Partida Rol por web

Sonrío ante la aproximación tan directa del enano. Lo cierto es que a veces el sendero más recto es el que conduce a la verdad y a través de la propia verdad.

Parriwimple estaba, nuevamente, confuso. Pasaban demasiadas cosas. La mujer esa que era mujer, humo y fuego, había hecho que sus manos quemaran y había matado a uno de los seres feos y malos. Eso le había sorprendido, pero como era mujer y fuego a la vez, no le sorprendió demasiado. Luego uno de los seres feos que hablaba en un idioma raro había sido atacado por dos de sus amigos, y luego habían pasado cosas muy raras. 

Y después había aparecido  el sacerdote Danovich y todos habían hablado mucho de cosas muy extrañas. Afortunadamente Irina le había dicho algo razonable y simple: meter a esos malos en un agujero para que no pudieran asustar a nadie más. El gigantón sonrió y asintió a la mujer, quedándose mirando hacia Danovich por si le daba esa pala.

Entonces Parriwimple recordó que también tenía una pala en su mochila, y que no necesitaba una pala del sacerdote.

Debería haber una pala o dos en el cementerio de atrás, Parriwimple, apoyadas contra la fachada de la iglesia. En cuanto a los Iluminadores... Merquo me habló de vuestra llegada en sus cartas, pero tus amigos jamás llegaron a poner un pie en esta iglesia. Lo lamento, Ashlyn.

Tras guardar un respetuoso silencio, pues siempre es un terrible destino el que se reserva a los desaparecidos en Barovia, vuelve a retomar el tema.

En cuanto al símbolo sagrado de Ravenkind, lo tuve en mis propias manos hace tiempo. Hubo un aventurero venido de más allá de las Brumas. Se llamaba Jeref Maurgan. Según me contó, había encontrado el símbolo sagrado de Ravenkind en una tumba de la encrucijada del Tser. Yo no le creí. En la encrucijada se entierran a los bandidos y a los asesinos, y la gente se ocupa de quitarles las joyas o los dientes de oro que ya no van a necesitar. Quizás lo robó, quién sabe.

Fuese como fuese el cómo llegó a sus manos, yo hice de intermediario entre Jeref y el Burgomaestre. El Burgomaestre quería comprar a cualquier precio el símbolo sagrado, y Jeref quería quedárselo para luchar contra Strahd. Al final el acuerdo fue que el Burgomaestre equipó a Jeref con un buen arma y una buena armadura. A cambio, Jeref me dejó el símbolo sagrado en custodia, durante un mes. El extranjero se iría a buscar el Icono del Cuervo al castillo de Strahd. Si no volvía en un mes, yo tenía permiso para entregar el medallón al Burgomaestre.

Jeref no volvió. ¿Sería posible que fuese él quién robó el medallón anoche a Irina? No lo creo. Lo más probable es que le ocurra como a tantos otros desaparecidos: que Strahd lo esclavice como siervo no-muerto.

Su vieja garganta carraspeó, como si tuviese más cosas que añadir, pero sirvió de impás para que los visitantes pudiesen hacer preguntas sobre lo que ya se había contado.

Jeref Maurgan... ¡Ja! Era buena apuesta asegurar que no es un no-muerto. Aún decora nuestro santuario. Jajajaja...-dijo una de las voces de su cabeza.

- "Vaya, parece que ese aventurero, Jeref, tenía mi mismo plan: conseguir el Símbolo Sagrado de Ravenkind para a continuación ir al Castillo en busca del Icono de Ravenloft...

Hum. Si al tal Jeref le ha pasado lo mismo que al no muerto parlanchín que acabamos de derrotar, es posible que fuese él quien robase el medallón en casa del Burgomaestre. Tal vez lo haya llevado al Castillo, si es que es allí donde ahora reside Jeref." -

La respuesta que le dio el viejo a la come queso, no le gustó ni a Varikov. La muchacha era una inútil con la espada, pero cuantos más humanos, mejor. Así Strahd tenía con quien entretenerse mientras el enano hacía algo útil, como matarlo. Escuchó el resto de la historia y recordó al no muerto que hablaba ¿sería él? De su cabeza una voz le dio la respuesta.

      -Jeref Maurgan... ¡Ja! Era buena apuesta asegurar que no es un no-muerto. Aún decora nuestro santuario. Jajajaja…

- ¿Qué dices, ho? Preguntó el enano a esa voz que solo él podía escuchar. Para los demás puede que la pregunta iba dirigida a alguno de ellos.

Miro al enano con curiosidad, preguntándome si me habla a mí.

¡Por los güevos de Farkas, esi Jeref Maurgan ye el humano que tan bonito decora mi guarida, acabo de darme cuenta! Ya parecíame a mí que el nombre sonabame de algo. Hasta ahora yo era el perro guardián de Strahd, pero eso acabóse el día que atacóme y llevóse a Farkas. Preguntome qué poderes tendría esi anillo que tanto quería. Si no fuera por que negome de entregarselu, ahora mismo estaría cazando a estos estúpidos humanos, en vez de ir xunto a ellos en búsqueda de esi vampiro matalobos. Mas vale que les diga algo sobre el muerto para que dejen de buscarlo...

- No me mires así, ho, le dijo a Urik. Acordeme de que un aventureru fue despedazado por los lobos, hace unos meses, creo. Los lobos mataron a más de un humano por esos bosques. Los muy tontos metense ahí como si fuera un paseu por un parque y no, el bosque ye peligrosu. Es muy probable que fuera el que diz el viello esti. Solo quedó de él la buena armadura y la buena espada. Se quedó pensativo un rato. Sé onde queda esa encrucijada de la que hablas, ho, pero dudo que encuentrese algo de valor entre los enterrados ahí. Se pasó una mano por la barba y con la otra se rascó el culo. Vamos a matarlu, a Strahd, y acabar con el terror en el que vive la gente de esti lugar, si tiens algún mejunje o reliquia que ayude a los humanos les vendría bien.

- "Así que el aventurero Jeref Maurgan murió en una encrucijada en el bosque... Despedazado por lobos. Creo que esas malignas bestias están bajo el control de Stradh y sus vampiros.

¿Es posible que tuviera la reliquia en el momento de morir?" - Miro a Danovich a los ojos en busca de respuesta.

- "Quizá merezca la pena que investiguemos esa encrucijada cuando vayamos al bosque." -

-No... -la mujer cabecea, negando una y otra vez-. No. ¡No! Ellos no...

De pronto desenvaina la espada y se encamina hacia la puerta de la iglesia. Una vez allí sale al exterior, busca con la mirada el lugar en la lejanía donde se alza el castillo y, levantando la hoja del arma, lanza un alarido.

-¡STRAAAAAAAAAAADH...!

El parróco baja la cabeza ante el dolor de Ashlyn, y también el tono de voz.

Que Jeref tuviese el icono en el momento de su muerte depende de si murió cuando se dirigía al castillo o cuando volvía de él. Lo mejor será que el enano os guíe hasta la zona en la que vió al hombre despedazado. No todos los lobos sirven a Strahd, se dice que los licántropos de los bosques son demasiado salvajes para ser controlados por el Conde. En estos momentos el Icono podría estar junto al cadáver, de vuelta en el castillo de Strahd o en manos de los Hombres-Lobo.

Mi principal aportación a la causa de los Iluminadores era informar cuando llegasen que el Símbolo Sagrado estaba en posesión de la familia del Burgomaestre. Sin embargo, también hay una pequeña historia que sé de cuando no era más que un monaguillo. En aquella época, la Espada Solar estaba en manos de Strahd, que ansiaba destruirla. Para ello contrató a un alquimista. Su ayudanta, una joven llamada Gabrielle, era enviada al pueblo para comprar materiales para su experimento... Fue así cómo Gabrielle, atormentada por la culpa, se confesó a mi antecesor.

El primer paso para destruir la reliquia se completó. La Espada Solar fue separada en dos: el filo y la empuñadura. Con mucho esfuerzo económico, la familia Bildrath compró a unos mercaderes una cuerda de tripas de troll. El plan era que Gabrielle robase al menos uno de los trozos, y descendiese desde el balcón por la cuerda. Las cuerdas de tripa de troll son mágicas, y se alargan lo suficiente como para salvar el enorme precipicio que va del castillo al bosque. Debía reunirse en la iglesia con nosotros, donde podríamos ocultarla, pero nunca llegó a su destino. De eso hace ya sesenta años...

Gabrielle no volvió a por provisiones para el alquimista, ni hubo más compras de sustancias extrañas para la destrucción de la espada. Ocurriese lo que ocurriese, los experimentos cesaron.

Dando por terminada la discusión, se aproxima a Irina.

Hija mía, antes de morir tu padre tomó medidas para el ataúd. El carpintero lo ha terminado hace semanas. Todo está dispuesto. Enviaré el ataúd a tu casa. En cualquier momento llegarán unos peones para cavar la fosa en el cementerio... a no ser que prefieras que le entierren en vuestra finca. Lo apropiado es que en la misa de esta tarde tu hermano o tú digáis unas palabras...

Muchas cosas sucedieron en un corto espacio de tiempo. Primero, el agónico grito de Ashlyn le heló el corazón a Irina. Nadie más en aquella sala podía empatizar con ella más que Irina, que acababa de perder a su padre. La guerrera se acercó a la paladina y puso su mano en su hombro con una cierta humedad en los ojos, que luchó por combatir.

-Lo pagará, Ashlyn. Se lo haremos pagar. Lo siento mucho.

Después, Danovich relató una historia de la que no tenía conocimiento y añadía otro factor de incertidumbre a la inmesidad de la tarea que les esperaba a ella y a sus compañeros.

¿Sesenta años? Seguro que es otra no muerta a su servicio a estas alturas... y la espada... ya veremos.

Por último, y casi lo había olvidado, salió el tema del entierro. ¿Palabras? Irina sospechaba que si hablaba ella no iban a ser palabras lo que saldría de su boca, si no fuego. Un fuego que ella pretendía usar para encender las antorchas de su pueblo, un fuego que debería envalentonarlos para asaltar el castillo con antorchas y horcas y matar a cada una de las aberraciones que allí viven.

Al menos ese era su sueño. La realidad era que la gente estaba incapacitada por el miedo. Jamás se alzarían contra Strahd por un discurso o una joven enfadada. Irina lo sabía pero aquello la hacía encolerizarse aún más.

-Por supuesto, padre. Y, si, nos gustaría que el rito se celebrara en nuestra finca, junto a la tumba de mi madre. Enviad a los peones allí, os lo ruego.

- "Gracias, Padre." - Le agradezco al sacerdote Danovich sus palabras.

Mi cabeza da vueltas, es un hervidero de ideas. Las palabras de mi maestra, mi propia búsqueda de años... Todo parecía relativamente sencillo: recuperar dos reliquias. Pero pronto la vistana evidenció que la cosa no iba a ser en absoluto sencilla. Se necesita mucho más para derrotar a Stradh. Irina es uno de sus puntos débiles, por lo que será necesario cegarlo a ella mediante el rito en el bosque.

Por otro lado, el bosque suscita nuevas preguntas. Los hombres lobo, el paradero del Símbolo Sagrado, la cuerda del troll y el fragmento de la Espada Solar...

- Sí, sí, allí muriose esi aventureru, respondió con voz ronca a Urik. Nun sé decirte que llevaba o no, poco quedó de esi mozu y mucho tiempo pasó desde entonces. Si quien mataronlu eran bestias de Strahd, ya lleváronle toh lo que tenía encima.

Varikov intentaba hacer memoria sobre lo que recordaba de aquel momento y poco más le venía a la mente. No se puso a dar todos los detalles sobre la muerte de ese hombre, estaba seguro de que a esa gente no les interesaba saberlo. La imagen de sus entrañas comidas por los lobos era poco agradable hasta para un enano duro como él.

      ¿Strahd? gritó una voz dentro de su cabeza con voz más potente que la de Ashlyn.
      Me caguen la madre que la parió… Esa chilla por dolor.
      Que alguien le dé una bofetada, me acabo de mear encima de miedo, pensaba que el vampiro apareció delante de la iglesia.
      Todo es posible ahora que esos monstruos andan de día.
      ¿Quién iba a pensar otra cosa?, la muy… sacó incluso la espada.

Varikov sintió la necesidad de meter un dedo en el oído y moverlo de un lado a otro con la misma velocidad que un conejo se rasca sus orejas. No estaba acostumbrado a ruidos fuertes y sus voces se volvieron locas por un momento. Miró al cura como si lo estuviera viendo por primera vez y asintió ante sus palabras. Él ya les dijo que del aventurero no quedó nada, pero si querían pasear, no se iba a oponer.

- ¡Por los güevos de Farkas!, nun dices nada bueno, ho. Le dijo al cura mientras lo miraba con el ceño fruncido. Tenemos que encontrar dos reliqueas de la antigua Orden del Cuervo: El Símbolo Sagrado de Ravenkind, y el Icono de Ravenloft, por un ladu. El Corazón del Día, que según la gitana ye un rubí del tamaño de un oso, por otru ladu. Romper tres cláusulas, la del Bosque, la del Pantano y la de la Montaña, que nun tengu ni idea que ye eso, ho. Y pa rematarlu, la espada, que acabas de decir que ta rota en dos, caguen toh. Se quedó pensativo un momento y aprovechó para pasar sus rechonchas manos por su barba. ¿Qué pinta tien esi Icono del Cuervo? ¿Ye lo mismu que Icono de Ravenloft? ¿Y ónde compraba, la moza esa, provisiones para el alquimista?, puede que necesitémoslos para pegar la espada de nuevo, o para otras cosas.

- "Bien, si como dice el Padre Danovich, las bestias del bosque son demasiado salvajes para ser controladas incluso por Stradh, cabe la esperanza de que el Símbolo Sagrado siga en el bosque...

No, Varikov, ambos objetos son diferentes.

El Símbolo Sagrado de Ravenkind es un medallón circular dorado que pende de una cadena de oro. Tiene la forma de un sol con rayos solares y todo. En su centro hay un rubí multifacetado en forma octogonal rodeado de símbolos similares a runas.

El Icono de Ravenloft, por contra, es más bien como una estatuilla de plata en la forma de un cuervo con las alas extendidas. Mide doce pulgadas de alto por seis de ancho. No es un colgante, sino más bien una figurilla de plata." -

Como deseéis, niña. Iré a la mansión...-dice a Irina.

El sacerdote lanza una mirada de odio eterno a Irina. Una cosa es querer enterrar a alguien en su finca, y otra muy distinta es oficiar el funeral lejos del templo de dios como unos vulgares gitanos.

¡Gabrielle compraba en la única tienda que hay en todo el pueblo!-Ultramarinos Bildrath-¡Ya está bien de acerme perder el tiempo! ¡No soy una biblioteca! Marchaos, vamos a cerrar.

Mientras, en el cementerio, Parriwimple echa la última palada de tierra para tapar el hoyo. Llama la atención que de entre todas las tumbas rectangulares, la obra de Parriwimple sea redonda. Los dos cadáveres comparten ahora nicho, una fosa común que quizás tenga que ampliarse más adelante para dar cabida a nuevos muertos vivientes. Madame Eva escupe sobre la tierra revuelta bajo la que yace su Nikoleu.

Me quedo pensativo, mirando a Parriwimple y su tumba circular. La criada, Gabriele, que trató de evitar la destrucción definitiva de la Espada de Fuego Solar, compraba provisiones para el alquimista contratado por Stradh en la tienda de Bildrath, el tío de Parriwimple.

Hummm...

- "Tal vez podríamos comprar provisiones para nuestro próximo viaje al bosque en Ultramarinos Bildrath. Probablemente necesitemos mantas, sacos de dormir, material para encender fuego, tiendas de campaña, pellejos de agua y raciones. También es siempre bueno contar con cuerdas y algo de material de escalada, así como antorchas." -

Con una unanimidad impropia de un grupo tan variopinto, se decide regresar a la plaza mayor para visitar los ultramarinos de Bildrath, el tío de Parriwimple. En la distancia se divisa una multitud furibunda, una estampa típica de cualquier pueblo. Desde la crisis económica, las turbas están a la orden del día.

Los enojados campesinos, con las horcas y las antorchas de rigor, se arremolinan en la puerta de la Viña de Sangre, recientemente bautizada como la Niña de Sangre.

¡ABRE LA PUERTA Y ENTRÉGANOSLA, ARIK!

¡NO!

Ese no sonó del interior de la posada, y efectivamente se corresponde con la voz de Arik.

¡GERTRUDA FUE MORDIDA! ¡ES UN PELIGRO PARA TODOS!

¡ELLA DICE QUE LA ARAÑARON, NO LA MORDIERON!

¡SABES QUE MIENTE! ¡DIRÍA CUALQUIER COSA PARA SALVAR SU PELLEJO!

No atiende a razones. Muchachos, tiren la puerta abajo.

- "¡¡Alto ahí, en nombre del Bien y la Pureza!! ¡Aquí no va a haber ningún linchamiento! Soy un cazador de no muertos con muchos años de experiencia y os digo que uno no se convierte en un zombi porque le haya mordido uno. ¡Eso sólo pasa en las fábulas para niños!" -

Compongo una impresionante estampa caballeresca mientras mi fastuosa capa revolotea elegantemente al viento. *

- "¡Además, Bildrath, a ti veníamos a verte! ¡Necesitamos hablar contigo acerca de tus antepasados!" -