Partida Rol por web

Para cuando Kendra llegó a la habitacion, sus compañeras ya estaban dormidas. Intentó entrar sin hacer demasiado ruido, llevándose el pijama y las cosas de aseo al baño, para no molestar en la habitacion. Estaba pletórica, radiante. No podia creerse que todo aquello estuviera sucediendo a ella y, ahora mismo, tenia un pellizco en el estómago, que acompañaba a su sonrisa.

Sócrates fue corriendo a su encuentro y Kendra lo cogio, acariciándolo, con una sonrisa- Si, lo siento... Mañana te llevo con Albo, te lo prometo... No sabia que iba a ir... - le susurró al hurón, con aire confidente.  Y, acto seguido, acabó por ir de nuevo hasta su cama, doblando cuidadosamente la ropa antes de meterse en la cama, dejando, como de costumbre, el cuaderno de dibujo y la palestina roja en el cabecero de la cama.

Entonces se tumbó en la cama, tan cansada que, aquella noche, ni siquiera se sentia con fuerzas de dibujar nada. Además, dudaba mucho que fuera capaz de concentrarse despues de lo que acababa de suceder.

Asi pues, Kendra se tumbó, y Sócrates no tardó en acurrucarse junto a ella. Y asi se durmió, con una sonrisa en los labios y una expresion ilusionada en el rostro.

Amanecer del día 5

Viernes

Primera Semana de Octubre

Asterope abrió los ojos de golpe. No recordaba haberse quedado dormida y esa noche no había soñado nada, así que en los primeros segundos de consciencia se llenó de confusión. ¿Era ya de día? ¿Había dormido algo? A medida que iba pasando el tiempo, comprobó que ambas respuestas eran afirmativas. Se sentía descansada y podía ver los rayos de sol entrando por la ventana.

Octubre ya había comenzado. Y había traído consigo el otoño. Aunque en el cuarto se escaba calentito, podía escuchar el viento que soplaba fuera y se imaginó que la temperatura no sería muy agradable.

Como de costumbre, fue la primera en levantarse. Era lo que tenía haber vivido con su abuela Lacerta tantos años. Siempre le decía: "Mago madrugador, varita eficiente". Así que ellas dos siempre se adelantaban al resto. Su madre se quejaba a su suegra y le decía que qué ganaba con levantar a una niña pequeña a las 7 de la mañana, si no tenía que hacer nada ni ir a ninguna parte. Pero el verdadero problema de Zubeida Bletchley era que el movimiento matutino ajeno no le venía nada bien a sus frecuentes dolores de cabeza.

Después de una reconfortante ducha, un poco más larga de lo habitual, se vistió y preparó su mochila. Hmmm... Conocimiento de Criaturas Mágicas. Qué ganas de dar clase en el exterior, aunque haga un poco de frío. Y duelo otra vez. ¡Genial! Salió contenta de la habitación, con fuerzas suficientes para ese día.

El sol comenzó a darle en el rostro a primer hora de la mañana. Kendra abrió lentamente los ojos, desperezándose con una sonrisilla. Había dormido como los ángeles y lo cierto es que hoy era uno de aquellos días en los que le apetecía especialmente levantarse. Sonrió, al notar a Sócrates junto a ella, buscando que lo acariciara y se incorporó, rascándole la cabeza al animal.

-Buenos dias Sócrates... Nos vemos después de clase... Hoy te llevaré a un sitio especial, con Albo. - le susurró al animal, recordando con una sonrisilla emocionada que habia quedado con Ithan. Dio entonces al hurón algunas de aquellas galletitas especiales y, acto seguido, se marchó con su ropa directa hacia el baño, donde se duchó y acicaló, saliendo de éste vestida y perfectamente arreglada para ir a clase.

-Chicas, ya es hora de levantarse... - dijo, en voz alta, a Ludmila y Sam, mientras terminaba de coger su mochila y sus libros, despidiéndose de Sócrates hasta más tarde.

Y, tras colocarse la palestina roja y coger su cuaderno de dibujo, se marcho de la habitación, en direccion a la sala común.

Sam abrió los ojos como si no hubiera estado dormida. Se sentó en la cama, y miró a su alrededor. Negro estaba sobre su mesilla, lamiendose la pata para después llevársela a la cara para lavarse. Se levantó y se fue directamente al baño, para ducharse y arreglarse.

Tras estar un rato dentro, salió cepillándose el pelo, mostrándose lustroso, impecable y perfectamente ordenado. Se vistió y cogió sus cosas. Echó un vistazo a Ludmila que, aunque dormida, se estaba empezando a remover y salió de la habitación.

Ludmila vio por el rabillo del ojo que las chicas comenzaban su ritual diario matutino. Quería estar un segundo sola antes de comenzar su día, así que cuando notó el sonido de la capa de Sam saliendo de la habitación, se levantó de un salto y se dirigió al baño.
 

Sabía que era su primera Clases de Cuidado de criaturas mágicas y era una de sus clases preferidas, así que estaba particularmente de un humor increible aunque no se notara en la superficie. Sabía cómo ocultar sus emociones. Comprobó por última vez que todo estuviera perfecto, ni un cabello de mas y el uniforme impoluto.

Salió, recogió sus cosas y se dirigió con paso presuroso a la sala común

Kendra entró a la habitacion, dejando la mochila sobre la cama, y rascando la cabeza de Sócrate nada más llegar- Corre, enano, métete en la bolsa... - le indicó, abriendo la mochila, para llevárselo con ella a comer. Le vendria bien estirar algo las patas al pobre bicho.

Acto seguido, comenzó a buscar entre sus cosas. No quería ir a comer con Ithan con la ropa del colegio, y pensó que nunca la habia visto arreglada, asi que decidió adecentarse un poco. Rebuscó en el baul, hasta que dio con un vestido apropiado para la ocasion, que no tardó en ponerse, junto con unas botas y una gabardina.

Entró entonces en el baño para arreglarse el pelo y, en cuanto estuvo lista, metió en el bolso el cuaderno de dibujo y se colocó la palestina alrededor del cuello, mientras salia en direccion a la sala comun de nuevo.

En cuanto llegó al dormitorio, dejó a Sócrates sobre la cama y, cogiendo su uniforme nuevamente, se cambió todo lo rápido que pudo. No queria llegar tarde a clase.

En cuanto terminó, dobló el vestido blanco y guardó la gabardina y las botas altas, saliendo rápidamente de alli en direcció a clase de duelo.

Asterope entró medio corriendo al dormitorio, con cuidado de no derramar nada del zumo, que dejó sobre la mesita. Se quitó la mochila, que también colocó cuidadosamente sobre la cama, puesto que dentro de ella había un montón de pasteles.

-¡Mira! Ahí tienes a Sócrates. Ha salido en cuanto nos ha oído. Cómo te reconoce -En efecto, el precioso hurón blanco estaba mirando a su "mami" desde la cama. Asterope sonrió mientras buscaba la ropa en su baúl.

Sacó una de sus faldas, la verde oscura, y su camisa negra. Cogió también unas medias y una chaqueta fina, pues empezaba a hacer frío. Se cambió pensando en sus cosas. Dejó el uniforme sobre la cama. Creo que mañana, sábado, los elfos hacen la colada.

Cuando terminó de vestirse, se fue al baño a lavarse la cara. Aún quedaba algún rastro en ella del mal rato que había pasado por la tarde. Cuando salió, le dijo a Kendra:- Yo ya estoy lista, cuando tú me digas nos vamos.

Kendra entró en el dormitorio, y sonrio cuando vio que Socrates salia a su encuentro nada más llegar- ¿No lo has visto nunca? Es un animal muy majo... Socrates y él se llevan de maravilla... - dijo, mientras rebuscaba entre sus cosas. En su caso, sacó un vestido negro en esta ocasión, un vestido que para ella tenia un significado especial. Se lo puso, con las botas altas, y acabo por enrollarse la palestina de Ithan al cuello, como de costumbre. Hizo el amago de bajarse las mangas del vestido, intentando tapar la muñeca en la que antes llevaba el brazalete que ahora lucia Ithan en su muñeca. Durante apenas una decima de segundo, Asterope pudo ver una cicatriz en la parte interna de la muñeca, que Kendra tapo enseguida con aquel tiron de mangas.

-¿Estoy bien? - le preguntó, entrando en el baño tras ella, peinandose bien antes de volver a salir. -Yo ya estoy también... Corre, vámonos... - le dijo, con una sonrisa, mientras metia en la bolsa solo el libro sobre los muggles y sus cosas de dibujo, además de la comida.

Y, ni corta ni perezosa, salio con su amiga camino a los jardines. Menuda sorpresa se iba a llevar el Gryffindor.

Mientras cogía la mochila y la jarra de zumo, Asterope vio cómo Kendra se bajaba las mangas de su vestido. No sin antes apreciar una cicatriz en su muñeca. No le dio mucha importancia. Ella misma tenía una en el costado y otra en la rodilla: lesiones de Quidditch que no habían arreglado debidamente -¿Qué es, una quemadura?- Notó que se la tapaba como si tuviera vergüenza de ella-. Mira, yo tengo una aquí -se levantó un poco la camisa para dejar ver una cicatriz de 10 centímetros de largo en la parte baja de la espalda-, que me hice una vez cuando caí de espaldas de la escoba sobre una roca. Mi abuelo no es muy bueno con los hechizos de curación, así que hizo un remiendo un poco malo. Pero al menos estoy bien.

Cuando salió del baño y le preguntó que qué tal estaba, Asterope no pudo más que mirarse a sí misma. Parecía una andrajosa comparada con ella. La falda, que había sido de su madre, tenía algún hilo suelo; la camisa era de una talla más grande a la suya; y los zapatos tenían la suela bastante desgastada. Si uno no se fijaba mucho, apenas se notaban esos fallos. Pero la pequeña, al ver a Kendra, los veía todos como si les hubieran lanzado un hechizo aumentador-Jo... estás muy guapa. ¡Qué elegante!

-Sí, vamos. No hagamos esperar a Ithan -Bajaron las dos del dormitorio, de vuelta a la sala común.

Sam entró en el dormitorio y Negro estaba subido a su baúl. La miró directamente a los ojos y asintió levemente. Sam se acercó hasta su gato y le acarició la cabeza.

Mañana será el día, Negro, mañana... le abrió el baúl al tiempo que el gato saltaba de la tapa para, acto seguido, saltar dentro.

Sam se fue al baño para lavarse los dientes y prepararse para irse a dormir mientras su gato comía. La muchacha salió del baño y se cambió. Se puso su camisón y se metió en la cama.

Kendra entró en la habitación, con Sócrates en brazos, soltándolo nada más entrar. El hurón correteó entonces hasta la cama de la chica, que volvía con ropa de calle, después de no haber ido a cenar a la mesa de Slytherin.

Se detuvo un instante, sonriendo ligeramente al ver que Sam ya estaba en la habitacion- Buenas noches, Sam. ¿Qué tal el dia? - le preguntó, educada, mientras ella hacia lo propio, yendo al baño y poníéndose el pijama. Habia sido un día largo e intenso, pero no por ello menos provechoso.

Y acabo por meterse en la cama, notando como su cuerpo se relajaba al reposar, por fin.
 

Asterope entró en la habitación justo después de Kendra. En cuanto cerró la puerta, respiró, como si no hubiera podido hacerlo desde que entró en la sala común. Sam estaba también ahí, metida en la cama. Aún estaba demasiado nerviosa, así que no dijo nada.

Se limitó a dejar la mochila a un lado de la cama, coger el camisón y entrar al baño. Tardó más en cepillarse los dientes, lavarse y cambiarse de ropa de lo habitual, ya que sus pensamientos ralentizaban sus acciones. Cuando salió ya pudo abrir la boca para articular frases.

-Ha sido un día interesante hoy... En fin, a ver qué tal mañana. Buenas noches -Se tumbó en la cama y se cubrió con las mantas. Esa noche también le costaría conciliar el sueño. Por su cabeza no paraban de pasar diferentes escenarios, situaciones y conversaciones que pudieran ocurrir al día siguiente; además de una buena dosis de recuerdos de ese mismo día. No supo cuánto tiempo pasó hasta dormirse. Probablemente una hora larga. Pero, finalmente, su mente le dio un descanso a su cuerpo.

Entro en el dormitorio y notó que estaban todas allí. -Hola chicas...Dicho esto acomodó cuidadosamente sus cosas, y sacó sus cosas de aseo mientras se dirigía al baño. Minutos después, salió con un camison con unos detalles de brocado dorado y el pelo suelto. Se metió en la cama, mientras que miraba algún punto en el techo.

De pronto, apoya su brazo y mira a Asterope. -Espero que estes mejor Asterope. Sabes...Si te hace sentir mejor, Linc ha estado más insoportable que nunca durante toooodo el día. Mira de reojo a Sam. Creo que es su manera de manejar la frustración y la culpa. Dice sonriendo. Igualmente no debes dejar que te afecte tanto...

-Y tú Kendra últimamente estás sobre una nube de leones rojos...guiñandole un ojo tratando de descontracturar la situación.

Kendra se giro hacia la puerta, sonriendo al ver a Ludmila entrar- Buenas noches... ¿qué tal? - dijo, desde la cama, acariciando a Sócrates, con aire relajado, sorprendida tambien al ver que Asterope habia decidido no hablar con Linc en la sala comun- Seguro que mañana ven las cosas de otra forma, bien sea para mejor o para peor. - asintio, intentando quitarle hierro al asunto de Linc. Ya habia dicho a Asterope todo lo que pensaba y le habia aconsejado y escuchado lo mejor posible. Entonces, Ludmila le hablo de leones, y Kendra abrio ligeramente los ojos, con una sonrisa divertida- Un león. Solo un león. - le dijo, con un guiño divertido, asintiendo. Lo cierto era que, con Sam alli, le daba un poco de reparo hablar de aquellas cosas. Despues de todo era la prima de Anthony y no sabia hasta qué punto se lo tomaria bien o no.

Guardó entonces silencio, cediendo la palabra a las chicas, y, sin darse cuenta, fue cerrando los ojos progresivamente, hasta que darse dormida del todo, rindiéndose finalmente al cansancio de todo el dia.

Amanecer del día 6

Sábado

Segunda Semana de Octubre

Estaba en la habitación de su casa. Su abuelo subió para decirle que tenían entrenamiento de Quidditch intensivo. "El domingo tengo una recuperación, no puedo perder el tiempo con tonterías." Su abuelo se fue, triste y decepcionado.

Cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, estaba en la playa de Swansea. Kendra e Ithan estaban casándose en secreto. Asterope intentaba advertirles de que era peligroso, que eran muy jóvenes y estaba prohibido. Pero ellos no la escuchaban. Un sacerdote con la cabeza cubierta los bendijo. Luego descubrió su rostro: Era Anthony. Sacó de su túnica una varita. Asterope gritaba, pero no salía ningún sonido de su garganta.

Cerró los ojos de nuevo. No supo más del destino de los enamorados. Muertos, probablemente. Los abrió y estaba sentada sobre la arena. Recibió un escobazo en la cabeza. Perdió la visión durante unos segundos: En lugar del mar, veía estrellitas sobre fondo negro. Mientras se llevaba las manos a la zona afectada, escuchó una voz por detrás: -"Estás sola". Cuando se giró, vio a una cabeza rubia que se alejaba corriendo con la escoba en la mano.

Cuando despertó, el primer pensamiento de Asterope fue para Hefesto. Necesitaba su compañía. Y, el segundo pensamiento... Suspiró. Llevaban demasiado tiempo enfadados. Pero ella no tenía la culpa, ¡por supuesto que no! No había sido ella la incomprensiva e irracional.

Calmó sus pensamientos mientras se desperezaba- Buenos díaaaaaas- dijo bostezando a sus compañeras. Miró por la ventana. Hoy las aguas del lago estaban más oscuras, así que, probablemente, no había mucho sol fuera. Vio pasar a un par de criaturas acuáticas mientras recogía su uniforme del baúl. Entonces realizó su ritual mañanero: ducha, dientes, peinado y vestimenta. Salió perfectamente compuesta a la habitación. Cogió la mochila, metió sus libros y se puso en marcha camino de la sala común.

Aquel saludo de Asterope hizo que Kendra se removiera ligeramente en la cama. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, mientras que contestaba a aquel buenos días con un adormilado susurro- Buenos dias... - susurró, acabando por abrir lentamente los ojos, desperezándose.

Habia dormido de maravilla, la verdad, aunque no habria dicho que no a un par de horas más de sueño, todo habia que decirlo. Socrates, que dormia a los pies de la cama, tambien se despertó ante el movimiento de la chica, trepando rápidamente por ella, en busca de su bien merecido desayuno.

De repente, Kendra cayó en la cuenta de que tenía que hacer algo. Acabó por ponerse en pie, acercándose a su baul para dar a Sócrates su desayuno, antes de meterse en la ducha, vestirse y arreglarse.

Hoy tenían Defensa y Vuelo, dos asignaturas que estaban bastante bien. Y además tenian clase con los leones, cosa que le añadia un aliciente extra a la clase. No tenia tiempo que perder: habia cosas que tenía que hacer antes de ir a clase y, aunque se habia levantado temprano, no quería malgastar aquellos preciados minutos.

Cogio sus libros y algunos pergaminos y, tras despedir a Sócrates, se puso su palestina y salio en dirección a la Sala Común.