Partida Rol por web

A la voz de Arue, Fendrin volvió la cabeza. Una tenue sonrisa, casi infantil, transformó de repente su rostro, de rasgos proporcionados con pequeños pómulos debajo de los ojos marrones. - Quizá haya una esperanza y me ayuden. Pensó. - Todo ocurrió en mi antigua granja. El nuevo propietario no se pasa por allí y se ha deteriorado. Los campos están abandonados y sin arar, mientras el arado se oxida entre los surcos. Dijo quebrándose su voz en falsete. - Dicha propiedad es la última saliendo por el camino del sur de Fairhill a mano derecha, dejando atrás tres campos de labranza.

Aparté a Brand un poco del hombre y me acerqué para poder susurrarle en voz baja.

- No creo que podamos encontrar al niño, tal vez sólo su cadáver si tenemos suerte, pero podríamos enfrentarnos a una bestia formidable. No creo que haya mucha gente que pueda decir eso - pensando en el tipo de persona que creía era Brand añadí una última sugerencia - Y podríamos evitar que algo así ocurriese de nuevo. Los granjeros no pueden luchar contra un monstruo así.

Ante la perspectiva de un monstruo al que derrotar a corta distancia del pueblo a Brand se le despejaron todas las dudas, buscaría una forma de avisar a sus compañeros para que fueran conscientes de donde estaba y partirían ya.

-Entonces no se a que estamos esperando. -dijo mientras se levantaba de la mesa con un salto sobresaltando a los clientes cercanos.- Si hay un monstruo peligroso cerca tenemos que encargarnos de el, y si su hijo sigue vivo le salvaremos. Muéstranos el camino y partamos ya.

Ahora sí, Fendrin sonrió completamente. La esperanza de volver a abrazar a su hijo le hicieron sentirse vivo otra vez. Pero había un problema, estaba demasiado borracho. - Quiero ir con vosotros pero mis facultades están muy mermadas en estos momentos. Además solo vosotros dos ... es imposible que podáis acabar con esa bestia y puede que no esté sola. Necesitaremos más ayuda y yo estar lo más sobrio posible. - ¡Maldita sea!, ¿porqué habré bebido hoy?

-Pff, tonterías. -contesta Brand con despreocupación mientras se vuelve a sentar- Un monstruo no sera tanto problema por muy fiero que sea, pero si te hace sentir mejor esperaremos hasta mañana. Desgraciadamente no puedo asegurarte que entonces podamos ayudarte, pues tengo compañeros que esperan que este con ellos, y si deciden ocuparse de otros asuntos deberé acompañarles.

Teniendo en cuenta lo que sabía de las mantícoras, tal vez si sería una buena idea esperar al resto de su grupo, pero no estaba segura de que ellos quisiesen entonces. Claro está que no tenía ningún motivo personal por ir tras esa mantícora, ni tan siquiera había propuesto mi ayuda a Fendrin, así que si no podía ir...ya mataría monstruos en otro lugar para seguir mi camino.

Me limite simplemente a asentir a Brand, en cuánto a lo de esperar a sus...nuestros, compañeros.

-De todas formas ahora no estas en condiciones ni de llegar a tu casa. -continua el hechicero- Deja que te ayudemos y muestranos donde vives, así sabremos donde buscarte cuando vayamos a ir a por la mantícora.

Levantandose de la mesa esta vez con mas calma, Brand ayuda al borracho a ponerse en pie mientras hace un gesto con la cabeza a Arue para que los siga.

-No te olvides de pagar a la posadera. -dice con un guiño sugestivo a la semielfa cuando se da cuenta de que les da una mirada curiosa.- Y mientras estamos de camino cuéntanos cualquier otro suceso que podría ser de interés a alguien como nosotros.

Aquella atmosfera de tranquilidad y de paz tenia ensimismado a Rizzen. Las palabras de la joven elfa sobre Freya y las mujeres guerreros le causo fascinacion. Seria una imagen verdaderamente sublime verlas en accion, luchar con el poder de su divinidad a su lado, de la misma forma que Lazhander estaba del suyo 

Diosa de la fertilidad, del amor,... y ademas lider de una grupo de amazonas guerras. Curiosa y admirable combinacion. No teniamos pensado irnos a ninguna parte en un tiempo, al menos yo, por lo que ruego si tuvierais necesidad nos indiqueis en que podemos ayudaros, Shandrill. No andaremos muy lejos... Mientras si me permitis, rezare por vuestra diosa en esta su morada, a la par si no os parece sacrilegio tambien a Lazhander.

Groland escuchó con atención las palabras de Greinh. La propuesta no sólo le pereció una buen forma de hacer algo de ejercicio y MATAR ORCOS -siguiendo los deseos de su padre-, sino que así podría agradar a la diosa y al culto local, y ganar fama. Lo que es más: aquel giro de los acontecimientos sería fácil de compaginar con sus planes de cumplir la palabra dada a Voril, el herrero. Se acercó al paladín y le puso una manaza en su hombro.

-Sí: un donativo de oro... ¡Y otro de acero! -celebró, riendo-. ¡Estoy contigo, compañero! -Luego, añadió en voz baja:- Es más: tengo una propuesta que haceros relacionada con los orcos, que os explicaré cuando nos reunamos con Brand. -Se dirigió de nuevo a la sacerdotisa, pero sin titubeos.- Secundo las palabras de sir Greinh, eminencia: pongo mis armas al servicio de Fairhill contra los orcos. Tempus, Lathander, Chauntea -dijo llevándose una mano a sus colgantes- y vuestra Diosa sean testigos de mis palabras.

Aunque Rashaniel había pretendido que sus oraciones fueran en un lugar en silencio, de lejos escuchaba el murmullo de las voces de Groland y Rizzen. Sonrió para sí al recordar la expresión de sus rostros al ver a la sacerdotisa, y se preguntó cómo se sentirían si viajaran a su tierra natal. Allí había elfas tan hermosas como el brillo de la luna donde quiera que mirasen, y el sonido de sus voces era como el agua cristalina. Incluso su madre, se permitió pensar, era una de las criaturas más hermosa que había visto nunca. Aunque con un fuerte carácter.

No había encontrado un altar apropiado para Corellon Larethian, pero pudo encontrar un rincón apartado donde mantener su cabeza tranquila y aprovechó para dedicar unas oraciones a su dios. Le dio gracias por la suerte que había tenido en el camino, por protegerle y ayudarle a encontrar a un grupo tan variopinto y agradable. Le pidió que velara por su madre y, si seguía vivo, por su padre. Finalmente, como era costumbre, le rogó que le guiara en la senda apropiada y sus hechizos nunca se desvanecieran en la nada. Al salir del templo, entregó un dragón de oro como ofrenda para el Templo, y otro de parte de Brand, siguiendo su petición.

Se despidió nuevamente de la sacerdotisa elfa antes de volver a la taberna todos juntos.

Arue y Brand acompañaron al borracho a su casa que quedaba cerca de El Barril y la Jarra. Su conversación fue nula pues Fendrin cayó en un sopor nada más salir de la posada por lo que Brand le llevó en su mula para no cargar con él. A continuación dejaron a la mula en los establos de la otra posada pagando un dragón por la noche.
Cuando llegaron de nuevo a la Cocatriz borracha se encontraron con sus demás compañeros que venían de rendir respetos a los dioses y entraron todos juntos. Ya estaba atardeciendo y la posada estaba bastante animada tras un duro día de trabajo.

En cuanto el joven semielfo, que volvió junto con Greinh, Groland y Rizzen del Templo, posó la mirada en la piel de Arue, que se encontraba junto a Brand, se puso tenso. El vello de su nuca se erizó y se paralizó en el sitio, como si hubiera visto algo que le daba miedo y aversión a la vez. Sus ojos se movían rápido, recorriendo cada rincón del cabello y la piel de la joven, como queriendo saber si sus sentidos le habían engañado.

Luego miró a Brand, extrañado, como preguntándole si sabía con qué tipo de elfa se había juntado.

- Brand - dijo, aferrando con fuerza el bastón - ¿Quién es?

-Amigos míos, os presento a Arue, una exploradora que también se ha comprometido a buscar a la hija del herrero y que quiere acompañarnos. -dice Brand mientras señala a la semidrow a su lado- Arue, estos son mis compañeros.
Luego, notando el miedo y nerviosismo de Rash, el hechicero le pone una mano en el hombro para tranquilizarle y continua.
-La encontré en la posada mas temprano y hablemos un poco. Luego, mientras me fui a comprar un animal de carga para posibles eventualidades, volví y la encontré conversando con un borracho deprimido quien nos dijo que hay una manticora cerca del pueblo y nos ofrecimos a ayudar cuando acabemos con nuestros problemas actuales. -tras decir esto, miro a Greinh y añadió- Soy consciente de que su raza no inspira confianza, pero no esta en mi naturaleza juzgar por esas cosas a una bella dama, y estoy seguro de que una simple mirada revelaría su verdadera moralidad.

La reacción era la esperada, no estaba sorprendida. Era lo que siempre ocurría. Por eso siempre había estado sóla y había acabado buscando la manera de llenarme sin tener nadie al lado. Ese camino había sido el de luchar contra monstruos, normalmente que aterrorizaban aldeas y casi siempre orcos, tal vez por la gratitud del pueblo, tal vez por el hecho de sentirme fuerte y que así no necesitaba a nadie. No estaba muy segura. Pero ahora había decidido intentar de nuevo el ir con alguien... Y me explotaba en la cara una vez más. Una sonrisa amarga se dibujó en mi rostro, y la mirada escrutadora del semielfo rubio hizo que me colocase la capucha para esconder mis rasgos. De nuevo.
- Oyes Brand... si no confían en mí... - iba a decir lo entiendo, pues era lo que siempre pasaba, pero en realidad no entendía porque la gente sólo miraba la superficie- no importa. Ya seguiré yo sola... No quiero que pierdas a tus compañeros por mi culpa.

Greinh observaba a la semielfa, con desconfianza, pero intentando que no se le notase. Se situó un tanto mas apartado de lo normal y hablaba con Groland sobre como sabia la cerveza tostada de su localidad. Groland era el único luchador del grupo y estaban cuajando bastante bien. 

Disimuladamente escuchaba a la semielfa, esperando su oportunidad para poder juzgarla y saber si era digna de confianza o no.

- Y Groland, no me llames Sir, entiendo que quieras ser educado y cortes, pero no soy mas que alguien de confianza. Y algo mas importante que un señor o un rey........un compañero de armas. Dicho esto golpea el hombro de Groland en señal de amistad. Por cierto, no se si te gustara, pero .... ¿quieres probar este tabaco? No creo que encuentres por estas tierras tabacos como los cultivados por mi familia. Greinh comienza a preparar una pipa llena de tabaco para compartir con su compañero Groland.

Rizzen observo a la joven, durante breves segundos, intentando averiguar si seria de confianza o no.. Pero claro esta que el conocimiento que tenia de esta joven no era mucho menor que el que tenia del resto el equipo. Al final y al cabo se acaban de conocer todos en el camino. Pero sus habilidades seran bienvenidas en el grupo. Quiza el problema principal radique en su ascendencia drow. Los elfos oscuros no tienen muy buena reputacion, pero cada persona es un mundo y por Lazhander que no juzgaria de antemano aquella joven 

Mi nombre es Rizzen, clerigo al servicio de Lazhander. Perdona si parecemos desconfiados, pero entre que llegas de improviso y que tu ascendencia drow no es muy bien considerada, pues te puedes hacer una idea.. No obstante por mi parte no pienso juzgarte sin conocerte. Has hablado de una manticora.. y dado que hemos propuesto ayudar a shandrill y al pueblo quiza sea un buen momento para ello. comenta dirigiendose al grupo

-Por lo que nos dijo el hombre la manticora ataco a su familia a unos seis kilómetros de aquí, a una hora de caminata aproximadamente. -dijo el hechicero a Rizzen- Podríamos ir ahora mismo, pero le dijimos que le avisaríamos cuando fuéramos a por la manticora y no me gusta quedar como un mentiroso. Ya se esta haciendo tarde, sugiero que descansemos y mañana a primera hora nos pongamos en marcha.

- No, perdona - dijo el semielfo, visiblemente avergonzado - Pero me he criado con las historias sobre tus... er... parientes, y quizás he sido demasiado cruel desconfiando de ti sin razón. Te pido humildemente disculpas. Yo soy Rashaniel, de una aldea cercana a Argluna. Es un placer que te unas a nuestro variopinto grupo.

Aunque el muchacho se había disculpado, se veía a tres leguas que aún no las tenía todas consigo, porque intentaba poner siempre que ponía un espacio entre la exploradora y él. Nadie podía culparle, ya que si a un perro le enseñas durante años que el fuego quema, por mucho que le digas que el fuego es de fiar, seguirá pensando que quema. Todo era cuestión de tiempo.

Y de confianza.

- Por ahora tenemos dos problemas que se nos han presentado - dijo, cuando Brand explicó la situación con la Mantícora - Una joven, la hija del herrero, que ha desaparecido, probablemente en manos de pielesverdes. La otra, la mantícora. Según he leído, son criaturas terroríficas y muy peligrosas. ¿Alguno ha visto alguna vez una?

-Que yo sepa no, aunque Arue sabía un poco sobre ellas. -contesta Brand- De todas formas si decidimos enfrentarnos a ella le preguntaremos al tal Fendrin, el hombre al que atacaron, el nos podrá decir mas sobre esta manticora en particular.

Rashaniel había comentado algo que a Brand también le preocupaba: su anterior compromiso con el herrero. Pero por mucho que le doliera ambas amenazas merecían la misma cantidad de atención, ya que aunque la vida de la aventurera pudiera correr peligro, la manticora podría atacar mas granjas si no se eliminaba pronto.

-¿Que os parece si votamos en que misión ir primero? Alguna hay que elegir, y mientras no creo que sea buena idea olvidarnos de ellas no creo que pase nada por esperar un día mas en hacer la otra. -explica el hechicero mientras saca una moneda de platino de su bolsa- Pensároslo, comamos, decidid antes de subir a pasar la noche y votemos cual elegir. Yo dejare que la suerte decida por mi: cara el monstruo, cruz la aventurera.

Dicho esto lanza la moneda al aire y la coge cuando desciende, atrapándola entre el dorso de una mano y la palma de la otra. Separando las manos, enseña la moneda a todos antes de volver a guardársela.

-Aventurera.

Cuando Brand presentó a la elfa oscura, Groland la examinó atentamente. Como todo guerrero sabía, los drow no eran más que una forma especialmente inteligente, artera y peligrosa de criatura maligna, sólo distinguible de orcos y trasgos por el color de su piel y la cantidad de "ürghs" por minuto. Sin embargo, era obvio que Brand confiaba en ella, y Rizzen y Rash parecían haberle dado un voto de confianza. Aprovechando la pausa producida por la pregunta del elfo, Groland se incorporó y buscó la atención del grupo.

-Antes de entrar a discutir esas cosas, Brand, quisiera decir algo.

Se giró hacia la elfa oscura.

-Drow -gruñó con cierto desprecio, aunque luego corrigió algo el tono-, le has caído en gracia a mi socio aquí presente. -Señaló a Brand, que aún tenía la moneda en la mano.- No sé cómo infiernos lo has hecho, pero para mí ese es todo el crédito que necesitas. -Levantó una mano, mostrando la palma, a modo de juramento.- Por lo que a mí respecta, no pondré obstáculo a que luches a nuestro lado, aunque te juzgaré por tus actos.

Echando una mano al bolsillo que siempre llevaba colgando al cuello, añadió:

-Dicho esto, me parece que hay otra cosa que debe hacerse antes de nada...

Y acompañando a sus palabras, Groland sacó unas cuantas monedas y se sentó de nuevo. (El guerrero había dejado el resto de sus cosas en la habitación que había contratado a Glarian, la posadera, pero obviamente no había dejado su bolsa.) Puso el dinero sobre la mesa: doce lágrimas de plata y treinta puntas de cobre.

-Este es el dinero que obtuvimos de los orcos. -Se volvió primero a Greinh, luego a Rizzen.- Ya que Brand, Rash y yo hemos podido sacar un par de dragones de la venta del botín, hemos creído adecuado que vosotros os quedéis con esto.

Y entregó seis lágrimas y quince puntas a cada religioso.

-Sobre los dos trabajos que se han puesto sobre la mesa, veo que todos dais por hecho que permaneceremos juntos, sin importar quién ha dado su palabra a quién. -Miró a todos, uno a uno, y sonrió como no lo habría hecho ante extraños.- Bien: me parece bien. -Y levantando la jarra en alto añadió:- ¡Brindo por nuestra pequeña compañía!

Tras lo que se bebió su cerveza de un solo trago y soltó un sonoro y prolongado eructo que habría hecho las delicias de cualquier pabellón de mercenarios. Dejó la jarra en la mesa.

-Y ahora, mi voto: vayamos a por la mantícora. -Se puso serio.- Mi juramento con el herrero es firme, pero esa bestia es demasiado peligrosa. Debe ser cazada.