Partida Rol por web

No tardaron mucho en dejarlo atrás y llegar al vado del río, por donde estaba el camino del viejo castillo. El sonido de los cascos de sus caballos, al galope, les acompañaba junto a la cantarina melodía que emitía el río al pasar y el agua de la lluvia al caer a su alrededor, que había convertido los caminos en un verdadero barrizal. De vez en cuando, un relámpago cruzaba el cielo, con el invariable acompañamiento de un trueno que parecía ir siguiendo los pasos de los aventureros. La mayoría del camino se lo pasaron en silencio, cada uno con sus fantasmas internos y con una sensación de peligro que se iba acrecentando conforme iban alejándose de Fairhill.

Al poco de sobrepasar el vado, llegaron al desvío del bosque, por donde habían podido atajar la primera vez que había ido allí, o al menos, esa era la impresión que les había dado. Debían decidir si seguir por el camino normal, que se estrechaba mucho llegando al castillo formando una zona perfecta para una emboscada o si, por el contrario, ir por el supuesto atajo del bosque y arriesgarse a desorientarse y perder más tiempo, pero que su avance pasara inadvertido.

- ¡Eh!, ¿a qué sus paráis? ¿Que tenéis ganas de giñar o qué? - preguntó el basto de Wick

Fue ignorado por la mayoría del grupo, llevándose una leve reprimenda por parte de Rashaniel, que, por no esperada, fue especialmente efectiva. Ambos dos consideraban al semi-elfo un papanatas, pero no esperaban verle sacar algo de genio, así que callaron...por un rato. 

Se introdujeron en el bosque, que rápidamente les rodeó proporcionándoles cobertura contra la vista, y parcialmente contra la lluvia. Aquí el agua no les caía tan directamente, sin embargo, en lugar de una lluvia fina y constante, tenían que soportar gruesos goterones que caían de las ramas y de las hojas que estaban por encima de ellos, así como salpicaduras desde cualquier dirección conforme iban apartando ramas que azotaban el aire a su paso, para descargar la humedad que portaban en el rostro del siguiente. Rashaniel perdió de vista a su halcón, que le transmitió inseguridad por el vínculo telepático. Probablemente porque al halcón tampoco le gustaba perder de vista a su amo. 

Poco a poco fueron atravesando el bosque siguiendo el camino que habían recorrido previamente, siguiendo a los Orcos hacia el castillo. La hermana Kerri fue de invaluable ayuda en éste cometido, pues su memoria y capacidad para recordar detalles de lugares por donde habían pasado sorprendieron al resto del grupo, ahorrándoles tiempo y distancia...y probablemente algún que otro disgusto, pues uno no sabía qué criaturas se podría encontrar si deambulaba demasiado tiempo por un bosque así, aunque nuestros héroes ya tenían una idea aproximada de ello. Mientras caminaban, el cielo sobre sus cabezas pareció cobrar nuevos ánimos. Los rayos se escuchaban cada vez más intensos, la lluvia caía más copiosamente, y las ramas, aunque aún les protegían, se zarandeaban violentamente.

Casi tres horas después de haber entrado en el bosque por el sendero, llegaron de nuevo al Castillo. 

Ahora tocaba la parte dura, aunque hasta ahora, habían tenido suerte porque no se habían encontrado con ninguna emboscada o enemigo. Quizás el destino les estaba ahorrando fuerzas para el enfrentamiento con el lich. 

Al salir de nuevo a descubierto, comprobaron que la tormenta se había intensificado, haciendo del día, la noche. La lluvia caía como un verdadero aguacero, así como el gélido viento les golpeaba furiosamente la cara. Tenían que girar la cabeza para poder hablar, y andaban contra el viento, por lo que tenían que realizar un esfuerzo extra para caminar, como si los mismos elementos estuvieran intentando alejarlos de allí, así como esquivar de vez en cuando una rama rota, hojas o barro que les impactaban de frente. 

Rashaniel sintió pánico y agotamiento intensos, y pudo ver a su familiar luchando contra el viento y la lluvia para llegar a él. Poco a poco le fue ganando la partida al viento, pero a punto de llegar a su lado, el halcón cayó en barrena, completamente exhausto. Los reflejos de Sirya le permitieron coger al pájaro justo a tiempo, antes de que impactara contra el suelo. 

—Buen trabajo, hermana —reconoció Groland, algo que la clériga prácticamente tuvo que deducir leyéndole los labios, de tan fuerte que era la tormenta.

Un relámpago rasgó el cielo y un trueno lo acompañó al instante. Oculto por la vegetación, Groland concentraba todos sus sentidos en el castillo. Al cabo de un poco, el guerrero pidió a los demás que se reunieran en corrillo con él. Era la mejor forma de hablar sin tener que gritar.

—Debemos rodear el castillo y buscar algún signo de nuestros enemigos —opinó mientras los goterones caían sobre el grupo y el viento y la lluvia rugían—. Con discreción. Si no están, entraremos a comprobar si el sello sigue en su sitio.

Tras dejar el vado y el camino, el paisaje se tornó distinto, más lúgubre y terrible, y con este su actitud. Al encontrarse de nuevo en medio de un bosque, aunque no fuera el mismo ni estuviera sola, todo su valor se desvaneció, recordando de manera demasiado vívida el encuentro con Vortinger, y dándose cuenta de golpe que, de nuevo, aquél malvado brujo la acechaba.

– No, esta vez él es la presa – dijo en un susurro quedo que se escapó de su garganta, pero en voz tan baja que el viento que corría entre los árboles la silenció.

Poner palabras a sus pensamientos, sin embargo, la hizo recobrar la compostura, al menos un poco. Empezó a sentir otra vez el frío y la humedad, en vez de miedo y angustia, y poco a poco recuperó la valentía que la había impelido a ir hasta allí, y que la llevaría hasta el lich o donde hiciera falta. 

Animada de nuevo, continuó, al amparo de la floresta, siguiendo sin rechistar a Kerri, cuyas indicaciones no tenían ningún sentido para ella pero, al parecer, no iban desencaminadas. Mentiría si dijera que no se sorprendió un poco cuando lograron salir de allí sin perderse, pero aquél asombro no fue nada comparado al ver el castillo frente a sus ojos, tan cerca que podía avanzar y tocarlo; pese a ser del pueblo, jamás la habían permitido ir hasta allí, y aunque a veces lo había visto en la distancia, estar a escasos metros de aquella vieja fortaleza la hizo estremecerse, y no todo era culpa del intenso aire que helaba allí dónde la constante lluvia tocaba su cuerpo, ni tampoco del plomizo cielo gris que había oscurecido el día como un presagio de futuro.

Le pareció entonces oír a Groland, rompiendo con su voz el fuerte vendaval. Iba a responder, pero la tempestad atrajo hacia ella una piedra que, por los pelos, logró esquivar, haciéndola llevar la vista al cielo para maldecir a los dioses por aquella prueba; entonces vio al halcón. Si a ellos les estaba costando caminar, no quería imaginar lo que las corrientes harían al pobre pájaro, y como si su idea se volviera real, este empezó a caer de repente, incapaz de mantener sus alas durante más tiempo. Fue un instante, un reflejo involuntario que la hizo saltar a un lado y, justo antes de que el ave tocara el duro suelo, cogerlo. 

Con una mueca de lástima lo acunó durante un segundo, protegiéndolo de los elementos aún sabiendo que no podía protegerse ella, y luego se lo tendió a Rash. No dijo nada, ni hacía falta que se lo dijeran a ella. Simplemente asintió y miró, una vez más, al guerrero. 

– Yo creo que deberíamos ir directos al sello – respondió ella, dando su opinión al respecto, y apresurándose a explicarse a continuación –. No creo que se dediquen a pasearse por la fortaleza, y si sabían del medallón y lo que se esconde aquí, estoy seguro de que sabrán ir rápido hasta su destino. Es mejor no perder mucho más tiempo, y acabar cuanto antes.

Lo decía en serio, aunque nada tenía que ver con tener ganas de enfrentarse rápido con cualquiera de los enemigos que tenían por delante. Más bien era una cuestión de no querer dar vueltas por aquél lugar desolado, ni tener que mantener los nervios que afloraban a flor de piel amenazando con bloquearla en cualquier momento; no, ahora era un buen momento para hacer frente a sus temores, si tardaban más, quien sabía lo que podía pasar.

Habian atravesado el bosque y ahora estaban delante del castillo, al parecer algunos estaban agradecidos y otros sorprendidos por la capacidad de Kerri en recordar cosas, y que se esperaban, de alguien que habia usado la memoria para todo en la biblioteca: Saber donde estaba tal libro o pergamino, acordarse de los detalles de tal criatura o tal regla de una ley, etc...
Al final eso le habia servido y ahora estaban delante de aquel lugar funesto que podia hacer levantar la tormenta o ser su tumba.
Groland queria investigar los alrededores y Syria queria ir directa al sello. yo por mi parte sopese la situacion de la inclemencia y digo:- A pesar de este tiempo creo que seria prudente mirar los alrededores, ya que si vemos algun signo de ellos y efectivamente han ido a abrir la puerta, no creo que el Lich este muy contento con esa visita, pues no es la de su amigo y por tanto quizas nos hacen el trabajo y salen muy tocados, facilitándonos el trabajo. y si no están entonces vamos al sello. Y cuanto antes empecemos mejor.

Durante la cabalgada, Rashaniel estaba ausente, distraído. Sus sentidos, vinculados a los del familiar que luchaba contra las inclemencias del tiempo, estaban saturados y ensordecidos. Se dejaba llevar por la montura, la cual seguía a sus compañeras como parte de una yeguada. Eso le permitió relajarse, cerrar los ojos e intentar enviar mensajes tranquilizadores al halcón, sin éxito.

Cuando llegaron a los alrededores del castillo, su semblante se ensombreció. Recordaba todo lo que allí había sucedido: no sólo los combates, sino ese arrebato furioso que había cubierto su cuerpo de sangre ajena cuando había golpeado el cuerpo de su oponente hasta que no fue más que un amasijo de carne y huesos rotos. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al recordarlo, y no vio cómo su familiar caía hasta que no fue demasiado tarde.

Afortunadamente, Sirya lo atrapó ágilmente, acunándolo y protegiéndolo. Cuando se lo acercó, el mago casi se lo arrebató de las manos, tomándolo en un delicado abrazo con un sentimiento que sólo alguien como él podría entender. Dedicó unos segundos a sumergir su nariz en el cuello de la criatura, quien le correspondió con un aleteo lento y pausado. Fue entonces cuando Rashaniel se incorporó y miró a Sirya con profundo agradecimiento en sus ojos enrojecidos.

- Gracias - dijo, con la voz ahogada. Ninguno podría entender lo que se rompería en su interior si algo le pasaba a su halcón, pero la joven había hecho un esfuerzo por proteger ese vínculo. No podía estarle más agradecido.

Tras llegar con dificultad a las puertas del castillo, Groland y Kerri comentaron sobre como actuar. Ella era más de actuar. Había que ir rápido a la capilla. No, debemos ir a la capilla! No podemos perder más el tiempo. Seguramente ya habrán entrado. Comprobemos el sello lo primero. Si sigue indemne montaremos guardia hasta que aparezcan. Podemos dirigirnos a la capilla por el camino más seguro para no ser presa de un ataque sorpresa, pero algo me dice que el mago y sus secuaces están dentro utilizando alguna magia oscura para poseer al Lich. Asiendo su escudo y su lanza tras bajarse de su yegua. Se preparó para avanzar junto a Groland.

La negativa de Sirya a seguir su Brillante Plan no sorprendió a Groland, que se reafirmó en su idea de que la chica era impulsiva y temeraria, pero la de Jerinor sí le pilló algo por sorpresa. Ambas le irritaron. En otras circunstancias, las habría sermoneado, pero empezaba a ver lo fútil de esa estrategia. Probó con la conversación.

—No sabemos si ese lich está despierto o no, y de estarlo, no sabemos si verá a esta gente como aliados o como enemigos. ¡No sabemos nada! ¿Y si es una trampa? ¿Y si creen que el lich les dará problemas y quieren librarse de nosotros primero? —preguntó al grupo, pero claramente a las dos mujeres con prisas—. No digo que peinemos la zona, sólo que... ¡Por Tempus! —estalló—. Que no seamos insensatos. Vayamos con cuidado.

Groland aprovechó el momento para compartir con Sirya -la única que no había estado allí con ellos- lo que ya sabían sobre el castillo. Al final, sabiendo que no podía atar en corto a la chica para siempre y que debía darle algo de confianza para ver si era de fiar, Groland dijo:

—Pero entiendo la urgencia —concedió, mirando para Sirya y Jerinor. Se tomó unos instantes antes de continuar.— A ver qué os parece esto: tú y, sobre todo, tú —dijo señalando a Rash y a Sirya—, que sois los más silenciosos, entráis por esa puerta y os asomáis al patio. —La puerta señalada era la de la torre noroeste, donde acababa el sendero.— Además, podríais coger otra vez un poco de ese limo verde, ¿recuerdas, Rash? —Se refería al limo verde que había devorado el brazo del ogro y que estaba en el bajo de la torre.— Si no veis nada, asomaos al patio y esperadnos. Mientras tanto, los demás rodeamos el castillo y nos asomamos por el derrumbe del oeste y el terraplén sur. —El derrumbe mencionado podía intuirse desde donde estaban.— Si ninguno vemos nada, a una señal, entramos e inspeccionamos la torre de la trampilla —la sudoeste— y la capilla. Si los encontramos, les hacemos salir como sea, para obligarles a luchar en el patio. Con dos tiradores en el campanario, sobre la capilla, y el resto abajo, podemos darles problemas. Y si ya han abierto el sello… —Tomó aire.— Pues bajamos.

No dijo nada más. En su silencio había implícita una pregunta. Una mirada al frente, a través del corrillo, le permitió comprobar que los caballos seguían donde los dejaron, atados a los arbustos.

- Ah, no no, nonono - dijo, negando categóricamente - Ese día estaba especialmente hábil y no conocía los efectos específicos de ese limo. Después de lo que hizo con el ogro... no quiero acercarme a menos de diez pasos de esa cosa*.

El mago se había tranquilizado al tener cerca a su familiar, quien ahora se refugiaba dentro de su túnica, en el interior de la manga del brazo que llevaba el báculo, lo que le daba un aspecto de ilusionista de feria.

- Yo me adentro con Sirya si hace falta, tienes razón - dijo, mirando sus armaduras - Aún con este tiempo, podéis ser muy escandalosos con todo ese hierro encima.

Tuvo que contenerse para no burlarse del guerrero por su continuo afán por sugerir planes que llevaban a todos a perder el tiempo, y en vez de eso simplemente asintió y sonrió, aunque por la forma en que lo hizo, y las miradas que echaba...

Era mejor no pensar demasiado en ello, definitivamente. 

Aún así, pronto fue perdiendo las ganas de bromear, y ganando interés. Durante un instante se había sorprendido al ver como Jerinor la apoyaba, durante el segundo siguiente se había asustado, de una manera demasiado vívida, ante la simple posibilidad de que el lich y el brujo no se mataran sino que se aliaran o uno controlara al otro, pero apenas un poco después volvía a tener algo que hacer, y eso despejó su mente; aunque a Groland parecía dar vueltas y rodeos sin fin alrededor de las cosas – algo que ella detestaba, pues ya había esperado demasiado tiempo en su vida para algo como aquello –, al menos tenía que aceptar que, cuando se lo proponía, sus planes no eran malos del todo. Una vez superada la terquedad del hombre, podía ser hasta listo y razonable, lo cual le hacía, una vez más, ganar puntos. 

Con una sonrisa y poniendo ojitos al mercenario, se acercó hasta él con picardía – intentando forzarse a que el fuerte aire no la hiciera moverse con torpeza –, y le paso un dedo por el pecho – aún sabiendo que llevaba la armadura y ni lo iba a notar –, desde la parte media de sus pectorales hasta lo que sería el ombligo, y luego rió mientras daba un paso atrás. 

– Haremos eso que dices, no habrá problemas – le guiñó un ojo, a la par que bajaba la voz –. Pero tened cuidado, y no llames mucho la atención. Ji, ji.

Luego se dio la vuelta, miró a Rash, y asintió.

– Vamos entonces, y háblame a mi de ese limo verde – pidió convencida. 

Cuando Groland dice a Rash que coja el limo y el se niega respondo:- No hay que tentar mas de una vez a la suerte, la primera vez tuvo suerte, la segunda, puede ser que no lo consiga y tengamos mas problemas que beneficios.
luego miro al rededor y concluyo, me parece correcto el plan, de todas formas si conseguimos que el lich o el grupito de capullos salgan al patio, alguien deberidad operar el arma de asedio, sobre todo si sale el Lich, creo que por algo esta hay apuntando hacia el interior, y no se me ocurre otra criatura mas peligrosa que un lich en estos momentos.

Con la tormenta rugiendo en lo alto, Groland se encargó de dar unas escuetas instrucciones y todo el mundo se separó, pese a la reticencia de los dos hombres de Fairhill. Manifestaron que el lugar no les hacía gracia y que les habían ordenado no separarse del grupo, pero aún así, una mirada a la taciturna cara del grupo en general, les bastó para dejarse de tonterías. La lluvia calaba sus ropajes, sus cuerpos y hacía más resbaladizo el camino, por lo que tampoco era la situación más ideal para perder el tiempo discutiendo. Con una mueca de disgusto, ambos se dirigieron hacia donde se les había ordenado, tras sacar sus armas y prepararse para un más que suponible combate.  

Mientras sus compañeros se dirigían hacia la pared derruida del castillo, al mago y a la recientemente nombrada aventurera les tocaba la parte de abrir una puerta pesada, de hierro en su mayor parte, y sabiendo que un limo verdoso altamente corrosivo aguardaba en la otra parte de la misma. A todo ésto había que añadirle que, quizás también tuvieran enemigos emboscados esperándoles. Con precaución, Rashaniel se acercó a la puerta e intentó abrir el enorme candado que cerraba la puerta por la parte de afuera. 

Quizás el sonido del cerrojo al abrirse o al pasar por el ojo del cierre fue demasiado fuerte para el semi-elfo, aunque la tormenta y sus rugientes rayos ayudaban a no ser escuchados con facilidad, si no todo lo contrario, pero la cuestión es que nada más apoyar la mano en la puerta, ésta se desmoronó como si apenas fuera una cortinilla de humo. Dieron dos pasos en el interior del torreón y Rashaniel se percató de un par de cosas, pues él sí había estado allí, no como Sirya, que era la primera vez que pisaba aquella zona, con la consecuente excitación por vivir una aventura nueva. 

Las antorchas que antes formaban un círculo en las cuatro paredes estaban todas apagadas, y el limo verde ya no estaba allí. Nada más acostumbrarse a la penumbra del interior, Rashaniel se percató que ya no había una escalera de madera que subía al primer piso a la izquierda de la entrada, había desaparecido, y la puerta que debería estar enfrente, de madera y metal, tampoco estaba ya. 

Con la tormenta rugiendo en lo alto, Groland se encargó de dar unas escuetas instrucciones y todo el mundo se separó, pese a la reticencia de los dos hombres de Fairhill. Manifestaron que el lugar no les hacía gracia y que les habían ordenado no separarse del grupo, pero aún así, una mirada a la taciturna cara del grupo en general, les bastó para dejarse de tonterías. La lluvia calaba sus ropajes, sus cuerpos y hacía más resbaladizo el camino, por lo que tampoco era la situación más ideal para perder el tiempo discutiendo. Con una mueca de disgusto, ambos se dirigieron hacia donde se les había ordenado, tras sacar sus armas y prepararse para un más que suponible combate. 

Mientras sus dos compañeros se quedaban atrás, encarando la torre nor-oeste, ellos siguieron adelante, a trompicones, y pasaron cerca del terraplen que daba al lado del campanario. Con una mirada que iba desde el rencor más profundo al odio más siniestro, los dos nuevos acompañantes del grupo se separaron y comenzaron a subir el terraplen embarrado, esquivando las estacas de madera profundamente clavadas en él como una primera línea primitiva de defensa, trabajo de los Orcos. 

Los tres siguieron adelante y rodearon la torre sur-oeste, llegando hasta el otro terraplén, por donde habían escapado Tavik y alguno de sus hombres. Un fuerte olor a descomposición les llegó nada más terminar de subir, trabajosamente, el terraplen. Al terminar de llegar arriba se dieron de bruces con un par de cadáveres de orcos, que ya presentaban signos de descomposición y un fuerte olor a muerto. 

Nadie se había molestado en ir al castillo y enterrar o quemar los cadáveres, por lo que habían permanecido allí y ahora eran mudos testigos de su entrada al mismo. 

No consiguieron ver nada que se moviera, ni nadie que acechara, a pesar de que durante un largo minuto estuvieron observando con precaución tanto la parte alta de las torres, como los pasos semi-derruidos de la parte por donde debían pasear los guardias en las murallas. 

Al poco, vieron aparecer semi-agachados y titubeantes, a Esmar y Wick por la entrada que les había tocado. Ambos dirigieron sendas miradas al grupo y siguieron adelante. 

          Aquella iba a ser su primera prueba real, iba a ser la primera vez que demostrara, sobre el terreno y con el peligro acechando sus pasos, lo que valía. La llave no funcionaría, culpa del tiempo y la corrosión, así que el semielfo se vería obligado a pedir su ayuda para que forzara el candado; lo haría con sigilo, sin alertar a los posibles enemigos que hubiera al otro lado, y después, cuando lo lograra, se escurriría al interior del torreón para ser ella la que sorprendiera a los traicioneros adversarios que esperaban emboscados, sin duda alguna. Acabaría con alguno antes incluso de que se dieran cuenta de que estaba allí, moviéndose por las sombras convertida en una más, y luego...

          Rashaniel tocó la puerta, que se desmenuzó, y acabó con todas sus épicas fantasías. No iba a poder demostrar nada, más que lo bien que caminaba en un lugar vacío, sobrio y frío que se caía, literalmente, a pedazos. Parte de su excitación desapareció en un primer momento, mientras observaba a su alrededor dándose cuenta de que ni siquiera podía ver ese peligroso limo verde del que habían hablado sus compañeros. Fue el primer indicio de que algo no iba como debería, la primera semilla de su recuperada emoción. El resto llegó solo, al mirar al hechicero y darse cuenta de que estaba tanto o más sorprendida que ella misma. Miraba a determinadas zonas como si las cosas no estuvieran como debían estar, y ella notó que volvía a recorrerla un escalofrío que la hizo vibrar, y nada tenía que ver con el frío que se colaba a través del hueco que había dejado el portón ni el miedo a lo que venía. No, era más bien todo lo contrario, algo que, de haberse dejado llevar, la habría hecho correr directa hacia cualquier lado, en busca de más descubrimientos. Tuvo que hacer uso de su fuerza de voluntad para seguir sus enseñanzas, quedarse quieta, e inspeccionar el lugar con calma, mientras esperaba alguna explicación del arcano.

          – ¿Ocurre algo, Rash? – preguntó, alentando sus palabras y acelerando el proceso.

Tras cerrar los detalles del plan, Groland deseó suerte a todos y trató de animarles con varios comentarios ligeros. Había comprendido la decisión del mago de no volver a arriesgarse con el limo carnívoro. También había asentido a la sugerencia de Kerri de usar el escorpión, aunque no había entrado en detalles. En cuanto a los comentarios de la irritante hija del alcalde, obviamente lascivos, la única respuesta del cormyriense fue un gruñiente suspiro. Antes de que el grupo se separase -una maniobra aparentemente menor, pero peligrosa en aquellas circunstancias-, dedicó un segundo al mago.

—Mucha suerte ahí dentro, amigo —le dijo, mirándole brevemente a los ojos y apretándole el hombro con la mano durante significativamente largos instantes—. Y gracias.

Poco después, el guerrero ya se alejaba entre la maleza que rodeaba al castillo, junto a sus dos compañeras, camino del terraplén sur.

Dejando a Esmar y Wick -un auténtico dolor en el culo, pero dos espadas más en la partida- trepando por el muro derruido, Groland avanzó tan sigilosamente como fue capaz hasta su destino. Con el dorso del codo sobre la boca y la nariz, oculto por los cadáveres enemigos, Groland oteó las torres y los muros en ruinas, pero no vio nada. Cuando vio a los dos guardias aparecer en el muro oeste, comenzando a internarse en el patio, el guerrero maldijo en voz baja.

—¡Par de idiotas! ¡Deben esperar! No sabemos si Rash y Sirya han encontrado problemas —susurró a sus dos compañeras—. Esperemos a que aparezcan: si tampoco ven peligro, descenderemos a ver la torre y el sello —añadió, señalando la torre sudeste.

Y eso se dispuso a hacer: esperaría a que el mago y la chica dieran señales de vida. Entonces, buscaría su atención y les haría una señal para hacerles saber que no había peligro. Luego, no habiendo indicios de actividad en la fortaleza, descendería a la susodicha torre y, con cuidado, la investigaría. Confiaba que Jerinor y Kerri le seguirían. También indicaría con señales a sus otros cuatro camaradas que hicieran lo mismo con la capilla y el campanario.*

Cuando nos separamos sigo a Groland marchando detras de el. Damos un rodeo al castillo y llegamos a la parte sur donde esperamos.
De repente aparecen los dos paletos y Groland se cabrea. yo sigo las indicaciones de Groland y cuando diga que avancemos avanzare, mientras tanto miro el castillo y nuestra espalda, por si hubiera solpresas.

Deambular por aquellas ruinas sin sus compañeros hacía que se sintiera realmente incómodo. No sólo por la presencia de Sirya - no dudaba que la muchacha tuviera sus habilidades, pero si cerraba los ojos, Rashaniel aún podía ver los rostros de sus compañeros durante la refriega en la casa - sino porque él no era un guerrero. ¿Qué podría hacer si se encontraba con alguno de los mercenarios? Ni siquiera llevaba la ballesta preparada, ¿en qué demonios estaba pensando? Cuando se aproximaron a la puerta, situó un virote en el canal y puso el seguro.

Empujó la puerta y... ¿qué acababa de suceder? Había algo que no entendía. Un movimiento inquieto del halcón peregrino en su manga le hizo estremecer, y el mago miró a su alrededor. Faltaban cosas. Y entendía que las antorchas pudieran estar apagadas, pero un limo corrosivo no desaparecía así como así, ¿y una puerta? ¿Una escalera?

- Tengo un mal presentimiento - respondió a Sirya - Faltan cosas... y ahí debería estar ese limo del que hablamos antes.

Se acercó a la pared donde debería estar la puerta, palpando los bloques de piedra. ¿Estaban recién puestos?

     Asintió.

     Claro que pasaba algo, las cosas no cuadraban, y no sólo era la puerta de hierro que se había vuelto polvo en sus mismas narices. Ahora que Rash lo decía, iba adaptando su vista para encontrar aquello que no estaba, al contrario de lo que habría hecho habitualmente, para encontrar pequeños tesoros. Lo primero que llamaba la atención, por supuesto, era la falta de salidas. ¿Qué sentido tenía hacer un torreón en un castillo si se entraba desde fuera? Era eso, sin duda, lo que el semielfo buscaba en la pared, palpando como si quisiera descubrir que había sido de la puerta que debía estar allí. El segundo elemento discordante en aquél lugar, era que no había escalera. El torreón era alto, y tenía almenaras, las había visto desde el exterior. Al no ser que esperaban subir allí mediante magia – que todo podía ser, vete a saber –, allí haría falta algo. Era, por supuesto, lo que sin saberlo la había mantenido en alerta. Los demás elementos, como el limo, habrían pasado desapercibidos si no los hubiera estado buscando, pero aquellos dos no. Y lo que fuera que hubiera alterado de tal manera la construcción, sería poderoso, muy poderoso. Era como si el castillo entero estuviera.... 

     – Cambiando – le dijo la vocecilla en su interior, que también, al parecer, habló en voz alta. De todas formas, supo que era verdad: todo el lugar estaba adaptándose a lo que estaba por venir, transformándose según los designios de su señor.

     – Debemos darnos prisa – sugirió a Rash –. Será mejor que nos reunamos con los demás, no podemos perder tiempo investigando esto – y es que tampoco hacía falta. Encontrarían al responsable en las catacumbas del castillo. Eso les habían dicho, y era hora de comprobarlo. Aquél despliegue de poder, tal vez, haría que todos se dieran prisa en seguir la pista que tenían, en vez de recorrer e investigar los corredores que fácilmente podían convertirse en un laberinto mientras caminaban.

El hedor de los cuerpos en descomposición de los cadaveres hizo que Jerinor se pusiera aún más en guardia. Algo pasaba con  Sirya y Rash, parecían tardar y eso le daba mala espina. Al hablar Groland, asintio a sus palabras, haciendo un aspavientos  a los dos pueblerinos para que permanecieran en su posición. Esperemos que esten bien Groland! No me gusta esto, pero alguien tiene que hacer el trabajo. Sabes que iria contigo hasta el mismisimo infierno. Esperando a continuación señales del resto. Mirando los cadaveres con detenimiento.

Groland desvió un momento su atención de la torre noroeste para mirar a Jerinor y asentir a sus palabras con gratitud, emoción contenida y camaradería. Cuando el guerrero volvió a mirar al frente, en cambio, se le escapó un fatalista:

—Puede que hoy tengas la oportunidad de demostrarlo.

Más allá de eso, siguió esperando señales de su amigo y la chica. La mirada de Jerinor a los cuerpos le hizo detenerse un segundo en ellos. ¿Había algo extraño en ellos?