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Callejón Diagon

El Callejón Diagon es una calle que se encuentra detrás de El Caldero Chorreante, un pub londinense situado en la calle Charing Cross Road. Para cruzar el muro de piedra, tendrás que apretar a los ladrillos correctos (tres horizontales, dos verticales...) y por arte de magia la pared se abrirá. Delante tuyo tendrás el Callejón Diagon, una larga calle llena de tiendas y establecimientos para todos los magos y brujas que tengan que hacer sus compras en Londres.

Existe la creencia popular de que primero se construyó el Banco Gringotts , y más tarde fueron estableciéndose las demás tiendas en el Callejón Diagon.

El lugar está repleto de chicos y sus familias comprando las cosas para Hogwarts
 

Artículos de Calidad para el Quidditch

Vende escobas y túnicas de equipos profesionales

El Emporio de la Lechuza

Una oscura tienda y llena de ojos brillantes, donde se escuchan aleteos todo el tiempo.

Por dentro es algo maloliente y en su interior podéis ver que está repleta de jaulas, cestas y recipientes con animales.

Flourish y Blotts

Está llena de libros hasta el techo; La parte trasera de la librería está dedicada a Adivinación. Se pueden encontrar desde libros sencillos de hechizos, hasta libros que muerden ('El Monstruoso libro de los Monstruos') o que son completamente invisibles ('El libro Invisible de la Invisibilidad')

Madame Malkin Túnicas para todas las Ocasiones

Esta tienda de túnicas es contigua a la librería Flourish y Blotts. Su dueña es una bruja sonriente y regordeta que lleva una túnica de color malva. Los estudiantes compran aquí sus túnicas para Hogwarts.
Disponen de una supertalla, para magos y brujas con sobrepeso, y sus túnicas son autoplanchables y autoreparables

Slug & Jigger

Huele a una mezcla de huevos pasados y repollo podrido. Manojos de plumas, hileras de colmillos y garras cuelgan del techo, mientras que botes con hierbas, raíces secas y polvos brillantes recubren las paredes. Hay barriles llenos de sustancias viscosas (como estiércol de dragón)

Sortilegios Weasley

El viejo George regenta esta tienda. Desde que su hermano murió le dedicó gran parte de su vida y tiempo a esta tienda. Con el paso del tiempo se hizo con el mercado y compró Honeydunkes.

Ahora él lleva todo lo relacionado con las golosinas y las bromas. Por desgracia para los más pequeños, sus padres no les dejarán ni tan siquiera asomarse a echar un vistazo.

Asgard y su familia, siguiendo al profesor de Howards que les acompaña para que no se pierdan, miran alrededor con asombro y sin creerselo demasiado. La gente no solo tienen una pinta rarisima si no que ademas hablan de cosas extrañas… Y alguno hasta vuela con una escoba como en los cuentos de los niños pequeños!

Totalmente sobrepasados con lo que estan viendo, compran rapidamente lo necesario en la lista, un par de mudas mas de ropa y algun libro extra y se van rapidamente a su casa, donde las cosas son normales y la gente habla de futbol.

Asgard no tiene muy claro que le va a deparar el futuro pero despues de visitar el callejon diagonal y ver cuantos niños estaban comprando cosas para el primer curso, confirma dos cosas:

1. El Colegio va a molar mucho mas de lo que pensaba
2. En este mundo, ni siendo mago se es especial. Cuanta gente!

Entro al callejón detrás de mi padre. Ya ni se sorprende al ver lo que se alza ante él. Comenzamos a caminar por la calle mientras saca un pergamino del bolsillo y lo comienza a leer. Que mi madre justo hubiera tenido una urgencia había sonado bien, podría comprar lo que quisiera y mi padre no se enteraría, pero claro, ella tuvo que sacar una vuelapluma y dejar escrito miles de anotaciones sobre todo lo que necesitaba.

El callejón estaba lleno de chicos acompañados por sus padres, seguramente futuros compañeros míos de Hogwarts. Algunos parecían personas normales pero otros tenían un aspecto un poco más raro. Casi todos los hijos de familias de magos tenían aspecto enfermo, como si no les diese la luz. Quizás el tío Arnold fuera así de pequeño, siempre ha sido bastante pálido.

- A ver... lo primero es... los libros. - comienza a decir, cuando ve como salgo corriendo hacia la tienda de Quidditch.

- Ya te lo hemos dicho mil veces, nada de escobas. - dice negando con la cabeza cuando le enseño la nueva Centella. - Tu madre dice que es peligroso. Y que en su época no dejaban a los de primero llevar escobas propias ni participar en el equipo. En cualquier caso - y baja la voz como si su mujer estuviese delante. - si te cogen en el equipo yo la convenzo para que te regalemos una escoba. Aunque esta no por supuesto. - termina de decir al ver el precio.

Al final no consigo sacarle la escoba, pero sí un par de cosas de los Tutshill Tornados. Una pena que en aquella zona de Londres todos fueran de los Cannons (panda de perdedores) y apenas hubiera nada suyo en la tienda.

De ahí pasamos a la tienda de animales, donde me compra una lechuza, no era un fénix o un murciélago, ni nada guay, pero según el papel que llevaba mi padre "los niños siempre ponen de excusa para no responder a las cartas que todas las lechuzas de la lechucería están cogidas, por lo que lo mejor será que tenga una propia". Maldita madre que casi podía leerme la mente.

Por lo menos en Flourish y Blotts, aparte de los libros obligatorios, uno de pociones (si me pedían ingredientes sería un fallo que no incluyesen uno en la lista) y uno de historia de la magia (algo imprescindible); mi madre había apuntado que podía elegir yo uno o dos que me gustasen. La dependienta les hecha un hechizo antipeso para que podamos llevarlos encima mientras seguimos comprando y seguimos adelante. 

- Aquí dice de comprar también un caldero, pero no veo que los vendan en ninguna parte... bueno, puedes coger uno de los de casa, apenas los utilizamos. - dice mi padre mientras mira a su alrededor. - Plumas y pergaminos también tiene mamá en casa, así que sólo queda la ropa.

Mierda, susurro mientras entramos a la tienda de Malkin. La ropa mágica era horrible. Era como si te pusieras un saco de patatas negro con mangas. Nada comparable a una camiseta y unos vaqueros. Después de lo que parece una hora y mil túnicas compradas después ("para que no ponga la excusa de no tener túnicas limpias para ir en camiseta a clase") salimos de allí. Compramos ingredientes mágicos, y ¡por fin! la tienda de los Weasley.

Entro corriendo y me dirijo directamente a los productos de broma. Las chuches son un asco, siempre me tocaban las grageas con los peores sabores, como a pelo quemado o a coliflor.

- A mamá no le dio tiempo a escribirme nada sobre esta tienda... - dice revisando el pergamino. ¡Bien! - ¿Estás seguro que eso son caramelos? - dice mientras señala una caja de magifuegos.

+ Por supuesto que sí. En el mundo mágico los caramelos llevan nombres de bromas pesadas. - digo con convencimiento. - ¿Cómo van a venderle una pastilla que haga vomitar a un niño?

- Supongo que tienes razón. En mi época existía un caramelo que se llamaba explota-paladares, que cuando lo comías... - seguido de una larga disertación sobre los dulces de su época. - Venga, te dejo coger unos cuantos, ¿pero ni una palabra a tu madre, eh?

Tabby sale de ese banco mágico llamado Grangotts o algo así, aun no se ha aprendido el nombre, cogida de la mano de su madre y su tía abuela. Su padre ha tenido que quedarse en la granja así que no ha podido acompañarles, pero seguro que le hubiese sorprendido lo que se esconde tras esa vieja pared de un pub mágico. Su Madre parece menos sorprendida, quizá porque pasaba algunos veranos con la Tía Margaret y sus hijos y ellos son magos.

-Bueno... ¿qué es lo primero de la lista? Estoy emocionada de volver al Callejón Diagon para hacer las compras para Hogwarts... mis nietos viven fuera con sus padres y nunca han ido a Hogwarts.

Tabby suelta las manos de sus dos guías mira la lista escrita en ese papel tan extraño, porque el pergamino en esa época es extraño, y lee cuidadosamente la lista. Levanta un poco la vista, aunque no mucho, y mira a Tía Margaret.

-El uniforme... - dice con voz bajita.

Vuelve a bajar la vista y el pelo le tapa un poco la cara.

-Muy bien... pues tenemos que ir a la tienda de Madame Malkin.

Se dirigen las tres a la tienda de Madame Malkin y cuando entran se encuentran a algunos niños que también están comenzando a comprar o, mirando ya la cantidad de cosas que llevan, la ropa ha sido de sus últimas tiendas. Al ver a tantos niños, se esconde un poco detrás de sus dos "guardianas" y espera a que le toque su turno. No le gusta mucho que haya tanta multitud, pero en ese colegio al que irá habrá aun más niños...

Como todo es bastante caro y su madre no tiene tanto dinero, deciden entre todas que parte del uniforme será de segunda mano... además, Tía Margaret aun conserva los uniformes de su hija de cuando iba a Hogwarts y solo habría que quitarle la casa. Lo único que tienen que comprar son los zapatos, la corbata y una camisa nueva, por si las camisas del uniforme están muy desgastadas.

Tras esa compra, lo siguiente son los libros... así que más de lo mismo... aunque los libros han cambiado desde la época de los hijos de Tía Margaret, así que tienen que comprarlos "nuevos". Al entrar en la tienda, hablan con el dependiente o dependienta y le preguntan por los libros de segunda mano de primero. Los libros les han salido por la mitad de precio así que pueden comprar lo poco que les falta por comprar. Además comprar algunos pergaminos y un par de plumas para que pueda tomar notas y hacer ejercicios.

-Solo nos quedan los ingredientes y la varita. Es raro que a los de primero os dejen llevar una escoba, así que mejor no comprarla. Además, se han encarecido mucho desde mi época... ya te dejaré una mía si necesitas llevarla. 

Tras eso, realizan las últimas compras en la tienda de ingredientes y se disponen ha ir hacia la tienda de Olivander para la varita. 

-Id adelantándoos. Tengo que hacer una cosa.

Tía Margaret se separa de ellas y ellas siguen su camino hacia la tienda de Olivander. No sin pasar antes por delante de la tienda de Sortilegios Weasley... Justo van a pasar cuando un niño* se choca con ella sin darse cuenta siquiera porque está muy emocionado de entrar en esa tienda.

-Auch... - se frota el brazo.

Los niños de ese mundo también son unos brutos. Ya podrían ir con más cuidado. Cuando llegan a la tienda de Olivander, Tía Margaret les alcanza y le enseña algo a Tabby.

-Tanya me dijo que te gustaban mucho los animales y sobre todo los gatitos... así que te he comprado como regalo este gatito.

El gatito descansa en los brazos de Tía Margaret. Es un precioso gatito blanco de unos enormes ojos azules. Su Tía le entrega el gatito que se acurruca en los brazos de Tabby. Acaricia al gatito, emocionada.

-Le llamaré Snowy.

Era la primera vez que estaba en el callejón Diagón, había estado en otras barrios mágicos pero no con tanto agetreo.

Cogido de la mano de mi madre nos encaminamos hacia la tienda de libros, donde compramos los libros que piden expresamente y me compra un ejemplar de "quiddtch a través de los tiempos".

Seguimos pasándonos, observando a la gente, muggles que vienen a comprar para sus hijos, niños corriendo de una tienda a otra, gente agolpándose en la entrada de la tienda "Sortilegios Weasley"

Me quedo mirando la tienda de "Atículos de calidad para el Quidditch" y no puedo evitar tirar de mi madre para entrar y empezar a observar todas esas cosas que me encantan.

-No te pienso comprar todo lo que haya aquí

-Pero mamá... al menos una equipación... y unas gafas y...

-Para. Hacemos una cosa, te compraré una escoba que YO crea conveniente,y no, no estarás presente cuando lo haga... y si te cogen en algún momento para el equipo de tu casa, te prometo que te compro una equipación completa.

Y sin darme opción a protestar me coge de la mano y me saca de la tienda, no voy a montar ni un numerito ni nada porque entonces si que me la cargaré...

Como descanso nos paramos a tomar un helado en Florean Fortescue, observando como los niños van de un lado a otro.

-Por último iremos a Madame Malkin, ha que te hagan los uniformes necesarios a medida... calla -me dijo en cuanto abrí la boca para protestar- y si no te quejas seguirá en pie lo de la escoba... si no, dependerá de tus notas.

Que dependiera de mis notas no me importaba, pero el tener que esperar a los exámenes no...

De camino a Madame Malkin pasamos por delante del "Emporio de la lechuza", pero sabiendo que había bichos mágicos dentro apreté el paso, tirando de la mano de mi madre.

Llegamos a Madame Malkin y, al tener que tomarme las medidas, hay tanta gente que me toca esperar, asique me quedo mirándo como muchos niños compran túnicas de primera calidad y otros las compran de segunda mano.

-Aunque no lo parezca, muchos de los que empiezan comprando cosas de segunda mano acaban siendo bastante ricos- me dijo mi madre al oído-Las ganas y el afán de que sus hijos tengan lo mejos, normalmente hace que esos sean los que más se esfuerzan, los que tienen todo solucionado suelen vaguear más... por eso, como me entere de que tú vagueas porque crees que lo tienes todo...

A esa bronca solo pude contestar con un "si mama" y nada, me senté a esperar que me pudieran tomar las medidas y ha que me lleve a lo que más ganas tengo después del quidditch, mi varita...

-Y no lo olvides-decía su abuela guiándola entre los atareados brujas y magos que realizaban sus quehaceres por el callejón Diagon-Si haces las cosas bien estaremos orgullosos, recuerdo el día en que tu tío Poncio...
El resto le sonaba a blablablá cuando se paró frente al escaparate de Artículos de calidad para Quidditch.
Elisabeth dió un nuevo tirón de su nieta que trastabilló al reanudar la marcha.
-Cuando demuestres que mereces una escoba decente te la compraremos.Tu primo tercero Albert dio buenas dotes para el quidditch y ahí está, con lo mejor de lo mejor. Ya sabes qué tienes que hacer si lo quieres.
-Sí, abuela.
-No me llames abuela.-espetó con dureza sin volverse.
-Sí, Elisabeth.
Llevaba el caldero de cobre como una cesta de la compra que abultaba más que ella. Entre los libros necesarios había colado un ejemplar del Encantamiento en la repostería.
-¿No estamos gastando mucho, Elisabeth?-titubeó al entrar en Madame Malkin.
Su abuela la ignoró descaradamente, la calidad se paga, ésa era su norma.
La dependienta se ocupó prácticamente de todo, comentando que no era la única alumna de Hogwarts que se pasaba por ahí esa mañana, que si los nervios, que si blablablablabla de nuevo en la cabeza de Daphne.
Ignoraron las prendas de gala, si hacían falta, se las enviarían, Comprando exclusivamente el uniforme.
Al salir Daphne trastabilló y cayó al suelo desparramando sus materiales.
-Lo.. Lo siento, me distraje...-musita guardando sus cosas de nuevo, bajo las quejas de su abuela, que seguía su ruta por las tiendas camino del emporio de la lechuza.
Daphne se incorporó con su caldero rezando por no haberlo abollado y la cara roja de vergüenza.
-¡¡Daphne Relish!!-la voz de su abuela tronó  mientras cruzaba el umbral de la tienda, asíque sería mejor apresurarse en seguirla.
-Ya...es...toy- jadeó apoyándose en el marco de la puerta. Frente a ella , a través de unos barrotes había dos enormes ojos ambarinos rodeados de plumas.
Una lechuza pequeña.
-Un regalo de la familia por ir a la escuela-dijo Elisabeth con cierto aire de superioridad, apartando a su nieta para seguir con su paseo por las tiendas.
A Daphne ya le daba igual donde fueran, pensando un nombre para la bola emplumada que gorgeaba en la jaula que llevaba su abuela.
-Nimu-decidió mientras se adentraban en una tienda con todo tipo de guarrerías para pociones y su abuela indicaba claramente "de todo un poco"
Dioses,que cruz.

Mamá me acompañó al Callejón Diagon a hacer las compras para mi primer año en Hogwarts. Zachary y papá ya se nos habían adelantado porque me había quedado dormido y habíamos llegado más tarde. Quizá nos los encontrábamos por allí, aunque yo iba más preocupado por evitar que la masa de magos y brujas me aplastara cuando caminábamos por la calle.

Andábamos uno junto al otro, mamá bien segura y yo pegado a ella para no perderme. Ella sabía bien a dónde teníamos que ir así que no tardamos en reunir algunas de las cosas de la lista. Cuando entramos en Artículos de Calidad para Quidditch comencé a dar vueltas por la tienda, mirándolo todo. Había más niños que, como yo, se sentían muy emocionados por estar en aquella tienda tan alucinante. Llegué a las escobas y automáticamente busqué la más rápida.

- ¡La centella ardiente plus! – exclamé emocionado. Si la escoba más rápida del mundo estaba en aquella tienda tenía que ser esa. Pero debía desistir, no era más que un sueño y yo jamás podría montar una escoba tan alucinante. Además, era carísima.

Me acabé conformando con una escoba mucho menos rápida. Mamá no estaba del todo convencida acerca de lo de comprarme una escoba, pero conseguí convencerla con la excusa de que papá le había comprado una Zachary en su primer año.

En Flourish y Blotts mamá se mostró mucho más receptiva respecto a mis propuestas para comprar. No era una rata de biblioteca, pero Zachary me había contagiado algo de su gusto por los libros. Curiosamente nos lo encontramos a él y a papá allí, haciendo cola para comprar un montón de libros. Estuve hablando con mi hermano acerca de los libros que tenía que comprar y me recomendó algunos más que a él le parecían interesantes para mí. Una vez salimos de la librería nos volvimos a separar.

Compramos mi ropa para Hogwarts. En Madame Malkin Mamá y yo tuvimos una larga discusión acerca de por qué no tenía que comprarme ropa de gala. Ella insistía en que debía tener ropa para cualquier ocasión, pero a mí no me gustaba nada. Aunque gané la discusión no pude evitar que me comprara ropa nueva.

- Jo, todo ese dinero lo podríamos haber gastado en Sortilegios Weasley.

- Ni hablar – la respuesta de Mamá fue tajante – Como te atrevas a acercarte a esa tienda a tirar el dinero te las verás conmigo.

Decidí no tentar a la suerte y seguir con las compras bajo la estricta vigilancia de mi madre. Cuando pasamos por el Emporio de la Lechuza sólo nos hizo falta comprar comida para el Señor Bigotes porque Zachary ya se había encargado de comprar todo lo demás en su primer año.

- ¡Bien! ¿Y ahora qué tenemos que comprar? - el miedo a que toda aquella gente me aplastase contra las paredes del callejón se había desvanecido y ya mostraba mi habitual naturaleza curiosa y viva.

- Creo que sólo nos queda la varita.

La varita. El instrumento mágico más alucinante que existe. Lo que usaré para hacer todo tipo de magia cuando esté en Hogwarts.

- ¿A qué esperamos, Mamá?

Papá me acompañó a comprar todo lo necesario para el primer curso de Hogwarts. Mi madre tubo que quedarse en el Ministerio de Magia por motivos de trabajo, aunque me hubiera gustado que viniera también a comprar con nosotros. Mi hermana nos acompañó, pero la perdimos ya al principio y a saber dónde fue, tan solo mi padre le pudo decir una cosa antes de que marchara, Ten cabeza Abbot Aldridge.

Terminamos de cruzar la pared de ladrillos por la cual entramos en el Callejón Diagon, observo a mi alrededor con mi padre cogido de la mano y exclamo:

-Vaya... ¡Si esto es enorme! - continuo observando todas las tiendas y los niños acompañados por sus padres. -Que pena que mamá no esté aquí...

Mi padre y yo empezamos a andar por el callejón mientras yo voy recitando el material necesario.

- Tres túnicas negras, un sombrero negro, guantes protectores, una capa de invierno... ¿Te parece si empezamos por la ropa papá?

-Está bien hijo, vayamos a Madame Malkin pues.

Acto seguido nos dirigimos hacia la tienda dónde se ven expuestas túnicas en el escaparate, junto con bufandas, sombreros y demás cosas. Una vez dentro, vemos una señora grande con una túnica de color malva y con una grata sonrisa.

- Buenos días Madam Malkin, mi hijo necesita ropa para empezar el curso en Hogwarts.

Madam Malkin me mira de arriba a bajo y la perdemos de vista dentro de la tienda. Al cabo de pocos minutos nos trae un uniforme de Hogwarts completo. Sin pensármelo dos veces, lo cojo y me lo pruebo en el probador.

- Papá éste uniforme me va a la perfección y además es muy bonito.

Salgo del probador y hago varias vueltas sobre mi mismo enseñándoselo a mi padre y a Madame Malkin.

- ¿Cómo me queda papá? – Le pregunto a mi padre.

- A la perfección hijo. – Mientras me contesta se le ve una sonrisa marcada en la cara. Entro dentro del probador, me quito el uniforme, lo dejo encima de una mesa y me voy a dar una vuelta por la tienda a ver que me gusta.

- Mira papá, ven ven – exclamo con entusiasmo.

Cuando mi padre llega donde estoy yo, le enseño una túnica para invierno.

- ¡Mira qué bonita papá!

-Pues la verdad es que si es muy bonita, ¿lo quieres?

Le miro con una cara que lo dice todo y me lo llevo al probador. Cuando salgo del probador se lo enseño dando vueltas sobre mi.

-Muy bonito hijo, va cógelo.

Sonrío y entro rápidamente en el probador y cuando me lo voy a quitar aparece una capa de invierno a juego a la túnica.

-Pruébatelo hijo, sin una capa cómo esta no irás a ningún sitio.

Lo cojo y me la pongo por encima y se lo enseño a mi padre.

-Papá, tenías razón. – y sonrío mirándole.

-Bien hijo, ¿necesitas algo más de aquí?

-Pues me faltan unos guantes, bufanda, una túnica negra y unas botas para la nieve.

-Está bien hijo.

La Madame Malkin, cuando escucha lo que faltaba, se va dentro de la tienda y vuelve con todo en la mano.  Los guantes son de color negro, con un bordeado de color dorado, igual que la bufanda. Las botas son de color doradas.

Mi padre paga lo que tiene que pagar y nos vamos al callejón Diagon.

-Bien, me faltan los libros, una varita, bolsa mágica con ingredientes, una escoba y una mascota. –recito mientras leo la carta recibida de Hogwarts.

-Pues bien, vayamos a Flourish y Blotts.

Asiento y nos dirigimos hacia Flourish y Blotts en busca de los libros. Una vez allí, pedimos los libros que necesitamos para la escuela y a demás pido cuatro libros más: Hechizos de autodefensa, Libro invisible de la invisibilidad, Hechizos y contrahechizos y Predecir lo imposible. Cuando el dependiente me da todos los libros, aplica un conjuro para que no pesen tanto y pueda llevarlos. Cuando mi padre ya ha pagado,  nos dirigimos a comprar una escoba aunque no me guste el Quidditch. Siempre he odiado ese deporte, no se porque tan afán por ese juego, si sólo es ir en busca de una pelotita pequeña y marcar goles…

-Oye papá, tu no tienes ninguna escoba por casa? Es que me sabe mal que me compres una escoba y que no la use… - digo agachando la cabeza.

-Pues la verdad es que si, hay una en el salo colgada en la pared, que es de cuando yo estaba en Hogwarts y me tocó entrar en el equipo de Quidditch. Ya te la puedes quedar hijo.

Cuando mi padre me dice esto, me giro y nos dirigimos hacia El Emporio de la Lechuza para comprar mi mascota, y tan solo faltará lo más importante, la varita. Cuando entro allí, veo un gato que me mira con cara de pena.

-Papá me gustaría ese gato. – y le señalo el gato que me gusta, de color blanco con rayas negras, y justo una en los ojos haciéndole como si llevara un antifaz.

-¿Estás seguro? Una vez comprado ya no se devuelve ¿eh?

-Seguro no segurísimo, y se llamará Mus. –digo sonriéndole

-Está bien. Señor dependiente nos quedamos con ese gato, comida para 12 meses y un porta gatos. Ah.. y por supuesto un collar.

Cuando nos da el gato, está dentro del porta gatos y le miro con entusiasmo sonriendo.

-¡Todo listo papá!

-Yo creo que no hijo, nos falta lo más importante…

-¡Una varita! –termino la frase por él.

Y nos dirigimos hacia la tienda de varitas cargados con todo lo que hemos comprado. Al poco tiempo aparece Abbot con dos helados, uno para mi y el otro para ella. Yo, como puedo, lo cojo y empiezo a comérmelo mientras encontramos un sitio vació para descansar. Cuando nos terminamos el helado, volvemos a emprender el camino hacia la tienda de varitas mágicas, unos objetos fantásticos y preciosos. 

Tras flanquear la entrada al Callejón Diagón, nos quedamos todos congelados en el sitio. Mi padre miraba todo a su alrededor casi tan emocionado como yo, como si fuese la mañana de Navidad, mientras que el brillo en los ojos de mi abuela parecía ser de añoranza, y en mi madre, de curiosidad.
- ¡¡Vamos!! si tardamos mucho no podremos comprar nada, ¡habrán acabado con todo! - dije sin poder contenerme mientras arrastraba a todos hacia delante sin poder parar de mirar a todas partes y sin decidir todavía dónde podíamos ir primero.
Pero no tuve mucho éxito porque mi madre enseguida me puso freno - ¡Tsk! quieta ahí, señorita. Antes de nada tendremos que ir a cambiar dinero, ¿no? ¿o es que piensas pagar con aire? - dijo con una sonrisa, antes de que mi padre y mi abuela estallaran en carcajadas y yo les mirase, avergonzada y haciéndome la ofendida.
- ¡Claro que no! pues venga, tardones... - dije girándome y empezando a andar.

Y así, tras un grito de "Alexandra Moira Edwards, ven aquí ahora mismo" y unos cuántos minutos después, llegamos a Gringotts, donde tras algunos sobresaltos (¿tenían que ser tan malditamente sigilosos éstos goblins?), conseguimos cambiar dinero, esperábamos que suficiente, para poder comprar todo el material escolar... "y algo más... espero" pensaba para mí.

Nuestra primera parada, la tienda de Madame Malkin, donde se agolpaban por todas partes otros niños que deberían ser mis compañeros, para comprar sus útiles.
Nos estaba costando más de lo esperado, y aunque al principio era emocionante y hasta curioso, comenzaba a ser aburrido. Mi madre acompañada de mi abuela, todo entre exclamaciones y susurros contenidos ("¿pero tú has visto éstos precios?"), estaban comprando toda mi indumentaria escolar (2 uniformes completos -verano e invierno-, además de varias camisas, pantalones y un par de túnicas de repuesto, botas para la nieve, una bufanda, un par de zapatos extra...) mientras mi padre, a mi lado, intentaba entretenerme - Venga, ahora iremos a la librería... ¡eh! y aquí dice que puedes llevar una escoba, imagínate... - decía mientras me revolvía el pelo.

- Roger, tú y la nena id a la tienda de... ¿cómo era? bueno, de escobas, y luego a la librería. Mi madre y yo iremos a comprar los pergaminos y demás cosas y los útiles de pociones. Nos reuniremos en la tienda de animales cuando acabemos, ¿de acuerdo? después podemos ir a por un helado... - y mientras mi madre decía éso, tras darme un beso, le dijo seria a mi padre, como aleccionándole - Y hazme el favor de no comprarle la tienda completa, ¿vale? puede elegir un par de libros, no más, y una buena escoba... pero tampoco hace falta que le compres el último modelo. Que nos conocemos... - a lo que mi padre contestó con una mirada indignada cogiéndome por los hombros y arrastrándome hacia la tienda de Quidditch mientras yo me giraba riéndome para despedirme de ellas.
La verdad es que comprar con mi padre era más divertido, él tenía más manga ancha para comprarme cosas que mi madre, así que no iba a quejarme. Con paso ligero fuimos a comprar mi escoba, que para chasco de papá, tras ver los precios, no pudo ser el último modelo, pero yo estaba bastante contenta y - Nimbus 2.000 suena bien, ¿no crees princesa? - decía él emocionado.

Todo estaba yendo mejor de lo previsto, y más feliz que una perdiz, con mi nueva escoba, enfilamos hacia la librería, mientras le decía a mi padre que tenía que preguntar por los libros usados. Mamá solía llevarme a las librerías de viejo y me encantaban, siempre tenían ediciones descatalogadas y al final, podía comprarme más libros por el mismo precio. Así que éso hicimos al llegar, papá fruncía el ceño, sobretodo si veía que estaban muy echos polvo, así que, llegamos a un trato - Los que estén muy estropeados, los compramos nuevos, y los que no, de segunda mano, ¿vale? y sí, podrás escoger dos libros extra. -.

De modo que, con la mitad de mis libros de segunda mano, la mitad de primera y dos libros extra en el bolsillo ("Historia de la Magia" e "Importantes descubrimientos de la magia moderna") que hicieron reír a papá, nos dirigimos hacia la tienda de animales, para encontrarnos mamá y la abuela Eliza, que estaban cargadas con varios paquetes de distintos tamaños y ya nos esperaban para elegir a mi mascota.
- ¿Ya has pensado qué mascota quieres? en la carta dice que puedes llevar un gato, ¿te gustaría un gato? ¿o una lechuza? - me preguntaba mi madre, mientras mi abuela cotilleaba por la tienda y mi padre evaluaba mis posibles futuras mascotas.
Me estaba costando decidir, al fin y al cabo, ya tenía un perro, y mi nueva mascota no podría ser mejor que él... además, tendría que asegurarme que fuesen a llevarse bien, pero finalmente, mirando a mi madre, decidí que quería una lechuza: - Quiero una lechuza, así también podría quedarse en casa para que me mandáseis cartas... - y con una sonrisa, mi padre escogió una lechuza de ojos claros y pelaje castaño con zonas grisáceas, que no había parado de mirarnos desde que entramos.
- Muy bien, princesa, ¿qué te parece ésta? casi se puede decir que tiene tus ojos... - decía papá intentando hacerse el gracioso.
- Sí, y dentro de nada, hasta se podrá decir que tiene tu color de pelo, cielo... - dijo mamá entre risas - perfecta para que no desentone con la familia. -
- ¡¡Oye!! yo no tengo el pelo gris, todavía me conservo la mar de bien, muchas gracias. - dijo papá haciéndose el ofendido antes de mirarme - ¿verdad, princesa? -
Aguantando la risa, asentí pero papá, inclinándose a hacerme cosquillas empezó a decir - Con que ésas tenemos ¿eh? granujilla... siempre te pones de parte de tu madre. - mientras se ponía una mano en el pecho luciendo afectado.
- Venga, par de payasos. - Y ahí estaba la abuela, imponiendo orden, o intentándolo, porque se le notaba a punto de reírse también. - No hagáis esperar más al pobre dependiente. Disculpe, señor, nos llevaremos ésta lechuza, una jaula, una percha para aves y comida para un año. - y tomando las riendas, pagó y nos empujó a todos hacia fuera de la tienda.

Al salir, mis ojos se desviaron hacia Sortilegios Weasley, y papá, mirándolo también con un brillo en los ojos, me hizo un gesto de "luego" mientras mamá empezaba a andar.
- Muy bien, pues ya hemos acabado... sólo queda la varita. - decía mamá mientras me acariciaba el pelo antes de responder a mi réplica - Sí, sí, te habíamos prometido tomar un helado si te comportabas y no cargabas con demasiadas cosas a tu padre, lo sé. -.

Así acabamos en la heladería de Florean Fortescue, sentados los cuatro mientras mirábamos a todas las familias que estaban terminando sus compras, yendo de acá para allá. Tan ensimismada estaba que no vi como la abuela se reía y papá sacaba un paquete de entre el montón, que resultó ser un libro (- He visto que se supone que debas conocer todos los ingredientes, pero no hay ningún libro en la lista, así que... -), "Mil hierbas y hongos mágicos", y la abuela me pasaba debajo de la mesa una bolsita con dinero mientras me decía entre dientes - Te he cambiado algo de dinero extra... para unos chocolates, pero no se lo digas a tu madre -.

Finalmente, y con todos mis útiles escolares, mi nueva mascota, a la que había llamado Ozma, y mi botín monetario en el bolsillo, mamá me abrazó por los hombros mientras decía - Y ahora... ¡a por tu varita! -.

-Levanta un poco más el brazo izquierdo, cielo. Eso es, muy bien.

La dependienta, una bruja delgaducha y de lacia cabellera color paja, se afanaba en tomarle las medidas para su túnica. El niño que aguardaba pacientemente en pie sobre una banqueta con los brazos en cruz como si fuera un espantapájaros miró al hombre de gafas gruesas y medio calvo que lo acompañaba.

-¿Qué nos falta? -inquirió con voz suave, quizá demasiado para el alboroto que había dentro del negocio de Madam Malkin por lo que su tío tuvo que acercarse un poco.

-Tu tía ha ido a "Slug & Jigger" a comprarte los ingredientes para pociones -explicó el hombre con una voz grave que hizo volverse un instante a la apocada ayudante- después solo nos quedará ir a por la escoba y la varita.

-¿No tenemos en casa ya escobas?

-Te compraremos una nueva.

-No, déjalo, las de casa me sirven -dijo el muchacho mientras se giraba por petición de la encargada.

-Como quieras... -asintió su tío encogiéndose de hombros- ¿querrás una lechuza?

-Dijísteis que pueden utilizarse las de la lechucería de la escuela, ¿cierto? Además, podéis usar a "Jerrings" para mandarme cartas y no quiero tener que cuidar de una mascota.

-¡Je!, nos vas a salir barato, "Arty" -rió su tío, para luego añadir musitando- ... aunque cada vez los precios están más altos.

-Ya está, cielo, puedes bajar -anunció la bruja recogiendo las cintas de medida con un chasqueo de dedos- id al mostrador y en un momento os traeré el uniforme y las túnicas extra.

Arthur y su tío Damian se acercaron al mostrador y en unos minutos pudieron abandonar la atestada tienda, cosa que el jovencito agradeció. No era partidario de las multitudes, le gustaba poder disfrutar de su espacio.

-Bueno, Arty, nos queda la mejor parte en los preparativos para la escuela de magia, ¡la varita!

-He oído que hay magos capaces de realizar encantamientos tan solo con un gesto... -comentó el muchacho caminando junto a su tío, un tipo alto y fornido con pinta de leñador, con un prominente mostacho pero sin la consabida barbaza- yo quiero poder hacerlo así.

-¡JAJAJAJAJA!, me matas, Arty. Eso será dentro de muchos, muchos años y solo si llegas a ser uno de los mejores...

-Lo seré... -dijo indiferente el muchacho.

Damian Vargadeen miró con una amplia sonrisa bajo el mostacho a su sobrino. Nadie lo diría con aquel cuerpecillo y esa tez cetrina que tenía. Pero el mundo estaba lleno de sorpresas.

-Tío... -dijo el chiquillo alzando una mirada reprochante- ¡y no me llames "Arty"!

-¡JAJAJAJAJAJAJA!

Los dos se perdieron entre el gentío que saturaba el callejón Diagon, camino de Olivander's.

Mi tía avanzaba entre la multitud, y yo la seguía lentamente mirando al suelo, en ciertos aspectos me producía miedo, si bien no me trataba mal, tenia un carácter realmente intimidante, por lo que la seguía sin abrir la boca para nada.

-Todos los años es lo mismo – Dijo la tía Maw al mayor domo que caminaba a su lado – Todo lleno… lleno… de… campesinos.

-Si señora… un paisaje indigno – Se limito a responder el hombre de bigote, el cual nunca supe su nombre.

Realmente me llamaba la atención la enorme cantidad de gente que podía ver en aquel lugar. Gente grande, chica, gorda, flaca, adulta, joven. Nunca en mi vida había visto tanta gente, siempre estaba encerrada en mi hogar, en donde supuestamente estaba segura contra la “plaga” del mundo como solía llamar a la gente mi tía Maw, pero por supuesto, ella una aristócrata pudiente, nunca podría darle ni la mas mínima importancia a alguien que no este o bajo su control, o que sea inferior a ella.

-Por eso mismo no se ha casado – Pense y sonreí para mi misma.

Pero en aquel instante levanto la vista y veo que ambos me miran fríamente.

-¿De que te ries? - Pregunta inquisitivamente mi tía Maw. 

-¡D..d…de nada tía! – Respondo sorprendida.

El mayor domo arqueo una ceja y se río, el cargaba con las compras que habíamos realizado. Los uniformes pedidos por aquella carta, cuatro bolsas mágicas llenas de ingredientes, además de una buena cantidad de libros, y una saeta de fuego, la cual mi tía me compro diciendo que comprarme otra seria despectivo para alguien como yo, pero tampoco gastaría mas en otra porque no vale la pena, fuera de eso no compramos mas en la tienda de quidditch porque según mi tía era un deporte para hombres y no para una “dama” de mi estatura social.

-¿Qué falta? – Gruño Maw

-Según esta carta mi señora – Dijo lentamente el mayordomo – Falta una varita – Hizo una ceremoniosa pausa – y optativamente mi señora, puede llevar una mascota.

Mis ojos se me iluminaron, quería una mascota, mire a mi tía con ilusión, y ella pareció pensárselo seriamente, no le hacían mucha gracia las mascotas, desde que uno de los dragones que trajo se comió a uno de los jardineros.

En ese instante nos encontrábamos frente a “El emporio de la Lechuza”, una tienda un tanto oscura, pero llena de criaturas, y yo había clavado los ojos en un fénix que se encontraba en un extremo de la tienda.

-¿¡Te harás cargo de el!? – Gruño un tanto molesta mi tía.

-¡S..si! – Respondí yo un tanto asustada por su tono de voz.

-Mi señora… no se pueden llevar esos animales a vuestra escuela – Replico mi mayor domo.

-Pues será para otra ocasión – Dijo mi tía.

Seguimos avanzando, y aceleramos la marcha cuando pasamos por la tienda Weasley, caminamos directamente hacía Olivander’s, para comprar la ultima cosa de mi lista, la varita, aunque ahora caminaba aun mas triste, al no poder tener aquel fénix que se veía tan bonito. 

Diana estaba muy ilusionada e impresionada por todo lo que estaba viendo, había acudido al Callejón Diagón acompañada por su tía Angeles, a sus padres les hubiera encantado ir con ellas pero tenían que trabajar, tras hacer el cambio de moneda muggle a mágica y crear una cuenta en Gringons, se dirigieron rápidamente a realizar las compras para el nuevo año escolar.

- Tía Angeles, ¿porque no me digiste antes que existía este mundo? parezco una cateta mirándolo todo con la boca abierta

- Cariño, no estaba segura de que poseyeras el don de la magia. Ha sido una sorpresa deliciosa, y espero que llegues mucho más alto que yo. Estoy segura de que serás una gran bruja.

- ¿Mejor que tu? Imposible.

Angeles sonrió a su sobrina y le acarició la cara con dulzura.

-Gracias cielo, pero vamos ya a ver esos materiales escolares, ¿tienes la lista?

- Si-la sacó y la leyó en voz alta- viendo tantas tiendas estoy tentada de comprar dulces pero como no se lo que son, mejor compramos lo necesario y si sobra algo ¿Podría comprarme una mascota?

- Claro que si corazón, tus padres ganan el suficiente dinero para que te puedas dar algún capricho. Vamos a empezar por la ropa.

Angeles y Diana compraron todo lo que había en la lista, aunque Diana no pudo reprimirse y compró dos libros más, El Encantador y Animales Fantásticos y donde encontrarlos, que no estaban en la lista. Su tía le regaló una caja de ranas de chocolate y otra de grageas Berty Boots de todos los sabores, el primer cromo que le toco fue el de Albus Dumblerdore y estuvo a punto de tirar por la alcantarilla la caja de grajeas cuando le toco una de lentejas, pero afortunadamente la siguiente fue de helado de turrón. 

- Venga vamos a comprarte una mascota.

La tienda olía fatal y estaba llena de animales extraños, a Diana se le fueron los ojos detrás de un Fenix, pero aunque no entendía mucho de dinero mágico, sabía que tenía que ser muy caro, así que tuvo que decidirse entre gato o lechuza, la elección estuvo muy complicada porque amaba los gatos, pero los gatos podría tenerlos siempre que quisiera, una lechuza era más especial, además le había dicho su tía con ella podría mandar cartas a sus padres y a sus hermanas, así que se decidió por una lechuza mediana de color canela y los ojos dorados, también compró una jaula para la lechuza y alimento para 12 meses.

- Bueno ya parece que lo tenemos todo-declaro Diana satisfecha al repasar la lista.

- Tesoro se te olvida lo más importante de todo... Tu varita

Los ojos de Diana centellearon de ilusión.

El callejón Diagon. Era la primera vez que Cassius estaba allí. Había ido con sus abuelos, Arcturus y Elladora. Cassius iba de la mano de su abuela, mientras que el abuelo andaba unos pasos por delante.

Maldita sea, esta todo lleno de Sangre Sucia y Muggles… Donde iremos a parar si dejamos impunemente que gente de esta calaña entre en nuestro mundo.-Arcturus era un hombre alto, cara huesuda y pelo cano. Solía vestir un traje a medida y no era de los que callaban sus opiniones.
Crío.- Miro a Cassius.- Empezaremos por la ropa.
Si señor.-Contesto Cassius.
Sin esperar siquiera, Arcturus ya había empezado a caminar en dirección a Madam Malkin, pero el día mejoraba por momentos. Antes de llegar a la tienda, su abuelo se encontró con un conocido, y tras un cordial abrazo, despido a ambos con un simple, “Elladora, encárgate de las cosas del crío”.

Cassius y Elladora se despidieron del abuelo y empezaron a caminar en dirección a la tienda, y al llegar, se dirigieron hacia uno de las vendedoras.

Buenos días señora, Necesito tres uniformes de Hogwarts, uno de ellos de invierno. Añada también una bufanda de color gris oscuro.- Cassius miro a su abuela, esta, se limito a asentir conforme y añadió.-Póngale también una camisa de gala, gris perla si puede ser. Y unos pantalones y chaqueta de dos botones oscuras a conjunto. Y esos zapatos de allí. ¿Tienen alguna corbata? Una que resalte sin atraer demasiado la atención.
La dependienta asintió, quizás sorprendida ante tan exactas decisiones, quizás agradecida de tener una venta rápida y poder dedicarse a otra. En pocos minutos lo tuvo todo listo, y tras pagar, se despidieron.

Siguieron caminando por el Callejón Diagon, al pasar delante de la tienda de Quiddich, observo como una gran multitud de niños (y no tan niños) miraban las escobas expuestas.
¿Quieres una?-Pregunto Elladora, algo extrañada.
Cassius negó con la cabeza.- Me gustaria, pero no, no me ayudaría en nada. Además, él no lo aprobaría. Aunque…-Cassius dejo la frase inacabada.
¿Aunque...?- Pregunto su abuela.
Cassius sonrió mirándola.- Bueno, si estabas dispuesta a comprarme una escoba, permíteme gastar ese dinero en otras cosas. Cosas que podrían hacer que el abuelo estuviese feliz.
Pequeño tunante…Ha sido un buen intento. Sigamos, pensare en lo que has dicho.
Con una leve sonrisa, Cassius siguió a su abuela a la siguiente parada, Flourish and Blotts

La tienda estaba atestada, Cassius dio una vuelta rápida, mirando los títulos de los libros hasta que una señora le pregunto que quería.
Buenos días.- dijo Cassius.- Necesitaría un ejemplar de los siguientes libros. Fantasmas y Quimeras, de Nathan Gale. Libro de monstruos, animales y otras sabandijas mágicas, de Rolf Scamander. Una dura tarea: La Transformación, de Minerva McGonagall. Magia defensiva y práctica y como utilizarla, de Lucy Weasley. Detección, dirección y averiguación. Encantar y encantamientos encantados, de Filius Flitwick y para acabar, Libro sobre el Duelo Mágico, 1er Curso, de Cathelyn Hans. -Cassius se giro hacia atrás y pregunto a su abuela.- ¿Puedo escoger un par de libros más? Compendio de maldiciones básicas y como combatirlas y Como burlar las artes oscuras. Para reforzar aquellas asignaturas en las que podría ir peor.
Su abuela puso los ojos en blanco y sonrió, pagando todos los libros pedidos y salieron de la tienda.

Ya casi estamos Cassius, solo faltan los ingredientes, el caldero y la varita.- Cassius no escuchaba, estaba mirando la tienda Sortilegios Weasley.
Ni en tus más dulces sueños, crío.-Dijo una voz detrás de ellos.- Nada de mi dinero ira a parar a ese sitio.
Si, señor.-Contesto Cassius.
Cariño.- Dijo la abuela.- Ya casi lo tenemos todo. Solo faltan el caldero y los ingredientes. Pero como se que no te gusta entrar en esas tiendas llenas de Muggles, por que no le damos el dinero a Cassius y que lo compre él? Mientras, podemos ir a Madam Malkin, no hay tanto indeseable, y he visto un par de cosas que se que te gustaran.
El abuelo miro a Cassius, este, pese a querer llorar de alegría, se mantuvo serio, estoico, esperando la respuesta. Esta fue un simple cabeceo por parte de su abuelo.
Esta bien, toma, con esto tendrás suficiente.-le dio apenas lo justo para comprar las cosas.
Su abuela se acerco y con sus dos manos, le cogio la derecha.- Cassius, ahora empiezas a ser ya mayor. Tienes que empezar a hacer cosas por tu cuenta, no creo que tardemos mas de diez minutos en la tienda, se bueno vale.

Sonriendo cariñosamente le dio un beso en la mejilla y se fueron ambos, mientras Cassius veia como se alejaban.
Poco a poco, abrió la mano sonriendo. En ella había diez galeones de oro, su abuela le había dado mas dinero, y había dicho que lo entretendría diez minutos. Si cuando tuviese la mitad de la edad de su abuela, era la mitad de listo que ella, podría darse por satisfecho.

Diez minutos… Eso es tiempo de sobra.- Sonriendo corrió hacia la tienda de Sortilegios y compro varios objetos que podrían “ser útiles”, después, se apresuro para comprar el caldero y los ingredientes con el dinero que le sobraba. Cuando volvieron, Cassius sonreía mientras los esperaba.

Ya solo falta la varita.

Por la chimenea del "Caldero Chorreante", emergen tres figuras, se trata de la familia Ward, Perry, el hijo unico del matrimonio se muestra entusiasmado por su aventura venidera. -¿Que es este lugar?- pregunta el padre, obviando para los presentes, que se trata de un muggle o squib. La madre de Perry muestra la salida trasera y dice -Este lugar no es a donde hemos venido, pero por aqui se entra al Callejón, vamos-

Aunque la primer parada oficial fue en Gringotts, la pequeña familia iba haciendo pequeñas paradas en donde el padre se detenía a preguntar que era tal y cual cosa, y después de una leve respuesta por parte de la madre, los tres continuaban a su primer destino. Una vez llegados a su bóveda (una de las mas profundas y resguardadas), su siguiente parada seria Madam Malkin y sus túnicas para todas las ocasiones... nuevamente, haciendo paradas en el camino donde el señor Ward se sentía obligado a preguntar por curiosidad.

Después de comprar la ropa que tendría que llevar Perry a Hogwarts. La siguiente parada decidida fue Flourish & Blotts, sin embargo, nuevamente el señor Ward se vio obligado a preguntar inquisitivamente -Padre, se que tenemos todo el dia, pero quisiera que no nos detuviéramos en cada lugar, ¿Sera posible que pueda adelantarme a buscar una varita en Olvianders?, es lo que me ha emocionado todo este dia, y ya no puedo esperar mas...además, ya se donde es pues lo vimos cuando estábamos de camino a Gringotts-

Y así con el consentimiento de sus padres, Perry se adelantó a buscar su varita...¿que sorpresas le aguardarían?