Partida Rol por web

Os adentráis por la cueva y avanzáis por ella hasta alcanzar una puerta que está al final de la cueva. Aquel asentamiento parecía que a pesar de estar situado bajo las montañas había sido edificado. Algunas partes estaban compuestas de roca viva mientras que otras habían sido esculpidas y talladas. La puerta de madera normal separaba aquella sala de guardia de la siguiente habitación.

Allí es donde el trasgo y el lobo os habían estado espiando, y si habían dado la alarma, era muy probable que terminasen llegando más.

-Rápido, entremos - dijo Filos. Aunque abrió la puerta a distancia, usando el alcance de su hacha, por si le esparaban un par de flechas nada más abrir.

Cástor se mantuvo en silencio, ceñudo, observando a su alrededor. Seguramente aquel ser había dado la alarma, y sin duda sus habitantes conocerían aquellas cuevas mucho mejor que ellos mismos. ¿De dónde vendría el siguiente golpe? ¿Cuántas criaturas hostiles residirían en aquel lugar? El clérigo no lo sabía, pero probablemente lo averiguaría más pronto que tarde. Viendo como Filos intentaba abrir la puerta, afianzó su escudo, esperando a que la puerta estuviera abierta. 

Huesos se quedó esperando, lanza y escudo en mano, a que Filos abriera la puerta para ver qué les deparaba en su interior. Ya sabían antes de acudir a aquel lugar que no eran silenciosos así que no quedaba otra que enfrentarse ala marabunta de trasgos que hubieran sido alertados por el vigía.

Antes de que llegarais a la puerta y mientras inpeccionabais el terreno en busca de algo de utilidad, la puerta del fondo de la cueva se abre para dar lugar a tres trasgos más. 

Las criaturas están situadas desde unos peldaños más arriba lo que les concede un factor estratégico mayor sobre vosotros. Tan solo uno de vosotros, podría subir a su mismo nivel, el resto tendrían que atacar desde abajo o a distancia.

Filos sacó de su zurrón un puñado de arena  de colores, se llevó la mano cerrada frente a la boca, canturreó unas palabras, abrió la mano y sopló la arena, que se abrió en abanico hacia los trasgos.

-Pfuuuuu!!

Al ver a Filos usar su magia, Huesos reservó la suya para más adelante. Lanza y escudo en mano esperó su oportunidad para matar.

Por supuesto, aparecieron más enemigos. No sabía cuantos trasgos había en aquel lugar, pero esperaba que no demasiados, o que al menos vinieran en grupos pequeños y manejables siempre, como parecía ser en aquel momento. Más aún cuando Filos hizo uso de sus poderes con aquella extraña rociada de color. El clérigo se adelantó, con la maza presta, listo para atacar a uno de los trasgos y quizás acabar con él. 

Los trasgos atacaron por sorpresa antes de que pudieran reaccionar los aventureros. Lanzaron sus jabalinas contra ellos, pero los tres se agacharon y pudieron esquivarlas sin problemas. Entonces Filos lanzó uno de sus conjuros, dejando a dos de los tres trasgos inconscientes. Y finalmente Cástor subió por la rampa par acceder cuerpo a cuerpo al último que quedaba en pie, cercenandóle la cabeza de un solo tajo.

No habían tardado mucho en liberar el camino, pero si querían evitar un posible ataque, deberían rematar a los que habían perdido el conocimiento. 

Filos asintió al ver caer a los tres trasgos y disfrutó del momento. A continuación, usó toda su fuerza para enterrar su hacha en el cuerpo de una de las criaturas y brotó la sangre cuando casi la parte por la mitad.

-Hecho! -dijo sin despeinarse siquiera.

Había algo en la frialdad con la que se tomó la ejecución que helaba la sangre.

El Filo del ocaso permaneció al lado del otro trasgo inconsciente por si Ramase necesitaba su ayuda para acabar con él también. Mientras, ordenó a su familiar que permaneciera atento a ruidos y figuras en la oscuridad.

Renqueante, Huesos fue el último en llegar pero no por ello el que menos disfrutó del momento. Cástor destrozaba la cabeza a uno de los trasgos con un tremendo golpe mientras que Filos remataba a otro de los que había dejado inconsciente con su magia. El anciano se tomó su tiempo al llegar al otro cuerpo tendido en el suelo. Dejó caer la lanza y desembrazó el escudo para coger la aparatosa guadaña que colgaba a su espalda. Le temblaba un poco el pulso, pues sus brazos eran demasiado enclenques para levantarla en el aire, pero al dejarla caer su filo cortó al trasgo en dos como si de mantequilla se tratase. Elevó los ojos al cielo como rezando una breve plegaria. Sin limpiar el filo de la guadaña de la sangre del trasgo, volvió a colgarla a la espalda y a recuperar sus lanza y escudo.

- Por mí podemos proseguir.- No se creía lo bien que estaba yendo todo.

Cástor había avanzado, arrancando la cabeza del cuerpo del trasgo con un buen golpe de su maza, lo cierto es que de momento estaban consiguiendo avanzar sin muchas complicaciones. Solo quedaba encomendarse a Pelor y que, con su gracia, les siguiera protegiendo de futuros peligros. Sus compañeros se adelantaron rápidamente a rematar a los caídos, así que el lugar quedaba despejado de nuevo. 

-Sigamos pues-dijo el clérigo, listo también. 

Avanzáis tras la siguiente puerta y encontráis una pequeña mesa con cuatro sillas, la habitación se encuentra vacía pero parece que ha habido allí actividad recientemente, seguramente aquí estaban los otros trasgos que tras escuchar los ruidos de la batalla se unieron a la refriega.

El dinero total encima de la mesa es 10 po, 5 pp y 40 pc. Más alante hay una puerta entreabierta que continúa hacia las profundidades de la cueva.

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Filos cogió el dinero antes que nada. 

-Yo lo guardo. A la vuelta lo repartimos.

Luego examino el equipo de los trasgos, sobretodo sus armaduras, que solian ser lo mas valioso y busco tambien a ver si alguno tenia un escudo en condiciones. Después se acercó a la puerta entreabierta y tanto él como el buho trataron de escuchar algo más allá...

-¿Oyes algo, compañero?

Cástor no tenía ningún problema con que se repartiera el dinero después, pues lo prioritario era dar buena cuenta de los trasgos que aterrorizaban el pueblo cercano. El camino a seguir, por otro lado, parecía claro, aunque cuando vio que Filos y su búho intentaban escuchar algo, decidió quedarse quieto para facilitarle la tarea, esperando a que su compañero dijera si detectaba algo de lo que tenían por delante. 

- Nos vamos a hacer ricos.- Comentó Huesos cuando Filos recaudó de los trasgos aquella ingente cantidad de dinero que atesoraban en su guarida. Era todo un detalle que se lo guardara hasta que salieran de allí vivos. De nuevo con lanza y escudo en mano, el decrépito ser humano se quedó a la espera, también escuchando, dispuesto a comenzar de nuevo su avance letal.

Justo abrís la puerta pero os dais cuenta de que más allá está todo completamente oscuro y que no veis nada. La luz de la habitación en la que estáis ilumina el principio de lo que parece un túnel, pero éste después comienza a girar y ya la oscuridad hace imposible ver el resto.

Además, todo parecía estar en silencio.

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Un rápido vistazo al interior de la habitación le bastó a Huesos para ver que no había demasiadas cosas de valor pero que , al menos, a la gnoma que acompañaros al pueblo podrían servirle de algo.

- Creo que ahora será inútil cargar con todo esto. Mejor al salir y vendérselo a la gnoma esa.- Si querían continuar debían adentrarse en un pasillo oscuro como boca de lobo.- Necesitamos luz.