Partida Rol por web

El hechizo funciona y todo vuelve a la normalidad. Un minuto después empiezan a llegar tus compañeros de casa. Ls profesora no tardara en llegar, seguramente.

Dharma llega tan sólo un minuto antes que la profesora, la cual puntual cómo un reloj, llega exactamente a las 13.00 y cierra la puerta tras de sí. Podéis ver que es la subdirectora, quién se encargo de dirigir la selección.

Los pupitres son dobles y por lo tanto tenéis que sentaros por parejas.*

- Soy la profesora MgGonagall y soy vuestra tutora en transformaciones,  y cómo ya sabréis, subdirectora del colegio. Mi clase no es el patio de la escuela. Es una clase seria e importante y no quiero distracciones o chiquilladas. Eso supondrá una pérdida de puntos. Ahora, no perdamos más el tiempo. Página 6.

La profesora hace unas filigranas con la varita y las palabras empiezan a aparecer en la pizarra.

- Las transformaciones no son hechizos que creen o destruyan, sino que cambian las propiedades del objeto hechizado. Éste no es necesariamente un objeto inanimado, pues puede ser un ser vivo, por ejemplo. Por supuesto, cuánto mayor el cambio más complicado. Por eso mismo comenzamos la clase con las transformaciones básicas: Engorgio y Reduccio.

La profesora hace volar desde una estanterías lateral unas copas que se sitúan delante vuestro.

- Engorgio. - dice con un movimiento fluído y voz clara mientras apunta a una de las copas, haciéndola crecer hasta el doble de su tamaño. Después apunta a una segunda copa. - Reduccio. - el movimiento es más seco que el anterior pero sigue más o menos la misma dinámica. La copa se encoge hasta la mitad de su tamaño.

Justo después la profesora hace volar el resto de copas hacia las mesas dobles.

- Os toca.

Rápidamente vi que en el mismo momento en el que resolví el embrollo fui a dejar la copa en su lugar. Me senté en el pupitre y comenzaron a llegar mis compañeros de clase. Yo, que ya estaba sentada y relajándome hasta que empezara la clase, me puse algo tensa cuando entró la profesora*. Parecía una de aquellas profesoras a las que no se les podía tutear, y parecía una persona muy estricta y segura de lo que hacía. Suspiré, siempre me solía llevar mal con los profesores como ella y eso no era, decididamente, una buena noticia para mí. Bueno, ni para ella. Además, había llegado al aula con una puntualidad casi insultante. En cuanto comenzaron a aparecer las letras en la pizarra asentí y apunté con la pluma, en el borde del libro: “Transformación: Cambia las propiedades del ser u objeto”. No obstante, asentí fervientemente cuando la profesora ejecutó aquellos dos hechizos. Ya estaba acostumbrada a ellos y tenía la esperanza de poder hacerlos sin demasiada dificultad. De hecho, creía que tenía un buen día, y ya sabía lo que pasaría si me equivocaba, y lo que podía hacer para arreglarlo en caso de que las cosas se descontrolaran, cosa que parecía que solía pasarme. Apunté decididamente con la varita a la copa que había volado hacia mí, recordando el acierto al dejarla en su sitio antes del inicio de la clase (quizá la habría puesto nerviosa o incluso enfadado “¡no toques mi material!”) y pronuncié las palabras necesarias para realizar los hechizos. -Engorgio.- Murmuré. No pasó nada, esta vez, así que decidí volverlo a intentar. -¡Engorgio!- Dije, ahora sí, más convencida. La copa se hizo grande y suspiré aliviada. Quizá los nervios me habían traicionado. Sonreí un poquito al ver que había hecho la copa más grande y le di un toquecito con el dedo sonriendo antes de repetir el segundo hechizo. -Reduccio.- Murmuré de nuevo, viendo si en vez de gritar podía decirlo en voz baja. Parecía que sí funcionaba, y sonreí encantada con mi práctica previa.

A Brad parece no dársele demasiado mal, mientras que Anne parece tener serios problemas de concentración. De hecho su último Engorgio se descontrola y la profesora tiene que intervenir para que no se arme una catástrofe. No reprimenda a Anne pero le mira con severidad.

- ¿Por qué crees que no te funcionan los hechizos cómo esperas.

La niña responde tímidamente negando con la cabeza y un débil : "No lo sé."

La profesora entonces añade nueva información.

- No se trata sólo de la coreografía de la mano y la varita, ni del tono de voz. Se trata de concentraros y visualizar qué queréis hacer. Se trata de entender cómo funciona la transformación, la magia. Recordad esto.

El resto de clase se debate en un 50% de aciertos y un 50% de fallos. La profesora parece bastante sastisfecha con los resultados, no obstante.

- Muy bien chicos. Veo que no se os da del todo mal. Me alegra ver que Ravenclaw parece bastante concentrada en la clase. Seguid prácticando y no dudéis en preguntarme si tenéis dudas.

Llegué a clase justo antes de la profesora. El corazón me latía desbocado, lo sentía como si se me fuese a salir del pecho. ¡Casi llego tarde a la primera clase de Transformaciones! Rápidamente me senté al lado de Aelia, saludándola con un susurro. Después de la clase le preguntaría qué es lo que ha hecho que no me esperase para practicar. 

Y la profesora sin perder más tiempo comenzó la clase. Atendí e hice todo lo que mandaba. Pero ahora me tocaba a mí hacer que las copas creciesen y decreciesen. Con un movimiento de muñeca, apunté hacia mi copa.- Engorgio..- susurré. Me temblaba la mano. Esperé un momento. No pasó absolutamente nada. Miré mi muñeca e intenté controlar los temblores. Respiré profundamente, cerrando los ojos, calmándome. - Engorgio. - dije más segura de mi misma, imitando el movimiento de muñeca de la profesora. Y esta vez, la copa creció. 

Orgullosa de mí misma sonreí, sin mirar a mi alrededor. Todavía quedaba por hacer un hechizo. Volví a repetir los movimientos de muñeca y pronuncié la palabra del nuevo conjuro. No pasó nada. Fueron necesarias tres veces más para que al fin, con un "Reduccio" claro, aunque no muy alto, conseguí que la segunda copa se hiciese más pequeña. Respiré más tranquila. Para ser la primera vez que usaba la barrita no estaba del todo mal. O eso creía. 

Mientras la profesora observa como los alumnos hacen los hechizos, llama a Aelia, Dharma y Brad para que se acerquen.

- Parece que se os da muy bien para ser la primera vez. Lanzad un reduccio y un engorgio a estas tres copas. - dice mientras acerca volando las copas con las que habéis estado practicando. 

El Engorgio de Brad no es demasiado bueno, tal vez por la presión de la profesora, sin embargo si Reduccio parece casi perfecto.

Me puse un poco nerviosa cuando nos llamó la profesora aunque me acerqué con rapidez. Sólo quería que volviésemos a hacer los hechizos, a ver si ahora salían mejor. Me concentré e imité una vez más los movimientos de muñeca con la varita, pronunciando las palabras "Engorgio" y "Reduccio" en el momento que pareció adecuado. Y las dos surtieron efecto en las copas. ¡Menos mal! Suspiré aliviada. 

Me encogí de hombros y me acerqué a una de las copas. Practiqué el primer hechizo, el Reduccio, que parecía que tenía controlado, y esta vez no salió. Me reí para mis adentros, adoptando también en el exterior una sonrisa muy irónica, y apunté hacia la copa, con ánimos de venganza. -¡Reduccio!- Dije, con esa sonrisa que parecía dispuesta a hacer daño, casi. Esta vez sí, el objeto me había obedecido (¡Gracias a Dios!) pero no estaba satisfecha para nada con el resultado de mis hechizos, así que hice una mueca de desagrado y espeté en un murmullo: -Tsk, patético-, me dije, más para mí misma que para mis compañeros. Me di la vuelta y me senté en mi pupitre, con ganas de partir la varita en dos, pero con la falsa dulce sonrisa en el exterior.

La profesora mira con cierto orgullo el resultado de Dharma. No sólo consigue los dos hechizos a la perfección incluso bajo la presión, sino que se Reduccio es impecable. Incluso los estudiantes se dan cuenta de ello. 

-5 puntos para Ravenclaw gracias a vuestros compañeros. - Anuncia la profesora hacia toda la clase - Y 5 más por la perfección de esa transformación. Enhorabuena. Podéis sentaros.

La clase vuela con tanta práctica y cuándo la profesora pide silencio os sorprende ver que es al hora.

- Para nuestra próxima clase, la semana que viene, tenéis que entregarme un trabajo de 600 palabras sobre las transformaciones, concentrándoos en Engorgio y Reduccio. Eso os ayudará a perfeccionarlo. Además, tendremos una pequeña prueba práctica de ambos hechizos, con lo que practicadlos. Contará para vuestra evaluación. Podéis marcharos.

Mis mejillas se encendieron ante la mirada de la profesora. Un alivio inmenso bañó mi cuerpo al escuchar que además habíamos conseguido 10 punto más para nuestra casa. 

Con la emoción de la clase tan práctica que habíamos tenido no me había dado cuenta del paso del tiempo. Y de pronto la profesora anunció que la clase terminaba, además de los deberes. Entusiasmada, fui hacia mi sitio apuntando en un pergamino los detalles del trabajo que tenía que hacer. Tenía una semana, pero iba a empezarlo ya. 

Al terminar la clase le propuse a Aelia ir a la biblioteca a comenzar el trabajo. Tenía pensado dedicarle hasta la cena. Pero antes iría a buscar a Lion, con el que recordaba haber quedado después de esta clase a la hora del desayuno. Aunque no tenía claro si había quedado en un lugar en concreto, ni si habíamos dicho de ir a algún lado juntos. Con tanta emoción después de los resultados de esta última clase no recordaba demasiado bien. Así que le buscaría durante un rato por el castillo para proponerle que se viniese conmigo y con Aelia (si es que ella venía conmigo) a hacer deberes a la biblioteca. 

Bueno, al acabar la clase me acababa de dar cuenta de dos cosas. Lo primero, es que la profesora McGonagall parecía muy buena profesora. Lo segundo es que hiciera lo que hiciera siempre alguien iba a hacerlo mejor que yo. Alcé mis cejas en dirección a Dharma cuando me propuso ir a buscar a Lion, la verdad es que casi ni lo conocía y no tenía ningún interés en perder tiempo con un chico como él en estos momentos, además, era yo la que intentaba estudiar sola para maximizar la concentración. Tres son multitud, como decía mi padre, y yo quería empezar cuanto antes. Quería ir en dirección a la biblioteca y empezar, si a ella no le importaba. Bueno, iba a ir a la biblioteca para avanzar trabajo, quería dedicarle todo lo posible antes de la cena al trabajo de McGonagall, así que me despedí de Dharma y me encaminé hacia la biblioteca, con el libro de transformaciones en la mano, madiciéndome, en parte, por no haber sido capaz de hacer las cosas debidamente, pero contenta de ver que no era la única que tenía problemas para realizar los hechizos. Claro que, tenía que tener en cuenta que a mí ya me lo habían explicado y que lo había practicado un millar de veces. Maldita sea. Parecía que estaba en un punto muerto en el que yo me había quedado atrapada y los demás seguían avanzando. Tenía que ir cuanto antes a la biblioteca. Me despediría de Dharma temporalmente, felicitándola previamente por sus éxitos conseguidos en la reciente , y me quedaría en un sitio cerca de la entrada para cuando ella volviera con Lion.

Mi intención era entregar un buen trabajo, quería obtener una buena nota, así que me quedaría en la biblioteca hasta casi la hora de la cena, e intentaría ir lo más pronto posible a cenar para salir pronto hacia la sala común y acabar el trabajo, y ya de paso, quizá practica hechizos o releerme lo de pociones. Tenía ganas de que fuera sábado, y poder salir afuera, pero por el momento no tenía la intención de descansar ni un maldito minuto. Así pues, me despedí de Dharma con un hasta luego antes de marcharme rápidamente en dirección a la biblioteca.

Llegáis junto a Lily a la puerta dónde los chicos y las otras dos chicas ya están entrando. Váis tomando asiento* en los pupitres dobles. En el momento de empezar la clase la profesora llega, puntual cómo un reloj, y cierra la puerta tras de sí. Podéis ver que es la subdirectora, quién se encargo de dirigir la selección.

- Soy la profesora MgGonagall y soy vuestra tutora en transformaciones, y cómo ya sabréis, subdirectora del colegio y vuestra jefa de casa.. Mi clase no es el patio de la escuela. Es una clase seria e importante y no quiero distracciones o chiquilladas. Eso supondrá una pérdida de puntos. Ahora, no perdamos más el tiempo. Página 6. 

La profesora hace unas filigranas con la varita y las palabras empiezan a aparecer en la pizarra.

- Las transformaciones no son hechizos que creen o destruyan, sino que cambian las propiedades del objeto hechizado. Éste no es necesariamente un objeto inanimado, pues puede ser un ser vivo, por ejemplo. Por supuesto, cuánto mayor el cambio más complicado. Por eso mismo comenzamos la clase con las transformaciones básicas: Engorgio y Reduccio. 

La profesora hace volar desde una estanterías lateral unas copas que se sitúan delante vuestro. 

- Engorgio. - dice con un movimiento fluído y voz clara mientras apunta a una de las copas, haciéndola crecer hasta el doble de su tamaño. Después apunta a una segunda copa. - Reduccio. - el movimiento es más seco que el anterior pero sigue más o menos la misma dinámica. La copa se encoge hasta la mitad de su tamaño. 

Justo después la profesora hace volar el resto de copas hacia las mesas dobles. 

- Os toca.

Llegué junto con mis compañeros a clase de Transformaciones, tenía mucha curiosidad por saber cómo sería la clase y si nos enseñarían a transformarnos, ¡sería muy divertido! Así que correteo un poco hasta llegar a la primera fila, en el pupitre más cercano a la mesa de la profesora, allí seguro que me enteraba de todo muy bien. Dejo el asiento libre, invitando a Dean, Irina, Lily o a cualquier otro compañero a que se siente conmigo... ¡Así demostraría a los tontos de Slytherin que la gente sí que quiere sentarse conmigo y que tengo amigos! 

Al principio la profesora me parece demasiado... seria y gruñona. Yo soy incapaz de permanecer seria, ¿cómo puede aguantar tanto tiempo sin sonreír ni un poquitito de nada? No puedo evitar mover las piernas sin parar debajo del pupitre, conteniendo mis ganas de dar botecitos, sobre todo cuando la profesora McGonagall dice que comencemos a hacer magia, ¡con hechizos que ya me sé! ¡Qué suerte he tenido de que mi hermano me los enseñase justo antes de la comida! Supongo que incluso debería agradecerle a Zane el que encogiese mis cosas... pero no, es un niño tonto y maleducado, no se lo merece. 

-¡Engorgio!-digo señalando la copa con mi varita, haciendo que se haga muy grande.-¡Bien, me ha salido otra vez!-digo alegre mientras mi pelo se pone de un vivo color naranja, y de pura alegría, casi brilla. 

Veo que Mia se sienta en primera fila y me siento a su lado. 
El brazo aún me dolía un poco y recordé que no podía hacer tonterías. Así que intenté concentrarme para no forzarlo mucho. Lo malo de ello es que estaba tan concentrada en apenas mover el brazo que escuchaba a la profesora mcgonagall de fondo. Se me repetía la voz de la enfermera diciendo "no hagáis tonterías, no hagáis tonterías."

- ¿Qué? ¿hay que hacer un hechizo?- Pregunto sobresaltándome. Por suerte Mia lanza el suyo y veo como lo hace. Miro la copa que tenía delante y, sin muchas esperanzas, intento hacerlo imitándo los movimientos que mi compañera ha hecho . -¡Engorgio!

Para mi sorpresa el hechizo no me sale mal. -¿Me ha...salido?- Digo en voz alta, preguntándomelo a mi misma. Entonces me fijo en que el pelo de Mia está más naranja de lo normal. -¡Mia, tu pelo ha cambiado!-

Cuando llego a la clase, veo que Mia e Irina se sientan juntas, por lo que decido colocarme detrás de ellas.

La profesora me parece seria pero misteriosa a la vez, parecía muy sabía y eso le gustaba, seguro que era capaz de aprender mucho con ellos.

El primer hechizo que aparece es el Engorgio, al principio dudo de si hacerlo por el brazo, pero cuando veo que tanto Irina como Mia consiguen hacerlo, saco la varita y digo:

Engorgio

-¡Muy bien, Irina! ¿Ves como sí que te iba a salir?-exclamo al ver que el hechizo también le sale y le aplaudo, pero flojito para que la profesora no me riña por montar mucho escándalo.-¿Qué? ¡Ah! ¿Ésto?-pregunto señalando mi pelo aún naranja.-Es que soy una metamo...metemor...matemorfem... ¡metamorfomaga! ¡Eso!-intento decir al principio, pero es una palabra muy complicada que no creo que jamás pueda aprender. Sin embargo me río de mis intentos, tengo que buscarle un sinónimo más sencillo de pronunciar-Lo llevo haciendo desde muy pequeña, es muy divertido.-le sonrío.

Sin embargo, veo que el hechizo de Dean no tiene un gran resultado, por lo que me giro para decirle:

-Es un hechizo algo complicado, ya verás como te sale a la siguiente.-termino con una sonrisa amable.

- ¡Yo también soy metamorfomaga! Sí que es divertido, aunque me gustaría tener el pelo verde y no logro mantenerlo, mira...- Intento ponerme el pelo verde pero no sé si lo consigo.- ¿Me está saliendo? Desde pequeña puedo cambiar mi apariencia física aunque por las emociones se me va poniendo diferente, aprendí a controlarlo un poco porque iba a un colegio muggle y un día unos niños se dieron cuenta y... Uy, luego sigo si quieres.- Me doy cuenta de que estábamos en plena clase y yo estaba hablando más de la cuenta, así que me callo. 

Me giro hacia Dean al cual no le había salido el hechizo.- Sí, ya verás como en la próxima lo consigues. Yo no he notado ni una pizca de dolor al mover la muñeca, me duele más el brazo en sí, por la parte del codo ¿Tu cómo lo llevas?

Lily se ha sentado junto a Dean y sí ha conseguido en Engorgio pero al parecer no consigue el Reduccio. Los conjuros de Sirius y James no son perfectos pero más o menos se las apañan para cambiar un poco el tamaño, mientras que a Remus le sale a la primera y con Peter no hay manera. Las otras dos niñas parecen tener problemas también.

El tiempo pasa y la profesora va pasando de aquí para allá, mirando con aprobación o con visible decepción. Os mira con atención ya que aún no habéis probado el Reduccio.

- ¿Es que no les interesa mi clase?

Doy un respingo cuando McGonagall nos llama la atención y me giro sobresaltada, sin tener tiempo de responder a Irina, aunque se nota por mi expresión que me alegro mucho por tener esto en común, ¡podría ser tan divertido! 

-¡Perdone, profesora!-exclamo algo sorprendida antes de apuntar a mi copa gigante y decir:-¡Reduccio!-parece que estoy tan nerviosa que el hechizo no quiere salir. Es entonces cuando comienzo a notar como mis mejillas se van tiñendo a un color rojo brillante por la vergüenza, al igual que mi pelo.