Partida Rol por web

Claro que te oigo, Guerrero.

La voz de la espada es melosa, y su tono es tan ladino como Orphen lo recordaba.

No se que le has dicho a Bohemond líder de los caballeros de la redención, lo deje estar así como así.

Te ofrezco la posibilidad de que salgas aquí entera, que me dices.

El semielfo no va a renunciar a mi, y Bohemond sabe apreciar un aliado como yo.

Aunque demuestre estar tan segura de sí misma como siempre, tal vez haya una nota de duda en la forma en la que dice eso.

¿Qué me ofrecerías tú, de todas formas?

Kurgan quizás no renunciara a ti, pero realmente crees que no dará prioridad a la misma arma que su superior? Ya ha demostrado su aprecio en ese afecto. Solo es cuestión de tiempo.

Sobre Bohemond sabes perfectamente que te atara cuando no te necesite o tenga la oportunidad.

Te doy la oportunidad de no ser mi espada, sino ser mi compañera. Sabes perfectamente lo que significa esto, ni traiciones por un lado ni por el otro, ademas eres suficiente inteligente que entrar en el Círculo Medio, no es casualidad.

Vuelve a mi, y compartiremos la sangre y la fortuna.

En esta ciudad hay buena magia, y están por pasar cosas. Quizá podamos volver a entendernos, al menos durante un tiempo, pero exigiría cierto... desembolso.

Las runas son caras, pero si inscribieras algunas en mi tendrías un arma más poderosa con la que combatir a tus enemigos.

Si te parece justo, podría convencer al mestizo de que no soy lo que más le conviene...

Me parece justo, pero que no pase de las 10 mil. Eso si, no sera de forma inmediata. Antes tendremos que conseguir ese oro.

Eres un caballero de Berfôska, ahora el oro te lloverá. Y también los enemigos.

Y estas palabras son lo último que escucha Orphen de la Espada.

La larga ceremonia parece llegar a su fin, y unos cálidos aplausos saludan a los recién nombrados. Vienen, sobre todo, de los civiles presentes, y de los caballeros más noveles, pues los de cierto rango contestan solo con ligeras inclinaciones, mucho menos entusiastas, pero que parecen aún más sentidas.

La recepción había empezado a media mañana y, para sorpresa de todos, el mediodía hace mucho que ha pasado cuando se da por concluida. Entre todo el proceso del juicio y los nombramientos, han pasado unas tres horas. La hora de comer ya es tardía, especialmente para gusto de Kandalian, pero los anfitriones lo compensan invitando a todos los asistentes a un gran banquete en la sala más lujosa y grande del Palacio Ducal. Un comedor tan grande que parece que el ejército de Berfôska entero podría tener el almuerzo aquí, y tan rica que parece hecha más bien para dar servicio a todos los reyes y príncipes del continente.

Los criados atienden con un ciudado exquisito, y los Héroes de Berfôska son los más agasajados de entre todos los comensales. Casi todos los civiles quieren apretar la mano a uno de los extranjeros, o quizá oir alguna historia. Las personas cuyo asiento cae cerca de uno de los invitados extranjeros son consideradas afortunadas, y envidiadas por muchos. Los caballeros parecen aceptar a los forasteros con más familiaridad, pero muchos se acercan para felicitarles por el nombramiento.

Para alegría de todos, no solo hay faisán, sino que casi cualquier manjar pasa por la larga mesa. El protocolo podría parecer un poco intimidante, y Vanth se siente más fuera de lugar que nadie, pero el ambiente es relajado y pronto todo lo que no es la comida y la conversación pasa a un segundo plano.

El festejo no dura menos que la ceremonia que lo precedió, y para cuando los compañeros salen del Palacio Ducal, ya la tarde está bien entrada. Sin duda podrían pasar el resto del día descansando en sus habitaciones, en el propio palacio, hasta mañana, pero la mayoría quieren respirar algo de aire puro. Por otro lado, el título de caballero incluía tierras propias y la mayoría no dejan pasar la oportunidad de ver sus terrenos. Por si esto fuera poco, ahora todos son beneficiarios de una renta perpetua y, además de suponer unos ingresos inmediatos, hay pocos mercaderes que no estén deseando conceder crédito ilimitado a un Caballero de Berfôska. En esta ciudad, la caballería es el destino más elevado, y la dedicación en cuerpo y alma a las órdenes es todo el trabajo que se puede exigir. En tiempos de guerra y tiempos de paz, todos y cada uno de los días, el ejército de Berfôska no descansa. Entrenamiento continuo, perfeccionamiento. Seguramente serán la única fuerza profesional de este tamaño en muchísimas millas a la redonda, y por eso son la última esperanza del continente...

Kandalian se siente feliz. Ha comido ricos manjares, ha bebido ricos licores y ha sido el centro de algunas historias contadas por él mismo. El título de caballero es muy importante para él, pero a buen seguro, no es nada comparado con lo importante que puede ser para compañeros como Orphen o Kurgan. Para el gnomo el nombramiento es relevante porque aumenta la talla y la importancia de las historias que luego serán leyenda en torno a Kandalian, el caballero de Berfoska matador de trolls.

Ha oído algo acerca de unas tierras, y de dinero vitalicio. Pero eso en principio no es importante. Lo importante ahora es que es feliz. Y lo mejor de todo, que lo son sus compañeros.

Pronto la paz dará paso a un nuevo episodio de guerra, y el sol dejará su sitio a un nuevo periodo de oscuridad. Así es la vida, por San Culthbert.

Kurgan se muestra satisfecho ante los demás, y para ser alguien tan poco expresivo, la felicidad es evidente en él.

Cualquiera que conozca un poco al semielfo diría que esta contento por que se ha salido con la suya y ha logrado su propósito de llegar a caballero con lo que eso conlleva, riqueza y privilegios, pero hay mucho mas.

Para Kurgan es la primera vez que forma parte de algo mas grande que él mismo, que se integra en una comunidad o hermandad, y si hasta ahora le había dominado su carácter independiente, en este caso siente que se encuentra en el lugar en el que debe, en el que el destino le ha reservado.

Por otra parte, intuye que estos momentos de felicidad contenida pasarán pronto, y que la cara amarga de su destino llegará.

La noche pasa pronto. Tras el reconocimiento, el banquete y el disfrute, llega el descanso igual de merecido. Las largas temporadas de viaje han hecho que los compañeros casi olviden la sensación de dormir en una cama. Por las ventanas del palacio se ven multitud de luces de antorchas y lámparas, iluminando las calles y  el interior de las viviendas de los insomnes. De noche, Berfôska es incluso más bonita. Tal vez gran parte de esa belleza la aporten el sonido de los guardias haciendo patrullas y la silueta recortada contra la luna de los centinelas sobre la muralla. La paz y la seguridad son el bien más valioso, en estos tiempos, y los habitantes de Berfôska duermen profundamente, sabiendo que el mal nos les alcanzará. Al menos, no sin luchar.

Llega el día, y Derek despierta a algunos tocando en las puertas. Arkaeron y Naldar informan a los demás de que un clérigo de Vecna prometió recibirles a todos hoy y darles una respuesta. El día es largo, pero no parece haber razones para demorar el encuentro, y sí muchas para buscar respuestas, ahora que pueden

Vamos amigos anima el caballero Derek cuando ya todos se han levantado no hagáis esperar a un clérigo de Vecna al que habéis pedido ayuda. Puede tener feas consecuencias.

Mirando cómo los demás se preparan, añade:

Ha insistido en que estéis todos.

El gnomo es el primero en aparecer antes las narices de Derek, presto y dispuesto para las aventuras del nuevo día.

- ¿A que me sienta bien ser caballero?

Le guiña un ojo cómplice y añade entrando en la habitación de Orphen - Vamos perezosos... Conozco gusanos más activos. Arriba! -

Kurgan intentó prepararse lo mas rápido posible después de que Derek le despertase. Habría sido un pecado hacer esperar al hombre que le había dado la oportunidad de ser nombrado caballero, y que se había arriesgado a apadrinarle frente a todos los lideres de las ordenes.

El semielfo se acercó hasta Derek y saludó a su compañero de Orden como a un igual, de la misma manera que esperaba que el caballero de la Redención dejara de ser tan altivo con él como hasta ahora.

Buenos días, Derek.

¿En serio es obligatorio ir? una cama así se tiene que aprovechar.... dice orphen cuando llega con el resto saliendo de su habitación y escuchando las ultimas frases.

Es como ese dicho, todos moriremos, pero no hace falta ir corriendo a ella, ya vendrá solita.

Derek miraba divertido las dificultades de algunos del grupo en levantarse temprano... o en acostumbrarse a una vida en ciudad. Decidió no decir nada sobre el tema, sino que contestó a Kurgan sin más.

Buenos días, Kurgan  la calidez con la que saludó al semielfo era muy distinta a la forma en la que le había tratado días anteriores. Para empezar, había usado su nombre en lugar de "mercenario" para referirse a él. De todas formas, posiblemente Derek estaba pensando en la formalidad en el trato con miembros de rango más alto, pero en lugar de eso, dijo:

Bienvenidos a vuestro primer día como caballeros. Trataremos con un Clérigo de Vecna y un caballero de alto rango, así que cuidado con lo que decís.

El Derek de siempre lo menos que pudo añadir fue:

Él es más respetuoso con las formalidades que yo.

Vanth se despertó conforme comenzó a escuchar algo de alboroto. Había descansado bien, pero su cabeza algo adormilada todavía daba vueltas sobre los acontecimientos del día anterior.

Cuando estuvo preparado, salió a reunirse con los demás, y tras saludar debidamente a los madrugadores cayó en la cuenta de que el nuevo día tampoco sería precisamente tranquilo tras escuchar las palabras de Derek.

Hoy toca clérigo... y como dice, primer día como caballeros... yo ya no sé por donde pillar todo esto...

Viendo el rostro atribulado del gigante guerrero, Kandalian se le acerca. Lo lógico hubiera sido palmearle la espalda en señal de amistad, pero la diferencia de estatura hace imposible un gesto tan normal. Así que en vez de eso, el gnomo palmea el muslo del gigantón diciendo:

- Vamos amigo. Relájate y disfruta del viaje. Somos afortunados.

Los compañeros, guiados por Derek y por aquellos que ya habían visitado al clérigo, salieron del Palacio Ducal en dirección a la fortaleza de los Caballeros de la Redención. No tienen que ir muy lejos, ni salir de la zona central de la ciudad, repleta de castillos y fuertes, en los que el edificio de los Redentores es quizá el más impresionante.

Los edificios y el cuerpo principal de las construcciones son de una estampa magnífica, maciza e imponente. La piedra gris de sus paredes se eleva cientos de pies; sus torres almenadas y sus grandes rejas son sólidas. Sin embargo, la muralla exterior no resulta tan alta ni tan gruesa como en otros castillos cercanos. En todo caso, sus accesos están abiertos para los visitantes, y Derek sabe a dónde dirigirse. Pasados los muros, en el patio exterior, intermedio entre las murallas y los grandes edificios, hay muchas banderas con el símbolo de la orden: una garra monstruosa rodeada de cadenas. Por todo el patio también hay unas cuantas jaulas, tal como recordaban Kurgan, Arkaeron y Naldar.

En el interior de la fortaleza, una vez pasada una pequeña biblioteca, todos llegan a un pequeño salón donde, a juzgar por las puertas cerradas, tendrá lugar la conversación privada.

El clérigo al que ya todos conocen, aunque sea de vista, recibe a los visitantes sentado en un sillón. Al entrar estos se levanta, sin embargo, y sonríe indicando a Derek que cierre la puerta tras él.

Enhorabuena, reclutas. Hace siglos que en Berfôska no se veía lo que sucedió ayer, tanto por número de nombramientos como por diversidad...

Mira a Amnyin y Kandalian especialmente. Su forma de pronunciar las eses recuerda al siseo de una serpiente, pero en todos sus gestos y sonrisas - más que en sus palabras - el carácter es afable.