Partida Rol por web

Tienes la misión importantísima de ir a vivir a una mansión extraña que funciona de academia, con estudiantes de literalmente todas las edades y abarcando muchísimas áreas de conocimiento.

Tu viaje hasta allá hace una pausa en Hausser, la capital de Ilmora, te quedas en un hotel a pasar la noche antes de continuar al día siguiente. Te han dejado una tarjeta de crédito con dinero suficiente para pagarte todos los transportes que has tenido y tendrás que utilizar.

Y hablando de transporte, mientras paseas por la calle a eso de las veinte horas oyes un barullo viniendo desde unas cuadras de distancia. Resulta que hay un ómnibus metropolitano, un colectivo, que está fuera de control, viaja a toda velocidad a contramano esquivando autos y gente, y está a punto de estrellarse contra un edificio en una bifurcación en forma de T donde se le termina la calle.

Pero eso no es lo más impactante que ves. Sobre uno de los autos que van cerca del bondi aparece un tipo. No salta, ni trepa, ni aterriza, sino que aparece, como por arte de magia, y trata de mantener el equilibrio, cosa que le cuesta porque el auto se mueve rápido.

Tienes un instante para reaccionar y decidir qué hacer, mientras ves como empieza a alejarse tu enemigo. Aún no sabes si se trata de uno de los dos miembros restantes de los Animales, o si se trata de un simple cazarrecompensas que logró dar con tu ubicación. Si escapa puede que no lo vuelvas a ver, pero conoce información valiosa sobre tu actual escondite y con quienes estás.

—Agárrate de algo rápido! —oyes la voz de Devo venir desde el asiento del conductor. Están ocurriendo muchas cosas a la vez, y en el siguiente segundo es altamente probable que el ómnibus se estrelle contra el edificio.

Tenía muy poco tiempo para reaccionar. Dejar escapar a aquel tipo con vida no era una opción. Era el momento para pegarle un tiro ahora que creía que estaba seguro. Sin embargo, era yo quien no estaba segura. Puede que Devo lo hubiera hecho lo mejor que pudiera, pero definitivamente eso no iba a ser suficiente. Chasqueé la lengua y agarré a Devo de la chaqueta, tirando de el y apratándolo del asiento para ponerme yo al volante.

- ¡Agárrate tú, yo conduzco!

Aún transformada, pisé el freno con todas mis fuerzas e incliné el autobús solo lo justo para no llevarme a nadie por delante mientras presionaba la bocina para avisar a todo el mundo para que se apartara. Ya era demasiado tarde para evitar la colisión, así que lo único que podía hacer ahora mismo era control de daños.

- ¡Agarrate fuerte a una de las barras de la derecha, vamos a volcar!

Llegando ya a la esquina y con espacio suficiente, con los coches detenidos y ni un viandante al frente por el continuo sonido de la bocina, di finalmente un volantazo para poner el autobús perpendicular a su vector de movimiento, maximizando el contacto de los neumáticos con el suelo, y con ello la fricción. Como era de esperarse, la estabilidad se comprometería, así que rápidamente en el momento que me destransformaba di un salto para agarrarme a la barra del lado derecho del autobús.

Tal y como predije, el autobús volcó, reduciendo de golpe enormemente su velocidad y haciendo que cuando inevitablemente chocara contra los edificios el daño se extendiera longitudinalmente sin llegar en profundidad. Nos llovieron cristales rotos, pero por suerte no causaron más que unos cortes superficiales.

- La próxima vez llevo la moto a un taller y que se encarguen ellos de buscar la pieza.

Se produce el inevitable estruendo, te llueven fragmentos de vidrio y caes al suelo, a Devo le pasa lo mismo. Has evitado que salieran heridos haciendo que el vehículo absorbiera todo el impacto, pero eso le ha costado su vida, es bien seguro que ya no va a correr más, ha quedado más allá de toda reparación.

El cazarrecompensas todavía no se pierde de vista, ha saltado del auto al suelo y empezó a correr, lo ves empujando peatones asustados y doblar una esquina.
Al mismo tiempo empiezas a sentir el esperado sonido de sirenas.

Devo se levanta y trepa por una de las ventanas rotas para salir. Te echa una mano para que hagas lo mismo.

Lorenzo caminaba con un barquillo de helado en una mano y un bostezo en la boca: Dormir durante viajaba o en hoteles siempre le habia sido dificil, a pesar de que no le desagradaba viajar. No se quejaba, por supuesto: La mision que Lucanor le haia encargado era la mas larga y compleja de las asignaciones que el principe le habia confiado, una clara muestra de la confianza y estima que estaba ganando en su circulo de allegados.

Tardo unos segundos, distraido estaba en sus meditaciones y disfrute del dulce, en notar que algo iba mal. Y apenas lo hizo, pudo ver el autobus fuera de control, y aquel sujeto que se aparecio. Dejo caer el barquillo al suelo mientras comenzaba a correr tan rapido como podia hacia el vehiculo, sin estar muy seguro de que podia hacer para ayudar incluso si lo alcanzara. Quizas entrar por una ventanilla, intentar virar el volante para evitar un choque?

Es tarde, el bus se da vuelta y choca, estallan todas las ventanas y queda un tanto doblado.

De allí salen por una de las ventanas laterales, que ahora da hacia arriba, una muchacha pelirroja de cola de caballo, que viste un mono gris oscuro y botas de comando* y un tipo corpulento con una máscara blanca con una palabra en yamato escrita en la frente, viste un gakuran negro y pantalones muy pasados de moda.

La gente deja de correr asustada, pero se sigue alejando, aunque otros tantos se acercan grabando con los celulares.

Uno resalta del montón, de piel morena y cabello blanco tiza, vestido con más cuero que una curtiembre, y unas gafas de sol que dado que es de noche es probable que no pueda ver mucho. Viene corriendo hasta el vehículo destrozado.

Aquél hombre que había escapado de la acción ya se ha perdido de vista, aunque la pelirroja sabe muy bien por qué esquina dobló.

Se oyen sirenas, y más o menos pueden verse en la distancia los reflejos de las luces azules y rojas que giran.

Lorenzo llego corriendo, abriendose paso a empujones entre los curiosos y los que huian de la escena. Contemplo, preocupado, el desastre que habia provocado el choque, pensando que no habia chances de que no hubiera al menos un par de heridos.

Se impulso de un salto hasta el costado del colectivo, que ahora hacia de techo, y trepo con facilidad para acercarse a las ventanas. Se sorprendio un poco al ver que no habia nadie alli excepto la pelirroja y el tipo de la mascara, aunque era realmente un alivio.

-Oye, estas bien? dijo acercandose a la joven con los brazos levantados y mostrando las palmas de las manos, ignorando al enmascarado o hacia donde habia corrido Puedes oirme?

—Keira, no creo que debamos preocuparnos por aquel tipo, la inquisición lo atrapará seguro —le habla a la pelirroja —ha llamado demasiado la atención escapando de esa forma. Por otro lado... creo que la policía nos hará unas cuantas preguntas que no sabremos responder.

Entonces los ojos del enmascarado recorren de arriba a abajo al muchacho que se les acerca, y luego se dirige a ella de nuevo sin apartar la vista del chico —no es un usuario de matrices, pero debemos ser precavidos igual.

Tomé la mano de Devo para salir de aquel maldito autobús. El maldito mercenario ya estaba fuera de mi campo de visión, y sabiendo lo que podía hacer, ya había quedado fuera de mi alcance. Lo que más me sobresaltó fue la aparición de aquel extraño. ¿Un buen samaritano o el siguiente asaltante?

- _{Esas cosas se susurran para impedir líos} - le susurré a Devo tras darle un toque con el codo.

Las probabilidades de lo segundo descendieron teniendo en cuenta el comentario de Devo, pero desde luego que eso no había reducido el peligro. Como aquel tipo fuera un Inquisidor, Devo había metido la pata hasta el fondo.

- Estamos bien - dije haciendo énfasis en el plural para tratar de hacer que se sintiera mal por ignorar a Devo y olvidar sus palabras tan incriminatorias -, más o menos. Si nos disculpas, hemos sufrido una ducha de cristales, así que deberíamos ir al hospital.

Actuando como si fuera lo más normal del mundo pero aún con la guardia alta, di un salto para bajar del autobús esperando a Devo para irme de allí.

Lorenzo se aparto para dejar pasar a la chica, que se movia relativamente bien para ser alguien que acababa de sufrir un choque de tal magnitud.

-Hey, necesitas que te acompañe? le dijo mientras estaba bajaba Se dieron bastante duro. Pueden estar con alguna contusion o algo asi

Seguí caminando como si nada, esperando que Devo viniera conmigo.

- Estamos bien, unos pocos cortes superficiales que necesitan desinfectante y asegurarse de que no hay restos de cristal dentro. Deja de ser tan pesado y lárgate a menos que quieras perder el tiempo con las preguntas de la policía. Vámonos - dije moviendo la cabeza mientras miraba a Devo.

—Espera, no te vayas, él quizás sí pueda ayudarnos —Devo pone una mano en el hombro de Keira para evitar que se aleje —_{cuando nos subimos al autobús fuimos teletransportados con la matriz de aquel tipo, podemos haber ido a parar a cualquier ciudad de Ilmora. Necesitamos un guía.}

—Necesitamos saber dónde nos encontramos, —pregunta a Lorenzo —y si podrías llevarnos hasta una farmacia.

Las sirenas se oyen más y más cerca, Devo empieza a correr con Keira y le hace un gesto a Lorenzo para que los siga —Vamos a escondernos en ese callejón por ahora.

Tras sus lentes, Lorenzo levanto una ceja.

-Donde estan? pregunto, confuso Este es el distrito Plinkett de Hausser

La entrada de los dos extraños individuos no fue precisamente normal, pero era algo que podia aceptar. Pero el hecho de que ni siquiera supieran donde estaban le hicieron sonar alarmas en su cabeza que, figurativamente, apago de inmediato.

-Para que necesitan una farmacia? pregunto intrigado Hay una en Jay Street, a unas cuatro cuadras de aqui. Puedo llevarlos...

Entro a medio trote al callejon, siguiendo al enmascarado.

-Estan seguros de que ninguno de los dos se golpeo la cabeza o algo asi?

—Gracias por tu preocupación, no nos hemos golpeado, estamos seguros, gracias a que ella pilló el volante a tiempo.
Enseguida se gira hacia Keira, dándole un poco la espalda a Lorenzo.

—Hausser, ese loco nos trajo a Hausser, probablemente ya nos estén buscando aquí. —Hace una pequeña pausa— Le pregunté por una farmacia porque si nos tratamos en un hospital te pedirán tu nombre y quedarás en el historial. No es buena idea.
—Solo necesitamos gasas y desinfectante, y ver que no hayan quedado vidrios en las heridas, una farmacia es suficiente.

Devo se queda pensando, mirando a Lorenzo de reojo.
—_{Keira, estás completamente segura que quienes te persiguen son todos usuarios de matrices?} —le susurra a ella discretamente.

Mis ojos ya empezaban a rodar cuando caí en la cuenta de que Devo tenía razón. Aquel malnacido nos había dejado vete a saber donde, más concretamente en Hausser. Pero no había tiempo de pensar en eso, la policía llegaba y el callejón era la mejor opción para evitar innecesarias preguntas.

- _{Hasta ahora esa ha sido la norma, pero dudo que se limiten a ello. Mantenle echado el ojo, yo vigilaré los alrededores} - respondí a Devo, viendo que empezaba a desarrollar una sana desconfianza -. Nadie se ha golpeado la cabeza. Si pudieras por favor llevarnos hasta la farmacia.

Saltaba a la vista que estos dos individuos no eran ciudadanos normales. Fueran gente con capacidades sobrehumanas o solo elementos del inframundo criminal, la verdad era que poca diferencia hacia para Lorenzo: Lo habian enviado a reclutar gente para la causa, y contactos en ambas esferas venian siempre bien.

Ademas, desde que llego a Hausser, estaba realmente intigrado, lo cual era siempre bueno.

-Vamos entonces dijo, señalando con el menton el final del callejon Nos moveremos por los pasillos y callejones si necesitan esquivar la poli. Yo cruzare primero y hare señas para que crucen.

Tardaron un poco mas de 10 minutos moviendose de callejon en callejon hasta llegar a la farmacia Stoklasa. Un cartel pegado en la entrada daba testimo de la efectivodad de sus elixires caseros contra la resaca, y una imagen de alguna campaña que mostraba a un hombre con sobrepeso y cara de derrotado advertia sobre los peligros de la diabetes.

-Aqui estamos...

Tras unos cinco minutos de andar a paso acelerado llegan a la farmacia, las puertas de vidrio tienen un cartelito que indica el horario de atención y las luces dentro están encendidas. Una pizarra fuera en la vereda indica con tiza de color que venden ahí "elixires para la resaca".

Al pasar, Keira tropieza con el escalón de la puerta, pero no llega a caerse, solo trastabilla un poco. Una vez allí, el propietario, vistiendo una túnica blanca, barba de tres días y una cabellera poco abundante los saluda medio dormido.

—Buenas noches, venimos buscando algo de gasa y desinfectante, tuvimos un accidente.

El propietario los mira sorprendido, Keira y Devo están cubiertos de sangre y Lorenzo está usando lentes de sol de noche.
—Esperen un poco, ya les traigo —hay una pequeña habitación con suministros detrás de él, a donde se dirige a buscar lo que le pidieron.

—Son veinte platas —les deja en el mostrador una botellita de plástico de iodopovidona de 100ml y un paquete de diez gasas.

Devo mira a Keira y Lorenzo con los ojos ensombrecidos. Sus bolsillos están vacíos.

La farmacia no parecía un lugar de fiar si vendían "elixires" para la resaca. A saber que clase de cosas intentarían hacer pasar por medicamentos a cualquier incauto. Por suerte, lo que íbamos a pedir era de fácil acceso y lo tendría aunque fuera en un botiquín. Mi mirada ocasionalmente se desviaba hacia el nuevo compañero de viaje, pues un ataque inmediatamente después de otro no se podría considerar como raro.

Al ver la cara de Devo resulta obvio lo que sucedía, y saqué la cartera para pagar la compra. Tampoco es que esperara que Devo pagara nada.

Estamos en vivo en la escena donde el autobús interurbano ha impactado violentamente contra el frente de la cafetería Bonafide. Misteriosamente el vehículo se encuentra vacío, pero restos de sangre indican que no lo estaba en el momento del accidente.

La policía ha encontrado el cuerpo sin vida de un hombre aion de entre treinta y cuarenta años, limpiamente cortado de forma sagital por la mitad, a pocos metros del siniestr-

El televisor de la farmacia estaba pasando las noticias de la noche, y de pronto la imagen se corta y ahora la pantalla solo muestra estática.
—Ah? Cómo pudo estropearse? —se queja el hombre que les acaba de vender los primeros auxilios— mi hermano me lo trajo como nuevo hace menos de una semana, tendré que llevárselo otra vez?
—...Momento —deja de darle golpecitos a la tele y se fija en ustedes— qué me dijeron que les ocurrió?

Devo hace un gesto con la cabeza para salir de ahí.
—Vamos, hay que alejarnos cuanto antes de este barrio.
A la salida, andando con prisas, Devo choca hombro con hombro con un transeúnte que iba feliz del brazo con su pareja. El hombre venía encendiendo un cigarro, y al chocar sin querer lo suelta y cae de punta sobre el dorso de la mano de Keira, dejándole una pequeña quemadura.

—Hey oye! Ten más cuidado, estúpido! —le grita la mujer a Devo mientras ambos se van alejando.