La voz de Eire, despidiéndose para ir a clases, me hizo despertar de un salto. Me había sumido en un sueño profundo esa noche y había soñado cosas extrañas, que me desvelaron haciendo que retomara el sueño poco antes del alba. Luego de lo cual las horas que dormí me parecieron una delicia. Pero la voz de aquella niña despidiéndose, había sido la campanilla que me devolvió a la realidad. -Allí nos vemos Erie.- Dije mientras de un salto me pongo en pie y comiezo a alistarme para ir a la Sala Común, y luego a desayunar para ir a clases.
Mientras recojo mis cosas y doy un dulce a Muffys, engañándolo para meterlo rápidamente en su jaula, veo a Wilow salir en silencio de la habitación. Al parecer todas llevamos prisa esa mañana. Río al ver que al menos no era la única distraída es día.
Esperame aquí Muffys volveré por tí y daremos un paseo con la pequeña Valentine hoy, después de las clases.- Muffys me despide con un maullido y salgo a toda prisa hacia la Sala Común.

Al llegar, dejó la mochila junto a la mesita de noche y se fue directa al baño, a lavarse los dientes y ponerse el pijama. A la vuelta, y acordándose de algo, abrió el baúl para mirar a su ciempiés, y aunque no le había traído comida durante algunos días por puro despiste, a éste no pareció importarle lo más mínimo. Y eso lo demostraban unos cuantos agujeros que se podían ver en un par de calcetines viejos que Willow guardaba allí.

- Mañana te traeré algo de comida de verdad, ¿vale? -Metió la mano en el baúl para acariciarlo.- Prometido. -Sacó la mano y cerró el arcón.

Se echó en la cama y se quedó dormida sonriente, mientras miraba a través del gran ventanal el conjunto de estrellas que según ella, formaban a Greeny.

Cuando me quise dar cuenta era tardísimo. Me había quedado en el Gran Comedor comiendo, disfrutando del puré de patatas, y me sorprendí como una idiota cuando la comida desapareció.

Aún tenía algo de energías, por lo que, al llegar a la Sala Común, me quedé leyendo un libro sobre Quidditch que había encontrado perdido por la sala, y me entretuve mirando las fotografías que se movían, y los comentarios de algún que otro partido importante.

Me empezaron a picar los ojos cuando ya era demasiado tarde para dormir y descansar lo suficiente. Sin darme cuenta, la Sala Común se había quedado en silencio, y estaba sola. Alcé las cejas, y torcí el gesto. Decidí dormir un poco, aunque, después, a la mañana, me costara despertarme.

Me dirigí al dormitorio notando de repente el peso del cansancio en los hombros, y me puse el pijama con los ojos medio cerrados, y sin enterarme muy bien de lo que hacía.

Me dejé caer en la cama con un gran bote, y me quedé dormida en una fracción de segundo.

Y seguí durmiendo de manera placentera, con una sonrisa en los labios.

Cuando se despertó, tras estirarse y dar un buen bostezo, seguido de un estornudo, fue directa al baño a asearse. Por lo general le gustaba ducharse por las mañanas, le despejaba, haciendo que fuese a clase completamente fresca, pero desde que había cogido un leve catarro se le hacía bastante duro tener que salir de la ducha, así que estos últimos días echaba un poco más de tiempo de la cuenta.

Cuando salió del baño, ya completamente vestida, preparó la mochila con todo lo que necesitaba hoy, y le echó un vistazo al ciempiés monstruoso, que parecía seguir entretenido con el viejo calcetín. Estuvo a punto de irse, pero entonces se percató de que sus dos compañeras de habitación seguían en la cama, completamente dormidas.

Se acercó primero a la cama de Crystal, y, corriéndo las cortinas que había junto a su ventana, se acercó a ella.

- Crystal, vas a llegar tarde, venga, despierta. -Le tocó el hombro y la meneó ligeramente, esperando que sirviera. Luego, se acercó a la otra cama, en la que estaba su compañera más nueva, e hizo lo mismo con la ventana que había junto a ella, tras lo cual se acercó también a hablarle.- Eire, es hora del desayuno. -Y, al igual que hizo con Crystal, cogiéndola del hombro, la meneó suavemente.

Se dirigió hacia la puerta, y miró la habitación. Entraba suficiente luz como para que, de haberlas despertado aunque fuese un poco, ellas fuesen abriendo los ojos, así que salió en dirección al Gran Comedor. La primera clase era Conocimientos de Criaturas Mágicas, su favorita. No podía llegar tarde.

Volaba alto, muy alto, sobre mi velocísima escoba. La mejor del mercado. Metía goles. Uno detrás de otro. Hasta que noté que alguien me agitaba mi hombro, y me precipitaba al vacío desde mi escoba. Perdía mi quaffle, dirigiéndose contra el campo, muy abajo, y yo iba detrás.

Me desperté sobresaltada, y algo agitada. Pestañeé varias veces, y sonreí como una idiota al ver el dormitorio. Me dio tiempo a ver una tela negra colarse por la puerta. Agradecí con la mirada a Willow se atención, y grité:

—¡Gracias, Willow!— esperando que lo oyera desde la Sala Común.

No podía perder ni un segundo, pues ya llegaba tarde, así que, me vestí deprisa, cogí las cosas que necesitaba para aquella mañana, y agité también a Crysal para despertarla.

—¡Arriba, arriba!— exclamé—. Se hace tarde.

Me colgué la mochila al hombro, y salí del dormitorio, después de lavarme un poco la cara y asearme todo lo deprisa que pude. 

Estaba soñando profundamente, correteando a Myffys por un hermoso parque. Iba saltando de piedra en piedra sobre un lago cristalino… Hasta que un toque en el hombro y una voz conocida que escucho entre sueños, me devuelve a la realidad.
Gracias Wilow! digo casi entre sueños.
Escucho a Erie preparándose para ir a la Sala común. Restriego con fuerza mis ojos tratando de despertarme… Muffys se pasea por encima de mí… Lo acarició y lo tomó en mis brazos, y doy un salto de la cama, dejándolo en su jaula… Creo que hasta él sabía que tarde se había hecho.
Me visto rápidamente y salgo apresuradamente hacia el comedor. Verdaderamente tenía bastante apetito y ya era muy tarde debía apurarme para llegar a la clase luego de desayunar.