Helia, al escuchar la broma de Mimo sobre la lechuga gigante, no pudo evitar soltar una risa nerviosa. Aunque se sentía mucho más relajada ahora que la tensión de la batalla había desaparecido, no podía evitar sentirse preocupada ante el hecho de que hace solo unos instantes se la quería comer el rey de los humanos, ni más ni menos.
Al escuchar a Ryuu reclamar su "pescado", sus ojos se abrieron como platos. - ¿Pescado? ¿Pero qué clase de gato eres tú? Pensaba que eras el héroe que salvaba damiselas en apuros ¿qué me he perdido el poco tiempo que no nos hemos visto?
Miveil, aún en su estado de euforia, se unió a la conversación. - ¡Yo puedo hacer que te traigan el pescado más grande y sabroso del mar! ¡Con mi magia, todo es posible! - Dicho esto, cerró los ojos y concentró su energía, levantando las manos hacia el cielo. Un momento después, una pequeña llama flotó frente a ella. - ¡La haré tan grande que seque todo el río y puedas comer cuantos peces quieras! - tras proferir una risa histérica, los Zinalid corrieron a apagar aquella llama antes de que creciera más, además de arrebatarle todas las lechugas a la maga pelirroja.
Ashter, al ver el espectáculo que estaban armando, no pudo evitar reír. - ¡Vaya payasos! ¡¿Acaso no sabéis que yo sería capaz de derrotar al rey del mar?! - Se acercó a Ryuu y le dio una palmada en la espalda. -Tranquilo, gato. Ya te conseguiré yo un pescado más grande. ¡Te debo una enorme por la de la taberna!
Se puso muy serio, mirándole con una mirada casi mortal. - Aunque no sé como me quitaste la borrachera, ni quiero saberlo. Ni nadie debe saberlo. - amenazó a la par que recordó el amargo sabor de su boca de aquella ocasión.
Galiana sale junto con Anlin de los aposentos de la reina. La monarca se acerca a la mesa donde está Miveil viendo su estado de euforia y decide intervenir.
Miveil, querida se te oía desde mis aposentos. ¿Cómo te sientes después de comer esas lechugas? ¿Acaso te crees que puedes volar ahora? - Hizo una leve pausa dramática. - Porque si es así, te sugiero que intentes volar hasta la cocina y traernos más vino. ¡Y que no se te olvide traerme mis dulces, es lo único por lo que vale la pena vivir!
Carraspeó y se puso algo más seria, dirigiéndose en especial al grupo. - ¿Y bien, habéis tomado ya una decisión? ¿Quién me acompañará para destruir a la bruja nuevamente?
Antes de que nadie pudiera decir nada más, Anlin, con un tono muchísimo más serio y tajante de lo habitual, se dirigió a los demás. - Yo iré. Es mi destino, nadie puede separarme de él, no puedo decepcionar a nadie más. - Su mirada mostraba determinación, pero en parte también algo de nerviosismo y frustración, seguramente por haber sido una carga constante hasta ahora.
Los demás ya os habéis jugado la vida hasta ahora y esto solo va a ir a peor, los generales monstruosos están despertando por la influencia de la bruja y cada vez los retos serán mayores y más mortales. - Suspiró, apartando la mirada. - Aunque ya habéis logrado derrotar a la mitad de esas bestias, entendería que no quisierais correr el riesgo de sucumbir ante los dos restantes, nadie os recriminará nada si queréis quedaros aquí, en el Bosque y ayudar a reconstruir el puente o enterrar a las víctimas e incluso si queréis volver a vuestros hogares.
Pero tras pasar esta noche, Galiana y yo partiremos, mientras más tardemos, más probable es que ocurra algo que despierte a un general monstruoso y debemos llegar antes de que sea demasiado tarde. - Volvió a dirigir sus ojos hacia el grupo, esperando alguna que otra negativa.*
*Doy hasta el día 01/11 para decidir si unirse a la búsqueda o por otra parte, quedarse en el bosque Zinalid.
Seamus no tardó en despertar, pero en lo que si tardó fue en asimilar todo lo sucedido... El Rey corrupto había muerto y ahora tenían por delante la decisión de continuar con su viaje... Seamus tenía claro que continuaría... se lo debía a su abuelo que perdió su vida en Saria...
Sin embargo se alejaría de la celebración y de las charlas por unos instantes y se acercaría a Dyron, que parecía también algo apartado de todo aquel ambiente festivo: ¿Qué sucederá ahora con el reino? ¿Tenía el Rey a algún sucesor válido? - preguntó con cierta preocupación... Acabar con la bruja era una prioridad, pero que el reino humano cayese en el caos por la falta de un líder no era tampoco algo que ignorar...
Mientras estaba hablando con el capitán, no pudo evitar escuchar las palabras de Anlin, así como alegrarse por ver nuevamente a Helia, a la que pesaba desaparecida tras el ataque a su aldea natal... Así que esperaría a terminar su conversación con Dyron y se acercaría nuevamente al grupo.
- Yo continuaré con el viaje... Es lo menos que le debo al abuelo y a todos los que perdieron su vida en Saria... - dijo mirando su mano y sintiéndose pequeño aún, puesto que no se creía ningún héroe, sino alguien que había estado en el sitio adecuado en el momento equivocado.
Mimo, mientras todos se debatían entre los motivos personales y la gran decisión por delante, observó el ambiente cargado de tensión. Entre el entusiasmo de la victoria y el peso de la nueva misión, sintió una mezcla de emociones y decidió que, tal como siempre, debía mantener el ánimo de sus amigos arriba. Con una sonrisa pícara, se acercó a Anlin y Seamus, quienes estaban visiblemente serios.
-¡Ah, ah, ah! No puedes empezar una gran aventura sin un toque de humor, ¿verdad, amigos? -dijo, alzando una ceja y mirando a Anlin. -Te has puesto muy seria, Anlin. Pero, ¿qué harías sin alguien que te recuerde que el miedo solo hace cosquillas si le das la espalda?.
Luego, se colocó detrás de Seamus y fingió examinarlo de arriba a abajo.
-Veo que el "gran héroe" aquí tiene una deuda con su abuelo... pero también, ¿qué clase de aventura sería si no tenemos a alguien a quien sacarle unas carcajadas? -Mimo hizo una pequeña pausa, con su expresión algo más suave y seria esta vez, y levantó su bastón en señal de juramento -Voy con vosotros. No os dejaré enfrentar esta bruja solos. Si alguien se atreve a meterse con nuestra pequeña familia, tendrá que vérselas conmigo. Y quién sabe… si hago que se rían lo suficiente, tal vez la bruja decida rendirse antes de que tenga que usar magia.
Ryuu soltó una carcajada ante el comentario de Helia, inclinándose levemente hacia ella, en plan conspirador.
-Ah, querida Helia, es un poco de todo, ¿ves?
Le guiñó un ojo, hablando en un tono bajo y misterioso
-A veces el héroe que salva damiselas, a veces el astuto gato que reclama su pago. La vida es una aventura llena de matices.
Luego, con un gesto dramático, se llevó una mano al pecho y añadió:
-Pero no te preocupes, señorita. Puedo ser héroe y gato al mismo tiempo. El truco está en saber cuándo reclamar una recompensa. ¿Quién va a decirle que no al héroe que exige su pescado?
Se apartó rápidamente de Miveil, riendo mientras observaba cómo los Zinalid se lanzaban sobre la pequeña llama y arrebataban las lechugas de las manos de la maga en euforia.
-¡Ah, Miveil! Mi querida y poderosa "bruja," estoy seguro de que tus habilidades son suficientes para conjurar un océano entero de peces…
Se inclinó hacia ella, con un aire entre divertido y de precaución
-Pero preferiría que el bosque no terminara convertido en un horno gigante, ¿eh?
Levantó una ceja, conteniendo una sonrisa al ver la expresión de seriedad exagerada de Ashter.
-¡Ah, Ashter! El rey del mar tiembla ante tu poder, no lo dudo ni un segundo.
Le dio un par de palmadas amistosas en el hombro, como devolviendo el gesto
-Pero sobre ese… pequeño “despertador” que te di, bueno, amigo mío, digamos que es un secreto tan profundo como el fondo del océano.
Luego ladeó la cabeza, mirando a Anlin con una mezcla de sorpresa y su típico tono despreocupado.
-¡Vaya, vaya! Así que nuestra pequeña futura leyenda ha decidido enfrentar su destino y todo. Admirable, claro, pero...
Se rascó la barbilla con una sonrisa irónica
-¿y quién va a asegurarse de que no te metes en un embrollo del que ni los bardos podrán sacarte? No es que me preocupe, claro, es que soy increíblemente responsable.
Aún con la sonrisa de quien sabe que el descanso y el buen humor están a punto de acabar, se levantó lentamente y le dirigió a Galiana una mirada entre solemne y divertida.
-¡Ah, mi reina, como el humilde gato negro en su servicio, sería incapaz de declinar tal invitación! Me uniré a su periplo para enfrentar a esta bruja. Y, quién sabe, si lo hacemos bien, hasta podrían erigirme un monumento junto al suyo.
Una vez acabado todo solo quedaba hablar y decidir qué haríamos a partir de ahora. Al menos habíamos liberado al reino de semejante rey. No soy era un buen paso. Aunque esto iba a suponer tiempos difíciles para encontrar a alguien que lo sucediera.
¿Por aquí estará todo bien? Yo también quiero saber si habrá un sucesor.
Anlin dejó muy claro que quería seguir con la aventura y como no me esperaba de otra forma todo se fueron uniendo para continuar con esto. Sonrei ante la forma de unirse de mimo, sacudi la cabeza antes de acercarme también.
Yo también voy, no te vamos a dejar sola después de todo lo que hemos vivido ya. Además alguien tiene que curarlo si pasa algo. ¿No?
Dyron decidió participar también en la conversación. - El pueblo sobrevivirá sin un rey durante unos días. Se declarará la ley marcial y el ejército se encargará de reinar temporalmente hasta que consigamos un nuevo monarca, pero ahora mismo, lo único en lo que deberíamos centrar todos nuestros esfuerzos es en reconstruir y acabar con la bruja.
Agachó la cabeza nuevamente, ocultando sus ojos otra vez por un segundo, pero tras una leve negación con la cabeza, miró con determinación a Galiana. - Os hemos causado muchos problemas, mis hombres ayudaran a tu pueblo, además de encargarse de las guardias de la ciudad y escoltar a los heridos de vuelta, pero yo personalmente os acompañaré durante el viaje, debo compensar mis actos y protegeros cuanto pueda, en especial tengo muchas ofensas contra cierta falsa bruja.
Miveil se sonrojó un poco, quizá por los comentarios de Dyron o porque estaba avergonzada por como se había comportado por el subidón que le dieron aquellas lechugas. - ¡Ya está olvidado! Además, no necesito ningún tipo de escolta ni guardaespaldas. Soy más de mascotas. - Sonrió con malicia, mirando a Ryuu, buscando en él un apoyo en el que desviar las miradas. - ¿Verdad gatito negro?
Suspiró, intentando calmarse. - Contad con mis conjutos ¡ninguna otra hechicera debe superar mi magia, por lo que acabar con la bruja es mi prioridad para mantener mi título de la maga más poderosa de todo el mundo! - título autoimpuesta por ella misma en aquél preciso instante.
Ashter se puso en medio de todos, buscando algo de atención. - ¡Oye donde vaya Anlin iré yo! No por nada yo superé la prueba de Saria y ella no ¡soy el maestro de la heroína de la futura leyenda! ¡Su guardaespaldas! ¡Su fiel amigo y compañero! ¡Su todo!
Le sacó la lengua, vacilando frente a ella. - No vas a estar sola, mi nombre va a aparecer muchas veces al lado del tuyo en los nombres de historia. Puede que incluso más veces que el tuyo.
Poco a poco, Helia se estaba separando del grupo, dispuesta a huir de allí y pasar totalmente de la aventura y la conversación, pero a medida que avanzaba hacia atrás, chocó con un pelirrojo conocido por todos, quien no dudó en hacer su habitual acto.
En sombras densas, donde el musgo teje,
Y raíces retorcidas se entrelazan,
Se libró una batalla, feroz y salvaje,
Donde la sangre las hojas que se alzan.
Espadas chocaron, arcos tensaron cuerdas,
Gritos de guerra retumbaron en el aire,
Y el eco del combate, en las alturas,
Hizo temblar las hojas, sin desaire.
Caballeros y Zinalid, en lucha encarnizada,
Dejaron sus rencores, sus odios y sus miedos,
Pues un mal más oscuro, de una mujer desnaturalizada,
Amenazaba sus vidas, sus hogares y sus reinos.
Entonces, en medio del caos y la muerte,
Una voz se alzó, clara y llena de paz,
Un capitán que enfrentó a su rey por su hueste,
Inspiró a sus hombres como una luz, un haz.
Ahora en un banquete, organizado pro la reina Zinalid,
Se forma un grupo, que acompañarán a la heroína,
La desconfianza es notoria, en especial en el adalid,
Pero la menos confiable es la pequeña curandera, tan anodina.
El bardo sonrió, mirando directamente a Helia. - Si vas a quedarte, al menos no seas tan cobarde como para ni si quiera informar al resto.
Ryuu arqueó una ceja con su típica sonrisa burlona, siempre listo para tomar la oportunidad de aliviar la tensión en el ambiente.
-¡Exacto, mademoiselle!
Exclamó, haciendo una reverencia exagerada hacia Miveil, tocándose el cascabel en el cuello con teatralidad
-¿Quién necesita guardaespaldas cuando tienes un gato negro que, a pesar de su elegante porte, se mete en cada lío que ve? Además, dicen que los gatos negros dan suerte… o muy mala suerte, depende de a quién preguntemos, claro.
Le lanzó una mirada divertida a Miveil para luego volverse hacia Dyron con una expresión algo más seria, aunque sin dejar de lado su tono.
-Y tú, querido capitán, bienvenido al grupo de los insensatos. Si algo he aprendido en este viaje, es que los problemas no discriminan, así que, mientras más seamos, más risas
Despues de la intervencion de Ashter Ryuu soltó una carcajada, palmeandole en la espalda.
-¡Vaya, vaya! Maestro de la heroína, guardaespaldas, fiel amigo, y todo en uno... Ashter, con tantos títulos vas a necesitar un carro para portarlos
Cuando el bardo llamo la atencion del grupo con su cancion observó a Helia mientras intentaba escabullirse y luego al bardo con su poema críptico y sonrisa burlona. No pudo evitar soltar una carcajada.
-¡Vaya, Helia, huir como una sombra sin despedirse ni dejar rastro!
Dijo, fingiendo desconsuelo
-¡Y pensar que teníamos un asiento reservado para ti en la gran aventura, justo al lado de las canciones heroicas y las trampas mortales!
Luego, se inclinó hacia ella y le susurró, con una sonrisa cómplice.
-Pero si decides quedarte, te prometo que te cuidaremos. O al menos, intentaré que los arbustos no te devoren esta vez.
Mimo observó las interacciones, sin perder detalle. Con sus movimientos teatrales y llenos de intención, era claro que tenía algo planeado. Caminó alrededor de Helia, deteniéndose justo al lado de ella y lanzándole una mirada penetrante, aunque con una sonrisa juguetona.
-Helia, Helia, Helia... ¿Huyendo de nuevo, eh? -dijo, agitando su bastón frente a ella y haciendo que los cristales en la punta brillaran levemente. -¿Realmente creías que podrías irte sin más, sin siquiera un adiós? ¡Qué decepción! Y mira que estaba esperando que nos deleitaras con más de tus relatos de supervivencia entre arbustos.
Luego, giró hacia el grupo, elevando su voz y señalando dramáticamente a Helia.
-¡Amigos! Creo que necesitamos a Helia en esta misión. No solo porque es una valiente curandera, sino porque... -y bajó el tono, adoptando un tono casi conspirador- ¿quién si no ella será capaz de recordarnos que siempre hay una sombra en la que ocultarse cuando la batalla se pone fea?
Se giró nuevamente hacia Helia, sus ojos ahora serios, pero con ese toque cálido que solía ocultar bajo sus bromas.
-En fin, ¿quién podría enfrentar una aventura sin su toque de cobardía heroica? Si decides quedarte, Helia, te prometo que encontrarás tu lugar en esta historia. Incluso si ese lugar está en algún arbusto cercano cuando las cosas se pongan complicadas.
Y, con una sonrisa más tierna, añadió en voz baja:
-Pero en serio, Helia, cada uno de nosotros es esencial... y luego esta Kimiko... y tú también lo eres. Quédate. Te necesitamos... Kimiko, tu puedes irte.
Mimo se empezó a meter con helia, iba a ir a defenderla, no es su culpa que no pudiera con la misión. Aunque que apareciera siempre al final sin ayudar... Iba a parar a mimo cuando... Siguió hablando... Mis ganas de golpearlo iban en aumento cada vez más... Por qué ese maldito cambiaformas...
¡Oye! ¡¿Vas a parar ya?! ¿Por qué siempre vas a por mí? Pues ¿sabes que? Voy a ir igualmente, te guste o no. Así que te aguantas.
Me cruce de brazos enfurruñada con el. ¿Que rayos le pasaba.
Helia decidió salir corriendo, sin mediar palabra, dejando a todos los presentes con la palabra en la boca. Parecía que se sintió acusada ante los comentarios y argumentos de sus compañeros, por lo que tomó la ruta de la huida, en pos de evitar enfrentar los problemas que el grupo que se había formado iba a enfrentar.
A pesar de aquél percance, el resto de la velada fue muy agradable y todos pudieron disfrutar de un buen banquete que les reestableció las energías, además de deleitarse con las canciones de aquél misterioso bardo, que tanto parecía saber y tan poco hacía a veces.
Al día siguiente, el grupo salió de allí en dirección al desierto del este. El puente estaba derruido, pero pudieron utilizar los árboles talados que sirvieron a los soldados para cruzar el día anterior, aunque les llamó la atención que el lugar donde aquella mujer planta estaba atrayendo soldados, ahora estaba solo rodeada de los cuerpos de aquellos hombres, pero no estaban los restos del monstruo, algo o alguien se lo había llevado.