Partida Rol por web

Las gemelas llegaron al despacho junto a Matthew. Había sido una suerte que sin pensarlo demasiado, aquella recuperación versase sobre el conjuro que Orsolya había enseñado al chico por la mañana, en el jardín del reloj solar. En aquel momento ni habían pensado en la recuperación y todo había surgido por casualidad, ¿verdad?

¡Luna!, saludaron las crías levantando una mano que daba a entender un: ¡hau, nosotras estar aquí!

Vengo a recuperar el Leg Magiem, anunció Erzsébet. Siento mucho haberlo fallado en clase. Fue la primera vez que usábamos la varita... -de forma oficial-, pasó por su cabeza. Y aunque no es excusa, aquí traigo mis nuevos conocimientos, sonrió a la vez que desenvainaba su varita.

Así pues, Erzy sacó el libro de Adivinación de la mochilita, la edición nueva. Bueno, ya no tan nueva, que tras un mes en manos de las pequeñas, el libro parecía haber pasado por un par de guerras y un fin del mundo. Lo abrió sobre la mesa de la profesora y recitó: Leg Magiem

La primera página de "Detección, dirección y averiguación", empezó a llenarse de letras.

No solo lo ha aprendido, sino que además me ha ayudado a mejorar el hechizo, mira, comentó Orsolya poniéndose al lado de su hermana. Leg Magiem, dijo apuntando con su varita a la misma página del libro.

Los márgenes de la hoja también empezaron a revelarse, dejando a la vista fallos de imprenta que las editoriales trataban de ocultar cuando sus libros no eran buenos.

Las gemelas sonrieron como dos gatas de Chesire, enseñando dientes y encías.

Fue una casualidad que las gemelas le enseñaran justo ese conjuro hace unas horas, aunque él mismo iba a pedírselo a sus compañeros tarde o temprano.

-Hola, no nos habíamos visto antes- le dijo a la profesora- encantado. Siento no haberme presentado antes a clase.

Dicho eso sacó el libro de clase y pasó a la sección que hablaba sobre ese hechizo en concreto y que seguramente cientos de alumnos a lo largo del tiempo ya habían descifrado antes.

-Leg magiem- dijo con el documento ya en sus manos y la varita en esa dirección. Las palabras fluyeron sin dificultad, incluso Matt creyó que lo había hecho bastante bien ya que las palabras aparecieron de forma rápida.

Contento con sus resultado cerró el libro y miró a la profesora.

Selena llegó al despacho de su tía algo preocupada y dándole vueltas a un asunto. Sin embargo, cuando vio que no era la única alumna que estaba allí, se distrajo de sus pensamientos y observó como recuperaban un hechizo. "Hufflepuffs, espero que los de Ravenclaw que tenían que recuperar se hayan acordado también de venir."

Les dedicó a los de primero una sonrisa aprobadora tras presenciar sus ejecuciones y le pidió a la profesora por el motivo de su visita.

-Hola, profesora Lovegood, vengo por... aquello. Dijo bastante misteriosa.

Luna Lovegood sonrió ante el excelente trabajo de los tres alumnos que habían llegado a su despacho para presentar el conjuro. Solo dos de ellos tenían que recuperarlo, y la tercera tan solo venía para mejorar su nota.

¡Un excelente trabajo! Dijo sin decir nada más y al tiempo que escuchaba a Selena y se levantaba para buscar entre sus cajones.

¡20 puntos para Hufflepuff! Segundos de espera. ¡A ver, a ver! Dice mientras sigue buscando algo. ¡Aquí lo tienes! Dice agarrándolo entre sus manos y evitando que lo vieran los demás. Toma. Dice tendiéndoselo a Selena. Ahí está, úsalo como es debido, no lo olvides. ¡Y no te aproveches de sus aptitudes mágicas! Mañana a la misma hora lo quiero tener de vuelta, ¿entendido?

Las gemelas devolvieron una sonrisa reluciente a la niña Ravenclaw. Conocían a todos los alumnos de Hogwarts, de todas las casas y cursos y sabían gracias a sus propias averiguaciones que Selena había sido la mejor alumna de primero el año anterior.

¡Gracias Luna!, agradecieron Erzy y Orsi y se marcharon de allí arrastrando a Matt consigo.

Erzsébet estaba feliz. ¡Por fin estaba al día! No tenía ninguna asignatura que recuperar y podría dedicarse a divertirse -aunque eso ya lo hiciera y realmente nada fuese a cambiar con lo que había estado haciendo hasta ahora...-

Según se marchaban camino al comedor, Orsolya preguntó a Matt, ¿qué más te falta por aprender?

No le dio tiempo a alegrarse de haber superado la recuperación cuando las gemelas tiraban de él con la forma enérgica con la que lo hacían todo. Si era por naturaleza o porque comían más azúcar del recomendado era algo que el chico no sabía... ni le importaba. Pues esa actitud, aunque le chocara la vez que las conoció, era lo que más le gustaba de ellas. Y se dejó llevar de buena gana.

-Pues creo que con la tontería ya lo he aprendido todo esta mañana con vuestra ayuda- hizo memoria y su entrecejo se arrugó un poco cuando lo hizo- y el único que no he recuperado aunque ya me lo sé es el Alohomora, así que ya no tenéis nada que enseñarme. Bueno, me refiero a conjuros.

Porque aún le quedaba mucho para saber tanto de misterios como ellas. Así que no dudó en acompañarles al comedor. Además, con lo que comían, lo mejor era no ir mucho después que ellas.

La pequeña asintió ante las palabras de su tía, dejó que los de primero salieran a toda prisa y ella se dirigió hacia el Gran comedor con paso calmado.

La pequeña Ravenclaw llegó al despacho de la profesora Lovegood.

-Hola tía. La saludó y le dio dos besos. -Vengo a devolverte el giratiempo y a que me enseñes el hechizo que no tuvimos tiempo de practicar el año pasado. Le dijo mientras se quitaba el colgante del cuello.

-La primera vez que lo he usado me ha dado vueltas la cabeza un rato, pero luego ya me he acostumbrado un poco. Contó mientras lo dejaba encima la mesa, pues le iba a servir para practicar el conjuro. Sacó la varita y siguió las instrucciones.

-Decttatem

¡Buenos días, señoritas Padurearu! Me alegro que vengais las dos juntitas. Aunque creo que solo una es la que debe recuperar, ¿verdad Erzsébet? Aunque tú, dijo mirando a Orsolya, podrías aprovechar y subir nota. Total, ya que has venido... dijo emocionada por ver el resultado de ambas gemelas con aquel conjuro.

¿Y Gabriela no ha venido con vosotras? Pensaba que aparecería también por aquí. Se engogió de hombros extrañada.

Erzsébet entraba molesta. Hacía pocos días que había recuperado su varita, y entre lo mal que hacía los hechizos la de recambio, el esfuerzo adicional para sacar clases demasiado sencillas y travesuras varias, lo cierto es que no había tenido tiempo de dominar el Dectattem. Por una parte tenía la esperanza de que su varita volviera a romperse al ejecutar aquel conjuro, porque si dos roturas en dos días seguidos era casualidad, tres en un mes era un complot, estaba claro. Y sin embargo quería sacar aquel maldito hechizo porque no tenía ninguna gana de ir a los exámenes de Diciembre. Se había enterado que el año pasado no se libró nadie, pues la única persona que no tenía nada que recuperar se presentó para subir nota. Eso era lo que ella quería, no estar obligada y presentarse solo si le apetecía.

¡Vale!, contestó Orsolya. Para una asignatura que se le daba bien... Y hace mucho que no vemos a Gabriela. Desde hace unas semanas está muy ausente. Aunque bueno, no es raro, pasa con ella y con la mayoría de niños del cole.

Decidida a quitárselo de en medio, Erzsébet apuntó a la varita de su hermana con la suya propia. Dectattem, recitó. El brillo comenzó, dando por válido el hechizo. Erzsébet se masticó el carrillo, sin decidirse si hubiera preferido fallar.

¡Muy bien E!, aplaudió Orsolya. A su hermana casi siempre le salía todo bien a la primera. El cotnratiempo de la varita rota había sido un asco, pero solo necesitaba que su gemela recuperase la confianza para que volviera a ser la de antes. Ahora yo, apuntó a la varita de Erzsébet. Dectattem, conjuró.

¡Brillante! ¡Sensacional! ¡Un gran trabajo! Gritó Lovegood. ¡10 puntos bien merecidos! Y tomo nota de la ejecución del hechizo, jovencita, aunque creo que te salió igual de bien que en clase. Dijo mirando a la otra gemela.

Es una pena que no se haya pasado por aquí, pero me temo que tendrá que venir a los examenes finales. Si la veis avisadla, por favor.

¿Y ahora qué me acompañais al gran comedor? ¡Es la hora de la cena!

Fue escuchar la palabra comedor y después cena que las chiquillas no perdieron tiempo en ser educadas despidiéndose y dando las gracias. Salieron disparadas del despacho como si la vida les fuera en ello.