Partida Rol por web

La irrupción de los seres horrendos se había hecho notar para mal, y ahora mismo estaban terriblemente cerca de verse superados por ellos y los bandidos, puede que incluso con sus vidas en juego. ¿Esos seres estaban aliados con los bandidos? ¿Por qué no les había avisado el tipejo ese que habían hechizado? La muchacha no lo sabía, pero lo que tenía claro es que debía sacar de allí al malherido Kraken. Quizás incluso deberían pensar en retirarse, pues aquel combate les superaba cada vez más. 

Por ello se agachó y volvió a tirar de su reserva de energías, buscando curar al enorme semigigante, mientras intentaba tirar de él para alejarle del peligro. 

En cuanto Elianne vio caer a El Kraken, conjuró una niebla para que los rodease y les facilitase la huida. Mientras, Zarus se hizo invisible y tomó el arma de Sanya para devolvérsela y tuviera algo con lo que luchar.

Lucrecia comprendió que por mucho que sus compañeros insinuasen la idea de retirarse, que aún no era el momento. Así que decidió lanzar uno de sus últimos conjuros más poderosos para cegar a una de las dos criaturas repugnantes que los estaban atacando. Después Sanya, con el arma en mano que Zarus le había devuelto trató de golpear con extrema fuerza al enemigo cegado cercenándole la cabeza de un solo golpe y reduciendo su cuerpo a auténtico polvo.

Raellia se acercó al Kraken e hizo que sus manos brillasen sobre su herida para que parte de ella se curase. El Kraken abrió los ojos, y aún agotado recuperó la consciencia y después Raellia dio un paso de 5' arrastrándole y alejándole del combate.

El ser repugnante que quedaba en pie atacó a Sanya que estaba ligeramente cubierta por la niebla y por eso no logró hacerle ningún daño.

El resto de ladrones volvieron a lanzar las fechas sobre la enana, pero por culpa de la niebla no llegó a alcanzarla ninguna.

La enana dió gracias a Moradin y a la niebla por librarle de aquel mordisco y respondió con un tajo de su hacha bastante salvaje, qué amenazó con destrozarle el pecho al monstruo

El kralen abrió los ojos y, una vez más, se encontró con Raellia, su angel de la guardia personal.

-RAELLIA!...

El semigigante se levanto trabajosamente y se dió cuenta de que seguía medio KO, asi que se quedó ahí, tambaleándose.

Lucrecia desconocía si su conjuro había hecho efecto, pero todavía escuchaba los gritos y el ruido de golpes propios de la batalla. Y podía escuchar el ya familiar sonido de las saetas de los ladrones cortando el aire, demasiado cerca para su gusto.

Cuando habían aparecido las dos criaturas, los ladrones se habían colocado en el recodo del pasillo. Confiando en que siguieran en el mismo lugar, Lucrecia conjuró un encantamiento somnolecedor en esa posición.

Haced lo mismo, pidió a las demás. Suponiendo que la fuente de sus poderes no estuviera ya seca. O volved arriba.

Con las manos por delante, siguió avanzando entre la niebla hasta que distinguió la armadura de Raellia.

Al oir aquello, Namarra comenzó a subir. Su magia se había agotado y su honda poco podía hacer contra los bandidos. 

Elianne casi había agotado sus acopios de magia, pero podía lanzar algunos conjuros más. Se dirigió hacia las escaleras mientras revolvía en su bolsa de componentes y al llegar frente a los primeros peldaños lanzó el conjuro.

RAELLIA, SI TE QUEDA MAGIA, CURA UN POCO MÁS AL KRAKEN. SE SIENTE COMO SI SE FUERA A DESPLOMAR SI CORRE.

Aquello se les había ido de las manos totalmente. Asintió levemente al Kraken, dedicándole una sonrisa nerviosa, mientras pensaba qué hacer. Qué podían hacer realmente. Si salían corriendo de allí, aquellos tipos les perseguirían y convertirían en alfileteros en el bosque. Si aguantaban y seguían tirándoles sorpresas a la cara, caerían. Lo mismo se podía aplicar si retrocedían al piso superior. Podría haber perfectamente otras salidas, u otras sorpresas. 

Cada vez más alterada, dedicó otra pizca de sus dones al Kraken, adoptando una postura defensiva. La enana y Zarus no habían retrocedido aún, o al menos no les había visto. Aún tendrían que aguantar. 

Había ido bien el pasarle el hacha a Sanya. Ellos tenían oportunidad de acabar con los asquerosos seres que tenían cerca, pero el hombre rata seguiría dando problemas.

Yo los cubro, ustedes retroceda. Zarus concentró su nergia para convocar sobre él una fuerza que le protegiera de los próximos ataques que pudieran venir.

Sin pensarlo mucho, Zarus dio un paso a la izquierda y en diagonal, para que Sanya pudiera moverse hacia atrás, si lo deseaba.

Sanya alzó su hacha con fuerza con la intención de decapitar al monstruo que tenía delante, aunque no lo logró, sí que le hizo un corte demasiado horrible y un líquido viscoso y maloliente empezó a brotar de él. Después, Lucrecia lanzó su conjuro de dormir sobre los enemigos que había al fondo del pasillo, y aunque no pudo verlo, dos de ellos quedaron afectados.

Namarra escuchó las palabras de sus compañeros y dio media vuelta para huir de allí. Elianne trató de dormir a los dos que habían caído también dormidos pero no lo consiguió. Raelia se encargó de curar un poco más al Kraken para que éste pudiera moverse con más tranquilidad e incluso ayudar en el combate si así lo deseaba. Finalmente Zarus se puso delante de El Kraken para protegerlo, aunque nadie había visto lo que había hecho.

Los ladrones, al ver que sus compañeros habían caído dormidos, se giraron sobre sí mismos, y le dieron un par de patadas y ambos se despertaron al instante.

Mientras tanto, el ser repugnante que aún estaba lejos de ser reducido a polvo, como su compañero, se abalanzó sobre Sanya para clavarle sus colmillos y arañarle en el cuello dejándola paralizada e inconsciente en el suelo.

Era algo extraño encontrarse entre la niebla mágica. Por un lado, era reconfortante, como estar en una isla, aislada de todo y todos, mientras escuchaba lo que sucedía a su alrededor. Por el otro, era angustioso, pues sabía que la pelea continuaba, pero no sabía qué estaba sucediendo.

¿Qué está pasando? llamó. ¿Por qué no retrocedéis? Podemos reagruparnos arriba y defender las escaleras.

Si retrocedía, dejaba solos a sus compañeros de vanguardia. Si avanzaba, se arriesgaba a que la criatura, o los ladrones, si es que habían soportado el efecto del conjuro, la acribillaran.

El kraken sintió cómo el aturdimiento se despejaba y se disponía a correr cuando vió caer a Sanya. Rápidamente, el semigigante la recogió , se la subió al hombro y se movió hacia las escaleras. 

-EL KRAKEN LLEVA A SANYA! RETIRADA!

Namarra los espera a todos arriba, en el bosque. Mientras suben, mezcla el dinero de Elianne con el suyo y arroja la bolsa de ella a los matorrales.

Aliviada al saber que la primera linea también decidía retirarse, Elianne hechó a correr por las escaleras.

Tenía una última idea, volvió a lanzar Sonido Fantasma aproximadamente en el pasillo neblinoso, y con una voz que claramente no pertenecía a nadie en el grupo, la voz de un semiorco que se había cruzado al entrar en la ciudad, dijo
—¡Todos retírense, yo los detendré aquí abajo! ¡Elianne espera arriba!— mientras el sonido de una espadón desenfundándose, junto con el de los pasos pesados de una persona en armadura completa bajaban la escalera.

Una vez arriba, se quedó junto al hueco que bajaba, esperando a que sus compañeros volvieran.

Las cosas se iban complicando un poco más, ya que la niebla no dejaba ver ni lo que ellos mismos hacían. Zarus escuchó a su compañera recibir el ataque de aquella horrenda criatura y se apresuró a tomar puesto al frente para dejar que sus compañeros retrocedieran, pero al parecer nadie notó lo que hacía.

VAMOS! MUEVANSE! LOS DETENDREMOS ACÁ! USTEDEN SUBAN! dijo apoyando el engaño de Ellane. El grito de Zarus se escuchó delante de todos, así que dejaba claro su ubicación.