Partida Rol por web

Naden, con una sonrisa conciliadora y un brillo divertido en los ojos, se acercó al grupo, intentando suavizar la tensión que se respiraba en el ambiente. - Pues yo no siento que oláis tan mal - dijo Naden, con un tono amable - pero aun así, creo que os vendría bien un buen baño.

Señaló hacia el centro del pueblo, donde se encontraban las termas. - Hay unas termas muy buenas - continuó Naden - y como el alcalde está de buen humor, ha dicho que la entrada hoy es gratuita. ¡Una oportunidad única!

Naden sonrió, esperando que su propuesta fuera bien recibida. Sabía que después de la dura batalla contra el dragón, todos necesitaban un momento de relajación y cuidado personal.

Ryuu alzó una ceja al escuchar a Naden y se cruzó de brazos, fingiendo estar profundamente pensativo.

-Ajá… así que el alcalde está de buen humor, ¿eh?

Murmuró, como si estuviera tratando de resolver un gran misterio

-Me pregunto por qué será…

Se giró lentamente hacia Galiana, con una sonrisa socarrona, y se llevó una mano al pecho en un gesto dramático.

-Dime, mi amada, venerada, y absolutamente espléndida ama 

Dijo, haciendo una exagerada reverencia haciendo sonar el cascabel del collar

-¿Acaso este buen humor tendrá algo que ver con cierto acuerdo comercial que logramos gracias a mi inigualable talento para la diplomacia, la negociación y, por supuesto, mi cara bonita?

Le guiñó un ojo antes de levantarse y alzar las manos.

-Porque, claro, si el alcalde está tan contento como para regalarnos baños gratis, me imagino que al menos alguien se dignará a reconocer la enorme contribución que este humilde servidor ha hecho.

Le lanzó una mirada burlona a Galiana, esperando su reacción, mientras se estiraba con pereza.

-Pero bueno, si las termas gratis son parte de mi pago, no me voy a quejar

Añadió, con su característico tono despreocupado

-Aunque, eso sí, si al final resulta que esto es una trampa para reclutarnos en alguna otra misión suicida… otra vez… me reservo el derecho de protestar con indignación fingida.

Sonrió y comenzó a caminar hacia las termas, girándose solo un instante para añadir:

-Vamos, apestosos, antes de que el alcalde cambie de opinión. Y si alguien intenta que trabajemos en mitad del baño, yo mismo los ahogaré.

Sterling sonrió ante la interpretación de Mimo de los efectos secundarios de la planta. 

- Euforia, desinhibición, tal vez alguna alucinación? - Preguntó, aunque solo por confirmar. - Mejor no tomeis ninguna, a ver si va a aparecer una legion de minielefantes flotantes rosas. 

Naden vino con buenas noticias, ya que dijo que la entrada a los baños seria gratuita. 

- Teneis alli algun tipo de abrillantador? Me gustaria cuidar un poco de mis chasis. - Cayó en la cuenta de que tal vez no tuvieran algo similar en aquella epoca. - Tal vez con un poco de aceite o acido suave, un poco de jabón, y algunas hojas de Aloe vera puedo hacerme uno casero.

No le gustaba pedir demasiadas cosas, pero ya que los iban a cuidar un poco, tal vez podrian cubrir esas necesidades. 

Galiana sonrió ante la teatralidad de Ryuu, aunque su expresión mostraba una mezcla de diversión y exasperación. - Claro que sí, Ryuu - respondió Galiana, con un tono sarcástico. - Tu "invaluable" contribución ha sido fundamental para este acuerdo comercial. 

Le lanzó una mirada divertida antes de continuar. - Pero no te emociones demasiado. - advirtió Galiana. - El alcalde está contento porque este acuerdo significa prosperidad para el pueblo, no porque esté particularmente impresionado con tus encantos. Aunque creo que sí lo está con los míos.

A pesar de su tono burlón, Galiana asintió con una sonrisa. - Pero sí, las termas gratuitas son un pequeño agradecimiento por nuestro esfuerzo. - admitió Galiana.

Naden, por su parte, miró a Sterling con una expresión de confusión ante su petición de "abrillantadores". - ¿Abrillantadores? -repitió Naden, rascándose la cabeza. - No tengo ni idea de qué es eso.

Sin embargo, Naden sonrió y señaló hacia una pila de jabones artesanales. - Pero tenemos unos jabones muy buenos - dijo Naden. - Hechos con hierbas y aceites esenciales. Te dejarán como nuevo.

Naden se encogió de hombros, con una expresión de disculpa. - Lo siento, no tenemos mucha tecnología aquí - dijo Naden. - Pero hacemos lo que podemos con lo que tenemos.

Mimo dejó escapar una carcajada al escuchar a Sterling mencionar a los minielefantes flotantes rosas.

-¡Ooooh, ahora quiero ver eso! -exclamó con una sonrisa radiante, alzando los brazos como si intentara atrapar imaginarios elefantitos en el aire- ¡Seguro que serían adorables! ¡Y podríamos montar uno y salir volando por el cielo como si fuera una nube de algodón de azúcar!

Dio un par de vueltas sobre sí mismo con energía renovada, como si su cuerpo ligero de slime hubiera olvidado el cansancio de la batalla contra el dragón. El dolor, la angustia, la culpa... Todo eso se había ido junto con la sombra de su padre. Ahora, el verdadero Mimo estaba de vuelta. Cuando Naden mencionó las termas, los ojos del slime brillaron con emoción.

-¡Oh, oh, eso suena increíble! ¡Nunca me he bañado en termas! Bueno, técnicamente, no necesito bañarme, pero ¿¡y si me meto y salgo convertido en un slime de vapor caliente!? -Mimo empezó a rebotar en el lugar de pura emoción, como un niño que acababa de descubrir un nuevo juego. -¡Voy a ser el primer slime-spa del mundo!

Se detuvo un momento y miró a Sterling con curiosidad cuando mencionó lo del abrillantador.

-¡Podemos hacer un experimento! -exclamó- Si los jabones artesanales te dejan reluciente, podríamos frotarte con ellos hasta que brilles más que una estrella en la noche. ¡Imagínalo! ¡Sterling el espléndido, el resplandeciente, el reluciente héroe metálico de las termas!

Hizo un gesto dramático, levantando los brazos como si estuviera presentando una estatua dorada a una multitud imaginaria.

-Oooooo... si no funciona, puedo probar a cubrirte con una capita de mí. ¡Así podríamos hacer que parezcas de cualquier color que quieras!

Su entusiasmo no conocía límites. Había vuelto a ser Mimo.

Ryuu puso una mano en su pecho y fingió estar profundamente conmovido.

-Oh, qué cruel es el mundo

Dijo, con un dramático suspiro

-Aquí estoy yo, sacrificándome por el bienestar del pueblo, sudando la gota gorda para asegurar este glorioso acuerdo comercial, y ¿qué recibo a cambio? Ingratitud.

Se llevó una mano a la frente, como si estuviera al borde del desmayo.

-¡Me han robado mi merecido reconocimiento! ¡Han pisoteado mi dignidad!

Abrió un ojo para mirar a Galiana con una sonrisa ladina.

-Aunque, claro, ¿cómo podría yo, un humilde servidor, rivalizar con los encantos de mi ama?

Dijo, inclinando levemente la cabeza con un gesto exageradamente reverencial

-No hay alcalde en este mundo que pudiera resistirse a semejante despliegue de carisma.

Se encogió de hombros con aire despreocupado y se giró hacia el grupo.

-En fin, si las termas gratuitas son el premio de consolación, no me quejaré demasiado.