Partida Rol por web

En algún momento del día siguiente os juntasteis en la puerta principal del Instituto para solucionar los asuntos que teníais pendientes fuera de él. Nora había manifestado su intención de pasar por su casa y por la cafetería, Ethan tan sólo quería ir a su casa. En total en un par de horas deberíais haber terminado si no surgía ningún problema extra.

Cuando llegasteis al recibidor, Milton ya estaba allí, vestido con el uniforme de combate y con su espada colgada del cinturón. Estaba sentado en los últimos escalones de la escalinata, al parecer enfrascado en la lectura de un libro que tenía en las manos y que cerró al veros llegar para dejarlo sobre una mesa después. Se trataba de Tiempos difíciles, de Charles Dickens.

El muchacho, que solía mostrarse serio, parecía tener una leve melancolía en la mirada que se desvaneció cuando dedicó una sonrisa a Nora al ponerse en pie.

- ¿Vamos? - Preguntó, haciendo un pequeño gesto con la mano hacia la puerta.

Cuando me reuní con los demás iba preparado: no tenía por qué pasar nada, pero quizá los demonios estaban vigilando los lugares que frecuentaban los dos novatos.

Al ver que Milton ya estaba listo asentí en su dirección, y saqué mi estela, mostrándosela a la camarera y al rubito.

- Esto es una estela, es lo que usamos para hacer runas. - Les expliqué. - Milton y yo iremos con una de invisibilidad, como ayer: los mundanos no podrán vernos. - Dije antes de hacer una pausa. - Os la haría a vosotros, pero sería difícil que hablaseis así con vuestros conocidos.

Me miré al espejo cuando acabé de vestirme con la ropa que me habían prestado. Suspiré con resignación pero deseando recuperar mis cosas. Tal vez podía resultar absurdo pero, con todo lo que había pasado, esperaba que, al tener mi propia ropa, me sentiría más yo misma. Miré la escasa decoración del dormitorio y pensé que, si me iba a quedar, tendría que hacer algo para que no pareciera un internado. Tal vez, con unas cuantas telas colocadas estratégicamente y algunos cojines de colores, resultara menos gris.

Cuando bajé, Milton ya estaba allí. Le encontré leyendo un libro de Dickens, lo conocía pero no lo había leído. Siempre me pareció que sus libros eran bastante deprimentes. Le devolví la sonrisa satisfecha de que nos acompañara, además los dos nos iban a entrenar y así empezaba a acostumbrarme. –Claro, podemos irnos cuando queráis.

Emille nos enseñó algo que parecía una varita tipo Harry Potter pero de sin ser de madera. La observé con curiosidad pensando si me darían una igual. Asentí a lo que dijo sin contestar.

Fui a la entrada principal del Instituto con la ropa de Stuart. No era del todo mi estilo, pero tampoco estaba mal. Había cargado mi móvil y había revisado los mensajes antes de salir, además de buscar las noticias en busca de alguna posible noticia sobre la desaparición de mis padres. Por mucho que me hubieran dicho que estaba todo controlado, me parecía increíble que pudieran tapar la desaparición de dos personas de la categoría de mis padres. Con la señora que había acogido a Nora lo entendía, no era nadie, pero mis padres...

Al llegar vi que era el último. Tampoco me importó demasiado, mejor hacerse esperar que esperar tu mismo. ¡Hola! Dije, dedicándoles una sonrisa. Siento llegar tarde, me he entretenido buscando las noticias. 

Asentí a las palabras de Emille sin darles demasiada importancia. No pensaba encontrarme con nadie, así que no iba a hacer falta comunicarme. Tal ve con los criados. Me pregunté que pensarían ellos sobre la desaparición de toda la familia. Si es que es imposible que lo puedan tapar.

¿Vamos yendo?

Cuando encendiste el móvil te diste cuenta de que las cosas todavía podían empeorar más. No había ninguna red WiFi en el Instituto y la cobertura 3G parecía ir a pedales en ese lugar. Tal vez por el grosor de las paredes de piedra o quizá por la magia que contenía. Si salieras a la calle al menos podrías usar el 3G, pero dentro del área afectada por el Glamour, a duras penas el móvil servía para enviar mensajes y hacer llamadas. Miraste las noticias a duras penas y no encontraste nada referido a tus padres o al incidente en tu casa, a pesar de ser ambos personalidades importantes en la ciudad. 

Tenías, eso sí, varios mensajes de tus primos, preguntando dónde estabas, si estabas bien y si finalmente te habías tirado a la gótica o qué. Además de uno de Nicholas preguntándote si tienes que ir a rodar el miércoles. Sin embargo, el que más llama tu atención es uno de Jake, de quien llevabas sin saber nada alrededor de una semana. No es nada extenso tan sólo un "Ey", lo que siempre solía enviarte cuando quería saber si estabas disponible para hablar.

Al escuchar la mierda de excusa que el rubito puso al unirse a nosotros estuve a punto de replicar, de dejarle claro cuál era su sitio. Sin embargo la voz de Gareth y mi propia promesa resonó en mi mente y emití un suspiro, dirigiéndome hacia la puerta.

- Vamos. - Enuncié, tomando el pomo y disponiéndome a salir mientras masticaba mi molestia. Y luego, con un esfuerzo sobrehumano, me decidí por ser amable. De modo que sin llegar a girarme - tampoco había que ser excesivo - pregunté con voz firme. - ¿Encontraste algo?

Milton esperó galantemente a que salieran Nora y Ethan antes de traspasar la puerta él mismo, cerrándola tras de sí. - ¿Dónde vamos primero? - Preguntó, mirándoos uno a uno para después meter las manos en los bolsillos y detenerse junto a Nora.

En la calle había dejado de llover, pero era un día gris y el cielo estaba nublado. No sería raro que pronto comenzase a lloviznar. 

Antes de salir del solar del Instituto, sacó una estela del bolsillo y se dibujó una runa en la muñeca con cuidado. Pudisteis ver cómo en el lugar por donde la punta del objeto pasaba se iba formando una línea negra, con un dibujo diferente al de la runa de curación que Ethan había recibido ya en dos ocasiones. 

Ya estábamos listos para marcharnos cuando llegó Ethan, para tener tantas ganas de recuperar su ropa se lo había tomado con calma. Tal vez era que le gustaba que le esperasen.

Ahora faltaba decidir dónde íbamos primero, seguro que Ethan querría ir primero a su casa, pero todo dependería del medio de transporte.

-Depende.- Contesté a Milton con una sonrisa. Me fijé en el trazo que hizo con la estela en su brazo y traté de memorizarla.- ¿Vamos a ir en taxi o andando? La casa de Ethan está más cerca pero, si vamos andando, luego tendríamos que ir cargados. Creo que lo mejor sería ir a la cafetería y luego a por nuestras cosas. Además cuando vayamos a la cafetería, Ethan debería quedarse fuera.-Miré a Emille antes de explicar mis motivos.- Mi amiga Bree es fan suyo y no me gustaría tener que explicar por qué vamos juntos. Sería mejor si no te ve, cuantas menos explicaciones tenga que dar, mejor.

Mientras salíamos, sin dejar de caminar, realicé en mi muñeca una runa como la que Milton se había hecho. Mientras tanto, escuché todo lo que Nora decía. Bueno, la verdad es que no. Escuché las dos primeras frases. Lo demás estaba claro que era paja innecesaria.

- Iremos andando . - Afirmé. - Ir cargados no es un problema. - Aseguré, mientras valoraba una nueva idea. - Si no vas a hablar con nadie quizá iría bien que te hiciéramos una Mendelin a ti también, Ethan. Nadie te verá, y así no tendremos que estar parándonos si alguien te reconoce. - Propuse. - Cuando hayas practicado con tu invibilidad o tu glamour no te hará falta, pero mientras tanto es lo más seguro.

Miré a Emille con el ceño fruncido. Ir andando hasta casa iba a ser un paseo de narices y más cuando recogiéramos todo el equipaje.

-Como quieras pero hasta casa de Aubrey es un paseo. Además igual cambias de idea cuando veas mi baúl. ¿Sabes esos baúles de viaje antiguos? Pues el mío pesa un montón.- Me encogí hombros dejando el tema para más tarde. No estaba dispuesta a dejar nada en casa de Aubrey y tampoco iba a arrastrar el baúl por medio Londres.

- Un baúl pesado no es un problema. - Respondí. - ¿Sabes esas runas de fuerza antiguas? - Pregunté, parafraseándola. - El peso no es un problema. Otra cosa sería si quisierais llevaros media casa. - Valoré, antes de dedicarle una mirada al rubio. - ¿Qué hay de ti? ¿Cuánto vas a necesitar?

Supongo que puedo ir con una runa de esas también. Accedí, a regañadientes. Solo tengo que ir a casa y recoger mis cosas. El servicio estará por allí, pero tengo llave, así que supongo que nos ahorrará tiempo.

Miré a Emille después. Pero yo tengo bastante más equipaje que un simple baúl. Advertí. La mirada parecía indicar que era bastante más y no parecía que fuese a dar mi brazo a torcer. Yo iría en taxi. Dije, encogiéndome de hombros. Se puede pedir un taxi grande donde pueda caber todo el equipaje. Me parece lo más cómodo.

Asentí a las palabras de Ethan, acercándome a él mientras sacaba la estela para trazar la runa en su muñeca.

- ¿Cabrá el equipaje de los dos y nosotros cuatro? - Pregunté antes de comenzar.

Extendí el brazo para facilitarle el trabajo a Emille mientras miraba para otro lado. Aquello me resultaba desagradable, como ponerme una inyección. No era por el dolor, pero seguía sin acostumbrarme a todo eso de las runas.

Sí, cabrá. Dije, bastante seguro. He hecho más viajes y, si pides que sea un taxi especial para llevar gran cantidad de equipaje, no debería haber problema.

Tracé la runa con un poco de cuidado. Estaba acostumbrado a hacérmela sobre mí mismo, pero a otros era otro cantar. Una vez terminé di un par de pasos hacia atrás, valorando la idea.

- Habría que dejar todas las maletas en la acera y que ella pida al taxista ayuda para cargarlas y descargarlas. - Observé. - Y tendríamos que montarnos cuando él esté ocupado con eso.

Suspiré aliviada de no tener que patearme medio Londres intentando disimular que voy sola. Al menos el viaje en taxi sería más corto, cuanto menos tiempo tuviera que disimular, menos probabilidades habría de que metiera la pata.

-No os preocupéis por eso. Me encargaré de dejar la puerta abierta para que podáis subir y de distraer al taxista.

Cuando vi a Emille poniéndole la runa a Ethan me di cuenta del error. –Mierda.- Gruñí molesta.- Vale que no quieras hablar con nadie.- Dije mirando a Ethan con el ceño fruncido.- Pero, ¿cómo vas a sacar las cosas de tu casa? Seré la única a la que vean, dudo que me permitan entrar así como así y llevarme tus cosas.- Todo era muy complicado, con lo fácil que hubiera sido ir sin más y a las claras.

Milton seguía junto a Nora mientras Émille dibujaba la runa en su propio brazo y en el de Ethan y ante las últimas palabras de la chica se quedó pensativo un instante. 

- Cuando entremos en su casa le podemos anular a él la runa. Y si ese es el último lugar al que iremos, en el viaje de vuelta ya no la necesitará, sólo estará en el taxi. - Miró a Nora. - Puedes fingir que has ido a recogerlo a su casa y así podréis sacar sus cosas entre los dos.

Suspiré aliviada de no tener que enfrentarme a un empleado quisquilloso que me pidiera muchas explicaciones. –Eso es estupendo. Supongo que, esos detalles sobre las runas, los iré aprendiendo poco a poco.