Partida Rol por web

24 de Diciembre - Hora del desayuno

Las clases han terminado momentáneamente y es hora de disfrutar de las vacaciones de NAvdad. Algunos estudiantes se han ido a casa, pero la gran mayoría se ha quedado. Los padres saben que corren tiempos peligrosos y que tras los muros de Hogwarts no hay peligro para sus hijos.

La mayoría de alumnos, por su parte, no le dan tanta importancia y creen que sus padres son unos exagerados. Sin embargo, muchos quieren quedarse por iniciativa propia ya que, desde que se implementaron los juegos escolares, en Nochebuena siempre hay baile, música, fiesta y sorpresas.

La temperatura ha bajado mucho y ha estado nevando unos días sin parar, con lo que al despertar hoy elpisaje es absolutamente blanco e impoluto. Allá dónde miréis, sólo se ve un blanco tan puro que su reflejo hace que tengas que entrecerrar los ojos.

Con los labios algo azules, me siento a la mesa de Ravenclaw en el Gran Comedor. No tardo nada en servirme chocolate bien caliente y envolver la taza con las manos mientras doy sorbitos. Cualquiera que pase cerca puede escuchar como les explico entre risas a Flavia Presto y Jackie Penton, compañeras de casa, que he ido a nadar al lago. Algo que hago a diario...pero normalmente sin olvidarme de usar cierto encantamiento aislante de la temperatura. Con ese hechizo sientes el frío pero es soportable pero hoy se me ha olvidado lanzármelo y, tonto de mi, me he hecho el valiente y he seguido nadando. Resultado: parece que llevo pintalabios azul.

Pese a lo helado del agua, hace un buen sol que deslumbra con tanta nieve. Probablemente haga buen día.

Tras servirme chocolate en un gofre lo cojo y se lo acerco a Flavia a los labios, solo para retirarlo justo cuando va a morder y morderlo yo con una sonrisa divertida, ganándome pucheros de ella y risas de Jackie. Apenas hay nadie más de nuestra mesa.

¿Se les han pegado las sábanas a todos?

Bajo de la sala común con una sonrisa de oreja a oreja sin siquiera esperar a Dean y Mia. Ni siquiera tenía hambre tampoco, simplemente quería ver si Remus -con lo madrugador que solía ser siempre- ya estaba allí. Pero no estaba, aunque eso no iba a quitarme la felicidad. La noche anterior había sido memorable con Remus y por fin podía decir que las cosas con él estaban yendo bien.

Localizo a Brad, al cual sin pensarlo dos veces me acerco.

- Hola ¿Han matado a todo el mundo y somos los únicos supervivientes? Aparte de todos estos de aquí, allí, allá...- Digo señalando los grupitos que estaban sentados desayunando. - Por cierto, brillante en la prueba del laberinto. A ver si ganáis, ya que nosotros no tenemos muchas posibilidades.- Digo rascándome el pelo pero manteniendo mi sonrisa.

-Hola Irina.- con la distracción del saludo, Flavia logra atrapar el gofre. su gesto triunfal es realmente cómico. -Pues parece que si...¿Todos trasnocharon? ¿O será que madrugamos?- pongo cara de espanto -El mundo se acerca a su fin si deja de importarnos madrugar.

Doy unos golpecitos en el banco a mi lado para que se siente.

-El laberinto...podría haberme ido mejor. acabamos todos, es cierto, pero tardamos mucho y al final solo fueron 5 puntos por cabeza. Creo que me debería haber ido mejor con el hechizo que inventé.- asiento a mis compañeras de clase. -Sí, también invento hechizos. No hay mejor partido que yo.- bromeo guiñando a Irina al volver a mirarla. -Pero si dices que vamos bien, gracias. Siempre se ven las cosas con más perspectiva desde fuera.

La observo entrecerrando los ojos.

-Mmm...tu tienes una sonrisa radiante ¿Me cuentas por qué o lo dejas a mi imaginación?- le doy con el codo.

Aunque no solía ser lo normal en Dean, aquel día decidió dormir hasta un poco más tarde. Solía ser madrugador ya que le gustaba ducharse para estar bien despierto para las clases y ver que todo estaba en orden, pero desde la prueba algo dentro de él había cambiado un poco. Ahora sabía que debía preocuparme un poco más de mi que del resto, ya que era yo el que necesitaba la ayuda.

Bajé decidido al Gran Comedor, pero cuando llegué prácticamente la sala seguía vacía.

Puaf, y yo tan feliz diciendo que no había madrugado y al final va a resultar que es todo lo contrario.

Con la mirada consigo ver en la mesa de Ravenclaw a Brad y a Irina a su lado, por lo que decido acercarme a ellos para justo llegar en el momento en el que Brad pregunta porque tiene Irina una sonrisa tan radiante. Por lo que apoyándome en él le digo

Muy sencillo Brad, anoche Irina se escabulló, vino a mi habitación y le hice todo aquello que nunca un hombre como tú sería capaz de hacer - digo mirando a Irina poniendo caras extrañas como intentando guiñar un ojo y sacando la lengua.

Te daría unas clases campeón, pero no eres mi tipo por mucho que te pintes los labios azules. Por cierto, ¿Habéis visto a mi hermana?

Río ante el comentario de Dean.

-Ya te gustaría, Dean, ya te gustaría. Sigue repitiéndolo y al final igual hasta te lo crees y todo. Y no, no he visto a tu hermana la verdad. Si no está por aquí será que aún no ha bajado.

-¿Por qué la buscas? ¿Tenéis algún plan para hoy?

Desperté algo más tarde que de costumbre, aunque yo de por sí ya era dormilona. Anoche, como no tenemos más clases, nos quedamos Sirius y yo más tarde que de costumbre, al menos estaba avanzando cada vez un poquito más.

Bostecé y me estiré en la cama para después salir de esta y arrastrarme hasta el baño para ducharme. Tras asearme me sentía algo más espabilada, me vestí y bajé al gran comedor, donde seguramente estarían los demás. Este año mis hermanos y yo habíamos decidido quedarnos en Hogwarts... Jack y yo pensamos que no sería buena idea que viesen a mi padre y a Helen con magos, por si acaso. Charlie sigue sin saber nada de lo que vi, pero quería avanzar algo de trabajo, por lo que no le pareció mal quedarse aquí estas navidades. 

Una vez en el Gran Comedor, hago mi rutina de siempre, voy hacia la mesa de Ravenclaw y le doy un buen beso de buenos días a mi hermano pequeño, que hace una mueca de desagrado por la "humillación" pública mientras sus compañeros me miran con una sonrisa boba y alguno intenta saludarme... Son tan ricos... 
Después busco a mis amigos y me siento con ellos, esta vez Dean, Irina y Brad estaban sentados juntos, parecía que Dean buscaba a su hermana. Una vez sentada allí con ellos, los saludo con una sonrisa y con la mano mientras me sirvo un poco de café... lo iba a necesitar para no quedarme dormida. 

- Buenos días, amores míos-saludo tras haber bebido un buen sorbo de café-. ¿De qué habláis? 

Me rio con las palabras de Brad. Después, dispuesta a contestarle, se acerca Dean y contesta por mi. Me pongo algo roja por su explicación y le doy un mini empujón, avergonzada.

- Calla, tonto. Que esto era secreto.

Entonces, me giro hacia Brad. - No creo que necesite creerselo demasiado, ahí donde lo ves es todo un crack.

De golpe viene Mia y le saludo dándole un abrazo. - Nada importante, tan solo un pique tonto de testosterona. Has visto a la hermana de Dean?

-Pues claro que es un crack Irina. Es lo que tenemos los Ravenclaw, lo de la fama de cerebrines es para despistar, nuestra verdadera virtud es entre sábanas. Y Dean es casi tan simpático como uno así que algo de crack debe tener.- sonrío dejando claro que hablo en broma. Casi del todo.

-¿Tenéis algo pensado para hoy? Si os atrevéis podríamos organizar una batalla de bolas de nieve.

La verdad es que ya había pasado un tiempo desde lo sucedido tras la última prueba. Todavía, no obstante, me solía sentir sin fuerzas algunos días. Había seguido faltando a algunas clases, cosa que ya se había convertido en una costumbre mía (no por ello deseada, ni mucho menos), y algún que otro castigo me había caído por ello, aunque muchas más veces (incluso de las que me atrevería a contar) terminaba en la enfermería. Al final, la enfermera me había dicho que probablemente acabaría desapareciendo solo, que era un estado pasajero ligado a un estado emocional.

Pese a todo lo que había ido sucediendo estas últimas semanas irregulares, aquél día de diciembre el contraste resultaba evidente, entre un cielo que no dejaba de mandarnos copos de nieve y mi estado de ánimo. Pese al cansancio del estudio, la presión de la ya muy cercana Navidad y la clásica nostalgia de cada año tras la pérdida de mi hermanastro Marcus, me desperté, aunque no muy temprano, con una sonrisa que disimulaba las ojeras de no poder dormir. Tras ducharme, lavarme los dientes y arreglarme un poco, decidí que lo mejor era bajar antes de que se acabara el desayuno y coger algo de comer antes de encerrarme en la biblioteca. Un pensamiento fugaz recorrió mi mente, no obstante, y me guardé el trozo de pergamino escrito dentro de un frasco (para no perderlo) en el bolsillo. Quizá, tras tanto tiempo pensando que uno de mis problemas no tenía solución, la solución estaba tan cerca como yo quería. Pero, tras tanto tiempo pensando, quería darme el gusto de desayunar primero, así que al bajar al Gran Comedor fui hacia la mesa de Ravenclaw. Cuando llegué, observé a una pelirroja de aspecto foráneo, en cuanto a la mesa a la que pertenece se refiere, sentada junto a otros dos foráneos y a Brad, al que no pude evitar dirigir una sincera sonrisa de “buenos días”, sin ninguna intención de molestar al grupo que se había formado, preguntándome dónde podía conseguir algo de comida. “¿Qué hora es?”, me pregunté, en absoluto silencio, con mis ojos clavados en la madera de la larga mesa. Tras unos segundos de estupor mañanero, alcé mi vista buscando una melena rubia en concreto en la mesa de las serpientes.

- Genialísimo. No haynada que me apetezca más.- Contesto sinceramente ante la proposición de Brad. -Y si no os sabe mal, os voy a robar un poco de comida ravenclawera. -

Empiezo a untarme unas tostadas con mermelada y guacamole junto un buen zumo de manzana.

- Invitaré a mi sobrina, que es muy fan de las bolas de nieve. - Digo mientras la busco con la mirada en la mesa de mi casa.

Al ver a Aelia pasar la saludé con la mano y mi aun duradera sonrisa hasta que se sentó, un tanto alejada. Últimamente me despertabaa curiosidad.

Antes de que pudiera darme cuenta, el frío se había asentado en el castillo, y la nieve caía como si los terrenos estuvieran cubiertos de azúcar glasé. Era por ello que había días en los que tenía más hambre de lo normal, y bajaba al Gran Comedor con el estómago vacío, y rugiéndome furioso.

También era la época en la que mi querido padre, casualmente, tenía mucho más trabajo que de costumbre, por lo que poco podíamos verlo en casa. Realmente, a mí me daba igual, pero a mi hermano James sí que le afectaba, ya que no podía relatarle a papaíto todo lo que había conseguido en el Colegio, todos los méritos que había llevado a cabo, y las excelentes notas que había obtenido en las asignaturas más difíciles.

Sin embargo, aquel año tenía la excusa perfecta para no tener que fingir que la Navidad existía en todos los sitios salvo en mi casa: Hogwarts. En cuanto pude, me apunté a la lista de los alumnos que se quedaban en el Colegio, en parte porque me apetecía disfrutar cosa bárbara de una Navidad de verdad, y, en parte, porque el castillo se quedaría mucho más tranquilo que otras veces, lo que me daría la oportunidad de poder explorarlo a voluntad, y sin tener que dar explicaciones idiotas. Tampoco había clases, cosa que me emocionaba, y me daba más tiempo libre para hacer lo que sencillamente me diera la gana. En resumen, no estaba nada mal.

Las vacaciones hacían que mi mente fuera algo más despacio de lo normal, por lo que necesitaba muchas más horas de sueño. En conclusión, dormía como un lirón, y no me di cuenta de lo tarde que era hasta que vi que el dormitorio de las chicas estaba vacío, y ninguna de las serpientes se había dignado a despertarme.

Poniendo los ojos en blanco, y bostezando como un hipopótamo, me puse ropa de verdad, evitando el maldito uniforme, y salí de la Sala Común después de haberme lavado un poco la cara y peinado los malditos rizos indomables.

Subí las escaleras hasta el Gran Comedor, y olfateé, notando mi estómago rugir y mi boca salivar, el delicioso aroma de las tostadas, zumos, y demás manjares.

Me acerqué a la Mesa esmeralda, y saludé de pasada a mi hermano James, mucho más madrugador que yo.

Sentada en el banco de la Mesa,  contemplé al resto de alumnos que se habían quedado en el castillo, y pude comprobar que la mayoría con los que había entablado alguna conversación estaban allí. Agité el brazo, saludándolos, en dirección a la Mesa Ravenclaw, y me levanté, llevándome conmigo una taza de leche fría con cacao, y cereales de chocolate.

—Hola— dije, mirándolos a todos, sonriente—. ¿Puedo sentarme?— pregunté—. La Mesa de Slytherin no está tan animada como ésta— comenté, ensanchando la sonrisa. 

Devuelvo la sonrisa que me dedica Aelia añadiendo un guiño, ya que no me da tiempo a decirle nada cuando escucho a London detrás nuestra. Rápidamente la hago sentarse en mi regazo con la habilidad de quien no es la primera vez que tira de una mujer así. Más aún, es un movimiento tan fluido que de su taza no se derrama ni una sola gota.

-Claro que puedes sentarte London. Y así en mis rodillas, técnicamente no estás sentada a la mesa Ravenclaw..por si a alguien se le ocurre echártelo en cara luego.- no la mantengo "atrapada", no querría que se sintiese incómoda o violenta, puede bajarse en cuanto quiera y sentarse en el banco a mi lado.

Sin que su peso me moleste, sigo desayunando mi gofre antes de hablar de nuevo.

-Estábamos diciendo de organizar una pelea de bolas de nieve. ¿Te apuntas? Ya que no te atreves nunca a aceptar el duelo que te propuse...- la verdad es que nunca ha dicho que no, todo locontrario, pero nunca hemos tenido ocasión por una cosa u otra. -Podríamos hacer equipos, o todos contra todos.

Justo cuando iba a saludar a London con una sonrisa, a un par de metros del grupo formado por Brad la mano que alzaba para saludarla se congeló a medias cuando Brad la sentó sobre sus rodillas. Sacudí mi cabeza. No era algo que me sorprendiera, viniendo de Brad, pero London tenía una personalidad cuanto menos curiosa. Desde luego, si hubiera sido yo Brad, jamás la habría sentado sobre mis piernas. Pero, siendo él, que se solía salir con la suya de forma habitual, podía salirle bien la jugada. Estaban hablando de realizar una pelea de bolas de nieve, cosa que parecía, por lo mínimo, una idea bastante divertida. Me distraje a propósito, no obstante, cogiendo una taza de zumo de naranja y una tostada con mantequilla y mermelada de uva. Tenía muchas cosas que preparar ese día. Más de las que quizá me gustaría realizar. A decir verdad me hubiera encantado poder disponer de más tiempo libre y de poder hacer más cosas, pero no me estaba resultando posible últimamente. “Demasiadas cosas, demasiadas preparaciones”, pensaba mientras el sabor de la grasa y la uva concentrada entraban en mi boca.

Me hubiera gustado que la Mesa de las serpientes estuviera tan bien animada como la de las águilas. Los envidié un poco por ello, pues no quería que pareciera que éramos unos elitistas donde los demás no tenían cabida allí. Llevaba poco tiempo en el Colegio, pero habían llegado a mis oídos los cotilleos y chismes de mi Casa, y, ciertamente, no me gustaba que me metieran en el mismo saco. De hecho, tenía mis cosas, como todos, pero ni por asomo iba a permitir que pareciera yo también algo que no era realmente.

Por ello, miraba con cierta envidia sana las caras felices de los integrantes de la Mesa, y escuchaba con placer las risas que provenían de allí. Aquello hizo que me decidiera a venir.

Sin embargo, no me esperaba aquella reacción por parte de Brad, y emití un grito ahogado, casi inaudible, al hacerme sentar en sus rodillas. Pestañeé varias veces, y lo miré de hito en hito, sin comprender absolutamente nada acerca de ese comportamiento. Sin embargo, me limité a sonreír, negando con la cabeza, al tiempo que me incorporaba, y me sentaba en el banco de madera.

—Mejor aquí— dije, mirándolo—. Es más cómodo, y no tan duro— bromeé, soez, sonriendo de manera ladeada, y reí, divertida, mientras bebía un poco de la leche ya oscurecida por el cacao.

Saludé a los demás con gestos de cabeza, y sonrisas abiertas, y miré a Aelia, agitando la mano para saludarla de nuevo.

—¿Qué tal todo?— la pregunté, sonriente.

Cuando escuché aquello de la pelea de bolas de nieve, mi mirada se encendió, y di un pequeño bote.

—¡Sí!— exclamé, divertida—. Claro, una pelea de bolas de nieve, genial— me entusiasmaba la idea, y me parecía la mar de emocionante—. Pero, un todos contra todos— indiqué, mirando a Brad—. Así es más divertido, muchos más frentes a los que abatir— y reí de manera exagerada, como quien hace planes maquiavélicos.

Miré a los demás, entusiasta.

—¿Os apuntáis, verdad que sí?— pregunté, sonriente—. Va, venga— traté de convencer.

De nuevo, contemplé a Brad, y fruncí el ceño, divertida.

—No, no me olvido de nuestro duelo— dije, negando con la cabeza, fingiendo aburrimiento—. Ya se hará— prometí, alzando un pulgar, y bebiendo un poco más de leche. 

Me encantaba la navidad. Me daba exactamente igual que fuesen tiempos difíciles, o que no estuviese cerca de mi familia por ello. La Navidad siempre era un motivo de felicidad... Y este año no iba a ser diferente ¡¡De eso estaba más que segura!!

Había madrugado más de lo habitual, pero cómo el comedor aún estaba sin preparar me había ido en busca de Sofia. Y obviamente la encontré donde siempre, era toda una alegría que ella también hubiese decidido quedarse a pasar las navidades en el castillo, de no ser así... Estaba segura de que hubiera sido todo un aburrimiendo. Yo me podía divertir sola, y eso lo sabía todo el mundo, pero en ocasiones era más divertido estar en compañía, aparte... Así no debería preocuparme por mi salud mental.

- Voy a ver si encuentro a Ellen... Se me olvidó dejarle una nota avisándole de que la esperaba en el Gran Comedor.-Besé la frente de mi gemela y salí tal cual corre caminos, para lo que quería era realmente veloz... Eso estaba claro. Al llegar al vestíbulo miré en varias direcciones "Me pregunto si se habrá dormido" Hundí mis dedos en los tirabuzones mientras me masajeaba con suavidad "Cómo no entre no me quedará nada que comer... ¡¡Que todos son unos gordos!!" pensé muy segura, tanto que incluso asentí. 

Ayudándome un poco levanté un poco la manga de mi polar y miré el reloj, no era muy tarde, quizás fuese mejor esperar dentro. Sin pensarlo dos veces pasé al Gran Comedor, saludé a un par de personas con gran efusividad ¡¡Era navidad!! Y por ello... ¡Contagiaría a todos con mi ilusión! "Quizás debería vestirme de duendecilla..." Sonreí por mi pensamiento. Mientras me dirigía a mi mesa saludé a mis compañeros de curso con la mano y una dulce sonrisa.

Al llegar a la mesa me dejé caer y miré a mi alrededor.- ¡Oh, por los bigotes de misifú, copas de chocolate! -Tomé una con la velocidad del rayo, pero no fue lo único. Me serví un señor vaso de zumo y un par de tostadas con mermelada, y pedacitos de fruta. Estaba completamente servida hasta que Ellen apareciese. 

- ¿La hermana de Dean? No, no la he visto-respondo a Irina antes de llevarme una tostada a la boca y darle un buen bocado, qué hambre tenía por las mañanas... 

Mientras deciden qué hacer, voy bebiendo café, algo me decía que necesitaría las pilas bien cargadas. En ese momento llega London y pregunta si puede sentarse.

- Claro, hay sitio de sobra para todos-le respondo con una sonrisa, invitándola a sentarse. Pero Brad hace más que eso, colocándosela sobre el regazo. Pongo los ojos en blanco y suspiro, hay cosas que nunca cambian, y Brad es una de ellas. Por fortuna (o desgracia para mi amigo), la muchacha sabe salir de la situación y además con humor. Me río por su respuesta y le digo-. Veo que vas pillándole el truco al bravucón de mi amigo-me meto con Brad de forma amistosa y le guiño un ojo.

Se sugiere entonces la idea de una pelea de bolas de nieve, ¡genial! Necesitaba moverme y desperezarme un poco.

- ¡Guay!-exclamo-. Todos contra todos entonces... me gusta la idea, sí, señor...-digo. La verdad es que criarme en un entorno muggle con dos hermanos me había ayudado a tomar mucha experiencia respecto a los juegos tradicionales como este, en los que no se necesitaba magia para jugarlo.

El comedor se va llenando poco a poco.* Hay menos alumnos que durante el curso, pero la diferencia es mínima.

Ellen ve a Diane en la mesa de Hufflepuff y la saluda dando saltos antes de correr hacia ella y sentarse a su lado mientras la abraza.

- Feliz casi navidaaaaaaaaaaad Diiiii! Quería esperarte esta mañana para bajar juntas, pero quería pasar primero a ... - mira a su alrededor y baja el tono teatralmente - hacer negocios para un envío - dice con secretismo pero claramente en broma, no debe ser nada importante. - y para cuándo he vuelto a la habitación no estabas ya. Uuuuuh cuántas cosas ricas para desayunaaar! Y miiiira cuánta nieve! Aaaah qué bonita es la navidaaad! - canturrea - Tienes planes para hoy?

Annie, la hermana pequeña de Dean, entra colgada del brazo de un compañero de curso.

- Eh Deanito, buenos días. - dice al pasar por su lado, revolviéndole el  pelo, sabiendo que su hermano es mucho más serio y arreglado que ella, que es un poco "bala perdida". 

Tras preguntar Brad el motivo por el cual buscaba a mi hermana le contesto:

Simplemente hoy tengo ganas de hacerla rabiar un poco, no lo se, será que es navidad.

Tras ver lo ocurrido con London, comienzo a reirme y le digo a Brad:

Brad, ¿antes de la gran batalla contra London primero una batalla de bolas de nieve para comprobar su fuerza y precisión? Interesante.

Iba a seguir intentando meterme con Brad pero es Annie la que aparece revolviendo el pelo, aunque no le importaba mucho ya que al no tener clase, no se había esmerado mucho en arreglarselo:

Eh, hermanita, a este no lo conozco, ¿Para cuándo la presentación oficial bonita? 

Annie se ríe.

- Pues esta noche, por supuesto, cuándo entre por la puerta grande luciendo túnica de gala.*