Partida Rol por web

En su día, Helene llegó a entrar en la torre del campanario y sabe de la existencia de una trampilla en el suelo. Suponiendo que los sótanos tengan la misma extensión que la iglesia, que los niños ocupan menos espacio, que durmiendo en turnos rotatorios necesitarán ocupar más espacio al tumbarse, y que necesitarán sitio para varios barriles de agua con los que beber a lo largo de la noche...

Helene calcula que la iglesia podría albergar hasta un 75% de la población del pueblo, muy apretujada y con peleas por no ser quién se queda junto a la puerta que los licántropos pueden echar abajo. Aún así, es insuficiente.

Al principio pensó que el Padre Danovich accedería a su petición, pero después comprobó que tan solo estaba utilizando la ironía con ellos, aunque a decir verdad el párroco tenía algo de razón. Ivalic con sus ojos de niño había hecho la iglesia mucho más grande de lo que era, pero vista desde cerca y tras las palabras de Danovich estaba claro que debían descartarla como lugar donde esconder a la gente, eso ya solo les daba dos posibilidades.

-El Padre Danovich tiene razón Herr Urik, pensé que la iglesia sería más grande... Debemos decidir que hacer y después hablar con la gente. Padre Danovich ¿Podría tocar las campanas cuando le digamos? ¡Que bien! Esto es muy importante y debemos hablar con todo el pueblo. Y usted también deberá resguardarse o en el castillo o en la mansión, todavía no lo hemos decidido, pero debemos proteger al pueblo del ataque de esos hombres lobo elfo. Anoche matamos a uno ¿Sabe? Fue el que asesinó al padre de Margarita... ¿Y que vamos a hacer ahora con el padre de Margarita? Si esos necrarios no estuvieran en el cementerio...

Algunos vecinos parecían enfadados por la actitud del padre Danovich, pero el hombre les estaba intentando ayudar, solamente que su carácter era algo hosco. Margarita lloraba desconsolada cerca pues tenía demasiados problemas sobre ella, no era como sus amigos que se crecían ante las adversidades y enseguida encontraban una solución a todo.

-No te preocupes Margarita, todo saldrá bien. Salvaremos al pueblo de los hombres lobo y en cuanto podamos acabaremos con los necrarios para que puedas enterrar a tu padre. Antes nos pillaron desprevenidos y además no estábamos todos, pero ahora iremos preparados. Mira, tengo una espada y todo y una capa como a de Herr Urik.

Reúno a todos los héroes en un aparte en un rincón del templo o de sus inmediaciones.

- "Amigos míos, propongo que ataquemos a los necrarios ahora mismo, sin más dilación. Tenemos los pergaminos de curación que nos dio Ludovico, y yo soy resistente a la enfermedad que contagian esos seres, por lo que yo iré primero.

Debemos eliminarlos por varios motivos, pero hay uno de ellos de índole práctica e inmediata: Sus túneles pueden ser un refugio temporal para que los habitantes del pueblo puedan sobrevivir al menos a esta noche. Es posible que después de esta noche tengamos finalmente que llegar a alguna clase de pacto con la Burgomaestre vampiro o con el malvado Conde, pero no lo haremos en la misma posición de debilidad si ya contamos con un refugio, aunque éste sea temporal.

Debemos atacar ahora, con la mayor decisión y con toda nuestra fuerza. En esos túneles necesitaré de tu Fuerza, Parriwimple. Necesitaré de tu Astucia y de tu firme antorcha para iluminar el camino, Ivalic. Necesitaré de vuestra Sabiduría para sanarnos y orientarnos, Frau Helene. Y también nos vendría muy bien vuestra resistencia y la fuerza de vuestro brazo empuñando esa alabarda, o manejando el mosquetón, Herr Arik." -

Mi discurso para mis compañeros es apasionado, es obvio que creo con total convicción que acabar con los necrarios ahora y despejar sus túneles es la mejor opción que tenemos ahora mismo.

El niño siguió a su héroe paladín mientras observaba las ondulaciones que su capa chula y guay iba haciendo con los movimientos del guerrero. Cuando los hubo alejado de oídos indiscretos mostró su sonrisa llena de dientes blancos antes de exponer su plan. Era un poco arriesgado pero si lo podían llevar a cabo resultaría muy beneficioso para el pueblo. Ivalic no sabía de donde sacaba el paladín tan magníficas ideas.

-¡Que gran idea Herr Urik! ¡Yo os iluminaré con la antorcha para que podáis matar a todos los necrarios que asolan el subsuelo! Así podremos enterrar al padre de Margarita y seguro que a los hombres lobo no se les ocurre buscar a nadie allí. ¿Entrará todo el pueblo allí abajo?

- "No lo sé seguro, Ivalic.

Lo que sí sé es que antes de ponernos en las manos de unos asquerosos chupasangres debemos agotar todas las posibilidades, por desesperadas que parezcan." -

Helene puso los brazos en jarras.

-No mientas, Danovich -dijo Helene que dio una patada a la puerta entreabierta con intención de abrirla totalmente-. El templo que asumes es tuyo y que tan solo es el lugar en el que ejercías en otros tiempos tus píos quehaceres, cuenta con un sótano más que amplio. Insuficiente para albergar a todos pero tres cuartas partes del pueblo podrían apretujarse junto a varios barriles de agua y pasar esta noche. Las mujeres, lo niños, los ancianos y algunos valientes que defenderían la trampilla de acceso, una trampilla que podría incluso protegerse, cubriéndola con algo pesado y a la que podría añadirse algo de esa planta, la matalobos. De igual modo, la puerta principal podría reforzarse y apuntalarse desde el interior. No puedes ni debes negarte a acoger a aquellos de los que en definitiva es este templo. Sus fieles. No lo permitiré. Y ellos tampoco -miró a Urik e Ivalic-. Cada batalla en su momento. No podemos resultar heridos o muertos por pelear contra los necrarios. Si acaso, podríamos atraer a los licántropos hacia esas tumbas afestadas de necrarios y que se maten entre ellos si hiciera falta. Y hablemos con la nueva gobernadora. Los lobos son sus enemigos naturales. Dudo que le haga gracia que campen por su territorio. Por favor, pensad con claridad. No es tiempo de hacerse los valientes, sino de pensar con claridad en cuáles son las prioridades. Y esas son los habitantes de este pueblo. Lo que queda de población... Arik, ¿crees que tu posada serviría para protegerlos?

- "Frau Helene, tuve el dudoso placer de conocer recientemente a la nueva Burgomaestre, al igual que vos. No quiero tener trato alguno con esa maligna criatura. Y, sí, no me podéis negar que es absolutamente maligna. Vos visteis el trato que dispensa a sus prisioneros. La innecesaria tortura, el regodeo, la crueldad extrema..." -

Hago una pausa y suspiro:

- "Este es quizá el mejor momento para atacar a los necrarios. El pueblo necesita esa victoria y saber que van a poder enterrar a sus muertos en suelo nuevamente reconsagrado. Contamos con los pergaminos curativos que nos dio Ludovico, contamos con mi fe y mi determinación para ir el primero en esos túneles. Sé que podemos conseguirlos si avanzamos todos juntos. Parriwimple y yo primero, Ivalic y vos cubriendo nuestras espaldas." -

Parriwimple estaba confuso. El hecho es que Helene y Ser Urik no lograban ponerse de acuerdo mucho. Y el hecho era que Parriwimple no sabía a quien hacer caso. Con lo que se quedó mirando a ambos. A los tres, de hecho, puesto que también miraba al padre Danovich. Finalmente parece tomar una decisión... y se acerca al padre Danovich.

- Parriwimple siente enfadar padre Danovich. Sentir mucho muerte hijo padre. Parriwimple antes pensaba que muertos dormían... pero ya no. Parriwimple si encontrar hijo, restos, gente mala que matarlo... avisar Danovich. Parriwimple sentir siempre molestar padre. Todo ser muy confuso, no hacerlo a propósito.

Ya estaba dicho, y lo cierto es que el gigantón no esperaba que el padre cambiara su actitud. Con lo que tras decir esas palabras vuelve a mirar a Helene y a Urik.

- Parriwimple hacer lo que personas inteligentes decidan. Parriwimple tonto. Urik y Helene hablar y luego decir Parriwimple qué hacer.

-¿Sabes a cuántos necrarios hay que enfrentarse, Urik? Porque ignoro su número. Tanto podrían ser tres como cincuenta. Y no bastan la determinación y unos pergaminos curativos. Necesitaríamos luz y fuego. Y no solo hay necrarios. Creo estar convencida de que algo más puebla esa oscuridad. En el último instante, antes de subir nosotros en último lugar, logré repeler el ataque de algo poderoso que no alcancé a ver. Urik, no me niego a pelear contra esas criaturas, solo discuto acerca de la oportunidad de hacerlo ahora. Porque incluso despejando esa red de túneles, ¿qué impediría a los licántropos entrar en ella y matar a los aldeanos refugiados allí?

Helene... Contra los zombis aguantamos porque eran menos fuertes y no sabían trepar barricadas. Disponíamos de varias casas como la de los Veljen en la plaza, y aún así la gente estaba hacinada. Mi puerta es menos recia que la de la iglesia, y mi posada tiene ventanas en la primera planta. Las he tapiado, sí. También la puerta. Solo las personas más atléticas podrían subir por la cuerda que dejé colgando del segundo piso.

Pero en cualquier caso... las ventanas y las puertas tapiadas las hice para que Layla hiciese ruido al romperlas, de modo que no me cogiera desprevenido si venía a atacarme. Los licántropos en forma híbrida lograrían entrar igualmente.

Yo me decantaría por llevar a la gente al castillo de Strahd, pero como excusa para ver si Gertruda está bien y hay algún modo de liberarla, no porque crea que es un lugar seguro para la gente. Mis sentimientos interfieren en mi opinión, no hagáis caso.

A todo esto, Danovich, ultrajado por las acusaciones de Helene, o por cualquier otro motivo, se cansó de los recién llegados. No solo no respondió a las preguntas y acusaciones, sino que se afanó por cerrar la puerta de golpe y dejarles fuera.

Mantengo sujeta con mayor fuerza de la que puede desplegar el anciano Padre Danovich cuando veo que pretende cerrarnos las puertas en las narices.

- "Un momento, Padre Danovich, no le volváis la espalda a Barovia aún ni nos cerréis las puertas de vuestra iglesia en las narcies. Ayudadme a convencer a esta mujer de que entregarnos a los vampiros no es el mejor curso de acción. Tiene que haber otra solución mejor." -

-Si no fuera porque estoy convencida de que tienes buen corazón, te abofetearía -dijo una más que ofendida Helene con la mano suspendida en el aire-. ¿Entregaros a los vampiros? ¿Dudar de la malignidad de la nueva burgomaestre? De verdad, bájate de ese pedestal de superioridad moral en el que te has alzado, Urik, y pon los pies en el suelo. ¿Por quién me has tomado? Desde que te conozco, lo único que he visto en ti es el deseo de matar escudándote en la potencial naturaleza perversa de aquellos a cuantos te has enfrentado, ignorando que en todo corazón, en toda alma residen buenos y malos sentimientos. Pero no hay compasión en tu corazón. Te haces llamar paladín, aunque tus obras están muy lejos de tus palabras, desdiciéndote a ti mismo. Muy bien, bajaré a ese laberinto de tumbas y te ayudaré y que los dioses nos bendigan, porque las pocas esperanzas de este pueblo y sus gentes quizá mueran ahí abajo. Y tú, Danovich, no permitiré que abandones a estas buenas gentes. Abre tu sótano y que los más débiles y necesitados se alojen en él. Arik, necesitaremos de cuerda y lámparas de aceite. Si posees algo inflamable y que pueda portarse, tráenoslo por favor. Y te pagaré. No lo dudes. Y si además, pudieras advertir a la burgomaestre de la cercanía del ataque licántropo, te lo agradecería. ¿Satisfecho? -dijo mirando a Urik, antes de volverse hacia su hijo-. Vjelkus, amor mío, te lo preguntaré porque no quiero arrastrarte a mis propios infiernos. ¿Deseas acompañarme en la lucha contra los necrarios o preferirías quedarte aquí y ayudar a los vecinos a instalarse en el sótano de la iglesia y organizar la defensa con Arik?

- "Sí, Frau Helene. No tenemos tiempo que perder, ni vamos a dejar piedra por remover, antes que entregarnos al mal que ya conocemos." -

Ivalic, junto a Parriwimple y Vjelkus asistió a la nueva discusión de los adultos que parecían no ponerse nunca de acuerdo. ¿Porqué era siempre todo tan complicado para ellos? Finalmente parecieron llegar a una conclusión: bajarían a intentar matar a los necrófagos.

-Arik ¿Tu no vienes? Seguro que a la Señora Helene, a Herr Urik y a Parriwimple les viene bien tu ayuda y cuantos más seamos mejor, antes terminaremos. Pero hay una cosa que me pregunto ¿Cabrá toda la gente en la iglesia contando con el sótano? ¿Donde escondemos al resto? ¿En los túneles si matamos a los necrarios? No saben que existen así que supongo que sea un sitio seguro.

No las tenía todas consigo, pero las alternativas seguían siendo igual de malas. Por otro lado le daba un poco de pena no seguir el deseo de Arik y Parriwimple y acercarse al castillo, aunque fuera peligroso, así podrían ver como estaba Gertruda y su amigo se quedaría más tranquilo.
Dispuesto a realizar la labor que tenían por delante Ivalic metió la mano una vez más en su mochila y sacó una antorcha que enseñó a Herr Urik mientras lo golpeaba suavemente en su coraza metálica como si fuera un gong.

-Ya estoy listo Herr Urik. Cuando queráis podemos bajar. Creo que Parriwimple tiene la cuerda de antes. ¿Verdad Parriwimple? ¿Y tu Vjelkus? ¿Que harás? ¿Bajarás con nosotros o ayudarás al padre Danovich a organizar a la gente para que se esconda?

Asiento con decisión e inspiro aire profundamente mientras me preparo mentalmente para la dura tarea que habremos de afrontar en breve. Después sonrío al joven Ivalic para inspirarle confianza.

Ivalic notó la mirada de Herr Urik sobre él, lo vio sonriendo con su boca llena de dientes blancos. Ante aquella imagen, completada con la capa chula y guay del paladín que ondeaba incluso cuando no había viento, se sintió más seguro de sí mismo. Los necrarios no tendrían nada que hacer en su contra, acabarían con ellos y librarían al pueblo de ese mal para después protegerlos de los elfos lobo. Nada se les pondría por delante.

Vjelkus dudaba. No quería meterse en un nicho. No quiso la vez anterior y desde entonces no se ha vuelto más valiente. Pero teme que si no va, puede ser la última vez que vea a su madre. El párroco Danovich está en una disyuntiva parecida. No puede ceder el sótano de su iglesia a la gente. Esa opción va en contra de sus intereses.

Yo... no puedo. El sótano... no. Debéis iros, por favor. Yo...

¡¡¡GROOOOOOOOAAAAAARRRRR!!!

El rugido fue amplificado por el interior de la iglesia, como si el edificio entero se tratase de una gigantesca garganta. Los tablones del suelo se quebraron cuando una figura saltó desde el sótano, abriéndose paso y rompiendo la madera en la trayectoria, hasta aterrizar en el pasillo.

¡¡¡GROOOOOOAAAAARRRRR!!!-volvió a rugir.

Doru... hijo mío... ¡¡¡No!!! ¡Escóndete! ¡Huye! ¡Te harán daño!

Todas las piezas del rompecabezas cobraban sentido. La actitud ermitaña durante todo este tiempo de Danovich no provenía de su ansia de soledad, sino de su interés en guardar un secreto. ¡¿Cómo pudieron ser tan ilusos?! Desde el principio creyeron que habían detenido a Danovich a tiempo. Que el Liber Blaspheme no tuvo tiempo a ser empleado con un mal uso. Y no. Cuando llegaron por primera vez a este templo, y el pequeño Ivalic vió al párroco alzar a un zombi, el experimento principal ya se había consumado, y solo le faltaba protegerlo.

Era obvio que la cabeza de aquel a quién Danovich llamaba hijo no era de Doru, sino que estaba confeccionado de remiendos de cadáveres. Las pupilas de los ojos ni siquiera se correspondían con la de la misma persona. Eso sí, al cadáver de Doru le faltaba una mano... No pudieron ver estos detalles hasta que el monstruo recorrió en amplias zancadas el pasillo de la iglesia, asomándose a la luz de las primeras horas de la tarde.

¡¡¡GROOOOOAAAAARRRRRR!!!

Aquel aspecto abominable era un desafío al concepto sagrado de la Creación. Los lugareños salieron huyendo... incluyendo el valeroso Arik. Tan solo Vjelkus, Ivalic, Parriwimple, Helene y Urik, junto a Danovich, que ya estaba acostumbrado a la visión del monstruo, resistieron sus impulsos para salir huyendo, aunque puede que esa fuese la mejor opción en estos momentos.

-¡Danovich! -dijo Helene y en su voz había lástima. Lástima por aquel hombre cuyo dolor ante la muerte de su hijo y su amor por el mismo le habían llevado a cruzar las fronteras de lo aceptable, de lo que puede ser permitido y de lo que no, de creer que aquella blasfemia encarnada podía ser siquiera un remedo de lo que su hijo fuera en vida-. No teníais derecho. ¿Es así como recordáis a vuestro hijo?

¿Era vida lo que se alojaba en aquel cuerpo? ¿Había sentimientos en él o solo aquella ira aparentemente incontenible? ¿Qué era aquel engendro alimentado por la magia negra? Ante la duda y dispuesta a comprobarlo, trató de expulsar a aquel muerto viviente si es que realmente lo era.

Mientras hablaban y preparaban todo, dispuestos a adentrarse en las profundidades del cementerio y enfrentarse a los necrarios, los intentos del padre Danovich por cerrar la puerta habían sido infructuosos, por fortuna para él los aventureros se marcharían pronto dejándolo nuevamente a su aire, aunque no por mucho tiempo si parte del pueblo iba a refugiarse en su sótano. A pesar de todo Danovich no parecía estar nada dispuesto a colaborar. Un ruido extraño interrumpió las conversaciones y un monstruo horrible apareció en mitad de la iglesia, Ivalic no podía creerse que fuera el hijo del padre Danovich.

-¡Es su hijo! ¡El padre Danovich nos engañó! ¿Que hacemos Herr Urik?

¿Sería aquella cosa a la que el padre Danovich llamaba hijo peligrosa? A Ivalic no le apetecía mucho comprobarlo y lo mismo debían pensar todos los del pueblo pues cuando miró hacia atrás vio como todos se alejaban asustados. Por suerte ni la Señora Helene ni Herr Urik le habían abandonado, junto a su amigo Parriwimple podrían resolver ese asunto.

Incluso Arik se ha ido... Menudo soldado, no me extraña que se hiciera tabernero.

Me interpongo entre la bestia y el grupo y me cubro con el escudo al tiempo que desenvaino con un centelleo la espada de Frau Ashlyn.