarse, daría buena cuenta de ellos con su maza en el nombre de Pélor, de eso podían estar seguros. De todos modos, no estaba de más echar un vistazo, aunque lo hizo desde la entrada, procurando darle vueltas a sus conocimientos, por si aquello cuadraba con algún ritual del que hubiera oído hablar, o algo así. 

Además, mejor no meterse dentro si les estaban siguiendo, tener espacio para combatir era mejor.

Con cierto reparo en su expresión el monstruo dejó de probar la templanza de Ramase deteniendo sus destrozos sobre su armadura, con un callado pero lastimero gorgoreó buscó la mirada del taxidermista y cuando sus ojos se cruzaron logró articular algo.

- Mgrl... ejadmerl vergl... 

Con esto sus garritas fueron descendiéndole por el esquelético cuerpo de su eclosionador hasta llegar al suelo donde buscó huecos y rincones bañados en sombras para retroceder en el recorrido y averiguar qué podía estar siguiendo a su feroz manada.

Al no caer en nada relevante, el clérigo devolvió su atención al pasillo del que venían. Con su escudo alzado y la maza lista, fulminó el corredor con la mirada, atento a cualquier movimiento sospechoso para acabar con las amenazas. Quizás deberían haber registrado antes aquella grieta, después de todo. Pero ya era tarde para lamentarse, y harían frente con fe, magia y acero a cualquier cosa que se les echara encima. 

Filos se quedó en el interior de la minúscula cámara, oculto para quienes avanzaran por el pasillo. El guerrero guardó su escudo, asió su gran hacha y la levantó por encima de su cabeza, dispuesto a descargar un golpe terrible al primero que asomara.

-Aguardemos aqui. Si entran, uno muere, si no, salimos y los agarramos por la espalda.

El hombre de aspecto anciano notó cómo la largartija se escurría por su cuerpo hasta posarse en el suelo y esconderse por entre los objetos de la sala. Cástor y Filos tomaban posiciones por si alguien les estuviera siguiendo.

- La habitación está cargada de magia. Voy dentro a ver si hay algo de valor.- Su conjuro no había detectado magia, sin embargo, en el pasillo que habían recorrido por lo que Huesos suponía que ningún chamán los estaría siguiendo.

Permaneciendo entre las sombras la bestia volvió hasta quedarse a un par de metros de Ramase gorgoreando.

- Mgrl... nadanadanadargl...

Se quedó quieta, estudiando con ojos cargados de atención aquella sala a la que el anciano estaba accediendo.