Partida Rol por web

El cruzado aferraba a la inmunda criatura con toda la energía que aún quedaba en sus brazos muertos. La furia infundía vigor en aquellos músculos marchitos, y el odio visceral por todo lo que aquel engendro representaba lo hacía resistirse a sus embates. La gruesa túnica y la pesada cota de malla protegían al cruzado del contacto con aquella asquerosa piel, aunque nada podía evitar que los fétidos efluvios que la criatura desprendía se impregnaran en sus fosas nasales.

Aquel ser parecía engendrado por el mismo Abismo, una aberración purulenta e infecta que debía ser erradicada sin mayores miramientos. Su misma presencia era una afrenta para los ideales del cruzado, y constituía la manifestación más palmaria del mal que había jurado destruir. Hacía mucho tiempo que esperaba por un enemigo semejante… y por nada del mundo soltaría su presa.

Cuando todo hubo terminado, Aymar permaneció largos instantes observando el cuerpo inerte de su enemigo caído. Su rostro no manifestó emoción alguna, aunque su boca estaba torcida en una extraña mueca, mezcla de desdén y lástima.

Las palabras del monje parecieron devolverlo de improviso a la realidad, y el cruzado contestó con un rápido asentimiento de cabeza. Se apresuró a recoger su espada y se internó entre las sombras del callejón.

En cuanto
el cruzado asintió con la cabeza, el monje giró y corrió de vuelta a la casa
del carpintero; era apremiante asegurar que la fuente de información seguía
intacta para poder dar más. 

No obstante,
debía mantener la sexta tradición, por lo que dejó que las mangas de sus túnicas
cubrieran sus garras. Aún no sabía si las necesitaría de nuevo, por lo que aún
no podía guardarlas, pero no podía dejar que fueran visibles para cualquier
mortal que pasara por allí.

Llegó ante
la puerta de Ripoll, con el oído aguzado y el olfato dispuesto a alertar de
presencias extrañas, ahora que se había alejado del nauseabundo olor del callejón.
Llamó de nuevo a la puerta, golpeando con los nudillos amortiguados por la tela
de la manga que cubría su mano. Eran golpes más debajo de lo habitual, pues si
elevaba el puño la manga podría caer y mostrar las garras, por lo que este había
permanecido abajo.

Una vez
llamó, esperó a que abrieran la puerta o a escuchar ruidos dentro que le
indicaran que debía entrar en una nueva lucha. 

 Mientras Aspasia indagaba en el callejón, mis pasos se encaminaron con celeridad hacia la salida del callejón y allí observé si había cogido esa dirección. 

Todo apunta a que el encapuchado se ha esfumado en medio de la noche, como si nunca hubiese existido, o eso o simplemente ha escapado a una velocidad más que prodigiosa.

Sea como fuera, ahi estais, en medio de un callejón sin saber exactamente como ha sido capaz de escaparse con tanta facilidad dejandoos una pregunta sin contestar : ¿Quién o qué era?.

Atrás han quedado vuestros acompañantes haciendo frente a un mal surgido de las entrañas de la tierra, ¿qué suerte habrán corrido?.

La compostura había vuelto por completo al rostro de Aspasia y su rostro atemporal se veía calmado y sereno como siempre, no dejando revelar la frustración interior que le causaba que el encapuchado se les hubiera escapado. Recomponiéndose las ropas la erudita se reunión con el nosferatu en la entrada del callejón.

- Deberíamos volver...aquí no hacemos nada y me preocupa qué ha podido pasar con el resto- no lo dijo pero le preocupaba sobretodo el destino de su ghoul, no en vano le resultaba muy valioso y útil y entrenar a un humano como lo estaba él llevaba muchos años que ella ahora mismo no tenía.- ¿me concendería el placer de caminar a mi lado, maese Cabrera? Tiempo habrá después de comentar lo acontecido esta noche de forma más discreta- la cainita se había vuelto a poner el embozo de la capa pero aún así sus ojos verdes brillaron amables cuando se clavaron en los del nosferatu y una sonrisa encantadora asomó a sus labios.

La fustracion se asomaba al rostro del nosferatu, ciertamente allí no había nada que hacer. Con diligencia se aproximó a Aspasia y se dispuso a volver sobre sus pasos para ver la suerte que habían corrido sus compañeros. Una fingida sonrisa hacia la dama quiso ocultar sus pensamientos, pero la imagen de la máscara era demasiado reciente.  

Juntos deshaceis el camino recorrido, aún con el sabor amargo de la huida de quién invoco a los demonios, las dudas seguirán ahi, con el silencio como unica respuesta, tal vez, solo tal vez ... nunca llegeis a conocer lo que acaba de suceder ... o no, el tiempo lo dirá ... .

Al llegar a la calle veis a Aymar subiendo por donde desaparecisteis, seguido no muy lejos del ghoul de Aspasia, aun con cara preocupado. Al ver su señora, deja de fruncir el ceño.

Abatido el monstruo caminas calle arriba siguiendo el camino por donde pocos segundos antes desaparecio Aspasia y Fernando en pos del encapuchado.

Atrás a pocos pasos te sigue el mortal que fuera tu compañero de armas, un hombre pelirrojo de buen temple, a quién por su acento reconoces como oriundo de la provenza y de origen noble, a juzgar por su cutis y modales, tal vez tiempo ha conocieras a unos de sus familiares.

Al poco de caminar os encontrais con Fernando y Aspacia, por su cara si diria que no son portadores de buenas noticias.

Andrei, escucha.

El sonido de pasos
apresurados y metal al caer inducía a pensar que algo estuviera asustando a los
mortales de dentro…

Pero si estuvieran asustados, estarían chillados cuales cerdos. Es probable
que ya estén muertos

Y con ellos su información.

La información es lo que necesitamos. Si están muertos y nos superan en
número, prepárate a huir. Los demonios no son nuestra guerra. No esta noche.

Entremos, Dana. Ten a la Bestia preparada. Seguramente necesitemos de su fuerza
antes de que salga el sol.

Golpeó la puerta con el
hombro, los brazos caídos, las mangas por debajo de sus garras; si aún estaban
vivos los mortales no quería asustarlos con su entrada, pero debía estar
preparado para enfrentarse a otra criatura como las de fuera.

Observó la entrada de la
casa antes de entrar, y avanzó rápidamente con los sentidos alerta, preparado
para saltar sobre el primer demonio que viera… si era sensato. 

Uno, dos, tres embites y la puerta no cede, tal vez al caso se cumple la excepción a toda norma : "en casa del herrero cuchillo de palo", obviamente no es el caso. El maestro carpintero se ha asegurado de defender su familia y negocio con una puerta a todas luces de madera maciza.

Los golpes, llaman la atención del carpintero, su voz suena alta y clara desde el otro lado del umbral -¡quién quiera que sea marchese o aviso a la guardia!-

Una tenue luz se enciende en la primera planta de la casa, escuchas más pasos acercandose

-¡Calla mujer!, vuelve al dormitorio- escuchas al poco el vocarron del hombre con tono brusco.

- Maestro Ripoll, abra a la iglesia o seremos nosotros quienes regresaremos con la guardia - replico Andrei alzando la voz tan solo lo suficiente para que Ripoll pudiera oirle.

En silencio desandaron el camino y al doblar una esquina, Aspasia y el nosferatu se encontraron de frente al cruzado y el pelirrojo soldado. Al ver a su ghoul intacto, Aspasia sonrió satisfecha desde el interior de su capucha pero en su lugar primero se dirigió hacia Aymar. Tras saludarlo friamente con un gesto de la cabeza comentó

- Los hados no nos han resultado favorables esta noche, quien quiera que fuera el ser que nos atacó ha logrado escaparse...- su voz sonó serena, sin asomo de emoción. Si el hecho de haber perdido la pista al encapuchado causaba algún tipo de contrariedad en la erudita, desde luego sus palabras no dejaron traslucirlo. Después se volvió hacia su criado que la observaba con cierta ansiedad en la mirada- Esta noche me habéis servido bien, mi buen Michel...- dijo con voz suave alargando la mano para que el ghoul se la besara. Habló en la lengua del languedoc, por lo que solo aquellos versados en el dialecto, pudieron entenderla.- Luego seréis recompensado- añadió en un ronroneo prometedor mientras acariciaba con suavidad el mentón del humano. Una sonrisa fría y débil asomó a sus labios por unos instantes al ver la reacción del pelirojo ante su gesto. Dejando caer la mano se volvió despues hacia el cruzado añadiendo en tono amable- Mi más sincero agradecimiento por lo que habéis hecho esta noche, maese Montdragon. Sino hubiera sido por vuestra pronta respuesta no sé si hubiera sido capaz de hacer frente a esos seres- sus ojos verde hoja se clavaron en los del cruzado mientras inclinaba ligeramente la cabeza en señal de agradecimiento. Al girar la cabeza durante unos instantes la luz de la luna se coló en el interior de su capucha e iluminó sus facciones, resaltando sus pómulos y sus ojos mientras sus labios se curvaban en una sonrisa amplia y serena dedicada en exclusiva al cruzado. Una sonrisa que rara vez asomaba al rostro de la mujer y que era única.