Mimo, quien aún sentía el poder recién adquirido tras devorar a su "padre", bajó la cabeza momentáneamente. No era por respeto, sino para ocultar la creciente ira que bullía dentro de él. El rey les estaba dando una oportunidad, pero no como un acto de misericordia, sino como una estrategia para usarlos. Y eso, Mimo lo entendía perfectamente.

^{-Majestad, estamos a vuestro servicio...}

Mimo, aún con la cabeza baja, murmuró algo en señal de conformidad. Aunque su naturaleza rebelde lo impulsaba a actuar de otra forma, sabía que seguir el juego, por ahora, era la mejor opción.

Estába claro que para el rey no éramos más que una herramienta para encontrar al " traídor" de nuestro compañero. Después de todo lo que había pasado y aquí la realeza usandonos como peones, vi como mimo se inclinaba en señal de respeto. Cosa rara con todo lo que sabíamos, supongo que también sería una forma de ocultar su cara por si notaban algo. Así que decidí imitarlo 

Majestad, haremos lo necesario para ayudar.

El rey sonrió complacido, los soldados bajaron las armas y un silencio desolador se hizo en la plaza. Iban a la guerra. Los soldados, que hace escasos segundos estaban amenazando al grupo, ahora se despedían de sus familiares y amigos, preparándose quizá para no volver nunca.

Ashter y Anlin, seguían apresados por sus manos, pero liberaron sus pies para que caminaran junto al resto. Estos dos no dudaron en ponerse junto a sus amigos, aunque ambos miraron algo extrañados a Mimo por su ligero cambio de aspecto.

El cielo era de un gris plomizo, presagiando la tormenta que se avecinaba tanto en el cielo como en los corazones de los hombres. Un ejército inmenso, compuesto por hordas de guerreros endurecidos por el combate, avanzaba inexorablemente hacia el bosque Zinalid. Sus armaduras relucían bajo la luz tenue, generando un brillo que contrastaba con sus oscuros ojos, faltos de determinación y llenos de miedo.

A la cabeza de la columna, el capitán de aquella marcha, cabalgaba sobre un corcel negro. Su armadura, adornada con símbolos de guerra y muchas condecoraciones, irradiaba un aura de poder y autoridad. Con una voz profunda y resonante, arengaba a sus tropas. - ¡Esos malditos orejas picudas, y hicieron tratos con la bruja y están dispuestos a acogerla otra vez! ¡Pero aunque sean tan afines con la magia, les superamos en número! ¡Y en valor! ¡Hoy, pagarán por sus crímenes, al igual que el traidor!

Los soldados respondieron con un rugido ensordecedor, agitando sus armas al aire. La marcha aceleró levemente, levantando nubes de polvo que se mezclaban con la niebla matutina. Se avecinaba un enfrentamiento de proporciones épicas. ¿Triunfaría la fuerza bruta de los hombres, o el ingenio y la magia de los Zinalid? Solo el tiempo lo diría, pero por ahora, parecía que tenían algo de tiempo para hablar entre ellos.

Seamus se acercaría a sus compañeros que habían sido retenidos para preguntar por su estado: ¿Cómo os encontráis? ¿Os han hecho algún daño? - preguntó preocupado por ellos, ya que ahora sus cabezas dependían de que alcanzasen a Ryuu y consiguieran descubrir de que trataba todo este asunto...

Luego se acercaría al capitán de los soldados cuando terminase su discurso para preguntar: Ruego nos disculpe, pero a pesar de haber compartido caminos con Ryuu, bien es cierto que nosotros estábamos ocupados luchando contra el cambiaformas que habitaba la ciudad... Me gustaría conocer la historia de lo que ha sucedido en más profundidad para entenderlo todo... - el ingeniero habló con tono conciliador, demostrando que estaba dispuesto a ayudar, pero que era cierto que la información con la que contaban era escasa o nula...

Mimo, sintiendo la tensión en el aire y el peso de la marcha, se mantuvo en silencio por un momento, observando a los soldados que se despedían de sus seres queridos. En su mente, la reciente experiencia de devorar a su "padre" seguía dándole vueltas, pero no podía mostrar debilidad, especialmente ante la inminente batalla. Sentía un poder nuevo fluyendo dentro de él, una energía oscura y transformadora que lo hacía ver el mundo con una nueva perspectiva. Mientras caminaba junto a sus compañeros, notó cómo Ashter y Anlin lo observaban, extrañados por su cambio físico. Mimo, sin detenerse, les lanzó una sonrisa enigmática, ocultando el torbellino de emociones que experimentaba.

-¿Qué pasa? -bromeó con un tono sarcástico, intentando aliviar un poco la tensión- ¿Acaso nunca habéis visto a alguien "crecer" tan rápido?

Sin embargo, en su interior, Mimo estaba pensando en la guerra que se avecinaba. La idea de luchar junto a esos soldados, muchos de los cuales probablemente morirían, no lo afectaba como solía hacerlo antes. Quizás la oscuridad que ahora lo invadía había hecho su corazón más frío, o tal vez simplemente entendía que el mundo en el que vivía era implacable. Mimo giró su mirada hacia Seamus y Kimiko, sabiendo que ellos también sentirían la presión de lo que estaba por venir. Bajó la voz para que solo ellos dos pudieran oírlo.

-Cuando todo esto termine... -preguntó con una mezcla de escepticismo y cinismo. Sabía que, aunque sobrevivieran a la guerra, su destino en manos del rey era incierto- ¿Realmente creéis que el rey nos dejará ir?

Sus ojos brillaban con una nueva malicia, una que había adquirido tras absorber los poderes de su "padre"...

A mí me el capitán me ha dado una buena somanta de palos, pero según tengo entendido - suspiró, intentando entender al hombre que lideraba la marcha. - Ryuu usó métodos bastante bruscos para liberar a la "bruja". De hecho al capitán lo han encontrado atado en la celda donde estaba ella, con un buen chichón en la cabeza.

Sonrió y alzó los hombros, como si no le importara del todo. - Como sea, de poco vale preocuparse por mi estado, lo importante es que podáis luchar y mantenernos con vida, en cuanto dejéis de ser útiles o si se os ocurre poneros del lado de los "malos" - hizo un sonido, imitando una guillotina, aunque de forma bastante poco realista.

Anlin parecía tener la mirada puesta en el rey, que iba atrás del todo, escoltado por soldados de muy alto rango. Le miraba de forma fija, como si fuera una presa que debía cazar, nunca la habían visto de esa forma. - No. No nos soltará. - respondió a Mimo. - Ese hombre solo está cegado por la codicia, el mal arraiga su corazón, no tiene ni un ápice de bondad.

Miró con cierto desprecio a los soldados, aunque al final suspiró y retorno la mirada a sus compañeros, esa mirada compasiva que solía ser habitual en ella. - Todos los demás aquí son víctimas, víctimas del miedo que ha provocado el rey con sus engaños, hasta el más leal de ellos. - Negó con la cabeza. - Pero como se suele decir, no hay mayor ciego que el que no quiere ver.

Seamus se acercó al capitán, aún así los que se quedaron atrás fueron capaces de escuchar lo que conversaban. - ¿Cambiaformas? Claro chico. - le espetó, sin creerle - Y yo soy un hombrecillo rechoncho vestido de rojo que reparte regalos en la festividad de invierno.

Tendrás que ser más específico chaval. ¿Qué historia te refieres? - a pesar de que parecía evidente que Seamus hacía referencia a la historia de como se le pudieron escapar Ryuu y la bruja, el capitán parecía hacerse el tonto para no contarla. O quizá realmente era tan tonto como para no saberlo.

Mientras caminaba, Mimo comenzó a reflexionar sobre el poder que ahora poseía. El cambiaformas que había devorado le había transmitido más que solo fuerza física; también le había dado una comprensión más profunda de la naturaleza humana y de las criaturas mágicas. Sabía que este conocimiento sería útil, pero también lo convertía en un ser aún más peligroso. Mimo se acercó un poco más a Anlin, manteniendo la voz baja para que solo ella pudiera escucharlo.

-Tienes razón -dijo, con un tono que ahora tenía una mezcla de seriedad y astucia- El rey no nos soltará. Pero eso también significa que nosotros tenemos la ventaja de saber que somos prescindibles para él. Y si somos prescindibles... podemos jugar nuestras cartas de una manera que no se espera.

Mimo dejó que sus palabras colgaran en el aire, sabiendo que Anlin comprendería la insinuación. No se trataba solo de sobrevivir a la guerra, sino de salir de ella más fuertes y con un propósito claro. Si iban a enfrentarse a enemigos poderosos, debían estar preparados para hacerlo con la misma astucia y determinación que sus adversarios.

Seamus no pudo evitar escuchar la conversación entre Anlin y Mimo sobre la natura del Rey... Al parecer no era todo trigo limpio en la capital del reino, aunque no se esperaba que el monarca fuese a convertirse en su enemigo, pero de momento les tocaría seguir la corriente y así poder solucionar todo aquel problema.

Volviendo con el soldado lo miró arqueando una ceja: Sí, el cambiaformas, pero da igual, me interesa más saber como capturaron a la bruja, ya que ello me parece digno de mérito... - quizás invocando al ego del soldado fuese capaz de sacar algo más de información sobre el asunto.

La respuesta era evidente, al menos para Mimo; por lo que este decidió intervenir nuevamente para poner su punto de vista en relación con todo lo que estaba pasando al respecto de aquella supuesta bruja atrapada, por lo que este teorizó los motivos del cómo la lograron identificar.

-Seguro que la pusieron en una balanza y pesaba menos que un pato. -razonó el muchacho tratando de entrar en esa otra conversación- Porque claro, las brujas se deben de quemar, como la madera... y ¿Que otra cosa hace la madera?. ¡Flotar en el agua!. ¿Que otra cosa también flota en el agua?. ¡Un pato!. Así que si alguien pesa menos que un pato, son brujas.

El muchacho sonrió, bastante contento consigo mismo.

-Pero la duda que tengo yo es... ¿Como es que la bruja no os derritió la cara?. -Preguntó al Capitan también- ¡Las brujas SIEMPRE derriten caras de sus enemigos!. De hecho, lo más probable es que terminemos todos con la cara derretida... ¡Así que cuando alguien vea a alguien con la cara derretida que avise porque significa que la bruja esta cerca!. Aunque hacedlo rapido, porque lo más probable es que la bruja te derrita la cara a ti de inmediato... ¡Somos todos tan valientes para ir a por la bruja!. ¡Ninguna cara derretida importa aqui y... -Sin esperar a nada grito señalandoa  Kimiko Hanai- ¡KIMIKO¡ !TU CARA!.

¡SIGUE IGUAL DE HORRIBLE!

Nos acercamos a nuestros compañeros, para hablar sobre todo esto, de vez en cuando miraba al rey y a su guardia, está claro que solo querían usarnos.

Yo tampoco creo que el rey nos deje ir, pero estoy con mimo. Tenemos la ventaja de saberlo y que el no sepa que lo sabemos. Lo que me da curiosidad es ¿Por qué ryuuji hizo eso? No es tonto tiene que haber una razón y tú mismo dijiste que la bruja no habría necesitado ayuda. 

Hablamos un poco más entre todos hasta que mimo grito  de la nada mientras me señalaba. Salte del susto y me llevé la manos a la cara palpandomela asustada.

¡¿Que?! ¡¿Que le pasa?!

¡SIGUE IGUAL DE HORRIBLE!

Me lo quedé mirandolo con cara de pocos amigos, mientras bajaba las manos y con muchas ganas de golpearlo... Aunque me contuve por un pelo, aún así lo encare.

¡Pero serás idiota! Bajé el tono con lo siguiente que dije, preocupada de que nos oyera alguiem. Y no sé si eres el más indicado para hablar después de... Eso... En serio ten cuidado, no sabemos que haría el rey si se entera.

Note como me volvía a enfermar al recordar la escena.

Anlin asintió ante las palabras de Mimo. - Sí, deberíamos aprovechar alguna ventana de oportunidad que se nos abra, pero de momento, deberíamos seguir sus órdenes. - Suspiró y mostró cierta pena. - Bueno, debéis. Ashter y yo por desgracia poco podemos hacer.

Ashter miró mal a Anlin, a pesar de que ella tenía razón, ella le devolvió la mirada, lo cual hizo que este se calmara un poco, aunque resignado. Finalmente volvió a mirar al grupo. - Contamos con vosotros.

Dyron por otra parte, parecía estar molestándose mucho por el comportamiento de Mimo, sin embargo al ver la postura relativamente respetuosa de Seamus, decidió mantener las formas. Tampoco quería romper la formación, menos aún romper una de las herramientas de su rey... de momento.

Nos avisaron los ciudadanos, que había una mujer sospechosa por la ciudad, - le contestó, con calma - decidimos ir a investigar, todos en la ciudad andaban histéricos desde el ataque a Saria y todos parecían ver brujas en todas partes para lograr cobrar una recompensa.

Pero el mismísimo rey fue a investigarla y aseguró que sin ninguna duda, era ella. - Miró con determinación a Mimo. - Por suerte no tuvo tiempo de derretir la cara de nadie, pues la pillamos mientras dormía y le tapamos la boca para que no pudiera conjurar nada dañino, además de atarla para evitar que cogiera su bastón, por su puesto.

El resto de la historia, ya la conocéis, vino vuestro amiguito y la salvó. - Volvió a dirigir su mirada al frente. - Por muy poderosa que fuera en la antigüedad, parece que sus poderes están aún muy mermados, por lo que mientras antes la capturemos y la ejecutemos, menos probabilidades hay de que se recupere y entonces ya no se pueda hacer nada.

Mimo soltó una carcajada al escuchar la respuesta del capitán, aún con la imagen de Kimiko y su reacción en mente. La tensión que había acumulado con sus bromas se disipó por un momento, pero su mente seguía trabajando en el trasfondo de lo que realmente estaba sucediendo.

-Vaya, así que la bruja estaba durmiendo tan plácidamente que ni siquiera tuvo tiempo de derretir ninguna cara. -dijo, fingiendo estar impresionado- Me pregunto qué tipo de bruja es esa... ¿Quizás una que necesita una buena siesta antes de lanzar maldiciones? Es raro, ¿no creen? Si es tan poderosa como dicen, y su primer instinto es dormir... ¿qué la hizo bajar la guardia? Además, si el rey estaba tan seguro de que era una bruja, ¿por qué no la ejecutó de inmediato?

Finalmente, miró a Kimiko y no pudo evitar sonreír de nuevo, aunque esta vez su tono fue más amistoso.

-Y no te preocupes, Kimiko, tu cara sigue intacta... por ahora. -Mimo hizo un guiño, intentando aliviar la tensión que había generado con su comentario anterior- Pero seguro que cuando encontremos a la bruja te la mejora con un poco de "derretimiento", eso sí, si ya ha tomado su siestecita.

Volviendo a centrarse en la situación, Mimo guardó silencio, observando al capitán y a los soldados mientras marchaban. Sabía que estaban entrando en terreno peligroso, pero su mente seguía buscando respuestas, teorías y posibles salidas de la situación en la que se encontraban. Si algo estaba claro para él, era que necesitarían cada gramo de astucia y habilidad para sobrevivir a lo que venía.

No... Gracias... No hace falta.

Note un escalofrío al imaginarme la escena, sacudí la cabeza y traté de centrarme en lo que decía el capitán. 

Entonces fue el rey el que lo dijo ¿Eh?

Fácilmente podía haber mentido para fingir acabar con ella y así quitarse de problemas, explicaría por qué ryuuji la ayudó si era inocente. Mire a mis compañeros con algo de duda. Seguro que soy la única que lo piensa pero luego debería hablar con ellos.

Parecía que todos en el grupo habían llegado a la misma conclusión... Aquella muchacha a la que acusaban de bruja no parecía ser más que una cabeza de turco usada por el Rey, lo que Seamus no terminaba de dilucidar era la razón... Pero usó parte del viaje para pensar en ello, y la actitud del capitán le dio una pista. No añadiría nada a las palabras de Mimo, puesto que prefería optar por la vía de obtener la mayor cantidad de información posible.

- Sobre esos elfos... ¿Llevan mucho tiempo en problemas con ellos? - al parecer era a sus tierras a las que se dirigían Ryuu y la "bruja" a la que salvó, y puede que aquello fuese la clave de todo este asunto.

¿Mucho tiempo? ¡Desde el inicio de los tiempos! - respondió a Seamus, ignorando completamente las provocaciones de Mimo. - Se aliaron con la bruja y a pesar de que tenían también un general monstruoso al mando de su pueblo, tenían unas condiciones infinitamente más favorables que los demás. - parecía bastante enfadado mientras decía aquello.

Todos recordáis que lo que comenta Dyron en cierta medida es verdad, pero también os acordáis de que Galiana, la reina de los Zinalid, fue uno de los cuatro héroes de la leyenda que enfrentó a la bruja. Muchos lo achacan a que el pueblo es avaricioso y a pesar de que las condiciones en las que estaban no eran tan duras, querían todos los recursos para ellos mismos.

¡ALTO! - gritó Dyron parando la marcha. Habían llegado a la entrada del bosque, un bosque enorme y frondoso con un gran árbol en el centro.