Partida Rol por web

Eón

DÉMETER

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13/03/2019, 22:26
Ryu Akahoshi

La sensación de desconcierto que había empezado a reptar por mi interior toma cuerpo al incorporarme y ver a otros hombres allí conmigo... Una parte de mí quiere que sean mis antiguos compañeros, por un instante pienso qué curioso que quisiera que fueran ellos, a los que había conocido apenas hacía minutos atrás pero con los que compartía esa experiencia fuera de lo común, extraordinaria, de la nave. Me di cuenta, con estupor, que deseaba con todas mis fuerzas que aquel viaje fuera verdad y dentro de mí, una parte de mí, tenía la certeza de que así era; sin embargo, la mente se esforzaba por llenar huecos con información que no tenía y ahí es donde la duda hacía acto de presencia.

Varios detalles vinieron en simultáneo a mi mente desde mis sentidos y me resultaron abrumadores: las texturas de las telas y la confección de las prendas, lo que me llevó a sopesarlas con mi tacto; los aromas, indescriptibles, sublimes, que traía el aire; la vista de los muebles, los techos altos y las baldosas del suelo me tuvieron entretenido gran parte del tiempo, casi obviando la presencia de los otros dos hombres, salté de la cama y me puse a repasar la líneas de tallado y las distintas maderas con mis dedos desnudos, luego los dibujos en las baldosas, memorizándolos.

Pero lo que me resultó más abrumador fue el saber que me habían aseado y que había permanecido "dormido" todo el tiempo, ¡Hasta me habían rasurado! Me sentí ligeramente ultrajado, inseguro de si estar agradecido o no, porque... ¿Dónde nos encontrábamos? Di una mirada alrededor, o mejor dicho, ¿Cuándo? Luego de visitar una nave espacial en el futuro cualquier otra perspectiva temporal no parecía tan descabellada.

Finalmente miré a mis compañeros de cuarto, alzando la vista pero todavía en cuclillas -Hola -dije tentativamente, para ver si hablaban el mismo idioma -Mi nombre es Ryu.

De pronto sentí la necesidad de verme en un espejo, una duda me asaltó de golpe disparando una oleada de temor, ¿Y si otra vez no estaba en mi cuerpo?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Sumo la peculiaridad Sensibilidad artística para ver qué "percibo" de los objetos que nos rodean. Si la tirada es con imaginación me dices, pero creí que con percepción iba mejor.

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14/03/2019, 00:12
Faraz Snowden

Conforme mis ojos se acostumbran a la luz que se filtra a través de las sedosas cortinas, voy reparando en los exquisitos detalles de la habitación en la que nos encontramos. ¿O debería decir aposento? A juzgar por la espaciosidad de la cámara, la delicada artesanía de los muebles y la excelente calidad de todos y cada uno de los acabados, estamos en un lugar habitualmente reservado a gente privilegiada. Incluso la ropa con la que me han vestido es de una factura sublime. ¿Qué hago yo aquí?

A mi alrededor hay otros dos hombres tumbados en camas. Uno de ellos es corpulento y de cara redondeada y rubicunda, mientras que el otro es más esbelto y de ojos rasgados similares a los míos. Cuando este último se presenta como «Ryu», reconozco la voz del teniente Libélula, solo que ahora ha perdido su timbre metálico y suena más… humana.

—¿Ryu? —titubeo, como si necesitase cerciorarme de lo que acabo de oír, y compruebo que el sonido de mi voz también vuelve a ser el de siempre. Sin saber muy bien por qué, no puedo evitar sonreír—. Yo soy Faraz… —Me lo pienso dos veces antes de añadir ninguna mención al rango que me había sido asignado. Mi yo más racional sigue temiendo que todo sea una triste casualidad, que mi interlocutor no tenga nada que ver con el otro Ryu y que vaya a tomarme por loco si de repente empiezo a hablar de libélulas y drakos. Opto por un acercamiento más neutral, para ver si mi corazonada se confirma—: ¿Tú también te acabas de despertar? ¿Sabes cuánto tiempo llevamos aquí? —Mi mirada busca la suya, intentando captar cualquier indicio de que él esté tan confuso como yo.

- Tiradas (2)

Notas de juego

La primera tirada es para ver si hay algo más allá de la voz o el nombre que me permita reconocer a Ryu, así como evaluar si está muy perdido o extrañado. Seguramente resuelva mis dudas en su próximo post, pero aún así, Faraz se fija mucho en esos detalles, y a juzgar por el buen resultado (tengo Observador 2), lo he interpretado como que tiene un presentimiento que le dice que efectivamente es «Libélula».

La segunda tirada, en la que a mi juicio también se aplicaría Observador, es por si capto algo que me resulte extraño o fuera de lugar (más allá de lo evidente, como que estamos en una especie de palacio y que no consigo identificar la madera de los muebles). Algo así como darme cuenta de que la luz que entra por las ventanas tiene un matiz inusual, o si el olor a flores no se corresponde con ninguna que haya olido antes... Desde la perspectiva de Faraz, acabamos de llegar de un lugar del espacio que no estaba ni remotamente cerca de la Tierra, y ahora anda con la mosca detrás de la oreja...

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14/03/2019, 08:52
Beatrice Danesti

Le dijeron que en la otra cama dormía otra mujer “joven y de ojos almendrados” pero les tenían prohibido molestarla. Sólo con ella le permitían -a Beatrice- pasar la barrera del dosel. Había otra habitación con tres hombres pero allí les estaba prohibido entrar.

Darya conocía el lujo de los ricos y nunca había estado en un lugar así, en el que cada elemento parecía una joya única pero en perfecta armonía con el resto. El techo, por ejemplo, tenía una sutil talla de madera que debía valer una fortuna y parecía estar hecho por la misma escuela de artesanía que los muebles.

Las niñas acompañaron a Darya a un aseo que había anexo a la habitación. Tenía un precioso espejo con el marco de plata. Allí se vio ella misma reflejada. No podían habían pasado más que unos meses. Beatrice le ofreció un peine que parecía de hueso.

Desde allí se escuchaba un piano lejano tocando una pieza con un ímpetu pasional de la que apenas llegaba un eco. Llamó su atención un jarrón de cerámica añil con un extraño motivo mitológico -un hombre desnudo con el cuerpo cubierto de ojos atravesado por una flecha- que contenía un ramo de florecillas naturales de al menos seis tipos diferentes que desprendían el mejor perfume que Darya hubiera olido jamás.

Beatrice incitó un pequeño debate en el que la princesa aceptó que esas no eran maneras de llevar a Darya ante su madre y menos estando “Charlie” y el “Doctor Knox” presentes. Y como conseguirle un vestido adecuado para presentarla en el salón era imposible para ellas decidieron que ambas irían allí a anunciar a Titania que “una de los durmientes ha despertado”.

Tras asegurarse que su Talía se encontraba bien -Darya se dio cuenta de que estaban preocupadas por si algo malo le sucedía- salieron de allí con la promesa de que en cinco minutos volverían con su madre.

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14/03/2019, 10:27
Darya Gevorkian
Sólo para el director

El aseo, al igual que la propia estancia, era una joya con su espejo enmarcado en plata, su luz suave y el aroma de un ramo de flores de perfume exquisito. Todo era delicado como una obra de arte y hasta el más mínimo detalle se veía cuidado con esmero. Darya peinó su melena comprobando que había crecido lo que correspondería a unos meses, aunque siempre podían habérsela cortado, al igual que la mantenían limpia y cuidada. Si tenía ocasión de hablar con quien la había estado atendiendo debía darle las gracias, pensó. Lavó su rostro con el agua fresca y un escalofrío de placer la recorrió de la cabez a los pies, haciéndole sentir llena de vida. Acarició una de sus manos con la otra y con la planta de los pies en las baldosas del suelo disfrutando de cada roce con una sonrisa que no abandonaba sus labios. Acercó después la nariz al ramo y aspiró su perfume con deleite. Parecían florecillas silvestres lo cual no hacía sino aumentar la maravilla y le hacía preguntarse dónde se encontraba Basa’rab.

Las niñas acordaron que esperara en la habitación y se marcharon no sin antes mostrar una vez más su alegría porque estuviera bien. Darya se preguntó si de entre los durmientes que pudiera haber en palacio algunos habrían muerto o despertado muy enfermos. En cuanto salieron de la habitación se acercó al otro lecho y descorrió el dosel con cuidado de no perturbar a la mujer que estaba allí. Con delicadeza tomó su muñeca para comprobar su pulso y la observó unos instantes con detenimiento. Ojalá fuera Egra o “Medusa” -ahora se daba cuenta que no sabía su verdadero nombre- y pudiera despertar. Respecto a los tres hombres que descansaban en otra habitación, esperaba poder preguntar por ellos a su majestad Titania de Basa’rab.

Volvió a cubrir la cama con el dosel y acercándose a una de las ventanas retiró la cortina para poder contemplar el paisaje en que cantaban los pájaros.

¿De dónde vendría esa música de piano?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo una tirada de Razón más Ciencia (con dos en enfermería) para ver qué impresión se lleva en un vistazo rápido del estado de la mujer que duerme en la otra cama.

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14/03/2019, 11:35
La Cándida Rosa

La chica de la cama era joven y delgada y vestía un camisón similar al suyo, pero no idéntico. Era más bien morena y su pelo de un rizado que parecía tener vida propia. Tenía los ojos almendrados y pecas.

No le encontró el pulso y por la temperatura de su cuerpo -igual a la del ambiente- tendría que ser un cadáver ya con rigor mortis, color verde azulado y un fuerte olor fétido. Nada más lejos de eso. Su aspecto era de lo más saludable, su piel se mantenía suave y sus músculos permanecían relajados, como si durmiera. Incluso, perfumada por el ambiente, olía a flores. Desde luego que su condición médica era inexplicable.

Al retirar la cortina sintió el aire fresco alcanzarle como una ola de mar. Tras la ventana había un paisaje imposible de palmeras, pinos centenarios y todo tipo de vegetación exuberante creciendo con un orden y una densidad que ella no conocía ni sabía posibles, y un lago bordeado de palacios y caserones con porches y embarcaderos tras el que se erguían unas montañas con infinitos árboles y otras plantas verdes creciendo en un caos armonioso en lo que no podía ser otra cosa que un bosque.

Sobre las barandillas se veían macetas que contenían multitud de plantas con flores. Sobre una de ellas revoloteaban varias mariposas de vistosos colores. Tal densidad tenían las plantas que parecían tener que pelearse por el espacio y tal variedad había que tenía la certeza de tener frente a ella más especies de seres vivos diferentes de las que creía posibles en todo el mundo.

Notas de juego

Edito: te he añadido el avatar de la localización (no lo he hecho antes por mantener la sorpresa de los últimos párrafos). En su descripción puedes ver unas fotos :-)

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15/03/2019, 12:27
Erik Du Mont

El doctor parpadeó, intentando ajustar su vista al final de la amplia habitación. Los muebles parecían buenos y la decoración, aunque sobria, era elegante e incluso regia. La claridad de la estancia le seguía transmitiendo esas calma y tranquilidad que parecían perfectamente creadas para él. O eso pensaba, hasta que se dio cuenta de que no estaba solo. 

Un par de hombres más estaban allí, vistiendo con las mismas ropas que él, uno de ellos inspeccionando el lugar de forma más exhaustiva. Ambos eran más esbeltos y parecían mejor entrenados que él, cosa que provocó que Erik pasase su mano por su barriga, casi echando de menos aquel cuerpo robótico y perfectamente proporcionado. Su otra mano pasó por su propia mejilla, comprobando que su cara había vuelto a aparecer y por fin podía expresarse con ella. Un leve suspiro de alivio le hizo sonreír, un pequeño gesto que se convirtió en sorpresa al escuchar los nombres de los demás, intentando encajar sus voces con las moduladas que recordaba de aquellos cuerpos de metal.

¿Ha sido todo un sueño realmente? ¿Uno compartido? Tal vez haya escuchado sus nombres antes y por eso los asocié en mi inconsciente... Los pensamientos de Erik se disolvieron al ver que comenzaba la ronda de preguntas, una para la que, de nuevo, ninguno estaba preparado. ¿Cómo habían llegado allí? ¿Era aquello un hospital? Lo dudaba pero de todas formas, conocidos o no, estaba claro que estaban tan confundidos como él y debía prestarles apoyo si era necesario.

- Yo soy Erik. - el doctor abrió la boca para decir algo más y acabó riéndose con un suspiro. Estaba claro que ninguno quería desvelar el tabú, pero no había más remedio si quería ayudar a desvelar sus dudas - ¿Os... suena de algo... "Tortuga"? - preguntó extendiendo la palma hacia arriba, como si esperara que alguien recogiese la pregunta que en ella había. En cuanto  - Creo que estamos todos en la misma situación. Por mi parte, acabo de despertar también y no recuerdo cómo he llegado aquí, ni reconozco este lugar... Bueno, lo reconozco aún menos sin mis gafas. - sonrió, pasando la mano por delante de su cara. Por lo menos no corro el riesgo de pisar los juguetes de Kiara... desvió su mirada al frío suelo de baldosas, antes de volver a mirar a los otros dos - En cualquier caso... ¿Os encontráis bien?

- Tiradas (2)

Notas de juego

Percepción + Empatía (+ ventaja Atento, que creo que aplicaría) para ver también si reconozco sus voces o si necesitan apoyo de algún tipo. 

Percepción + Contemplar (+ Atento, - Miope) para ver si reconozco algo del lugar (que me da que no).

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15/03/2019, 23:40
Director

El sonido de la música paró. Más allá de las cortinas los pájaros ganaron el protagonismo que había cedido el piano. Habría al menos cuatro o cinco y parecían discutir o disputarse algo, como sopranos haciendo un concurso. El piar no resultaba estruendoso sino sencillo, pero muy bello. Nunca habían oído unos pájaros que cantaran así. Y menos en libertad, porque sonaban como si estuvieran revoloteando libres y posándose aquí y allá.

Faraz identificó el olor de las rosas en el aroma que entraba por la ventana, pero había muchas más flores. Para nada era el olor de los ramos, ni siquiera el olor de los cultivos que había visitado. Era mucho más complejo, mucho más sutil. Y lo traía el aire. Su olfato entrenado le hacía intuir que tras esas ventanas había un campo con miles de flores cuyo aroma no resultaba empalagoso sino sutil y armonioso.

El tacto del suelo, la puerta de madera rojiza, los ornamentos en el dosel de las camas, todo era artesanal y bonito. Y parecía único, incluso el tejido y el corte de sus ropas. Daba la sensación de que estaban en un palacio pero nada allí era ostentoso. La única mención que Erik había leído de un lugar así la había leído en los cuentos de hadas de su hijita.

Se reconocieron en sus voces y desde luego que los tres estaban en una condición similar de “recién llegados”.

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16/03/2019, 22:06
Faraz Snowden

El tercer hombre se presenta como Erik, y cualquier duda que pudiese albergar sobre lo ocurrido se disipa con sus palabras. De algún modo, saber que otras personas están pasando por lo mismo que yo me hace sentir menos perdido. Menos solo.

—Yo estoy muy bien, de hecho —le respondo, conmovido por su interés—. Mejor de lo que he estado en mucho tiempo. Creo que quienquiera que nos haya traído aquí se ha esmerado sorprendentemente en que nos sintamos cómodos. Eso me hace pensar que tal vez quieran algo de nosotros. —Mientras hablo, me froto la barbilla pensativo, notando la suavidad de mi cara recién afeitada. Recorro con la vista la habitación en busca de más camas, pero solo están las nuestras—. Por cierto, ¿sabéis dónde están los demás?

Consciente que que probablemente acabo de formular una pregunta vana, me incorporo y camino despacio hacia los ventanales. ¿Cómo vamos a saber dónde están los demás, si ni siquiera podemos decir a ciencia cierta dónde estamos nosotros? Con la curiosidad brillándome en los ojos, me dispongo a correr la cortina y ver lo que hay al otro lado. 

En ese momento, el solo de piano que se oía desde lejos deja de sonar, y es entonces cuando reparo verdaderamente en su existencia, como si el silencio fuese por alguna razón más difícil de soportar. Hay alguien más aquí. ¿Por qué ha dejado de tocar? ¿Sabe que hemos despertado? No sé si estoy preparado para encontrarme con nuestro supuesto anfitrión, o si quiero hacerlo, y miro fugazmente a los ojos a Ryu y a Erik, tratando de saber si piensan lo mismo.

Tras la breve interrupción, mis dedos tiemblan levemente por la duda, pero finalmente abro la cortina.

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17/03/2019, 08:17
Ryu Akahoshi

Poco a poco vamos despertando en todos los sentidos, desde tomar conciencia del lugar en el que estamos -aunque sin saber dónde nos hallamos concretamente- hasta hacerlo con nosotros mismos. Uno de los hombres que me acompañan se presenta como Erik y el otro como Faraz. Me pregunto, y no puedo dejar de hacerlo de otro modo no sería yo, si en verdad están allí conmigo o si eran tales mis ansias por no abandonar al grupo que me lo estaba imaginando todo, poniendo nombres a lo que hasta hacía poco eran carcasas de metal... Como lo había sido yo.

-No tengo idea de cuánto llevamos aquí, si es que eso importa -manifiesto esto no con desdén, sino haciendo hincapié en que la noción de tiempo en este momento no es muy estable para mí. -Y no comprendo qué ha pasado, si esto es resultado de no haber cantado la canción... -prosigo y callo de pronto un instante -De la libélula.

De pronto la música deja de oírse y en mi interior siento un vacío inenarrable, muy semejante a una pérdida; antes de despertar podría haber pensado que se trataba de mi hermano tocando el piano, pero ahora esa fantasía se había esfumado junto con la melodía y me he quedado envuelto en la realidad de los conocidos extraños que me acompañan: de alguna manera la puerta que guiaba a casa se ha esfumado.

Luego ocurre algo maravilloso: el silencio es habitado por el canto de los pájaros, un canto versátil y movedizo, dinámico, que no parece el habitual. Siento una enorme curiosidad por espiar a través de la ventana, pero decido en su lugar hablar con mis compañeros nuevamente mientras prosigo con la inspección de todo cuanto me rodea, sobre todo con mis manos más que con mis ojos -Erik, Faraz, los recuerdo -afirmo tratando de darles seguridad o una sensación de ella, sonrío de lado -Me acuerdo de ti, Tortuga -lo miro a los ojos con intención amistosa -En este momento no me encuentro totalmente bien, aunque físicamente lo esté -me palpo como asegurándome de que en verdad tengo mi cuerpo una vez más -Siempre preguntas por los demás, pero ¿Cómo estás ? -inquiero y me señalo hacia dentro esperando que la seña baste.

La respuesta de Faraz me hace girar la cabeza en su dirección -No tengo idea de dónde están los demás -reconozco con cierta pesadumbre, -Es más: creo que despertamos los tres al mismo tiempo o con leves diferencias -expreso mi pensamiento. Que haya "alguien" que desee "algo" de nosotros es factible, pero no me da tranquilidad -Quizás solo son amables -musito, queriendo creerlo con todas mis fuerzas y espío por sobre mi hombro cuando Faraz toma la cortina con la intención de correrla.

-Tal vez deberíamos buscar a nuestro anfitrión -digo haciendo a un lado mis reticencias hacia quien quiera que fuera y sus intenciones.

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17/03/2019, 09:24
Director

La ventana estaba abierta y la cortina era la única barrera para la luz y el aire que ahora entraban a la habitación sin tamiz.

El palacio en el que estaban era uno de tantos -cada uno con su embarcadero, todos de una construcción clásica, entre barroca y renacentista- a la orilla de un gran lago calmo. Las plantas crecían por todas partes no viéndose tierra libre de ellas con una exuberancia y una salud que Ryu y Erik creían imposible y que Faraz sabía imposible. Verdes se elevaban palmeras, pinos y cipreses, algunos incluso centenarios. Flores de mil tipos crecían en los lugares más inverosímiles, incluso crecían unas florecillas naranjas con forma de campanilla en la canal de desagüe del tejado de una casa vecina. Unos pequeños pájaros de vientre coloreado y otro más grande que saltaban de rama en rama de una parra que crecía anclándose a la fachada salieron volando, libres. Y al otro lado del lago se veían unas montañas repletas de vegetación que en la lejanía no se veía ordenada y espaciada sino una masa forestal frondosa dispuesta en un caos armonioso, libre, silvestre, que no podía ser otra cosa que un bosque.

Notas de juego

No he querido colarme en los turnos, he posteado esto para que quede más natural.

:-)

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17/03/2019, 18:39
Faraz Snowden

Antes de apartar la vaporosa tela de la cortina que cubre la ventana, no me habría podido creer lo poco preparado que estaba para lo que aguarda al otro lado. Me recibe un impresionante despliegue de color, belleza y vida que se extiende hasta donde llega la vista y me hace sentir minúsculo, indigno de su contemplación. Siento un nudo en la garganta, y lágrimas de emoción acuden a mis ojos sin haber sido llamadas.

—Qué preciosidad... —es todo cuanto alcanzo a decir, con la boca entreabierta, apenas consciente de las palabras que Ryu pronuncia a mi espalda. En este preciso instante, siento que haber nacido para poder vivir este momento ha sido una bendición, aunque apenas pueda dar crédito a lo que ven mis ojos. Pájaros volando en libertad, árboles alimentándose de la tierra en estado salvaje, flores te todas las variedades imaginables y aún más cubriendo el paisaje como si tuvieran todo el derecho a hacerlo. Cuán insignificantes son mis bonsáis en comparación, por muy orgulloso que me hagan sentir en secreto. Ojalá mi hijo hubiese conocido un lugar así... Ojalá todos lo hicieran. Ojalá supieran que un mundo así es posible. Lenta e inexorablemente, una sensación hasta ahora desconocida encuentra un lugar en mi corazón para no volver a abandonarlo, de un modo que me asusta, y sé que necesito formar parte de esto. No sé cómo, pero necesito ser capaz de de dar esto a otros, de llevarlo a sus vidas. De hacerlos sentir también bendecidos. Me giro hacia los otros dos con la expresión suavizada por la emoción, y durante un instante pienso en decirles que dejen de preocuparse, que abandonen sus dudas y sus miedos por un momento y se limiten a unirse a mí en la contemplación de esta maravilla. Casi se lo digo, pero entonces, Ryu propone que busquemos a nuestro anfitrión. Mi semblante vuelve a adquirir un aspecto serio, pensativo—. ¿Anfitrión, o captor? ¿Podemos decirlo con seguridad?

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18/03/2019, 12:32
Darya Gevorkian
Sólo para el director

Una impresión muda hizo presa de Darya. Sus músculos se tensaron en un primer instante petrificada por la visión, por el aire vibrante con el murmullo del viento y el canto de los pájaros, por el destello de la luz brillando sobre el lago. Sus pupilas rebosaban de flores, arbustos y árboles creciendo el todas direcciones, centenarios muchos sin duda, con una variedad imposible. Comprobó que nunca había sido capaz de imaginar cómo era el mundo antes del Eón, siempre había habido una barrera en su mente que no había sabido romper. Ahora un paisaje pretérito se abría ante ella y se daba cuenta que no habría podido recrear o siquiera sospechar el olor del aire lleno de matices indescriptibles o el zumbido de los insectos. Los tonos de verde que cubrían las montañas parecían convertirlas en seres vivos. La congoja subió hasta su garganta y emitió una especie de estertor al que siguieron las lágrimas.

Su vista recorrió el horizonte una y otra vez, tratando de imaginar si aquello era un oasis o el mundo más allá seguía siendo así. Cuando sus músculos respondieron, Darya trepo al alféizar de la ventana apoyándose en el marco de uno de los laterales y poniéndose en pie. Enjugó las lágrimas para poder ver mejor y supo qué habría hecho Stephan en ese momento: llenó sus pulmones y enmarcando la boca con ambas manos gritó.

-Eeeeeeeeeoooooooooo!

Lo hizo como si llamara a las montañas a lo lejos y después calló, prestando mucha atención. No podía dejar de sonreír. Por muy loco que pareciera no le hubiera extrañado obtener una respuesta.

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18/03/2019, 13:26
Erik Du Mont

Erik negó a las palabras de Ryu, recordando perfectamente que lo último que había hecho era cantar esa nana... Esa canción de la tortuga. ¿Era por eso que había llegado allí? ¿Tal vez recordar algo de su verdadero yo, de su vida, había conseguido devolverle al mundo real? Y si ese era el caso, ¿qué había sido todo lo anterior? ¿Un sueño o algo más complejo? ¿Podía transportar su propia conciencia de un lugar a otro con sólo pensar en ello? Las preguntas se amontonaban y por mucho que a Erik le gustase rumiarlas, estaba seguro de que los demás necesitaban las respuestas tanto o más que él.

- En mi caso sí canté, por lo que no creo que se deba sólo a eso... 

El doctor asintió satisfecho a la respuesta de Faraz, alegrándose de no ser el único que se encontraba mejor que de costumbre. Quienquiera que les hubiese "cuidado", parecía haberlo hecho a conciencia para que así fuera. O tal vez simplemente fuese una casualidad, haberse despertado bien tras una larga noche de sueño. Aunque por lo que Faraz inquirió, sí que era cierto que algo no cuadraba. A Erik le gustaba pensar que las personas eran buenas por defecto, así que ni siquiera había considerado esa opción, aunque tenía que reconocer que la situación era especialmente extraña.

La música dejó de sonar, haciendo que Erik tuviese la sensación de haber dado un respingo, mientras giraba la cabeza hacia el lugar del que había venido, buscando el último atisbo de su eco por la habitación. Una nueva melodía, múltiple, natural, móvil y caótica, reemplazó al suave piano, obligando al doctor a buscar su origen. La voz de Ryu hizo que olvidase la idea por un instante.

- ¿Yo? - preguntó sorprendido el doctor, fijándose en el gesto de Ryu. Una pequeña risa se le escapó, recordando las veces que tanto Shen como su madre le habían dicho algo parecido - Físicamente, mejor que bien. Y psicológicamente, diré que mucho más calmado que antes. Este lugar es desconocido, sí, pero no tiene nada que me haga sentir intimidado o incómodo, más allá de ser extraño de por sí... 

El suave siseo de la cortina al ser descorrida, provocó que Erik avanzase un par de pasos hacia la ventana, siendo unos cuantos más al distinguir las manchas verdes sobre ella. Su padre nunca le había llevado a su lugar de trabajo, así que Erik sólo conocía los grandes huertos controlados a partir de fotos en revistas, pero estaba seguro de que aunque hubiese ido a uno de ellos, no habría sentido tanta vida en desorden y armonía. La visión habría sido más sobrecogedora si el hombre hubiese gozado del privilegio de sus gafas, pero aquello fue suficiente para obligarle a abrir la boca y a parpadear, confundido. La mano de Erik se alargó hacia la ventana, casi en un intento de palpar toda esa naturaleza y percibirla de forma más nítida. No estamos en casa... Pero tampoco me siento fuera de ella...

Cada vez más confundido por aquella situación, aquella sensación de bienestar, Erik buscó la reacción de los demás, encontrándose con Faraz más perdido en el paisaje que él y con lágrimas en los ojos. El doctor sonrió y apartó la mirada hacia el suelo, sin decir nada. Era un momento sólo suyo y no quería interrumpirlo de ninguna forma. Esperó a que respondiese él mismo, antes de decir nada.

- Realmente no podemos... Pero no estamos encadenados y esto no parece una cárcel precisamente. La ventana está abierta y podríamos escapar cuando quisiéramos. - señaló hacia la ventana, intentando obviar de nuevo el paisaje para no quedarse ensimismado de nuevo. Estaba seguro de que si propusiera salir a aquel jardín antes que buscar a su "anfitrión", Faraz no pondría muchas quejas - Lo mejor será presentarse al menos y luego podremos sacar conclusiones. - sonrió de forma tranquilizadora, avanzando con cuidado hacia el lugar del que provenía el sonido del piano. Dándose cuenta de algo, se giró hacia los demás y soltó una pequeña risa - Eso sí, agradecería que no me dejarais a mí solo delante. Ahora mismo no es que tenga buen ojo para estas cosas...

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18/03/2019, 13:38
La Cándida Rosa

Desde el exterior pero de un lugar cercano, probablemente desde otra ventana mismo palacio muy cercana a su cuarto, se escuchó una voz femenina, joven, desgañitarse con un musical:

—¡Eeeeeeeeeooooooooo!

Que tenía algo de desahogo y de llamada y sonaba tan silvestre como todo aquello.

Notas de juego

Editado: he cambiado las primeras lineas para no inducir a error.

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18/03/2019, 13:55
Ryu Akahoshi

Por un instante me vi a mí mismo saltar por la ventana hacia el exterior para tocar ese paisaje ideal con mis propias manos, la sola idea de sentir la textura de toda aquella vegetación con mis dedos me excitó, quise acariciar las flores, hundirme en la hierba, desaparecer entre los árboles. Mi mente fue más lejos y me vi zambulliéndome en el agua para nadar, en ese lago que a sola vista parecía delicioso. Quise caminar y bordear el espejo de agua hasta esas montañas exuberantes que se delineaban con matices esmeraldas por detrás.

Como si mi mente se reflejara en mi cuerpo, sentí hambre. Sentí una sed excruciante. Me mareé, evidentemente desbordado por mis sentidos. Cálmate, Ryu, es solo... Uno de los paisajes más bellos que hayas visto en tu vida y también el más irreal, ¿Qué es esto y dónde estamos?

La voz de Erik me sacó de mi ensimismamiento, ambos nos acercamos a la ventana pero yo me mantuve detrás de ellos por miedo a ceder a mis impulsos y saltar. Me tranquilizó saber que se hallaba bien, las personas como él suelen preocuparse más por los demás que por sí mismos, aun a costa de su salud. Las palabras de Faraz dibujaron un frunce en mis cejas, pensé, tontamente, que en lugar así la gente no podía ser otra cosa que feliz y que la maldad era algo impensado, como si se tratase del Edén mitológico de los hombres pre-eónicos. Luego, cuando se giró y contemplé su faz envuelta en una conmoción sublime a causa de aquel paisaje mágico le obsequié una sutil sonrisa de reconocimiento.

Ambos tenían razón y asentí a sus cavilaciones demostrando que estaba de acuerdo: al parecer no estábamos en peligro, pero no podíamos descartarlo y, definitivamente, había que salir de aquella habitación para poder confirmar alguna de las dos posibilidades. Fue entonces cuando una voz desconocida se alzó desde un lugar cercano. Instintivamente la busqué con la vista, al parecer venía desde fuera -Cuando dispongan salimos, pero si les place puedo ir yo por delante -propongo y le sonrío a Erik, espero que pueda verme... Aunque sea un poco.

- Tiradas (1)
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18/03/2019, 23:47
Titania de Basa'rab y Danesti

Ryu no vio el origen del grito. Él salió primero. Tras la puerta había un rellano con el suelo de piedra y una baranda de madera que daba al piso de abajo, un gran hall con un piano de cola al que se accedía por una doble escalera que formaba una herradura.

Por ella subía una comitiva que en un par de segundos les alcanzó. Primero iba una mujer escoltada por dos niñas de unos ocho años que casi tiraban de ella, una de cada mano. La dama tenía el pelo pajizo tirando a dorado con un peinado parecido a un tupé, pecas de un color similar al del cabello y un lujoso vestido que dejaba los hombros desnudos sobre un escote recto, de un tejido que bien podría ser seda, decorado con motivos serpenteantes bordados en oro. Tanto ella como una de las niñas -que a todas luces parecía su hija- tenían un color de piel entre marrón blanquecino y rosáceo que no habían visto nunca antes. La otra niña era pelirroja y pecosa, con nariz respingona.

Notas de juego

1 de 4

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18/03/2019, 23:49
Dr. Julius Knox

Tras ellas había un hombre con bigote, de unos cuarenta años, que vestía una camisa blanca de cuello alzado y redondeado y un pañuelo negro anudado al cuello y llevaba un maletín de piel.

Notas de juego

2 de 4

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18/03/2019, 23:51
Charlie

Y junto a él otro hombre, más maduro y refinado que también vestía una camisa de cuello alto con pañuelo, sólo que más bonita, una casaca marrón, y los pantalones por dentro de unas botas altas.

Tenía un aspecto entre contemplativo y atribulado y sobre los cincuenta años. Hizo amago de adelantarse pero a un gesto de la mujer se quedó plantado y no dio un paso. Al cinto llevaba lo que parecía un arma corta a un lado, y al otro un sable en su vaina.

Notas de juego

3 de 4

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18/03/2019, 23:53
Titania de Basa'rab y Danesti

Las niñas frenaron su ímpetu y quedaron plantadas. La que era como la señora se refugió en las faldas de su madre, la otra no se amilanó.

La mujer, que bien podría tener entre los treinta y los cuarenta y pocos años habló con voz firme, de contralto.

—No teman. Sea cual sea la pesadilla que les ha traído hasta aquí ya ha pasado. Soy Titania de Basa'rab y Danesti, señora de esta casa. Bienvenidos a la Cándida Rosa.

Notas de juego

4 de 4, ya podéis postear.

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19/03/2019, 00:00
Ayischa Rønning

A su grito los pájaros callaron y no volvieron a cantar hasta pasados unos segundos. Cuando todo parecía haber vuelto a la "normalidad" una chica joven de piel muy clara y pelo rizado, ataviada con una extraña falda pantalón con la cintura casi bajo el pecho, sandalias anudadas a la pantorrilla, gorro de paja y una cesta llena de limones que Darya casi podía oler desde el alto tercer piso en el que se encontraba, avanzó hasta salir de la sombra de los árboles y ponerse en medio de una acera, a la vista.

Dejó el cesto en el suelo, se quitó el sombrero para apoyar con él sus gestos moviendo las manos y respondió con unas palabras de las que no podía entender más que su significado general.

-¡Buongiorno, bella signorina!