Partida Rol por web

Todos los alumnos están ocupados con la preparación de los ingredientes, algunos con más problemas que otros, mientras el tiempo pasa. El profesor se dedica a pasearse por la clase y lanzar miradas de aprobación o gruñidos de reproche, además de contestar a cualquier duda.

Nos pusimos manos a la obra. Sabía que Brad me respaldaba y me iba a echar una mano, por lo que el miedo que tenía a equivocarme a la hora de preparar las pociones. Abrí el libro por la página siete y sonreí un poco. Me encantaba la clase de pociones. Bueno, quizá porque era la primera. Comencé por el bezoar, y al ir a cortarlo por la mitad parecía que no las tenía todas conmigo, pero sorprendentemente se cortó con más facilidad de la que yo había esperado. Era curioso, parecía una piedra, y aún así se cortaba bastante bien. No nos costó mucho machacar el bezoar, de hecho era divertido. Podía ensañarme un poco con el bezoar y descargar algo de mi frustración por culpa de lo sucedido esta mañana y nadie diría que estaba realizando una acción extraña. En cuanto hube acabado, guardé el polvo y el medio bezoar tal como lo indicaba el libro.

Mientras yo estaba machacando el Bezoar, Brad fue separando las hojas de azotalenguas de una en una, un trabajo que a parte de tedioso, era bastante aburrido. Enseguida me uní yo, que había acabado con lo del bezoar. Como me temía que tarde o temprano iba a romper alguna hoja, aguanté el tarro de cristal para que él pudiera ir poniendo las hojas más fácilmente. Tras acabar con ello, dejé que Brad se encargara de las semillas de canela mientras yo separaba las hojas de las flores de lavanda. Tuve algún problemilla al separarlas porque me lié y al principio puse las flores en el mortero y guardé las hojas en el frasco, hasta que me di cuenta. Sacudí mi cabeza, parpadeando para aclararme, e intercambié las flores y las hojas. De haberlo hecho más tarde, habría sido fatal.

Comenzamos a cortar la Sisybrum sophia en pequeñas porciones, y una vez hube cortado la Sisybrum a trozos pequeños, me aseguré de cortarla unas pocas veces más, como quien pica la cebolla o el apio. Metí el ingrediente en el mortero. Entre Brad y yo machacamos las hojas, de vez en cuando iba añadiendo agua para ayudar a Brad a seguir machacando  las plantas. Sonreí. Me gustaba, ¡y se me daba bien! En cuanto la mezcla se parecía a susodicha “pasta homogénea”, le traje el frasco húmedo y él vertió la pasta sin derramar una sola gota fuera de él. Habíamos acabado. Sonreí a Brad e inhalé profundamente. En la mazmorra había ahora un olor peculiar, aunque agradable.

-¡Vamos allá!-Miré todos los ingredientes con algo de curiosidad, en realidad no sabía cual coger primero, todos parecían llamarme a gritos. Miré a Donnie, el cual había decidido por cual empezaríamos cosa que no me disgustó, lo ayudé en todo lo que pude con el Bezoar, yo fui quién lo cortó por la mitad, que madre mía que odisea, aquella cosa era traviesa y el trabajo no era del todo “fácil”, pero lo conseguí ¡Claro que sí! Estaba apunto de pedirle una tela al profesor, pero recordé que en mi libro, por alguna de las hojas, tenía un pañuelo con mis iniciales. Tomé el libro y lo sacudí suavemente hasta que la tela se deslizó, posé de nuevo el libro y cubrí el Bezoar restante, guardándolo en su frasquito. Mientras yo hacía eso, Donnie lo había machacado hasta dejarlo en un fino polvo, cosa que aplaudí.- ¡Gran trabajo! Y después decías que no se te daba bien… Veamos, Azotalenguas.-Lo busqué entre los ingredientes y tras dar con él, lo puse delante de nosotros.- Ahora muy, muy despacio…-Susurré mientras separaba las hojas del tallo, en todo momento mi mirada permanecía en mis manos. Cuando todas las hojas estuvieron separadas, me permití el lujo de resoplar. Me subí de nuevo al taburete y estiré mis manos, abriéndolas y cerrándolas un par de veces, las sentía entumecidas.

-Nunca creí que hacer estas cosas, fuera tan divertido.-Comenté para Donnie, a la par que cogía el frasquito que el me había pasado, vertí unas cuantas semillas dentro de mi mortero y entonces le volví el frasco para que él hiciese lo mismo. Creo que cuando el profesor explicó esta parte yo me había despistado, porque por más que le ponía ganas y por más que machacaba al ritmillo de la música que sonaba en mi cabeza, las semillas de canela salían disparadas.- ¡Por los bigotes de Bach! ¡Las semillas me atacan!.-Exclamé. Por precaución, dejé de machacar, asomándome por encima del utensilio, al mirar dentro no pude más que alzar una ceja, mirando a Donnie con cara de “Tenemos un problema” y vaya si lo teníamos, porque él sufría algo parecido.-Esto… Lo mío se debería llamar “Polvo invisible, de semillas de canela” porque por más que miro, no hay nada dentro.-Comenté cómo anotación.- Creo que esto deberíamos dejarlo para el final, sí… Ahora no me veo preparada para hacer “Polvo visible”.-Sí, yo renombraba las cosas, aunque si se me preguntaba, era capaz de decirlo correctamente.

Mientras Donnie hacía la Lavanda, yo busqué al profesor con la mirada, para después levantar la mano.- Profesor Slughorn, tengo una pregunta… ¿Se puede ser alérgico a algún ingrediente? ¿Qué pasaría si eso pasase? Podría…-Me quedé callada unos instantes, buscando la palabra correcta, pues ahora no sabía cómo explicarle lo que tenía en mente.- A ver… Se podría buscar otro ingrediente para no usar el malo maloso…-Sí, eso era lo que quería decir, no cómo quería explicarlo, pero seguro se entendería ¿No?.

Mi duda quizás era ridícula, pero para mí era una importante duda que quería resolver. Suponía que al igual que yo era alérgica a las picaduras de Abejas y Avispas, había otros que serían alérgicos a otras cosas ¿O yo era rara? Bueno, el caso es que de ser así, yo quería estar informada y me daba completamente igual si mis compañeros de aula me miraban extraño. Sin perder el tiempo, ayudé a Donnie con los últimos ingredientes, cosa que no tardamos demasiado, pues había sido más fácil que los de las Semillas de Canela, las cuales recordé que aún debíamos machacar. Cuando todo estuvo preparado, volví a pasarle el mortero a Donnie y cogí el mío.- Segunda ronda… -Esta vez me lo tomé con más calma, mucha más calma que la primera vez. Y se notó pues las semillas no saltaron para atacarme, al contrario, cuando me di cuenta habían desaparecido, quedando en su lugar un fino polvo.-¡Lo conseguimos, Donnie, lo hemos conseguido!.-Casi salté sobre él, abrazándolo feliz, pero me separé poco después para meter el contenido dentro del frasquito, primero el de mi mortero y después el de él.- Somos unos cocineros increíbles… Aunque me duele el brazo de machacar.-Confesé mientras me frotaba el mismo. Cuando él hablo para decir que odiaba la canela yo no pude más que reírme suavemente.- Oh pobrecita… ¡Dale una segunda oportunidad! Ella nos la dio y mira que bien quedó.-Aseguré sonriendo.

Me pongo con Dharma manos a la obra trabajando en equipo a prepapar los ingredientes para la siguiente clase, era muy divertido: cortar, machar, meter en frascos... Me encanta hacer todo esto, la verdad es que estoy disfrutando esta clase.

Nos sale todo muy bien, a Dharma se le nota que le gusta también porque lo hace todo superbien y conseguimos terminar con todos los ingredientes en un momentito y se lo enseñamos al profesor Slughorn

Abro el libro por la página que indica el profesor y luego comienzo a cortar los ingredientes, colaborando con Aelia en todo momento, turnándonos las tareas para hacerlo con más rápido, lo que hace que uno de los ingredientes no resulte demasiado bien. Pero el trabajo en general queda bastante bien y sonrío a mi compañera orgulloso cuando tenemos que meter los ingredientes cortados en los frascos. Después nos tocó machacar los ingredientes en el mortero, lo hicimos con bastante destreza y turnándonos porque era un trabajo más duro. Aelia parecía estar disfrutando de la clase.

Cuando por fin acabamos de machacar, me di cuenta de que ahora la mazmorra olía de una forma peculiar. Aelia trajo el frasco y vertí sobre él el contenido del mortero sin que cayera ninguna gota por fuera, lo que hizo que me sintiera bastante orgulloso. Al final sonreí a mi compañera y le dije, en voz baja:

-No ha estado mal, me ha gustado esta clase.

Cuándo casi todos los alumnos están ya listos, el profesor vuelve a ponerse en el centro y alza la voz para llamar vuestra atención.

- ¡Bien chicos! Podéis llevaros los ingredientes con vosotros, pero si los perdéis o estropeáis tendréis problemas en la siguiente clase... Si lo preferis podéis etiquetarlos y colocarlos en el armario del fondo. Yo me encargaré de que nadie los toque. Para las etiquetas podéis utilizar vuestros pergaminos y un poco de cordel, aquí tenéis. - dice mientras abre el cajón con la varita y un par de ovillos con fina cuerda salen de él. -Cuándo esteis listos, podéis salir de clase, pues en 5 minutos serán las 15.30. n nuestra próxima clase nos pondremos manos a la obra con la poción, así que traer los calderos y las varitas, aparte del libro, y algunos frascos de vidrio. 

-Mejor los dejamos aquí, ¿no? - le digo a Lion cuando el profesor termina de hablar.

Saco un poco más de pergamino y comienzo a escribir nuestros nombres los trozos que voy rompiendo rectamente para hacer unos rectángulos. Cuando termino, se los tiendo para que me ayude a ponerlos en los frascos, una vez he cogido un poco de cordel que el profesor nos estaba ofreciendo. 

-Sí, ha estado bastante bien- Le susurré a Brad, encogiéndome un poco de hombros. -Si te parece bien esperarme cinco minutos al acabar y vamos a la biblioteca, o donde te apetezca ir, te lo agradecería. Tengo que hablar con Slughorn...- Hice tiempo mientras ayudaba a Brad con los cordeles y etiquetas para nuestros frascos. Tenía que esperar a que todos se fueran para poder hablar con el profesor. No tenía ganas de que nadie más supiera nada de mi pasado.

Entre Aelia y yo atamos los cordones con nuestros nombres a los frascos que hemos utilizado y cuando termino asiento:

-Sí, no me importa, te espero fuera. Ve ya a hablar con el profesor, me encargo yo de llevar esto al armario - respondo, señalando los frascos. Voy al armario, los dejo en un sitio donde creo que me será fácil de recordar y, tras despedirme de Aelia indicándole que la espero fuera, salgo del aula.

La idea de llevarnos con nosotros los ingredientes, no la veía demasiado viable, al contrario yo la veía bastante peligrosa.Si los ingredientes caían en mi poder, podían pasar millones de cosas; Acabarían escondidos en el lugar más extraño jamás pensado, con lo cual no los encontraría jamás, Bach se los querría comer o se me caerían al suelo y por desgracia nuestro trabajo se vería destruido ¡Toda una catástrofe!.- Donnie, después de discutir mentalmente, de manera acalorada con mi yo interior. Creo que la mejor opción es que dejemos aquí los ingredientes. Tengo la extraña sensación de que si nos los llevamos, no los volveremos a ver y... Tendremos un grave problema.-Le expliqué muy convencida, levantando uno de mis dedos, para darle algo más de ímpetu a las palabras dichas.- Veamos, pergamino y cordel ¿Cortas tú el cordel? Mientras yo hago los pedacitos de pergamino y escribo los nombres.-Creo que el trabajo estaba bien repartido, por lo que empecé. Primero escribía los nombres con perfecta caligrafía, añadiendo dos "D.D." - Donnie. Diane.- al final de cada nombre, justo en la esquina inferior derecha, el abuelo siempre decía que había que dejar al menos la reseña para poder saber de quién era.

-¿Los tienes? Veamos... Quizás si les hacemos un agujerito en esta esquina, podamos prender el cordel.-Tomé uno de los pedacitos y le expliqué a Donnie, mientras yo los iba anudando, él me los iba pasando con el cordel listo. Cuando todos los frascos quedaron marcados sonreí.- Perfecto, ya está. Ahora allí.-Cogí unos cuantos tres y los otros los tomó Donnie, el cual me siguió hasta el armario del fondo, busqué un sitio libre y coloqué todo con cuidado, al girarme pisé sin querer a uno de mis compañeros, por lo que me disculpé rápidamente. Al volver a la mesa, empecé a enrollar los pergaminos, cerré el libro, guardé mi pluma y tintero en su estuche. Cuando todo eso estuvo, metí cada cosa dentro del caldero, para hacerlo servir de "Maletín".- ¿Donnie? ¿Vas hacia algún lugar? Era para acompañarte, si te parece.-Aseguré, mientras cogía mi caldero, el cual ahora pesaba horrores.

Ahora toca empezar a recoger y guardar todo para la proxima clase, Dharma me dice que si lo dejamos todo aqui y le contesto que si mientras recorro con la mirada la habitación.

-Si, lo prefiero a tener que llevarmelo todo.

Y me pongo a ayudar a Dharma a poner las etiquetas a todos los frasquitos

El trabajo de guardarlo todo se pasó volando y estuvimos listos en un periquete. Parecía que entre Diane y yo podíamos complementarnos bien, y parecía que yo era menos torpe.

-Pues ahora mismo tenía pensado dejar el caldero en la sala común y... explorar más por el castillo... no sé... que hora es? Faltará mucho para la cena?... Oh! También me gustaría ver si encuentro a una amiga para contarle una cosa... -miré alrededor asegurándome de que no nos escucharan- Y también te la puedo contar a ti... -dije susurrando- Entonces... vienes? -sonreí.

Sonreí a Lion cuando comenzó a ayudarme y no tardamos demasiado en etiquetar todos los frasquitos.

Ahora hay que ponerlos ahí.-dije señalando hacia donde estaban agrupados los demás niños para poner sus materiales.

Me levanté, cogí unos pocos con cuidado, y me encaminé hacia el mueble que había señalado el profesor como el lugar donde dejar el material. Observé a Donnie y Dianne trabajando en equipo. Hacían buena pareja (refiriéndome, claro está, a una amistad/colaboración/compañerismo).

Cuando ya estaba todo colocado volví a la mesa y lo recogí todo. Guardé mis cosas dejándolas perfectas, como cuando llegamos a clase, y estaba ya lista para irme. Miré el horario pues no sabía qué tocaba hacer y para mi sorpresa había un hueco enorme, vacío, hasta la hora de la cena. Tenía tiempo para seguir visitando el castillo, dar de comer a Auri, a la que acaricié suavemente, y para leer un rato si me apetecía. Ya, hasta mañana, no había clases para mí. Miré a Lion sonriente.

-Oye, ¿qué vas a hacer ahora? Yo voy a llevar las cosas a la habitación, y después podríamos dar una vuelta por el castillo, o visitar la biblioteca o... ¡Lo que nos apetezca!- reí entusiasmada. 

Michael y Anne etiquetan sus frascos y los guardan en el armario, así como casi todo el grueso de alumnos, que va abandonando la clase poco a poco.

- ¿Qué te ha parecido, Brad?

-¡Comida! Lo que daría por un gran plato de cualquier cosa. Un filete, una ensalada, una sopa, pastelitos... ¡¡Tarta!! Mucha y ricosa tarta.-Solo de pensarlo mi estómago sonó, por lo que desvié la conversación antes de que me viese obligada a atracar las cocinas del castillo. Cogí el caldero con ambas manos, mientras lo miraba sonriente, atendiendo a las demás palabras.- ¡Oh! Me parece perfecto, aparte creo que olvidé de llenar el bol de Bach... Si no tiene comida, se comerá las plantas que hay en la Sala Común o quizás la ropa. ¡Oh dios mío, qué catástrofe!.-Froté mi nariz suavemente.- ¡Ya está! -Solté una de las manos mientras levantaba dedo por dedo para enumerarle cada cosa.- Primero; Iremos a la Sala Común para dejar todas estas cosas bonitosas. Segundo; Daré de comer a Bach, de no ser así, me arañará los libros, esconderá la varita... ¡Es un gato muy vengativo! Tercero; Iremos a explorar por el castillo ¡Tengo que presentarte a alguien! ¡Se llama Sir Cadogan! Es un caballero muy agradable y tiene un caballo con complejo de pony rechoncho.-Exclamé muy ilusionada, mirándole feliz.- ¡Ah! Y tienes que contarme eso... -Miré hacia los lados y después a él.- ¡Sí, yo quiero saber!.-Di unos pasitos, para indicarle que saliesemos.- ¿Vamos entonces? No hay tiempo que perder.

En cuanto me vi relativamente sola me acerqué, poco a poco, al profesor Slughorn. Parecía un veterano de la escuela, aunque no sabía los años que llevaba impartiendo sus clases. No importaba. Por algún lugar teníamos que empezar. Miré hacia un lado y luego hacia otro, oyendo a la gente hablar animadamente, en especial a la chica Hufflepuff hablar de comida. Qué inoportuna... Me estaba entrando hambre a mí también. Y además, gritaba demasiado. ¡Se exaltaba por cualquier cosa! Bueno, no importaba. Esperaba pronto conocer a mis padres. Y saber si habían pasado por la escuela o no. Y saber, así, si habían sido magos y por eso nadie sabía nada de ellos en el mundo muggle, como los mismos magos lo llamaban, o habían sido unas personas tan despreciables que no valía la pena que los conociera, y por eso nadie me hablaba de ellos. Ahora que lo pensaba un poquito más fríamente, ¿por qué mis padres no biológicos siempre me habían ocultado todo acerca de mis padres reales, pero habían mantenido mi apellido, bueno, mis dos apellidos? ¿No sería más lógico que me hubieran impuesto su apellido y negarme que mis padres habían existido? Aunque al final lo hubiera acabado descubriendo. ¿O es que quizá sabrían que lo descubriría y por eso se negaron a escondérmelo, pero sí quisieron esconder mis orígenes para no hacerme daño?

Bueno, ahora eso no importaba. -Disculpe profesor Slughorn, ¿podríamos hablar un momento? Quisiera comentarle una cosa acerca de mí y no sé si usted podría ayudarme con eso, pero me gustaría creer que sí.- Le dije, mirándole fijamente a los ojos. Tenía esperanzas de que él me resolviera el enigma que me estaba atormentando desde que había recibido la carta de Hogwarts en casa.