Partida Rol por web

Por mucho que le doliera a Fred no haber podido participar casi en aquel último combate por el atasco de su arma, más le habría dolido una garra tiránida perforándole el pecho. En cuanto los Caballeros destrozaron al biotitán en un espectáculo de chispas y sangre xeno, Fred elevó una plegaria de agradecimiento al Emperador, que les había salvado de una muerte segura con su propia mano en forma de aquellas máquinas de guerra. 

-Tiembla ante la majestad del Emperador, pues todos caminamos bajo su sombra inmortal. 

Mientras los vítores y la celebración se extendía a su alrededor, Fred bajó la mirada a su propia arma: aquello no era solo un encasquillamiento, todo el cargador se había movido de sitio y se había encajado de mala manera en la recámara, hasta el punto que no podía ni recuperar la munición sin que explotase. Podía intentarlo de nuevo, pero decidió que lo mejor era probar su manos más competentes que las suyas estaban disponibles. Trasteó con el microcomunicador hasta que dio con la frecuencia de los Custos, concretamente la de Krane, el tecnosacerdote. Probablemente estuviese ocupado, pero no se perdía nada por intentarlo. 

-¿Tecnosacerdote? ¿Me recibe? Soy Fred Steiner, de los Inmortales, estoy aquí en lo alto del muro. Si no está muy ocupado, he tenido una avería un tanto grave en mi bólter, y sin duda es usted el más capacitado para aliviar el dolor de su Espíritu Máquina. ¿Podría echarme una mano? 

Bender bajó el laser largo mientras este se enfriaba perdiendo su incandescencia. La batería estaba casi agotada pero habían logrado acabar con la amenaza del gigantesco xeno. El espaciopuerto estaba seguro. Empezó un recalibrado de su módulo de cálculo de probabilidades, que había dado un número astronomicamente bajo a ese suceso, y redirigió el tractor a las tareas de recogida. Era el último penal de su pelotón con vida, así que hasta que llegara más personal tenía mucho trabajo por delante.

Sin sacrificio no hay gloria y aquel piloto había sacrificado su vida para salvarlos a todos. Ese acto no sería olvidado por ninguno de los presentes. Se sorprendió soltando un ¡Vamos! al ver como habían sobrevivido contra todo pronóstico. Estaban vivos para seguir luchando y habían tomado el espacio puerto. 

Se planteó acercarse al biotitan para tomar muestras pero no le pareció lo más sensato al ver como la nube de ácido que tenía a su alrededor no había terminado de posarse. En lugar de eso vio a Andiara caer inconsciente en una torre cercana a su posición y salió volando hacia ella para cogerla y bajarla con cuidado al suelo junto a Gomes. - Señor. - se limitó a decir antes de comenzar a recorrer el campo de batalla identificando los muertos y rezando una oración por sus almas. Anotó mentalmente los números de identificación del administorum de los soldados caídos para añadirlos a las listas de defunciones. 

La batalla había terminado, aunque de vez en cuando se escuchaban lejanos disparos y cañonazos, seguramente, eliminando los últimos conatos de resistencia tiranida; no quedaba duda, la Guardia Imperial, las Hermanas de Batalla, los Marines Espaciales y los Caballeros Imperiales habían logrado tomar el espaciopuerto a tiempo, a tiempo para el desembarco de las naves que llegaban. Aún les quedaría unos minutos para que el grueso llegara, los pesados cargueros imperiales iban en cola, sus angulosas formas y esa permanente sensación de que era una imposibilidad demostrada que aquellas "cajas" pudieran volar, ahí estaban, los tetrach y agantyr, cargando los pesados blindados de la primera compañía de blindados del Comandante Melleborn, los "Pingüinos blindados" o las pesadas piezas de artillería de los diferentes regimientos de artillería, pero sin duda lo que más destacaba eran los grupos de naves con la heráldica de Brilaria impresa en sus fuselajes, quizás nadie se había parado a pensar en ello, peor los originarios de Brilaria eran los que más tropas poseían sobre el terreno.

Las naves de menor tamaño ya empezaban a cubrir el cielo sobre las cabezas de los victoriosos, internándose en el espaciopuerto, sobrepasando la zona que ocupaban los imperiales, aunque al poco, un piloto emitió por radio un aviso - despejen la zona de aterrizaje, hay una cápsula en medio y los restos de un... ¿chimera? - comentó aquella terrible obviedad que posiblemente nadie se hubiera parado a pensar teniendo en cuenta que habían estado a las puertas de la muerte.

Los Caballeros Operativos se movilizaron hacía el Sur dejando a su hermano ahí estancado, no sin antes comentar la situación - A quien este al mando de las tropas de tierra de este sector, si tienen asistencia técnica cualificada, ayuden a reparar al caballero paralizado - dijo Agatha con un tono inexpresivo. La otra, sin embargo, optó por callarse su opinión, o posiblemente, esa risa contenida por ver a su hermano "en la mierda". Por fortuna, con la muerte del biotitan, la nube de muerte que lo rodeaba se iba apagando poco a poco, permitiendo así que se acercaran.

Los Marines espaciales se marcharon también, saludando con respeto a los guardias. Sus heridos aguantaban a pesar de su estado, pero para un astartes el descanso no era una opción, mientras hubiera enemigos por la zona, allá tendrían que ir, se podría asumir que en sus canales de comunicación con otras escuadras pudieran estar coordinándose entre ellos, como cabría esperar de cualquier unidad militar entrenada. 

Desde el centro de mando, seguía el silencio de radio. 

Lo que quedaba de Dionís no había parado de disparar en ningún momento.

Las manos en el rifle láser del chimera, apuntar no había sido una opción, preparar disparos no había sido una opción, y mirar hacia afuera para actuar de manera discriminada definitivamente no había sido una opción. Sólo había disparado, disparado, disparado... mientras los gritos se recrudecían en el interior y en el exterior, mientras todo se confundía, mientras mantenía un ojo en los manómetros y en los fluzadores, mientras tenía que preocuparse de cualquier otro fallo en el vehículo, todo tan inmediato que no era capaz de percibir aquello que no estaba en un minúsculo foco delante de sus ojos.

Aún continuó disparando unos segundos hasta que todo el mundo acabó por dejarlo.

-...

Empezó a salir con el paso algo torpe del mutilado drogado que nota que su adrenalina está desapareciendo para ser reemplazada por un cuerpo huevo cuyos miembros no responden bien a ninguna de sus órdenes, asomando y apoyándose con cuidado para salir del chimera. Las palabras

"despejen la zona de aterrizaje, hay una cápsula en medio y los restos de un... ¿chimera?"

le hicieron girar la cabeza. Alguien tendría que explicarle todo lo que había pasado en la batalla con pelos y señales, una vez tuviese una posición en la que no estuviese sobreviviendo, reaccionando, en lugar de actuando.

-¿Eu Carvalho...? 

Miró hacia donde decían, la mirada nostálgica y algo temerosa, y sólo confirmó lo que sentían. Él... él había sobrevivido. Y el Carvalho no. Siempre había escuchado que aquello era la guerra, pero no podía... no podía ver... no podía sufrir...

-Com a permissao, senhor... -dijo, saludando a uno de los oficiales- Solicito licencia para ser acompañado ante el vehículo siniestrado. La nao combatió fuerte y veraz, y merece un último respeto.

Dijo, descubriéndose el yelmo como correspondía ante un grado cuando no había fuego enemigo de por medio.

Viendo que ya se había resuelto la batalla, Hains cierra sus ojos y suspira, desinstala el arma y hablan trivialidades con su pardillo, hay breves risas, la tensión se ha disuelto, y en su interior como siempre Hains agradece al emperador otro día mas de vida y otra victoria para la humanidad.

Tras desmontar el arma y guardar las cosas bajan las escaleras de la torre para encontrarse con el cuerpo inconsciente de Andiara Mirari, sacudiendo su cabeza de lado a lado él y su pardillo toman acción al respecto.

Estaba viendo a las hordas de aquellos seres echarsele encima y a aquel monstruo enorme como unedificio acercarse, por un instante se preparó para lo peor pero al final el emperador deposito su vista sobre ellos y obró un milagro que giró la situación 180º

Los gritos de victoria y celebración por seguir vivos de una pieza surgieron alrededor y tanto ella como su novata no pudieron evitar unirse. Habían perdido gente, pero podían haber perdido mucho más.
Asintió a las palabras de Celestia.

- Aquí a todas las unidades, les habla la hermana Ceres, de la orden del corazón Benevolente, en el cuadrante 6c* de la base vamos a concentrar los esfuerzos de primeros auxilios, que todos los medicae vayan en esa posición(juntos seremos más efectivos), organizaremos un puesto de curas improvisado, si algún herido no puede desplazarse hasta allí, reserven el canal de radio 3 para informarnos y enviaremos a alguien a atender al herido.- 
O a dar la extrema unción, si es que su estado era demasiado grave, pensó Ceres.
Tras asegurarse de que los oficiales de las diferentes unidades le daban el copy a su comunicación, Ceres iría al cuadrante de la base 6c para comenzar su labor.
En un momento dado pediría voluntarios a las unidades para que trajeran con camillas a los heridos al puesto de curas.

Le gustó la iniciativa de la hermana Ceres. La batalla había acabado y ahora llegaba su momento de trabajar así que Robert caminó hasta ella. - Cuente conmigo Hermana, será un placer volver a trabajar juntos. - dijo sonriendo. - Habría que pensar en pedir apoyo para transportar a la ciudad a los módulos sanitarios del campamento base a aquellos heridos que lo requieran por su baja gravedad o por que su tratamiento requiera de instrumental adecuado. Seguro que no es difícil conseguir unos transportes. - 

En apenas unos segundos se sucedieron dos acontecimientos de colosal efecto. La heroicidad del piloto que se sacrificó contra el gargantuesco xeno y la muerte del Lord General. Una de oro y una de carbón, como dirían en Brilaria. Aunque rápidamente Lidio pensó en el sustituto: ¿Northwood o Vimaranes? Evidentemente, el segundo era la opción adecuada, aunque no era el momento de dedicarle más pensamientos. El combate había terminado y su trabajo allí, prácticamente también. Quedaba ayudar a los heridos y, como pedían por radio, liberar de chatarra el espacio-puerto.

—Gracias, doctor Death—dijo al galeno tras su gesto con Andiara—Andrade, busca a Alfonso y llevad a Andiara al cuadrante 6c, con la Hermana Ceres. Yo buscaré a Dionís.—A lo que el ordenanza respondió afirmativamente mientras Lidio marchaba en busca de Dionís. Algo fácil, estaba saliendo del último chimera en pie.

—Es un ejemplo, Dionís. Sus acciones han sido una bendición para nosotros y su ejemplaridad ha dejado el orgullo y el honor de los Hidalgos en lo más alto en este duro día. Déjeme acompañarle.—entonces Lidio lo sujetó y ayudó a llegar hasta Carvalho—Esta pérdida es insustituible, pero su sacrificio ha salvado incontables vidas, alferes Dionís da Val-Texeira. Siéntase pleno y satisfecho de sus acciones.

Una vez que Gomes consideró que la despedida del vehículo había terminado, usó la radio.

—¡Contagem Gomes a chimera Teimoso*! ¡Retirad los restos del chimera Carvalho de la zona de aterrizaje inmediatamente!

Las palabras de Caelestia sacaron de su estado reflexivo y apesadumbrado a Mathis, que asintió quedamente antes de empezar a vérselas con las comunicaciones. Había que despejar la pista... Y había que ayudar al caballero que se había estampado, si es que era recuperable. Aunque parecían pensar que sí, así que una cosa menos. De un lijado y mano de pintura no le iba a librar nadie, eso sí.

-Pater Sanguine, aquí el teniente Reutter. Quizás el tractor de su recluso pueda ayudar a despejar la pista-sugirió el hombre, antes de repasar rápidamente la situación-las prioridades son despejar la pista, atender a los heridos y rearmarse, por ese orden. Skigge, creo que sois nuestros mejores ojos, aquellos que no estén heridos, puestos de observación. Y, cuando sea posible, habrá que ayudar a nuestro amigo del caballero atascado. De momento, eso es todo.

Cambió de frecuencia, esta vez intentando dar con el mando.

-Transmite el teniente Reutter, ¿me recibe mando? Balaclava completada. Repito, Balaclava completada. Pronto empezará el descenso de fuerzas a tierra, ¿hay instrucciones adicionales?

Uno de los Inmortales se había puesto en contacto con él. Al parecer necesitaba que le echara un vistazo a su bolter. Lo habría hecho encantado, pero ya iba camino de la torre cuando su mensaje se cruzó con el de los Caballeros Imperiales. 

—SI QUIERE QUE CONSAGRE SU ARMA, ACUDA A MI ENCUENTRO —le dijo a Fred. 

Evidentemente, aquellos campeones imperiales tenían precedencia en su lista de prioridades, por lo que Krane cambió de rumbo y en lugar de dirigirse a la torre de control, emprendió la marcha hacia el gigante averiado. Para él era un gran honor poder entrar en comunión con el Espíritu-Máquina, y que este estuviera al servicio de la Casa Crane le daba a la situación un cáriz proverbial. Como si estuviera predestinado a ello. ¿Cuál era la probabilidad de que los pilotos y él tuvieran un nombre tan similar, fonéticamente? 

De haber disfrutado de algo de tiempo habría instalado un vocoemisor en su servidor para que le introdujera según se acercaba él, como si fuera su ayuda de cámara, pero el tiempo no era algo que abundara cuando luchabas contra una invasión tiránida. Así que tuvo que hacerlo él mismo. 

—GLORIA A LA MÁQUINA. GLORIA AL OMNISSIAH. TECNOSACERDOTE VISIOINGENIERO LUKAS APOLLO KRANE, A SU SERVICIO —le dijo al Caballero en sí mismo y, en menor medida, también a su piloto, Gawuyn*. 

Había sobrevivido por pura gracia del emperador, ahora tenía que cambiar el bolter, tenía que acercarme a un tecnosacerdote, y arreglar el bolter antes de entregarlo, iba a volver con mi rifle inferno, las armas laser podrían ser menos letales, pero prefiero un arma menos efectiva pero que no me abandona en el campo de batalla, así que esperare a que nos recogán para volver a la ciudad y así hacer todo los cambios pertinentes.

Como en las escaramuzas anteriores, la prioridad de Bender era la recogida. Retirar la cápsula de desembarco sería dificil, dado que se había clavado con bastante fuerza en el pavimento de la pista de aterrizaje, pero podía rodear los restos de chatar con una cinta y arrastrarlos con el tractor a un lado. Allí podrían ser procesados como era debido.

Iban a necesitar algo más que el tractor, probablemente, pero podía ir despejando el terreno para las naves más pequeñas. Si se daba prisa, podría recuperar algo de chatarra antes de que llegara el personal civil a darles el relevo y se quedara sin acceso a ella. Con eso podría trabajar en el taller y, con suerte, hacer algo útil.

Tania seguía sobrevolando el cielo del espacio puerto, pero esta vez parecía que estuviese dando un espectáculo aéreo como los que a veces daban los Custos más habilidosos en cual desfile en Agantus Secundus, ya fuese por una victoria o porque un nuevo regimiento había sido formado y preparado para marchar a la guerra en algún otro punto de la galaxia y debía ser despedido con honores por si la tradición se cumplía y los chicos no volvían a casa. Siendo Progenia, Tania no había tenido la oportunidad de volar con cargas de humo de colores, formando banderas e insignias para disfrute de la población. La postura oficial de cualquier StormTrooper sería decir que ellos no estaban interesados en ese tipo de milongas, pero la realidad era diferente, al menos para ella. Siempre tuvo la espinita clavada. Ahora el único humo era el que desprendían los chimeras de los Hildalgos y los únicos espectadores eran los ojos muertos de más de mil tiránidos. Pero Tania volaba para ella misma. Otra victoria, que fuese pírrica no le importaba; Para los custos había sido aplastante, habiendo dominado los cielos y habiendo contribuido a la victoria de sobremanera activando las torretas Hydra.

Aparte, sabía que Dr. Death había abierto algún seso tiránido y podría restregárselo en la cara a esa perra acolita de la inquisición. Tendría que asegurarse el ser ella quien se lo entregaba, con una sonrisa de suficiencia en la cara. Se animó tanto con la idea que hasta se atrevió a bromear con el doctor desde su comunicador mientras descendía hasta uno de los cadáveres de los hidalgos y dejaba caer el rifle laser que había recogido sobre el muerto. 

Doctor, ¿quieres que le pida prestada la espada de energía a alguno de estos cretinos de rojo para que la uses de bisturí con el cráneo del bicho gordo, o no tienes un recipiente lo bastante grande en ese maletín tuyo?

El Pater observó como algunos de los que allí encontraban se deshacían en vítores y, por su parte, Sanguine sintió que por fin podía respirar hondo y relajar sus sacros músculos.

Se hizo a un lado al tiempo que comenzaban a ubicarse en el espaciopuerto. Pronto empezaría un importante flujo de individuos y, quizá, tendrían tiempo para celebrar y tomar alguna bebida espirituosa.

Mientras su mente vagaba por los páramos del descanso, Sanguine también aplaudió y silbó.

Robert levantó la vista cuando oyó la voz de Tania en su comunicador y se quedó un momento contemplando el espectáculo aéreo que estaba haciendo la mujer. Los recuerdos del desfile del día de la fundación se agolparon en su cabeza y Robert no pudo si no sonreír. Algún día volverían a casa con los suyos y volverían a poder disfrutar de espectáculos así. - No te preocupes Lady Luck, no hay nada que nos interese en esa enorme cabezota. Además, no queremos montar un espectáculo y me da en la nariz que ese caballero va  a querer la cabeza para colgarla en su salón. - dijo con una sonrisa divertida.

Fred escuchó las comunicaciones de vox por el canal y negó con la cabeza. Había pocas posibilidades de entrada de que el tecnosacerdote tuviese tiempo para ellos, y ahora menos, si le habían pedido que ayudase a reparar el Caballero. Y a Fred le parecía bien, por supuesto: en combate era mejor tener el Caballero reparado que tener veinte bólteres como el suyo.  

Suspiró y cogió el arma con delicadeza, como si fuese un niño enfermo. 

-Nos va a tocar a nosotros, Hermann-le dijo a su compañero-Sujeta eso y yo tiro de...

Pero entonces el tecnosacerdote, sorprendentemente, respondió. A pesar de que había ido ya a reparar el Caballero, decía que si se pasaban por su lado, les ayudaría. Fred supuso que para un tecnosacerdote, reparar su arma debía de ser una nimiedad que ni siquiera le distraería de su labor. Pues benditos fuesen él y el dios máquina. 

-Gracias, tecnosacerdote, voy hacia su posición. 

Rápidamente, temeroso de perder su oportunidad, aseguró el bólter en las correas y echó a correr hacia Krane. 

Ahora que los fuegos de la batalla se apagaban y que la adrenalina corría por los cauces normales, era tiempo de asentar la posición que habíamos logrado, aunque tras lo que había pasado, no creía que esas cosas tuviesen mucho mas que lanzarnos. - Ya habéis oído a Reutter, quien este ocioso se ponga a ayudar en lo que pueda, unos reparan a las maquinas otros a los heridos y el resto echamos un ojo a que no se nos cuele algún bicho feo de esos.

Estaba claro que no al no tener contacto con el mando, debíamos hacernos a la idea de apoyar en todo lo que pudiésemos al teniente, pues esta podía contarse como su victoria. Mientras cada uno de los que estaba en el espacio puerto se iba dedicando a las nuevas ordenes, activo los propulsores para acercarme hasta la posición de Mathis. 

Cuando llego hasta las cercanías del teniente, desciendo lentamente, no era cosa de levantar aun mas mugre que la que llevábamos encima y en la que íbamos a meternos. - A sus ordenes, teniente. Parece que la victoria es suya. Digo mientras señalo el espacio puerto, lleno de enemigos caídos. - Bueno se terminaron las lisonjas ... añado con una sonrisa forzada ... - El silencio del mando es un marrón ... ¿Cómo quieres llevarlo?. 

Alfonso, que en realidad estaba bastante cerca de Gomes, asintió a su orden, dejando que el M36 colgara de sus correas, que descansaban sobre el hombro del espadachín.

— Ya mismo, Contagem.

Junto con el asistente de su Contagem, el brilariense cargó a la artillera con la mayor suavidad posible y empezó a caminar al sector designado para la atención médica. Luego permanecería a su lado, si nadie más requería de su presencia. Una hermana nunca debía estar sola. Entre tanto, sintió orgullo al ver la heráldica de su planeta natal en tantas de las naves que ahora estaban llegando al espaciopuerto.