Partida Rol por web

Eón

DÉMETER

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10/06/2019, 01:41
Titania de Basa'rab y Danesti

Los anfitriones vestían ropas que delataban un lujo impensable en el eón. Las telas, que parecían brillar con un tono adecuado para la piel de su portador a esas horas de la tarde les daban un aire onírico, casi como un aura.

Pasado ese rato la esposa del sóter anunció la proximidad de su marido, se acercó a la barandilla y llamó a sus tres hijos, que se pusieron junto a ella y a los que rodeó con sus brazos.

Notas de juego

2 de 5

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10/06/2019, 01:42
Mihai Razvan, sóter de Basa'rab

Un rebaño de nubes habían hecho acto de presencia como si acompañaran la nave del mandatario. A lo lejos se divisó un artefacto que recordaba a un avión aunque más grueso de lo que éstos suelen ser y con tres pares de alas cortadas casi en su base, las del centro un poco más largas, terminadas en punta y giradas en un plano distinto a las otras dos. En la lejanía parecía flotar pero luego se vio que volaba a baja altura, no más de dos metros. Su tamaño resultó considerable, con una envergadura de unos cien metros. Bajo él el agua hacía un ruido similar a la lluvia.

De su panza bajaron una barcaza de remos con unas diez personas.

El sóter iba erguido, en la proa, con una mano en su sable y otra tras su espalda. Tenía un aspecto indeterminadamente maduro, su planta era toda determinación, no podía ser otro. Incluso cuando todavía no era visible pudieron imaginar sus rasgos y cuando llegaba al embarcadero comprobaron que tal y como habían presentido, sonreía.  

Notas de juego

3 de 5

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10/06/2019, 01:45
Terpsícora

Junto a él una mujer de tez oscura y una apariencia más bella y más lujosamente vestida que Titania observaba con una altivez que parecía connatural en ella y detrás unas ocho personas más cuya presencia era totalmente eclipsada por los dos primeros. Dos de ellas, las de más a babor, ataviadas con lo que parecía un traje de marinero, remaban.

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4 de 5

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10/06/2019, 01:50
Angela Danesti, princesa de Basa'rab

Las niñas bajaron las escaleras y lanzaron un cabo a la barca que se acercó con ayuda de una larga vara. Su padre bajó de un ágil salto y las abrazó con efusividad. Siguiendo el gesto de Titania los que les esperaban en la rosaleda aplaudieron.

La luna llena era visible entre las nubes y el lago. Las manchas de sus mares eran las de los dibujos que habían visto en la biblioteca.

Notas de juego

5 de 5, ya podéis postear.

Si alguien prefiere no postear nada y que la acción siga que lo declare para que el resto no espere su post.

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10/06/2019, 13:16
Darya Gevorkian

Descansando la cabeza contra el pecho de Ryu, Darya se dejó abrazar. No quería ni tal vez habría podido frenar sus lágrimas y las dejó correr, desahogándose en un llanto que en breves instantes se hizo calmo. Le resultaba imposible no rememorar el último momento vivido en el Eón cuando abrazó a Julius tras haber conocido que el mundo estaba condenado a la extinción. Entonces, había insinuado Jesu, el final estaba lejano, pero ahora los conceptos de próximo o lejano habían cambiado para ella. No había sido capaz de explicarlo a sus compañeros, pero sentía su mundo, este mundo en que se encontraban y la nave misma, separados sólo por un instante, como si pudiera alcanzarlos con un paso, aunque no supiera hacia dónde caminar. Se dio cuenta que los sentía como tras una puerta cerrada, al igual que sentía a Stephan. Pero la puerta que llevaba a Stephan no se podía abrir. ¿O sí?

La calidez del contacto de Ryu y las palabras de Erik volvían a sostenerla y se dejó abrazar permitiéndose ser cuidada por un momento. Lo necesitaba. Tal vez habría ocasión de devolverles todo aquel apoyo y gentileza. Cuando se separó de Ryu, apretó su brazo en reconocimiento y le susurró un “gracias” lleno de sinceridad deteniéndose unos instantes en la calidez de sus ojos. Una idea divertida y extraña para el momento cruzó su mente al soltarlo; con semejantes brazos iba a tener que esforzarse muy duro para ganarle en cualquier competición.

Uno a uno fueron hablando de DVT* como del lugar donde habían nacido y vivido. Erik incluso conocía muy bien el hospital y le arrancó una sonrisa con su comentario. Algo en común de nuevo, tal vez más significativo que colaborar en el Cuerpo Cívico. Su propia intuición, pero mucho mejor perfilada, había sido puesta en palabras por Erik y Ryu, y vio brillar los ojos de Faraz y los de Sibyl empañados por las lágrimas, pero tal vez también por el reconocimiento de la verdad en aquella idea que hablaba de ver más allá de las mentiras del Gólem y que adivinaba una implicación misteriosa y profunda de todos y cada uno -y también por tanto de sus compañeros perdidos. La misión del "habitante del vacío".

Estuvo de acuerdo con Erik en que había llegado el momento de tratar de despejar la cabeza antes de la llegada del sóter.

Volver a sentir el aire fresco junto al lago y contemplar las montañas le ayudaron a aligerar sus pensamientos. Miraba al cielo y sus tonalidades al atardecer, a los pájaros y las nubes, sintiéndose en casa. Podría ser otro planeta pero lo apreciaba tan propio a pesar de su novedad que se preguntó si de alguna forma era capaz de percibir que era el hogar originario de la humanidad y por tanto el suyo de una manera en que el Eón no lo podía ser. Y las semillas llevadas desde esta Tierra hasta la Tierra del Eón languidecían lentamente probablemente incapaces de adaptarse por completo a un mundo extraño, perdiendo allí su fuerza y vitalidad. ¿Y los hombres? ¿Ocurriría algo similar en ellos? Pensó en la calidez que había sentido extenderse por su cuerpo preguntándose si tal vez retornaría a ella alguna fuerza primordial desconocida.

La llegada del sóter fue espectacular a su manera. La aeronave que traía la comitiva volaba delicadamente a ras del agua y su tecnología sorprendente contrastaba con el bote de remos que finalmente lo acercó a la orilla. Su porte era imponente y le pareció que correspondía perfectamente con la descripción que Erik había hecho de su personalidad. Al ver a Titania pedir un aplauso, pensó divertida que no sólo debía estar enamorada sino que era una completa fanática hasta el punto de que, si alguno se atreviera a maldecir al sóter en su presencia, sería capaz de sacar una daga de su vestido y apuñalarlo en el corazón.

Al ver a Ovidio y las niñas acercarse a su madre reparó en la ausencia del otro príncipe del que le había hablado Beatrice: Mirtcha. Sabiéndolo hermano de la niña habría querido ver también su rostro.

Fue entonces cuando la luna llena apareció sobre el horizonte. Se la veía enorme, rojiza, tal como se presentaba siempre al despuntar. Pero su aspecto era nuevo.

Observó la expresión de sus compañeros y señaló el disco sobre las montañas.

Se ve hermosa... —susurró. Y dejó que su imagen empapara su retina.

Notas de juego

*Me imagino que coloquialmente sería así como llamarían a la Conurbación. :-)

Asumo que la luna al salir se ve como aquí, pero si no es así corrígeme, dire. (Máster édit: sí, así está bien)

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11/06/2019, 03:21
Ryu Akahoshi

Poder dar contención a Darya, y quizás a los demás, junto con Erik me otorgó una agradable sensación de poder finalmente servir para algo en medio de tanta frustración. Escuchar las palabras del doctor me dejó admirado de su entereza, qué suerte teníamos de tenerlo con nosotros.

-Yo también era de esa conurbación -confirmé a la pregunta sobre la ciudad que hicieran Faraz y Sibyl, el descubrimiento de que veníamos todos de la misma me produjo un sentimiento semejante al asombro pero más cercano al temor, como si cada descubrimiento en lugar de traer luz proyectara una sombra. Asentí al comentario de Erik dándole la razón: mejor despejarnos hasta la hora de la cena.

Lo primero que hice fue tomar un baño, luego estuve gran parte de la tarde bocetando los cuadros y poniendo mis ideas en orden. El solo hecho de desplazar las imágenes de mi mente hacia las insinuaciones del dibujo me dejó una agradable sensación de ligereza a pesar de no entrar en detalles y no ponerme manos a la obra con los óleos todavía: sabía que una vez que comenzara sería difícil detenerme y sería penoso que vinieran a buscarme porque hice esperar al sóter.

A la hora de vestirnos recibí la ayuda del doctor Knox al que pregunté sobre la posibilidad de conseguir un cuaderno y un lápiz de grafito para llevarlo conmigo para bocetar. Traté de vestirme con los tonos más cercanos al azul que pude encontrar tanto en mis pantalones y la chaqueta como en el chaleco de mi atuendo, salvo por la camisa color crema de cuello alto; desistí de llevar pañuelo al cuello porque me daba la sensación de estar ahogándome. Pedí también si podía llevar unas botas altas de ser posible y una vez que estuve listo esperé a aquellos compañeros que se quisieran unir a mí para avanzar hacia el punto de encuentro.

Antes de que llegara el sóter me acerqué a Charlie y le expresé mi deseo de conseguir una espada tipo katana para entrenar, no sabía si conocía el término pero me arriesgué preguntando ya que no perdía nada con hacerlo. Era la única persona que había visto armada y creí adecuado preguntarle a él sobre mi inquietud.

La nave en la que llegó nuestro anfitrión era magnífica como él y su augusto porte en la barcaza me arrancó una sonrisa de lado, sin lugar a dudas era todo un personaje y me pregunté cuánto habría de apariencia y cuánto de realidad en ella. Ver a las niñas abrazarse a su padre me arrancó otra sonrisa y acompañé el aplauso pensando que inclusive cuando estaba feliz Titania no podía dejar de mandonear a todo el mundo.

Solo pasado el aplauso reparé en el resto de la comitiva y busqué con la mirada al príncipe heredero entre los presentes, estaba intrigado por la relación padre-hijo. Y entonces vi la luna, esa hermosa y redonda luna, las únicas características que esta luna compartía con la que conocía al parecer. Mi espíritu languideció ante tanta belleza y ante tantas posibilidades abrumadoras que se veían en parte confirmadas. Por un instante pensé en qué visión aterradora y arrebatadora sería ver un satélite de ese tamaño venir hacia ti con la inexorabilidad implacable de la naturaleza. Recordé el espectro moshen y me pregunté cuál sería si es que lo tenía.

-Hermosa -repetí las palabras de Darya -E igual de misteriosa que la que conocemos, o quizás más porque esta es una dama desconocida -acoté.

Notas de juego

Perdón por las ediciones pero me olvido de cosas XD

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12/06/2019, 12:43
Sibyl Hadue

Un rato antes de la llegada del sóter.

Sibyl había salido algo consternada de la biblioteca, con dos libros bajo el brazo, en dirección a una de las habitaciones que les habían asignado y que nadie había escogido. Allí se sentó en la cama, cerró los ojos y pasó algunos minutos quieta, dedicándose sólo a respirar. Había tantas cosas dando vueltas en su cabeza que ya sólo quería dejar de pensar en nada, evadirse ignorando los olores y sensaciones que le recordaban que no estaba en casa.

Su mente buscó ese lugar en su interior donde había escuchado la melodía, aferrándose a ella como si fuese un ancla. Se sentía menos perdida al tararearla mentalmente. Dejó que la llenase, que se extendiese bajo su piel, y cuando se sintió serena abrió los ojos. Una leve sonrisa curvaba sus labios al ponerse en pie. Cogió uno de los libros, en el que estaba el texto que había estado ojeando sobre el número pi y salió de su cuarto en busca de uno de los hombres que había conocido en la comida, ese que decían que sabía tocar el piano. 

Dio vueltas hasta encontrarlo en la casa y cogió aire antes de acercarse a él y abordarlo.

Disculpe, Charlie —empezó, con su tono de voz suave y una mirada tímida—. ¿Está ocupado? Me gustaría hablar un momento con usted. Si no le viene mal, claro. 

Esperó mirándolo hasta que él hiciese algún gesto que le diese pie a continuar* y entonces se colocó a su lado y abrió el libro por el texto que le había llamado la atención. 

—Verá... He estado leyendo sobe el Espectro Moshen del número pi. Y me gustaría poder escuchar su melodía y entender su trascendencia, pero no sé nada de música. Y me preguntaba si usted... —Lo miró con los ojos abiertos en una súplica al terminar con una petición—. ¿Podría usted enseñarme cómo suena?

Notas de juego

*Anticipo esto para poder seguir un poquito más, pero si no es correcto avísame y corrijo :).

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12/06/2019, 13:26
Sibyl Hadue

El tacto del vestido sobre su piel era un recordatorio constante de lo lejos que estaba de casa. No era por llevar vestido, eso era algo a lo que estaba acostumbrada, sobre todo en verano. Pero la calidad de la tela, la sensación al moverse con él, eran distintas a lo que habituaba. Así, de tanto en cuando sus dedos se entretenían acariciando la tela, acostumbrándose poco a poco a su suavidad.

El suyo era de un color marfil que hacía resaltar su piel tostada, con una cinta de color azul turquesa ciñéndolo bajo el busto y haciendo juego con el pañuelo fino con que cubría sus hombros. El pelo lo llevaba suelto, con sus rizos escapando en todas direcciones con su rebeldía habitual.

En cuanto había llegado al embarcadero se había colocado cerca de los otros que provenían del Eón. Había intercambiado saludos con las personas que tenía cerca, pero en cuanto había podido se había mantenido en un discreto segundo plano junto a Darya. 

Observó con un brillo curioso en los ojos la llegada de la nave. Era impresionante y con el paisaje del lago de fondo parecía una imagen propia de alguna película de ciencia ficción. Contempló también al hombre que allí consideraban prácticamente un dios y a la mujer que estaba junto a él. Se entretuvo un instante pensando en que ella parecía el negativo de Titania y esa idea le hizo cierta gracia. Viendo su porte y su vestimenta se preguntó si ella sería otra de esos junzis. Al menos parecía alguien importante, eso seguro.

El aplauso la pilló algo desprevenida, pero enseguida se sumó, imitando al resto sin llegar a pensar mucho en ello. Después de la tortura de sentir la presión social aplastándola en la comida ni siquiera se le pasó por la cabeza la idea de no participar en la ovación. 

Observó el saludo del padre a las niñas y su rostro se dulcificó con una sonrisa tierna. Luego sus ojos pasaron también por Ovidio antes de que notase el gesto de Darya. Con él, elevó la mirada hacia el cielo y, al ver la luna, sintió un nudo terminar de atarse en su garganta. La luna. Su luna. Estaba ahí, pero no era. La sensación era algo alienígena, como la de ver a una persona conocida con un rostro que no era el que le pertenecía. 

Contuvo el aliento varios largos segundos, perdida en la contemplación del satélite, hasta que liberó sus pulmones en un suspiro quedo. Tardó aún otros tantos en bajar la mirada, cuando se dio cuenta de que tal vez llevaba demasiado tiempo abstraída, y miró alrededor, ubicándose. 

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13/06/2019, 14:07
Charlie

Un rato antes de la llegada del sóter.

Lo encontró en un porche que había junto a la biblioteca, mirando al lago. Parecía distraído y respondió con una frase de la que no entendió una palabra.

—Noblesse obligue, mademoiselle.

Y dándose cuenta, se explicó.

—Es un dicho en francés…

Sonrió.

—En una de las lenguas que se hablan en el sorato además de la artificial común. Significa que quien se tiene por un noble se ha de comportar como tal. Así que soy todo suyo.

Tras un gesto extendiendo el brazo, escuchando su petición, le guió atravesando la biblioteca, en la que tomó un cuaderno y un lápiz de madera y grafito. Luego salieron por el jardín hasta llegar al hall de la casa principal donde les esperaba el piano de cola. Se cruzaron con las niñas, probablemente no por casualidad.

Una vez frente al teclado Charlie tocó una melodía que parecía crecer alrededor de un motivo fundamental, una suerte de columna vertebral fractal que estando siempre presente se iba dando a conocer en detalle conforme la canción avanzaba. Sonaba minimalista, relajante, como un mantra. No paró hasta los diez minutos.

—Podría estar así toda la eternidad. Este es un ejercicio común de iniciación a la Mosheología ¿quieres aprender?

Abrió el cuaderno y comenzó a rayar notas sobre los pentagramas en blanco que llenaban la mitad de las páginas.

Escribió unas treinta cifras del número de memoria y unas notas junto a ellas.

Habló despacio, mostrando con el lápiz las operaciones extrañas que había hecho.

—Si traducimos las cifras a notas musicales y aplicamos una fórmula que se llama de contención para que la melodía se mantenga dentro de una cota inteligible podemos interpretar cualquier cosa escrita en el idioma de los números. Yo no me sé más de doscientas y pico cifras de memoria pero una vez arranco el número en el piano puedo seguir y seguir eternamente porque he aprehendido su esencia a través de su música. Los maestros y las personas con un talento especial, los cantores, por ejemplo, pueden aprehender el número con unas pocas cifras hasta con quince o veinte, quizá incluso con mucho menos. Eso es la Mosheología, la science de l'intuition. Este ejercicio es la simple traducción de un número desde su notación en cifras pero el iniciado aprende a escuchar la naturaleza.

Llegados a ese punto se detuvo y le hizo un gesto divertido, levantando una ceja, como si fuera un mago que ha sacado un caramelo de la oreja de un niño.

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14/06/2019, 02:08
Faraz Snowden

Después de abandonar la biblioteca, lo último que me apetece es hablar con nadie sobre mis impresiones. No es la primera vez en mi vida que siento la necesidad de escapar sin saber a dónde, pero tal vez sea la primera que no sé de qué. Finalmente, regreso a nuestras habitaciones, y me llevo el libro de poesías conmigo. Será una buena lectura para una noche en la que no anticipo que el sueño vaya a venirme pronto.

Instintivamente, elijo para mí el dormitorio que me parece más alejado de las zonas comunes. Dejo el libro sobre la mesita de noche y me siento en la cama con sumo cuidado, juntando las piernas, como si el mundo fuera a acabarse si le hiciese la más mínima arruga a la sábana. Dedico unos instantes a apreciar el suave tejido con las yemas de los dedos, con la vista inútilmente pegada a la pared, perdida en el blanco interminable. Sé lo que estoy haciendo. Estoy distrayendo mi mente, tratando de bloquearla, porque ahora mismo, sé que cualquier pensamiento me producirá dolor. Mi ignorancia es tan profunda que ni siquiera puedo empezar a tomarme lo que he aprendido esta tarde como algo positivo. El cielo da miedo cuando siempre has vivido en una jaula. Y una parte de mí siente la injusta necesidad de odiar este lugar, no por lo que es, ni por lo que representa, sino por haberme mostrado lo que yo he sido hasta hoy.

Una flor en un invernadero.

Aprieto los puños, pero el dolor aparece a pesar de todo. No de manera súbita o dramática, como una cuchillada ardiente, sino como un desasosiego lento y pertinaz que me oprime la boca del estómago y se niega a claudicar, recordándome que algo está mal, que tengo algo pendiente.

El ruido del agua rompe el silencio. Parece que alguien ha entrado en las habitaciones sin que me dé cuenta y está usando el cuarto de baño para asearse antes de la cena. Tal vez por necesidad, mi mente decide dejar de luchar y se deja arrastrar por el sonido, visitando lugares conocidos. Papá. Mamá. Aino. Vanya. La tienda de flores. La casa. Los niños. Si hubiera sabido lo que iba a pasar… no lo sé. Habría actuado de manera distinta, supongo. Habría vivido de manera diferente... aunque no sé cómo. ¿Me habría despedido? Parece que fue ayer cuando los vi por última vez, y hoy podrían…

Un violento espasmo me sacude cuando exhalo un desgarrado sollozo de desesperación. Solo uno; es cuanto me permito. Después, me levanto y me dispongo a vestirme, eligiendo una combinación de blanco, gris y azul. «Los colores del cielo», me digo, sin saber muy bien de dónde ha salido esa tonta reflexión. Cojo las prendas y me las pongo de manera mecánica, sin pensar, aunque evito los pañuelos y otros atavíos que normalmente no vestiría. Cuando decido que estoy tan preparado como puedo estarlo, salgo al exterior.

Una vez fuera, me resulta imposible no mirar la luna, y quedo asombrado ante la elegante sencillez con la que, limitándose a brillar sin más, lejana y displicente, aplasta mi absurdo deseo de que sea la luna que conozco. Pero no es mi luna. Porque la pálida esfera que permanecía imposiblemente inmóvil en el cielo mientras los árboles corrían cuando papá me llevaba en su moto no tenía esta cara. No es mi luna; me la han cambiado.

En ese momento, empieza a llegar la gente importante, y aunque ahora mismo a mí no podría importarme menos, una sonrisa amable vuelve a dibujarse en mis labios como si nunca los hubiera abandonado.

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14/06/2019, 11:13
Mihai Razvan, sóter de Basa'rab

El sóter fue presentado afectuosamente por su esposa. Su contacto era cálido y aunque daba la mano o dos besos en un saludo informal había una sutil expresión en sus ojos que de una forma incomprensible comunicaba solidaridad y ofrecía apoyo y seguridad.

Su voz madura tenía un tono de delicadeza que enfatizaba su aire cordial pero a la vez había algo distante en él, como si en su naturaleza estuviera evaporarse.

En ese primer momento fue muy poco tiempo el que dedicó a cada uno pues Titania también tenía que presentarles a todo su séquito.

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1 de 8

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14/06/2019, 11:15
Terpsícora

El olor de Terpsícora era frutal y su mirada apasionada. Su imponente atención plena amedrentaba.

Su voz era de contralto y hablaba la lengua que ellos conocían con una extrañísima sonoridad, se presentaba con un formalidad y cortesía pero sus ojos decían “sé quién eres”.

Su vestido, verde esmeralda, tenía bellamente bordada en hilo dorado una serpiente emplumada volando entre las nubes.

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2 de 8

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14/06/2019, 11:17
Malen Römer

La señora Römer era espigada y altísima. Vestía ropa oscura y sobria con pantalones y casaca. Al cinto llevaba un sable como el que habían visto a Charlie. Se presentó besando la mano a las damas y poniendo su mano sobre el hombro a los caballeros. Desde el principio alabó ese lugar como “el paraíso en la tierra”. Fue especialmente cortés con la anfitriona a la que llegó a comparar con un celoso ángel protector pero en sus palabras se apreciaba un afilado sentido del humor que a Titania parecía agradarle.

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3 de 8

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14/06/2019, 11:19
Romeo Malfitano

Un joven llamado Romeo acompañaba a la señora. Tenía un aire de observador risueño y era tan alto como ella. Su ropa era igualmente lujosa pero parecía más moderna que la que vestían los de la casa. Se presentó sin hablar, con un apretón de manos cómplice.

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4 de 8

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14/06/2019, 11:20
Sylvain van Giersbergen

Sylvain se presentó fugazmente, con una inclinación de cabeza. Tenía aspecto fiero y audaz, violento, un sable al cinto y a su espalda un rifle de largo cañón cuya forma era sencilla y funcional. Era el primer objeto de diseño industrial que veían desde que estaban allí. Quizá también la nave.

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5 de 8

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14/06/2019, 11:23
Areta Leichtle

Junto a él había una chica joven de aire tímido que saludó también con la cabeza como escudándose en el gesto de su acompañante. Atenta, sonreía a quien le descubriera mirándole.

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6 de 8

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14/06/2019, 11:29
Caúsata Darío Muzio

Los modales y la cortesía del siguiente hombre, al que Titania presentó anteponiendo a su nombre el título de cáusata no disimulaban una mirada profunda y afectada. El doctor Knox le saludó con un abrazo afectuoso. Parecían amigos que llevaban mucho tiempo sin verse.

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7 de 8

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14/06/2019, 11:30
Cáusata Nin Kundara

La última persona que Titania les presentó tenía un aspecto y ropas mucho más sencillas, incluso parecidas a las que conocían del Eón: una chaqueta de cuero, una camisa blanca a topos, unos pantalones que parecían incluso vaqueros y unas botas que bien podrían ser de montar.

Tendría bien entrados los sesenta, quizá incluso setenta, y se mordió un poco el labio al encontrarse con ellos. Titania le acercó a los cinco y los puso haciendo un corro frente a ella. Entonces les dijo que era la cáusata Nin Kundara, su rescatadora.

Ella les fue tendiendo una mano blaquecina llena de manchas de la edad, de dedos largos. Su contacto era fuerte y tranquilo.

—No tengo palabras, me alegro de estar viva para participar en este momento. Llegué a perder la esperanza... Lo siento.  

Notas de juego

8 de 8, ya podéis postear.

:-)

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14/06/2019, 13:54
Darya Gevorkian

La peculiar comitiva y las sensaciones casi narcóticas de la brisa junto a  los olores a los a que no acababa de acostumbrarse, acompañaron la visión de la luna haciendo que Darya, más que en otro planeta, se sintiera en un sueño. Estaba agotada. La liberación de la tensión tras el desahogo la había dejado exhausta y hubiera querido marcharse al bosque y quedarse dormida a los pies de algún árbol. En lugar de ello tuvo que saludar uno a uno al propio sóter y sus acompañantes sintiéndose casi como un observador exterior a sí misma y a todo. Se dio cuenta que apenas había comido o bebido nada desde que despertó y que su cuerpo, tanto o más que su mente, necesitaba descansar. Aún así hizo un esfuerzo para no saludar a los presentes como un autómata y mirarles a los ojos al darles la mano o al dejar —gesto que la hizo sentir incómoda—, que aquella señora altísima se la besara. Cansada como estaba no pudo casi oponer resistencia al escrutinio de la mujer llamada Terpsícora —¿No era la junzi que había escrito los poemas de "exaltación a la sangre del sóter"?. Le dio la sensación de que sus ojos atravesaban a todos los presentes.

Cuando le llegó el turno de ser presentada al sóter le dio la sensación de que todo su porte expresaba el aire paternal de que hablaron sus compañeros, como si la sensación de apoyo y protección que irradiaba no fuera tanto un gesto del momento sino un rasgo permanente y fundamental. Su atención sin embargo parecía estar allí y en algún otro lugar a un tiempo, o así se lo pareció. Había algo etéreo en él que agradó a Darya, como si quisiera y pudiera salir volando si así se lo proponía. Le pareció entonces que reconocía aquel aura elevada y volátil y sintió inmediata afinidad por su persona: era el halo del anhelo de libertad.

Por último Titania los llevó a todos frente a la mujer de más edad. Ella, al igual que otro de los hombres, llevaba el título de “cáusata”, y se preguntó si sería alguna otra función que tomaban para sí los junzi. La señora les dijo entonces que se trataba de su rescatadora y esa revelación hizo que Darya sonriera de verdad como tal vez no lo había hecho desde que abandonara el Eón: era la misma persona que les había encontrado en las instalaciones del Gólem quince años atrás. La escuchó hablar y disculparse y negó ligeramente con la cabeza.

No se disculpe señora Kundara, por favor —dijo buscando su mirada y estrechando la mano de la mujer entre las suyas—. Mi nombre es Darya. Es una suerte para nosotros poder conocerla —afirmó sonriendo también a sus compañeros—. Gracias. Muchas gracias.

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15/06/2019, 04:12
Ryu Akahoshi

Me había unido al aplauso para recibir a nuestro anfitrión pero con la medida justa de entusiasmo como para no parecer ni descortés ni celebrante: después de todo él no era nadie para mí, no todavía. Había estado toda la tarde tratando de relajarme y había conseguido una sensación de serenidad que había durado hasta el momento exacto en el que el sóter había apoyado sus pies en tierra firme.

Por algún motivo me sentí extraño a su cercanía, como si fuéramos dos polos opuestos que se repelían mientras más se acercaban, e inusitadamente nervioso lo que me hacía mantener una postura de firmes marcial con las manos tomadas en la espalda que solo relajaba para saludar. Conocer al junzi que tanto me había fascinado durante la lectura de aquella tarde y con cuyas percepciones me había identificado tan vívidamente -hasta las lágrimas- ahora suscitaba en mí sensaciones contrarias a las esperadas y eso me confundía.

En cuanto me tocó saludarlo lo miré directo a los ojos sin saber qué encontraría y me di cuenta súbitamente de que quizás mi reticencia se debía a que una parte de mí temía que de alguna manera él nos confirmara en aquel momento que éramos algún producto malévolo del Gólem, una suerte de huevos de reptil* que estaban en un nido de pájaros fingiendo ser quienes no eran. Su halo de bondad me produjo una sensación que no logré identificar pero que se parecía a la suavidad que experimentaba cuando veía una obra de arte especialmente hermosa o un paisaje arrebatador... Algo que mi mente asoció con la palabra "místico" sin saber si estaba en lo correcto.

No dejé que nadie de la comitiva me besara, pero di la mano a todos y cada uno con una sonrisa de labios cerrados y el ceño lo menos fruncido posible. La mujer de piel como el chocolate me recordó a mi amiga Isósceles y eso me llevó a dedicarle un poco más de atención, su aroma en combinación con sus ojos me dejaron turbado como si me hubieran abofeteado suavemente pero antes de amilanarme le devolví la mirada desafiante.

El resto de los recién llegados conformaba un grupo peculiar -como todo en aquel lugar, estaba descubriendo- despertando mi curiosidad tanto con sus actitudes como con su aspecto. Sin embargo, si la mujer llamada Terpsícore se me había antojado parecida a mi amiga cuando vi a la que nos presentaron como nuestra rescatadora me quedé helado en el lugar: era la versión femenina del señor Varazi, tan parecida que podría ser su hija o su nieta si le hubiera conocido alguna. No lo sabía y no quería ser invasivo preguntándole, pero me tuve que morder la lengua varias veces para no ceder a mi impulso. Quizás era solo la impresión, quizás quería encontrar un rostro conocido en medio de todo aquello.

No obstante, cuando me tendió la mano la encerré entre las mías y la sostuve varios segundos mientras mis ojos la sondeaban. En aquel momento a pesar de estar rodeado por mis compañeros y por los que estaban allí reunidos me sentí terriblemente solo, como si el ver ese rostro tan semejante al que conocía me hiciera cobrar verdadera dimensión de lo que me había ocurrido... Que todavía no tengo claro qué ha sido, pensé amargamente. -Mi nombre es Ryu. Gracias -fue lo único que pude lograr pronunciar y luego, notando que había retenido su mano demasiado tiempo, la dejé ir.

Notas de juego

*no sé si Ryu podría llegar a tener una referencia de este tipo en la cabeza de acuerdo a lo leído en el Eón, pero si no te parece lo edito.