Partida Rol por web

Al ver la bandera enemiga retrocedo corriendo hacia donde estaba Dedroc. - Salgamos de aquí y avisemos al resto, no me huele nada bien todo esto. - tras decir aquello monto mi caballo y salgo al galope. En mi larga vida una cosa había aprendido y a la fuerza: "no hacer locuras".

Algo en la retaguardia llama mi atención así que decido prestar más atención a ello.

Ahora puedes ver mejor desde tu posición te. Un temible olifante con una fortaleza encima donde viajan los jefes de guerra.

Pero nada esta perdido y cada adversidad puede convertirse en una ventaja. La colosal criatura avanza en la retaguardia, y sus colmillos decorados con púas y sierras traen la muerte inminente de quien se halle enfrente. Tan solo depende del jinete... 

Los exploradores llegan hasta el derrumbe y comienzan a quitar las piedras que obstruyen el camino a la medida del látigo de sus capataces. Algunos regresan para informar al pequeño ejército que inmediatamente detiene su marcha y envía un troll en ayuda. Por el momento los héroes han ganado algo de tiempo.

A Dredoc se le cayó el alma a los pies. Aquellos que se suponía que debían apoyar a los aliados, resultaron ser enemigos. La cuestión era si se trataba de traidores, o de enemigos con estandartes falsos.

Yo me quedo. Dijo Dredoc a Aredhel, pero mirando a los jinetes que subían. Intentaré engañarles y enviar a ese ejército lejos, o a una trampa. Nadie va a creer que una elfa esté del lado de Morgoth, así que mejor ve, busca a nuestros compañeros e infórmales de esto.

No se despidió, quedó mirando a esos tres jinetes mientras hablaba. Aredhel podía estar bien decidida a huir, pero él estaba bien decidido a quedarse. Hacerlo, despedirse, según Dredoc, llamaba a la mala suerte, y había tenido mucha mala suerte por ese día. Era como reconocer que podrían no volver a verse. Él también había aprendido a no hacer locuras, pero entendía que, como soldado, formaba parte de un todo, y que cada pieza era importante.
Si este pequeño engranaje podía ayudar al curso de tan decisiva batalla, el riesgo mortal merecía la pena, por todos aquellos, soldados y civiles, que dependían de su resultado.

 El mapa B muestra la situación actual de la batalla donde ustedes bajan desde un sendero entre las montañas para salir justo detrás de la retaguardia aliada. La ubicación aproximada es entre los Hijos de Feanor y los Hombres Orientales (Easterlings).

El numero total de ellos rozaba los veinte mil pero ustedes se topan con una columna pequeña de mil hombres.

Dredoc suspiró mientras en su mente tomaba forma un plan. Cogió el mapa y mientras llegaban, dibujó con rapidez unas marcas de movimiento que indicaban que los orcos darían un rodeo para llegar al encuentro con los Feanor no desde el este, para rodear a los Feanor junto con los Orientales, si no desde el sur, justo detrás de los orientales. Como los orcos eran casi completamente analfabetos, no necesitó poner texto, una suerte ya que no sabía escribir orco.

Por lo que respectaba a su aspecto, gracias a las sanaciones de sus compañeros no estaba herido, pero sí sucio y magullado. Todo el mundo sabe que los caballos tienen dificultades para bajar por lugares estrechos, y esas colinas estaban llenas de senderos como ese. Si preguntaban, simplemente había tenido una caída con el caballo.

En cuanto a su papel, se haría pasar por lo que era: Un mercenario. Cierto que él era un mercenario bienintencionado, dentro de lo que cabe... pero había conocido muy bien a muchos que no lo eran. Adoptaría un poco sus formas: Su forma de mirar, hablar y su pose. Una pose orgullosa y aguerrida, como si buscase pelea a menudo, y una mirada que clavaba en la de los demás, tratando inconscientemente de subyugar e intimidar a cualquiera con el que hablase. Estos bárbaros orientales probablemente confiasen más en él si lo tomaban por uno de los suyos, y no por un blandengue abrazaelfos. 

De todas formas, que se acercase a mostrar el estandarte de Morgoth al ejército traidor sería para cualquiera suficiente prueba de que estaba de su parte. 

Cuando llegaron los tres jinetes, les echó un rápido vistazo y se apresuró a hablar primero, para evitar preguntas que quizá no podría responder.

Se agacha, cerca de Indis, ocultándose en la maleza. Susurra a la Elfa.

-¡Un nauseabundo y enorme Troll! ¿Quién comenzará con la maniobra de distracción?. No podemos permitir que lleguen hasta nuestros aliados. 

Ross busca un lugar desde donde pueda tirar y ocultarse, se prepara y mira a sus compañeros, luego se percata del troll que trabaja desbloqueando el camino. La elfa se lamenta de no poder disparar aun, es fácil darle a un troll, pero se necesitan varios tiros para herirlo de verdad, solo las flechas bendecidas podrían derribarlo de inmediato.

Los orcos continúan quitando piedras sin prestar atención a los que sucede arriba. Por ahora los héroes no han sido avistados.

Los tres jinetes llevan armadura de cuero ligero, yelmo cerrado, lanza y cimitarra o arco pero ninguno de los tres parece portar alguna señal distintiva de tener mayoría en rango. Avanzan rápidamente hasta poco más de veinte metros, entonces allí detienen su marcha y continúan a paso lento. Puedes notar que se encuentran un poco confundidos con tu llegada.

Galvan permanecía oculto esperando a que las tropas enemigas se adentraran en el paso. Según entedía, los primeros en actuar deberían ser los arqueros. Las flechas cogerían por sorpresa al enemigo que quedaría desorganizado, dando opción a los de cuerpo a cuerpo a atacar haciendo más eficaz su ataque. Lo que desde luego no tenía sentido era entrar en cuerpo a cuerpo antes, pues dificultaría el ataque de sus compañeros y se expondría al fuego amigo. 

Así pues, permaneció agazapado detrás de una piedra, si moverse, esperando el momento adecuado para actuar. Miró a Tareth y Everet y les hizo un gesto con la mano, diciéndoles que esperaran.

Dredoc no tenía pintas orientales, pero a lo largo de la Historia, todos los ejércitos han contratado mercenarios, y a veces hasta bandidos y prisioneros cuando la necesidad ha apretado, así que confiaba en que en esas tierras no fueran diferentes las cosas, y que un mercenario extranjero no desentonase tanto. 

Explorador Dredoc informando. Acabo de descubrir que los orcos planean traicionarnos. Dijo mostrándole el mapa mientras se acercaba hasta ellos con total tranquilidad y confianza, poniéndose al lado. Ya que se suponía que eran del mismo bando, no era necesario mantener distancias. Mirad, nunca debimos confiar en ellos. Hay una banda de la Unión, elfos a juzgar por las flechas, rondando por las montañas, cazando exploradores orcos, y en los restos de una escaramuza, uno de ellos tenia este mapa... ¡No planean hacer pinza con nosotros contra los Feanor, si no venirnos por detrás! En el mejor de los casos, nos dejan el choque de la batalla, en el peor... querrán rematarnos y acabar con nosotros por ser humanos.

Hemos de informar a los generales cuanto antes, he visto dos bandas de orcos con exploradores huargos, no sé qué se supone que buscan en las montañas, deberían estar rodeándolas... ¿Porqué buscan un paso a nuestra espalda sin contar con nosotros? 

Los miró a los ojos. Al final vamos a terminar atacando a la Unión de Maedhros, enemistándonos con ellos, y esos monstruos rematándonos, ya verás, vamos a quedar amigos de nadie... Llevadme ante los oficiales, han de decidir qué hacer cuanto antes. Si deciden que Morgoth no nos quiere como amigos habrá que volver a cambiar de bando. Recogió el mapa y esperó que le guiasen a los oficiales de más alto rango.
¿Quién está al mando de vuestra columna, Ciryandil?

Por supuesto no sabía si habría algún oficial llamado así, pero era un nombre común entre los Haradrim. Daría más confianza en que conocía el ejército, y con suerte le daban el nombre del oficial al mando, y alguna otra cosa que se les escapase.
Esperaba que en aquella columna, una vigésima parte del ejército, hubiese algún oficial de peso al que pudiera hacerle creer su historia, y que él fuese el que se la transmitiera a los generales. Si podía evitarlo, no enfrentaría su mentira a los generales, que seguro que conocerían mucho mejor el ejército.

Agarro a Ross y señalo hacia la parte de atrás del contingente que avanza.

- Si conseguimos apropiarnos de ese olifante podríamos acabar con esta avanzadilla y si la suerte nos sonríe un Gran Número de Enemigos más.

¿Quién está al mando de vuestra columna, Ciryandil?

 El jefe de la columna no tiene ese nombre. ¿Dónde están los demás? De allí esperamos un brazo de Angband. Los mejores orcos selectos por Morgoth vienen por tu camino pero si lo que dices es cierto tal vez debamos llevarte ante el jefe. – Los jinetes permanecen dubitativos sobre ir en búsqueda de su jefe o no… 

Tareth había esperado a que las elfas cogieran las capas antes de apropiarse él mismo de una espada y una de las cuerdas. No le había gustado el comentario de Kiara pero sabía que no podía reprochárselo. Tanto Dredoc como él no habían tenido buena fortuna en sus ataques anteriores y era lógico que sembraran la duda en sus compañeros de batalla.

Pero no daría su brazo a torcer. Intentaría dar lo mejor de sí mismo para cumplir con los objetivos del grupo. Aferrando su arma se dispuso a esconderse, tras ver la señal de Galvan.

Me parece perfecto - le dice sonriendo con malicia ante la idea de Kiara - vamos juntas habrá que rodear hasta la retaguardia, si contáramos con una distracción mas, seria mas sencillo, tratemos de estar en posición para cuando avancen un poco mas - diciendo esto, Ross comenzó a moverse con mucho cuidado y tomando todas las medidas posibles para evitar ser descubierta antes de tiempo.