Partida Rol por web

Historias de Horror I.

CC: 2 - Las Tierras del Reposo.

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27/05/2017, 11:42
CC: Ravengro: Aldeanos.

Estaba claro que aquellos extranjeros recién llegados no pensaban respetar a la buena gente de Ravengro y finalmente alguno de sus compañeros decidieron pararles los pies con el único lenguaje que entendían aquellos foráneos. Por supuesto ni siquiera hacía falta que fueran todos para darles una lección a aquellos señoritingos, una buena parte se quedó jaleando a sus amigos o insultando a los que ahora eran sus contrincantes.

-¡Dadles una lección!

-¡Muy bien! ¡Así! ¡Fuerte!

-Jajajajaja ¿Has visto? ¡Le va a quedar la cara buena a esa zorra!

-¡Fuera! ¡Largaros de aquí! ¡Y llevaros al necromante con vosotros!

-¡Iros o recibiréis una buena paliza!

-¿Habéis visto a ese? ¡Pero que feo que es! ¡Debe ser un engendro del mal!

Los comentarios no cesaban mientras ambos grupos se encontraban inmersos en la refriega. Los campesinos atacantes parecían seguros con el apoyo de sus compañeros que sin embargo y para fortuna del grupo no se decidían a pasar a la acción, al menos de momento.

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27/05/2017, 11:52
CC: Ravengro: Gibs Hephenus.

Gibs Hephenus sonreía satisfecho desde su posición y veía como sus paisanos daban una lección a aquellos extranjeros insolentes. Seguramente acabarían largándose de allí corriendo y nadie enterraría al profesor en el cementerio profanando aquel suelo sagrado.

Además había algo en los actos violentos que despertaban cierta adrenalina y todos los presentes podían sentirla, incluso aquel grupo de violentos hombres, y mujer, que no se habían atenido a razones.

El resto de hombres, divertidos con la situación que aún era favorable para los campesinos, seguía insultando a los extranjeros y jaleando a los suyos.

- ¡Dadles su merecido!

- ¡Sí, enseñadles lo que es bueno!

Algunos de los que seguían fuera de la pelea, convencidos de que sus amigos eran suficientes para echar de allí a aquel grupo de desarrapados, escucharon las frases intercambiadas entre Sascha y Velkan y cerraron filas en torno a Gibs Hephenus que se irguió orgulloso del respeto que transmitía a aquellos hombres. Tras eso siguieron insultándose y burlándose de los extranjeros.

-¡Eh pelirroja! ¡Si te acercas te vamos a enseñar nosotros otra cosa!

El campesino señaló su entrepierna mientras los que lo rodeaban reían la gracia. Otro, algo menos avispado se animó también y decidió gritar algo.

 -¡Si! Te vamos a bio... a vio... -Se giró hacia el que tenía al lado confuso.- ¿Violar es con be o con uve?

- ¡Que más da! -Bueno, quizás a la pelirroja si le importara, pero estaba claro que a los campesino no.- ¡Mas os vale que os larguéis o vais a recibir vuestro merecido!

- ¡Mirad a aquel! ¡Mirad como huye y se esconde! -Dijo otro señalando al Doctor Querio. - ¡Eh viejo! ¡Más vale que te vayas corriendo o acabarás apaleado como el resto!

- ¡Y aquellos parecen señoritos! ¡Partirles su cara y quedémonos con sus ropas! ¡Las venderemos por un buen dinero!

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27/05/2017, 16:28
(CC) Gruñido.

Con apenas un cabeceo de agradecimiento hacia el escudero por evitar la amenaza sobre el Amo, el cochero ve como otro de los gañanes se acerca al señorito. Da un par de pasos, mientras intenta manotear torpemente hacia el labriego, evitando que se acerque al noble ustalavo.

- ¡Fuera, fuera, que sus parto los morros! Grrrrlwwww... - El semiorco balbucea entre salivazos, que son por otra parte, el único daño que recibe el campesino.

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27/05/2017, 20:24
(CC) Konrad Mykephoros.

Cuando el campesino se le acercó amenazante el rostro de Konrad se tornó pálido. Así solían reaccionar los señoritingos cuando alguien de la plebe, con sus uñas sucias, sus dientes amarillentos y destartalados, y su apestoso hedor, se les acercaba demasiado. Pero aquello era ya el colmo, pues éste campesino llevaba una azada en la mano y Konrad estaba desarmado.

- ¡No!- Empezó diciendo mientras trataba de cubrirse con la rodela.-¡No sabéis lo que hacéis, insensatos!- Se giró y el apero de labranza le paso por encima de la cabeza.

Por los pelos...- Agradeció que Gruñido  cortara el paso a su perseguidor y así él poder refugiarse junto con las autoridades.

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27/05/2017, 20:46
(CC) Velkan Matacambiantes.

No le costó trabajo, de hecho fue bastante sencillo. Antes de que su contendiente volviera a atacarle Velkan lanzó un seco golpe con el mango del hacha a la quijada del labriego. El sonido fue similar al de una rama seca al partirse en dos. El hombre cayó de espaldas inconsciente, el matacambiantes estaba casi seguro de haberle hecho perder unos cuantos dientes en el proceso.

Los gritos e insultos no cesaban y la mayoría iban dirigidos hacia una misma persona. Velkan se giró y camino en dirección a Sascha que estaba rodeada de enemigos, allí todavía quedaba trabajo por hacer.

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28/05/2017, 13:01
CC: Ravengro: Concejal Vashian Hearthmount.

Cuando uno de los concejales ve que Konrad saca una ballesta se asusta pensando en la escalada de violencia que disparar un arma así podría desencadenar. Una cosa eran unos cuantos golpes y otra bien distinta...

- "¡Loada sea Farasma, noble señor, guardad esa ballesta no sea que pretendáis matar a alguien!" -

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28/05/2017, 13:32
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

Los gritos y abucheos de los aldeanos que eran aún más cobardes, o quizás más inteligentes que el resto como para acercarse, llegaban lejanos. Ni siquiera cuando parecen referirse a mí directamente insultando o amenazando les hago el mínimo caso, pues era como escuchar a un conejo decir que va a sacar alas y echar a volar.

Ni entre todos tendrían fuerza suficiente para conseguir abrirme las piernas.

Me centro en aquellos que sí intentan golpearme. No parece un trabajo demasiado complicado, teniendo en cuenta que son débiles y torpes, y que al lanzarse con aquella mala técnica se golpean solos y caen al suelo.

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28/05/2017, 21:55
(CC) Velkan Matacambiantes.

El terreno era inclinado y eso no facilitaba el movimiento, además tuvo que apartar a un tipo que ya estaba fuera de combate, pero finalmente llegó hasta el lado de Sascha, aunque no le sirvió de mucho. El combate en aquella zona estaba más que controlado, así que quedarse allí no iba a ser demasiado útil para él, ni para sus compañeros. Con gesto de fastidio por el tiempo perdido elevó la vista ladera arriba y clavó su mirada en el resto de aldeanos que seguían vociferando y en su cabecilla, todavía quedaba trabajo por hacer.

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28/05/2017, 22:36
(CC) Gruñido.

Los esfuerzos de Gruñido se perdían en el mayor alcance que le daba el apero de labranza al campesino. A pesar de que era indudablemente mucho más fuerte, el otro tenía la ventaja del arma. Así que Gruñido echó mano de algo que siempre llevaba encima y que creía que bien podía hacer relinchar a más de un labriego, su fiel fusta.

- Grrrwwwllll, ahora síiiii, toma, toma y toma, ¡Te curto el lomo, piltrafa! -

El cochero blande su herramienta de trabajo con una rapidez y precisión envidiables y fustiga al aldeano en las corvas y los riñones, arrancándole gritos e improperios a cada golpe. Tras dejar a su oponente lamentándose de sus verdugones, Gruñido ve que el hermano del amo se acerca a la multitud, y viendo que el señorito está a salvo, hace sonar su fusta en el aire en elocuente respaldo al noble.

- ¡Que sus azotooooo! -

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29/05/2017, 04:13
(CC) Janos Dimitriev Mykerinos.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADIO.

POR LA MAÑANA, TIERRAS DEL REPOSO.

Los ánimos se caldean demasiado y nada de tiempo pasa hasta que los granjeros nos comienzan a golpear con sus herramientas de labranza. No pierdo un momento y me muevo hacia uno de ellos, que rodeó al grupo para atacarnos por la retaguardia. Saco mi cimitarra, aunque no con ánimos de asesinarlo, sino de responderles con la misma moneda.

 - "No saben con quienes se están metiendo y Sarenrae no permitirá que se salgan con la suya, pues son unos insensatos y merecen un castigo."

Le lanzo un golpe con el pomo de mi cimitarra, impactándole entre las cejas y dejándolo inconsciente. Luego miro a mi alrededor y me doy cuenta de que hay otro enemigo cercano. Avanzo hacia él y le lanzo un golpe con el lado del filo de mi arma, intentando que el metal en la cabeza le ponga a dormir, mas mi golpe falla por un buen trecho.

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29/05/2017, 05:54
CC: Ravengro: Aldeanos.

A medida que los aldeanos atacantes iban perdiendo su ventaja inicial y poco a poco iban siendo vencidos el ímpetu de sus amigos parecía disminuir y también las ganas de unirse a la refriega en vista de como estaban las cosas. Tan solo cerraban filas entorno a su cabecilla y los gritos de ánimo e insultos también parecieron disminuir.

-¡Venga darles su merecido!

-¡No dejéis que esos señoritos os amedrenten!

Pero no parecían muy convencidos ni que sus compañeros fueran a resistir mucho más a pesar de los ánimos, estaban más pendientes de que Gheorghe no se acercara más y comenzaron a preparar sus hazadas y aperos si así lo hacía.

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29/05/2017, 11:46
(CC) Konrad Mykephoros.

- Pretendo que no me pongan sus sucias manos encima.- Contestó al alcalde no sin cierto desdén. -¡Haz que paren!- Gritó amenazante hacia el viejo que lo había iniciado todo.

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29/05/2017, 17:28
(CC) Gruñido.

La primera intención del cochero fue respaldar al noble ustalavo, pero en ese momento escuchó con sus sensibles orejas un quejido cuyo tono conocía bien. La vio caer al suelo como a cámara lenta, mientras un esputo sanguinolento salía despedido de su rostro. Gruñido sintió como la periferia de su visión se teñía de rojo, y sus piernas y manos se movieron antes de saber qué estaba haciendo.

- ¡¡Saschaaaaa!! ¡¡¡¡GrrrROOOAAARGGGHHHH!!!! -

El impacto de la fusta en la cara del aldeano lo marcó con un feo verdugón inmediatamente, que de abrirse le tendría comiendo sopas un tiempo. Una nube de sangre gemela a la que acababa de provocar con su apero se propulsó de su boca, pero esta incluía algunos dientes. Sin opción a réplica, el aldeano cayó al suelo como un saco de patatas.

Gruñido habría seguido golpeándolo, pero la preocupación por su hermana lo retuvo en comprobar su estado. Ahora que la veía en el suelo, le faltaba el aire y sus piernas le fallaban. Pocas cosas asustaban al mil veces vejado Gruñido, pero ver a Sascha sangrando en el suelo, era una de ellas.

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29/05/2017, 17:58
(CC) Konrad Mykephoros.

De nuevo aquella presión en los tímpanos que parecía que le fueran a explotar con cada latido de su corazón acelerado. La visión de Sascha cayendo tras el golpetazo de uno de aquellos desalmados no hacían más que provocar su furia. Apretó con tanta fuerza el tablero de su ballesta que la madera protestó como si fuera a agrietarse y sus nudillos se tornaron blancos por la falta de circulación sanguínea.

Hijos de puta...- No entendía cómo habían llegado a aquella situación cuando podían haber hablado las cosas. Podría haberle hecho entender a Kendra que, si los aldeanos no querían que el Profesor fuera enterrado allí, debían buscar otro lugar. Más valía prevenir que curar después. No era sería agradable encontrarse un día la tumba profanada. 

Afortunadamente para Konrad, Gruñido se ocupaba del problema, diluyendo la tensión acumulada en sus músculos. Al menos en parte. Necesitaba saber que Sascha aún vivía. 

- ¡Fuera de aquí energúmenos!- Espetó a los aldeanos que empezaban a retirarse y, por si aún les quedaban ganas, realizó un disparo de advertencia con su ballesta.

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29/05/2017, 18:20
(CC) Velkan Matacambiantes.

Sascha podía defenderse de aquel tipo y acabar con él, sin embargo quedaban muchos más enemigos potencialmente peligrosos de los que ocuparse o eso era lo que había pensado Velkan cuando decidió ir ladera arriba para cargar contra el resto de aldeanos y su cabecilla, sin embargo las cosas no salieron como él había esperado.

Escuchó el golpe a su espalda y acto seguido el terrible grito de dolor del semiorco, el cazacambiantes giró su cuello y vio caer a Sascha al suelo herida, luego no pensó con claridad. Únicamente agarró su hacha con fuerza y deshizo el camino andado dispuesto a acabar con aquel tipo. Sus músculos estaban en tensión, su mirada fija en el aldeano que quedaba en pie y posiblemente gritó, algo inteligible y poco amable mientras se preparaba para golpear.

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29/05/2017, 22:33
CC: Ravengro: Aldeanos.

El combate pronto se inclinó hacia el lado de los extranjeros a pesar de que uno de los campesinos había conseguido tirar a Sascha al suelo y dejarla inconsciente, pero ya solo uno quedaba en pie y no en muy buenas condiciones.
El otro grupo se debatía entre ir a ayudar a sus amigos o guardar la distancia. Un gesto con la cabeza de Gibs Hephenus fue suficiente para que todos le siguieran en una retirada algo desordenada alejándose del grupo y profiriendo protestas.

-¡Esto no va a quedar así! ¡No podéis llegar a nuestro pueblo y hacer lo que os plazca!

-¡No pensamos permitir que se entierre en nuestro cementerio a un necromante!

-¡Bandidos! ¡Desalmados! ¡Necromantes! ¡Sois todos unos necromantes, como el Profesor!

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29/05/2017, 23:04
(SA) Gheorghe Mykas.

Después de bajar el ataúd, aquel desagradable asunto se resolvió de manera muy breve. Parte de aquellos desgraciados se lanzaron a por ellos, aunque gracias a los dioses no tenían intención de matarles... Y la comitiva de la que formaba parte también se contuvo de derramar sangre de los pueblerinos. En un principio el paladín echó mano de sus armas y se movió para apoyar contra el enemigo más cercano, solo para encontrarse que cayó poco después.

Sin embargo, al norte, un núcleo de más aldeanos, junto con el que debía ser su líder, seguía en reserva y jaleando a los villanos que se habían lanzado a por ellos. Con decisión, Gheorghe avanzó hacia ellos y, cuando estuvo a una distancia adecuada, apuntó con su espada larga a la turba, alzando la voz.

-¡Dispersaos! ¡No deseamos haceros más daño, y bastante habéis tensado nuestra paciencia y la de los dioses provocando altercados en un lugar de descanso!-dijo con convicción, incluso con cierto tono que prometía justo castigo para aquellos que no cesaran su actitud de inmediato. Y aquello pareció funcionar, a juzgar por como retrocedían. Al girarse para comprobar como iba la situación detrás, observó dos cosas.

En primer lugar, a Konrad con una ballesta en las manos. ¿En qué diablos pensaba? Podía matar a alguien con ella, y bastante había ensuciado ya el linaje como para añadir un asesinato en suelo sagrado a la lista. Sin embargo, ese asunto debería esperar, pues en segundo lugar vio a Kendra. Sola. Y con uno de aquellos tarugos peligrosamente cerca. Avanzó todo lo rápido que pudo para interponerse entre la mujer y el peligro, aunque por fortuna el combate, si es que se podía llamar así, acabó poco después. La salvaje que viajaba con Konrad estaba en el suelo, así como todos los atacantes. El resto de la turba se batía en retirada, lanzándoles improperios.

El paladín no pudo evitar fruncir el ceño y cierto rictus de ira cuando le acusaron de nigromancia, pero debía dejarlo pasar. La ignorancia era así de atrevida. Además, ahí llegaba el sacerdote con los enterradores, exigiendo el cese de las hostilidades. Obediente, Gheorghe guardó la espada y el escudo, a la espera de que la ceremonia prosiguiera, si es que aún estaban a tiempo de tal cosa. 

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30/05/2017, 04:01
(CC) Janos Dimitriev Mykerinos.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADIO.

POR LA MAÑANA, TIERRAS DEL REPOSO.

Los irrespetuosos y violentos aldeanos comienzan a caer inconscientes, pero no sin antes derribar a Sascha con un golpe en el rostro. Molesto por ello pero viendo que tiene suficientes de los nuestros cerca de ella, avanzo hacia los que quedan atrás, incentivando al resto para quitarles las ganas de violencia.

No alcanzan mis pasos a llevarme hasta ellos cuando comienzan a huir. Identifico al líder de ellos, el viejo que comenzó todo y que de seguro es el mayor instigador. Cargo contra él y le golpeo con la parte plana de mi cimitarra en las nalgas, espoleándolo para que siga corriendo pero asegurándome de que se lleve un buen moretón de recuerdo por su insensatez:

 - "¡Largo de aquí, ignorantes e idiotas! ¡Que Sarenrae no permita que los vuelva a ver pues hoy se han deshonrado a sí mismos!"

Dejo que sigan huyendo mientras les veo irse, con un sentimiento que es una mezcla de alivio por ver esto terminado y profundo pesar por tener que haberlo hecho. Me molestan mucho las gentes que se vanaglorian de sus prejuicios y actúan con impertinencia. El brazo justiciero no debe dudar ante el mal, pero debe preocuparse bien de identificarlo antes de eso. Estos estúpidos juzgaron mal al Profesor Lorrimor y a nosotros, por eso pagaron con dolor y humillación, solo porque somos piadosos, pues en otros lugares del mundo, sus blasfemias bastarían para derramar su sangre.

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30/05/2017, 17:14
(CC) Konrad Mykephoros.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADIO.

POR LA MAÑANA, TIERRAS DEL REPOSO.

Al ver que los matones del pueblo huían con el rabo entre las piernas, Konrad se apresuró, junto a Gruñido, hacia el cuerpo inerte de Sascha. Volvió a colgar su ballesta a la espalda para colocar un espejito metálico exquisitamente tallado en las fosas nasales de la mujer. Enseguida pudieron ver que éste se empañaba.

- Respira.- Dijo aliviado. Limpió el vaho formado sobre el espejo y aprovechó para verse en su reflejo. En un gesto totalmente interiorizado el noble Konrad se recolocó el cabello negro tiznado de plata. Era inevitable que toda la escena vivida, y con Sascha de aquella guisa en su regazo, le hiciera rememorar su primer encuentro con sus dos fieles sirvientes.- Dame un poco de agua, Gruñido.- Sacó un pañuelo de seda bordado con el ilustre nombre de su familia y lo humedeció con el agua que le ofrecía el semiorco. Con sumo cuidado colocó la cabeza de la mujer sobre sus rodillas y le limpió la herida.- Doctor, ¿cree que pueda ayudarla?- Sus conocimientos médicos eran muy limitados y no estaba seguro de poder ocuparse de ella. Por supuesto podía pagar para que un médico la atendiera, aunque quizá tuviera que empeñar alguna de sus valiosas pertenencias. No estaba en su momento más boyante y la falta de calderilla era un problema.

¿Cómo habían llegado hasta ese punto? En su humilde opinión, a la comitiva mortuoria le había faltado mano izquierda. Su hermano parecía tan encorsetado de mente como en su flamante armadura. Y qué decir de Velkan. No dejaba de ser un bárbaro irascible e indomable. Si le hubieran dejado interceder estaba seguro de que hubiera podido arreglarlo todo y sin que nadie hubiera salido herido. Negó con la cabeza pero, en el fondo de su alma, hubiera deseado no controlarse tanto y haberles dado su merecido a esos paletos con sus propios puños. Estaba cansado. Cansado de resistirse a las tentaciones. Era agotador. Aunque su hermano no lo reconociese, había cambiado durante todos aquellos años sin verse. El autocontrol se había vuelto el pilar central en torno al que giraba su vida.

Durante la ridícula refriega se había mantenido lo más discretamente al margen, simulando proteger a las autoridades que les acompañaban. Los muy tontos, lejos de agradecérselo, le habían recriminado que sacara la ballesta, como si estuviera tan loco, o fuera tan tonto, de utilizarla en aquel lugar sagrado y de descanso eterno. No. Había sido una medida disuasoria. Para que no osaran ponerle la mano encima. Los pueblerinos que jaleaban a los suyos y caldeaban el ambiente no sabían lo que hacían. ¡Insensatos! Los pobres ignorantes temían a un nigromante muerto sin saber que aquel grupo, al que se habían enfrentado por sus estúpidas supersticiones, podían haber acabado con todos y cada uno de ellos en un abrir y cerrar de ojos.

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30/05/2017, 17:40
(CC) Velkan Matacambiantes.

INVIERNO DE 4711 RA:

DÍA DE LA LUNA, 3 DE ABADIO.

POR LA MAÑANA, TIERRAS DEL REPOSO.

No era lo que le apetecía, ni lo que quería en ese momento pero los aldeanos no habían dejado otra opción posible, el combate era inevitable. Dejó el ataúd con sus compañeros y se preparó para el combate. No les quedaba más remedio, iban a tener que enseñar a esos paletos que habían insultado al difunto equivocado.

Uno de los aldeanos le cargó con uno de sus aperos de labranza, Velkan lo esquivó con desgana y lo dejó sentado de un golpe con el mango de su hacha, no tenían que matar a nadie salvo que fuera totalmente inevitable y en aquel momento no era inevitable. La multitud enemiga jaleaba a sus compañeros para que golpearan a Sascha, era la única mujer y aunque combatiera mejor que muchos que ellos, la percibían como el rival más débil. Bevelek trató de llegar hasta ella para ayudarla, pero cuando lo hizo la situación parecía controlada por lo que se dio media vuelta para combatir al grupo grande. A medio camino entre ambos escuchó el ruido de un golpe sordo y a Gruñido, Sascha había sido herida. Con rabia se dio la vuelta pero él ya no tenía nada que hacer. Los enemigos huían como las ratas que eran y ella estaba herida. El salvaje apretó los dientes más enfadado consigo mismo que con los atacantes.