Partida Rol por web

El Gran Comedor había cambiado su distribución habitual. Esta vez estaba la mesa de los profesores colocada en un gran estrado, cada uno de ellos se encontraba allí mientras os observaba con rostro serio y mirada penetrante. En la pizarra que  habían colocado tras ellos había una serie de nombres que brillaban con más o menos intensidad. Lo hacían en función del número de conjuros que tenía que recuperar cada alumno.

La decoración navideña había sido sustituída por grandes velas volantes y relojes de arena flotantes. El ambiente festivo había desaparecido y la tensión y el silencio se apreciaba con cada chasquido de los muebles.

Uno por uno os iban a ir nombrando, os iban indicando lo que teníais que hacer. Cada uno de vosotros debía presentarse con lo necesario para realizar los conjuros que le faltasen; ya fueran objetos, animales o compañeros.

Era vuestra última oportunidad de mostrarle al Consejo de Profesores que erais válidos para estar en Hogwarts, Escuela de Magia y Hechicería. Además, por cada hechizo bien hecho recibiríais más puntos y eso sería vital para la clasificación de vuestra casa.

GRYFFINDOR

Diana Salcedo (2) :
-(DCAM) Alarmir (+1)
- (DCAM) Flámatte (+5)

Elisabeth Henman (7):
- (DCAM) Alarmir (+1)
- (DCAM) Flámatte (-5)
- (DCAM) Protego (+1)
- (DCAM) Expelliarmus (+1)
. (D) Eleccella Fulminis (+5)
- (D) Raiinniin Petrus (+1)
- (D) Disttendio (-5)

Joseph Stone (3):
- (AQ) Sonitus (+5)
- (DCAM) Alarmir (-5)
- (D) Raiinniin Petrus (+5)

Noah (7):
- (Ad) Leg Magiem (+5)
- (DCAM) Alarmir (+1)
- (E) Accio (-5)
- (T) Ammanssus (+5)
- (D) Aquus Guinae (+1)
- (D) Raiinniin Petrus (+5)
- (D) Disttendio (-5)

HUFFLEPUFF

Ardeen Colden (11):
- (A) Leg Magiem (-5)
- (A) Dectattem (-5)
- (Aq) Sonitus (+1)
- (DCAM) Alarmir (+1)
- (DCAM) Flámatte (+1)
- (DCAM) Protego (-5)
- (E) Accio (+5)
- (T) Alohomora (-5)
- (T) Reparo (+5)
- (D) Crystallus Fulminis (-5)
- (D) Flamine Fulminis (+5)

Daphne Relish (5):
- (DCAM) Alarmir (+5)
- (T) Alohomora (+5)
- (D) Flamine Fulminis (+5)
- (D) Raiinniin Petrus (+1)
- (D) Disttendio (+5)

Mircea Padurearu (4)
- (T) Alohomora (+5)
- (T) Reparo (+5)
- (D) Crystallus Fulminis (+5)
- (D) Eleccella Fulminis (+5)

Oliver Blackwood (3)
- (A) Leg Magiem (+5)
- (A) Dectattem (+5)
- (DCAM) Flámatte (-5)

Sara Lago (2)
- (DCAM) Alarmir (+1)
- (DCAM) Protego (+5)

RAVENCLAW

Colin Aldridge (4):
- (DCAM) Protego (+1)
- (E) Accio (+1)
- (D) Raiinniin Petrus (+1)
- (D) Disttendio (+1)

Gwendoline Dacey (6)
- (A) Leg Magieum (+5)
- (DCAM) Alarmir (-5)
- (DCAM) Flámatte (+1)
- (T) Alojomora (+5)
- (D) Crystallus Fulminis (-5)
- (D) Eleccella Fulminis (+5)

Perry Ward (2)

-(Ad) Leg Magiem (-5)
- (Aq) Sonitus (+5)

Selena Green (0)

SLYTHERIN

Amon Engel (1)
- (DCAM) Alarmir (+5)

Cassius Johnson (7)
- (Ad) Leg Magiem (+5)
- (T) Alohomora (+5)
- (T) Reparo (+5)
- (T) Ammanssus (+5)
- (D) Crystallus Fulminis (+5)
- (D) Eleccella Fulminis (-5)
- (D) Aquus Guinae (+1)

Morpho Vemon (4)
- (T) Alohomora (+5)
- (T) Extendio (+5)
- (D) Aquus Guinae (+5)
- (D) Raiinniin Petrus (+5)

Sam Seeworth (1)
- (DCAM) Protego (+5)

Diana fue de las primeras en entrar en el gran comedor, había traído consigo una caja de madera, un pequeño saco y un montón de folios presentados de manera pulcra y ordenada en un cuaderno, que dejó en la mesa de Gryfindor, en el asiento que ella ocupaba normalmente. Observó a los profesores y decidió que deseaba realizar los exámenes cuanto antes. De manera que apretó el puño sacó su varita, cogió la caja de madera y el cuaderno y se levantó.

A medida que se acercaba hacia el centro del comedor su corazón comenzó a latir presa de los nervios. Tenía miedo de suspender y el echo de estar aquel comedor de bote en bote y con los profesores mirándola atentamente no mejoraba la situación, pero en vez de amilanarse miró al frente decidida y caminó con más decisión. Primero se acercó al profesor de Criaturas Mágicas, aquel hombre le caía bien.

- Profesor, le hago entrega del trabajo sobre Licántropos- le dio el cuaderno al profesor de Criaturas Mágicas.

Su ojos se posaron entonces en el profesor Longbottom, las asignaturas que debía recuperar eran las del profesor de Defensa Contra las Artes Magicas, el mentor de Grifyndor y el que más temía de todos, pues era el más critico y el que más había herido a la niña durante las clases.

Diana se paró enfrente, saludó al profesor mirándolo a los ojos, segura de si misma y de todo el esfuerzo y dedicación que había dedicado a estudiar, especialmente los conjuros pertenecientes a Defensa.

Después depositó la caja de madera en el suelo, que se encontraba con un cerrada con un candado. Se alejó unos pasos. Apuntó con la varita y exclamó.

- ¡¡ALARMIR CAJA DE MADERA!!- la caja continuó cerrada pues aquel conjuro consistía en proteger tus objetos sabiendo si alguien trataba de manipularlos.

La niña sonrió, sabía que estaba bien entonces volvió a mirar al profesor de Gryfindor lo apuntó con la varita y exclamó.

- ¡¡FLÁMATTE PROFESOR LONGBOTTOM!!

La varita de Diana emitió una poderosa luz que cegó a la mayoría de los presentes, cuando volvieron a ser capaz de volver a ver, Diana no se encontraba en el mismo sitio, pero no sólo eso, sino que la caja de madera que había hechizado con Alarmir tampoco.

- Profesor ¿Podría tocar la caja?- Diana se encontraba justo al lado de Longbottom tendiéndole la caja de madera con su habitual sonrisa amable- Me gustaría comprobar que mi conjuro anterior ha surtido efecto.

Un ataque. A Oliver le va a dar un ataque. Lleva desde que se levantó de los nervios y cuando pone un pie en el Gran Comedor, la situación no hace sino que empeorar.

Lo peor ya no es el ataque de nerviosismo colectivo que parece reinar a su alrededor, ni siquiera es el hecho de que hayan quitado toda la decoración de Navidad y el Gran Comedor esté ahora mismo lleno de todos aquellos relojes de arena que lo único que hacen es incrementar su ansiedad y nerviosismo.  Lo peor, sin lugar a dudas, es ver aquel estrado, con todos los profesores allí, sentados, como si estuvieran esperando que subieran uno a uno para lanzarles la peor de las maldiciones.

Coge aire, resoplando, con cierto agobio. Y se detiene junto a la puerta del Gran Comedor, mirando a Daphne, Mircea y Ardeen, que han llegado hasta allí con él desde la sala común. Sigue sin saber dónde demonios se ha metido Sara, pero teniendo en cuenta el ataque de histeria de esta última, casi que mejor… Él mismo es ahora mismo una bomba de relojería y es posible que sea él quien estalle si se le azuza un poco.

-Chicos… creo que me tiemblan hasta las pestañas… Madre mía, me duele la barriga… - no tiene inconveniente alguno en compartir con sus compañeros sus emociones y sentimientos en aquel momento tan delicado.  Lleva la varita en la mano, y su trabajo sobre los Licántropos, que ha terminado de decorar y poner presentable tan solo unos minutos antes, en la sala común.

Y, cuando va a decir algo más, escucha su nombre. Se queda rígido, como petrificado, y el corazón le da un vuelco.

No, no, no, por favor… No quiero, no… No puedo… Me va a dar algo, por favor, por favor, por favor… Quiero salir de aquí, quiero salir de aquí…

Traga saliva, y dedica a sus compañeros una pequeña sonrisilla nerviosa, con la misma expresión del cordero que va al matadero y comienza a caminar hacia el estrado, deteniéndose, en primer lugar, a entregar su trabajo sobre los licántropos. Ahora, de repente, le parece que está mucho peor de lo que pensaba y comienzan a aparecer en su cabeza frases que ha puesto y que ahora mismo carecen de sentido.

Tiene el impulso de no entregarlo y echar a correr; sin embargo, sus manos, mucho más inteligentes y calmadas que él, se mueven hacia adelante, entregando al profesor el trabajo de una forma autómata, como si no respondieran al control de su cuerpo, sino al suyo propio.

-Bu…buenos días. Aquí tiene mi… mi trabajo sobre los Licántropos.  –nota la garganta seca, y las manos le tiemblan ligeramente, igual que la voz, cuando le entrega el trabajo al profesor de Criaturas Mágicas.

Después se acerca a la profesora Lovegood, a la que sonríe casi imperceptible, de forma nerviosa.

-Buenos días, profesora Lovegood… - coge aire, resoplando, y deja un cuaderno en blanco sobre la mesa y una pequeña caja, que ha encantado previamente.

-¡Leg Magiem! – exclama, apuntando al cuaderno en primer lugar. E, inmediatamente, el cuaderno se ilumina y va revelando poco a poco el texto mágico que ocultaba. Oliver sonríe con cierto alivio, al ver que el conjuro le sale sin problemas y deja escapar una bocanada de aire, que libera parte de su tensión.

Entonces llega el turno de la caja. Se concentra en ella y piensa en lo que practicaron el día anterior en la sala común.

Vamos Oli... tu puedes hacerlo.

-¡Dectattem caja!- exclama en esta ocasión, apuntando a la caja con su varita. Y la caja se ilumina, revelando el uso de magia sobre ella. ¡Increible! ¡Lo estaba consiguiendo!

Recoge sus cosas y, tras dedicarle una  educada despedida a la profesora Lovegood, se aleja, en dirección, esta vez, al profesor Longbottom.

-Buenos días, profesor Longbottom. Si no le importa, le lanzaré a usted el hechizo. -le avisa, antes de nada, para que no le pille de imprevisto. Y, alentado y envalentonado por los dos anteriores éxitos, apunta al profesor con su varita.

-¡Flámatte Profesor Longbottom! -esta vez sus palabras son enérgicas y las pronuncia con absoluta claridad. Y eso que tiene sus dudas sobre si le saldria o no, después del desastre que lió cuando intentó practicarlo con Mircea en la sala común.

El resplandor no tarda en salir de su varita. Ahora sí que no se lo puede creer. ¡Ha sido capaz de hacer todos los hechizos!

-Gracias, profesor. Hasta luego.

Se despide, educadamente, con un breve cabeceo y, conteniendo las ganas de echar a correr, dando saltos de alegría, camina hacia sus compañeros, lentamente y con calma. Eso sí, con una sonrisa en los labios que intenta ocultar por todos los medios, pero que lucha por aparecer.

Lo ha conseguido. Increíble.

Gwendolin entró en el comedor con su aire despreocupado, llevaba bajo el brazo unos folios encuadernados escritos de manera fina y elegante y una caja de madera color verde. 

La muchacha saludó levemente a sus compañeros y en cuanto vio en acción a Diana y a Oliver decidió ser ella la siguiente en quitarse de encima el tremendo rollo que le suponía los exámenes... 

Con aire decidido se dirigió en primer lugar hacia el profesor de Criaturas Mágicas, le dedicó la más encantadora de sus sonrisas y le entregó el trabajo.

- Este es mi trabajo sobre Licántropos, profesor.

Después se dirigió hacia la profesora de Adivinación... le caía mal, tan mal como su pedante sobrina que encima tenía la desgracia de ser compañera de casa...

Puso un pequeño libro de lectura que solía llevar entre los bolsillos de su túnica, sobre una mesa. Rememoró el conjuro y apuntó con la varita.

- Leg Magiem- nada más pronunciar las palabras se iluminaron varias palabras sobre la superficie del libro. Satisfecha pidió permiso para realizar el siguiente examen. En este caso se aproximó al profesor de Defensa Contra las Artes Mágicas más carismático Neville Longbottom.

Imitando a Diana, depositó una caja de madera color verde sobre el suelo. No recordaba muy bien el conjuro, así que tomó aire tratando de hacerlo lo mejor posible.

- Alarmir Caja Verde- hubo una leve iluminación cuando pronunció el conjuro pero como era un conjuro pasivo no parecía que hubiera pasado nada, pero ella se permitió una leve sonrisa, le había salido mejor de lo que había pensado.

Después miró a Longbottom y se decidió a lanzarle el siguiente conjuro.

- Flámatte- su varita se iluminó con una luz blanca señal inequívoca de que había tenido éxito, de nuevo volvió a sonreir y se dirigió hacia el siguiente.

Ahora tocaba Transformaciones, se puso delante del profesor dejó la caja verde delante suyo, estaba cerrada con un candado de hierro.

- Alohomora Caja Verde- la varita de Gwen despidió un rayo blanquecino que fue directo a la cerradura de la caja, el candado cedió y se abrió. Gwen que había contenido el aliento, respiró enorgullecida de aquello, recogió la caja volviéndola a cerrar y pidió nuevamente permiso para realizar sus dos últimos exámenes.

Se dirigió hacia su profesor de Duelo, lo saludó y dejó la caja verde sobre el suelo.

- Crystallus Fulminis Caja Verde- un rayo cristalino y azulado emanó de la varita e impactó sobre la caja, la superficie se llenó de escarcha, entonces y antes de que la escarcha se empezara a descongelar volvió a enarbolar la varita y lanzó su siguiente conjuro.

- Eleccela Fulminis Caja Verde- en esta ocasión fue un rayo anaranjado que al impactar contra la caja descongelo y quemó parte de la tapa de la caja.

Satisfecha, amplió su sonrisa y se retiró a la mesa de Ravenclaf para esperar el veredicto de los profesores.

Era la segunda vez desde su llegada a Hogwarts que Mircea era consciente que sería el centro de atención de todas las miradas, la de los profesores evaluándole y la del resto del alumnos de la escuela. La primera vez fue cuando fueron seleccionados por el sombrero, que llegaban como novatos, como alumnos nuevos que tenían aún mucho que mostrar. Y ésta vez, aunque seguían siendo los más pequeños de la escuela de magia, seguramente ya habían sido clasificados por sus habilidades y debilidades. Muestra de ello era la clasificación de puntos individuales de cada alumno que añadía más peso sobre unos pequeños que hacía apenas unos meses eran los niños mimados de sus casas, algunos, y ajenos a la magia, otros.

No quitó ojo a los demás chicos de primero que iban siendo llamados delante suya, mientras aferraba el sombrero entre sus brazos que contenía todo lo que necesitaba.

Echaba una ojeada a la pizarra mágica que iba borrando nombres según sus propietarios se presentaban ante el elenco del profesorado. Con su apellido, sabía que no tardarían en llamarle y además por el brillo con el que refulgía su nombre también sabía que los hechizos que debía recuperar no eran muchos en comparación a los de otros compañeros.

Padurearu, Mircea

Con la espalda recta, dándole toda la altura que sus 140 cm le aportaban y con la mirada fija, fue recto hasta la mesa. Tras una ligera inclinación, dedicada a todo el profesorado allí presente, se acercó hasta Xenophilus Scammander, delante del cual dejó dos pergaminos enrollados, que sacó de su sombrero. Sobre el sello de uno de ellos se veía el perfil de un ciempiés monstruoso y sobre el sello del otro el de un licántropo. Los trabajos de Criaturas Mágicas, profesor.

Volviendo al punto medio, donde todos pudieran verle, dejó el sombrero en el suelo. Del fondo de éste sacó un pequeño cofrecito de madera oscura y extraño candado. También sacó un frasquito pequeño de cristal, que aún tenía las paredes con restos de tinta.

Poniendo primero el cofrecito en la palma de su mano, sacó su varita y apuntó: Alohomora relicario

La cajita tras unos chasquidos levantó su tapa. Sin demora, Mircea volvió a cerrarla. No sabía por qué no había traído algo más apropiado y no algo tan personal para él. Ahí, a la vista de todos... Sin una leve sonrisa por haber sacado el conjuro, guardó el relicario al fondo de su sombrero. Hasta que no estuvo seguro que lo había encajado bien, no recordó donde estaba. Empezaba a notar escalofríos, un sudor frío que bajaba por su espalda. Apretó los dientes y se enderezó otra vez, apuntando con la varita al frasco de cristal manchado.

Crystallus Fulminis frasco de cristal

Un rayo de escarcha impactó contra el cristal, haciéndolo estallar por la fuerza del conjuro. El tapón salió volando y antes de que éste impactara contra el suelo, Mircea volvió a conjurar.

Eleccella Fulminis tapón

Un rayo azul, algo más fino que el anterior de escarcha, impactó contra el tapón. Éste salió despedido, chocando contra los escalones que llevaban a la gran mesa del profesorado.

Asintió con la cabeza. No podía ser de otra forma. Había salido las cosas como debían salir y ahora solo quedaba un hechizo.

Con un movimiento de varita, reunió todos los trozos del frasco que habían quedado desperdigados en un radio de 2 metros. Los dejó amontonados y finalizó diciendo:

Reparo frasco de cristal

Los trocitos se alzaron y girando sobre si mismos se posicionaron como debían. Un intrincado puzzle de cristales congelados, que acabó recomponiéndose. Ésta vez quedó un frasco de cristal perfecto, sin las antiguas manchas de tinta. Con un movimiento final, Mircea colocó el tapón y guardó todo en su sombrero.

Tras una inclinación de despedida y un: Gracias por su atención, se marchó para volver a unirse a la fila de los Hufflepuff.

Era el día D. El día de dar todo lo que sabía y podía hacer y mostrarles a los profesores que soy alguien con quien deben de fijarse bien. Nos iban llamando a todos en el podio que habían hecho, por nombre alfabéticamente y por casas. Era el primero de Ravenclaw, así que estaba algo nervioso. - ¡Colin Aldridge! - Dijeron mi nombre para que me presentara a los exámenes. 

Antes de nada me puse enfrente de todos los profesores y saludé con una reverencia. Acto seguido, y antes que nada para no olvidarme, dejé un cuaderno dónde estaba el trabajo de los hombres lobo. Con una sonrisa se lo dejé enfrente del profesor Scammander. Entonces me alejé poco a poco y repasé sin que se dieran cuenta lo que debía hacer: - Protego, Accio, Raiinniin Petrus y Disttendio. - Entonces me dí la vuelta. - Necesitaría su ayuda profesor Longbottom. - Entonces éste se levantó accediendo a ello y sonrió. Él también sabía bien lo que debía hacer, así que levantó su varita y me echó un Flámatte. Rápidamente moví la mía y agitándola, exclamé. - ¡Protego Neville! - Entonces una barrera invisible me cubrió y el Flámatte del profesor se dispersó. Entonces Neville se fue hacia su sitio, y yo posé una sonrisa.

Ahora tocaba Accio. Entonces uno de los libros que tenía en mi baúl sería mi próximo objetivo. Lo dejé algo lejos para que se pudiera observar el hechizo y me alejé. Moví otra vez mi varita y pronuncié las palabras. - ¡Accio Libro! - Entonces rápidamente el libro vino hacia mi mano, hasta que lo sostuve bien y dejé de mantener le hechizo. Otra vez sonreí. 

Ya que tenía el libro en la mano podría aprovechar para hacer el siguiente hechizo, Raiinniin Petrus. Lo lancé por el aire y agité la varita de nuevo. - ¡Raiinnin Petrus Libro! - Pero entonces el libro cayó al suelo sin que  pasara nada. Rápidamente, y sabiendo de que no me había funcionado el hechizo, agité de nuevo la varita para ir hacia el siguiente hechizo, y el último. Disttendio. - ¡Disttendio Libro Karl! - Entonces el libro se fue proyectado hacia el profesor Karl, pero él rápidamente lo anuló con un Protego fabuloso. 

Ese era mi fin de mis exámenes, entonces sonreí e hice una reverencia ante ellos y entonces me fui hacia mi lugar en la mesa de Ravenclaw.

Cuando mencionaron mi nombre, estaba muy nervioso y temblaba un poco. Avancé por el pasillo mientras me intentaba tranquilizar. solo tenía un hechizo que recuperar y seguro, segurísimo que la iba a cagar- tranquilizate -me dije a mí mismo mientras llegaba a la mesa de los profesores.

Saqué de la mochila una caja y unos rollos de pergamino- El trabajo sobre los Hombres Lobo, profesor Scammander -tras entregar el trabajo, dejé la caja encima de la mesa de los profesores y saqué la varita- Tengo que recuperar el hechizo de Alarmir de Defensa Contra las Artes Mágicas con el profesor Longbottom -dije a modo de explicación de lo que iba a hacer. Sabía que era obvio y que ellos lo sabían, pero le pareció una buena forma de calmar los nervios.

Con la varita empuñada tracé un movimiento mientras pronunciaba el conjuro- Alarmir caja -dije en un tono de voz normal. Había comprobado que muchos de sus compañeros gritaban el conjuro, cuando en realidad solo tenían que decirlo de forma clara. De la varita salió el efecto esperado- Si alguno de ustedes me hace el favor de abrir la caja para comprobar que el hechizo funciona -dije antes de apretar los dientes con fuerza esperando esa sensación que ocurría cuando abrían algo protegido con dicho hechizo.

Cuando lo hubieron comprobado, hice una ligera inclinación de cabeza hacia los profesores y esperé a que ellos me indicaran que podía irme antes de bajar del estrado y volver a la mesa.

Aún me temblaba el cuerpo.

-Relish, Daphne.
La niña se estremeció y subió temblando como una hoja, varita en mano y  mochilita al hombro.

Una vez hubo subido hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo respetuoso y sacó de la mochilita un pergamino enrollado de grosor considerable que acercó al profesor Scammander. En el corto trayecto que le separaba del profesor trastabilló tres veces y dio con las rodillas en el suelo casi al llegar. Con la cara colorada, al borde del llanto por la vergüenza y con una convulsiones dignas de un ataque epiléptico, le entregó la redacción sobre los licántropos.
-Si... si no le importa, por favor, sosténgala...- se dobló las mangas de la túnica dejando a la vista la camisa del uniforme- Alarmir redacción- la tocó con la varita y, al estar en manos de alguien distinto de su dueño, la sensación en la cabeza de que alguien la estaba cogiendo abrumó a la chiquilla.

Asintió con la cabeza inspirando hondo y resoplando al soltar el aire. De su mochilita sacó el tintero y lo colocó sobre una de las mesitas.
-Alohomora tintero- dijo señalando el objeto tal y como había practicado en la sala común. La tapita del frasco dio un pequeño botecito cayendo al lado del tintero con un ruido de repicar.

Sonrió pero aun así no era una sonrisa de confianza, los de duelo eran los peores hechizos. 
- Flamine Fulminis candelabro- dijo encarando a uno de los enormes candelabros de bronce que adornaban la sala, esas velas raras veces se encendían puesto que con las que flotaban sobre las mesas por la noche había suficiente, pero en esa ocasión se prendieron gracias a la correcta realización del Flamine fulminis.

-Disculpe, profesor Longbottom- dijo muy educada pero con voz débil- raiiniin petrus- era el hechizo más dificil que tenía que hacer y con los nervios y el miedo que le daba el profesor la varita simplemente vibró en su mano, sin hacer más.

Adelantó el labio superior con los ojos vidriosos,de haber sido por ella todos los exámenes habrían sido a puerta cerrada y no un espectáculo para el resto de los alumnos. Aun así inspiró hondo intentando hacerse dueña de sí misma y señaló una de las velas del candelabro que había prendido antes.
-Disttendio vela- esta vez casi, casi consiguió que la vela explotara pero se conformó con temblar peligrosamente como si estuviera a punto de hacerlo.

Agachó la cabeza creando una cortina de bucles de color miel a ambos lados del rostro.

Bueno, lo has hecho lo mejor que has podido...aunque eso no haya sido suficiente.

Bajó despacito y con la cabeza gacha los escalones, de vuelta a su sitio.

Joey entró nervioso al lugar. Era el día más importante y estaba algo asustado, miraba de un lado a otro y manipulaba su varita con nerviosismo. Cuando Diana subió le deseó suerte:

-Seguro que lo haces genial.

Poco a poco todos iban subiendo y todos eran capaces de hacer sus conjuros. Eso ponía todavía más nervioso al chico. Respiró y finalmente subió en su turno. 

-Ahora seré el primer tonto que no consigue sus conjuros.

Cuando llegó frente a la mesa de los profesores miró asustado uno a uno a todos y desvió su mirada hacia Bart. Su hermano asintió con la cabeza y eso permitió a Joey reunir algo de fuerza. De debajo de la capa sacó un cuaderno con la redacción de los hombres lobo y con las dos manos temblorosas se lo entregó al profesor Xenophilus sin decir nada más. No sabía que decir.

-Empezaré con Sonitus. Dijo mirando timidamente a Mathilda. Quería dejar para el final el conjuro más complicado para él. Seguidamente sacó la varita y moviendo el brazo dijo: 

-Sonitus.

Perfectamente pudo oirse en toda la sala el rugido de un león y la réplica de un tigre.

Parecía que las cosas iban bien, por lo que Joey tomó más confianza y pasó al siguiente conjuro

Sonrió y pasó a demostrar el siguiente conjuro:

-¿Puede ponerse en pie profesor Knower? Me gustaría practicar con usted el conjuro de raiinniin petrus.

El profesor accedió y poniéndose de pie Joey respiró con fuerza y sacó una piedra que tenía escondida en el bolsillo interior de la túnica. La lanzó y agitó la mano y gritó con fuerza:

-Raiinniin Petrus Knower

Finalmente sacó un diario y con manos temblorosas lo dejó sobre la mesa. No estaba seguro de poder hacer el conjuro, pues nunca lo había hecho.

-Alarmir Gryffindor.

Esperó que alguno de los profesores cogiese el libro para comprobar si el conjuro había surtido efecto y su rostro se desencajó al comprobar que no había sido así. Joey miró sorprendido al profesor y de nuevo al diario. Con una enorme decepción recogió el diario y bajó a colocarse junto a sus compañeros de Gryffindor totalmente decepcionado aunque se separó un poco de sus compañeros. Si alguno le decía algo, seguramente terminaría llorando. 

La cosa había empezado muy bien con sonitus, pero después poco a poco la cosa había terminado fatal. No había sido capaz de sacar todos los conjuros.

Con cara de disgusto se dedicó a mirar a todos los demás y a ignorar todas las palabras relacionadas con sus exámenes.

Llevaba una bolsa de mano cuando entre en el Gran Comedor. Lo primero que me llamo la atención, fueron las velas flotando, y no los adornos de navidad. Estaba callado, mucho más que de costumbre, y me acerque al sitio que solía ocupar para comer, dejando la bolsa sobre la mesa, y quedándome unos segundos de pie.

Lo cierto era, que tras ese intento de estar serio, calmado y sosegado, me temblaban las piernas como hacia un par de años atrás, cuando me dejaron por primera vez en casa de mis abuelos. Intenté no pensar en cosas que me pusieran más nervioso en ese momento, cerrando los ojos y negando rápidamente con la cabeza. Resoplé por la nariz, y miré hacia la bolsa que había traído para hacer mis conjuros, y cuando el temblor llego a mis piernas, rápidamente me senté para disimular que todo iba bien. ¿Cómo era posible que yo, Cassius Johnson, estuviera así?

La respuesta no tardo en venir a mi cabeza. Era fácil. Si volvía a casa con algo suspenso, bien podría ganarme el desprecio de mi abuelo paterno para siempre. Y por qué no, posiblemente, el de mi abuela también, a pesar de ser mucho más comprensiva. Puse la mano sobre la bolsa agachando la cabeza y mirando el suelo, intentando no ponerme más nervioso. Pero no pude evitar alzar la mirada cuando el primero de la lista fue llamado. No me gustaría estar el primero... ni el ultimo. Bueno... El primero si me habría gustado. Ver a mis compañeros lograr sus éxitos me animo. Yo también puedo. Por suerte, solo me quede con los aciertos, sin fijarme en los fallos que destacaban por su escasez. En la nueva pausa entre alumno y alumno, me tomé la libertad de resoplar, cada vez más relajado, cuando el director me llama.

- Johnson, Cassius.

Había llegado el momento de la verdad. Era el ahora, o nunca. Me puse en pie, apreté el nudo de la corbata, asegure que la túnica estaba impecable, cogí aire, y agarre la bolsa con la mano izquierda, dirigiéndome hacia la mesa de los profesores, con la vista recta en el frente, y sin vacilar. Sabía que todo el mundo me estaba observando. Podía notar sus miradas. Y eso, lejos de ponerme más nervioso, me encantaba. Ser el centro de atención, para que negarnos, era algo de lo que disfrutaba.

Me planté delante de la mesa de los profesores. En medio, y deje la bolsa sobre la mesa. Director Lupin.  Le salude, haciendo un pequeño gesto con la cabeza. Tal y como había practicado mil veces. Tal como me había enseñado mi abuelo tiempo atrás. Profesores. Volví a repetir el gesto, en la dirección donde estaban los profesores. Acto seguido, abrí la bolsa, del cual saque un tubo para portar pergaminos, y me acerqué al Profesor Scammander. El trabajo de los Hombres Lobo, profesor. Le informo, y asiento, confirmando la entrega.

Comenzaré con los conjuros de la clase de adivinación. De la bolsa de piel negra, saqué un libro. En su portada podía leerse "Detección, dirección y averiguación", el libro de la asignatura, y me dirigí hasta quedarme delante de la profesora Lovegood. Lamento haber faltado a sus clases, profesora Lovegood. Me disculpo, antes de nada, y dejo el libro sobre la mesa, delante de ella, abierta por la pagina uno, que está en blanco. Me separo un paso, y saco la varita, guardada en la manga de la túnica. La sujeté con los dedos corazón e índice, haciendo pinza con el pulgar, y estirando los dedos anular y meñique. La forma de la varita, curvada, y de tallo largo hacia que los gestos fueran cuanto menos, elegantes.

Estire el brazo, trazando un pequeño semicírculo con la punta de la varita, antes de tocar la hoja del libro, momento en el que pronuncio el hechizo Leg Magien Contrario a otras veces, donde alzo la voz para conjurar, esta vez, parece que quiero reservar mis fuerzas para los conjuros finales, los de duelo. Cuando retiro la varita del papel, el texto comienza a aparecer, y alzo la mirada, observando a la profesora Lovegood de que me dé su confirmación de un trabajo bien hecho. Muchas gracias, profesora Lovegood. Eso es todo.

Acto seguido, vuelvo hasta la bolsa de piel, de la cual saco un pequeño Baúl, sencillo, sin adornos, pero con cerradura. Con este bajo el brazo, camino lentamente hasta ponerme delante de la profesora Bastet, dejando el cofre sobre la mesa. Lamento haber faltado a sus clases, profesora Bastet. He estado practicando el reparo. Comenzaré con Alohomora.  Antes de nada, tire de la tapa, demostrando que estaba cerrada, y una vez más, retrocedí un paso, y estire el brazo hacia el Baúl, más concretamente, hasta su cerradura. Alohomora Nuevamente, la pronunciación, los gestos, todo perfecto. Como la vez anterior, no hubo un tono de voz contundente. Mas bien, suave. La cerradura pareció sacar luz de su interior durante un segundo, y me acerque, tirando de la tapa y abriéndolo, demostrando que había funcionado.

Ahora, del Baúl, saco una hoja de pergamino. Aparto el baúl a un lado, y con toda la tranquilidad rompo el papel del pergamino en varios trocitos. Ahora ejecutaré Reparo. Anuncio para la profesora, alzando la varita, y pasándola por encima de los trocitos de papel, mientras pronuncio el conjuro. Reparo los papelitos parecen comenzar a atraerse unos a otros, recomponiéndose hasta volver a formar la hoja en perfecto estado. Recogí el papel, y lo guarde en la bolsa, aprovechando para sacar una pequeña jaulita, con un ratoncillo dentro.

Deje la jaula sobre la mesa, mientras el ratón corría nervioso de un lado a otro. Mi pequeño amigo me ayudará con el conjuro Amannssus. Vamos Noah, ahora no puedes fallarme, estate quieto. Le pedí al animal de forma mental, que ya había cogido cariño después de atraparlo días antes y practicar el conjuro con él. Me aparte un paso de la pequeña jaula, sobre la mesa, y estire el brazo, varita en mano. Espere unos segundos, concentrándome en los movimientos del animal, y acabe por entrecerrar los ojos. ¡Amannssus! dije, esta vez con más fuerza, señalando al animal, que, de repente, se quedo quieto. Moví la varita de un lado a otro, haciendo que el ratoncillo fuera de un lado a otro, según los gestos de mi varita. Bien hecho, Noah. Felicite al animal mentalmente, acercándome a la jaula, bajando la varita. Eso es todo, profesora Bastet. Muchas gracias.

Guardé a Noah, junto a su jaula en la bolsa de piel negra, pero esta vez, no saque nada de ella. Me acerque al Baúl, que había dejado sobre la mesa, y lo agarre con una mano, acercándome a los hermanos Knower. Les salude con un gesto de la cabeza, dejando el pequeño baúl de madera en el suelo, alejándome diez pasos de este y dándome la vuelta. Vamos, esta es tu asignatura estrella. Ya queda poco, lo has hecho bien hasta ahora. Ha sido una asignatura difícil, profesores Knower, he practicado los conjuros Crystallus Fulminis y Eleccella Fulminis. Comenzaré por el primero que debiera aprender. 

Me giro hacia la caja, y me pongo en posición para atacar. Sujeto la varita de esa manera tan peculiar, y estiro el brazo hacia atrás, lanzándolo hacia adelante rápidamente, mientras alzo la voz. ¡Crystallus Fulminis! Esta vez sí alce la voz, con fuerza, estirando totalmente el brazo en dirección al baúl, provocando que un rayo azulado salga de mi varita, creando una buena capa de escarcha sobre el baúl. No di tregua, volviendo a retomar la posición de defensa, cuando trazo una W con la varita en el aire, y acabo por volver a señalar el baúl antes de que la escarcha desaparezca ¡Eleccella Fulminis! Esta vez, unos pequeños rayos salieron de la varita, golpeando el baúl. Lancé un largo suspiro, volviéndome hacia los profesores Knower. Acabé, muchas gracias. Me acerqué a recoger el baúl, llevándolo hasta la bolsa de piel negra, guardándolo nuevamente, no sin antes pasar la mano por encima, para retirar algo de escarcha.

Guarde la varita, y volví a estirar de la corbata, apretándola contra mi cuello, y acto seguido, con el mentón alzado, recogí la bolsa de encima de la mesa de los profesores. Gracias por vuestro tiempo, profesores. Incline la cabeza, a modo de despedida y de respeto. Acto seguido, me volví hacia el Gran comedor, ante la mirada de los alumnos.

Me había salido bien. ¡Todo bien! Una sonrisa asomo en mi cara, ilusionado, contento, y volví hacia mi sitio, dándome cuenta que ahora, después de todo, los nervios que había contenido durante el momento crítico, esperaban el primer signo de relajación para recordarme que no se han marchado.

Perry no solía ponerse nervioso en los días previos a los exámenes. Sin embargo, cuando se iba pasando lista siempre se le  revolvían las tripas. La espera se le hacía eterna, ¿por que no se apellidaría Allen o Acward?. Poco a poco fueron pasando los alumnos de primero hasta que llegó su turno.

-Ward, Perry.

Se levanto con discreción, ataviado con la túnica negra y el símbolo de su casa. Sólo tenía que recuperar quiméricas, adivinación y entregar la redacción del hombre lobo, a la cual había invertido gran cantidad de tiempo. Entregó primero la redacción con una enorme sonrisa.

- Tenga, espero que sea de su agrado Profesor, he investigado mucho sobre la licantropía.- Perry sabía cómo parecer adorable a los ojos de los adultos. Después se dirigió a la profesora Lovegood, subdirectora y representante de su casa, para realizar el conjuro pendiente. Tomó un pergamino en blanco y apuntó con la varita. Irónicamente, adivinación era la asignatura que peor se le daba. 

-¡Leg Magiem!- El pergamino quedó tal cual estaba, vacío. Como Perry ya se esperaba esto, en cuanto la Profesora abrió la boca para decir algo,  hizo un movimiento con la varita y continuó realizando un conjuro, con la mirada clavada en la profesora  Mathilda Lance, de quiméricas.

- ¡Sonitus!- La voz de la profesora Lovegood se materializó por arte de magia.

-Voz de la porfesora Lovegood (conjurada con Sonitus).- No pasa nada Perry. Este año te has esforzado mucho y eso siempre debe tener su recompensa. Por esta vez pase, pero debes aplicarte más en mis clases y, sobre todo, no perderte ninguna de ellas.

- Lo siento mucho, me he equivocado.  No volverá a pasar.- Dijo Perry imitando  un video que había visto en youtube del rey de España disculpándose ante los medios por alguna fechoría. Las artes quiméricas le encantaban y , la profesora había dicho una vez que sólo la imaginación podía limitar a un mago que las utilizara. A Perry le sobraba imaginación, y esperó que la Profesora Lovegood tuviera sentido del humor para aceptar sus disculpas. Perry se encogió de hombros esperando el veredicto de la profesora de adivinación. La miró con ojos de corderito degollado, deseando que se acordara de quién era su abuelo y lo bien que había servido Perry al puntaje de la casa Ravenclaw.

- Veamos que tal se da. - pienso al llegar al comedor.

Rápidamente empeizan a salir todos los alumnos que tienen algo que demostrar y yo no voy a ser menos.

- Allá voy. - musito para mi.

Al llegar frente a la mesa de los Profesores hago una inclinación hacia ellos antes de sacar la varita.

- Bien, veamos que tenia pendiente. - digo. Ah, si, claro.

- Tome profesor Xenophilus. - le digo sacando los trabajos de Licántropos y Ciempiés Monstruoso. Pero antes tendré que hacer esto.

- Leg Magiem. - digo apuntando al trabajo de los Licántropos el cual empieza a aparecer la escritura correspondiente.

- Alarmir Trabajo Ciempies Monstruoso. - añado apuntando al otro trabajo.

Sonrío satisfecho de mi primer conjuro.

- Sigamos. - pienso. El todo por el todo.

- Accio, gafas profesor Xenophilus. - pronuncio apuntando a las gafas de este las cuales vuelan a mi mano. Perdone profesor Xenophilus. - le digo tendiéndose las gafas con la mano izquierda. Aquí tiene sus gafas.

Para el siguiente conjuro necesitaba algún animal. Busqué por la sala alguno hasta que ví a una lechuza revoltear impaciente.

- Ammanssus. - digo apuntando hacia el ave de forma que esta baja tranquilamente hasta posarse en la mesa frente a mi.

- Profesor Knower ... - digo mirándole. ¿Está preparado?

Agarro una piedra y la lanzo al aire.

- Raiinniin Petrus. - digo apuntando con mi varita a la piedra provocando que esta se rompa en pedazos y salga disparada hacie el profesor.

Pasados unos segundos sonrío levemente y me preparo para el siguiente conjuro.

- Atento Profesor. - le digo. Ahí va otro.

- Flamine Fulminis. - digo apuntando hacia el Profesor Knower mientras el rayo avanza inexorablemente hacia su objetivo.

Una vez acabada mi demostración me inclino nuevamente hacia los profesores y me doy media vuelta no sin antes mirar al Profesor Knower.

- Profesor Knower, recuerde lo que me dijo después de la clase de Raiinniin Petrus. - comento. De momento van 2 de 2.

- Todavía no entiendo porqué he tenido que recuperar ese hechizo cuando fuí el único de mi casa en conseguirlo pero ... ahí lo llevas de nuevo. - pienso satisfecho mientras avanzo hacia mi sitio.

Selena había dormido hasta tarde, ajena a los nervios que muchos tenían en ese momento. Era el beneficio de haber estado currando todo el curso y no haberlo dejado al último momento. Quizá no había hecho muchos amigos aquel curso, pero había aprendido mucho en la escuela.

Cuando llegó la hora, se reunió con los de su curso en el Gran Comedor, esta vez preparado para los exámenes.

Poco a poco los alumnos iban mostrando sus hechizos. Cuando tubo un momento, y tras haber entregado el trabajo de los Hombre-lobo, se acercó al profesor de DCAM.

-Hola profesor, no salgo en la pizarra, pero tenía que recuperar el hechizo Protego. Tras un vistazo a la lista, el profesor asiente y la pequeña se pone en posición para enseñárselo.

-Protego! El resultado del hechizo sería recordado por la pequeña durante muuucho tiempo.

La niña con el alma pesimista miró asombrada como sus compañeros hacían sus pruebas generalmente con gran éxito. Pero llegaba su momento, y los nervios no ayudaban demasiado. Sin embargo, intentó tranquilizarse comenzando con lo que más preparado creía que llevaba.

-Aquí está el trabajo sobre licántropos- dijo entregando sus papeles, antes de asir la barita y guardar silencio para concentrarse.

Cogió uno de sus libros y le puso la varita encima.

-Alarmir, "focus-pocus"- e hizo un movimiento al pronunciar la contraseña. Pero tuvo la impresión de que cualquiera podría tocar el libro sin que ella lo notase.

Empezaba mal, y teniendo en cuenta que no estaba muy convencida de que iban a salirle bien las cosas se puso más nerviosa. Y que el siguiente conjuro fuera uno de los que más le había costado aprender la dejaba en peor situación.

-Flamatte Profesor Longbottom- dijo imitando a su compañera Diana tanto en tono de voz como en movimientos. Pero ella no era Diana y apenas salió humo de su varita.

Cualquier otro tiraría la toalla, estaba quedando mal, pero ella aunque no lo pareciera, era una luchadora. Pasó al siguiente conjuro.

-Protego, profesor  Longbottom- le apuntó con su varita, consciente de lo difícil del hechizo, aunque intentando hacer lo que vio en clase. Sin duda la dificultad hizo que apenas apareciera un aura protector sobre el profesor. Un nuevo fracaso.

-Coja la varita, profesor- le dijo al maestro, para intentar con él el Expelliarmus. Una vez la tuviera en sus manos recitó el hechizo, que al menos ya conocía, aunque nunca lo había aprendido- Expelliarmus, Profesor Longbottom.

Al fin vio como su varita sí hizo acto de presencia y una luz fue directa de su varita hacia la del profesor. Aunque supuso que para él no sería demasiado difícil evitar que se le cayera de las manos. El primer éxito, aunque no valiera gran cosa, le dio fuerzas, para el cual volvió a escoger al mismo profesor. Sin duda éste estaría un poco cansado de ella... pero no estaba como para cambiar de objetivo, cualquier elección la descentraría.

-Eleccella Fulminis, Profesor Longbottom- nuevamente una luz, ésta vez con forma de rayo, sale de su varita hacia el profesor, esperando que a éste no le supiera mal ser el blanco de sus conjuros.

-Raiinniin Petrus, pared- esta vez, lanzó una piedra y decidió que su objetivo sería uno que no sintiera dolor, no quería que el profesor le cogiera manía. Pero fue en vano, la piedra cayó al suelo tan entera como cuando fue lanzada.

-Distendio silla pared- dijo con un amago de lágrimas apareciendo por su rostro. Su objetivo era que la silla impactara contra la pared, pero sus pensamientos eran negativos.

Una vez terminado, se retiró de la zona de pruebas en silencio, sabiendo que lo había hecho bastante mal.

Poco después llegó el turno de Morpho.

Antes de avanzar, se miró los lunares de su mano. Estaban más marcados que nunca, ¿sería por los nervios?, no, no podía ser, él no se ponía nervioso ante casi nadie, solo ante su padre, y él no estaba allí presente para ver lo bien que lo hacía.

Miré a mis compañeros de clase, les guiñé un ojo como queriendo decirles:

¡A demostrar que no hay nadie mejor que nosotros!

Me acerqué para entregar el trabajo pendiente y dije:

A continuación voy a demostrar que merezco un hueco en el siguiente curso. Comenzaré por las asignaturas pendientes de transformaciones - dije, esto último, mirando a la profesora Bastet.

Saqué mi varita de madera de arce y pluma de fénix. La pasé por mis labios, la miré atentamente y comencé:

¡Alohomora caja! - dije con convicción apuntando a una de ellas, que habrían colocado aposta para la ocasión.

Procederé con el siguiente:

Anduve un par de metros hacia mi izquierda y me fijé que había un pequeño foco de llamas. Levanté mi varita y grité:

¡Extendio!

Miré de nuevo a la profesora y caminé hasta encontrarme delante del profesor de duelo.

Practicaré con usted, si no es molestia:

Alcé una pequeña piedra que llevaba en el bolsillo para la ocasión

¡Raiinniin Petrus Knower!

Por último, les mostraré:

¡Aquus Guinae Knower!

No había hecho nada espectacular, pero el objetivo estaba cumplido. No hice ninguna reverencia, simplemente dije:

Gracias por su tiempo.

Me retiré mirando a mis compañeros y rascándome los lunares.

Sam observó como sus compañeros se iban levantando, lanzando sus conjuros y, para su placer, algunos fallaban.

Seeworth, Sam

Sam se levantó, se estiró el uniforme y comenzó a andar, para acercarse hasta la mesa de los profesores.

Buenos días dijo mientras sacaba el trabajo de Conocimiento de Criaturas Mágicas y se lo entregaba al profesor. Aquí tiene el trabajo.

Se retiró unos pasos y desenfundó la varita.

Profesor Longbottom, ¿podría usted lanzarme algún hechizo? Así podré defenderme.

Sam se preparó para defenderse y, cuando el profesor lanzó su conjuro, dijo con su voz normal.

Protego Un escudo potente salió de su varita y protegió a la muchacha que, sonriendo, se guardó la varita y volvió a su sitio.

Ardeen suspiró, sabía que este día llegaría así que no iba a montar un drama, pero su estómago no pensaba lo mismo, le dolía mucho y se sentía mareada.

Entró en la sala con una seriedad desconocida para la niña, se colocó en la fila y esperó su turno en un silencio sepulcral. El momento llegó, fue nombrada y se acercó al grupo de profesores, vio su nombre brillando de manera muy intensa en la pizarra. Lo primero que hizo fue dejar los trabajos al profesor Scammander de CCM.

Aquí tiene profesor, los trabajos sobre los ciempiés monstruo y sobre los licántropos.- dijo manteniendo su mirada seria y su gesto áspero.

Luego se acercó a la profesora de Adivinación para comenzar. Profesora Lovegood- dijo a modo de saludo. Se aclaró la garganta y se preparó. Sacó el libro de Adivinación y se colocó sobre la página en blanco con el texto oculto. Leg Magiem- dijo con la voz tensa, pero profunda. La página no mostró su contenido. Se acercó para que la profesora lo comprobara y continuó con el siguiente. Se sacó del bolsillo un objeto mágico que le habían dado sus padres para mostrar la hora del lugar donde se deseaba estar. Seguidamente lo golpeó con la varita y dijo Dectattem reloj. Se lo acercó a la profesora y continuó.

Su siguiente asignatura fue Artes quiméricas, fue frente a la Profesora Lance y la saludó. Luego se aclaró la garganta y dijo Sonitus.- imgainándose una simple conversación al otro lado del estrado. Empezaron a oírse murmullos pero Ardeen no dijo nada, simplemente continuó.

Caminó hasta el Profesor Longbottom y el Director Lupin, les saludó y colocó el libro de DCAM sobre la mesa Alarmir libro  dijo con seguridad, luego se giró y esperó para ver si sentía algo al tocarlo. Cuando creyó que lo tocaban lo indicó y continuó. El profesor Longbottom se ofreció como voluntario para practicar el Flamatte así que se colocó frente a ella, y Ardeen no se lo pensó, se concentró y dijo Flámatte profesor Longbottom-  y de su varita salió un estallido de luz, que iluminó la sala.

El profesor Longbottom se preparó para lanzar el mismo conjuro, avisándola para darla tiempo a reaccionar. Ardeen se aclaró la voz y dijo Protego- a la vez que el profesor lanzaba el conjuro. No la pasó nada, ya que el profesor Lupin también lanzó el conjuro y evitó que la afectase. Ambos profesores se sentaron y le tocó el turno a la profesora de encantamientos. No la miró, porque no quería desconcentrarse.

Colocó el libro de conjuros sobre la mesa y pronunció Accio libro.  al tiempo que extendía la mano para recoger el libro, que obedientemente se elevó y se colocó en su mano.

Tras eso se movió hasta la profesora de transformaciones y colocó una pequeña caja que sacó de su mochila frente a ella sobre la mesa para el conjuro Alohomora caja- dijo, y luego trató de abrirla pero no lo había conseguido.

Guardó la caja y cogió una bola de cristal rota y la colocó sobre la mesa- Reparo bola- dijo con firmeza, pero no pareció funcionar.

Pero ya la daba igual, sólo la quedaba una asignatura, así que fue hacia los Hermanos Knower y se preparó. Colocó una libreta vieja en el suelo y dijo Crystallus Fulminis libreta- pero no pasó nada. Así que se aclaró la voz y con toda la furia que tenía contenida exclamó Flamine Fulminis libreta- y, aunque pareció empezar a salir algo de su varita sintió que algo se estropeaba y no pasaba nada.

Y, habiendo terminado los exámenes finales, se dio media vuelta y empezó a caminar para bajar del estrado sintiendo como toda la presión de aquel momento se iba desvaneciendo, sintiéndose cada vez más liberada, y a la vez mareada y con mucho calor. Dio un par de pasos más hasta que el sofoco era tan intenso que se le nubló la vista y lo último que pudo sentir fue el fuerte contacto con el frío suelo, al caer inconsciente.

Estaba muy nerviosa, mucho. No dejaba de llevarme el pelo detrás de la oreja, un tick me apareció en el ojo, que me hacía parpadear constantemente.

Cuando escuché mi nombre, me levanté y casi me caí. Las piernas me temblaban de tal manera que no podía mantenerme en pie.

Rezando a Dios para que me ayudase a caminar, empecé a arrastrar los pies hasta llegar y entregar el trabajo.

Bu-buenos días... dije mientras sacaba la varita y no dejaba de temblar. Respiré hondo y miré a Krum.

¿Puede lanzarme un hechizo? Gracias Sabía que, cuando me atacaban, gritaba, y tenía que evitarlo. Antes de que me diera cuenta, Krum me había lanzado el hechizo.

¡PROTEGO! grité al tiempo que cerraba los ojos. Al abrirlos, el conjuro todavía seguía activo, y me sorprendí. Lo que me dio fuerzas para el siguiente.

Cogí la mochila y empecé a buscar un cuaderno. Lo saqué y lo puse delante de los profesores.

Alarmir Jesucristo dije más serena. Sabía que había hecho bien el conjuro. Lo sabía. Tendí mi cuaderno a los profesores para que lo abrieran y lo comprobaran. Tras ello, volví a mi sitio.

El Director Lupin se pone en pie para mirar a James que parecía no haber aparecido por allí todavía.

Esperaremos un poco más para el joven Jakson, ha tenido problemas estomacales durante esta noche y no se encontraba muy bien. Le daremos un poco más de tiempo para que se presente. Mientras tanto procederemos a deliberar. Dice el director.

Ha sido un placer veros realizar semejante alenco de movimientos y conjuros, todos sois fantásticos alumnos y me siento orgulloso de haber visto crecer a una maravillosa promoción como vosotros. Ahora ya podéis relajaros, todo ha terminado para vosotros y ya nada más importa.

Sois totalmente libres hasta el próximo año.

Después hizo un gesto con su varita y los relojes de arena flotantes desaparecieron para dar paso a la decoración Navideña que había habido durante los días anteriores.

Feliz Navidad para todos, recordad que después de la comida será el baile, pero antes os daremos los resultados de vuestros exámenes, os diremos la clasificación general y por último entregaremos la copa a la casa ganadora y con un nuevo gesto de la varita, gran cantidad de comida navideña apareció frente a vosotros, pavo, turrones, caramelos, ponche navideño, hidromiel, zumo de calabaza, todo cuanto deseabais estaba allí, preparado para que pudierais comerlo cuanto antes. ¡Así que escoged una pareja para abrir el último del año!

Había sido duras esas últimas horas, pero ahora por fin erais libres y os podíais relajar por completo. Ya nada importaba. Todo había terminado.

Luego el director os miró. Que aproveche y ahora, el jurado procederá a deliberar sobre vuestros resultados académicos. ¡Disfrutad de vuestro último día del año en Hogwarts!

Oliver esperó pacientemente a que todo el mundo terminara sus exámenes. Parecía que, después de todo, la cosa había salido mejor de lo esperado, y eso era algo que le alegraba bastante. Ya sólo quedaba Ardeen y era a ella a quien estaban esperando para celebrar el fin de exámenes cuando, de repente, el chico vio lo que sucedia tras su examen.

Fue como una de esas imágenes que en las películas se ven a cámara lenta. Ellos cuatro sonrientes, esperando a su amiga y, de repente, Ardeen se deplomaba en el suelo, sin previo aviso.

A Oliver se le abrieron los ojos como platos y, ni corto ni perezoso, corrió hacia ella, sin esperar a nadie- ¡Chicos! ¡Ardeen!- exclamó, dando la voz de alarma, justo en el momento en el que el profesor Lupin comenzaba a hablar. Era posible que, con tanto alboroto, ni siquiera los profesores se hubieran percatado de lo sucedido con la chia, pero eso a él no parecía importarle.

Se arrodilló frente a ella, con una expresión de susto en el rostro y se inclinó sobre ella, palmeándole la cara suavemente con la mano, asustado- Ardeen... Ardeen... Despierta Ardeen... -le dijo, mientras esperaba a que al menos sus amigos se unieran a él. La verdad es que no tenía ni idea de cómo hacer que se despertara y estaba preocupado por su amiga. Había trabajado demasiado duro estos últimos días antes de los exámenes, y estaba seguro de que había acabado pasándolo factura.