Partida Rol por web

Era un idiota, pero repentinamente, lo comprendió. Iban a morir todos. Sencillamente, eran seres demasiado poderosos. Además, podían teleportarse. No, no cabía duda. Estaban perdidos. Sintió un peso en el espíritu que era su cuerpo, pero poco podía hacer sino seguir peleando. Lamentó la muerte de Helene.

Era muy buena. La echaría mucho de menos. Y golpeó con todas sus fuerzas al babau intentando obtener ventaja por su intento de flanqueo, si es que Vjelkus era capaz de reaccionar.

Su curación se quedó en nada en cuanto el Babau atacó a traición a Helene atravesando su pecho y arrancándole el corazón.

-¡NOOOOOOO! ¡NOOOOOO! ¡Señora Helene!

Sus curaciones no servían, nada podía hacer por ella en esa situación, aquello era terrible. Ni siquiera había tiempo de lamentarse, el Barl-gura le atacó y el muchacho, que por fortuna podía verlo, lo esquivó por los pelos. Era tiempo de luchar por sus vidas desesperadamente o iniciar una retirada. ¿Pero donde huir? No había ningún lugar a donde escapar del Conde y sus esbirros.

-¡Vjelkus! ¡La lanza de tu madre! ¡Usa la lanza de tu madre!

Tenía que hacer reaccionar a su amigo o terminaría como su madre, mientras Firan buscaba en la mochila de Helene. Ivalic sabía que estaba buscando pero no era el momento de discutir a quien pertenecía el libro, incluso debía admitir que Firan era mejor mago que él y sabría usarlo mejor, si había alguien que podía evitar la masacre del grupo era él.
Ivalic empuñó el trabuco y lo cargó con uno de sus balines de hierro frío, era el momento de darle utilidad no se lo pensó dos veces y disparó, pero seguía todavía muy alterado por la muerte de Helene y por haber escapado por los pelos del demonio, su tiro salió muy desviado.

- "¡Nooooooooooo!" -

Una solitaria lágrima asomó a mi ojo izquierdo. Frau Helene podía ser a veces un tanto irracional, pero era una poderosa fuerza del bien y la justicia por derecho propio.

¡CIERRA EL PICO, YANNOF!-gritó Vjelkus a Ivalic-¡EL ESPADÓN SERVIRÁ! ¡Tiene que servir...! Si tan solo lograse golpear al demonio... Vengar la muerte de mi madre...

Vjelkus hundió su espadón haciendo al babau gritar de dolor, pero en seguida se recuperó para arañar y morder junto a otro de los Barl-gura al correoso y resistente Parriwimple. Otro de los Barl-gura forcejeó con Malik, tratando de apresarlo. El tercero de los gorilas demoniacos, tras volver a fracasar intentando agarrar a Ivalic, le mordió dejándole muy malherido. Los humanos no estaban luchando bien... Todos parecían competir en ser el próximo en seguir los pasos de Helene.

Firan levantó el grimorio, victorioso...

¡Sí! ¡Al fin! ¡Cientos de años encerrado en este cuerpo de niño y por fin puedo acceder a magia lo suficientemente poderosa como para revertir la maldición! ¡Aclamad todos al Gran Azalin!

Azalin, o Firan, o como quiera que se llame, conjuró un portal dimensional y huyó con el libro. Mientras, el Rutterkin mataba a Gennifer, decapitándola con el hacha demoniaca. El vínculo con su gemela se rompió, y Laurie se desmayó cayendo al suelo, inconsciente. El Doctor Rudolph Van Richten se santiguó por la caída de sus antiguas discípulas, un gesto breve antes de recargar su ballesta pesada con otro virote de hierro frío.

Ivalic dejó a Vjelkus tranquilo, que se vengara de la muerte de su madre como mejor pudiera mientras pudiera matar a alguno de esos demonios. El muchacho se concentró en escapar de otro intento de que lo agarraran, pero no pudo evitar una mordedura que lo dejó bastante débil, las cosas estaba poniéndose muy feas. Cuando escuchó a Firan, o quien fuera que fuese, gritar para acto seguido abrir un portal y salir corriendo apretó la mandíbula.

¡Maldito traidor! ¡Me las pagarás!

Nunca debían haber confiado en aquel niño estúpido, ahora los había abandonado y había desaparecido con el libro del Conde, aunque en aquellos momentos Ivalic estaba más preocupado por sobrevivir que por la desaparición del libro. Apuntó con su trabuco y otra de sus balas de hierro frío y disparó contra el Barl-Gura invisible esperando tener más suerte esta vez, pero su bala volvió a perderse lejos de su objetivo.

Esta vez sí, el ataque de Parriwimple logró golpear al babau. Las lágrimas del gigantón, que caían por sus mejillas, no le habían impedido acertar en su ataque. No lo entendía. ¿Por qué los amigos a quien tanto habían ayudado les traicionaban ahora? Iban a fracasar. No iban a lograr salvar a su hijo.

Pero tenía que seguir intentándolo.

¡El demonio negro y el demonio del hacha están muy debilitados! ¡Si acabamos con ellos pronto, tal vez tengamos una posibilidad!-aconsejó, fallando su disparo.

El combate se había recrudecido. El limo que segregaba la piel del babau había corroído tanto el garrote de Giussepe que el arma se rompió en el último golpe de Parriwimple. Le bastó estirar la mano para sujetar uno de los leños que había en los montones destrozados de muebles para volver a estar armado, pero era el último objeto al que tenía cariño. Ahora ya no luchaba por cosas, luchaba por personas. Se había vuelto de verdad un hombre santo.

Parriwimple recibió los arañazos de los dos demonios que le flanqueaban, hasta que se apartó cuando el Babau y el Barl-gura lanzaron sus mordiscos. Literalmente se besaron, accidentalmente pero fue un beso, y se dieron mucho asco, alejándose y dándose un poco de espacio, de modo que Parriwimple dejó de estar flanqueado.

Malik tuvo mejor suerte en esta ocasión, y solo recibió un tajo del hacha del Rutterkin. Al Barl-gura ni lo notó, gracias a su armadura completa.

Cuando Ivalic retrocedió dos pasos para recargar y disparar la pistola de Arik, Urik se interpuso obligando al niño a errar el disparo. El Barl-gura que acosaba a Ivalic se abalanzó, apresó y sujetó a Urik, inmovilizándolo completamente.

¡Cuidado! ¡Si se teletransporta con Urik lo matará!

- "Malditas criaturas, si estuviera en plena posesión de mis facultades os haría picadillo." - Les digo a los demonios.

El valiente Herr Urik se interpuso en el siguiente ataque del demonio protegiendo a Ivalic y siendo víctima de su presa, si el Barl-gura desaparecía por teletransporte acabaría definitivamente con la vida del paladín y no podían permitirlo. Ivalic apuntó con cuidado y disparó intentado no darle a Herr Urik, eso hizo que escorase tanto su disparo que el balín se perdió de nuevo.

Parriwimple tuvo un momento de duda. Urik lo necesitaba, sí. Y realmente hubiera querido ir y ayudarle. Hubiera querido desdoblarse, y poder salvar a todos sus amigos. Siempre. Pero el profesor tenía razón. O lograban empezar a eliminar a los demonios o sencillamente, estaban muertos. Dando un grito de pura frustración por la tristeza y por el dolor de tener que pensar cosas tan tristes, con los restos de la clava que Guiseppe le había entregado, Parriwimple vuelve a golpear al babau.

El último golpe de Parriwimple rompió la caja torácica del demonio negro, haciéndolo caer al suelo con los huesos aplastados. Lo habían logrado, pero a un alto coste...

El Barl-gura se teletransportó con el cuerpo de Urik y el fantasma de Vey que lo poseía.

Tranquilo, Ivalic... Urik es mucho Urik. Saldrá de esta.

Urik reapareció en el cielo... No en uno metafórico, o en el plano de Celestia, sino entre las nubes. Caía con el Barl-gura cientos de pies por encima del castillo de Strahd. El demonio soltó a su presa, y ambos empezaron a bajar en una trayectoria paralela. Pronto el Barl-gura se retiró de la carrera, teletransportándose de nuevo. El siguiente en abandonar a Urik fue su maestra. El espíritu dejó de poseer al Caballero del Cuervo, pero la Dama Vey Rallen flotó siguiéndolo.

¡URIK! ¡NOOOOO!

El cuerpo del paladín se estrelló en lo alto de una torre rematada en mampostería plana. Los huesos se rompieron contra las piedras convirtiéndose en papilla en el interior de una armadura abollada y desvencijada. La Espada Solar saltó del cinto en el choque, y rebotó un par de yardas más allá.

Urik... Urik... snif, snif...

A la Dama Vey Rallen le invadió una profunda sensación de fracaso. Había dado su vida por un pequeño niño que había crecido y había vuelto solo para morir. La Orden del Cuervo moría con Herr Urik de Teudeldorf, y sería barrida del recuerdo por el paso de la Historia.

Pero no estaban en una torre inocua, y desde luego no estaban solos. Bulbos carnosos de aspecto humanoide estaban pegados al suelo, como troncos de árboles, y babosas bulbosas se arrastraban desde los charcos de agua de lluvia en dirección al cadáver de Urik para digerirlo.

Vey no podía hacer nada por evitarlo. No tenía la espada de toque fantasmal, y sin ella no podía interactuar con nada del plano de los vivos. Incluso quizás, si la hubiera tenido a mano, la habría usado para suicidar su espíritu inmortal. En aquel momento solo pudo quedarse a su lado, y llorar su cadáver.

En el sótano del castillo no ayudó a las predicciones de Malik que el cuervo sagrado ligado a Urik, el fiel Hack, estallase en llamas y se consumiese hasta que solo quedó de él una pluma blanca. La pluma descendió liviana, bailando con la gravedad, y puede que el combate terminase sanguinariamente antes de que tocase el suelo.

El Barl-gura que había flanqueado a Parriwimple le rodeó e ignoró hasta llegar al cadáver del Babau. El gorila demoniaco, llevado por su rabia, saltó sobre el cuerpo del compañero que le había mordido accidentalmente. Aquel entretenimiento no duraría siempre, y Vjelkus atacó con su espada al gorila naranja. El Barl-gura frenó el filo bloqueándolo entre sus palmas, antes de bufar malhumorado.

Buffffffff-resopló Vjelkus en respuesta, como si fuese un toro.

El tercer demonio Barl-gura y el Rutterkin seguían luchando con Bauer, que no estaba luchando nada bien. El Guardián de la Pluma Negra interpuso su escudo, y el hacha del Rutterkin lo partió en dos, prosiguiendo en su avance hasta hundirse en el torso del pobre hombre. Aguantó en pie, pero no duraría mucho más, y menos sin su escudo.

Mientras, el viejo Doctor Van Richten volvía a recargar la ballesta...

-¡Herr Urik noooooo!

El muchacho gritó desconsolado ante la desaparición del paladín y las palabras de esperan de Herr Malik no resultaron demasiado efectivas, sobre todo cuando el cuervo blanco estalló en llamas. Los ojos de Ivalic se llenaron de lágrimas e impotencia, otro compañero más que perdía sin poder hacer nada y cada vez eran menos en aquella campaña que se les complicaba por momentos. Con rabia recargó su trabuco y disparó contra uno de los Barl-Gura que luchaban contra Parriwimple y como si fuera una extensión de su venganza esta vez el balín dio en el blanco.

- "Es el fin... Adios, amigos míos." - Y les sonrío una última vez.

Parriwimple sintió un profundo peso en el pecho. Estaba convencido que lo habían hecho mal, que habían actuado sin orden ni concierto. Pero ya daba igual. Urik no estaba, y eso implicaba cosas demasiado terribles para el pobre y corpulento grandullón que se limitó a golpear, o intentarlo, a uno de los Baal-gura, el mismo que había tratado de golpear Vjelkus, y que Ivalic acababa de disparar, causándole daño. El gigantón aprovechó la situación para colocarse en el lado contrario que atacaba Vjelkus, flanqueando al demonio. Sin embargo, no logró golpearle.

¡Papapaparriwimple!

El gorila Barl-gura atacó con todo, imprimiendo semejante cantidad de fuerza que hasta Parriwimple notó dolor. A cambio, el demonio recibió los disparos de Ivalic y el Doctor Van Richten. A pesar de todo, el grupo enzarzado en combate se mantuvo estoico en la lucha: ni Vjelkus, ni Parriwimple, ni el demonio dieron un solo paso atrás.

El otro foco estaba puesto en Malik, que recibía un nuevo corte del hacha del Rutterkin, mientras el hombre era incapaz de contraatacar debido al hostigamiento del segundo Barl-gura.

¿Y el tercer Barl-gura? El tercer Barl-gura pronto iba a volver...