Partida Rol por web

Nota mental: pasar por algún sitio con pergaminos mágicos, bola de fuego y conjuros de área...no quiero terminar este combate sin que lleve como mínimo un centenar de muertos.

Orphen al cabo de unos minutos de cara pensativa, empieza a cogerle la risa tonta que termina pareciendo una risa mas maliciosa que de felicidad.

Finalmente para en seco. Perdón.

Kurgan respondió a la oferta de huir dirigiéndose a Hagen pero mirando a su vez a Bohemond, buscando así el beneplácito de ambos. La contestación daba una respuesta clara y además le quitaba cierto hierro al asunto.

Por mi parte, solo necesito saber cuál será mi puesto en la guarnición, Sire.

Será un placer representar a mi raza en tal magna hazaña y en defensa del bien. Por San Culthbert que daré mi vida por esta campaña, si hace falta - dice Kandalian en una de las frases más solemnes que nadie le haya escuchado nunca.

El elfo pegó un paso al frente con entereza y vigor...

 - Mis flechas atravesarán todo corazón oscuro que levante un dedo contra el bien, ni que decir tiene que no descansaré hasta ver al último ser viviente del mal bajo tierra... No tenemos tiempo que perder, debemos preparar bien las defensas...

El nigromante observo a todos los presentes.

Asi que todos estamos pensando en lo mismo Sonrio levemente y despues miro a Hagen Podeis contar tambien con mi magia, por supuesto, eso de huir no es lo mio; ademas, no puedo dejar que mis amigos se lleven toda la diversion y la gloria.
Lamento no tener una frase bonita ni una que levante la moral, pero creo que resevare las fuerzas para la batalla Suelto una tremenda carcajada.

Por mi parte necesito ir a terminar unos preparativos, si no necesita nada mas de mi seria conveniente que fuese empezando.

Tras mis ultimas palabras, espero la respuesta de Hagen y me retiro al laboratorio.

Amyin mira a Kandalian y luego otra vez a los altos cargos. Durante el tiempo en el que le conocen, Amnyin no ha dicho mucho acerca de sus motivaciones ni sus planes, pero sin duda, estando aquí, ha decidido no dar la espalda al que parece ser el destino de todos.

Var-tza.

Dice, y luego traduce.

Contad conmigo.

Vanth se encontraba algo superado por la situación desde que llegó a Berfôska, pero al fin le pedían algo de lo que sabía que era capaz. Ayudaría a acabar con ese ejército... o moriría intentándolo.

Como única respuesta, el bárbaro asintió gravemente.

El comandante del ejército de Berfôska asiente, agradecido.

Me alegro de oir eso. La lucha será dura, pero Berfôska siempre ha resistido al enemigo.

Acompañadme dice Bohemond. El segundo comandante viste su enorme armadura negra y lleva sus armas encima. En su hombro descansa el mismo halcón que había acompañado a Derek durante las aventuras en Asbrav. El guerrero se dirige hacia la puerta de salida.

Os ubicaré en vuestros puestos y movilizaremos a los que queden mientras hacemos los preparativos. Si tenéis asuntos pendientes, aún tendréis unas horas.

La ciudad de Berfôska es recorrida a caballo por el grupo liderado por Bohemond. Pronto toda la ciudad está en pie de guerra, y los compañeros aprovechan para ver y recorrer la bella y enorme ciudad, ya que quizá podría ser la última vez. Cumpliendo su papel, mitad de mensajeros, mitad de líderes, los jinetes se separan a veces para llegar a distintos puntos y hacer llegar las noticias y las órdenes de Bohemond. Sin embargo, con la cercanía de la noche ya vuelven a estar juntos para recibir sus propias instrucciones.

El ataque se espera por la puerta del oeste, y ahí es donde iran Bohemond con sus hombres - incluidos Derek, Arkaeron y Kurgan - a resistir lo peor del combate. Naldar y Amnyin también son destinados a proteger esa puerta, pues su aguda vista será imprescindible para anticipar la llegada del enemigo, y sus ataques a distancia harán falta para contener al ejército rival. De hecho, Naldar y Amnyin, en virtud de su título de caballero, lideran las filas de arqueros, pues estos forman parte de la milicia de la ciudad. Kurgan, Arkaeron y Derek combatirán en primera fila en cuanto se haga necesario, codo con codo con Bohemond.

Por otro lado, los hombres de Hagen - incluidos Kandalian y Diana - y los mejores jinetes guardarán la puerta del noreste. Deberán resistir los ataques por ese lado y, si no los hubiera, cabalgarían por el exterior de la ciudad hacia el oeste, para plantar cara en terreno abierto a las tropas que luchen contra los defensores de la puerta oeste. Orphen y Vanth también formarán parte de este grupo, ambos bajo las órdenes de sus líderes o caballeros de mayor rango.

Sin muchas palabras, pero tristes miradas, los amigos se separan en los dos grupos. Cada uno sabe que puede que no vuelva a ver a alguien del otro grupo vivo. Todos ocupan los puestos, sobre la muralla, y miran hacia el horizonte. La noche ha caído ya, pero la luna menguante y las abundantes antorchas permiten intuir formas al menos hasta cierta distancia.

Desde el Oeste una nube negra se acerca. Parece que va a haber tormenta.

El reparto de funciones y la estrategia parecen coherentes. El grupo de compañeros queda dividido en dos. Sin duda para Kandalian, la separación de Naldar y de Amnyin es sentida. Con ambos a entablado una relación más íntima, especialmente con Amnyin.

Los gnomos son alegres para las fiestas. Pero también se ven afectados por las tristezas. Es cierto que puede ser la última vez que les vea. O que ellos lo vean a él...

- Buena suerte amigos, nos vemos tras la batalla. Fuerza y honor.

Sin más el monje se dirige a su puesto en la defensa de Berfoska. Orphen y Vanth serán buenos compañeros de batalla.

Kurgan se despidió de la mitad del grupo sin demasiada emotividad, no tiene lazos tan fuertes como los demás por el momento. Pero aun así, debido a la parte que le ha tocado cumplir en la batalla según los planes, estará deseoso de volver a reencontrarse con el resto.

No os durmáis amigos, os estaremos esperando.

Una vez ya colocados en sus puestos y teniendo a Bohemond cerca, decidió hacerle algunas preguntas sobre lo que se podrían encontrar, no por temor, pero si para estar mas preparado. Habló sin bajar la voz, pero tratando de que la conversación no se extendiese mas allá de él y sus compañeros. Las respuestas que le diese tal vez podrían llegar a encoger a los corazones mas grandes entre la milicia.

Señor, ¿ha dado mas datos Nimrod después de nuestra primera reunión?, ¿ha dicho con que fuerzas cuenta el ejercito enemigo?.... Sería bueno que los rojos hubieran llegado a un acuerdo y se hayan decidido a apoyarnos en la batalla.

El gran guerrero líder de los Caballeros de la Redención lleva su impresionante armadura negra y carga con una enorme cadena armada que es a la vez símbolo de su orden y arma predilecta. La coraza es ligeramente distinta a la armadura ornamental que vestía en el juicio, pero lo que ha cambiado verdaderamente es su cabeza, pues ahora está cubierta por un yelmo completo. Aunque se pueden ver los ojos negros a través de él, el casco imita con tanta perfección la cabeza de un demonio que hace parecer terrorífico a su dueño.

La espera parece tan incómoda para el comandante como para sus hombres, por lo que parece agradecido de ser importunado por la pregunta de Kurgan. Le mira un instante y le responde, volviendo a fijar su vista en esas nubes negras en el horizonte.

Nimrod se ha negado a dar números y otros detalles. Me parece que ha salido descontento de las negociaciones, aunque espero que no lo suficiente para traicionarnos.

Por lo último que le escuché decir a Letard, los Rojos se han comprometido a ayudarnos. Atacarán desde la retaguardia y nos protegerán de lo peor de la influencia mágica del enemigo.

Se escucha un tintineo metálico al moverse la cadena en las manos de Bohemond. A su lado, un portaestandarte sostiene, orgulloso, el pabellón con la garra rodeada de la cadena. La bandera ha dejado de ondear, porque de repente no hay viento.

Lo que sé es que hace semanas que no se ve un gnol en cien millas a la redonda... pero no nos enfrentaremos a una chusma descerebrada de salvajes, solamente. Cada adepto del Señor de la Matanza estará hoy aquí.

La separación del grupo no era motivo de preocupación puesto que cada uno tenía su lugar en la batalla, y si alguno perdía la vida era cuestión de tiempo que quizá pudieran reencontrase, el caso era como bien había preguntado Kurgan, faltaban datos...

Naldar miró a los que serían los arqueros y no pudo más que reprimir una negativa, ante tal situación, estos humanos seguramente no habían cazado ni una liebre con arco y ahora se encontraban apunto de combatir, no era culpa suya, pero tal vez sus acciones evitarían mas de una muerte si hacían bien su trabajo...

Hizo una pequeña revista para ver quien sabía usar el arco mejor que otros, y quien tenía mas experiencia, y los repartió de tal manera para que cada uno que sabía estuviera al lado de los que apenas sabían, para infundirles valor y enseñarles algunas técnicas antes del asalto, no era suficiente pero era algo, les comunicó que debían tener preparadas las flechas antes de utilizarlas, que pusieran fardos de paja al lado para tener clavadas las flechas y así no perderían tiempo en cargar los arcos...

Naldar se paseaba por la muralla dando indicaciones y aportando su valor para que los hombres allí presentes estuvieran en condiciones...

Amnyin deja a Naldar tomar el mando de los arqueros y toma un puesto elevado en la muralla. Con sus ojos blanquecinos escudriña el Oeste, buscando ser el primero en dar la señal de peligro, con su aguda vista. Mientras tanto, saca su arco y lo mantiene preparado. Cuando el combate empiece, su habilidad y su buena vista también espolearán a los reclutas arqueros que queden junto a él.

Tras la breve pero sentida despedida Vanth se dirigió a su posición junto con su grupo. Varios pensamientos se arremolinaban en su cabeza, pero entre todos ellos ellos, se hacía fuerte el firme deseo de no afrontar de nuevo la muerte de ninguno de aquellos aventureros a quienes había tomado gran aprecio en tan poco tiempo.

El nerviosismo y la tensión previa a la batalla comenzaban a sentirse en cada rincon de la ciudad, pero aquellos sentimientos dejaron de afectarle hacía mucho tiempo ya. El bárbaro estaba preparado.

Montada en su caballo, Diana da algunas órdenes. En virtud de su alto rango y de lo ocupado que está Hagen, Diana de Berfôska pone a los Caballeros del Gran Reino en sus puestos.

Kandalian, sobre la muralla. Necesitamos que seas nuestro vigía.

Tras pensárselo un poco añade.

Pero no se te ocurra saltar de ella.

Hay una sonrisa en su rostro, pero algo en su mirada advierte de verdad.

Y estate preparado para montar a caballo en cuanto sea necesario.

El maestre de la orden de Vanth, los Caballeros del Caliz, es el único de los comandantes presente en este momento, y se encarga de ubicar a los de las demás órdenes de caballería.

Vanth, monta en tu caballo. Debemos estar listos para una carga si recibiéramos un ataque, o para cabalgar hacia la puerta Oeste en caso contrario.

Desenvainando su espada, más por inspirar a sus hombres que porque sea necesario ya, Folcard habla también a Orphen.

Tu cambiarás de montura, Orphen. El Barón Letard ha insistido en que seas su portaestandarte.

Con el filo de la espada señala al caballo ya equipado con el pabellón de los Caballeros del Círculo Medio, una bandera azul con dos círculos concentrícos rojos.

¿A quién se le ocurriría saltar de la muralla? Hay que estar loco para hacer algo así!

Kandalian obedece sin chistar, contento de ser útil de manera concreta.

¡A la orden! y se encamina a su puesto.