Partida Rol por web

Aquella niebla que les salvaba de las flechas en aquel momento parecía volverse en contra de la paladín, pues podía escuchar a Zarus delante, pero no podía verlo. Y se ofrecía para cubrir la retirada, en un acto que le parecía tan desprendido como arriesgado. 

-Zarus, debes retirarte... No puedes aguantar-replicó, esperando que no estuviera muy adelantado. Por su parte, retrocedió un par de pasos, adoptando una postura defensiva. No correría mientras hubiera heridos y compañeros expuestos, le costara lo que le costara. 

Mientras todos se retiraban Zarus y Raellia se quedaban abajo para frenar los posibles ataques de las criaturas.
Mientras tanto, El Kraken cargaba con Sanya y la arrastraba por el suelo para sacarla de allí mientras ésta se iba desangrando.

El Ser repugnante volvió a atacar a Zarus que lo tenía frente a él ahora ya visible, pero por suerte para él la niebla esquivó cualquier posible ataque que le hiciera.

Mientras tanto, los cuatro ladrones que estaban al final del pasillo volvieron a disparar, esta vez contra Raellia que estaba oculta entre la niebla pero ninguna de las flechas los alcanzó, incluso una fue a parar contra el ser asqueroso, pero tampoco llegó a hacerle daño.

Elianne subió por las escaleras y salió al exterior para encontrarse con Namarra que había sido la primera en huir del combate. Por alguna razón, sus compañeros aún seguían abajo.

La mediana, que estaba bastante histérica ya, se abalanzó cobre Elianne al verla.

Qué ocurre? Por qué no salen?

Si no se hubiera encontrado con los ojos amusgados, atisbando entre la niebla, hacia el lugar donde habían de encontrarse sus compañeros, el Kraken en retirada se la hubiese llevado por delante. Por fortuna, al ver aparecer su corpachón, con Sanya exangüe al hombro como si fuese un fardo, fue capaz de echarse a un lado y pegarse a la pared para dejarle paso.

El conjuro de Elianne, que sonó muy cerca de ella, le hizo dar un respingo. Otra andanada de saetas pasó silbando, invisible entre la calima densa.

Detrás del Kraken apareció la figura de Raellia, que retrocedía sin dar la espalda a los ladrones y al monstruo.

Vamos, atrás, dijo, dando un toque a la paladina en el hombro para llamar su atención, señalando el lugar donde debían encontrarse las escaleras con un además de la cabeza, antes de proceder a seguir su propia recomendación. ¡Zarus, corre!

El kraken se cargó a la enana al hombro y comenzó a subir escaleras tras Lucrecia. 

-RETIRADA! RETIRADA!

Las voces de sus camaradas iban tomando lugar hacia las escaleras. Era el momento de que Zarus saliera de allí, pero no podía bajar la guardia.

Zarus decide desaparecer de la vista de su agresor y subir a toda velocidad, para intentar llegar antes que cualquiera de sus compañeros a la parte superior de las escaleras. Estaban huyendo de un peligro, pero era incierto si habían más enemigos arriba.

Esperen un momento. dijo en bajo cuando se topó con quien estaba más arriba. Zarus dio un vistazo a su alrederor para señal al resto del grupo de que no había peligro.

—Deben haberse detenido un momento, pero ya escucho piés en la escalera— dijo Elianne al tiempo que modulaba el sonido fantasma para recrear el sonido de una flecha contra una placa de metal.— Prepárate, por las dudas— concluyó recargando su ballesta. 

La muchacha asintió ante el toque de Lucrecia, aunque ella bien sabía que no podía correr... No aún. No hasta que todos estuvieran fuera. Ya había perdido a demasiada gente, y no iba a permitir que eso se repitiera de nuevo. 

Finalmente el grupo de aventureros logró subir por las escaleras y llegar a la parte superior del ex-Templo de Pelor en el que los ladrones se habían escondido. Efectivamente esos eran los enemigos que andaban buscando y desgraciadamente no habían podido con ellos. Pero por suerte o por desgracia, no pareció que nadie les siguiese.

El kraken llegó a lo alto de la escalera cargando aún con el cuerpo inerte de Sanya.  El semigigante se volvió hacia Raellia y al resto y dijo:

-DEBEMOS ESTABILIZAR A LA FIERA ENANA! NO SABEMOS COMO DE HERIDA ESTÁ POR DENTRO! TENEIS MAGIA PARA ELLO?

¿Qué le ha ocurrido a Sanya? -el rostro de la mediana reflejaba verdadera preocupación. ¿Han sido esas criaturas? Debemos sacarla de aquí, volver al pueblo y reagruparnos!

Arriba, Lucrecia se encontró con Namarra y Elianne. A su lado estaban el Kraken y la inconsciente Sanya. Zarus y Raellia llegaron justo después. Dos, cuatro, seis y ella misma siete. Estaban todos, todos vivos, aunque varios de ellos magullados y heridos. Pero vivos. ¡Hurra!

Sanya estaba malherida, al parecer. Justamente para eso había reclutado al sacerdote de Ilmáter, y el desgraciado cobarde —que en su camino a donde quisiera que fuera se golpeara el dedo pequeño del pie contra la pata de cada mesa a la que se acercara— había tenido que desertar durante la noche. No quedaba más remedio que confiar en que Raellia conservase aún en su espíritu el mojo de su dios.

Se habían visto obligados a retirarse del combate, y sus guerreros estaban en malas condiciones, pero aúnconservaban la ventaja. Todos los cadáveres que habían en el subterráneo eran de los ladrones y sus animales. Ella lo tenía claro; no podían largarse de allí sin más, como pedía Namarra.

Hemos neutralizado a dos arriba y matado a cinco de ellos abajo. A su maldita mascota, y a las cuatro ratas del hombre rata. Y los hemos dejado abajo con ese monstruo. Con suerte, se habrá dado la vuelta y se los estará comiendo a ellos en lugar de a nosotros.

Hincó la rodilla en tierra en lo alto de la escalera, con la ballesta cargada y preparada para disparar a cualquiera que emergiese de la niebla.

No van a recuperarse fácilmente de este golpe. Si fuera su hogar, se quedarían a defenderlo, pero no es más que su guarida. Si son listos, se largarán a buscar un nuevo escondrijo y una nueva fuente de incautos que desvalijar, muy lejos de aquí. Si no son listos, se quedarán en el bosque y seguirán asaltando a la gente de los alrededores. Y eso era suficiente para ellos, para su misión. No era necesario matar a los ladrones. Si los espantaban, dejarían de asaltar a los aldeanos de Puente Brandon. Pero... En cualquier caso,se largarán con el botín. Y nos habremos jugado el pellejo por un puñado de monedas. Suponiendo que en Puente Brandon se crean la historia que les vamos a contar, porque una historia es todo lo que podemos ofrecerles como prueba.

Catorce monedas de oro para cada uno. La recompensa de la aldea solo era una pequeña parte de lo que esperaba conseguir. ¡No se había embarcado en esa empresa por catorce miserables monedas!

Propongo que no volvamos al pueblo. Que descansemos aquí esta noche y vigilemos las escaleras para que no puedan salir.

Elianne pensó un momento. El lugar parecía ser el claustro de una iglesia, así que no esperaba que el sótano tuviera otras salidas, por lo que esperar aquí era una buena opción. Además, ya era de noche, y viajar por el bosque a oscuras de nuevo no le sonaba tentador. Acá por lo menos había cuatro paredes en las que refugiarse.

—Pero deberíamos planear algún tipo de huida. El otro había dicho que eran como 20. Eso me preocupa. Y por cierto ¿Dónde están esos dos?

Zarus respiro con calma después de subir Vaya... Ha sido un lío todo esto. la verdad que le empezaba a preocupar un poco el decidir que se iba a hacer después.

Lucrecia fue directo al punto y dio unas razones para quedarse y Zarus complemento - Ellos tienen el cargamento de mitril del herrero, no podemos dejarlos escapar. dice sin titubeos esta vez.

Mientras hablaba, Namarra se arrodilló para intentar averiguar el estado de la enana. Quizás estuviera desangrándose mientras los demás discutían qué hacer.

No creo que hayan 20, creo que era trola. Dudo que hayan más de los que hemos visto. El problema que veo es que  vamos ya justos de conjuros y de fuerzas. Y dudo que Raellia tenga mucha más magia sanadora.

Zarus, ¿Te queda invisibilidad? Podrías bajar a ver qué hacen ellos, si están asustados y si les llegan refuerzos.