Partida Rol por web

Cuando llegué al comedor, me senté, tras restar dubitativa unos instantes, justo al lado del chico rubio que parecía distraído. Sonreí un poco, mirándolo por un pequeño espacio de tiempo hasta que le toqué un par de veces en el hombro. Sonreí un poco y lo saludé, ofreciéndole la mano. -Hola. Soy Aelia. Un placer.- Dije, contenta, sirviéndome algo para comer. -¿Cual es tu nombre? ¿De qué curso eres?- Añadí, untándome mermelada en una tostada.

El chico parece bajar de las nubes con lentitud, mirándote finalmente tras un par de segundos.

- Oh... No te había visto antes. ¿Primero? Sí, supongo que sí. Yo soy Xenophilius Lovegood. Acabo de empezar sexto, un curso lleno de misterios, pero me sorprende que aún no nos hayan hablado del Snorkack de cuerno arrugado. Son criaturas fascinantes...

Sonreí un poco más cuando él correspondió a mis palabras. Parecía un chico bastante extravagante, cuanto menos, y parpadeé un par de veces, algo incómodo con su mirada fija. No obstante, no le di importancia a ese gesto y sonreí abiertamente. -Un placer.- Comenté, levemente, bajando la mano, algo extrañada. Comí un poco, en silencio, escuchándolo hablar atentamente. -¿Snorkack de cuerno arrugado?- Dije, mirándolo curiosa. -No conozco casi nada del mundo mágico, así que no puedo decirte nada acerca de ellos. Por cierto... Conoces a Nathan, el prefecto, supongo. ¿Qué opinión tienes de él?- Me encogí de hombros, sirviéndome un vaso de zumo de calabaza y bebiéndomelo con tranquilidad.

- OH, sí, Nathan Storm. Pues hace honor a su nombre, ¿sabes? Serio y duro como una tormenta, a primera vista terrorífico, pero después ves que en realidad, cómo con las tormentas, eso es sólo la primera impresión. Nathan es un tipo que defiende la justicia, algo muy Gryffindor a decir verdad, o incluso Hufflepuff, pero lo que más destaca es que vive por y para aprender y enseñar magia. Ravenclaw sin duda. Prefiere un buen libro a una fiesta, o practicar unos hechizos antes de tener una cita con una chica, y hay muchas chicas que se lo han pedido. Si no fuese tan cerrado de mente me caería mejor... Cuándo le hablo de los Nargles siempre me dice que son tonterías, que no existen. - dice mientras suspira - ¿Por qué quieres saber sobre Nathan? - te pregunta con curiosidad.

Enarqué mis cejas un poco cuando Xenophilius comenzó a hablar, sonriendo brevemente ante sus explicaciones. Sí, Nathan solía ser así con la gente, o por lo menos conmigo. Un poco seco, más bien callado, y una persona excesivamente seria. Quizá tendría que aprender a ser como él, ya que pese a ser tan solo unos niños ya había tenido problemas por hacer bromas. Aunque no todos eran así: Mientras que gente como Anne parecían no entender los motivos detrás de las bromas, había gente como Mia o Diane que parecían que nada les molestara. Pero, por desgracia, esa faceta habladora mía no era muy corriente, y sentía que si iba con Diane y/o con Mia en el equipo del torneo no podría concentrarme y no haría un buen papel. Suspiré, mirando al chico rubio hasta que me preguntó. -No sé. Bueno, sí lo sé. Me está ayudando a aprender, porque soy lo peor en la magia. Quisiera que me enseñaran algún hechizo ofensivo poderoso, fuera del "Expelliarmus", por lo que pudiera suceder.-

Mia, por favor, podemos ir a algún sitio que sea algo más privado, queremos comentarte una cosa - digo incómodo ante las miradas de los Slytherin

Tras salir de la sala común, caminé tranquilamente por los pasillos, la verdad que ese día estaba más tranquila que de costumbre ¡Quizás estaba enfermando! O que solo me sentía un poco "triste" por cosas acontecidas. Al entrar en el Gran Comedor, entré con la mirada bajada, puesta en mi libro de "Historia de la Magia" la verdad era que no me llamaba demasiado a primera vista, pero todo se vería. Al mantener la mirada en mi libro, me choqué contra un alumno que salía, yo solo alcancé a pedir una rápida disculpa a la vez que levantaba la mirada.- Perdón...-Musité mientras volvía a bajar la vista, caminando hacia la mesa de Hufflepuff, al llegar me senté suavemente dejando los libros sobre la mesa, con el estuche encima y un par de pergaminos. 

Miré lo que había, acercando un vaso para llenarlo de zumo de naranja, no lo llené demasiado pues sabía que si no lo dejaría todo y según mamá ¡Te pueden más los ojos que el estómago! Y tenía razón. Al recordar eso sonreí levemente, pero no dije ninguna de mis tonterías. Tomé la taza suavemente y tomé un largo trago, mientras que con mi otra mano tomaba una tostada, creo que algo falló en ese cruce de brazos, pues cuando fui a dejar la taza, mi otro brazo tropezó con el recipiente y este se volcó dejando caer todo el líquido por la mesa.- ¡Ay, madre! ¡Affuuuuu.... No caigas, no caigas!-Puse mis dos manos en el borde, para que el zumo no cayese sobre mí, mientras me deslizaba huyendo. Un sentimiento de angustia me invadió, pero no lo hice ver, tomando un montón enorme de servilletas limpié en silencio mi desastre o más bien, frené las mareas para que no me cayese encima, ni tampoco mojase mis libros.

Saltando del banco, mientras limpiaba a conciencia todo aquello, murmurando millones de cosas. Al acabar, miré hacia atrás, para ver si alguien atendía a mi tropiezo, pero no atendí mucho más, volví a sentarme y esta vez me conformé con una tostadita, la cual comí sin siquiera posarla. 

Te añado un mensaje extra por lo de que editar no sale en novedades (que no me acordaba).

Estamos ya en la mañana, desde hace varios días, así que deberías hacer lo que tengas que hacer con Mia en la sala común o el desyuno.

- ¿Un hechizo ofensivo, por lo que pueda pasar? Supongo que ya tienes en cuenta que esto es el lugar más seguro de toda Gran Bretaña, ¿verdad? - pregunta el chico a Aelia con un tono que es difícil de identificar cómo serio o en broma. - Supongo que todo es posible, de todos modos... ¿Qué tipo de hechizo quieres aprender? Hay muchos grados de hechizos ofensivos... Desde empujar a alguien hasta cortarle por la mitad, pero espero que no sea ése el que quieres aprender...

En esos momentos entran Mia e Irina en el comedor, así cómo Dharma, Anne y Brad.

Llegué al Gran Comedor sudando. Había corrido mucho para llegar debido al retraso sufrido. Otra vez el bullicio de las mañanas, después de todo... me gustaba.
Pasé por las mesas buscando a Lupin y a Irina por las mesas, para hablar del torneo ese extraño... sí!

Entrecerré mis ojos, enarcando un poco las cejas mientras sonreí abiertamente. No, mi intención no era matar a nadie. ¡En absoluto! Tan solo sentía curiosidad y ganas de no sentirme impotente ante el ataque de nadie. -Sí, podrá ser el lugar más seguro de Gran Bretaña, de Europa, o del mundo, pero hace menos de tres días vi como un chico de primero le azuzaba una serpiente venenosa a otro. A mí no me parece tan seguro, pero de todos modos...- Dije, cogiendo aire, dándole un trago al zumo de calabaza que me había servido mientras hablaba. -No, no me refiero a nada de eso. En realidad, son las dos cosas y ninguna a la vez. Quisiera un hechizo intermedio, que pueda herir pero no fatalmente. Un hechizo capaz de hacer al otro individuo retroceder y tener miedo de volver a atacarme. Un hechizo defensivo y ofensivo a la vez.- Dije, en un murmullo, mientras me servía una tostada con mantequilla de pistachos y mermelada de uva. 

- Cosas de críos. - dice encongiéndose de hombros cómo si una serpiente venenosa fuese tan inofensiva como un conejo. Sin duda el chico tenía una...perspectiva diferente. 

Parece escuchar de manera distante la explicación y quedarse en algún lugar lejano, sin embargo, tan de repente cómo se había "ido del lugar", vuelve a poner los pies en la tierra.

- Tal vez te serviría un Petrificus Totalus: deja a tu enemigo inmóvil, cómo si fuera piedra, pero aún así te ve y te oye, y no debería ser extremadamente difícil para alguien de tu edad (que imagino no has conjurado magia antes). O tal vez un hechizo incendiario: casi todo el mundo está asustado del fuego.

Me encogí de hombros. Decidí "dejar escapar" algunas palabras que él decía, puesto que, en realidad, parecía que no teníamos mucho en común. Podría decirse que nuestras auras no iban de la mano, y eso estaba claro. Pero parecía un chico interesante, cuanto menos. Extravagante sería la palabra exacta.

La verdad, no me importaba qué hechizo me podría servir, pero si podía aprender los dos, mejor que mejor. La mezcla entre ambos podría causar una lenta y dolorosa muerte a alguien capaz de combinar dichos hechizos con eficacia. Pero no quería matar a nadie. ¿Fuego? Desde luego que asustaba, pero sonaba más a ataque preventivo que a algo que realmente advirtiera de un peligro. -¿Y ambas, podría ser?- Dije, esbozando una mueca de desenfado, mirando a aquél chico con interés. -Cuanto más conozca, mejor. Aunque no veo en los hechizos aquello que te he dicho, pueden serme útiles para defenderme.- Añadí, con una sonrisita traviesa. No tenía intención de usarlos a menos que fueran en legítima defensa, pero no quería sentirme indefensa. Realmente quería algo que golpeara o hiriera a alguien, y así se lo hice ver con una mueca extraña, como de resignación, pese a la sonrisa que esgrimía estoicamente. Supuse que algo tan peligroso no lo enseñarían a los críos, pero yo no era una cría. O por lo menos, no como los demás.

- Claro, podrías aprender ambos. De hecho deberías. Deberías aprender tantos hechizos cómo pudieras, pero no intentes ir a por los más difíciles desde el principio. Si tienes una buena base es más fácil y mejor. - el chico se rasca la cabeza con aire soñador durante unos segundos - ¿Y qué te parece lanzarle objetos a la gente, objetos que estén a tu alrededor? No te servirá en medio del campo, pero tal vez te refieres más a algo así. ¿O empujar a alguien unos metros? Dame más detalles y te podré dar una respuesta más clara.

Mientras Aelia sigue hablando con el chico mayor, Dean entra corriendo en el comedor, sin aliento.

-Pues la verdad es que no me parece excesivamente útil, si tenemos en cuenta que no hay demasiadas cosas que tirar a la cabeza, en los jardines, por ejemplo.- Dije. Sabía que había alguna que otra roca, pero en situaciones desesperadas este argumento era inválido. -Ambos hechizos me servirían. Yo estaba pensando en algo que golpeara como un mazo al rival, o incluso que le inflingiera algunas heridas menores. Obviamente, es para actuar bajo legítima defen... Para defenderme.- Dije con una sonrisita extraña, como haciéndole entender que es posible que en el futuro me sucediera algo así. Ese término era el que usaba padre de vez en cuando al leer algún libro de asesinatos y casos policíacos, pero no sabía si usarlo ahí era correcto o no. -Todo lo que se me pudiera enseñar me gustaría aprenderlo.- Dije, encogiéndome de hombros. ¿No era normal sentir curiosidad, cuanto menos?

- Ajá... ¿Un mazo? Qué cosa más curiosa.... Supongo que Oppugno podría servirte. Sirve para encantar cosas para que ataquen a alguie, cosas que ya estén a tu alrededor o cosas que conjures. En este caso necesitarías hacer aparecer un mazo primero, pero podrías usar otras cosas. Por ejemplo, podrías hacer aparecer una bandada de aves y que atacaran a tu oponente. ¿Qué te parece eso? 

-Eso suena bien... A no ser que sean colibríes.- Sonreí contenta. Oppugno ya sonaba bien, ni qué decir que podría lanzar cosas contra alguien y me permitiría tanto molestar como darme tiempo a mí misma, por si necesitaba escapar. Parecía que no iba a ser, de todos modos, un hechizo muy por encima de mi nivel, lo que era una lástima. Pero parecía divertido, y aquél chico también parecía divertido. -La verdad es que suena bastante bien. Me gusta.- Dije, asintiendo un par de veces con la cabeza. -Además...- Susurré. -Yo no tengo mucha noción de magia, por lo que toda ayuda es buena.- Musité, manteniendo la sonrisa. La verdad es que me sentía un poco decepcionada, porque pensaba que aprendería cosas magníficas pero supongo que le debía dar tiempo al tiempo.

En el camino hacia el gran comedor voy hablando con Mia.

- No creo q te debas preocupar por eso ¡Yo soy mucho peor y nadie ha dudado de que sea bruja... creo.- Digo pensando en mi fallido lumos y en mi fallido "casi-todo". - Por cierto, ¿Que pasa con Zane? ¿Te cae bien?

Al llegar al gran comedor veo a Donnie buscando a alguien. Me acerco a él y le pego una colleja en la nuca.

- ¡Eso por intentarme tirar al lago!- Exclamo. - ¿Qué tal tus clases de repaso?- Le pregunto mostrando curiosidad, achinando los ojos con cara de sospecha. 

Tras terminar mi desayuno me levanté de la mesa, cogiendo mis libros y aprisionándolos contra el pecho, antes de encaminarme hasta la salida miré que nada cayese o se me quedase, tras eso giré sobre mis talones y mirando todo el comedor, me encaminé hacia la salida, la verdad era que por primera vez me sentía bastante molesta no quería que nadie se diese cuenta, por lo que salí corriendo del comedor, con la mirada escondida bajo mis cabellos, sin parar a ver a quienes me cruzaba.

Salimos de la torre y con una sonrisa tímida, contesté a Anne:- Pues, la verdad es que me gustaría ir con vosotros. 

Llegamos al comedor y Brad se fue derecho hacia la mesa de los Gryffindor. ¿Será por lo que propuso Anne de preguntarles por la nota a los demás? ¿O quizás no sabía cómo decirme que no quería ir conmigo?  

Me encaminé hacia la mesa de nuestra casa y me senté. - Buenos días.- saludé en general, echándome una tostada en el plato y comenzando a untarla con un poco de mermelada de frambuesa.