Partida Rol por web

Antes de meterse Sapo se puso junto al bastón del druida para , en comparación, ver por donde le llegaba el nivel del agua. Sólo así se quedaría tranquilo, aunque al final fuera a lomos de Lentejuela.

- ¿Qué son esos Poderes Ocultos?- Preguntó un ingenuo Sapo.

Afortunadamente, el agua llegaba a Sapo a la altura de los tobillos.

¡Poderes Ocultos no, necio! Se dice Poderes Oscuros.

Nadie había llamado nunca necio al gnomo Miscelo. Le habían llamado sapo, gárgola, carapuzzle, feo, engendro hijo de una zarigüeya y un murciélago, bocón barbotante, trol, otra vez feo... pero necio nunca.

Es lenguaje científico como la gravedad o el karma, no lo entenderías. Lo más aproximado que tenéis los urbanitas es el término "providencia": las cosas no pasan porque sí, hay un motivo, una voluntad detrás de todo. A esa providencia malvada que habita las Brumas, los seres del mundo de las hadas la llamamos Poderes Oscuros.

Miró el agua con cierto recelo. El agua no era buena para su piel, le quitaba la protección contra los insectos y, como todo buen rastreador sabía, delataba al aire el olor corporal de su especie, lo que hacía más fácil identificar y poner en aviso a cualquier presa a la que intentase dar cazar.

Por no hablar de que mojaría sus preciados trapos, los que luego tendría que secar a conciencia para no congelarse.

Volvió la mirada a la fata que les servía de guía.

- Como nos hagas meternos en el río para nada, le voy a enseñar mi poder Oculto a tu lugar Oscuro... Pero qué estamos buscando aquí? Lo vamos a encontrar en el agua o solo tenemos que cruzar el río?

Pese a ser reticente, Quiora se introdujo en el agua cuando Gorro Rojo hizo la señal, esperando sacar algo en claro de todo ese absurdo viaje.

Con los lobos eliminados y sin necesidad de seguir gastando poder Menon pasó por alto la explicación del gorro rojo, no se fiaba de la fata.

Sin muchas ganas se metió en el agua, seguro que era un nido de sanguijuelas y cosas peores, encima con niebla para hacer la cosa mas interesante.

Ataron a la yegua y las mulas a una rama baja y se arremangaron túnicas y pantalones. Avanzaron chapoteando siguiendo las indicaciones de Gorro Rojo.

Izquierda... Derecha, derecha... Vuestra otra derecha...

Milagrosamente terminaron por notar un suelo bajo los pies: tierra, la otra orilla de aquella anomalía espacial. Siguieron dubitativos a través de una niebla espesa.

Derecha... Izquierda, izquierda... Vuestra otra izquierda...

Sapo llevaba la cuenta mentalmente. Estaba seguro de que con las indicaciones dadas por Gorro Rojo habían acabado en el mismo sitio, pero para que ello pasara sus piecitos deberían haberse vuelto a mojar, y eso no ocurrió. Todo lo contrario, las nieblas se fueron haciendo menos espesas hasta mostrar un escenario completamente distinto...

Distinguieron un claro, pradera en lugar de lo que debería haber sido un bosque fluvial templado. En el centro del claro había un cobertizo de madera, con una puerta endeble, una ventana de cristales oscurecidos por la suciedad y una pequeña chimenea de cocina de leña que sobresalía de un tejado también de madera. El cobertizo estaba rodeado por cadáveres de lobos, por cientos. Al inspeccionar el animal más cercano, su pelaje estaba deteriorado, carcomido, como lo haría un conjuro de bruma ácida o el aliento de un dragón verde. A pesar de esas señales, no había otros indicios sobre la presencia de sustancias tóxicas: la hierba del prado mostraba buen aspecto, y la estructura de madera del cobertizo se mantenía en pie.

Esto es nuevo... No lo había visto nunca.

Las brumas. Estaban en las brumas buscando un espejo especial para, con él, poder terminar con la maldición de Malocchio Aderre. ¿Era eso una buena o una mala idea? Probablemente mala, pero no dejaba de ser su obligación. Y como siempre, había un punto de fatum, de destino cruel, que parecía guiar los pasos del grupo. Alarico miró con ojo crítico el lugar: el cobertizo de madera con obvios signos de abandono que se representaban en esa puerta endeble y en los cristales ópacos por no haber sido limpiados en a saber cuanto tiempo; pero sobre todo, los cadáveres de lobos apilados, carcomidos como si hubieran sido sometidos a un baño de ácido.

- No parecen signos de buen agüero, la verdad. ¿Estás segura, fata, que aquí encontraremos el espejo que estamos buscando?

Estaba seguro de que se encontraban exactamente el el mismo punto.-¡Ajá! Osea que las brumas distorsionen el espacio. ¿Y el tiempo?- Preguntó curioso a la fata.

Salió de sus elucubraciones cuando divisaron el claro y se toparon con el extraño amontonamiento de cadáveres de lobos.

- Si quien viva en ese cobertizo tiene tanta tirria a los lobos puede que sea enemigo de Malocchio, quizá la persona que le maldijo, sobre todo viendo el poder que tiene.- Pensó en si tendrían que tomar precauciones para acercarse a la casa y ver quién había dentro, si es que había alguien.- Puedo hacerme invisible y acercarme.

Después del extraño paseo guiados por la fata, Menon no podía calcular la distancia recorrida, sería como comentaba Sapo un espacio distorsionado, o quizás un punto de unión entre planos, desde luego el sitio no parecía normal.

La presencia de tantos lobos muertos puso nervioso al Kalasthar, sin duda mucho poder se había desatado en la zona, algo contra lo que seguro no estaban preparados.

- Sea lo que sea, no enfademos al que haya echo esto.

Mal yuyú, otra bruja!

A la semiorca le empezaron a sudar las manos ante la idea de tener que enfrentarse de nuevo a un mal de ojo. Se tocaba el collar, las rastas de su pelo y no podía quedarse quieta en el sitio.

- Y si volvemos? No-no tenemos porque molestar a nadie...

¿Distorsionar el tiempo? ¡Paparruchas! Las Brumas no distorsionan el tiempo. Eso son habladurías de abuelas.

Sapo empezó a pensar en las Brumas como en fronteras que delimitaban semiplanos y planos. Los planos tienen distintas leyes temporales y el transcurso del tiempo puede variar. Eso que sabía Sapo de los planos y que Gorro Rojo desconocía, significaba que el tiempo podía comportarse de manera peculiar cerca de los bordes.

Hemos recorrido un "pasillo". No había desvíos ni puertas a los lados. Si vuestra información de que alguien se adentró en las Brumas por el río es cierta, ese alguien tuvo que pasar por aquí.

El problema era que su fuente era el propio Malocchio Aderre, que fue el que dijo recordar haber cruzado un arroyo tras perder la memoria. Un amnésico no es el testigo más fiable.

Puesto que nadie se decidía fue Sapo quien tomó la iniciativa. Amasó el éter para confeccionarse un traje mágico que reflejaba la luz en su totalidad, haciéndolo invisible. Una vez fuera de vista comenzó su acercamiento hacia el cobertizo.

- Voy a echar un vistazo.- La voz de Sapo resonaba extrañamente en sus oídos a pesar de que no lo veían.

Menos mal, ahora que ese gnomo se ha ido ya puedo decir lo mal que me cae.

Sapo avanzó por la explanada, y al cabo de unos segundos vió movimiento. Algunos de los cadáveres de lobos se estremecieron. Pronto se calmaron y volvieron al reposo total, menos dos de ellos que se pusieron en pie: lobos zombis. Ignoraron a Sapo, pasando cerca con sus enormes fauces, y tan despacio que parecía que le rondaban como si supiesen que el gnomo estaba allí. Al final pasaron de largo y ambos lobos vagaron con rumbo errático por la explanada. No parecían haberse dado cuenta tampoco de la presencia de los demás viajeros tras los árboles.

Sapo llegó sin más contratiempos hasta el cobertizo. Levantando sus bracitos por encima de la cabeza llegaba hasta los cristales sucios. Trató de limpiarlos con la manga, pero la mugre estaba más incrustrada (necesitaría jabón o directamente romper el cristal). Por otro lado estaba la puerta: contra todo pronóstico, Sapo llegaba al picaporte.

Menuda abominación! Una presa sin carne con la que luego hartarse!

La semiorca se preparó por si las criaturas atacaban, con el hacha entre las manos. No estaba muy segura de qué era lo que tenían que hacer a continuación así que guardó su posición, alerta a cualquier movimiento.

Sapo hace un reconocimiento, y eso coincide con los lobos muertos que se levantan, serán un sistema de seguridad, ha veces los muertos vivientes reciben instrucciones, valdrá para los cadáveres animales también? Si Sapo no dice nada pronto habrá que retroceder, si se levantan todos...

Menon se queda cerca de Fedora y Quiora que son las que mejor se defienden.

Sapo casi se meó encima al ver a los lobos levantarse de entre los muertos. La nigromancia y los ilusionistas...como que no se llevaban bien. Si quien vivía en el cobertizo era un o una nigromante no iba a ser nada bueno. Afortunadamente los lobos ni le hicieron caso a él, un pequeño gnomo apacible e invisible, ni a sus compañeros. Llegó hasta la puerta y se sintió como en casa, con el picaporte a su altura. ¿Llamar o entrar directamente? Como Sapo no empatizaba con los demás nunca había llamado a las puertas antes de entrar. Su maestro le había enseñado que aquello no estaba "bien", dentro de las convenciones sociales establecidas, cosas que Sapo no comprendía pero que había tenido que asumir. Ahora bien , si llamaba podía llamar la atención de los lobos y si abría la puerta y entraba, al estar invisible, el de dentro podría pensar que era una ráfaga de viento. Como no sabía si era un amigo o enemigo se decidió analíticamente por la mejor opción. Abrir la puerta mirar al interior y echarse a un lado pegadito a la pared de fuera.

Los viejos goznes de la puerta del cobertizo hicieron un ruido al abrirse. Los demás no sabían si era cosa de Sapo o había alguien allí que estaba a punto de salir. El ruido también alertó a los dos lobos zombis, que se giraron y empezaron a avanzar hacia la caseta.

Además de lo que todos vieron, Sapo también pudo echar un vistazo al interior del cobertizo...

 No...

Había una mujer vistana en el suelo, que se arrastró hacia la puerta o hacia él como si no pudiera usar las piernas. Sapo no era muy avispado con el tema de las emociones, pero el rostro de la mujer era lo suficientemente significativo: ella estaba aterrada.

Sobre el resto de la habitación, Sapo no vió nada más que la estufa metálica de leña junto a la puerta.

Una mujer. 

Sapo no era bueno analizando las expresiones faciales, pero su maestro le había indicado algunas cosas básicas. Parecía que la mujer estaba aterrada de verlo. A veces le pasaba. Le llamaban feo, sobre todo ahora que no tenía nariz y en aquellas tierras los gnomos no eran bien recibidos, hasta les cobraban más caros los servicios y productos. Sin embargo, no podía ser eso pues llevaba un abrigo de éter que reflejaba la luz. A no ser que la mujer viera lo invisible lo que la aterraba debía estar a a su espalda. Al girarse vio que al abrir la puerta había llamado la atención de los lobos no-muertos.

Una mujer aterrada.

Pelo y tez morena, ojos negros, capacidad para atravesar las brumas y llegar al cobertizo. Podía tratarse de una mujer vistana.

Una mujer vistana.

En décimas de segundos fue atando cabos. Gorro Rojo había tenido razón finalmente. Había altas probabilidades de que la mujer fuera la persona que escapó del ataque de Maloccio. Habiendo teorizado sobre las propiedades temporales de las brumas hasta podían encontrarse en un semiplano en el que el momento temporal fuera justo después del ataque y la mujer acabara de llegar convaleciente, perseguida por los lobos. O podía haber resistido refugiada allí.

Tenía que protegerla. Cerrar la puerta y hablar con ella. Pero...¿y si la asustaba al hacerse visible? ¿Era él más feo que unos lobos muertos que se caían a pedazos? 

Estaba unido mágicamente a sus compañeros. Había creado otro artilugio del éter, amasándolo, creando un dispositivo básico de comunicación, así que lo usó antes de entrar y cerrar la puerta tras de sí.

La vistana está aquí, está herida. Encargaos de los lobos.- Susurró para hacer llegar el mensaje a sus compañeros y se quedó tan pancho. ¿Qué eran dos lobos zombis para Quiora y Fedora? Nada. Se giró y entro en el cobertizo cerrando la puerta tras de sí.

- Hola, me llamo Miscelo, aunque todo el mundo me llama Sapo. No temas, yo te protegeré de esos lobos. ¿Cómo te llamas? ¿Estás herida?

 La vistana está aquí, está herida. Encargaos de los lobos-dijo la voz de Sapo, vía cuchichear mensaje.

La puerta abierta se volvió a cerrar, haciendo de nuevo ruido y atrayendo más a los lobos zombis.

Mi nombre es Rebecca. ¿Tienes agua y comida? Por favor...

Que quisiese agua y comida era una buena señal, significaba que no era una vampiresa.