Partida Rol por web

Adler descendió hasta nivel de suelo posicionándose al lado del tecnosacerdote Krane. El noble representante del Adeptus Mechanicus estaba tremendamente herido, y era un componente vital de su regimiento, así que decidió que mientras esperaban a que los artificieros dieran buena cuenta de lo que quedaba de la brecha, debía asegurarse de que ninguno de esos xenos repugnantes se acercase a Krane.

No le gustaba la sensación que le recorría la espalda. Pese a que los Inmortales probablemente podían opinar distinto, aquel ataque enemigo le había parecido demasiado fácil de repeler. Casi parecía que en cualquier momento salieran por todas partes tiranidos babeantes asomando de sus escondites.

Hains por su parte se acerca al Tecnosacerdote, sabe perfectamente bien de su importancia y se imagina que sería un blanco fácil si no se encuentra bien custodiado, se prepara entonces con los demás cerca del mismo para darle protección en la medida de lo necesario, asume que unas cuantas granadas podrían ganar tiempo para sacarlo de allí si algo se aproxima directamente contra él (Tecnosacerdote).

Por supuesto Sargento, esta de nuevo lista para dar caña. - dijo riendo ante el ímpetu de Custer. - Nada. No estaba ahí. - informó torciendo el gesto. - Si le parece bien me reuniré con los demás por si alguno de ellos necesita ayuda. - pidió antes de salir volando hasta donde estaban los demás Custos. 

No había nada de que preocuparse, ahora no quedaba nada de lo que preocuparse, las tropas de demolición iban a llegar a cerrar la brecha, el peligro había pasado de momento, así que solo había que esperar que nos llevarán a al cuartel para descansar y relajarnos.

Tania no tenía mucho más por hacer que vigilar la zona de cualquier nuevo ataque xeno, por lo que encendió de nuevo su gravchute y comenzó a patrullar los cielos sobre el bosque, buscando cualquier indició de presencia xenos. 

Mientras aguardaba, Krane se acercó al grupo de Inmortales que estaban apostados no muy lejos de su posición, que pudieron verle mejor de lo que habían podido hasta el momento: su figura, esbelta y larga hasta la altura del abdomen, se convertía de repente en una terrible mole, porque a sus espaldas cargaba con un enorme servo-brazo y una mecadendrita de obvia utilidad técnica, pero que dada su crudeza invitaban a pensar si no habrían sido usadas de maneras más cruentas en el pasado. El tecnosacerdote se detuvo primero frente a Dagmar, inspeccionando no tanto a la medicae en sí, sino el arma que llevaba en sus manos, y después hizo lo mismo con la de Fred. Sus ojos claros y ambarinos chisporrotearon entonces de manera antinatural con un brillo todavía más anaranjado, y de su vocoemisor emergió esa voz robótica que ya debía haber oído todo el mundo en el grupo de batalla: potente, impersonal y acompañada por un coro de ecos que bien podían ser los Espíritus-Máquina de todos los implantes que portaba. 

—SU BOLTER REFLEJA UN CUIDADO EXQUISITO. LE CONGRATULO. ES EVIDENTE QUE HA OBSERVADO CON RIGOR LA NORMA DICTADA POR MARTE PARA COMPLACER A LA MÁQUINA; SERÍA UN EXCELENTE SERVIDOR —era un cumplido un tanto extraño y bastante siniestro, por todo lo que implicaba*, pero uno, al fin y al cabo. Sin embargo, no lo había lanzado de manera gratuita, ni como resultado de un deseo de confraternización, sino que venía con un propósito claro detrás—. MI PROPIO SERVIDOR, JULYUS-384, HA PERECIDO ANTE LA ESCORIA XENO. LE RUEGO ME ASISTA LO QUE QUEDA DE DESPLIEGUE. MI DESIGNACIÓN ES: TECNOSACERDOTE VISIOINGENIERO LUKAS APOLLO KRANE. ASIGNACIÓN: 272º DE IMPERATOR CUSTOS.

Fred, tras sus variadas meteduras de pata, había decidido con buen criterio quedarse callado y en segundo plano. No tenía demasiadas habilidades, y si no se requería de su bólter, no había nada que realmente pudiera hacer para ayudar, así que simplemente intentó no estorbar. Él y Hermann se quedaron a un lado, limpiando los bólteres y asegurando los cinturones de granadas. En el campo yacían muchos de sus hermanos, y esa visión les quitaba en gran medida las ganas de hablar, incluso a Hermann, habitualmente tan hablador. 

Y entonces oyeron el sonido del tecnosacerdote avanzando hacia ellos. Fred aún se quedaba impresionado por su visión, no había visto muchos en sus despliegues, y en su cabeza se amontonaban los cuentos de la abuela sobre ellos: eran inmortales, estaban hechos de acero, podían pensar más rápido que cualquier ordenador, eran incorruptibles, y muchas otras cosas. Fred no tenía ni idea de qué era cierto y qué era fábula. 

Aunque acababa de luchar a un metro de tiránidos que podían abrirle como una lata de ración, Fred aún dio un respingo cuando el tecnosacerdote se dirigió directamente a él. Cuando habló de su bólter, le puso el seguro y lo abrazó contra su pecho, como si fuese un ternero. Notaba su espíritu máquina satisfecho y tranquilo ante la sangre xeno vertida por el arma. 

Tardó un segundo en entender que le estaba halagando. Su voz era impersonal y su cumplido extraño, pero se alegró de que los ritos que le habían enseñado fueran los correctos. Había aprendido mucho de forma autodidacta, y aunque funcionaba, siempre temía equivocarse. 

-Gra...-carraspeó-Gracias. Cuido de mis armas y ellas cuidan de mí. Solo tengo que escuchar sus Espíritus Máquina. 

El ofrecimiento a continuación le pilló absolutamente desprevenido. Tardó un segundo en recordar que los servidores eran lobotomizados y privados de su libre albedrío, además de que muchos solo conservaban el cerebro, sustituido todo lo demás por piezas de acero. Tragó saliva y tosió antes de responder con voz vacilante. 

-Es... es un honor su propuesta... tecnosacerdote. Lamento mucho lo de su eh... servidor anterior. Sin embargo, me temo que tengo otras obligaciones con mi regimiento propio, los Inmortales. Como ve no... no hemos sobrevivido muchos. Cualquier transferencia de hombres de un mando a otro tiene que... ser aprobada por los mandos, con el visto bueno de los oficiales. -de eso no estaba seguro, pero rezaba fuertemente al Emperador para que así fuese. 

El rostro de Krane no se perturbó lo más mínimo ante la negativa de Fred. Los Khard Mayners se estaban acercando, por fin, por lo que decidió zanjar la interacción y ponerse mecadendritas a la obra. 

—RECIBIDO —respondió su coro de voces, justo antes de encaminarse hacia el lago, con la intención de reunirse con los zapadores.