Partida Rol por web

Habían intentado ralentizar el avance de la horda y salvar así la vida de alguno de los penales. Sus disparos habían ido haciendo blanco y pero había muchos más blancos de los que parecía en un principio. Siguió cubriendo la retirada del Visoingeniero y de su sargento mientras evaluaba al enemigo. Había algo extraño en todo aquello, una voz en la parte de atrás de su cabeza le decía que había algún dato que se estaba perdiendo. Y de pronto hizo click.

- ¡Son como hormigas! - gritó por el comunicador. - ¡Sargento! ¡Transmita a los jefes de escuadra que el objetivo principal es abatir a los enemigos de mayor tamaño. - dijo antes de liberar la línea por si había alguna respuesta. - Las hormigas se mueven siguiendo a un líder que segrega unas sustancias químicas que les marcan el camino. Estos bichos tienen que funcionar de forma parecida, si acabamos con los líderes el resto se volverán menos eficaces. ¡Incluso podrían retirarse! - explicó antes de comprobar que no quedaba nadie de su regimiento por retroceder.

Estuvo tentado a recoger al comisario pero sinceramente opinaba que gente como aquella, que disfrutaban haciendo sufrir a los demás, eran un estorbo. No lamentaría que se lo comiesen los tiranidos y quien sabe, quizá su sacrificio serviría para salvar a alguien mejor. 

Aunque resultaba un poco frustrante para cualquier soldado de Iloeter, a Dagmar y su compañero no les quedaba otra cosa que esperar o a que el enemigo se pusiera a su alcance o a que llegara alguien que necesitara de sus habilidades de medicina, el Emperador no lo quisiera.

La sanitaria sujetó su escopeta con fuerza con la vista fija en el frente, sintiendo algo de envidia hacia Wigmar y  su amigo, dado que ellos podían ya ponerse a disparar al enemigo.

Kalisto no lograba escuchar por encima de la escandalera del cañón de asalto las intrucciones coherentes y sensatas de otros mandos, tan sólo continuó apretando con los pulgares sobre los pulsadores hasta que comenzó a sentir que se le tensaba la mano y muñeca hasta el punto de doler.

- Sucios monstruos, atragantáos de plomo y láser- masculló con el corazón desacompasado y gotas de sudor en el rostro.

Caelestia estrechó la mirada. El Xeno grande no había caído pese al fuego combinado de dos hermanas…Eso era preocupante, pero esperaba tener otra mejor oportunidad de tiro, o mejor, de combate, para derribarlo. Ahora tocaba ser parte del plan.

-¡Tomad posiciones! ¡Abatid al Xeno! ¡QUE NO DECAIGA EL FUEGO SOBRE EL ENEMIGO, CUBRID LA RETIRADA!-Se tomó un respiro antes de echar a correr de nuevo, no estaba acostumbrada a asistir a los combates llevando el casco, así que se olvidó de conectar el comunicador para dar sus voces de ánimo esta vez. Un par de manotazos después y un grito frustrado contenido en su casco la hicieron caer en su error mientras daba largas zancadas por el lugar, hasta que finalmente sus pies pisaron suelo verde.

Por más que lo intentase, el cuerpo de Bjarnni no respondía de la manera que el soldado esperaba. Echando un vistazo a su alrededor, intentó sopesar sus opciones. -Viggo, acerquémonos a los escuadrones de Brilaria y reagrupémonos con ellos.- Le dijo a su compañero buscando una opción que no fuese renquear de manera lastimosa hasta el oasis. -Les apoyaremos contra la horda xeno y les pediremos amablemente que nos dejen un sitio en su chimera para llegar hasta Nilsa.- Formando con ellos podrían prestar sus rifles a la respuesta que la Guardia estaba dando a aquellas sucias alimañas y así quizás poder hacer algo útil.

Viggo ya estaba abriendo fuego contra aquel enjambre sin reparar en la munición. Después de todo resultaría complicado no acertar a aquella marabunta. -Vamos.- Animó al soldado a acompañarle para tomar posiciones. Los músculos de Bjarnni, todavía agarrotados, continuaban oponiéndose a que el soldado diese un paso más. Tan solo la fuerza de voluntad le permitía seguir avanzando.  

El pater, ya más calmado de aquella carrera demencial, sacó su libro de oraciones, para alentar a aquellos que habían venido a auxiliarles.

-Hijos del Emperador- Comenzó -Nos enfrentamos al gran devorador, nos arrojará a sus fauces para alimentarse de nuestra preciada alma-

Alzó el códice y prosiguió -Pero no lo permitiremos, hoy no, nos dieron las armas, nos dieron las corazas, y tenemos la divina ayuda de nuestro señor- 

-¡Rabia! ¡Rabia contra el xeno! ¡Que ardan los corazones! ¡Que brillen cegadores los láser! ¡Hoy será el día en el cual frenaremos al gran devorador, aquí y ahora! ¡La rabia y el amor del Emperador nos dará la victoria!-

La francotiradora frunció ligeramente el ceño al ver como aquel Xeno aguantaba su disparo. Eso no podía ser. Aquel rifle tenía la potencia suficiente como para tumbar a un Sentinel, y a casi cualquier blindado ligero si sabias donde apuntar. La mirilla de su arma paseó por el blindaje del enorme blindado justo cuando explotó, mientras buscaba un punto débil. Nada. Tocaba seguir buscando objetivo porque el primero al que había impactado ya había caído víctima de múltiples ataques. Su mirada se centró en otro de los enormes bichos. 

De nuevo se repitió la secuencia anterior. Y de nuevo un disparo sonó, impactando en otro Guerrero. Pero en ésta ocasión,  no fue tan preciso como antes. Demasiada gente por el medio. 

La armada hidalga había demostrado, una vez más, el poderío natural de su estirpe cuando el Carvalho Araújo desarboló los cañones del enemigo de un soberbio golpe, y como casi como un sólo hombre el resto de los vehículos chimera habían conseguido borrar del mapa al Leman Russ del enemigo. Y siendo como eran únicamente cuatro naos contra la fragata Russ, no había sido poca hazaña. Dionís se congratuló en gran medida por su éxito, repantingándose en su asiento con satisfacción: aquello podía incluso ganarles una medalla.

Abrió de nuevo la conexión por vox.

++SORORES, COMO HA SIDO ORDENADO POR EL MANDO ACTUAL, TENGO EL HONOR DE EXTENDERLES INVITACIÓN HACIA LOS TRANSPORTES QUE SE ENCUENTRAN EN SU POSICIÓN++ -crepitó el vox- ++NOS HARÍAN MUY HONRADOS SI ACEPTAN NUESTRA INVITACIÓN Y PODEMOS ACOMPANIARLES EN LA EVACUACIÓN. SÓLO DEN EL AVISO Y SE LES ABRIRÁN LAS PUERTAS; MANTENEMOS FUEGO DE COBERTURA POR EL MOMENTO++

Volvió a dirigir la canhonada hacia el enemigo, esta vez hacia uno de los grandes. En el futuro podría sostener que en aquel momento había sabido perfectamente por qué lo hacía, que había visto la clase de influencia que ejercían sobre sus inferiores, pero en aquel momento, borracho de éxito como estaba, sólo estaba pensando en descargar su fuego contra el objetivo de mayor tamaño (y gloria) posibles.

Y en efecto, un nuevo disparo impactó contra la coraza de la terrible criatura, repartiendo a su alrededor fragmentos de quitina y tejido muscular superfluo.

Judith mantuvo la posición junto al tanque y apuntó contra la horda que se acercaba a ellos antes de disparar otra ráfaga contra esa marabunta de criaturas que se lanzaba sobre ellos.

Bjarnni continuó con su avance lento mientras Nilsa trataba de buscar un objetivo al que disparar, pero estaba mal posicionada, desde donde se encontraba demasiadas cosas bloqueaban su visión, ya que estando cuerpo a tierra, con escuadras Skygge enfrente y dos chimeras cortando su visión, pocas opciones tenía la francotiradora, solo los pequeños gantes, indignos de una de las pesados y poderosos proyectiles que disparaban los Solothum; por ello sacó su rifle automático y lo preparó para disparar.

El pater intentó demostrar que era capaz de insuflar ánimos a las tropas leales, pero su discurso o palabras no llegaron a los corazones de ninguno de los soldados de las FDP apostados a su lado. La hermana Judith, al lado de los chimeras de los hidalgos abrió fuego con su bolter abatiendo a varios xenos, posiblemente tratando de evitar la inminente muerte de aquel doctor que estaba completamente bloqueado por el miedo con un rictus de terror en su rostro. Krane voló hacía el bosque viendo que los tiranidos se les echaban encima y siguiendo las indicaciones de la sargento Novalee.

En el Sur, los gantes lograron trepar con insultante facilidad aquel accidente geográfico poniéndose encima de aquella zona elevada, los otros avanzaron y temiendo la explosión de una de las minas caseras dejadas por los mineros llegó una profunda decepción, pues la carga no detonó. Los penales quedaban muy pocos ya, solo dos unidades completamente diezmadas con solo unos pocos de ellos haciendo frente a los xenos; otros avanzaron y el Norte, las dos hordas se quedaron quietas, mirando ferozmente a Juhani pero sin avanzar hacía él, parecía como si se estuvieran replanteando la situación. 

Los Skygge fueron conscientes de que estaban jodiendo a su camarada y, con una muda disculpa se quitaron de su linea de tiro tomando mejores posiciones y quedándose al abrigo de los árboles. Viggo anduvo de espaldas disparando su rifle acabando con varios xenos mientras seguía de cerca a Bjarnni. Los montaraces volvieron a tensar sus arcos y disparar aquellas extrañas flechas cargadas de energía eléctrica. En diversas hordas xenos cayeron bastantes tiranidos a causa de la salva. Bender volvió a encajar un buen disparo contra el guerrero tiranido que tenía en su mira provocando heridas de consideración en este.

Los custos volvieron a abrir fuego como no pararon en ningún momento de la batalla, siendo los que más estaban disparando gracias a su envidiable movilidad. Esta vez se centraron en único objetivo las tres escuadras logrando una auténtica masacre. Friedich, por otro lado, disparó en semi automático contra uno de los guerreros, solo logrando herirlo de manera superficial. Las hermanas siguieron su carrera hacía el bosque. Novalee hizo lo propio y voló hacía los suyos seguida de cerca por el Dr Death. 

El poderoso cañón automático que manejaba el ayudante de Dionis disparó nuevamente su salva de tres tiros en perfecta sucesión, pero solo logrando que uno de los disparos diera, la potencia fue suficiente para dejar al enorme guerrero en muy mal estado. El Sargento Mathis terminó por colocarse junto a los suyos. O Probo volvió a tener un problema con su arma, errando el tiro, denotando que lo suyo debería ser el combate cercano y no el disparar aquellas armas tan ruidosas. Los Inmortales poco pudieron hacer más que esperar que llegaran aquellos terribles xenos a la distancia optima para devolverlos a donde debían estar, fuera del Imperio. 

Las armas de Novantis volvieron a rugir por todo el lugar, y junto a ellos sus armas centinelas. Los bolters pesados siguieron diezmando a los gantes hasta que acabaron con una de las hordas de tiranidos. Las armas tarantula abrieron fuego junto a las disciplinadas salvas de los soldados. Varias de las armar lograron buenos disparos, pero una de ellas tuvo un fallo de funcionamiento y los bolter pesados gemelos se quedaron encasquillados. Los pocos guerreros tiranidos que quedaron siguieron avanzando mientras otros dos acabaron con varios penales.

El Lord Comandante siguió dando ánimos a todos gritando por el vox a toda potencia, animando a los soldados a dar lo mejor de ellos y combatir lo mejor posible mientras el chimera en el que iba seguía su maniobra de retirada a terreno más "seguro". Los Hidalgos siguieron corriendo para ponerse a la mayor distancia de la que fueran capaces mientras los chimeras siguieron escupiendo muerte. Otro guerrero tiranido cayó victima de los hidalgos, que eran los que gozaban con mayor potencia de fuego. Sus armas se centraron ahora en los gantes que habían trepado por el repecho escarpado dándoles la bienvenida al estilo Imperial: Muerte al xeno. Por el Norte otro guerrero cayó junto a más gantes, los tiranidos estaban perdiendo completamente la zona Norte, ya solo quedaba un guerrero que pudiera espolearlos al frente. 

Los pocos penales que quedaban dieron su ultimo aliento acabando con un par más de gantes; habían vendido bien cara su piel pero les habían dado tiempo a los suyos a retirarse a posiciones más propicias. Los Recios volvieron a disparar sus ametralladoras en modo automático; puede que los Hidalgos se cobraran las piezas más grandes, pero la infantería de los Recios no tenía nada que envidiar, pues los gantes caían a docenas por todo el frente. 

La soldado de asalto Tania dio sentido a su mote, logrando un formidable disparo contra uno de los guerreros hiriéndolo en una pierna, la cual la dejó visiblemente chamuscada. La Hermana Aurestia voló hacía el Sur mientras disparaba su bolter logrando varios impactos. Helga por desgracia erró su disparo. Los mineros se apostaron donde querían y desplegaron sus armas centinelas para poder hacer frente a lo que se les venía en su posición. Amadeo consiguió abatir a más gantes mientras las hermanas Caelestia y Varinia trataban de insuflar animo en los suyos o los que las rodeaban. Wigmar, por otro lado, junto a su buena compañera Dagmar, preparó su cañón automático, preparando el arma y afianzándola, listo para disparar. 

Los ogretes no se movieron ni un ápice y confrontaron a los gantes disparando sus destripadores a corta distancia. Uno logro desencasquillar su arma y el resto abrieron fuego. Para su alegría acabaron con suficientes gantes como para despejar una buena parte del campo de batalla, cosa que celebraron alzando sus armas gritando lo que mejor sabían -¡Deu’ Vu’t!¡Deu’ Vu’t!

Pero no todo era alegría en el frente, aunque en el cielo seguía dándose aquel combate feroz entre las fuerzas aéreas Imperiales y los xenos que volaban, algunas de las criaturas voladoras descendieron al frente de batalla y se llevaron consigo a Juhani y el comisario Viktor, los cuales patalearon furiosos mientras eran llevados en el aire por enormes guerreros tiranidos alados. Sus forcejeos acabaron pronto pues las garras libres de los tiranidos atravesaron sus cuerpos de lado a lado dejándolos inertes mientras se los llevaban a saber donde.

Había llegado al bosque, pero no tenía ni idea de donde estaban las demás, ni Varinia ni nadie, se había separado de ellas y si había habido alguna orden no la había recibido.

Por un lado estaba aliviada por que no hubieran visto su momento de debilidad, por otro ella jamás lo olvidaría, era un stigma que la acompañaría mucho tiempo. Trató de ubicarse y ver donde estaban colocadas las tropas y la disposición en que avanzarían por la espesura o si había una cadena de mando clara y definida.

Krane atravesó el campo de batalla volando y aterrizó con precisión matemática junto a Tanya, justo a tiempo de ver el tremendo disparo que la soldado de asalto le había propinado a uno de los xenos de mayor tamaño. Krane asintió rígidamente, reconociéndole cierto mérito. 

—BUEN... —algo, un clack-clack-clack cercano, constante y sumamente molesto llamó su atención— DISPARO. 

Era un arma encasquillada. Su misma carabina también lo estaba, pero la ruidosa cadencia con la que ese otro espíritu agonizaba sugería una capacidad destructiva mucho mayor que la de su arma. El tecnosacerdote alzó el vuelo otra vez, lo justo para sobrevolar a los hombres de su regimiento, y aterrizó a unos escasos metros junto al instrumento en cuestión: una torreta modelo Tarantula, con dos bolters repiqueteando con cada disparo fallido. Krane extrajo de uno de los bolsillos de su túnica un frasco cilíndrico, transparente en toda su superficie salvo en sus dos bases, que lucían el contorno de un par de engranajes paralelos, y formaban un sencillo mecanismo que requería de un alineamiento específico de las dos tuercas para la apertura del recipiente. En su interior se mecía lentamente una mezcla de aceites sagrados, consagrados al Omnissiah y capaces de apaciguar a la más terca de las Máquinas. El tecnosacerdote lo elevó un tanto, para mostrárselo a los soldados de la FDP que habían desplegado el artilugio, y después se arrodilló junto al mismo, dispuesto a acallar su sufrimiento. 

¡Buena idea, sigue caminando hacía los transportes que te cubro!- Le dijo el soldado a su compañero. Segundos antes de que un xeno bajara del cielo y se llevara en volandas al médico.- ¡Maldición! Los cielos, otra cosa maldita cosa por la que preocuparse.

Por suerte para ellos, los enemigos habían detenido su avance, quedándose hipnotizados mirando a Juhani, lo que les había dado un momento de respiro, pero ahora que el médico ya no estaba, Viggo no dudó que volverían a la carga.

Sin necesidad de palabra alguna, tanto él como su compañero Bjorn mantuvieron el selector de su rifle en semiautomático y abrieron fuego. No le gustaba la velocidad en la que consumía su preciada y escasa munición, pero situaciones desesperadas requerían medidas desesperadas. En rápida sucesión, tres balas salieron de la boca del rifle y todas ellas causaron blanco abatiendo a varios de esos seres, pero eran tantos que aún quedaban algunos con vida.

Tras disparar continuó su lenta retirada hacía los quimera manteniendo el paso de Bjarni.

No había sido capaz de transmitir a tiempo las palabras del doctor al resto de unidades, y muchos de los disparos se habían perdido entre las masas de guerreros sin mente.  Una vez los reactores hacen su trabajo permitiendo que me pose en el suelo sin partirme las crisma, llamo la atención de mi ayudante. - Colton, comunícame con el resto de escuadras. Poniendo la voz mas neutra que puedo transmito los conocimientos que Robert ha obtenido del enemigo. - Aquí Novalee Custer, sargento de los Custos, por lo que hemos observado en el campo de batalla, las criaturas grandes son el primer enemigo a abatir, parece que las masas no dejan de ser un tipo de zánganos. Corto.

No había mas que añadir, si querían aquellos que tenían armas pesadas barrerían de tierra a esas criaturas y la caza de sus congéneres mas pequeños sería mucho mas sencilla. Por otro lado veía como mas y mas criaturas voladoras se aproximaban a nosotros, siendo alguno de los nuestros despachado con velocidad entre sus garras. Señalo a los cielos para que los soldados a mi cargo se percaten de lo que ha ocurrido con el desgraciado del comisario. - Atentos al apoyo aéreo Custos, si veis que se acercan mucho abatid esos objetivos primero.  

Apenas quedaba un puñado de legonarios penales aguantando la línea, pero el tiempo que les habían comprado con sus vidas no había sido desaprovechado. Con las unidades de la Guardia bien situadas, aquella extensión de terreno despejada se había convertido en un campo de tiro, uno en el que los xenos caían en cantidades cada vez mayores, incluso los grandes que parecían dirigir al resto.

Aun así, todavía quedaban bastantes de ellos, sobretodo en la zona sur, donde tenía entendido que se habían situado las unidades más verdes de los imperiales. Las trampas que estos habían dejado para sus perseguidores no tuvieron efecto alguno, con lo que los alienígenas avanzaron sin oposición a pesar de las tremendas bajas que estaban sufriendo. Aurestia siguió su camino por los cielos mientras empezaba a gastar las últimas balas de su cargador sobre la horda enemiga más cercana a sus hermanas.

El guerrero tiránido al que disparaba se escondió tras la nave caída y lo perdió de vista. Su software de reconocimiento de objetivos repasó los datos de su campo visual y localizó a otra de esas criaturas a 69,3 metros de disatancia, acosando el flanco de una unidad penal formada por, a estas alturas, cadáveres. Un solitario legionario seguía luchando a brazo partido contra una enorme horda de xenos furiosos sin ninguna esperanza.

Giró el cañón de su rifle mientras el disipador liberaba el calor al ambiente. La batería estaba sufriendo demasiado y no quería agotar al espíritu máquina. Cambió el selector de entrada de energía dejando la sobrecarga atrás y funcionando en parámetros óptimos de energía. No causaría tanta destrucción, pero sería un uso más eficiente de la munición.

Apuntó con cuidado y disparó. A pesar de la los casi setenta metros, era una distancia corta para una máquina como aquella. El haz láser cruzó el aire a la velocidad de la luz ionizando el aire a su paso hasta impactar en la gigantesca bestia con con fuerza. Un buen disparo, determinó el software de autoevaluación, anotandolo en su informe interno de desempeño.

Nilsa observó como sus compañeros de unidad seguían disparando mientras las unidades Skygge se percataban que estaban anulando el campo de tiro de la francotiradora especialista y se apartaron raudos y veloces. Al parecer Viggo y Bjarnii se habían recuperado e intentaban llegar a un transporte. Tendría que cubrirles. 

- Mierda - soltó cuando vio al doctor siendo elevado por una de aquellas criaturas en medio de desaforados gritos de terror y pataleos incontrolados. El viejo soldado no había tenido la suficiente presencia de ánimo para activar las granadas, y ahora estaba sufriendo una muerte más lenta de lo que desearía. Los gritos llegaron por el canal, que Nilsa no apagó, alimentando su determinación y odio por aquellas criaturas con la muerte de su compañero. 

Activó su implante ocular, e inmediatamente su percepción cambio de amplio espectro a "modo mirilla", con el implante activado, apuntó con cuidado con su rifle automático hacia la masa de gantes que venían, los más cercanos a sus compañeros.

- Apunta Silje...no fallemos ni una bala, que caigan todos los posibles. - 

Judith estaba afianzada y dispuesta a disparar a ese montón de xenos que se les lanzaban encima, pero vio que la mayoría de infantería seguía retirándose y los xenos voladores empezaba a buscarlos como objetivos. Alzó la mirada por encima de su hombro hacia ese bosque que tenía detrás, el cual creía que la protegería contra esos seres.

-Theodora, nos posicionaremos en el bosque -dijo a su acompañante, la cual asintió y ambas salieron corriendo para refugiarse de las garras aladas.

La invitación pareció caer en saco roto en mitad de todo aquel asunto, con las Hermanas de Batalla remisas al parecer en confiar en el Ejército del Hombre, prefiriendo salir por sus propios medios de la zona desechando el ofrecimiento. El brabantino sintió una cierta desazón, porque su embarcación llena de mujeres atractivas, poderosas y de devoción sin parangón no hubiera sido precisamente una tragedia. Decidió sumergir su desazón ahogándola en el trazado de cálculos que enviar a artillería para acabar con aquellas bestias repugnantes, porque nada contrarrestaba un corazón zozobrado como un buen xenocidio.

-Derivando información, ajustando el azimut...

Murmuró mientras volvía a girar las palancas y la manivela correspondiente mientras el artillero hacía lo propio, ajuistando de nuevo la cabeza del M34 en un tiempo récord, encarando a la monstruosidad que se encontraba aullando en su dirección en aquel momento

BLAM!
BLAM!
BLAMMM!

lo que resultó ser una idea estúpida, ya que mientras uno de los disparos se perdió entre la masa de tiránidos sin causar estragos de consideración (uno, dos entre una marea eran una pérdida negligible) uno de ellos se estrelló en la zona de sus ojos y el otro desgarró parte de su mandíbula, cuasi-seccionándola.