Partida Rol por web

La catedral templaria, la edificación mas impresionante de Elysium, hogar de los templarios, toda ceremonia religiosa tiene lugar aqui, asi como la mayoría de actividades de los templarios, desde las misas a los entrenamientos de combate real.

La cateral está rodeada de vegetación pero está a escasos dos minutos a pie del edificio central del geofrente donde sen encuentran las escuelas de las otras dos facciones, siguiendo diversos caminos que salen de la catedral se puede llegar a pequeños templetes y parques bien cuidados con continuos simbolos religiosos, en su mayoría cruces. La majestuosa catedral se alza sobre terreno sagrado, denominado asi por los propios templarios los cuales son bastante estrictos en lo que a las normas a seguir en su zona, normas que por lo general hasta los cabalistas respetan, no por su utilidad, sino por el mero orden del geofrente.

Custodiando las inmensas puertas de la catedral hechas de gruesa madera tallada con todo tipo de grabados y simbolos, hay siempre dos guardias templarios para asegurarse de cumplir las sencillas pero estrictas normas dentro del faraonico templo.

El interior es simple y llanamente, glorioso, perfecto, cuidado, como si se tratase de una catedral recien construida en el siglo 18 las complicadas vidrieras muestran escenas increiblemente bien representadas que proyectan luz a cada zona del templo y al fondo, un enorme rosetón que ilumina el altar en una estampa casi divina. Los canticos resonaban como venidos del mismisimo trono de Dios.

A ambos lados de la catedral, en salas independientes de la sala principal de ceremonias, estan las zonas de entrenamiento y la gran biblioteca templaria, y tras la catedral a unos trescientos metros de la misma unos barracones donde estaban los apartamentos de los templarios.

Era domingo, otro domingo mas por el que dar gracias, pero tambien, otro domingo mas de penitencia, hace ya diez años que Dios alejó su gracia de este mundo como justo castigo por nuestro atrevimiento, por olvidar lo que somos, y de donde venimos, porque ya no solo comimos del arbol prohibido, sino que lo talamos para hacer una hogera en una noche fría. El tormento continua, 10 años hace que el mundo que conocemos se ha transformado en el infierno que tanto temíamos, diez años de sangre, de ver morir a nuestros padres, a nuestros hermanos y a todos los que alguna vez sifnificaron algo para nosotros. Un domingo mas estamos reunidos los pocos guardianes de una fé que algunos se atrevieron a calificar como extinta, los descendientes que dieron sus vidas por dar una segunda oportunidad a los pocos elegidos que habitan en Elysium, elegidos para ser conscientes de nuestro pecado y hacer penitencia hasta que nos sea concedida una segunda oportunidad. ¿Alcanzará la humanidad el perdón? ¿Volverá Dios a iluminar nuestro camino tal y como lo hizo hace mas de dos mil años?, negar esa posibilidad es negar nuestra fé, algun dia estaremos preparados para salir ahi fuera y devolver la esperanza a este mundo devastado, esa es la voluntad de Dios, ese es nuestro cometido, preteger a los que ya perdieron la fé, a nuestros hermanos hasta que esten preparados para recibir el perdon de Dios, y no desistiremos, no flaquearemos jamas.

Aquel domingo, como la mayoría, todos los templarios re habían reunido en la sala principal para celebrar la misa, todos portan su armadura y sus armas, pues somos el ejercito de Dios, todos entonan plegarias al unisino. Un guardian y legítimo sacerdote oficia la misa y yo permanezco arrodillada ante el altar, asi como mas de doscientos templarios es los bancos. Finalmente llegó la hora de hablar.

-Guerreros de Dios, estamos aqui reunidos una semana mas, conscientes de nuestra penitencia, conscientes de nuestro deber. Nosotros somos el escudo y la espada que claman la supervivencia de nuestra fé, la superviviencia de la raza humana, el derecho a vivir en la tierra prometida, mancillada por nuestro pecado, nosotros limpiaremos esa mancha, nosotros haremos que la luz de Dios ilumine de nuevo este mundo...

No olvideis gamas a nuestros hermanos, a aquellos que dieron su vida por que unos pocos pudieramos seguir nuestro camino, para que pudiesemos superar esta dura prueba...

...

Recordar a los caídos....

Desenvaino mi espada y la alzo para que brille a la luz que entra por las vidrieras hasta el altar, todos los templarios se levantan a la vez y el sonido de cientos de espadas desenvainandose inunda la sala.

-¡¡PERO LUCHAR POR LOS VIVOS!!

La sala se inundo con el clamor de todos, la ceremonia, había concluido.

 Arduo había sido el camino hasta este lugar. No es que recordara mucho de mi pasado, pero si el suficiente como para saber que mi tierra natal, Francia, tambien se encontraba sumida en la oscuridad, en la injuria en el pecado. Este mundo debía ser purgado, liberado del mal que lo aprisionaba, y nosotros, los templarios, teniamos el deber y la obligación de entregar nuestra vida por ese bien, quizás nuestras almas unidas lograrian romper esa barrera.

  Muchos de los nuestros había perecido durante estos largos diez años, diez años en los que los seres humanos nos hemos visto exterminados, pisoteados por los pecados ocasionados, los pecados que dejamos fluir por nuestra falta de fe. Por culpa de los pecadores nuestro Dios tan justo nos ha condenado con este martirio, pero hemos de recuperar dicha fe y todo esto acabará.

No conocía aun mucho las instalaciones de este lugar, apenas llevaba unas semanas, y respecto a los demas templarios solo conocía a Dianeria y a alguno que otro. Tampoco debíamos crear lazos afectivos, no sabíendo que el proximo día las palabras de Dianeria podrían estar dirigidas a nosotros. Esos demonios no tenian compasión, nuestra fe tampoco debería flaquear en los momentos de tensión, por lo tanto la labor de Dianeria era fundamental, debía alimentar ese espiritu combativo, rellenar nuestras esperanzas vacías casí, y usar nuestra fe como el arma mas fiera a la que estos demonios se enfrentaran.

Todos los allí presentes sentiamos el mismo fervor en la sangre por aquel enorme jaleo causado por las armaduras y las armas alzarse. Era el momento, debíamos seguir con nuestros entrenamientos, debíamos fortalecernos exteriormente igual que interiormente. Un guerrero es siempre un noventa por ciento cuerpo y un diez por ciento cerebro, aunque quizás a estas alturas ambas partes debía estar mas equilibradas que nunca.

Envaino mi espada en la funda que se encontraba atada en mi robusta cintura, y cuelo el escudo con los agarres para mi brazo, en unos enganches especiales colocados en el espaldar de mi pechera. Mi andar es sonoro, la armadura es pesada, y las botas metalicas producen prácticamente sin querer ruido al andar, cientos y cientos de botas en aquel momento estaban en movimiento, nadie casi era capaz de percivirlo, sería porque estabamos ya demasiado acostumbrados. Me acerco a la puerta de la sala donde me entreno y llamo. Seguidamente la abro y espero allí para que me den paso y poder empezar un nuevo día el entrenamiento.

La sala de entrenamiento era muy amplia, había desde muñecos de madera para practicar artes marciales hasta un enorme tatami con el mismo fin. Luego otro escenario aparte donde practicaban con armas y armadura con numerosos muñecos en forma de demonio hechos de materiales preparados para resistir golpes y cortes.

Una vez que entran todos doy la orden.

-Combate por parejas.

Sentencio mientras observo como se van organizando, Auguste había sido el ultimo en llegar asi que hoy me encargaría yo de su instrucción. Mis pasos me llevan ante él antes de que se junte con otro templario.

-Desenvaina, guardian.

Me coloco ante él sin empuñar ningun arma a escasos dos metros y hago un breve repaso.

-Si tu equipo muere, tu mueres, si tu mueres, tu equipo muere, en cada escuadrón todos deben cuidar de sus compañeros y combinar fuerzas, los guardianes se especializan en soportar ataques, tanto físicos como mágicos con el fin de que su escuadra permanezca a salvo.

Hasta ese punto, era algo repetido hasta la saciedad.

-La confianza en los que te rodean debe ser plena, no debes dudar, el miedo, la congoja, son sentimientos prohibidos en combate, un guardian es el escudo del equipo, ya sean 1 o 20 demonios, el tu función es dar tiempo al resto a que hagan su trabajo.

Doy un paso al frente, acercandome a un metro.

-Regla numero uno, SIEMPRE en guardia.

En ese momento lanzo una potente patada a su cabeza, el combate había comenzado.

-Un demonio no avisa, intentarán cojerte desprevenido siempre que puedan, utilizarán todo tipo de tretas y engaños para conseguirlo, de 2 segundos con la guardia bajada a un demonio le sobran 1 y medio.

Digo mientras espero a que reaccione, analizando su estilo de lucha.

Algo me decía que aquela mujer hoy me iba a herir. Yo no queria dañarla, no era mi forma de ser el dañar a una dama, aunque exteriormente su cuerpo y su caracter fueran como el acero forjado, seguía siendo una mujer, y por cortesía nosotros, los caballeros, no debemos lastimarlas. Sabía que aunque quisiera, sería dificil crearla un minimo rasguño, pero aunque pudiera darse ese caso, tampoco lo haría. Lo unico que podía hacer en aquel momento era aguantar sus ataques bloquandolos con el escudo, o esquivandolos, de esa manera, incrementaría mi nivel defensivo para el combate contra los demonios, y ademas mostraría a Dianeria que mis habilidades defensivas, durante este periodo, había mejorado lo suficiente como para poder salir ahi fuera, y proteger con mi vida y mi muerte a los demas de los ataques de los infieles, los impuros, los condenados. 

  Mi pie retrocede un paso, abriendo un espacio mayor al del inicio del combate, quizás fuera suficiente como para esquivar aquel golpe, pero aquella mujer era muy rapida, casi tan rapida como los demonios. Para mi desgracía aun no era lo suficientemente rapido como para poder esquivar aquellas patadas. Aquella patada impacto contra mi cara, girando mi cabeza a mas de noventa grado de la posición de reposo y tensando todos los musculos de mi cuello para amortiguar aquella tremenda patada. Parecía como si me hubiera roto la boca, pero gracias a Dios, lo unico que había conseguido hacer era crearme una brecha en la parte interna. Aquel sabor de boca me gustaba, no porque fuera algun depravado, la verdad sea dicha, me gustaba, porque al igual que su señor Jesucristo, yo derramare mi sangre por los demas, aunque sea un simple entrenamiento. -"Je n'étais pas assez rapide, mais ne se reproduise pas."-

 Ahora ya estaba preparado para su proximo ataque, estaba anclado al suelo, mi pie seguia retrasado un par de centrimetros, creando una pose bastante estable. Desenvaino la espada y velozmente descuelgo el escudo ligero de los anclajes de mi armadura, poniendolo delande de mi protegiendo casi por completo mi pecho.

Mi mirada se mantiene ruda hacia sus ojos, pero no hay ira, tan solo interes en que preste atención y aprenda, solo asi podrá sobrevivir.

-Los demonios no dan segundas oportunidades, solo Dios otorga tal privilegio, pero hay que ganarselo...

Al ver que mantiene su posición y no se molesta en atacar, veo la oportunidad de que entienda la siguiente lección.

-Nunca subestimes a un demonio por su tamaño, o por su aspecto, pues sus tretas van mas allá de nuestro entendimiento.

Doy un giro sobre mi misma para propinar una patada con una potencia desmedida hacia su pecho, tan rapida como precisa, buscando eliminar su centro de gravedad y deshacer su confiada defensa.

Acaso aquella mujer pensaba que me estaba empleando a mi plena capacidad... que Dios me castigara si tal cosa fuera verdad. Esta vez la cosa sería diferente, no intentaría esquivar aquel golpe, contra su velocidad era una perdida de tiempo el intentar esquivar nada. Esta vez la cosa iba a cambiar.

 Los musculos de todo mi cuerpo se tensan de tal forma que micuerpo se convierte en un completo muro de contencion, esperando el golque de la instructora. Esta vez no flaquearía, a no ser...que Dios quisiera castigarme por mi pasado olvidado, solo el tenía la ultima palabra de mis acciones. Mi concentración no era plena, el luchar contra una mujer estaba causando mella, no podía desplegar todo mi potencial, no quería desplegarlo, no se debía dañar a las descendientes de Eva. Pegar a una mujer era como pegarla a la mismisma Eva.

 Miro a los ojos de Dianeria, la miro fijamente. Sabía de sus entrenamientos tan duros, y desde que llegue a este lugar, quería tal entrenamiento, pero no así, quizás si ella fuera un hombre, los factores cambiarian, pero ahora eh de enfrentarme a la persona que tengo delante.

Observo el aparatoso vuelo de Auguste, y aunque podría estar decepcionada, no es asi, mi mirada sigue siendo analitica, hasta que la desvío a un lado, pensativa. El resto de alumnos nos miran de reojo mientras entrenan, seguramente piensen que Auguste ha tenido mala fortuna el dia de hoy, si embargo, se trata de todo lo contrario, se trata de aprender.

Camino con decisión hasta la pequeña armería de la sala, de donde saco un escudo de tamaño medio exacto al suyo, luego voy donde había aterrizado, junto a la pared y le ofrezco la mano para que se levante.

-Levantate guardian.

Una vez está en pie me coloco a su lado, no frente a él, sosteniendo el escudo y adoptando una posición de combate de acuerdo al estilo de lucha que requiere el escudo, el estilo de lucha de todo guardian.

-Tu escudo es tu mejor defensa, nunca trates de detener los ataques con tu cuerpo a menos que sea totalmente necesario, como puedes ver si los ataques cargados con energía, veneno, o cualquier otro modificador si te dañan lo mas minimo, las consecuencias pueden ir mas allá de las meras heridas.

Alzalo...

Digo alzando yo tambien el escudo...

-Mantenlo siempre cubriendo tu pecho y parte de tu cuello, los demonios conocen nuestros puntos debiles, protegelos, el escudo de tamaño medio es bastante ligero, tu brazo no sufrirá tanto por el peso, pero si lo hará por impactos fuertes, trata siempre al bloquear con él, de "desviar" en parte el golpe, si tratas de frenarlo frontalmente en el peor de los casos tu brazo se romperá junto con al escudo.

Cojo su mano derecha, la que empuña su espada.

-Brazo derecho mas atrasado, siempre cubierto tras el escudo, ahora anda, despacio...

Me coloco buscando cobertura tras él colocando mi mano en su hombro para correjir un poco la posición de su brazo, en este caso es facil, es un hombre bastante grande.

-A menudo los miembros de tu quipo necesitarán cobertura, en estos casos ya no solo tienes que tener en cuenta tu cuerpo, sino tambien el de tu protegido, recuerda que recibirás tanto los ataques dirigidos a ti, como los dirigidos a tu compañero, tu eres su bastión.

Bien ahora concentra tu energía en tu brazo izquierdo, canalizala a tu escudo y este absorverá mas daño de todo ataque realizado desde la distancia... adelante.

Observo como canaliza la energía mientras mantengo el contacto en su hombro.

Hago paso a paso lo que ella me va ordenando, levantar el escudo cubriendo parte de mi cuerpo y el cuello, agacharme para cubrir tambien mis piernas de las posibles flechas y sobre todo, algo que me hizo encoger el corazón, así sería capaz de proteger a mi grupo, otra manera de proteger a mis responsabilidades, al escuadro que debía cuidar como si su padre fuera, protegiendoles hasta que ellos fueran capaces de protegerse o yo pereciera.

 Al concentrar toda mi energia en el brazo que portaba el escudo, algo mistico ocurrió. Podía notar como por mis venas, por mis poros o por las miles y miles de fibras de los musculos del brazo algo se movía como si de vida propia tuviera, algo dulce, pero a la vez fuerte, algo delicado, pero a la vez decidido. En un principio pensé que era el mismo Dios que atraves de mi estaba ayudando a proteger a los demás. Solo el es capaz de entrar dentro de ti, inhundando todo tu cuerpo para proteger al mas debil. Solo el es capaz de entrar en un cuerpo practicamente muerto, y levantarlo para darle vida nuevamente como ocurriera con Lazaro.

 -"Pagdon Dianegia."- Mi pronunciación no era del todo perfecta, aun no me había acostumbrado a este lugar y a su forma de hablar, mis raices francesas, que yo recordara, afloraban a cada palabra que decía. En todo momento guardo la concentración que requiere tal esfuerzo de propagar mi energía por mi brazo. -"Y si los ataques sen cuegpo a cuegpo."- Debía saber como poder bloquear los golpes de los demonios que se avalanzaran encima de los de mi escuadrón. Yo era su fortaleza, su muro su escudo, el que les debía proteger, si yo fallaba, ellos moririan, y eso si que jamas, ni yo, ni Dios, me perdonaría. -"¿Este efegno pegdura dugante mucho tiempo?"- Yo creía que lo sabía todo, que era tan facil como llegar allí y ponerse delante del demonio, y gracias a mi fé lograría proteger a los mios, pero en un solo combate con Dianeria había visto que en cuanto a la defensa del escuadron se refería, no tenia ninguna noción. Apenas sabía defenderme yo mismo de un ataque de una humana, que no haría un demonio.

Una vez conseguido que efectue la Barrera de energía me separo para encararle desde cierta distancia.

-Si los ataques son de cerca quiere decir que estan al alcance de tu espada, matalos, y dejaran de atacarte a ti y a tus compañeros. La defensa implica tambien ataque, un objetivo eliminado ya no es una amenaza.

Logicamente.

-Dura tanto como lo quieras, pero no la mantengas demasiado tiempo, tan solo el necesario, pues consumirá tu energía poco a poco, energía que llegado el momento puedes necesitar para algo mas.

Me alejo un poco mas para dirigirme a todos los presentes.

-Espero una notable mejoría de todos vosotros, pronto se os requerirá para misiones en el exterior y debeis estar preparados, no admitiré errores.

Comienzo a caminar con decisión hacia la salida.

-El entrenamiento ha terminado.

La mayoría de los templarios comenzaron a recojer las armas utilizadas en el entrenamiento  y se fueron marchando poco a poco. Auguste conocía esta rutina y sabe que ahora hay tiempo libre, justo coincidiendo con el atardecer, pronto sería de noche.

  Los pasos de Adirael hacia la catedral, observando aquella majestuosidad colosal no podían sino hacerle sentir humilde...humilde ante la grandeza de una construcción humana tal que parezca obra de un Dios...seguramente algún ávido templario le contestaría que es Dios a través de las manos de los hombres quien nos permite crear algo que resulte, a la vista, tan perfecto...las formas eran hermosas, tanto que Adirael se detuvo frente a la puerta, echando la cabeza hacia atrás sin poder evitar que sus labios se separasen en una expresión de asombro y respeto...sus ojos brillaban anonadados  y su corazón se encontraba en buena parte sobrecogido...

 Cuando se recuperó de aquella extraña sensación que...tanto le hacía sentir completo como en buena parte vacio en su interior...se acercó a uno de los guardias. Aclarandose la voz...

 Será mejor que avise antes de entrar...no es de buena educación entrar en...la casa de alguien sin invitación...

 - Disculpe...Señor. ¿Puede decirme como debo proceder para visitar la biblioteca templaria? tengo...tengo entendido que es necesario que un templario me acompañe o guíe. Si...es así también me gustaría saber si puede indicarme donde encontrar al Guardían Auguste o...a la maestra Dianeira.

 Aquello le imponía suficiente como para tener algo similar al miedo...si bien era cierto, aquella iglesia había sido construída de tal forma que cuando se entraba en ella no parecía tener la necesidad de agachar la cabeza para mirar el suelo que se pisa, los juegos de iluminación que muchas catedrales usaban en la antigüedad para que los penitentes se inclinasen quisieran o no ante la sacra figura de Jesús en el altar, pero...no estaría seguro hasta traspasar el umbral.

 Esperaba que aquellos guardias no tuviesen voto de silencio...

Antes de que el templario contestara, Ania, que estaba a su lado se quitó el casco para que Adirael la reconociese, pues salvo en algunos casos, las armaduras de los templarios son iguales o muy parecidas.

-Ahora mismo están entrenando, si es importante puedo acompañarte, sino, vuelve en otro momento.

Dijo Ania con su melódica y encantadora voz, y aunque había sido una respuesta bastante seca, en realidad ese ofrecimeinto era fruto de los recientes acontecimientos con respecto a Eva, Ania sabía que Adirael era su unico alumno y en cierto modo sería tremendamente desconsiderado no ayudar en algo tan minio.

 Adirael reconoció una voz familiar, una voz familiar a la que no le ponía cara tan facilmente, podría ser por la distorsión del casco o porque tenía la mente repleta de tortuosas ideas...cuando se dio la vuelta para mirar de quien se trataba se quedó completa y absolutamente blanco.

 Como si hubiese visto a un fantasma retrocedió un paso, puede que se tranquilizase al no haber visto una guitarra en sus manos...pero ese no era el único motivo de su inquietud. Trató de reunir valor para hablar sin parecer turbado y esto le llevó unos largos segundos...sus ojos se abrieron por completo y la observó pálido e inmovil.

 - Eh.....esto....- y...de repente, sin más, adelantó el pie que había echado hacia atrás y su rostro recuperó el color, quizás algo más de lo conveniente tintando sus mejillas más de lo normal. Fuera como fuese...asintió en silencio y con el rostro serio - Si. Si no te resulta demasiada... molestia...es importante.

 Wilson observaba la escena desde la altura de su corazón, el brazo derecho de Adirael lo rodeaba por el tronco apretandolo con sutileza, desde luego no era una imagen muy común pero...al joven psíquico no parecía importarle en absoluto.

Ania se quedó estática unos segundos, hasta que finalmente suspiró levemente por la nariz.

-Espera aquí...

Entró a la catedral, dejando solo a Adirael con el otro guardia, el cual no dijo nada, y el joven psiquico no podría determinar si le estaba mirando a traves del casco o no.

Un escaso minuto despues Ania volvió a salir y habó a su compañero de guardia.

-He avisado a Jorael, ahora viene a sustituirme.

El templario asintió con la cabeza, luego Ania abrió de nuevo los grandes portones, dejando paso a Adirael para que entrase primero. En la colosal capilla no había nadie, todos estaban entrenando en salas adjuntas pero bien diferenciadas de la misma.

Ania caminó dando un rodeo por la parte de atras, sin meterse entre los bancos, hasta llegar a otra puerta de aspecto bastante rustico, pero a la vez nuevo y cuidado. Por ultimo, tras cruzar un largo pasillo adornado con pinturas y motivos religiosos, llegaron a impresionante biblioteca.

Aquello era un mundo aparte, no hay pantallas de ordenador, la poca tecnología de aquella sala estaba muy disimulada, no iba mas allá de una buena iluminación, temperatura y control de humedad para la buena conservación de los tomos. Ania se adelantó, no sin antes avisar a Adirael.

-Tratalos con cuidado.

Ella se acercó a una estantería y se puso a ojear los titulos, aprovecharía a repasar los canticos mientras Adirael indagaba en lo suyo.

Adirael se enfrentaba ahora a varios problemas, como por ejemplo la ausencia de Alicia en esa sala, la accesibilidad a los libros altos, los cuales para alcanzarlos debía usar una escalera especial que había cerca, y lo mas importante, qué estaba buscando y como lo encontraría, pues sus objetivos iban bastante mas allá de la biblia, y salvo una ordenación por tematica y alfabética, aquella sala no presenta mas facilidades para la busqueda, esto no supone un problema para los templarios, pues conocen aquella sala y sus contenidos muy bien, pero ese no es el caso del joven psiquico. Era como veolver cientos de años al pasado.

 Aquello era maravilloso, Adirael avanzaba con el cuerpo inclinado hacia adelante a medida que se adentraba y luego hacia atrás cada vez que dejaba atrás algo que le resultaba interesante. Mantendría las formas pero...no se privaba de satisfacer su curiosidad en la medida de lo posible, buscando reconocer a Auguste entre los templarios que había entrenando o incluso saber cuanta cantidad de gente estaba sentada en los bancos. Si le fuera posible contaría de forma rápida y fácil mediante una multiplicación, lado por base, cuantos bancos tenía exactamente la capilla de los templarios. Este tipo de datos, matemáticos, ayudaban al psíquico a tener una percepción cognitiva mucho más amplia y una visión general de como estaban configurada cada cosa en el mundo sin necesidad de perder precisión en el proceso...

 Llegados a la biblioteca..podría suponerse que echaría de menos a Alicia pero...aunque uno se acostumbra rápido a lo bueno, no la necesitaba, no allí, no en aquel ambiente. Era lo bueno de las bibliotecas. Me tomé unos segundos que ya se convertirían en minutos en maravillarme con aquella gran cantidad de tomos, echandome hacia atrás para que mi vista alcanzase a ver todo lo alto que llegaban las estanterias.

  Cuando...me decidí...deje a Wilson cerca, necesitaría ambas manos para buscar, aunque le tendría vigilado siempre de reojo, como si mi vida pendiese de un hilo...

 - Eh...si...si claro.

 Dijo...torciendo ligeramente los labios.

 Caminó algo perdido...y llevó el dedo índice de su mano cerca de sus labios pero...sin llegar a tocarlos.

 Veamos....

 Los brazos de Adirael cayeron hacia adelante, junto con sus hombros, por su propio peso.

 Así tardaré años...

 - Ania...disculpa...

 Se irguió y volvió a su seriedad usual.

 - ¿Podrías echarme una mano, Por favor? No soy demasiado ducho en bibliotecología.

 Se adelantó, quizás sólo bastanse con que le señalase un lugar...

 - Estoy buscando todo lo que pueda encontrar sobre las tres virtudes y el Génesis, sobretodo...interpretaciones sobre el pasaje 1.27.

 Aunque ahora que lo pienso...ya que estoy aquí haría bien en buscar algo sobre Iruel...Hum... - añadió eso último un tanto dubitativo...

Ania ya estaba leyendo un libro bastante delgado de canticos que se usaban para las misas, cuando Adirael se acercó bajó el libro lo suficiente para atenderle. Y tras escucharle puso un rostro extraño, con el ceño fruncido pero no por enfado, sino por desconcierto.

Tardó unos segundos en hablar, mientras comenzaba a caminar para indicar a Adirael donde encontrar el material relacionado, primero con interpretaciones del génesis, luego con la mitólogia cristiana que hablaba de los angeles.

-¿A que te refieres con las tres virtudes?

O Ania no era muy culta en la materia, o estaba preguntando con la intención de informarse ella de lo que sabía Adirael al respecto.

Por otra parte Adirael no descubriría nada de especial interes en aquellos libros, si bien muchas formas de decir y representar lo mismo, la información extra es escasa y demasiado abierta a intepretaciónes, o incluso a la imaginación.

 Adirael bajó un poco el mentón y miró a un lado como si no estuviese seguro de que debía decir o que no, no sabía hasta que punto el hecho de explicar algo sobre ello pudiese llevar a Ania a enfadarse o incluso a costarle la vuelta a aquella estupenda biblioteca...El olor del papel, de los libros, la temperatura, el silencio...era algo que había olvidado y no le gustaría volver a olvidar.

  Se aclaró la voz y, tras tomarse unos segundos miró a los ojos de la maestra de espadas.

 - En una de mis investigaciones encontré una mención sobre el Génesis, pero no conozco nada en lo...- evitó a propósito el término leyenda, no quería incluir nada que pudiese costarle un enojo por parte de aquella mujer - referente a las tres virtudes. Ni tampoco tengo el conocimiento suficiente como para relacionarlo con la segunda venida de Dios. Es un tema...importante, y lo necesito para poder seguir avanzando.

He oído que reciben el nombre de cuerpo, sangre y espíritu.

 Negó haciendole saber que su ignorancia era...como poco...plena. Enarcó las cejas en un fruncimiento un tanto simpático.

Las sospechas de Ania fueron confirmadas, pero justo en ese momento recordó que Eva, hace tiempo, había estado en la biblioteca preguntando tambien por aquello, Dianeira en persona había hablado tardes enteras con Eva de ese tema, y era probable que Adirael lo supuese por su maestra.

-Entiendo...

Ania no fue a ningun sitio en particular, simplemente se sentó en la mesa mas cercana y comenzó a hablar.

-Se ha escrito acerca de eso, pero esas escrituras se perdieron durante la guerra, junto a la fe de la gente. Los templarios hicimos un juramento para transimitir a las generaciones supervivientes en unico esquema que nos puede conducir a la salvación.

Todo fue vaticinado en los pergaminos del mar muerto, existe mucha informacion acerca de estos pergaminos pero almenos esta parte se mantubo en el mas estricto secreto. Cuentan estos escritos que el diablo, planeó esto hace mucho tiempo, el destino de la tierra estaba sellado con la inminente invasion del infierno, y en consecuencia Dios enviaría de nuevo a la tierra a su hijo, omnipotente y omnisciente como él, pasa salvar a la humanidad, sin embargo el diablo, astuto, engañó a los humanos para que traicionaran y lo mataran antes de nisiquiera conocer su identidad, asi como Judas traicionó a Cristo. Sin embargo hubo un hombre que se atrevió a desafiar el mismisimo plan del diablo, consiguió salvar con su ingenio al joven mesías, engañando al mismo diablo con ayuda de sus hermanos, dividiendo a este mesías en tres partes que el diablo jamás sería capaz de encontrar por separado.

"...y el cuerpo fue sellado en las entrañas de la fortaleza celestial, donde la fe y la lealtad de sus defensores sería inquebrantable... su sangre fue esparcida en la tierra, donde permanecería oculta, meclada con la sangre de los hijos de Dios y las ruinas de su civilización, fue tambien elevada al cielo, donde solo la luna, allá en lo alto, podría verla... y por ultimo su espíritu, imperecedero, vagaría por el mundo terrenal, esperando ser encontrado.

Ania hizo una pausa, sin duda parecía conocer bien aquella historia.

-¿Era eso lo que querías saber?

Se quedó mirando a los ojos al joven psiquico.

- Si...gracias...

 Asintió agradecido, y sin apartar la mirada de los ojos de Ania se mostró reflexivo, asimilando la información que la templaria había dado al psíquico.

- Aunque eso sólo me suscita más preguntas...me temo.

Se encogió levemente de hombros.

- Estoy estudiando la posibilidad de que no se trate de algo literal, no es algo novedoso el hecho de que la gente haya intentando transcribir este mensaje y encontrar así al mesias, pero es una pista en Wilfarma lo que me ha conducido hasta aquí.

 Con sus últimas palabras confiaba a Ania uno de los motivos más importantes de su investigación era muestra de la confianza que mostraba Adirael.

- ¿Se sabe algo de ese hombre? - Preguntó de súbito. - Del hombre que fue capaz de engañar al diablo. ¿Cuántos eran sus hermanos, sus nombres? Cualquier dato podría ser decisivo...

 Ladeó ligeramente el rostro, la miraba como si observase algo espectacular, sorprendente, casi con cierto anhelo, de sus ojos pasó con su mirada hasta sus labios como si tratase de anticipar con sus sentidos la llegada de una nueva palabra...tampoco pudo evitar que...pensativo, sus párpados se quedasen a media asta mientras observaba su rostro.

Ania sonrió ligeramente, quitando parte de la rudeza de su rostro.

-Que fuesen capaces de determinar algo asi en un textro escrito hace mas de dos mil años sería... demasiado ¿no crees?

Cerró los ojos un instante, lo suficiente para pensar sus palabras.

-Hay multitud de descripciones, pero todas especulativas, algunos textos dicen que sería un angel disfrazado de humano, otros que un iluminado, otros dicen que sería una persona capaz de recorrer los 22 senderos para llegar a Dios y que este le otorgara el ingenio suficiente para engañar al diablo, pero obviamente no mencionan ningun nombre, en cuanto a "sus hermanos" dudo que se refiera a hermanos de sangre, mas bien creo que se refiere a la humanidad, a un grupo o grupos determinados, pero son meras especulaciones.

Luego suspiro levemente.

-Pero como bien has dicho no encontrarás la respuesta buscando un significado literal ni tampoco simple, no en un plan que vaticina un engaño al diablo.

En el rostro de Ania se ve que en cierto modo no tiene muchas esperanzas de que Adirael tomase aquello en serio, al fin y al cabo muy pocos fuera de la catedral templaria tomarían aquello mas allá de un relato fantastico. La base de una fe que que los templarion defendían con tanto ainco.