Partida Rol por web

- Encantado, Sra. Butler. Como bien ha dicho el Sr. Anderson, mi nombre es Nathan Rush. Hace unos años, su marido me dio clases en la facultad de medicina, de entre todo los profesores que tuve él fue el que verdaderamente se mostró comprensivo cuando tomé una de las decisiones más duras de mi vida. Rush da una amplia bocanada a su cigarrillo, echa la ceniza en un platillo y continúa Desde aquel día su marido y yo no hemos dejado de perder el contacto, y hoy, como el resto de mis compañeros he sido invitado a su morada. Que por otro lado he de reconocerla que está preciosa, menos mal que aún no la han terminado, porque cuando esté lista será una obra digna de admiración. 

Si, es cierto, el señor Rush es un antiguo alumno y ahora buen amigo y la señorita O'Connell y el señor Anderson son ... compañeros míos querida - hace una pausa - Son especialistas en criminología y estamos colaborando a dictado de las autoridades para ver como la medicina puede colaborar para esclarecer crímenes.

Poco a poco, conforme la mentira va saliendo de sus labios, veis como el doctor Butler se siente más confiado y sigue narrando.

Perdona que no te lo contase antes, pero como comprenderás, se nos pidió la máxima discrección.

Girándose hacia el doctor Sinclair, dice:

Joseph, Gullah te acompañará al aseo - mientras hace sonar una campanilla de plata que os había pasado desapercibida. A su sonido, aparece un anciano negro, que camina con una pronunciada cojera - Gullah, acompaña al doctor Sinclair al lavabo, por favor.

_Gracias Isaac. Lo sigo. -dijo a Gullah y fue tras él-.

Intentando disimular su fastidio por no conseguir un momento de intimidad con Isaac, Sinclair siguió a Gullah al lavabo. El anciano era una posible fuente de información, por lo que Joseph decidió que debía intentar ser amigable con él.

_¿Fue usted quien estuvo a cargo de la plantación en este último tiempo? Veo que cojea. ¿Desea que le revise la pierna? Disculpe la indiscreción, pero son médico. Soy el Dr. Sinclair.

Podéis apreciar que la señora Butler no ha quedado muy convencida con las explicaciones, pero no replica, sin duda por su educación.

El anciano te mira y emite un sonido gutural a la vez que niega con la cabeza.

_¿Se encuentra bien? Creo no haberle entendido.

El doctor sabía que Gullah en realidad no había dicho nada entendible, pero quería confirmar si era capaz de hacerlo. ¡Qué raro seguía poniéndose todo!

- Bueno, esperemos entonces a que venga el Doctor Sinclair.

El anciano vuelve a negar con la cabeza, a la vez que se señala la boca y emite ese sonido gutural.

_Oh, entiendo, lo lamento.

¿Se o le habrían cortado la lengua al negro? ¿Sería eso? Insistir en esa dirección ya no tenía mucho sentido, de modo que Joseph simplemente lo siguió hasta el lavabo, mirando todo cuanto se encontraba a su alrededor, para ya conocer un poco la casa.

Sin duda alguna, Hanah se había convertido en el acceso más rápido para conocer la verdadera naturaleza de lo que allí acontecia. Isaac estaba irreconocible, no sólo nos había mentido a nosotros sino que se atrevía a mentir a su propia mujer y hacernos a nosotros participe de ello, era como si no fuera él...

Tras asearte, vuelves sobre tus pasos al salón donde estabais reunidos.

Al cabo de un momento, el doctor Sinclair regresa a reunirse con vosotros. Mientras estáis teniendo un rato de charla intrascendente, Isaiah os dice:

Os quedaréis unos días, ¿verdad?. Después de ese largo viaje, que menos. Lamentablemente, el pabellón de invitados aún no lo hemos podido arreglar, de manera que espero que nos disculpéis si os ofrecemos sólo las habitaciones de servicio.

A su vez, la señora Butler le está dando instrucciones a Gullah para que prepare una cena para todos en el salón comedor. Poco tiempo después, Gullah hace gestos a Hannah y esta os anuncia que la cena está servida, de manera que la seguís al comedor y tomáis una cena típica de la cocina criolla de Luisiana:

• Brocheta de ostras.
• Sopa de tortuga.
• Trucha a la meunière.
• Pollo criollo.
• Budin de platano.

Una vez cenados, volvéis al salón, donde os acomodáis mientras os sirven de nuevo licores, café para los que quieran y puros a los señores y finos cigarrillos de Virginia a las damas.

Acepté gustosamente la invitación de la cena. Llevaba demasiado tiempo sin darme un homenaje como aquel y era de agradecer. Después de haber devorado todos los platos del menú y haber saciado mi apetito me retiré al salón con uno de los puros que nos habían ofrecido y un café entre mis manos.

Aquello era un lujo que jamás podría permitirme, estaba a gusto y sabía que Isaac era un tipo hospitalario pero aquello era demasiado. Aún así aprovechó la ocasión sin poner pegas y se acomodó en uno de los sillones esperando a que pronto comenzasen a relatar el verdadero motivo por el que los habían reunido.

Tras la deliciosa cena ofrecida por nuestros anfitriones, acepto gustosa la posibilidad de volver al amplio salón en el que habíamos estado al principio, y poder disfrutar en él de una deliciosa taza de café. El frío que había sufrido a la llegada a la casa, y el consecuente mal humor derivado de él, había desaparecido ya, y mi cuerpo ya no sentía la apremiante necesidad de descanso que le había asaltado antes.

Entonces, aprovechando que todos los presentes se encuentran inmersos en distintas conversaciones, o se encuentran perdidos en sus más íntimos pensamientos, me acerco a Mike, y le digo, con una amplia sonrisa en los labios:

- Mike, ¿te ha gustado la cena?. A mí me ha parecido que estaba realmente deliciosa. Se nota que nuestros anfitriones tienen un gusto excelente. - Termino la última palabra lo suficiente cerca de mi amigo como para poder continuar hablando con él en un susurro. - Mike, no sé que te parecerá a ti, pero a mí me resulta extraña la forma de comportarse de Isaac. No me creo el cuento de que nos haya hecho venir hasta aquí para nada, simplemente porque se asustó. Sinceramente, creo que tendríamos que hablar Joseph, tú, y yo, en privado, lo antes posible. ¿Tú que opinas?. -

Joseph ya estaba más tranquilo. Sí, era raro que Isaac mintiera de esa manera y los hiciera viajar tanto para nada, pero tanto él como Hannah estaban, al menos en apariencia, bien de salud, y eso era lo importante. Se sentó nuevamente en el sofá y disfrutó del puro y del licor que le habían sido entregados. Intentó no hacer caso del nerviosismo de algunos. Se veía a los extraños ansiosos por saber por qué diablos habían sido convocados, y a los amigos cuchichear, sin dudas acerca del extraño comportamiento. Hasta poder tener un momento de intimidad con el dueño de casa, lo mejor era ir enterándose de las cosas de a poco.

_Y cuéntanos, Isaac. ¿Cómo va todo el tema de la herencia? Tenías que tratar con tu tía y tu prima si no recuerdo mal. ¿Qué tal ha sido la relación con ellas?