Partida Rol por web

Huesos y quitina [+18]

[Interludio I] - Yhemek, Ciudad Esmeralda

Cargando editor
05/08/2020, 17:00
Hermana Ceres

Ceres salía agotada de las complicaciones y extenuantes horas de trabajo para que la Canonesa pudiera ver el próximo amanecer, por eso le resulto apabullante tanta atención, era alguien algo distante.

Dudo un instante antes de contestar y cuando fue a abrir la boca la voz de magafonía le robo toodo el protagonismo, salvada por los pelos.

Cargando editor
11/08/2020, 20:24
Hermana Caelestia-Adventia Agrippa

Caelestia dejó escapar un amago de risa ante la inocencia del médico…¿lavar las ropas?¿Cuando dijo que lo fuera a hacer ella?...Tampoco importaba. El hombre estaba siendo lo diplomático que podía. Je…

 

Le dio un apretón en el brazo, del cual Caelestia no fue muy consciente puesto que desde que había llegado, no había tenido ni el tiempo de quitarle el polvo a la armadura que llevaba puesta. Alzo la mano contraria, la que no sujetaba el casco y le hizo gesto de que la acompañara, antes de girarse de talones con aire marcial y echar a andar, quizá a un paso demasiado apresurado, pero es que hacerlo en esa armadura, era prácticamente fácil. No dijo nada hasta llegar a la puerta de lo que parecía ser uno de los alojamientos para las sororitas, y lo reclamó como suyo al entrar en este y dejar el casco en una de las mesas y empezar a desprenderse de las piezas de armadura, dedicándole a cada una el verso de un rezo, esperando que quizá el doctor hiciera lo mismo, por como le dedicaba miradas de reojo.

Cargando editor
18/08/2020, 22:54
Dr. Robert James Death

En silencio y a paso raudo, el doctor siguió a la sororita mientras su mente no podía reprimir la curiosidad de a donde le llevaría esta vez. De nuevo se internaron en los alojamientos de las hermanas de batalla hasta el que debía la habitación privada de Caelestia. De nuevo sin decir nada, la hermana comenzó a quitarse la armadura. Le maravillaba el misterio que rodeaba a aquella hermana, siempre en silencio y siempre esperando que los demás supiesen adivinar que se esperaba de ellos mediante gestos. Confiando en haber acertado, el doctor comenzó a quitarse la armadura imitando a la hermana y concentrándose en mantener toda su atención en cada paso para evitar que sus ojos volasen hasta la refinada figura de la mujer que tenía delante. Una vez que se hubo quitado la armadura y se había quedado solamente con el uniforme, se giro con la cabeza gacha y la vista en el suelo dándole intimidad a la hermana para que terminase sus quehaceres y esperando instrucciones. 

Cargando editor
25/08/2020, 12:08
Hermana Caelestia-Adventia Agrippa

Aun pasó un tiempo hasta que Caelestia dejó las piezas de armadura en el soporte adecuado, se pudo escuchar a la celestial deshacerse de la funda protectora que llevaba debajo de tanta placa de ceramita y otras protecciones, antes de que volviera a reparar en el medicae. El hombre pudo notar la presión de los pechos de la mujer en su espalda, antes de que unos brazos marcados de cicatrices le envolvieran a la altura de la cintura, con el rostro de Caelestia pegado a su espalda pudo notar su respiración calmada. Ese momento duró escasos segundos, seguramente la celestial no quería arriesgarse a que ciertos pensamientos volvieran a la mente del médico, así que sin muchos preámbulos las manos de la mujer fueron al cinturón del hombre y desajustaron este, con un par de tirones la hermana lo dejo caer a un lado con la zurda mientras la diestra se internaba dentro de aquellos pantalones; hubo un pequeño suspiro, antes de que esa mano agarrase todo lo que podía agarrar ahí. Era exploratorio, pero a la vez algo agradable, el tacto de su mano sobre la ropa interior del hombre. Caelestia le giró el rostro con un par de dedos de la otra para besarle mientras el movimiento exploratorio se transformaba en un vaivén que ponía a prueba la resistencia de la tela, el medicae podía notar poco a poco que el cuerpo en contacto con él parecía más caliente por momentos.

 

-Rezaremos después.-Fue todo lo que dijo.

Cargando editor
25/08/2020, 23:48
Dr. Robert James Death

Al ver que la hermana aún no había acabado, Robert había optado por darle de nuevo la espalda para dejarle intimidad. El abrazo de la mujer sorprendió al medicae provocando que, por un momento, se quedase quieto sin saber como reaccionar.

Podía sentir como el cuerpo de Caelestia se apretaba contra el suyo, la respiración calmada de la mujer y su rostro apretado contra su espalda. Y antes de que pudiese reaccionar, el doctor vio atónito como las manos de la mujer rompían el abrazo y se lanzaban a desabrochar su propio cinturón.

Las dudas sobre si debía o no seguir adelante con aquello quedaron acalladas cuando los labios de la hermana buscaron los suyos. Robert bebió de aquel beso sintiendo como algo en su interior que yacía dormido desde hacía años se despertaba. Tras el beso y las palabras de la hermana, el doctor la miró a los ojos sin poder reprimir una sonrisa y dejó caer su cabeza hacia atrás apoyándola en el hombro izquierdo de la hermana y dejando su cuello al descubierto.

Permaneció así, completamente a merced de Caelestia, disfrutando con cada movimiento y cada beso de la hermana mientras su mano derecha se movía buscando enredarse en los cabellos castaños de la joven.

Tras un momento, se revolvió para quedar frente a frente con la hermana y colocó sus manos en torno a su cintura atrayendo su cuerpo hacia él. Podía notar el calor que emanaba de ella y eso no hacía si no encender aún más su llama. Los labios de Robert buscaron los de Caelestia y, mientras su mano derecha seguía firme en su cintura manteniéndoles pegados, su mano izquierda subió recorriendo el costado de la mujer para terminar sujetando uno de sus pechos con firmeza.

Cargando editor
29/08/2020, 14:00
Hermana Caelestia-Adventia Agrippa

 

Caelestia aprovechó la ocasión para llevar su lengua al cuello del hombre, no se iba a quedar sin la agradable sensación salada del sudor de un hombre. No fue hasta que finalmente este se giró para enfrentarla que la hermana sonrió ampliamente, notando como sus manos, antes tímidas, ahora recorrían su cuerpo marcado por los rigores de la batalla y la autoflagelación hasta uno de sus generosos y firmes pechos, a estas alturas era más que evidente que los pezones de la hermana lucían firmes. Ella por su parte no se quedó quieta, y con la cercanía a la que las manos del doctor la llevaron, se pegó al cuerpo de este, tomando aire de manera inquieta; sus manos fueron al miembro de este, recorriéndolo de arriba abajo, y pegándolo a la calidez de su propio vientre, en concreto, cercano a la zona del bajo vientre, donde el hombre podía notar un agradable calor manar de este. Una corta risa brotó de los labios de la otrora seria sororitas, parecía divertida por algo, y sus ojos miraban en los del medicae, aguardando por el siguiente movimiento del hombre.

Cargando editor
29/08/2020, 18:32
Dr. Robert James Death

Sus miradas se cruzaron y Robert no pudo evitar sonreír. La seriedad y la autoridad que emanaba normalmente Caelestia se habían esfumado y en sus ojos pudo ver como le retaba de forma pícara a tomar el control.

Sus manos se movieron bajando hasta agarrar las nalgas de la hermana y, sin dejar de besarla, la levantó en volandas y la llevó hasta la cama.

Tras asegurarse de dejarla sobre la cama con cuidado, como si fuese a romperse, le dio un rápido pico antes de separarse de ella para quitarse, como si de un jersey se tratase, la parte de arriba del uniforme. La arrojó a un lado sin miramientos y luego se quedó paladeando la imagen que tenía delante. Caelestia yacía desnuda sobre la cama con el pelo alborotado, la respiración agitada y entregada a la pasión del momento. Era una imagen que no olvidaría nunca y él estaba dispuesto a disfrutar cada momento. 

Sonriendo como un niño en Navidad, Robert se abalanzó despacio sobre la hermosa mujer. Su boca busco sus labios, sus manos recorrieron sus curvas y sus caderas apretaban con movimientos rítmicos su miembro contra el pubis de la mujer. El calor que emanaba de ella le estaba volviendo loco.

Lentamente, disfrutando de cada centímetro, los labios de Robert comenzaron a bajar por el cuello, recorrieron la clavícula de la mujer y siguieron hasta su pecho donde se detuvieron a jugar con sus excitados pezones para luego continuar bajando por el trabajado vientre de la sororita camino de su monte de venus. Podía notar como, a medida que se acercaba, la tensión del cuerpo de Caelestia aumentaba en anticipación de lo que estaba por venir pero cuando sus labios y su lengua estaban a punto de proporcionar a la hermana el tan esperado placer, Robert decidió torturarla un poco más y sus labios se alejaron del pubis de la mujer y prestaron sus atenciones a la cara interna de sus muslos hasta que fue la mujer la que, agarrandole con sus manos del cabello, guió a Robert hasta su destino. 

Cargando editor
08/09/2020, 00:45
Hermana Caelestia-Adventia Agrippa

Caelestia contuvo el aliento, al menos cuanto pudo, observando al hombre descender más allá de sus pechos hasta que al final no pudo contenerse y se estiró cuan larga era sobre la cama, separando los muslos a medida que el doctor se abría paso; descubriéndole al hombre que el vello púbico de la sororitas ya se encontraba parcialmente adherido a la piel de esta por el sudor y la excitación. Hubo un momento de tratar de persuadirle, de dejar el juego, mientras algunos suspiros se le escapaban por entre los labios, y es que una de sus piernas viajó para situarse por encima del hombro del hombre y presionar aquí y allí en su espalda, queriéndole coaccionar en sus movimientos para que llegara donde ella deseaba. Finalmente, recurrió a lo que el hombre esperaba y fue a plantar una mano en su cabeza y guiarle a donde le quería en aquel momento; la mujer se olvidó de cualquier otra cosa que no fuera el placer de disfrutar del buen hacer el médico, si alguien preguntase a Caelestia, diría que este ejecutó las siguientes maniobras con precisión quirúrgica. Tras aquellos momentos de gozo, la mujer yacia en la cama mirándole con la respiración agitada, tomándole de la barbilla para retirarle, y observando como aun había humedad conectando los labios con los de su entrepierna. La mirada que le dedicó era una que estaba destinada a considerar sus próximas acciones o palabras, aunque pronto fue reemplazada con la inevitable sonrisa de la liberación que daba haber alcanzado el estado de placer, e ir poco a poco bajando de este de nuevo al mundo real.

Cargando editor
08/09/2020, 23:49
Dr. Robert James Death

Robert se dedicó a disfrutar cada instante de la respiración entrecortada y de cómo el cuerpo de la sororita se tensaba y retorcía en respuesta a sus quehaceres dejando que eso marcase el ritmo. Cuando se separaron, sus miradas se cruzaron y Robert pudo ver como la pasión que transmitía la mirada de la sororita se desvanecia por momentos. Robert sin embargo seguía encendido, saltaba a la vista, y en sus ojos seguía ardiendo la llama de la pasión.

En su interior una lucha tenía lugar. Una parte de él quería abalanzarse sobre la mujer y poseerla, sabía que sería fácil penetrar en su interior con la humedad y el calor que desprendía la entrepierna de Caelestia. Era algo salvaje, animal incluso. Su parte racional sin embargo le decía que se contentase con aquella pequeña victoria y que dejase que fuese la hermana la que marcase los siguientes pasos. 

Lentamente, el doctor buscó los labios de Caelestia besandola con intensidad antes de dejarse caer a su lado pasando uno de sus brazos por debajo del cuello de la mujer. Tumbado de espaldas sobre la cama, su miembro se alzaba en una clara señal de protesta pero el doctor respiraba profundamente en un claro intento de recuperar el control. 

Cargando editor
14/09/2020, 22:12
Hermana Caelestia-Adventia Agrippa

Caelestia comprendió que el hombre estaba aguantándose, haciendo un encomiable acto de contrición que quizá le sirviera más adelante en su vida. Eso la arranco una suave sonrisa tras el beso que compartieron, la sororitas se movió para situarse sobre él, con el cuerpo aun sudoroso y ardiente le dejó notar la suave caricia de su trasero en sus muslos antes de descender para presionar ese miembro henchido y erecto contra el vientre del propio doctor, usando la palma de la mano. Le miró a los ojos, saboreando el momento, antes  de dejar caer parte de su peso sobre él flexionando las rodillas haciendo que ese sexo, ardiente y humedecido se apretase contra el miembro atrapado contra el propio vientre del hombre; los labios de este casi lo envolvían y el sutil movimiento adelante y atrás desvelaba parte de las intenciones de la hermana…Aunque pronto, y para devolverle el hecho de haberla torturado anteriormente, se deslizó a los pies de la cama y tiro de la pierna del hombre para que se sentase al borde de esta.

Una pequeña risa juguetona surgió de la garganta de la hermana, que se recogió parte del cabello para al menos descubrir un lado de su rostro ante lo que estaba a punto de llevar a cabo. Observó ese miembro y lo tomó con una mano, guiándolo entre sus labios, esta vez sí, los de su boca, y manteniendo contacto visual con el doctor mientras sus mejillas adquirían esa particular apariencia de succión…Para dejarla escapar momentos después y reposar sobre sus labios; inspiró, quedándose con el olor de la hombría del doctor antes de descender a lametones hasta los testículos de este, finalmente ya entornando la mirada para poner sus labios y su lengua a trabajar en estos, de manera poco sutil. La sala era testigo de ruidos de succión y leves sonidos saliendo de la garganta de la hermana, que parecía hacer lo posible por devolverle el favor al hombre, empleando una mano para recorrer arriba y abajo ese miembro, y al llegar a la punta de este presionar la palma de su mano contra la cabeza, de manera que pudiera atrapar esta contra el vientre del soldado, estimulando la zona del frenillo con sus dedos antes de volver a recorrer el miembro con la mano, de base a cabeza mientras notaba su propia saliva correr por su barbilla hasta su propio cuello, dejando parte del rojo carmín de sus labios en la piel del hombre.

Cargando editor
15/09/2020, 15:07
Dr. Robert James Death

El tratado de paz duró apenas un instante y Caelestia dejó claro que aún no había sido derrotada colocándose a horcajadas sobre el doctor. Sus miradas no dejaban de buscarse con complicidad, buscando saborear el placer de provocar al otro. Los movimientos de la sororita sobre su vientre, el calor y la humedad que desprendían eran combustible para el fuego que Robert sentía en su interior que estaba deseando unir sus cuerpos. 

Cuando la mujer se separó de él y comenzó a tirar de él hacia el borde de la cama Robert no pudo evitar reirse en voz alta. Estaba claro que había sido cruel con Caelestia y esta iba a pagarle con la misma moneda. Aguantó con sus ojos clavados en los de la mujer mientras esta se introducía su miembro en la boca pero no pudo evitar cerrarlos cuando sintió el buen hacer de la mujer. Casi sin pensarlo, tuvo una de sus manos ayudando a la mujer a recoger su pelo pero no trató de forzarla ni guiarla en sus movimientos, estaba claro que la mujer sabía lo que hacía.

No tardó mucho en sentir como los expertos movimientos de Caelestia amenazaban con llevarlo a un final demasiado prematuro, su respiración era entrecortada y la mujer pudo ver el placer pintado en su rostro. - Por favor, piedad. - dijo riendo mientras se removía intentando liberarse. - Tú ganas, me rindo. - continuó mientras una de sus manos agarraba una mano de la sororita, la otra iba a su barbilla para que le mirase a la cara. - Ven aquí. - pidió mirando a los ojos de la mujer al tiempo que  tiraba con suavidad de la mujer para levantarla y atraerla hacia él. 

Cargando editor
22/09/2020, 01:30
Hermana Caelestia-Adventia Agrippa

Caelestia entrelazó los dedos de la mano con los del doctor, mirándole también a los ojos mientras se tomaba un respiro, relamiéndose. Cuando notó el leve tirón, tiró ella también, negándose a moverse de donde estaba, en vez de eso, atacando de nuevo con la otra mano, sujetando el miembro del doctor el cual ya brillaba húmedo bajo la luz de las diversas luces del lugar. –Ah, ah.- Negó levemente con la cabeza, dejando escapar una risa para después tomar aire, de nuevo hundiendo el rostro entre las piernas de a quien había traído a este lugar recóndito del campo de batalla; a cualquier persona con dos dedos de frente se le ocurriría que Caelestia solía hacer esto, escoger a alguien de la soldadesca con quien “entretenerse” en los momentos de asueto que se le dejaba a una sororitas.

No había logrado lo que quería, así que puso parte de su empeño en ello y esta vez no se detuvo hasta que la punta de su nariz rozó el bajo vientre del hombre, y su garganta reaccionó con el debido sonido de ligera asfixia; algo que solo hizo que Caelestia continuara en un frenético vaivén donde ya no había piedad como había solicitado el hombre, ni si quiera para su propio maquillaje que iba cayendo víctima de las lágrimas que se acumulaban bajo sus ojos, o el rojo de sus labios que ahora adornaba de manera latente la punta y la base de aquel miembro. La hermana sostenía aquella mano de Robert con fuerza, casi una presa, para hacerle saber dónde quería estar y como quería estar en todo momento, mientras que la otra mano recorría el miembro de arriba abajo con presteza mientras recuperaba el aliento; asi una y otra vez, mirándole al rostro cada vez que podía antes de volver a la carga, mostrándole al hombre que una ligera falta de aire no era problema para su actual tarea.

Cargando editor
28/09/2020, 13:07
Dr. Robert James Death

Sus ruegos de piedad fueron desoídos y la sororita volvió a sus quehaceres casi con ansia. La imagen de la hermosa mujer entregada completamente a darle placer, la lascivia con la que le miraba mientras hacía desaparecer todo su miembro en su boca hasta que se provocaba la falta de aire y alguna que otra lágrima elevó su excitación hasta niveles inimaginables. 

Su respiración se fue volviendo más y más agitada, podía sentir como aquello estaba llegando a su fin y tuvo morderse los labios para evitar hacer ruido. Apretó la mano con la que Caelestia le mantenía preso en una aviso mudo de lo que iba a pasar y cerró los ojos elevando la cabeza dejándose llevar por las oleadas de placer que recorrían su cuerpo. 

Cargando editor
02/10/2020, 11:09
Hermana Caelestia-Adventia Agrippa

Caelestia no tardó en recibir el mensaje directo a su mano, por donde también estaba unida al hombre, y se deleitó unos segundos mas con el rostro hundido entre las piernas del medicae, al cual le había negado el sexo normal, pero desde luego estaba haciendo por compensar con creces visto el sudor que se acumulaba en la frente de la mujer, y arrancaba brillos a su piel allí donde este mirase, bajo las luces de los focos de la estancia donde se habían retirado juntos. La hermana pronto separo los labios del miembro, dejando este brillante y con trazas del rojo carmín de sus labios a los cuales aun les unia varios hilos de saliva pegajosa, que se descolgaban hasta perder adherencia y una de dos, gotear hasta el suelo, o resbalar por la barbilla de la mujer, que empleó su otra mano, que estaba libre, en masturbar al hombre con poca delicadeza; si ese falo no estuviera duro como una piedra el doctor se habría quejado, pero ese falo palpitante podía resistir eso y mucho mas en su actual estado. La hermana recibió la caliente semilla en su boca de primeras, y se inclinó hacia atrás cerrando los ojos en un acto reflejo, sacudiendo esa mano con fuerza entorno al miembro mientras el hombre se derramaba principalmente sobre su rostro, el espeso liquido pronto adornó labios, nariz y parte de la frente de la hermana, que tímidamente abrió un ojo y luego el otro para besar el miembro que había exprimido con fuerza, los dedos de la otra mano desenlazándose de los del hombre mientras finalmente se separaba lo justo para descansar sobre sus piernas en el suelo, recuperando el aliento, mirándole con cierta complicidad en sus ojos, pese a que la semilla del hombre aun corriese por su rostro de maquillaje ahora demacrado…

 

-Aah…Descansaremos antes de rezar…-Dijo en un murmullo quedo. Momentos después Caelestia entregaría la última prenda al doctor antes de despedirse de él, seguramente para que fuera directo a las duchas del ejército donde quitarse el olor a sexo. Ella haría lo mismo momentos después, en la zona para las sororitas claro.