Partida Rol por web

SEMANA DE LA SIEMBRA DEL AÑO 4703.

DÍA 21 DEL MES DE FARASTO.

Por la tarde, en la casa del Profesor Petros Lorrimor, en Ravengro.

Tardó en procesar lo que estaba sucediendo pues era algo que él no podría haber imaginado ni aunque le dieran muchos años más de vida. Notó el contacto de Gruñido aunque no fue capaz de escuchar lo primero que dijo. Sus brazos envolvieron al semiorco, primero con duda y luego con firmeza al notar como la fuerza del joven le hace levantarse del suelo. Su abrazo termina siendo cariñoso y enérgico también como si quisiera atrapar una sombra que se fuera a evaporar de su lado si no la apresaba con fuerza. Tras aquel emotivo gesto de cariño con su hermano, soltó al joven para hablarle.

—Vaya, si que has crecido. Estás más grande y fuerte que nunca.

Era algo obvio aquello, pero dada la situación era un milagro que Velkan fuera capaz de articular palabras y que éstas fueran medianamente coherentes. Escuchó las palabras de Sascha y estuvo a punto de responder de golpe. Quería decir todas las cosas que él había pensado, todas las opciones que había barajado, las posibilidades que había surgido en su cabeza mientras pensaba en los posibles destinos de sus hermanos.

—Yo... pensé muchas cosas.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

MÁS AVANZADA LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

No entendí absolutamente nada de lo que Gabriel me explicó sobre ese otro lado. Bueno, quizás lo de las pesadillas, y los cambiaformas, pero no me imaginaba que realmente existieran pesadillas peores que las que yo tenía de vez en cuando con horribles dioses, bebés deformados, mujeres diabólicas que parían dichos bebés, y un nigromante que lo observaba todo desde lejos.

- Consejos a este lado... No le hagas caso a Querio, sólo dice tonterías. Te diría lo mismo de Gheorghe, pero no está. Es quien está al otro lado por ti. 

Volví a sentarme en la silla. Era evidente que estaba inquieta.

- Mmmm... Bueno, cuidado con los habitantes de este pueblo. En cuanto les des la mínima escusa, te tirarán piedras e intentarán quemarte en una hoguera. 

Las siempre inquietas pupilas se centraron una milésima de segundo más que de costumbre en el fuego. Un recuerdo que provocaba ira, y miedo, las atravesó un instante. Intenté disimularlo con un suspiro y rascándome la cabeza.

- No sé, supongo que para ti será más fácil este lado que para nosotros aquel. Tú ya has estado aquí.

Me encogí de hombros. Parecía triste, o preocupada, o quizás ambas cosas.

SEMANA DE LA SIEMBRA DEL AÑO 4703.

DÍA 21 DEL MES DE FARASTO.

Por la tarde, en la casa del Profesor Petros Lorrimor, en Ravengro.

La frase de Velkan en respuesta a lo que había pensado de él, me deja más confusa aún, pues no consigo entender cuáles son todas esas cosas que dice haber pensado. Por otra parte, es una respuesta que me extraña mucho en alguien que siempre ha sido directo. Quizás no quería decir nada delante de Gruñido, pero es evidente que su ambigüedad me molesta, pues mi postura se relaja en cuanto al impacto inicial, pero cruzo los brazos en un gesto defensivo y de rechazo.

- Muy bien.

Quizás se siente con derecho a recriminarme algo.

Tras eso, miro a Konrad, esperando que él diga algo. Cualquier cosa que rompiera el momento de tensión formado entre los tres salvajes.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 15 DEL MES DE FARASTO.

ENTRADA LA NOCHE

Finca de Alabustriel (en Colina Carroña, Versex, Ustalav)

El día había transcurrido tranquilo, entre descansar, jugar con las piezas que Konrad le había regalado a Gruñido, conocer al escaso servicio de la casa, y aprender a no perdernos en ella con tanto pasillo y puerta. En más de una ocasión había terminado en la cocina buscando la puerta de salida, para horror de las que allí estaban.

Por suerte aquellas confusiones parecían hacer las delicias de Konrad, que rara vez se escondía para reírse de las cocineras que salían sartén en mano a modo de escudo, e intentando no mirarme directamente, como si pensaran que si lo hicieran se fuesen a convertir en estatuas de sal.

Al menos, había prestado buena atención para saber llegar de nuestro cuarto al de Konrad, aún en la oscuridad. Y estaba oscuro, entrada la noche como fue cuando allí me presenté.

Momentos antes había trasteado entre mis cosas buscando una de mis cajitas con hierbas, y había cogido una de ellas. La llevaba en la mano. Era prácticamente lo único que llevaba encima, pues el camisón que me habían prestado para dormir, seguramente propiedad de algún miembro femenino del servicio que se había marchado me quedaba tan ajustado que me preguntaba si realmente a esas mujeres les resultaba cómodo llevarlo para estar en la cama y descansar, así que había tenido que romper muchas de las costuras para abrir el cuello y hacer más ancha la falda, de forma que ambas piernas estaban en los laterales prácticamente al aire. También había arrancado las mangas y la prenda se sujetaba con apenas dos jirones a los hombros.

No llamé a la puerta. No tenía esa costumbre. La entreabrí directamente, aunque no demasiado. Lo suficiente para asomarme por ella.

- Konrad, soy yo.

SEMANA DE LA SIEMBRA DEL AÑO 4703.

DÍA 21 DEL MES DE FARASTO.

Por la tarde, en la casa del Profesor Petros Lorrimor, en Ravengro.

Tanto Konrad como el Profesor se habían apartado un poco para que los salvajes se saludaran. El noble estudió el saludo de cada uno de nuevos sirvientes y no pudieron ser más diferentes. El de Gruñido mostraba su afecto y que había echado de menos a Velkan, mientras que el de Sascha fue frío y distante, pero recíproco por parte del gigantón. Se palpaba cierta tensión en el ambiente pero, al estar en casa de Petrus, Konrad dio un paso adelante para estrechar la mano de Velkan y presentarse.

- ¡Bueno! Qué inesperado y feliz reencuentro, ¿no? No nos conocemos. Mi nombre es Konrad Mykephoros, Señor de Alabustriel, viejo conocido del Profesor Lorrimor. Encantado.- Sonrió sin mostrar los dientes para no asustar al enorme salvaje.- Cierto es que Gruñido ha crecido desde aquel incidente con los aldeanos, pero no me sorprende ya que come como una lima. Se ha convertido en un excelente cochero.- Dijo para que Velkan viera que ahora estaba a su servicio.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 15 DEL MES DE FARASTO.

ENTRADA LA NOCHE

Finca de Alabustriel (en Colina Carroña, Versex, Ustalav)

En cuanto Sascha se asomó por la puerta y habló, la figura que reposaba en la cama se volvió hacia ella sobresaltada. Konrad no solía dormir mucho. Tenía insomnio, sobre todo  provocado pro terribles pesadillas. La visión de su yo interior, libre cuando las barreras del subconsciente caían, le resultaba inquietante cuanto menos. 

- ¿Sa-Sascha?- Preguntó aún sorprendido incorporándose en la cama. Tenía la lengua con un regusto agrio de haber estado bebiendo antes de tumbarse en la cama. Había una copa de vino vacía reposando en la mesilla de noche junto a una botella de buen vino a medio terminar. El noble vestía sólo la ropa interior que, por otro lado, le cubría del cuello hasta los pies.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

MÁS AVANZADA LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

- Querio y Gheorghe- repitió, intentando grabar en su mente aquellos nombres sabiendo que algo le unía a ellos pero sin saber el qué. Aquellos ejercicios en los que intentaba forzar su memoria, ejercitarla como un músculo atrofiado, se habían probado del todo vanos. Tan solo la casualidad producto de la pérdida se había probado útil en una ocasión, haciendo crecer la sensación de que no servía de nada esforzarse. No obstante el detective no se había rendido y no tenía intención de hacerlo. La casualidad no era más que una causalidad travestida cuando el observador desconocía las razones que la atañían, así que bien podía estar mejorando la salud de ese músculo atrofiado aun cuando este no mostraba mejoría a corto plazo.

- Tendré cuidado. Seré cauto. Gracias.

No entró a afirmar o desmentir lo que opinaba de la suposición de la mujer pues él tampoco lo tenía muy claro. Podía ser que su yo pasado ya hubiera estado allí, que lo conociera y se desenvolviera con normalidad, pero el presente no era sino un recién nacido ignorante de todo salvo de aquello que le permitía ser un adulto relativamente funcional. Y casi debía dar gracias por ello, por cosas como que al menos podía hablar.

- Pero dime, ¿qué te pasa?- preguntó no pasándole inadvertido el gesto de sascha.- ¿Qué te pasa de verdad, quiero decir? Si puedo preguntar, por supuesto.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 6 DE ABADIO.

MEDIO DÍA.

TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

Escuchó con interés los reproches que ambos hombres dedicaban a las gentes del pueblo, reproches que no podían haber nacido más que de un grave desencuentro anterior a la llegada del detective, uno que no tenía nada que ver con la semiorca pero que en algunos casos sumaba y acrecentaba el rencor que en tierra fértil ya arraigaba. Curiosamente, el fruto de aquel árbol, el odio y la desconfianza, no muy diferente era al que los habitantes de Ravengro ya cultivaban.

- Oh, no se preocupes, a mí no me va a ofender- intervino con una risotada antes de hundir su bigote en la jarra de cerveza. Para cuando lo sacó a su bigote le había salido otro bigote blanco.- No obstante, don Janos, despoja de todo valor a la cobardía cuando esta es una forma más de supervivencia. En no pocas ocasiones es la más lógica y en muchas, la única. No todo el mundo es un guerrero y por tanto no todo el mundo puede comportarse como tal. Tampoco hay que olvidar que también requiere valor levantarse cada amanecer y pasarse todo el día doblando el lomo para sacar un jornal con el que mantener a una familia. Es normal que ante cualquier cambio que pueda alterar este equilibrio ya precario del que depende la supervivencia del marido, la mujer y los hijos, la gente se revuelva intentando que todo vuelva a como todo era y había sido durante toda la vida. No hay que culpar a la ignorancia de ello, porque culpando al ignorante por ser ignorante sin hacer pedagogía, lo único que se consigue es perpetuar la situación. Es más, quién de nosotros no es un ignorante en algún aspecto. Nada conseguimos reprochándonoslo. Para el cambio hace falta paciencia, tiempo y esfuerzo, igual que para el aprendizaje, y al final todo termina cayendo por su propio peso.

Con una sonrisa y un largo sorbo acabó con el contenido de su jarra. No la había devuelto a la mesa cuando el detective ya levantaba la mano pidiendo otra.

- En cuanto a la endogamia la única desventaja que le encuentro es que la prima sea fea- y mientras la carcajada que soltó se abría paso entre las mesas, vio acercarse a Gruñido.- No, gracias a los dioses aun no hemos acabado. Acabo de pedir otra jarra. Ven, siéntate, tómate tú otra- dijo, alzando la mano para que trajeran dos cervezas en lugar de una-, y súmate a la conversación. Y perdona que te tutee. Por cierto, gracias, que antes no me dio tiempo a decírtelo.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 15 DEL MES DE FARASTO.

ENTRADA LA NOCHE

Finca de Alabustriel (en Colina Carroña, Versex, Ustalav)

Cerré la puerta con cuidado tras de mí, lo más silenciosamente posible, y de la misma forma silenciosa gracias a los pies descalzos me acerco despacio hasta la cama.

- No pretendía sobresaltarte. Gruñido está dormido y quería aprovechar el momento para agradecerte lo que no pude anoche, - digo refiriéndome al intento frustrado por parte de la Bestia, - pero quizás estás muy cansado. Si quieres, me marcho.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

MÁS AVANZADA LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Por un momento miré a Gabriel con sorpresa en los ojos, hasta que recordé que él no recordaba nada, y que la mañana del entierro no estaba allí. Entonces, con renovado cansancio, vuelvo a mirar al fuego.

- Hemos enterrado al Profesor Lorrimor, y eso me pone triste. Gheorghe, Alexei, y ese otro lugar al que se nos lleva la niebla amarilla me preocupan. No entiendo a Velkan, ni su indiferencia, después de todo. Me preocupa que Gruñido se sienta solo, y me preocupa la seguridad de Konrad.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 6 DE ABADIO.

MEDIO DÍA.

TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

Gruñido no sabía lo que era tutear, pero ya que el señor Alarico le estaba pidiendo perdón y dándole las gracias a la vez cabeceó en su dirección de manera deferente. Bien era cierto que debían sacar a la mestiza de la prisión, pero quizás una cerveza le calmara algo los nervios para acometer más templado la tarea que debía llevar a cabo.

– Grwwllll… No ser necesario señor Alarico, ojala poder hacer más. Gruñido tomar una jarra pero sólo una por favor, acompañar después. –

El cochero hizo un gesto pidiendo una jarra mientras daba vueltas a las normalmente siempre enrevesadas palabras de Gabriel. No es que Gruñido no entendiera lo que decía, era el cómo lo hacía el que lo dejaba algo parado.

– Señor, lomos rotos de gente de casas de piedra no dar pena a Gruñido. No ser de mucho valor querer quemar a una chica y a un niño ocultos por la noche. Gruñido no tener mucho aprecio a gentes de casas de piedra. Pero señor Konrad ser respetado por ellos y Gruñido respetar eso. Así que Gruñido ayuda. Ser ignorante no malo, pero sí usar ser ignorante para hacer el mal sin recibir castigo. Si alguno hacer mal a amigos o familia de Gruñido, sentir peso, pero de su bota en cuello… Grrrrwwwlllll. –

El discurso del semiorco se apaga cuando el posadero se acerca con la jarra, y un sonoro relamer precede a una largo trago. Parece que el cochero tenía sed.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

MÁS AVANZADA LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Nombres y más nombres se fueron sumando como gotas a un océano. Allí se diluían y perdían esperando a ser rescatados en el momento en el que consiguiera ver el rostro con el que asociarlos. Ya había varios rescatados en la balsa gracias a los esfuerzos de aquellos que volvían a ser recordados, que poco a poco le ayudaban, que poco a poco sumaban sus esfuerzos a los propios.

- Para la soledad hay una solución muy sencilla, señorita, y es recordar a la persona que puede creerse sola que está en compañía. No temas... esto... decirlo. Y recordárselo a ese tal Gruñido. También eso. Esta no es una de esas situaciones en las que el silencio puede servir de algo.

Sonrió sin saber muy bien por qué había dicho aquello. Quizá porque él había despertado solo y frente al desconcierto y al miedo había encontrado fortaleza en unos aliados que le habían hablado no solo con palabras sino compartiendo y combatiendo juntos sus desgracias.

- Por lo que entiendo...- prosiguió repasando las palabras de Sascha, cerrando los ojos intentando concentrarse mientras las nieblas de la inconsciencia amenazaban con llevársele- quizá seguridad e indiferencia se deben ambas a lo mismo. Con ambas quizá se intenta no preocupar. Quizá es la forma de quitarle importancia. Aunque al parecer han conseguido todo lo contrario. Confía en ellos. Pero permanece cerca por si la seguridad flaquea o indiferencia se torna en preocupación. Apóyales llegado el caso.

Con un resoplido Buscador se dejó caer de nuevo pesadamente sobre el respaldo.

- No me hagas caso. Puede que sea la rama de sauce o la pérdida de sangre, pero parezco más un sacerdote, un guía espiritual o un confesor, que un detective.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 6 DE ABADIO.

MEDIO DÍA.

TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

Gabriel Alarico habla de forma divertida acerca de lo que le hemos dicho y me propongo a contestarle cuando veo que Gruñido entra en la taberna. Le indico con la mano donde estamos para que se acerque. Cuando llega a nuestro lado, acepta tomarse una jarra de cerveza con nosotros, a lo que asiento y le indico al tabernero que le sirva una también.

Cuando nuevamente quedamos con cierta intimidad, le contesto a sus palabras, usando las de Gruñido también:

 - "No comparto su visión, Señor Alarico. El verdadero valor es hacia otros, no hacia sí mismos. Cuando un granjero se levanta cada mañana no demuestra valor sino solo se mantiene en su zona de confort. La cobardía es amiga de la autocomplaciencia y si todos en este mundo actuásemos satisfaciendo solamente nuestra propia supervivencia o intereses, le aseguro que este mundo sería un lugar aun más oscuro. Para la gente es muy cómoda quedarse en donde están, por más que no sea una situación ideal y eso se llama zona de confort. Salir de ello para buscar una vida mejor, eso es valor, incluso si eso requiere huir de un enemigo invencible pues no se debe confundir valor con deseos suicidas o sacrificio. La cobardía es despreciable en todos los aspectos."

Bebo un trago de mi jarra de cerveza antes de continuar:

 - "Y tiene razón en que todos somos en parte ignorantes. Yo a pesar de ser de familia noble y dedicarme a lo que me dedico, no termino de dominar la lectura fluida ni la escritura. Estoy cerca pero todavía no soy letrado, pero tal como dice Gruñido, la ignorancia no es excusa. Culpo a la ignorancia cuando se utiliza como justificación para la maldad o el daño, así como a quienes la poseen y no intentan disminuirlas pues nadie nace sabiendo pero es nuestra obligación intentar superarnos. En una situación clásica de este pueblo, en la que los pobladores podrían escuchar a quienes saben e intentar aprender de ellos, simplemente les miran como peligrosos y se dedican a hacer daño en nombre de sus creencias. Usted no estuvo en el entierro del Profesor Lorrimor, cuando unos paletos nos atacaron diciendo que en su camposanto no se sepultaría a un nigromante y no sé qué cosas más. Esa es la expresión de la ignorancia que todos despreciamos y que aquí se hace patente a diario."

Me río con lo que dice de la prima fea y le respondo, aún con una sonrisa en la boca:

 - "Todos saben que los hijos entre parientes cercanos como primos y hermanos, son retrasados. Debe ser un castigo de los dioses por mirar a quienes no debemos. El hecho es que creo que en este pueblo se han acostado entre hermanos por siglos para terminar así."

Sonrío ante la idea. La verdad es que todos saben que los hijos de familiares tienen problemas en sus cabezas: Son tontos o locos directamente. Lo más seguro es que sea alguna clase de maldición divina o algo así pues no se me ocurre nada más que pueda tener que ver con ello. Quizás sus humores están contaminados o algo así. Quizás algún día investigue aquello.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 15 DEL MES DE FARASTO.

ENTRADA LA NOCHE

Finca de Alabustriel (en Colina Carroña, Versex, Ustalav)

Con aquella mujer no sabía a qué atenerse. En su mente de hombre le parecía que se estuviera insinuando, otra vez, pero no podía llegar a creérselo después de lo de su primer violento encuentro. ¿Acaso quería morir siendo aplastada por La Bestia?

- ¿Cansado?- Negó con la cabeza a a vez que apartaba las sábanas de un gesto con el brazo. Se giró en la cama para meter los pies descalzos en sus pantuflas forradas de piel de borrego.- No, no lo estoy. No es eso.- Desde luego la mujer era apetecible.

¡Y mira qué pintas lleva!- El noble no pudo evitar recorrer a femenina figura de Sascha embutida en aquel estrecho camisón que había rasgado para sentirse más cómoda. El resultado era verdaderamente excitante.- Lo que me sorprende es que...bueno, que aún quieras. Es demasiado peligroso, no puedo controlarlo.- Y como si estuviera hablando de su sexo (y no de una horrible bestia verde que cohabitaba en su interior) éste comenzaba a tener vida propia, empezando a marcar su forma en la tela de la entrepierna. Algo ruborizado cruzó las piernas. Al menos no escuchaba tambores lejanos.

SEMANA DE LA SIEMBRA DEL AÑO 4703.

DÍA 21 DEL MES DE FARASTO.

Por la tarde, en la casa del Profesor Petros Lorrimor, en Ravengro.

La mirada de Gruñido pasó de Velkan al amo Konrad y por último asintió a las palabras de éste último. Tenía razón, años de mal vivir hacían que el semiorco tratara la comida abundante al alcance de la mano como un bien que no sabía cuánto duraría, así que se atracaba siempre que podía.

Quizás en un humano eso hubiera dado en un sobrepeso rápidamente pero su metabolismo semiorco hacía que convirtiera toda esa comida en denso hueso y duro músculo, así como haberle hecho crecer hasta cerca de la cabeza de Sascha.

– Grwwwlll… Sí, Am…Señor Konrad tratar bien Gruñido, enseñar muchas cosas y dejar cuidar caballos. ¡Caballos Velkan! Ser muy buenos, Gruñido enseñar luego. –

El semiorco dedicó una mirada tímida al Profesor Lorrimor.

– Gruñido saber jugar dominó Profesor, pero aún no saber jugar bien a ese juego que usted empezar a enseñar, adjra…adrejoz… Gruñido gustaría aprender bien Profesor, ¿sí? –

El joven semiorco esbozó una sonrisa algo inquietante debido a sus prominente colmillos, más el Profesor Lorrimor se la devolvió mientras sonreía a su vez. El entusiasmo del mestizo era incansable.

SEMANA DE LA SIEMBRA DEL AÑO 4703.

DÍA 21 DEL MES DE FARASTO.

Por la tarde, en la casa del Profesor Petros Lorrimor, en Ravengro.

El profesor sonrió al semiorco de forma paternal, veía en Gruñido mucho potencial y observaba los avances que el semiorco realizaba cada vez que venían a visitarlo.

-¡Al dominó! Veo Konrad que no pierdes el tiempo y que no solo cultivas el cuerpo de estos jóvenes si no también la mente, eso es importante, cuanto más listos sean mejor servicio te darán. -Konrad trataba bien a la pareja y ahora que estaba Velkan por allí quería que viera que sus hermanos estaban en buenas manos y que crecían en todos los aspectos.- Ajedrez Gruñido, se llama ajedrez. Si vuestra visita se alarga lo suficiente y encontramos tiempo seguiremos practicando, la última vez casi aprendes los movimientos de todas las fichas, pero eso solo es el principio.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL JURAMENTO, 6 DE ABADIO.

MEDIO DÍA.

TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

El matacambiantes frunció el ceño y achinó los ojos ante la enorme cantidad de palabras que eran capaces de verter Gabriel Alarico y Janos. Les oía, pero no les escuchaba realmente. Había accedido a acompañarles porque detestaba estar encerrado en la casa de la familia Lorrimor mientras unos y otros se miraban a la cara y escuchaban de fondo las locas teorías del Doctor Querio Vandel que nadie más era capaz de entender. Agradeció al destino que Gruñido se uniera a ellos en aquel lugar, se entendía mejor con el semiorco que con el resto de los presentes y además hablaba considerablemente menos. Antes de volver a dar un trago a su jarra de cerveza Velkan no pudo evitar preguntar.

—¿Sigues sin acordarte de nada de tu pasado Alarico? ¿Nada sobre nosotros? ¿Sobre Petros Lorrimor o la expedición?

Quizás una prolongada estancia en el lado bueno pudiera servir para recuperar la memoria, tampoco tenían muchas referencias y por preguntar no se perdía nada.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

MÁS AVANZADA LA TARDE.

COMEDOR DE LA CASA LORRIMOR.

Media sonrisa apareció en mi rostro cuando Gabriel intenta aconsejarme sobre la soledad de Gruñido. Se notaba que el hombre no recordaba quién era. Al igual que ocurre con Velkan y Konrad. Pero el error había sido mío por haberle dicho cosas así a alguien que no recordaba, y por lo tanto, no entendía.

Me limité entonces a encogerme de hombros ante sus sugerencias.

- Te ofrecería algo de comer para recuperar fuerzas, pero no hay nada. - Le dije cuando mencionó su pérdida de sangre. - Lo único que puedo hacer es dejarte descansar.

Al fin y al cabo la charla estaba siendo infructuosa.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 15 DEL MES DE FARASTO.

ENTRADA LA NOCHE

Finca de Alabustriel (en Colina Carroña, Versex, Ustalav)

Llegué despacio hasta la cama y me senté en ella con suavidad, por el momento, a cierta distancia del noble.

- No volverá a pasar. - Levanté y abrí el puño que hasta entonces y desde el cuarto que compartía con Gruñido había permanecido cerrado. En él había una cantidad generosa de opio para una sola persona. - Cambiaremos el orden de las cosas. Primero, haremos dormir a ese ser interior tuyo. - Le tendí la droga para que la cogiera él mismo. - Sé que es amargo, pero quizás puedas aguantar el sabor con un poco de vino.

¿Cómo les puede gustar una bebida tan dulce?

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 15 DEL MES DE FARASTO.

ENTRADA LA NOCHE

Finca de Alabustriel (en Colina Carroña, Versex, Ustalav)

A Konrad no le gustó reconocer la droga que Sascha le extendía en la palma de su mano. ¿De verdad quería que se lo comiera así, tal cual?

- Con lo bueno que está fumado en pipa...- Protestó el noble a quien nada le gustaba más que relajarse fumando una buena pipa de aquella maravillosa droga que tantos buenos momentos de paz le había dado. Sin embargo, aunque a regañadientes, tomó la droga con su mano, examinándola como si ya hubiera decidido tomarla pero el recuerdo de su amargor se lo impidiera. Sonrió al recordar cuando eran niños y su hermano Alexei se quedaba sentado a la mesa incapaz de acabarse un plato de judías verdes. Justo así se sentía ahora él.

- Está bien...lo haremos como tú dices.- Llenó la copa de vino y la dejó en la mesilla. Comenzó a masticar el opio e inmediatamente sintió su amargo sabor que le hizo torcer el gesto.- ¡Ups! Tenía que haberme quitado esto antes jeje.- Se refería a la ropa interior que lo cubría por completo. Tomó la copa de vino y le dio un buen trago. Al día siguiente iba a tener una buena resaca. Empezó a forcejear con los botones que abrían la abertura hecha en la prenda para que el hombre pudiera ir a mear en mitad de la noche pero no atinaba. Su visión empezaba a ser borrosa y sentía los dedos torpes y lentos. Desde luego no iba a ser un buen amante aquella noche.- Jijijiji.- Rió con una risa tonta pero incontrolable.- Creo que deberías ayudarme.- Sus ojos volvieron a recorrer el cuerpo de la mujer admirando el buen sentido de la moda por el que había convertido un aburrido camisón de señoritinga en una prenda de exótica bailarina de burdel. Ahora mismo estaba en sus manos y podría hacer con él lo que se le antojase. En otro momento le hubiera preocupado pero, adormecido como estaba su consciencia, su voluntad, por la droga, hasta se le antojaba divertido.